Me llamo Albert Einstein - Lluís Cugota - E-Book

Me llamo Albert Einstein E-Book

Lluís Cugota

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Beschreibung

Muchas veces me preguntaron cómo inventaba mis teorías, de dónde sacaba las ideas y cómo me las ingeniaba para simplificar las cosas más complicadas. La respuesta es sencilla. Siempre he dicho que hay que intentar las cosas noventa y nueve veces para tener éxito a la que hace cien. Siempre me agobió la popularidad. Me consideraba una persona tranquila, amante de su trabajo y de la paz mundial, y nunca me acostumbré a la avalancha de los...

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Me llamo...

Albert Einstein

Proyecto y realización

ParramónPaidotribo

Dirección editorialLluís BorràsAyudante de ediciónCristina VilellaTextoLluís CugotaIlustracionesGustavo RoldánDiseño gráfico y maquetaciónZink Comunicació S.L.

Albert EinsteinISBN:978-84-342-2603-6

ISBNEPUB:978-84-342-4318-7

THEMA:YNM

11ª edición© 2020ParramónPaidotribowww.parramon.com [email protected]

Derechos exclusivos de edición para todo el mundo

Prohibida la reproducción total o parcialdeestaobramediantecualquierrecursooprocedimiento,comprendidos la impresión, la reprografía,elmicrofilm,eltratamientoinformático,ocualquierotrosistema, sin permiso escrito de la editorial.

Siempre me agobió la popularidad. Me consideraba una personatranquila, amante de su trabajo y de la paz mundial, y nunca meacostumbré a la avalancha de los periodistas, a los flases de suscámaras o al montón de preguntas planteadas sobre mi vidaprivada, que por supuesto nunca contestaba. Tanto me abrumabala prensa que en una ocasión no vi otra salida que sacarles lalengua para mostrarles mi disgusto. Y luego, ¡mira por dónde!,aquella fotografía fue una de las más célebres de la historia.

Muchas veces me preguntaron cómo inventaba mis teorías, dedónde sacaba las ideas y cómo me las ingeniaba para simplificarlas cosas más complicadas. La respuesta es simple. Siempre hedicho que hay que intentar las cosas noventa y nueve veces paratener éxito a la que hace cien. Nunca me creí superior a nadiey es evidente que no soy el hombre más inteligente del mundo,como han apuntado algunos. Eso sí, siempre he trabajado contesón, movido por la curiosidad y el deseo de saber. Tengo unacierta tendencia a formularme preguntas y cuandouna cosa me ronda por la cabeza, necesito verlaclara, comprender cómo funciona. No tengoambiciones materiales y no quiero honores ni fama.

Pero estoy convencido de que cada uno de nosotrospuede aportar su granito de arena a favor delconocimiento y del bienestar de la Humanidad.

Yolo intenté durante 76 años, 1 mes y 4 días…

Y,a veces, tengo la ilusión de haberlo conseguido.

Hola...

Nací una mañana soleada de marzo de 1879, el día 14

lu

minos

a

concretamente, en Ulm, una ciudad situada a orillas delDanubio, al sur de Alemania, en el estado de Württemberg.Parece ser que era un bebé gordito y algo cabezón, tal como merecordaba a menudo mi abuela. Mi padre se llamaba Hermann ytenía una tienda de material eléctrico en la plaza de la catedral.Mi madre, que se llamaba Pauline, adoraba la música y tocabamuy bien el piano.

Unainfancia

6/ Me llamo...

Aunquevivimos muy poco tiempo en Ulm, tengo un recuerdoagradable de mi ciudad natal. Era una población tranquila, conmuchas iglesias, algunas muy antiguas yde gran valor artístico,como lacatedral, untemplo gótico enorme con el campanariomás alto del mundo, nada menos que 161 metros. Además,años más tarde, en 1922, pusieron mi nombre a una calle de laciudad, la Einsteinstrasse. Mehizo mucha ilusión. Pero noavancemos tan deprisa…

Cuando tenía un año de edad, nos trasladamos a Munich. Allí,nos reunimos con el tío Jakob, el hermano de mi padre. MitíoJakob eraingeniero y había ideado un nuevo modelo degenerador de corriente eléctrica. Aseguraba que la electricidadera el futuro y convenció a mi padre para que se uniese a él enel empeño de iluminar la capital de Baviera. Afirmaba que podíaser un buen negocio, ya que Munich tenía entonces más detrescientos mil habitantes.

Empecé a hablar a los tres años, «un poco tarde para un genio»,como dirán después algunos de mis biógrafos. Claro que antesde esa edad ya hablaba, pero el problemaesque nadie me entendía. Luego, decía lascosas dos veces, para que quedara todo bienclaro, aunque la niñera que teníamos encasa creía que lo repetía todo porqueerapoco despierto.

A los seis años, fuimos a vivir a una casagrande, con un enorme jardín, cerca delatienda de aparatos eléctricos y de lacentral eléctrica de la familia. La fábricacontaba ya con casi doscientos trabajadores.

Albert Einstein/ 7

También empecé a ir a la escuela con mi hermana Maia, dosaños más joven que yo. Allí aprendí a leer y a escribir. No meresultó demasiado difícil, aunque al principio decían queleía algunas palabras cambiandolas sílabas de orden.

Pero, en la escuelacatólica de Sant Peter,éramos los dos únicosniños judíos. Recuerdoque, en una ocasión,un grupo de niños algomayores que yo mepersiguieron a pedradas por elsimple hecho de ser judío.

No comprendí muy bien por qué lo hacían.

Quizá porque no me gustaban demasiado los deportes y porqueaborrecía los desfiles militares, entonces tan usuales en todaAlemania. Eso sí, me encantaban los juegos de construcción y lasbrújulas. Mipadre melo ha recordado muchas veces después…

Un animal misterioso llamado X

Debía de tener yo cuatro o cinco años cuando, un día, mi padrememostró una brújula. Me fascinaba el movimiento de la agujamarcando siempre el norte y siguiendo con perseverancia ladirección del campo magnético de la Tierra. Claro que, por aquelentonces, yo sólo veía que se movía accionada por unamisteriosa fuerza invisible. Algo fascinante despertaba micuriosidad y, por lo tanto, debía ser estudiado y el secreto teníaque ser desvelado.

8/ Me llamo...