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Los trucos es una comedia teatral del autor Pedro Muñoz Seca. Como es habitual en el autor, la pieza se articula en torno a una serie de malentendidos y situaciones de enredo contados con afilado ingenio y de forma satírica, tanto en torno a la familia como a la idea de amor romántico.
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Seitenzahl: 118
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Pedro Muñoz Seca
COMEDIA EN TRES ACTOS
ESTRENADA EN EL TEATRO INFANTA ISABEL
DE MADRID EL 18 DE DICIEMBRE DE 1925.
Saga
Los trucos Pedro Muñoz SecaCover image: Shutterstock Copyright © 1925, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726507959
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
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Queda hecho el depósito que marca la ley.
A su alteza real la
Infanta Isabel de Borbón
Hall del «Hotel Ganga», en Calverosa, pueblo que se supone en la provincia de Córdoba. Este «Hotel Ganga», no es más que una fonda modesta, pero su dueño, Acacio Ganga, es un andaluz que exagera mucho las cosas y por eso le llama pomposamente «Hotel».
La puerta de entrada estará, en chaflán, en el último término de la Izquierda. En el primer término de este lateral, el arranque de una escalera. En el lateral derecha, una puerta, y más arriba la iniciación de una galería que se supone da acceso a las dependencias del Hotel.
Habrá en escena, en el foro, cerca de la pared, unos sillones, un amplio y cómodo sofá y, ante él, una mesa. Entre la galería y la puerta de la derecha, una mesita con recado de escribir y entre la puerta de entrada y la escalera, un perchero.
Algún velador y algunas sillas volantes, completan el mobiliario, que todo él será bueno y con la pátina de los años. En las paredes, un almanaque con la fecha de lunes 30 de marzo de 1925; unos carteles anunciando las fiestas de primavera en Sevilla y la Semana Santa en Málaga, y algún antiguo cartel de toros. Es de día.
(Al levantarse el telón, están en escena ACACIO, el dueño de la fonda y CHICHARRA, vendedor ambulante de hortalizas.)
ACACIO (Examinando el contenido de los dos capachos que ha puesto Chicharra en el suelo.)¿Pero no traes arcausiles, Chicharra?
CHICH. No, señó, don Acacio.
ACACIO Pos era lo uniquito que yo quería comprá, saborío.
CHICH. ¿Pero tós los días le vasté a poné arcausile a los guéspede, don Acacio de mi arma, con el mar coló que dan y lo entretenío que son de come?
ACACIO Pero si eso es lo que yo quiero, asaura. entretenimiento. Mira, yo les pongo en una comía de vigilia, pongo por poné, una caracolá, papas fritas a la inglesa de esas muy coscurruitas que hay que comerlas una a una y con los deos, armejas a la marinera y arcausiles, y principian los guéspede a comé a las ocho y a las diez están toavía sentaos.
CHICH. A las dies sentaos y a las dose desmayaitos de hambre, don Acacio.
ACACIO Lo que sabrás tú.
CHICH. ¿Por qué no me compra usté estas remolachas y estas zanahorias?
ACACIO ¿Qué voy a hacer con eso, Chicharra?
CHICH. Hombre, una ensalá patriótica.
ACACIO ¿Pa que se la coman de seguía? ¡Estás tú fresco! De ensalá tengo yo en la ensalaera unos apios, ya va pa seis días, que no hay quien les meta er diente. Pero eso no es cuenta mía. Allá ellos; yo con presentá una ensalá cumplo.
CHICH. ¡Chavó, don Acacio; aonde usté se pierda!... Razón tiene don Manué, er vicario, que cuando s’habla d’usté dise que es usté más sabio que Berlín.
ACACIO Se defiende uno y na más, Chicharra. (Revolviendo en los capachos.) ¿Cuánto quieres por estos manojillos de tagarninas?
CHICH. Deme usté cuatro gordas.
ACACIO ¿Cuatro gordas? ¿T’has vuerto loco, tú? Un reá te vi a da por ellas y lo menos te ganas tres chicas.
CHICH. Hombre, por estrenarme se las vi a dejá a usté en ese precio.
ACACIO Ea, pos toma y ponlas ahí. (Le da el dinero; Ilamando a voces.) ¡Hilaria!... ¡Hilaria!...
CHICH. (Que ha puesto las tagarninas sobre una silla.) ¿Toco er timbre, don Acasio?
ACACIO No, hombre, que se va a cree que la llama argún guéspede y no va a acudí. (Como antes.) ¡Hilaria!...
HIL. (Dentro) ¡Va!...
CHICH. Que, ¿sigue usté con el Hoter lleno?
ACACIO Mientras estén aquí los cómicos hay bulla en la casa.
CHICH. Oiga usté, ¿paga esa gente?
ACACIO Hombre, a mí toavía no m’han pagao porque en este Hotel, de toa la vida, se cobra por desenas, y hasta mañana no cumple la de ellos; pero estoy tranquilo porque er dirertó de la compañía es un hombre serio y tiene siempre la cartera llena de billetes.
CHICH. Pos lo que toca aquí no los ha ganao, porque hay que vé los diítas que llevan, Ayé, que era Domingo, no había en butacas más que la familia del elertrisirta, que no paga, la del juez, que no paga y la del dirertó de «La Voz de Calverosa», que tampoco paga. Y arriba en er gallinero habíamos seis, que a tres perras chicas, son nueve gordas, aquí y en Pekín. ¡Ni pa café! Y es que la Compañía... yo no sé si será de los arcausiles que usté les dá diariamente, pero es que no tienen alientos pa ná.
ACACIO Hombre, que están muy desanimaos porque nadie va a verlos. Figúrate tú: en Calverosa y en cuaresma; con lo religiosísima que es aquí la gente en cuanti pueden ahorrarse el dinero. Y ademá con los ejersisios espirituales que está haciendo el padre Chaparro, que l’ha tomao con el teatro y dise que es pecao hasta pedí un pograma.
HIL. (Criada joven, por la derecha, último término.) Acaba de Ilegá a la plaza el coche de la estasión y creo que viene un guéspede nuevo, don Acacio.
ACACIO ¿Un guéspede? (Se asoma a la puerta de la izquierda.)
HIL. M’ha paresido don Prudensio Sardiva, ese comisionista tan amigo d’usté.
ACACIO Verdá es. Escucha, Hilaria, llévale esas tagarninas a la cosinera y dile que son pa mí; que yo las vi a tomá en lugá de los arcausiles.
HIL. (Echándose las tagarninas en el delantal.) Sí, señó.
CHICH. (Que ha cargado con sus canastos.) Bueno, salú y moneas y que yo las vea.
ACACIO Anda con Dios, hombre... Hasta mañana...
Deja pasá a este caballero (Por Prudencio Zaldívar, un hombre joven, simpático y bien vestido, que entra en escena con un maletin en la mano y un abrigo al brazo.)
CHICH. Sí, señó. Salú. (Mutis.)
PRUD. ¡Amigo Ganga!...
ACACIO ¿Qué tal don Prudencio?
PRUD. Muy bien hombre, muy bien. Dios te guarde muchacha.
HIL. M’alegro de verlo, señorito.
ACACIO (AHilaria.) Hála, deja eso en la cosina y arréglale a don Prudencio la arcoba que da ar corralillo, que es la única que tengo desocupá.
HIL. Sí, señó. (Mutis por la derecha último término.)
PRUD. ¿Así andamos, querido Ganga?
ACACIO Sí, señó: su cuarto de usté de siempre, lo tiene, ya va por un mes, un muchacho ingeniero que está ahí con un tren de sondeo hasiendo calicatas en las minas de San Vicente, y los demás cuartos los tienen unos cómicos que están aquí hasiendo temporada.
PRUD. ¡Caramba! Compañía en Calverosa. ¡Cuánto me alegro! ¿Qué compañía es?
ACACIO La compañía Ochogavias-Andosilla.
PRUD. Sí, hombre; los conozco. Unos que hacen dramas policíacos y obras truculentas. ¡Valiente compañía!
ACACIO (Bajando la voz.) Son malos ¿no?
PRUD. Malo es poco, amigo Ganga. Ella, la Ochogavias, que le da por hacer papeles de joven, tiene más años que la Mezquita de Córdoba.
ACACIO Más años no sé, pero más pintura y más porvos en la cara si tiene.
PRUD. El Andosilla, es un tío cameloso y estropajoso, que hace un latiguillo hasta cuando pide el desayuno. Del actor cómico, no hablemos, porque ese tío se cae durante la misa de dose en el artá mayó y no se ríe la gente. Y el galán...
ACACIO ¡María Santísima!...
PRUD. El galán, me... ¡Maldita sea su padre!...
ACACIO Va por los dos.
PRUD. Yo no sé lo que me pasa cuando lo veo salir a escena, amigo Ganga, pero es que... Vamos, me dan ganas de pegarle.
ACACIO Bueno, el tío grasioso, grasioso, que hay en la compañía es uno que se equivoca muchísimo y de seguía arregla la equivocasión pa que no la coja el público.
PRUD. Sí, hombre, ya sé quien es: un tal Gayo Benítez. Ese estaba con la Xirgu y lo tuvo que echar porque en un estreno, en vez de decir que detestaba a los niños, dijo que los destetaba, y se armó el joyín padre.
ACACIO ¿Y no arregló la equivocación?
PRUD. ¿Qué iba a arreglar, hombre? ¿Usté cree que aquello podía arreglarse?
ACACIO Pues ahora tiene una prártica en eso de los arreglos, que no creo que haiga otro en el mundo. Anoche, en ese drama que se titula «Madre, reina, mendiga y estanquera», al final del segundo acto que figura que convida a «champam» a to er mundo, en lugá de desí «¡Alegría, alegría, vengan botellas!», fué y dijo: «Alegría, alegría, vengan bellotas».
PRUD. ¡Qué bruto! La que se armaría.
ACACIO ¡Quiá! Antes que er público se le echara ensima, principió a gritá»: Sí, bellotas, bellotas, que es lo que mereséis ustedes por cochinos.
PRUD. (Riendo.) ¡Qué tio más grande!
HIL. (Que ha entrado en escena por la derecha,le dice a Prudencio, aludiendo al abrigo y a el maletín.) ¿Le subo estos chismes, señorito?
PRUD. Sí, ahora traerá el número dos los baules. (Hilaria se va por la escalera de la izquierda.)
ACACIO (Mirando hacia la calle.) ¡Ojo, don Prudencio!
PRUD. ¿Eh?
ACACIO Ahí viene el actor que se equivoca, con ese otro gachó que hase siempre los traidores. Estos dos no paran aquí; están ahí en casa de Manolita, la de los arcansiles, que le disen. ¡El hambre que estarán pasando los infelices!...
(Entran por la izquierda Gayo y Causto, actores de muchos humosypoco sueldo. Causto es joven; Gayo ha cumplido ya los cuarenta años.)
GAYO Buenas tardes.
CAUSTO Buenas.
ACACIO Muy buenas.
GAYO ¿Está el señor Andosilla?
ACACIO Sí, señó.
GAYO Haga el favor de decirle que está aquí Benítez.
ACACIO Sí, señó.
CAUSTO Dígale también que está Tirado.
ACACIO Ahora mismito. (Acercándose a la escalerade la izquierda y gritando.) ¡Hilaria!... ¡Hilaria!...
HIL. (Dentro.) Mandusté.
ACACIO ¡Dile a don César que está aquí Benítez... y que está Tirado! (AGayo.) Pué que esté echando la siesta como los demás; pero, con estas voces, ya s’habrá dispertao.
GAYO Muchas gracias. (Pequeña pausa.)
ACACIO Poquita gente había anoche en el teatro, amigos.
GAYO Nadie: un vacío «atorrador»..., ejem, ejem...
(Tengo que advertir que, el pobre Gayo, siempre que se equivoca, tose, mueve la cabeza de izquierda a derecha, se lleva la mano a la tirilla y se tira de ella, como dando a entender que se equivoca porque el cuello le aprieta y le irrita la garganta.)
CAUSTO Y eso que anoche era domingo.
ACACIO La cuaresma...
GAYO La cuaresma y el género. Estas obras policiacas que pergeña Andosilla no le interesan ya a nadie. Hoy el público pide versos «ramonticismo»..., ejem, ejem; porque en el «ra-mon-ti-cismo»..., ejem, ejem..., está el verdadero teatro. Si anoche, en vez de esa porquería de melodrama, hacemos «Cuenca, por Alfonso VIII», donde tengo yo un papel muy importante, la entrada hubiera sido otra. Pero, en esto de los géneros literarios, no nos ponemos de acuerdo. Andosilla quiere «troculencias» policiacas; el galán, comedias de té, tennis, «sandwis» y «butonier»; la dama, fruslerías de ingenua; Requesoll, ese que dice que es actor cómico, los vodeviles que él traduce del catalán, y yo... ¡romanticismo! (Muy sátisfecho de que le haya salido por fin.) ¡¡Romanticismo!! ¿Digo bien?
PRUD. Ahora, sí, señor.
GAYO Nos va a suceder aquí, en Calverosa, lo que nos ocurrió en Málaga, que, por hacer obras policiacas, nos salió el tiro por la «caleta»..., ejem, ejem...
ACACIO Ya baja el señor Andosilla con su señora.
(Por la escalera de la izquierda entran en escena César y Desamparada, con un erguimiento, con una majestuosidad, que, resucita Carlos V y se atrodilla. César, el primer actor y director de la Compañía, se cree más elegante que Cimera y Desamparada, su legítima esposa, algo más joven que él, porque tendrá, a lo sumo, cuarenta y cinco años; es una señora gruesa, acursilada, muy teñida, muy pintada y con el pelito a lo paje, enseñando un cogote que pide a gritos más cabello o un descabello.)
CESAR ¡Hola! ¿Cómo ustedes por aquí? ¿Ocurre algo?
GAYO Hombre, que como nuestra fonda no es un hotel de postín como éste, que cobra por «docenas» vencidas, sino que allí hay que pagar cada dos días, y como hasta mañana no hay nómina, desearía que me adelantara usted unas pesetillas...
CESAR Por Dios, amigo Gayo, y se ha molestado en venir... Me hubiera envíado a cualquier fámulo o fámula... (Tirando de cartera.) ¿Le basta con doscientas pesetas?...
GAYO Con cien tengo bastante, don César; muchas gracias.
CESAR (Dándole un billete.) Ahí van.
GAYO Reconocidísimo. Tenemos un director que es un Banco.
CAUSTO El que necesita las doscientas soy yo, amigo don César. Quiero girar algo a mi madre...
CESAR Tome. (Le da dos billetes.)
CAUSTO Muy agradecido.
ACACIO (A Prudencio, haciendo mutis con él por laescalera de la izquierda.