Los sueños en la casa de la bruja - Howard Phillips Lovecraft - E-Book

Los sueños en la casa de la bruja E-Book

Howard Phillips Lovecraft

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Beschreibung

Publicado en el número de julio de 1933 de la revista Weird Tales, "Los sueños en la casa de la bruja" es un relato escrito por el maestro del terror Howard Phillips Lovecraft como parte del ciclo de los Mitos de Cthulhu. Al parecer, la  historia estuvo muy influenciada por "Septimius Felton", una novela inconclusa de Nathaniel Hawthorne.

Walter Gilman es un estudiante de matemáticas de la Universidad de Miskatonic, empapado en conocimientos acerca de las diversas leyendas populares y mitos paganos de la ciudad de Arkham. Llevado por su curiosidad científica mezclada con el saber de los mitos urbanos, decide alquilar una habitación en la casa de la bruja, lugar en el que vivió Keziah Mason, una vieja hechicera que escapó de los tribunales de Salem en el año 1692 gracias a su habilidad para traspasar dimensiones mediante el trazado de complicadas líneas y curvas en las paredes.

Enormemente cautivado por la misteriosa habilidad de la bruja, Gilman decide profundizar sus investigaciones matemáticas en la habitación de Keziah, sin imaginar que será preso de los más terribles sueños mezclados con realidad, que lo llevarán, a la postre, a un destino horrible e inimaginable...

"Los sueños en la casa de la bruja" es uno de los relatos más conocidos de Lovecraft, ésta vez, relacionado con el folclore popular de los aquelarres y la brujería.

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Veröffentlichungsjahr: 2025

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Tabla de contenidos

LOS SUEÑOS EN LA CASA DE LA BRUJA

LOS SUEÑOS EN LA CASA DE LA BRUJA

Howard Phillips Lovecraft

Walter Gilman no sabía si fueron los sueños los que provocaron la fiebre, o si fue la fiebre la causa de los sueños. Detrás de todo se agazapaba el horror lacerante y mohoso de la antigua ciudad y de la execrable buhardilla donde escribía, estudiaba y luchaba con cifras y fórmulas cuando no estaba dando vueltas en la mezquina cama de hierro. Sus oídos se estaban sensibilizando de manera poco natural e intolerable, y ya hacía tiempo que había parado el reloj barato de la repisa de la chimenea, cuyo tictac había llegado a parecerle como un tronar de artillería. Por la noche, los rumores de la ciudad oscurecida, el siniestro corretear de las ratas en los endebles tabiques y el crujir de las ocultas tablas en la centenaria casa bastaban para darle la sensación de barahúnda. La oscuridad siempre estaba llena de inexplicables ruidos, y no obstante Gilman se estremecía a veces temiendo que aquellos sonidos se apagaran y le permitieran oír otros rumores más leves que acechaban detrás de ellos.

Se encontraba en la inmutable ciudad de Arkham, llena de leyendas, de apiñados tejados a la holandesa que se tambaleaban sobre desvanes donde las brujas se ocultaron de los hombres del Rey en los oscuros tiempos coloniales. Y en toda la ciudad no había lugar más empapado en recuerdos macabros que el desván que albergaba a Gilman, pues precisamente en esta casa y en este cuarto se había ocultado Keziah Mason, cuya fuga de la cárcel de Salem continuaba siendo inexplicable. Aquello ocurrió en 1692: el carcelero había enloquecido y desvariaba acerca de algo peludo, pequeño y de blancos colmillos que había salido corriendo de la celda de Keziah, y ni siquiera Cotton Mather pudo explicar las curvas y ángulos dibujados sobre las grises paredes de piedra con algún líquido rojo y pegajoso.

Posiblemente Gilman no debiera haber estudiado tanto. El cálculo no euclidiano y la física cuántica bastan para violentar cualquier cerebro, y cuando se los mezcla con tradiciones folklóricas y se intenta rastrear un extraño fondo de realidad multidimensional detrás de las sugerencias espantosamente crueles de las leyendas góticas y de los fantásticos susurros junto a una esquina de la chimenea, apenas puede esperar encontrarse completamente libre de una cierta tensión mental. Gilman era de Haverhill, pero sólo después de haber ingresado en el colegio universitario de Arkham empezó a asociar sus conocimientos matemáticos con las fantásticas leyendas de la magia antigua. Algo había en el ambiente de la vieja ciudad que actuaba oscuramente sobre su imaginación. Los profesores de la Universidad de Miskatonic le habían recomendado que fuera más despacio y habían reducido voluntariamente sus estudios en varios puntos. Además, le habían prohibido consultar los dudosos tratados antiguos sobre secretos ocultos que se guardaban bajo llave en la biblioteca de la Universidad. Pero estas precauciones llegaron tarde, de modo que Gilman pudo obtener algunos terribles datos del temido Necronomicón de Abdul Alhazred, del fragmentario Libro de Eibon, y del prohibido Unausspreclichen Kulten de Von Junzt, que correlacionó con sus fórmulas abstractas sobre las propiedades del espacio y la conexión de dimensiones conocidas y desconocidas.

Sabía que su cuarto estaba en la antigua Casa de la Bruja; en realidad lo había alquilado por tal motivo. En los archivos del Condado de Essex figuraban numerosos datos acerca del proceso contra Keziah Mason y lo que esta mujer había admitido bajo presión del tribunal de Oyer y Terminer fascinó a Gilman hasta un punto realmente irrazonable. Keziah le había hablado al juez Hathorne de líneas y curvas que podían trazarse para señalar direcciones, a través de los muros del espacio, hacia otros espacios de más allá insinuando que tales líneas y curvas eran utilizadas frecuentemente en ciertas reuniones de medianoche celebradas en el sombrío valle de la piedra blanca, situado más allá de la Loma del Prado, y en el islote desierto del río. También había hablado del Hombre Negro, del juramento que ella había prestado y de su nuevo nombre secreto, Nahab. Tras de lo cual trazó aquellas figuras en la pared de su celda y desapareció.