Lucas afuera, Lucas adentro - Carmen Leñero - E-Book

Lucas afuera, Lucas adentro E-Book

Carmen Leñero

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Beschreibung

¿Qué pasaría si todo lo que no te gusta desapareciera y apareciera en la panza de tu mascota: las tareas, la boleta de calificaciones, los regaños de mamá, la vecina gritona, la verruga de Miss Lupita, el cinturón de papá, los cachetes de Rebeca, la sopa de fideos, lo que te da miedo, la escuela, los aviones, los cinco continentes, las estrellas... hasta que no quedara nada más?

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Seitenzahl: 32

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CARMEN LEÑERO

ilustrado porMAURICIO GÓMEZ MORIN

Primera edición, 1997    Sexta reimpresión, 2013 Primera edición electrónica, 2016

D. R. © 1997, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F. Empresa certificada ISO 9001:2008

Editor: Daniel Goldin Diseño: Joaquín Sierra Escalante, sobre una maqueta original de Juan Arroyo Diseño de portada: Joaquín Sierra Dirección artística: Mauricio Gómez Morin

Comentarios y sugerencias:[email protected] Tel. (55)5449-1871

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-607-16-3615-7 (ePub)

Hecho en México - Made in Mexico

A Inés Sorela

Me río mucho y hago bromas pero soy una niña triste. Me gusta sentarme detrás de los árboles y jugar a que soy otra persona o un animal o alguna cosa como… una avioneta.

Si no me espían mis papás ni Leo —la muchacha que nos cuida—, me olvido de la tarea hasta que anochece. Entonces me llaman para bañarme en la palangana. Detesto la palangana. Me meten desnuda, me mojan y ahí me tienen tiritando de frío mientras me restriegan los codos y las rodillas. Luego, aunque me enjuaguen mil veces quedo bien pegosteosa, pero no hay modo de hacerles entender eso a los grandes.

A mediodía me zampo todo lo que me ponen en el plato y digo lo que esperan que diga, con tal de ahorrarme sermones y levantarme rápido de la mesa. Entonces corro a la bardita y me salto al jardín de la alemana.

La alemana tiene muy mal carácter, pero como es una despistada no se entera de que me paso las tardes en su jardín jugando a los bandoleros. Claro que yo no soy un bandolero de verdad sino una princesa que se disfraza de hombre para salir a pelear contra los soldados del rey-mi-padre. El juego consiste en quitarme la ropa de princesa y ponerme la de bandolero, mientras platico con mi doncella Anastasia, que también es invisible y por lo mismo sabe guardar muy bien los secretos.

Quiero ser grande lo más pronto posible para que me dejen opinar en la mesa, para dormirme tarde y, sobre todo, para jugar sin que me interrumpan. Desde que iba en prepri andaba yo averiguando cómo crecer más rápido. Se lo pregunté a un niño de quinto y él me dijo:

—Cómete todo lo que te sirvan en la mesa, cómete tu lunch y también el de tus amigas, cómete lo que te encuentres en tu camino, sea duro, sea blando.

Eso dijo el niño. Y luego me contó que tiene una sobrina que es bien alta porque dicen que se traga los años.

También me confesó que él come aire, pero no para crecer sino para que se le infle la barriga como a su papá. Y cuando ya la tiene grandísima, su mamá lo lleva al doctor y después le compra un helado doble.

Yo he conocido niños que se comen los gises o los grumitos de yeso de la pared, como Azucena; o la tierra de las macetas, como Luis; o como Juancho, que el otro día se tragó una canica. Otros tontos muerden las gomas de los lápices y algunos hasta se chupan los mocos.

Aunque quiero crecer rápido yo sólo puedo comer verdadera comida… o tal vez alguna cosa pequeña que quiera esconder muy, muy bien. Como la pestaña de Carlitos, el niño pelirrojo que me gusta. La encontré por casualidad sobre su pupitre y me la tragué sin que nadie me viera.

—Eso es una prueba de amor, ¿no crees, Anastasia?