Me quiere/No me quiere 4 - Christian y yo - Line Kyed Knudsen - E-Book

Me quiere/No me quiere 4 - Christian y yo E-Book

Line Kyed Knudsen

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Beschreibung

"—La vida es mucho más fácil cuando no mientes, se vuelve mucho más sencilla. —Los dientes de Christian parecen perfectos y tiene una gran sonrisa en el rostro. Los ojos casi se me inundan de lágrimas. Todo tiene mucho más sentido. Sus ojos centellean. Le quiero, no me cabe la menor duda—. Es importante sacar los verdaderos sentimientos fuera —continúa, poniéndose la mano sobre el corazón—. Así puedes estar seguro de que la música sale del lugar apropiado."Jenna es la chica nueva de la clase de Ida y Ella, y se hacen amigas el primer día. Jenna está muy feliz de poder empezar un curso nuevo en una escuela nueva, donde nadie la acosa ni recuerdan la vieja Jenna. Además, Christian, el cantante del grupo local revelación, Freshness, ¡es el profesor sustituto!"Me quiere/No me quiere" es una serie de historias sobre cuatro chicas, Sophie, Ida, Ella y Jenna, y sus primeras experiencias amorosas. "Christian y yo" es el cuarto y último libro de la serie, y se centra en la historia de Jenna. -

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Line Kyed Knudsen

Me quiere/No me quiere 4 - Christian y yo

Traducido por Martin Reib Petersen

Saga

Me quiere/No me quiere 4 - Christian y yo

 

Translated by Ana María de la Torre Bermúdez

 

Original title: Elsker, elsker ikke 4 - Mig og Christian

 

Original language: Danish

 

Copyright © 2013, 2021 Line Kyed Knudsen and SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788711867990

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

Capítulo 1

Durante todo el verano, he estado deseando empezar las clases en la escuela Heatherfield. Hoy es el primer día, y estaré en la clase 2 de noveno año. Tengo fresco en los brazos, aunque hoy hace calor. Mamá y yo nos paramos junto a la entrada principal.

—¡Lo conseguimos, Jenna! —susurra mamá solemnemente—. ¡Esto es lo que hemos estado esperando!

Está sudando. Su cabello ya se está humedeciendo, y tiene la camisa mojada por la espalda.

Respiro todo lo tranquilamente que puedo, porque ya me estoy preparando mentalmente para conocer a mis nuevos compañeros de clase. Estaba segura de que me pondría nerviosa, pero no es para tanto. Solo estoy emocionada y concentrada en mi plan. Hoy es el comienzo de mi nueva vida, y no quiero echarlo a perder pase lo que pase.

—Qué emocionante, ¿no, Jenna? —dice mamá con un ligero resoplido cuando no respondo.

Abro la pesada puerta y la ignoro, e intento fingir que no es mi mamá, sino que alguna oficinista regordeta desconocida. Estoy supermolesta porque insistiera en llevarme a la escuela. Estuvimos discutiendo sobre ello toda la mañana. Finalmente acordamos que se iría a casa en cuanto conociera a mi profesora nueva. No quiero verme como una niña pequeña que no sabe cuidar de sí misma y que necesita que su mamá la acompañe. Eso sería una señal de debilidad. Y la última cosa que quiero ser es débil. ¡No soy débil! Ya no. Es hora de que la nueva Jenna entre en escena.

—Espero que no nos perdamos —dice mamá, intentando tomarme de la mano.

—¡La sala de profesores está justo aquí! —siseo, apartando la mano.

Señalo un cartel y abro una puerta. Miro rápidamente tras de mí y reparo en que algunos alumnos de más o menos mi edad están empezando a aparecer. Apresuradamente, tiro de mi sosegada madre hacia el interior de la sala de profesores. Es solo que no quiero que me vean con ella.

Una vez dentro, empiezo a relajarme. Huele a café y tostadas. Un montón de profesores se están levantando de una larga mesa, donde parece ser que estaban desayunando juntos. Suspiro. Me gustaría llegar a ser profesora… algún día. O cantante. O quizá ambas. Podría ser el tipo de profesora joven con su propio apartamento que se hace famosa en un concurso de talentos, y todos mis alumnos jóvenes me animarían y me pedirían un autógrafo. Me enfrasco en una especie de ensoñación con tan solo pensarlo. La canción que escribí anoche todavía está dando vueltas en mi cabeza. Es bastante simple. Solo tiene tres acordes de piano.

Mamá se detiene en mitad de la habitación con las manos en las caderas.

—¿Dónde puedo encontrar a la profesora de la clase 2 de noveno año? —grita para hacerse oír por toda la sala de profesores.

Todo el mundo se queda en silencio, y encojo los dedos de los pies por la vergüenza.

Una señora bajita con el cabello oscuro rizado se acerca a mamá. Su cara es una gran y alegre sonrisa, y le estrecha la mano.

—Me llamo Paula Shearer —se presenta con un ligero rastro de acento. Suena como si quizá fuera de otro país—. Yo seré la profesora de la clase 1 de noveno año.

—Pero Jenna estará en la clase 2. —Mamá ya se ve escéptica.

Yo también soy cautelosa. No nos maltratarán aquí en Heatherfield. Ya tuvimos bastante de eso en la escuela Forest Hill, a donde iba antes.

—Lo sé —dice la señora Shearer, ignorando el escepticismo y sonriéndome—. ¡Bienvenida, Jenna! —Me estrecha la mano y me mira fijamente. Ya me cae bien, aunque soy casi un pie más alta que ella. Le devuelvo la sonrisa y espero que mamá se marche pronto. La señora Shearer se dirige de nuevo a ella—. La clase 2 tendrá un profesor sustituto las dos primeras semanas. —Sacude la cabeza como para disculparse—. Alguien está de baja por enfermedad, ya sabe cómo es —dice en voz baja, poniendo los ojos en blanco—. Pero Jenna siempre puede contactar conmigo si lo necesita.

Mamá serelaja un poco. No puede quejarse. Estuvo de baja muchísimas veces. Es una experta en el tema. En cambio, asiente lo suficiente como para hacer que su doble papada se tambalee, y empieza a parlotear rápida y nerviosamente, como si sintiera la necesidad de contarle todo lo que debería saber sobre mí.

—Acosaron severamente a Jenna en la escuela Forest Hill —explica mamá, con cara de estar alterada.

Me dan ganas de empujarla por la puerta para que se vaya lejos de aquí, para que vuelva a nuestro diminuto apartamento. No forma parte del plan que la gente sepa algo sobre mi pasado. Pero ahora es demasiado tarde.

La señora Shearer ladea la cabeza y me dirige una mirada compasiva.

—Vas a estar en una clase encantadora con unas chicas muy simpáticas —me informa con tono alegre—. Mi propia hija, Ella, también está en esa clase.

Asiento felizmente. Eso es un buen comienzo. Llevo pensando en eso mucho tiempo. En cómo comportarme en compañía de otras chicas y esas cosas. Sé cómo se comportan las chicas populares, y voy a intentar comportarme igual. El tipo de chica popular de la que todo el mundo quiere ser amigo.

—El acoso empezó hace mucho tiempo, en sexto año —dice mamá con un suspiro, inclinándose hacia la señora Shearer. Se ve gigantesca al lado de la menuda mujer—. Y el año pasado fue completamente horrible, ¿verdad, Jenna?

Asiento a regañadientes. Mamá debería dejar de hablar ya. Es hora de que se marche. Estoy a punto de empezar una vida nueva. No tiene sentido quedarnos ahí metiendo el dedo en viejas heridas.

—Mamá —digo en voz baja, intentando indicarle que es hora de que se marche.

Pero mamá continúa:

—Jenna y yo lo pasamos muy mal. Intentamos que los expulsaran. ¡Tuve un sinfín de reuniones con la antigua profesora de Jenna y la directora de la escuela, pero no conseguimos nada! —Mamá toma aire, como si intentara controlarse—. ¡La escuela Forest Hill no hizo nada!

—¡Mamá! —intervengo, dirigiendo a la señora Shearer una sonrisa de disculpas.

Ya escuché todo eso antes. A mamá le encanta contar la historia de mis experiencias en Forest Hill. Pero es hora de pasar página.

Me giro para mirar el espejo que cuelga de la puerta cuando mamá sigue hablando con la señora Shearer. Todavía no estoy acostumbrada a eso. Sigo evitando los espejos. De verdad que tengo que hacer de tripas corazón para mirarme en ellos. Al menos al principio porque, una vez veo mi propio reflejo, me quedo allí escrutándolo. No me reconozco en absoluto.

—¡La escuela Forest Hill defendió a los acosadores! —prosigue mamá dramáticamente—. ¿Se puede creer que la orientadora intentó convencernos de que ellos también estaban pasando una mala temporada? ¡Y eso fue la gota que colmó el vaso! ¡No podíamos tolerar aquello último!

Me paso rápidamente la mano por el cabello largo castaño.

Se volvió ligeramente más claro durante el verano, ya que he estado tomando el sol por primera vez en mi vida. Incluso me puse bikini. También llevo maquillaje por primera vez, aunque mamá se puso a gritarme esta mañana mientras me estaba poniendo la máscara de pestañas. Opina que la gente no debería ponerse maquillaje. Pero no me importa. No voy a acabar como ella. No quiero estar gorda. Nunca más. Perdí veinte kilos en seis meses. Todavía no me reconozco.

Mamá todavía está ocupada hablando sobre mi antigua escuela cuando de repente hago contacto visual con un hombre joven en el espejo. Debe de estar detrás de mí, y por un segundo me quedo completamente confundida, porque estoy segura de que lo vi antes en alguna parte. Reconozco su cabello de punta blanco y sus ojos marrones.

—Paula, ¿tienes tiempo para una reunión esta tarde? —pregunta, mirando a la señora Shearer.

Me doy la vuelta. Completamente impresionada, me doy cuenta de que es Christian, y me tapo la boca con la mano para ahogar un grito. ¡Es Christian de Freshness! El cantante principal del grupo local de nuestra ciudad que se hizo famoso en todo el país este verano gracias a una de sus canciones que se convirtió en un superéxito. Me vi su videoclip nuevo miles de veces, y sueño con llegar a ser tan buena como ellos algún día. Leí en una revista que Christian tiene veintiún años, y que solía ir a esta escuela. ¡Apenas me puedo creer que esté aquí delante de mí!

La señora Shearer pone la mano sobre el hombro de Christian.

—Este es el señor Scott, será el profesor sustituto de la clase 2.

Mamá asiente. No parece especialmente contenta. Sin embargo, yo sí. No puedo dejar de sonreír.

Christian asiente y me devuelve la sonrisa. Sus ojos son de un tono marrón aún más profundo en la vida real, y siento que las mejillas se me ruborizan y aparto la mirada apresuradamente. ¡Qué afortunada soy de que sea mi profesor sustituto!

—No será más de dos semanas, entonces el señor Holt regresará —continúa la señora Shearer, como si se hubiera dado cuenta de la disconformidad de mamá—. Pero el señor Scott hará un musical con los alumnos de noveno y décimo año. También está en un grupo de música.

Mi cuerpo entero da un brinco. Un musical. Sin duda, debería apuntarme.

—A Jenna también le gusta mucho la música —comenta mamá—. Tiene mucho talento, y debería plantearse solicitar una plaza en una academia de música cuando acabe la escuela.

—¿Qué es lo que tocas? —pregunta Christian.

—El piano y un poco la guitarra —digo, poniéndome derecha.

—Y también cantas, y escribes y compones tus propias canciones —añade mamá con orgullo.

Creo que ahora Christian me está mirando con aún más atención. Me dan ganas de darle una bofetada a mamá. Está exagerando. Puede que se me haya ocurrido alguna que otra melodía, pero no creo que sea adecuado decir que compuse algo. Especialmente no enfrente de Christian de Freshness. No es nada en comparación a lo que él sabe hacer.

—¿En serio? —pregunta Christian, ladeando la cabeza como si estuviera mirando a una niña pequeña.

Entonces, otra vez, eso es lo que soy. Puede que seamos igual de altos, pero solo tengo catorce años. Siete menos que él.

—Es solo para divertirme un poco —digo.

No estoy acostumbrada a recibir tanta atención. Toda la vida he sido la chica gorda de la clase, intentando volverme invisible para que nadie se metiera conmigo.

—¿Estás segura? —me pregunta, entrecerrando los ojos marrones ligeramente hasta que se convierten en dos estrechas rendijas.

Me olvido de respirar por completo. También hace eso en el videoclip. Entrecierra los ojos cuando canta. Se ve increíblemente genial. Incluso sexy. No logro imaginar por qué querría ser profesor sustituto si está en un grupo famoso. O al menos en un grupo a punto de hacerse superfamoso.

Sacudo la cabeza. No sé cómo responder a la pregunta de Christian. Por supuesto no solo toco música por divertirme un poco. Me lo tomo muy en serio. Lo es todo para mí, y me alegró todas las veces que me sentía deprimida por estar gorda y no tener amigos. Y todas las veces que me sorprendía pensando en las cosas que me ocurrieron en la casita de juegos enfrente de la escuela Forest Hill

—Entonces sin duda deberías apuntarte al musical —añade Christian, y sigue a la señora Shearer, quien abre la puerta al pasillo y nos hace un gesto para que la sigamos.

Asiento y lanzo otro rápido vistazo al espejo antes de salir con ellos. Mis ojos me están mirando fijamente con terror, y me doy cuenta de que Christian nunca me vio gorda. Solo vio a la nueva Jenna. Sonrío y me despido de mamá, quien finalmente dice adiós.