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Que los caminos que tomes, amor mío, no te lleven a darte cuenta de que estás vacío y de que tú herida, ni el alcohol, ni las fiestas o un amor a medias la pueden sanar. Que el daño que te han hecho no lo repitas porque habla más de ti que de ellos, porque quien saca las garras muestra sus propias heridas no curadas. Que no te dejen sangrando los amores de mentiras que te susurran al oído una cosa y te vienen por la espalda diciendo otra. Y sobre todo, amor mío, que el daño que vas haciendo con tu sonrisa, con tu sinceridad que vale un peso de a mentira y todas tus falsas promesas, jamás, jamás, se te devuelva.
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Seitenzahl: 102
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Dayana Beltrán Ruiz
Mi amor perdido:
Este es tu castigo.
Mi amor perdido: Este es tu castigo.
Primera edición: Octubre 2020
©De esta edición, Luna Nueva Ediciones. S.L
© Del texto 2020, Dayana Beltran Ruiz
Cel.(+593) 982214020
© Diseño de Portada: Wiracocha P.P. Emilio Salazar S.
©Fotografía de portada. Emilio Salazar S.
©Diseño de página y maquetación. Gabriel Solórzano
©Corrección y edición: Génessis García
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Luna Nueva Ediciones.
Guayas, Durán MZ G2 SL.13
ISBN: 978-9942-8853-3-3
Código derecho de propiedad intelectual:
059182
Para mi madre y mi padre que han estado siempre ahí.
Para todos aquellos amores que nos llegan al alma.
Y para ti, cariño.
Literatura
Yo soy poeta. Tú eres poesía.
Más no me conformo con ser poeta,
queriéndote tanto, quisiera ser poesía.
Yo soy poeta para que la vida
me dé un segundo más de sonrisa
y no me quite mi poesía,
como tú me quitaste tu presencia,
llevándote con ella también mi vida.
Soy esclava de mis propias letras
y mis cadenas son las huellas
de las heridas que me dejas.
Amor mío, yo soy poeta.
Tú, mi niño de piel canela
eres poesía con tu sonrisa.
Eres la daga que me condena
a ser poeta con tanta pena.
Porque eres amor, eres poesía.
Porque mis manos sangran
con cada letra que a ti te dedican,
porque mis páginas son lágrimas
que vas dejando con tus partidas.
Porque tu risa es la brisa
que a mis versos inspira.
Porque, mi niño lindo,
tú eres mi herida,
por eso te escribo poesía.
Yo soy poeta, pero quisiera ser poesía,
Ser la musa que tus versos inspira,
pero hay cosas que son de una dirección:
yo te quiero y tú me olvidas.
Yo soy poeta, tú eres poesía.
Trescientos sesenta y cinco días
Después de trescientos sesenta y cinco días
permito a mi alma descansar tranquila.
Y las mariposas muertas en mi pecho
no son por ti, son por los recuerdos.
¡Cómo te he querido alma mía!
Si me has costado casi la vida.
Trescientas noches plagadas de llanto,
sesenta y cinco días empeñando mis brazos.
Miedo…, miedo tengo de tu partida
y hace trescientos sesenta y cinco días que te fuiste.
Ya no eres el mismo, ni yo soy igual,
ahora eres ese a quien solía amar.
Abrazados a mi corazón hoy mueren
esos besos que nos quedan pendientes.
Y mi lecho ya no espera tu regreso…
Y las lágrimas me salen a tropel.
Te acaricio desde lejos, niño eterno.
Ojalá el olvido de mi rostro jamás llegue,
espero el viento te lleve mis “te quiero”.
¡Adiós, adiós, amor eterno!
Poder
Seguramente tengo un nombre,
pero llámame la excepción
a todos tus valores.
Seguramente tienes reglas,
pero se te olvidan al instante
si miras mi rostro brillante.
Quizá juras no pecar.
Corazón, ven un momento
¿Has visto ya mi cuello?
Dime de nuevo al oído
todas las mentiras
que mirándote al espejo
te cuentas cada día.
Pregúntame: ¿qué es poder?
Es lo que tengo cuando me ves
y todas tus mentiras se te olvidan.
Usted y yo
Usted, que me brinda una sonrisa,
aunque de su corazón me ha vetado.
Yo, que le bajo del cielo y la luna,
aunque sus caricias, vaya olvidando.
Usted, que me dirige sus miradas
y no me cruza ni una palabra.
Yo, que le dedico mis besos
y no puedo mirarle los labios.
Usted, tan indiferente a veces
a pesar de que mi recuerdo le queme.
Yo, tan feliz con su recuerdo,
a pesar de que soy indiferente.
Yo, tan enamorada de la vida,
usted, evitando que le contagie mi alegría.
Usted tan mío,
yo tan suya.
Yo, queriéndolo tanto,
usted, queriéndome más
y henos aquí, sin brazos algunos
o de otros brazos demás.
Yo sin su amor.
Usted sin mis labios.
Evitando el amor
Estás en silencio,
me apartas la mirada,
apenas me sonríes,
sé que te he perdido.
No es la primera vez
que te vas como la arena,
y tus pasos dejan huella
de dolorosa salmuera.
¡Vida mía, te arrepientes!
De quererme un poquito,
todavía, aún, no puedes
arriesgarte a ese hito.
Que me quieres y no quieres,
que me buscas y te vas,
que ayer me has recordado
y hoy me quieres olvidar.
Comida infiel
Si comes de un plato,
luego comes de tres más
el plato principal no lo sabe,
no le dejas enterar.
¿Es infidelidad?
Quizá sí, una que no hace daño.
Tal vez no, porque no hizo daño.
Si en la Entrada comes carne,
pero quieres comer más
¿Buscas en otro plato?
¿Quieres dejar de desear más?
Si te enamoras de esa carne,
pero aparece una ensalada
y te ofrece las delicias
que solo un rato pueden durar;
la carne no se entera.
¿Te entregas nada más?
¿Te resistes a entregar?
Me he enamorado de mi carne.
Me gusta mucho la ensalada.
La pruebo, tal vez no la vuelvo a probar.
Eso queda entre los dos,
nadie se va a enterar.
¿Es eso infidelidad?
La carne no lo supo.
La carne no llorará.
Jamás se enterará.
No me enamoré de la ensalada,
pero quizá me gustó demás...
Con el tiempo veremos qué pasa.
No siento culpabilidad.
¿Es esto infidelidad?
No hace daño.
No siento culpabilidad.
No dejo a mi carne,
no la ceso de amar.
Pienso en ella, como siempre,
hay el lazo sentimental.
Ella no se entera,
no la dejo de amar.
¿Es eso infidelidad?
Quizá no...
Si empiezo a querer la ensalada,
empiezo a verla más.
La beso con cariño a veces,
más que con pasión...
Mi carne no se entera.
¿Es eso infidelidad?
Quizá no, tal vez sí.
Si me enamoro de la ensalada
¿Es eso infidelidad?
Quizá sí, un poco más.
Si mi carne se llega a enterar
Eso sí es infidelidad.
Brazos ajenos
Eres de brazos ajenos,
yo lo soy más.
Aprendí a compartirte
sin tener celos.
Tú no aprendes jamás.
Los que aman y pierden
considerarían suerte
cuando vienes y vas.
Estás en sus brazos,
vuelves conmigo:
¿qué pasa entonces?
Entre nosotros hay algo especial.
Recuéstate un momento
antes de que suene mi celular,
me preguntes si es él,
finjas que por dentro
no te mueres de los celos.
Yo estaré en tu pecho
cuando ella te diga “te quiero”.
Apenas lo notaré,
apenas me importará.
Ya no te quiero.
Los recuerdos lo fueron
(en su momento).
Como a la vida te quise
(ya no te quiero).
Me levantaré de tu cama
(no habrá mañana).
Después de hacerte mío
(con ganas de dormir contigo).
Me despediré para siempre
(adiós amor mío).
Silencio
Estás a mi lado desnudo,
huele mi cuerpo a humo,
mi boca sabe a licor.
Bésame, hazme el amor,
pronto darán las doce.
Bésame que me voy.
Ven, vuelve a tocarme completa,
sin darte cuenta, sécame las penas.
Tenías razón: tú no vales la pena,
me lo dices a mí, que soy la más necia.
“Nos veremos el martes”, tu piensas.
Amor mío, ven a tocarme completa,
no podré verte mañana
ni el lunes, ni el martes.
Tú no lo sabes:
“quizá nos veamos el martes”.
Tú no te podías enamorar,
yo te amé hasta el final.
Hazme el amor que me voy ya.
- ¿Sabes que no podemos vernos más?
Me miras con esa expresión tuya…,
tus ojos me preguntas más.
Te beso. Te vuelvo a besar.
Me rechazas los labios una vez más.
Contigo siempre y de nuevo es igual.
Me visto despacio
mientras enciendo un tabaco.
Te beso de nuevo. Te vuelvo a besar.
Este sin duda, es nuestro adiós final.
Borrachos de amor
Ven, desnúdame otra vez.
Hazme el amor por primera vez.
Te quiero sentir conmigo,
te quiero abrazar la piel.
Ven, emborráchate conmigo,
que el amor sea nuestro vino;
que de las sábanas no salgan
a la luz nuestros secretos.
Aunque me muera por dentro.
Ven, hazme sentir bien
que si te vas sé que me desmoronaré.
No me verás llorar, ni siquiera lo sabrás.
Ven, hazme el amor otra vez.
Para ti me desnudaré el cuerpo,
quizá tú no veas más adentro,
pero en cada prenda te dejo el alma,
en cada beso te doy mis sueños.
Después te irás con ella.
Tengo yo que volver con él.
Quizá tú la quieras,
yo no lo quiero a él.
Solo a ti te he podido querer.
Vete, amor mío, como te vas siempre.
Sé que te quedan marcados
en el cuello y en la mente
mis besos de amor latente.
Vente en mi cuerpo y vete ya
antes de que me abrace a tu pecho
y no me quiera soltar jamás.
Vete, aunque de amor me muera
sabiendo que, de vuelta,
no me puedes amar.
Sentido a la existencia
Lo hice porque te quiero.
Dejé que acariciaras mi cuerpo.
Que aquella tarde de martes
me deshicieras en besos.
Dejé que tus caricias me calen el alma,
que después de tanto tiempo
fueses mío, fuese tuya;
aun cuando de esa manera no era el sueño.
Lo hice porque te quiero.
Me mostré a ti, después de tanto tiempo,
sin miedos.
Te entregué el alma más que mi cuerpo.
Me reí porque estaba feliz
quizá pensaste que me burlaba de ti
o que no quería estar así.
No lo entendías:
lo hice porque te quiero.
Reí porque me estabas haciendo feliz.
Lo hice porque te quiero.
Porque cuando en la ducha
jabonaste mi cuerpo,
porque cuando me abrazaste por la espalda
fue para mí más amor que sexo.
Porque cuando te vi,
cubriéndote con mi toalla
supe que jamás en la vida
vería algo tan sensual,
tan hermoso y tan tierno.
Porque fuiste el primero
con quien tomé un baño,
y, aunque también hablo del cuerpo
quiero decir, más bien, que fuiste agua
que regó con vida mis anhelos;
que, cuando se fue, mis ojos fueron ríos,
fueron llantos, fueron gritos.
Fuiste tú el primero.
Que fue, incluso, no siendo.
Haré una cosa más porque te quiero:
te diré adiós.
Adiós porque te quiero.
No sabrás de mí nunca más
¿para qué querrías saber más?
No te mostraré llanto,
no verás dolor de antaño
aunque sabes bien que me muero.
Te diré adiós porque te quiero.
Porque eres libre y yo soy cadenas,
porque eres aire y yo soy tinieblas.
Porque me muero, por eso te dejo.
Me lo has dicho tantas veces:
tú no puedes extrañar.
Un trago de fuego me recorre la garganta,
mañana me olvidarás
y yo, que sabiendo que te dejo
estoy llorando, me estoy muriendo.
Ay, corazón, cómo te quiero.
Esta vez de mí ya no sabrás.
Este es definitivamente el adiós final.
Te he dicho adiós mil veces
y te encuentro a la vuelta de la esquina.
Prometo que hoy seré más fuerte,
no me volverás a ver de vuelta.
Tú, que quieres tu libertad,
yo, que soy tus cadenas.
Se acerca nuestro adiós final.
Fuiste mío, fui tuya. Fuimos nuestros.
No estoy lista. Contigo nunca estoy lista.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos,
no estaré lista.
Y me veré diciendo que ya no puedo,
que gracias por los recuerdos.
Me veré sin ti por siempre
y lloraré, pero algún día estaré bien,
algún día te olvidaré.
Y si no te olvido estaré muerta,
muerta porque te quiero.
Lo estoy haciendo porque te quiero.
Ese lugar
No eras tú,
era ese lugar que quería llenar.
Fuiste tú,
pero pudo haber sido
cualquier otro
que supiera como llegar
a ese tan solo lugar.
Entraste, te encarnaste
perforaste y te marchaste.
Volviste a dejarme
a mí y a ese lugar.
No sé en dónde está.
No sé cómo se formó,
y mucho peor:
no sé si se irá.