Me quiere/No me quiere 1: Alexander y yo - Line Kyed Knudsen - E-Book

Me quiere/No me quiere 1: Alexander y yo E-Book

Line Kyed Knudsen

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Beschreibung

"Está ocurriendo ahora mismo: Alexander está preguntándole a Ida si quiere ser su novia. Aunque me guste tantísimo, cruzo los dedos y espero que Ida diga que sí. Eso sería lo mejor. Harían tan buena pareja. De todas maneras, nunca podría ser mío."Sophie está enamorada secretamente de Alexander, pero su amiga Ida es la que acaba convirtiéndose en la novia de Alexander. Un día, Alexander se entera que Sophie nunca ha besado a ningún chico, y está muy interesado en enseñarle como se hace... "Me quiere/No me quiere" es una serie de historias sobre cuatro chicas, Sophie, Ida, Ella y Jenna, y sus primeras experiencias amorosas. "Alex y yo" es el primer volumen de la serie, centrado en la historia de Sophie. "Me quiere/No me quiere" es una serie de historias sobre cuatro chicas, Sophie, Ida, Ella y Jenna, y sus primeras experiencias amorosas.

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Line Kyed Knudsen

Me quiere/No me quiere 1: Alexander y yo

Translated by Ana María de la Torre Bermúdez

Saga

Me quiere/No me quiere 1: Alexander y yo

 

Translated by Ana María de la Torre Bermúdez

 

Original title: Elsker, elsker ikke 1 - Mig og Alexander

 

Original language: Danish

 

Copyright © 2012, 2021 Line Kyed Knudsen and SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788711867983

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

Capítulo 1

Estoy a punto de ponerle el candado a mi bici cuando veo a Alexander por el rabillo del ojo. Estoy enfrente del gimnasio y los pájaros cantan en los arbustos. Me arranco el casco rápidamente para parecer un poco menos estúpida. Soy la única de la clase que todavía lleva uno, y soy plenamente consciente del aspecto tan ridículo que tengo, especialmente en verano.

Las ruedas de la bici de Alexander chirrían cuando frena justo delante de mí.

—¡Hola, Sophie! —grita, y repentinamente me siento mareada de dicha.

—¡Hola! —respondo y me quedo detrás de mi bici, revolviéndome con nerviosismo.

Llevo unos shorts rosasy una blusa negra de tirantes, y también una bolsa de deporte a la espalda.

Estoy loca por Alexander desde el primer curso, pero yo nunca le he interesado, y no sé qué motivo podría tener. Estoy segura de que soy demasiado flaca y aburrida para él.

Nunca hizo nada como mirarme, hablarme o perseguirme cuando jugábamos en el patio de la escuela; yo siempre era la que lo miraba. Nunca fue al contrario.

Alexander tiene los ojos fijos en mí y mis piernas están zumbando. Sé que tiene entrenamiento de fútbol; entrena todos los martes y jueves, igual que yo, aunque lo que yo hago es natación, y estoy en el equipo de nivel avanzado. Siempre salgo una hora antes que él, y lo veo en el campo cuando pedaleo de regreso a casa. Es uno de los delanteros, pero también juega muy bien de defensa. Tiene los brazos y las piernas morenas casi todo el año.

—¿Iréis a la fiesta de Ella mañana? —me pregunta mientras aparca la bici al lado mío—. Me refiero a Ida y a ti.

Agarro las asas de mi bolsa de deporte tan fuerte que los nudillos se me ponen blancos. Ida es mi mejor amiga de la clase.

—Por supuesto, claro que iremos —consigo tartamudear, y balanceo un poco los pies sin que pueda controlarlos.

Mañana mi amiga Ella va a dar una fiesta para toda la gente de nuestro año. También es amiga de Ida. En verdad todas somos amigas, pero parece que Ida esté en mitad de nosotras dos. Ella y yo no pasamos mucho tiempo a solas.

—Va a ser la última fiesta de octavo curso —dice Alexander.

Asiento. Después de las vacaciones de verano, nos dividirán en clases diferentes y tendremos profesores nuevos. Me pongo un poco nerviosa al pensarlo. Espero que, por favor, Ida y Ella estén en la misma clase que yo otra vez, especialmente Ida. No me puedo ni imaginar que acabemos en clases diferentes. Ida siempre ha cuidado de mí. Tiene mucha personalidad y siempre dice lo que piensa, no como yo, que nunca tengo nada divertido o inteligente que decir. Cuando estoy en clase, odio que la profesora me haga preguntas y cuando todo el mundo me mira.

«Sería genial si pudieran convencer a Sophie para que hablara un poquito más en clase —le había dicho mi profesora, la señorita Johnson, a papá durante la última reunión entre padres y profesores—. Debería tener un poco más de iniciativa. ¡Levanta esa mano, Sophie!».

Papá parecía muy decepcionado después de aquello. «No es suficiente con que te sepas la lección, Sophie —me había dicho tras sentarse al borde de mi cama por la noche—. Se supone que también tienes que demostrar lo que sabes. Es exactamente lo mismo que nadar; te marcas un objetivo y te concentras en él. ¡Habla un poquito más en clase!».

Estaba de acuerdo, y de verdad que me había estado esforzando por participar más en clase. Levanto la mano a menudo, pero o bien me quedo completamente en blanco y me olvido de lo que quería decir, o bien me pongo a balbucear mientras me sonrojo.

—La fiesta de mañana será muy divertida —afirma Alexander.

Asiento otra vez. Me siento casi de la misma manera que cuando tengo que decir algo en clase. La cabeza se me quedó vacía. Intento desesperadamente pensar en algo que decir.

—Nosotras también nos morimos de ganas —consigo tartamudear.

Qué estúpido suena. «Nos morimos de ganas». Vaya manera más tonta de decirlo.

Pero es verdad que Ida y yo tenemos muchas ganas, me quedaré a dormir en su casa. Eso hará las cosas mucho más fáciles en lo que respecta a mis padres. Ida me prestará su maquillaje y algo de ropa. Me pondré un vestido que se compró en Grecia el año pasado; es celeste y tiene una cintura muy ajustada. Nunca antes me he puesto un vestido como ese.

—Sebastian traerá cerveza —dice Alexander mientras caminamos hacia el gimnasio.

Me sostiene la puerta para que pase.

—Genial —respondo.

Nunca he probado la cerveza, y tampoco es que tenga especial interés en hacerlo. Papá se volvería loco si oyera que los chicos piensan tomar alcohol. Ni siquiera me dejaría ir a la fiesta si supiera que me pondré el vestido de Ida.

Alexander desaparece dentro del vestuario de los chicos.

—¡Hasta luego, Sophie! —grita.

El sonido de las duchas y las voces graves de los chicos hacen eco contra las paredes, y miro hacia otro lado apresuradamente. Me moriría de la vergüenza si viera a un chico desnudo por accidente.

El vestuario de las chicas está vacío, soy la primera. Siempre llego quince minutos antes, así puedo ducharme tranquilamente, sentarme envuelta en la toalla y concentrarme en la programación del entrenamiento del día. Es algo que papá me ha enseñado. Me siento y me quedo completamente callada, respiro profundamente y pongo mis pensamientos en orden. Me concentro y me imagino cómo voy a romper mis récords anteriores. Papá había sido un nadador de élite, incluso había ganado algunas medallas en los Juegos Olímpicos una vez, así que ahora me toca a mí. También soy muy buena nadadora. Si trabajo duro, puede que me escojan para las pruebas de los Juegos Olímpicos dentro de cuatro años.

Cierro los ojos y me recuesto contra la pared. En el vestuario hace calor, pero estoy congelada. El agua de mi cabello me está goteando por la nuca. Todavía no me he puesto el gorro de natación. Siempre espero hasta el último minuto para hacerlo porque me veo completamente ridícula con ese trozo de goma blanca encajado en la cabeza. Parezco un espárrago mustio y empapado. De verdad que me encantaría ir a un centro de bronceado durante el invierno, pero papá dice que provoca cáncer.

En serio que estoy intentando concentrarme en el entrenamiento de hoy, pero pensar en Alexander me está distrayendo. Dijo mi nombre dos veces y me preguntó si iría a la fiesta. ¿Por qué habría hecho eso? Abro los ojos y saludo con la cabeza a las otras chicas de mi equipo que empiezan a llegar.

Por supuesto que no quiso decir nada con aquello, no le importo en absoluto. Nunca le gusté a ningún chico lo más mínimo.

Voy al baño un momento. A los chicos siempre les gustan Ida y Ella. Ida lleva vestidos y tiene el cabello rubio y largo. Y sus pechos se pusieron enormes durante este último año, utiliza una copa C. Yo todavía uso una copa A, o blusas ajustadassin sostén debajo,ya que apenas necesito ningún tipo de soporte en esa área. Ella es supermona y divertida, y tiene unos rizos negros preciosos porque su madre es de España. Mi cabello es de un soso y aburrido color castaño claro.

El espejo está empañado, así que lo limpio con la mano. Mi cabello es muy oscuro cuando está mojado, y mis ojos no son ni grandes y ni marrones como los de Ella, ni tampoco claros y azules como los de Ida. Me gustaría parecerme más a ellas, ser más extrovertida y divertida, pero estoy agradecida porque sean mis amigas. No sé qué hice para merecerme su amistad. No puedo imaginarme mi vida sin ellas.

En la piscina, me congelo aún más. Supongo que puede ser porque se me olvidó almorzar.

El táper de plástico con pan integral, pollo y verduras está en mi bolsa y no lo he tocado. Sé que es estúpido saltarme las comidas así. Papá siempre dice que es muy importante que coma bien para tener la cantidad de energía necesaria para el entrenamiento. Probablemente es por eso que no me estoy deslizando por el agua con tanta facilidad como de costumbre. Después de tan solo cien metros, los brazos me empiezan a doler. Mi entrenador me está mirando desde el bordillo de la piscina. Sé que está frunciendo el ceño por debajo del gorro. Intento concentrarme en mis movimientos. Empujo el agua a un lado para moverme hacia delante y bato las piernas con fuerza, pero no puedo controlar la respiración. Acabo tragándome un bocado de agua, y tengo que tomarme un descanso en el bordillo de la piscina.

—¿Qué te pasa, Sophie? —me grita el entrenador, justo por encima de mí. Me retiro las gafas sobre la frente y echo la cabeza hacia atrás para que mis orejas queden por encima del agua. Normalmente me encantan los ruidos tranquilos y zumbantes que se pueden escuchar por debajo de la superficie, pero hoy tengo la sensación de que mi cuerpo está rígido, y los brazos me duelen—. ¡Quinientos metros más, vamos! ¡Estoy cronometrando! —me insta dando dos palmadas.

Me pongo las gafas de nuevo y me impulso con las piernas. Me deslizo a través del agua como una flecha, y obligo a mis brazos a trabajar, pero hoy no me puedo mover a un ritmo decente. Solo puedo pensar en Alexander y en la fiesta. Ella y él habían sido novios. Solía tumbarme en la cama y soñar con que yo era Ella, y que Alexander me tomaba de la mano en el patio de la escuela durante el recreo. Fueron los primeros novios de mi clase cuando estábamos en séptimo curso. Ella y Alexander estuvieron juntos durante un mes, hasta que a Ella dejó de gustarle. Sentí pena por Alexander y, de nuevo en mi habitación, soñaba con que era una chica diferente que acababa de llegar nueva a la clase, y que me hacía novia de Alexander justo en mi primer día. Era una chica divertida con los pechos grandes. Hacía los deberes con él mientras nos tomábamos de la mano y nos besábamos.