Marbella. Vivir apaciblemente en "el gran refugio del mundo" - Ramón Aymerich - E-Book

Marbella. Vivir apaciblemente en "el gran refugio del mundo" E-Book

Ramón Aymerich

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Beschreibung

En esta nueva novela, Ramón Aymerich, nos sumerge en los años dorados de Marbella en los que la corrupción, las mafias y el sexo se entremezclan con el glamour y los grandes yates árabes atracados en Puerto Banús.

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Marbella

Vivir apaciblemente en el gran refugio del mundo (1960-1980)

Glamour, árabes, tráfico de armas y de drogas, mafia italiana, espías, corrupción municipal, mafia rusa, secuestros, sicarios, robos, intrigas, sexo...

Ramón Aymerich

© 2015 Bubok Publishing S.L.

1ª edición

ISBN: 9788468666099

Impreso en España / Printed in Spain

Impreso por Bubok

A mi hijo David y a la ciudad de Marbella

Con mi agradecimiento a todos los amigos que me han permitido poder desenvolver mi vida por el terreno de la creatividad, especialmente a Aurora Reina, Nacho Fagalde y Vicky Ferraro

ÍNDICE
Prólogo del autor Se crea El gran refugio del mundo
Capítulo 1: El gran mundo del glamour. La Marbella de los sesenta y setenta
Capítulo 2: Pepe Carrasco, agencia de detectives
Capítulo 3: Los Faulkner
Capítulo 4: La Organización
Capítulo 5: La nueva agencia de detectives
Capítulo 6: La nueva fase de la agencia
Capítulo 7: Los cachorros árabes
Capítulo 8: El tráfico de armas
Capítulo 9: El gran progreso de la agencia
Capítulo 10: El gobierno del psoe en Marbella
Capítulo 11: El inagotable negocio de las armas
Capítulo 12: Punto final al atraco al tren de Glasgow
Capítulo 13: Ampliación de las instalaciones de La Organización
Capítulo 14: Muerte de Alfa

Prólogo del autor Se crea El gran refugio del mundo

¿Cómo es posible? El título parece contradictorio, pero no lo es. ¿Cómo se puede vivir apaciblemente en una ciudad en la que pueden darse tantas situaciones? Pues bien, sí se puede. Yo soy una prueba viviente de ello.

Al principio como veraneante, luego como residente, el autor de este libro, reconocido como escultor en el mundo de los coleccionistas internacionales de arte, ha podido vivir de primera mano todo lo acontecido en la ciudad de Marbella desde sus más elementales comienzos hasta la fecha actual.

La primera vez que atravesé la salida de Málaga camino a Marbella, pasando por los espesos campos plantados de caña de azúcar, y enfilé la única carretera, la de la costa —una carretera llena de curvas cerradas, con el giro a la izquierda permitido, con mucho tráfico de camiones y automóviles—, desde la ventanilla del coche pude ver pasar un Torremolinos bullicioso, pecador y sodomita sobre el que algún exacerbado predicador habría visto bien que cayera una lluvia de fuego. Benalmádena, más curvas, y Fuengirola, que había que atravesar íntegra. Después otra infinidad de curvas y ya se empezaban a observar en el paisaje más y más higueras. Finalmente un letrero que indicaba al viajero que había entrado en el término municipal de Marbella.

Lo que refleja esta novela son cuestiones que forman parte de la historia de la ciudad, pero contemplada por los ojos de un ciudadano, no de un historiador; es por ello que tomaré una serie de personajes y recurriré en ocasiones —para seguir una aproximada cronología— a medios escritos como abc, El Mundo, El Sur, El País, así como a otros datos extraídos de Internet y en concreto de Wikipedia para poder dar al lector una idea lo más clara posible de cómo en tan solo cincuenta años un pueblecito de pescadores con unos doce mil habitantes pasó a convertirse en una ciudad de ciento cincuenta mil, además de lo acontecido en ese tiempo.

Nunca pensé escribir sobre Marbella. Ahora que lo hago, aunque mi memoria es excelente para las cosas, reconozco que me cuesta situarlas en el tiempo correcto, de haberlo sabido hubiera ido montando mi archivo de documentación. Sí he de aclarar que mi residencia en la ciudad fue una decisión improvisada, nacida del instinto y el hastío de vivir en ciudades. Ese mismo año viví en Nueva York cinco meses por una exposición, de los cuales uno correspondió a la preparación, y el resto a la exhibición en sí. Mi actividad profesional como artista escultor no tenía nada que ver con las de los demás; siendo una persona abierta pero capaz de guardar los secretos, he conocido a los personajes más diversos de la fauna que compone la ciudad de Marbella. En mi presencia nadie se ha cortado nunca de hablar de sus cosas, e incluso de hacer sus negocios o, conociendo mis antecedentes como financiero, pedirme consejos respecto a los suyos.

He sido una singularidad en esta sociedad que siempre me ha permitido tratar e incluso tener vínculos de amistad con lo más rancio de la aristocracia, de los famosos, los profesionales, así como con policías, ladrones, guardaespaldas, traficantes de todo tipo y la mayoría de la gente común que transita por la calle, es decir, con todo el mundo que compone esta pintoresca y diversa sociedad.

Durante cuatro años, entre 1976 y 1980, realicé en Radio Costa del Sol un programa radiofónico de divulgación cultural y científica que me dio un marchamo como hombre de conocimiento entre mis convecinos, al punto de que si en algún lugar existía una diferencia de opinión, me preguntaban y mi respuesta zanjaba la cuestión, de esa manera yo podía comerme otra acedía, que es el pescadito frito que más me gusta.

Llegué para quedarme a vivir definitivamente en el año 1977, después de una tremenda exposición en Nueva York. Esa Semana Santa, disfrutando de la paz que da la garantía de un clima tan amable hizo que, harto de ciudades, mi sitio para vivir se convirtiese en Marbella, donde me quedé con mi mujer y mi hijo. A esas alturas ya conocía mucho del mundo, tanto América del Norte como del Centro y del Sur, Europa, Oriente Medio y Extremo Oriente. Y es que siempre fui un viajero impenitente, por lo que a los cuatro años de estar sin moverme de la ciudad, comencé de nuevo a viajar. Nunca he sido un turista, por el contrario, me gusta viajar mínimo tres meses o más, alquilar una casa y vivir la vida en un lugar diferente, moverme con libertad, ir al mercado a hacer la compra, hablar con las gentes, comprender la lógica o analógica de su mentalidad, pero una cosa sí decidí: no veranear más en Marbella, porque en verano hace mucho calor y se llena de gente, todo se hace más incómodo. Empecé a aprovechar ese tiempo para viajar a distintos países y ciudades europeas, donde el clima en verano es una verdadera bendición, tales como Holanda, Inglaterra, Francia, Bélgica, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Alemania, Austria, el norte de Italia, Dinamarca, Suecia y hasta a Madrid, donde en el mes de agosto, y si vives en una gran casa con mucho jardín y piscina se está muy bien para salir por las noches a cenar con amigos, pues no hay problemas de tráfico ni de aparcamiento. Esos fueron los lugares de ensueño donde pasé mis veranos, así como en Brasil —país que amo sinceramente y donde siempre me he encontrado muy feliz—, Argentina, Chile o Uruguay, lugares donde conservo buenos y grandes amigos. En cualquier caso descubrí que lo que de verdad hay que hacer es ir contracorriente de la gente, ahí está el verdadero lujo de vivir.

Durante años formé parte como consejero de una exitosa empresa editorial, por lo que durante los meses de otoño, primavera e invierno, cada mes viajaba a Madrid para asistir a los consejos. Me quedaba en la capital una semana, algo que aprovechaba para encontrarme con mis amigos, y después regresaba tres semanas a Marbella para seguir con mi trabajo de escultor.

Solía aprovechar la subida o la bajada para estar al menos un par de días con mi querido amigo el torero Luis Miguel Dominguín en su finca La Virgen en la sierra de Andújar, y desde luego no faltaba a ninguna berrea.

Mis constantes y largas ausencias por viajes crearon huecos que fueron llenados a mi vuelta. Por ejemplo, el 23 de febrero de 1981 recibí la noticia del golpe de Estado de las páginas de un periódico regional de India y lo tomé como una broma. Cuando regresé y vi las imágenes pude comprender el nivel de lo acaecido. Por tanto no es de extrañar que haya recurrido a la recopilación de información para establecer una pauta de orden en el relato.

Para poder contar la historia de la ciudad y aderezarla con una narrativa novelada he dado vida a unos personajes que viven a su propia manera y he creado una organización secreta que le da un sentido de acción a mi juicio tan conveniente como posible, para mostrar lo que fueron los diferentes momentos de la ciudad. Estos personajes y esta sociedad secreta son utilizados en mi última novela de la saga de los Ferrer, La caída del sistema, para realizar la parte final de sus planes en su proyecto de sustituir de manera drástica las energías limpias en lugar de las extraídas de combustibles fósiles.

Asimismo, las dos primeras novelas de la saga, La Fundación Lowell y El heredero se pueden encontrar en soporte digital en las siguientes direcciones web:

http://www.bubok.es/libros/228392/La-fundacion-Lowell

http://www.bubok.es/libros/234396/THE-LOWELL-FOUNDATION

http://www.bubok.es/libros/233304/El-heredero

http://www.amazon.es/El-heredero-AYMERICH-RAM%C3%93Nebook/dp/B00KON1YOO/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1411715318&sr=8-1&keywords=ram%C3%B3n+aymerich

http://www.amazon.es/fundaci%C3%B3n-Lowell-Aymerich-Rarm%C3%B3n-ebook/dp/B00MS79WDO/ref=sr_1_1?s=digital-text&ie=UTF8&qid=1411718665&sr=1-1&keywords=la+fundaci%C3%B3n+lowell

https://play.google.com/store/books/details/RamonAymerich_El_heredero?id=jnq2AwAAQBAJ&hl=es

https://play.google.com/store/books/details/Aymerich_Rarm%C3%B3n_La_fundaci%C3%B3n_Lowell?id=rKsNBAAAQBAJ&hl=es

https://www.24symbols.com/book/espanol/ramon-aymerich/la-fundacion-lowell?id=34899

Capítulo 1

El gran mundo del glamour. La Marbella de los sesenta y setenta

La bicicleta permanecía apoyada en la barandilla del puente del río en Guadalmina. El muchacho, sentado en el suelo, dejaba colgando sus piernas que se balanceaban en el aire mientras por debajo de él corrían las aguas de lo que en realidad era poco más que un arroyo. Era un día de esos de calor del mes de julio y no se le había ocurrido más que emprender ese caluroso paseo sobre las dos ruedas de su pesada bh. Aprovechaba la sombra de un árbol alto sintiendo cómo desde abajo le llegaba el ligero frescor del agua corriente donde él estaba sentado, y así recuperaba sus fuerzas, o el ánimo, para emprender el camino de vuelta a casa.

Pepe Carrasco, que así se llamaba el muchacho, había nacido en Antequera, un gran pueblo andaluz cercano a Málaga. No se había distinguido Pepe por ser precisamente un buen estudiante, aunque fue aprobando los cursos a trancas y barrancas, cuando en 1963, al terminar con un aprobado en la reválida de cuarto de bachiller, ya tenía claro que no quería comprometerse a estudiar una carrera universitaria en la que tuviera que invertir muchos años. Así se lo manifestó a su padre, lo que a este le supuso una gran contrariedad, ya que había imaginado para su hijo una consagración exitosa en una carrera de empaque, como podía ser cualquier ingeniería, o al menos un doctorado en derecho que le permitiera abrirse camino en el mundo de la judicatura hasta las más altas instancias.

Durante los años en que su padre, José Carrasco, fue militar, la familia había estado cambiando de casa constantemente según los destinos del cabeza de familia. Su abnegada madre, Casilda, se acoplaba a los cambios por la fuerza que el amor la había enviado por medio de su destino, su marido. Pepe y sus dos hermanas más pequeñas, Marta y María, cambiaron de casa, ciudad y colegio constantemente, lo que indudablemente tuvo bastante influencia en los malos resultados académicos del joven.