Nací para esto - Alice Oseman - E-Book

Nací para esto E-Book

Alice Oseman

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Beschreibung

Divertida e inteligente, Nací para esto constituye una asombrosa reflexión sobre el poder de creer en algo, especialmente en uno mismo. Para Angel la vida solo gira alrededor de una cosa: El Arca, un trío pop-rock adolescente dispuesto a comerse el mundo. Formar parte del mundo de los fans del grupo le ha dado todo lo que ama: su amiga Juliet, sus sueños, su lugar en el mundo. Jimmy se lo debe todo a El Arca. Él es su solista, y tocar en una banda con sus colegas es todo lo que siempre soñó hacer en la vida. Pero los sueños no siempre se desarrollan como uno espera, y cuando Jimmy y Angel se ven inesperadamente abocados a estar juntos descubren lo extraño y sorprendente que puede ser enfrentarse a la realidad.

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Veröffentlichungsjahr: 2021

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Los niños cuentan que a veces se ahorca a la gente por decir la verdad.

JUANA DE ARCO

Lunes

Tenía trece años cuando escuché la voz de Dios.

JUANA DE ARCO

ANGEL RAHIMI

—Creo que voy a morir, en serio —digo, poniendo una mano en el corazón—. Eres real.

Juliet, tras haberse zafado de mi abrazo, está sonriendo tan intensamente que parece que se le va a desgarrar la cara en dos.

—¡Así que eres tú! —exclama, y señala mi cuerpo—. Esto es extraño, pero me gusta.

En teoría, no debería ser tan raro. Llevo hablando con Juliet Schwartz desde hace dos años. Por Internet, claro, pero hoy en día las amistades por Internet no son tan diferentes a las reales y Juliet sabe más de mí que mis amigos más íntimos del colegio.

—Eres un ser físico —comento—. Y no solo unos píxeles en una pantalla.

Lo sé prácticamente todo de Juliet. Sé que nunca se acuesta antes de las dos de la mañana, que su tropo de fan-fics1 favorito son las historias de enemigos-enamorados, y que es una admiradora secreta de Ariana Grande. Sé que probablemente se convertirá en una de esas mujeres de mediana edad a las que les gusta tomarse alguna copa de vino y que llaman a todo el mundo «cariño», mientras parece que te miran como si fueran a echarte un mal de ojo. Pero, aun así, no estaba preparada para su voz (más pija y profunda de lo que sonaba por Skype), su pelo (que realmente es pelirrojo, como siempre aseguraba, a pesar de que se veía castaño por la cámara) y su tamaño (casi una cabeza más baja que yo, que mido más de un metro setenta, algo para lo que debería haber estado preparada).

Juliet se aplasta el flequillo y yo ajusto mi hiyab cuando nos acercamos a la salida de la estación de St. Pancras. Nos quedamos calladas durante un momento, a la vez que noto una súbita oleada de nervios, lo que resulta totalmente irracional, puesto que Juliet y yo somos prácticamente almas gemelas: dos seres que se han encontrado el uno al otro, contra todo pronóstico, en las profundidades de Internet y han formado un dúo.

Ella es la romántica perspicaz. Y yo la teórica y caprichosa conspiradora. Y ambas vivimos para y por El Arca, la mejor banda en la historia del mundo.

—Tendrás que decirme a dónde vamos —indico sonriendo—. No tengo ningún sentido de la orientación. A veces me pierdo incluso volviendo del instituto.

Juliet se ríe. Otro sonido nuevo. Es claro, más agudo que por Skype.

—Bueno, has venido a visitarme, así que supongo que soy yo la que está a cargo de las direcciones.

—Vale, es cierto. —Dejo escapar un exagerado suspiro—. Creo sinceramente que esta va a ser la mejor semana de toda mi vida.

—Oh, Dios, lo sé. He estado contando los días. —Juliet saca su móvil, teclea en la pantalla y me muestra la cuenta atrás de un reloj, donde se lee: «Quedan tres días».

Empiezo a parlotear.

—Creía que iba a volverme loca. Aún no sé lo que voy a ponerme, ni sé lo que voy a decir.

Juliet vuelve a aplastarse el flequillo. Eso me hace pensar que sabe exactamente lo que está haciendo.

—No te preocupes, aún nos queda el día de hoy, el de mañana y el miércoles para pensar un plan. Voy a hacer una lista.

—Oh, Dios, la harás, ¿no es así?

Ninguna de las dos tenemos amigas en la vida real a las que les guste El Arca, pero eso no importa, porque nos tenemos la una a la otra. Yo solía intentar hablar con la gente sobre El Arca: mis amigas del instituto, mis padres, mi hermano mayor, pero a nadie le importaba. A menudo me encontraban un poco irritante, porque, una vez que empiezo a hablar de El Arca, o de cualquier cosa en realidad, descubro que es muy difícil pararme.

Pero eso no sucede con Juliet. Podemos pasarnos horas hablando de El Arca sin que ninguna de las dos se canse, irrite o aburra a la otra.

Y esta es la primera vez que nos vemos en persona.

Salimos de la estación para emerger al aire libre. Está diluviando. Hay toneladas de transeúntes. Este es mi primer viaje a Londres.

—Esta lluvia es horrible —dice Juliet, arrugando la nariz. Separa su brazo del mío para poder abrir su paraguas, uno de esos modelos de plástico transparente tan chulos.

—Ni que lo digas —contesto, pero es mentira, porque la verdad es que no me importa la lluvia. Incluso si se trata de chaparrones como este, tan poco frecuentes en agosto.

Juliet continúa andando sin mí. Y yo me quedo ahí parada, con una mano en la mochila y otra en mi bolsillo. Hay algunas personas fumando a las puertas de la estación y aspiro. Me encanta el olor del humo de los cigarrillos. ¿Acaso es tan malo?

Esta semana va a ser la mejor de mi vida.

Porque voy a conocer a los miembros de El Arca.

Y ellos van a saber quién soy.

Y entonces yo valdré algo.

—¿Angel? —llama Juliet unos metros por delante—. ¿Estás bien?

Me vuelvo hacia ella, confusa, y entonces advierto que está utilizando mi nombre de Internet, en lugar de mi verdadero nombre, que es Fereshteh. Llevo utilizando el nombre de Angel en las redes desde que tenía trece años. Me pareció que sonaba muy guay en su día y, no, no me llamo así por el personaje de Buffy Cazavampiros. Fereshteh significa «ángel» en persa.

Me encanta mi verdadero nombre, pero Angel ha acabado siendo una parte de mí. No estoy acostumbrada a oírlo en la vida real.

Alzo los brazos y sonrío antes de decir:

—Colega, esto es vida.

A pesar de los nervios por nuestro primer encuentro, resulta que la vida real no es tan diferente de Internet. Juliet sigue siendo la chica simpática, calmada y tranquila, y yo la persona más ruidosa e irritante del mundo, y nos pasamos todo el camino hasta la parada del metro hablando de lo emocionadas que nos sentimos por conocer a los miembros de El Arca.

—Mi madre se quedó alucinada —le cuento mientras entramos en un vagón—. Sabe que me encanta El Arca y, sin embargo, cuando le conté que pensaba venir, no me dio permiso.

—¿Cómo? ¿Por qué?

—Bueno… Es que voy a perderme la ceremonia de despedida de los graduados por esto.

La cosa es algo más complicada, pero no quiero aburrir a Juliet con los detalles. Me dieron las notas de los exámenes de acceso a la universidad la semana pasada, y conseguí superar por poco las no demasiado altas calificaciones que necesitaba para entrar en la primera universidad de mi elección. Mi madre y mi padre me felicitaron, obviamente, pero sé que se sintieron bastante decepcionados porque no lo hiciera mejor, como mi hermano, Rostam, que siempre saca al menos un sobresaliente en cada examen al que se presenta.

Y luego mi madre tuvo la increíble caradura de decirme que no podía ir al concierto de El Arca, porque tenía que asistir a la estúpida ceremonia de graduación, estrechar la mano de mi tutor y tener una incómoda despedida con mis compañeros de clase, a los que probablemente no volvería a ver nunca.

—Es el jueves por la mañana —continúo—. El mismo día del concierto. Mi padre y mi madre pensaban asistir. —Me encojo de hombros—. Es ridículo. Ni que fuéramos americanos; aquí no se celebra la graduación. Lo que pasa es que nuestro centro hace una estúpida ceremonia de despedida que es completamente absurda.

Juliet frunce el ceño.

—Eso suena a lo peor.

—En cualquier caso, le dije a mi madre que de ningún modo pensaba asistir a eso en vez de ver a El Arca, pero ella continuó diciendo que no y tuvimos una enorme y ruidosa discusión, lo que resulta raro, porque nosotras no discutimos nunca. Me puso todo tipo de excusas para que no viniera, en plan: «Londres no es nada seguro», «Ni siquiera conozco a esa amiga», «¿Por qué no puedes ir en otro momento?» y blablablá. Al final, tuve que marcharme, porque obviamente no pensaba admitir un no por respuesta.

—Jesús —dice Juliet, pero suena como si realmente no lo entendiera—. ¿Y cómo te sientes ahora?

—Estoy bien. Mi madre simplemente no lo entiende. Me refiero a que todo lo que vamos a hacer esta semana es sentarnos en casa a ver películas, asistir a alguna reunión de fans y luego ir al concierto y conocer a la banda, el jueves. Lo que no es precisamente peligroso. Mientras que todo eso del instituto es totalmente absurdo.

Juliet posa su mano en mi hombro con un gesto dramático.

—El Arca apreciará tu sacrificio.

—Gracias por tu apoyo, camarada —digo con un tono igualmente dramático.

Una vez que subimos los escalones de la estación de Notting Hill Gate y llegamos a la calle, el teléfono vibra en mi bolsillo, así que lo saco y miro la pantalla.

Oh. Mi padre por fin me ha contestado.

Papá

Tu madre ya entrará en razón. Asegúrate de llamarnos cuando puedas. Sé que hoy en día esa celebración del instituto ya no es importante. Tu madre simplemente se preocupa porque hagas las elecciones correctas. Pero entendemos que necesites tu independencia y sabemos que solo te haces amiga de gente buena. Tienes dieciocho años y eres una chica fuerte y sensible. Sé que el mundo no es tan malo, por mucho que tu madre lo piense. Ya sabes que ella se crio con unos valores diferentes a los míos y que da mucha importancia a la tradición y los logros académicos. Pero yo tuve una buena cuota de travesuras juveniles cuando era adolescente. ¡Debes poder vivir tu vida, inshallah! ¡Y así proporcionarme un poco de material para escribir, chica aburrida! Te quiero, xx

Bueno, al menos mi padre está de mi parte. Normalmente lo está. Creo que siempre espera que me meta en alguna situación ligeramente complicada para poder escribir sobre ello en alguna de las novelas que se autopublica.

Le muestro el texto a Juliet. Ella suspira.

—«El mundo no es tan malo». Qué gran optimista.

—Así es.

Vamos a pasar la semana en casa de la abuela de Juliet. Como sus padres viven en las afueras, sugirió que sería más fácil quedarnos en el centro toda la semana para poder asistir a la reunión de fans y al concierto. Por supuesto, no puse ninguna objeción.

La familia de Juliet es rica y la casa está en Notting Hill. Fui consciente de ello al poco tiempo de hacernos amigas cuando se gastó más de quinientas libras en productos promocionales de El Arca, para intentar ganar un sorteo, y luego ni siquiera parpadeó cuando lo perdió. A lo largo de mis muchos años como seguidora de El Arca, yo solo he sido capaz de ahorrar lo suficiente para comprarme una sudadera del grupo y un póster.

Y, por supuesto, las entradas para el meet-and-greet2 con el grupo este jueves en el O2Arena.

—Tía, esto es muy chulo —digo cuando entramos en el vestíbulo. Tiene la pared de azulejo. Todo es blanco y hay cuadros de verdad, no litografías, colgados de las paredes.

—Gracias —dice Juliet, con un ligero balbuceo en su voz, como sugiriendo que no sabe bien qué responder. La mayor parte del tiempo intento no sacar el tema de que ella es mucho más rica que yo, porque sería un tanto incómodo para las dos.

Me quito los zapatos y Juliet deja caer mis cosas en el dormitorio que vamos a utilizar. Hay otro par de cuartos más en los que podría dormir, una habitación de invitados y un despacho, pero lo divertido de quedarse en casa de una amiga es poder tener esas conversaciones hasta altas horas en las que estás acurrucada en la cama con una mascarilla facial, comiendo Pringles y con la televisión puesta de fondo con una espantosa comedia romántica. ¿No es cierto?

Después de eso, me presenta a su abuela, que se llama Dorothy. Es también bajita, como ella, y parece mucho más joven de lo que probablemente es, con el pelo teñido de un rubio color arena y una cuidada melenita. Lleva puestas unas botas de goma de diseño mientras está sentada en la mesa de la cocina tecleando algo en su portátil, con las gafas al borde de su nariz.

—Hola —dice con una calurosa sonrisa—. ¿Supongo que tú eres Angel?

—Sí. Hola.

Está bien, vale, me resulta raro que la gente me llame Angel en la vida real.

—¿Estás nerviosa por el concierto del jueves? —pregunta Dorothy.

—Muchísimo.

—¡Ya lo imagino! —Cierra su portátil y se levanta—. Bueno, intentaré no interferir demasiado en vuestra vida. Estoy segura de que tú y J tenéis un montón de cosas de las que hablar.

Le aseguro a Dorothy que no se entromete para nada, pero ella se marcha de todos modos, lo que me hace sentir un poco culpable. Nunca sé cómo comportarme con los abuelos, ya que los míos o están muertos o al otro lado del mar. Otra cosa que no suelo mencionar nunca a nadie.

—¡Y bien! —digo, frotándome las manos—. ¿Qué has comprado de papeo?

Juliet agita su pelo y golpea con las manos la encimera de la cocina.

—No te lo vas a creer —dice, arqueando una ceja.

Me muestra toda la comida y la bebida que ha comprado para esa semana, con pizzas y zumos J2O como alimentos estrella, antes de preguntarme qué me apetece ahora mismo y que yo me decida por el clásico zumo de naranja con fruta de la pasión de J2O, porque necesito sostener algo entre las manos. Odio no tener nada que sujetar mientras estoy hablando. ¿Qué hacen los demás con sus manos?

Y entonces Juliet dice algo más.

—Así que, si salimos sobre las seis, creo que nos dará tiempo a llegar.

Rasco la etiqueta de la botella con la uña de mi pulgar.

—Eh, ¿a dónde tenemos que ir?

Juliet se queda paralizada, de pie al otro lado de la isla de la cocina.

—A recoger a… Un momento, ¿es que no te lo he dicho?

Encojo los hombros de forma un tanto exagerada.

—Mi amigo Mac ha decidido también venir —anuncia—. Para quedarse. Para ver a El Arca.

Inmediatamente me entra el pánico.

No sé quién es Mac. No he oído hablar nunca de Mac. No me apetece tener que salir con alguien a quien no conozco. No quiero tener que hacer nuevos amigos cuando esta semana se suponía que iba a estar dedicada a Juliet y a El Arca. Hacer amigos supone un esfuerzo, hacerme amiga de Mac supondrá un esfuerzo, porque él no me conoce, no está acostumbrado a mí, a mi incesante parloteo ni a mi profunda pasión por una banda juvenil de chicos y, además, esta semana es para mí y para Juliet y nuestros chicos de El Arca.

—¿En serio no te lo había dicho? —pregunta Juliet, pasándose una mano por el pelo.

Suena como si se sintiera muy mal por ello.

—No —contesto, de forma un tanto brusca. Está bien. Cálmate. No pasa nada. Mac está bien—. Pero… ¡No pasa nada! ¡Más colegas! ¡Se me da bien hacer nuevos amigos!

Juliet se lleva las manos a la cara.

—Dios, cuánto lo siento. Habría jurado que te lo había contado. Te prometo que es muy simpático. Hablamos por Tumblr, casi a diario.

—¡Claro! —digo, asintiendo con entusiasmo, pero me siento culpable. Me gustaría decirle que no estoy de acuerdo con esto, que no me lo esperaba y, para ser sincera, probablemente no habría venido de haber sabido que iba a tener que pasar la semana socializando con un chico al que no conozco. Pero no quiero hacer las cosas más incómodas cuando solo llevo aquí diez minutos.

Así que tendré que mentir.

Solo por esta semana.

Con un poco de suerte, Dios me perdonará. Él sabe que necesitaba estar aquí. Para El Arca.

—Entonces, tenemos que salir a las seis y estar de vuelta aquí para tomar las pizzas, ver una película y luego seguir la ceremonia de los premios que empieza a las dos, ¿no es así? —digo, y las palabras surgen atropelladamente de mi boca.

Son las cinco y diecisiete de la tarde.

Vamos a quedarnos despiertas para ver la retransmisión de los Premios de la Música de la Costa Oeste, que comienza a las dos de la madrugada, hora de Inglaterra. Nuestros chicos, es decir El Arca, van a tocar allí. Es la primera vez que aparecen en un espectáculo de entrega de premios en EE. UU.

—Sí —confirma Juliet haciendo un gesto de asentimiento exagerado. Asentir está empezando a perder su verdadero significado. Me doy la vuelta y empiezo a pasear por la cocina mientras Juliet coge su móvil.

—¡Parece que los chicos han llegado ya al hotel! —comenta mirando la pantalla. Probablemente está siguiendo las últimas noticias de El Arca por Twitter, nuestra fuente habitual de información para todo lo que se refiere al grupo. Es increíble que yo no lo haya consultado durante la última hora.

—¿Hay alguna foto?

—Solo una borrosa de ellos saliendo del coche.

Me inclino sobre su hombro para mirarla. Ahí están. Nuestros chicos. El Arca. Unas manchas borrosas y pixeladas, medio tapadas por enormes guardaespaldas con trajes oscuros. Rowan va delante, Jimmy en el medio y Lister detrás. Parecen estar conectados. Como los Beatles en Abbey Road, o un grupo de párvulos dándose la mano en una excursión de guardería al parque.

1 Fan-fic o fan-ficción son relatos escritos por gente no profesional que desarrollan historias de animación, cómics, series o películas con personajes de ficción famosos. (N. de la T.)

2Meet-and-greet es el encuentro y saludo, previo al concierto, que se organiza para conocer a los artistas. (N. de la T.)

JIMMY KAGA-RICCI

—Despierta, Jimjam. —Rowan me suelta un puntapié en la espinilla. Rowan, Lister y yo vamos en el mismo coche, lo que supone una agradable novedad. Normalmente tenemos que llegar a estas ceremonias por separado y yo debo soportar el trayecto en coche con un guardaespaldas que no deja de mirarme como si fuera una extraña carta de Pokémon.

—Estoy despierto —replico.

—No, no lo estás —dice, y luego agita los dedos sobre su cabeza—. Estás en las nubes.

Rowan Omondi está sentado frente a mí en la parte trasera de nuestro Hummer. Se le ve muy sexi. Siempre lo está. Lleva el pelo rizado en plan afro desde hace un par de meses, y sus gafas, nuevas, son de aviador. Su traje es rojo con flores blancas y doradas, haciendo un efecto como de fuego contra su piel oscura. Y los zapatos son de Christian Louboutin.

Entrelaza los dedos sobre una rodilla. Sus anillos emiten un tintineo.

—Lo de hoy no es nada nuevo. Ya lo hemos hecho antes. ¿A qué viene ese «zambombeo»? —Se da un golpecito en la sien y me mira. ¿Ese «zambombeo»? Me gusta Rowan. Dice palabras como si las inventara. Probablemente por eso es nuestro letrista.

—Ansiedad —respondo—. Estoy ansioso.

—¿Por qué?

Me río y sacudo la cabeza.

—No es por cómo va a funcionar. Esto ya lo hemos hecho antes.

—Ya, pero me refiero a que todo tiene su causa y efecto.

—La ansiedad es la causa y el efecto. Doble impacto.

—Oh.

El tema de la ansiedad no es nuevo. A estas alturas, casi se ha convertido en el cuarto miembro del grupo. He intentado superarlo acudiendo a terapia, pero no he tenido tiempo de asistir a demasiadas sesiones este año, con todo el lío de la gira europea y el nuevo álbum, y aún no estoy demasiado adaptado a mi nuevo terapeuta. Ni siquiera le he hablado del tremendo ataque de pánico que tuve en la grabación de la gala para Niños necesitados, del año pasado. Aún me duele recordarlo. Se puede ver en YouTube. Si te fijas atentamente, se puede distinguir un rastro de lágrimas en mi cara.

Nos quedamos callados. Me parece oír unos gritos en la distancia. Recuerdan un poco a las olas. Ya debemos de estar cerca.

Esos extraños y malos presentimientos probablemente se deben en parte a la ansiedad y en parte a los nervios de esta noche, además de todo a lo que suelo temer. Tengo tendencia a asustarme por cosas, incluso cuando estas no son nada pavorosas. Actualmente en la lista de cosas que Jimmy más teme se encuentra: firmar nuestro nuevo contrato y volver a casa después de la gira, además de la actuación de esta noche en los Premios de la Música de la Costa Oeste o, lo que es lo mismo, nuestra primera actuación en directo en América. No habrá demasiada diferencia con un concierto normal, excepto que el público de la gala estará compuesto por grandes músicos de talla mundial y gente que no ha oído hablar de nosotros, más allá de los adolescentes que se saben todas nuestras canciones de memoria.

Todo parece estar cambiando y sucediendo rápidamente y me siento excitado y, a la vez, asustado, sin que mi cerebro sepa bien cómo gestionarlo todo.

—No sé cómo puedes estar ansioso cuando por fin vamos a tocar en el Dolby —interviene Lister, que, literalmente, está dando botes arriba y abajo en su asiento con una enorme sonrisa rebelde en su cara—. Me refiero a que siento como si me fuera a cagar vivo. Atención, atención. Creo que lo voy a hacer.

Rowan arruga la nariz.

—¿Te importaría no hablar de caca mientras llevo puesto mi conjunto Burberry, por favor?

—Si podemos hablar de ansiedad, también podemos hablar de caca. Son básicamente lo mismo.

Allister Bird. Es fácil reconocer que no ha bebido ni fumado desde ayer, con ese aspecto de ir a explotar de excitación, mientras aprieta inconscientemente los dientes y resaltan sus ojeras. Cecily, nuestra mánager, nos ha impuesto la regla de no ingerir alcohol cinco horas antes de cualquier evento, tras el «incidente» ocurrido en el programa de Factor X del que hemos dejado de hablar, y se supone que tampoco puede fumar los días que cantamos, aunque lo hace habitualmente.

Sin embargo, nadie más puede saberlo. De cara a la galería, él es guapo, perfecto, intachable… Tiene algo de James Dean, de modelo de Calvin Klein, y ese aspecto de recién salido de la cama. Esta noche va vestido con su cazadora de Louis Vuitton y vaqueros negros desgarrados.

Lister me palmea en la espalda, con demasiada fuerza.

—Pero al menos te sentirás un poco emocionado, ¿no? —pregunta, sonriendo.

Es difícil no devolverle la sonrisa.

—Sí, estoy un poco emocionado.

—Bien. Y, ahora, volviendo a lo importante, el tema que tenemos entre manos: ¿qué opciones tengo de toparme con Beyoncé y de que ella sepa quién soy?

Echo un vistazo por la ventanilla del coche. El cristal está tintado y Hollywood parece más oscuro de lo que debería. El latido demasiado acelerado de mi corazón es una mezcla inconfundible de ansiedad y excitación y noto una súbita oleada de «no puedo creer que estoy aquí». Últimamente me sucede cada vez menos, pero a veces recuerdo lo extraña que es mi vida.

Lo buena que es. Y la suerte que tengo.

Vuelvo a mirar hacia Rowan. Me está observando con una débil sonrisa en los labios.

—Estás sonriendo —dice.

—Cállate —espeto, pero tiene razón.

—Chicos, deberíais intentar disfrutar —dice Cecily. Cruza las piernas y no levanta la vista de su móvil mientras habla—. Después de esta semana, las cosas van a volverse quinientas veces más convulsas para vosotros.

Cecily, sentada enfrente de Lister, es la única de nosotros que parece una persona normal. Lleva puesto un vestido azul, con sus apretados tirabuzones negros peinados hacia un lado y una cinta con una tarjeta identificativa colgada del cuello. Lo único aparentemente caro en ella es el enorme iPhone que tiene en su mano.

Cecily Wills es la mánager de nuestro grupo. Solo tiene diez años más que nosotros, pero nos acompaña a todas partes y nos dice lo que debemos hacer, a dónde ir, cómo colocarnos y con quién hablar. Si no la tuviéramos, no tendríamos ni idea de por dónde empezar.

Rowan pone los ojos en blanco.

—Es tan dramático…

—Tú solo haz que sea real, baby. El nuevo contrato es muy diferente al que tenéis ahora. Y vais a tener que adaptaros a vuestra vida postgira.

El nuevo contrato. Vamos a firmar el nuevo contrato con nuestra compañía discográfica, Fort Records, una vez que regresemos de nuestra gira europea a finales de esta semana.

Eso significará giras más largas. Más entrevistas. Mayores patrocinadores, productos promocionales más llamativos y, por encima de todo, implicará que por fin irrumpimos en Estados Unidos. Recientemente hemos colocado una canción entre las diez mejores en las listas estadounidenses, pero el plan es conseguir una verdadera audiencia allí, hacer una gira por el país y quizá ganar fama mundial.

Algo que, obviamente, estamos deseando. Que nuestra música se difunda por todo el mundo y nuestro nombre aparezca en los libros de historia. Aunque no puedo asegurar que la idea de tener más entrevistas, más apariciones estelares, más giras y más de todo en el futuro, me haga especialmente feliz.

—¿Tenemos que hablar de eso ahora mismo? —mascullo.

Cecily no deja de teclear en su móvil.

—No, baby. Volvamos mejor a la caca y a la ansiedad.

—Bien.

Rowan suspira.

—Mira lo que has hecho. Has puesto de mal humor a Jimmy.

—No estoy de mal humor…

Lister pone una mueca, como si estuviera consternado.

—¿Y cómo puede ser culpa mía?

—Es de vosotros dos —indica Rowan haciendo un gesto hacia Lister y Cecily.

—No es de ninguno de vosotros —rechazo—. Solo estoy de un humor extraño.

—Pero estás emocionado, ¿verdad? —insiste Lister.

—¡Sí! Te lo prometo. —Y lo digo en serio. Me siento emocionado.

Solo estoy nervioso y asustado, además de ansioso.

Los tres me miran.

—Bueno, vamos a tocar en el Dolby —replico, y me descubro sonriendo otra vez.

Rowan arquea ligeramente las cejas y cruza los brazos, pero asiente. Lister emite una especie de alarido y luego empieza a bajar la ventanilla antes de que Cecily le suelte un palmetazo en la mano y vuelva a subirla.

Los gritos que llegan del exterior se han vuelto más agudos y el coche hace una parada. Me siento un poco mareado. No sé por qué todo esto me está preocupando tanto hoy. Normalmente estoy bien. Receloso, siempre receloso, pero bien. Los gritos ya no suenan como las olas. Para mí suenan como el chirrido metálico de una pesada maquinaria.

Estoy seguro de que voy a disfrutar una vez que estemos dentro.

Paso los dedos por mi clavícula, palpando mi pequeña cadenita con la cruz. Le pido a Dios que me dé tranquilidad. Confío en que esté escuchando.

Voy vestido todo de negro, como de costumbre. Pantalones pitillo, botines con elástico que me hacen ampollas, una enorme chaqueta vaquera y una camisa de cuyo cuello no dejo de tirar porque noto que me está asfixiando. Y también el pequeño pin con la bandera trans que siempre llevo en las galas.

Rowan se desabrocha el cinturón de seguridad, me da una suave palmadita en la mejilla, pellizca la nariz de Lister y dice:

—Vamos allá, colegas.

Las chicas no son nada nuevo. Siempre están ahí fuera en alguna parte, esperándonos. La verdad es que no me importa. No puedo decir que lo entienda, pero supongo que, en cierto modo, yo también las quiero. De la misma forma que me gustan los vídeos de cachorros que aparecen en Instagram.

Salimos del coche y una mujer nos retoca el pelo y el maquillaje mientras otra cepilla mi chaqueta con un pequeño rodillo. En cierto modo, me encanta cómo parecen surgir de la nada. Los hombres sostienen enormes cámaras fotográficas y visten vaqueros. Unos calvos guardaespaldas con traje negro nos rodean. Todo el mundo lleva una maldita cinta con una tarjeta de identificación.

Rowan muestra su cara seria. Es muy divertido. Es una mezcla de puchero y mirada seductora. No parece tan sonriente delante de las cámaras.

Lister, por su parte, luce una sonrisa de oreja a oreja. Él nunca tiene mal aspecto en las fotografías. Todo lo contrario a una cara de perro.

Los gritos son ensordecedores. La mayoría de ellos simplemente dicen «Lister». Él se vuelve y agita una mano, y yo me atrevo a echar también un vistazo.

Las chicas. Nuestras chicas. Con sus manos aferradas a una valla metálica, ondeando sus teléfonos, chocando unas con otras y gritando porque están felices.

Alzo la mano y las saludo, y ellas me gritan a su vez. Así es como nos comunicamos.

Somos conducidos por los adultos que nos escoltan por todas partes. Guardaespaldas, maquilladores y mujeres sosteniendo radiotransmisores. Rowan va en medio, Lister camina ligeramente adelantado y yo voy el último, descubriendo que me siento más emocionado de lo que suelo estar en estas ceremonias de premios. En Inglaterra suelen ser todas muy parecidas, pero este es nuestro primer acto en América, y esto lo hace aún más especial. Es nuestro primer paso en la industria de la música americana, un éxito mundial y un legado musical.

Hemos logrado llegar desde un pequeño garaje en el condado rural de Kent hasta la alfombra roja de Hollywood.

Alzo la vista hacia el sol de California y vuelvo a descubrirme sonriendo.

Aparentemente, las fotografías son muy importantes. Como si ya no hubiera suficientes fotos nuestras de alta resolución circulando por el mundo. Cecily intentó explicármelo una vez. Necesitan actualizar las fotografías de nuestra página, dijo. Necesitan fotografías de cómo llevo el pelo, ahora que me he rapado los laterales. Necesitan fotografías del traje de Rowan, dado que es algo de lo que hablarán las revistas de moda. Necesitan fotografías de Lister. Porque eso vende.

Los tres nos agrupamos para las fotos de la prensa. A menudo siento como si solo estuviéramos nosotros tres aquí, a pesar de estar rodeados constantemente por otras personas: adultos que merodean a nuestro entorno, posando sus manos en nuestras espaldas y señalándonos donde colocarnos, antes de quitarse de en medio para que el espectáculo de fuegos artificiales de los flashes de las cámaras pueda empezar. Intercambio una mirada con Lister y él vocaliza las palabras «Me cago vivo», antes de darse la vuelta y mostrar una cegadora sonrisa a las cámaras.

Me sitúo en el medio, como siempre, con las manos entrelazadas delante de mí. Rowan, el más alto, está a mi izquierda, con una mano sobre mi hombro. Lister a mi derecha, con sus manos en los bolsillos. Nunca hemos hablado sobre esto. Es simplemente lo que hacemos ahora.

Los fotógrafos, al igual que las chicas, gritan sobre todo a Lister.

Lister lo detesta.

Rowan piensa que es gracioso.

Yo pienso que es gracioso.

Pero nadie excepto nosotros tres lo sabe.

—¡Por aquí! ¡A la derecha! ¡Chicos! ¡Lister! ¡Por aquí! ¡Ahora la izquierda!

Y así continúa. Realmente no podemos hacer otra cosa más que mirar hacia los flashes y esperar.

Por fin un hombre nos hace un gesto para que nos movamos. Los fotógrafos continúan gritándonos. Son peores que las chicas porque ellos lo hacen por dinero, no por amor.

Camino automáticamente cerca de Rowan y él se vuelve hacia mí y dice:

—Un grupo muy animado el de esta noche, ¿no te parece?

—Así es California, baby —contesto.

—Es un curioso y viejo mundo. —Estira los brazos para ajustarse las mangas—. Y ahora mismo estoy sudando.

—¡Yo soy el único que viste todo de negro!

Los flashes de las cámaras se reflejan en sus gafas.

—Al menos tú llevas calcetines. Yo creo que puedo olerme los pies desde aquí. —Agita un pie hacia mí—. Los zapatos de cuero sin calcetines son un maldito desastre. Noto un pantano de sudor ahí abajo.

Me río y seguimos andando.

Aquí es donde están la mayoría de las chicas. Hay una larga fila rodeando la alfombra roja que se extiende ante nosotros con chicas a cada lado, inclinadas sobre la valla, agitando sus teléfonos. Solía desear que tuviéramos tiempo para hablar con cada una de ellas.

Lister camina directamente hacia el público, acercándose al lado izquierdo de la alfombra para detenerse cada pocos pasos, inclinarse y hacerse un selfi con alguna chica. Ellas le agarran el brazo, la chaqueta, las manos. Él sonríe y continúa. Un guardaespaldas vigila, medio metro por detrás de él.

Rowan odia a las chicas, odia el modo en que chillan, le agarran y gritan delante de él, suplicándole que las siga en Twitter. Pero no quiere que ellas le odien. Así que también se hace algún selfi.

Yo ya no lo hago. Ya no me acerco a ellas. No me importa saludar y sonreír, y estoy agradecido, sinceramente agradecido de que estén aquí apoyándonos y queriéndonos, pero… me dan miedo.

Podrían alargar el brazo y hacerme daño en cualquier momento. Alguien podría tener una pistola. Nadie se enteraría. Un maníaco aparece y estoy muerto. Soy un gran objetivo. Ser miembro de una de las bandas juveniles más exitosas y conocidas de Europa te convierte en un gran objetivo.

Típico de mí. Paranoia, miedo y comerme demasiado el coco; todo se acumula en mi pequeño cerebro.

En vez de eso, camino despacio y saludo. Ellas me responden, sonriendo y gritando, felices. Esto es algo bueno. Están viviendo el mejor momento de su vida.

Hacia el final de la alfombra, volvemos a reagruparnos, y los tres nos colocamos en una fila, ligeramente separados. A veces desearía que pudiéramos darnos la mano. Aunque me ofrecieran un millón de libras por ser un artista individual y hacer todo por mi cuenta, no lo aceptaría.

Es estresante. Aterrador. Y parece no terminar nunca. Las chicas gritan y se agarran a ti. A muchas de ellas solo les gustamos porque tenemos rostros agradables. Pero mientras sigamos aquí, los tres, y hagamos música, y podamos vivir esta vida, tocando nuestras canciones en una nueva ciudad cada semana, despertando sonrisas en millones de rostros, dejando nuestro sello en el mundo, entonces todo es bueno, positivo y estupendo.

Rowan mira hacia mi lado y asiente. Le da una palmada a Lister en la espalda. Al menos no estoy solo.

ANGEL RAHIMI

Desde que Juliet anunció que no soy su única amiga de Internet que va a venir a quedarse, las cosas se han puesto setenta veces más tensas porque se siente mal por ello, y yo me siento incómoda por ello, y nadie está del todo contento con nada.

Afortunadamente para nosotras, se me da de maravilla fingir que me siento bien con las cosas, incluso cuando dentro de mi cerebro hay un pequeño gnomo gritando que no se encuentra nada bien.

Hago que la conversación fluya mientras caminamos hasta la estación de metro, donde vamos a recoger a Mac, cuyo apellido y personalidad desconozco completamente. Se me da muy bien hablar, incluso cuando no hay nada que decir.

Juliet parece feliz de continuar así. Especialmente cuando saco el tema de Rowan en Instagram.

Doblamos una esquina y distingo el rótulo rojo y azul del metro al final de la calle.

—Y bien —digo—, ¿cómo es Mac?

Juliet se mete las manos en los bolsillos.

—Bueno… Está en el grupo de admiradores de El Arca, tiene la misma edad que nosotras, dieciocho, es… —Titubea—. Está muy metido en la música.

—¡Mmm! —Asiento—. ¿Desde cuándo lo conoces?

—Solo hace unos pocos meses, pero solemos hablar un montón todos los días a través de Tumblr, así que siento como si le conociera desde hace años, ya sabes. Me refiero a que con suerte no resultará ser uno de esos cuarentones acosadores con un sombrero fedora.

Hace una imitación del sombrero, lo que me hace soltar una carcajada.

—Sí, esperemos que no.

Me pregunto si Juliet también siente que me conoce desde hace años. A pesar de que nos conocemos solo desde hace dos.

—¡Ahí está! —Juliet apunta hacia la multitud que sale de las barreras del metro. No tengo ni idea de a quién está señalando. Diviso a varios chicos de nuestra edad, y Mac podría ser cualquiera de ellos. Debido a la muy escasa descripción de Juliet, mis expectativas están bastante bajas.

Y entonces un chico saluda en nuestra dirección.

Mis expectativas, por lo que parece, eran bastante acertadas.

Es la personificación de un chico blanco inglés del montón.

Él nos ve o, mejor dicho, ve a Juliet y saluda con la mano hacia donde estamos. Sonríe. Pienso que es atractivo. Con rasgos faciales corrientes y el corte de pelo que todos los chicos llevan hoy en día. Un poco como si hubiera sido diseñado en un laboratorio. En realidad no lo sé. Parece la clase de persona que yo consideraría atractiva.

Juliet se adelanta ligeramente cuando él se acerca, dejándome detrás.

—¡Hola! —dice. Suena nerviosa.

—¡Hola! —contesta él cuando llega a su altura. También parece nervioso.

Ambos se sonríen y entonces él extiende sus brazos para un abrazo, y ella se pone de puntillas y se lo da.

Ah. Creo que ya me hago una idea de lo que está pasando aquí.

—¿Qué tal tu viaje? —pregunta Juliet después de que se hayan separado.

—¡No demasiado malo! —contesta Mac—. Ya sabes. Trenes.

Ella se ríe y hace un gesto de asentimiento.

Ya sabes. Trenes.

Continúan charlando durante unos exasperantes dos minutos antes de que ella me presente.

—¡Oh! ¡Sí! —dice Juliet, girándose con cara de sorpresa al descubrir que aún sigo ahí—. Esta es mi amiga Angel.

Siento un nuevo pellizco de extrañeza al ser presentada como Angel, y no como Fereshteh. Pero entonces me repito que así es como me conoce esta gente. La gente de Internet. Angel.

Mac retira sus ojos de Juliet y se centra en mí.

—Hola, ¿cómo estás? —pregunta, pero sus ojos dicen: «¿Qué coño haces tú aquí?».

—Hola —respondo, tratando de parecer alegre. Odio cuando la gente dice «¿Cómo estás?» en vez de «Hola».

Parece una versión un poco mayor de los chicos que me acosaban en el autobús del colegio.

Después de una larga pausa, doy una palmada, dejo de mirarlos y digo:

—¡Bueno! Dejando a un lado esta dolorosa presentación, debemos volver, porque no veo el momento de tener una pizza en mi boca.

Casi espero que Juliet haga un comentario sarcástico o, al menos, que coincida conmigo, como haría si estuviéramos hablando en línea, pero no lo hace. Simplemente se ríe educadamente con Mac.

—Oh, los de Radiohead son tan buenos —está diciendo Mac en el camino de vuelta a casa de la abuela de Juliet. Yo voy ligeramente rezagada. No caben tres personas en fila en la acera—. Sé que ya son un poco mayores, pero aún son importantes. Creo que te gustarían mucho.

Juliet se ríe.

—Bueno, ya me conoces, escucho cualquier cosa que sea medianamente deprimente.

—Tendré que enviarte un enlace para «Everything In Its Right Place» y que así podamos hablar de ello —continúa, y se pasa una mano por el pelo—. Es tan espeluznante.

Su acento no es muy diferente al de Juliet, un tanto pijo, como los personajes de la serie Made in Chelsea, pero suena mucho peor saliendo de su boca. A Juliet en cambio le suena como a los niños de la saga de Narnia, mientras que Mac parece un villano de película.

—Sí, por supuesto —contesta Juliet, asintiendo entusiasmada.

Nunca hubiera pensado que a Juliet pudiera interesarle Radiohead. Obviamente, su grupo número uno siempre va a ser El Arca, pero en general es más partidaria del pop rock y de la música alegre y animada. No de los viejos y tristones Radiohead.

—A mí me encantan ese tipo de clásicos de los noventa de música indie —continúa Mac—. Supongo que es raro que te guste admirar ese tipo de música, pero, ya sabes, es mejor que ser demasiado obvio.

—Oh, sí, claro, desde luego —responde Juliet, sonriéndole.

—En cualquier caso, me alegra tenerte para poder hablar de música —continúa Mac sonriendo—. Nadie en mi instituto está demasiado implicado en la música que me gusta.

—¿Como El Arca? —pregunta Juliet.

—Sí, exactamente.

Mac se lanza a un monólogo sobre las similitudes entre El Arca y Radiohead y dice que está seguro de que deben de haberse inspirado en estos últimos para algunas de sus canciones menos animadas, pero yo desconecto de la conversación. Este tío habla casi tanto como yo, pero tiene diez veces más opiniones. Estoy segura de que Juliet lo ve como a un curioso empollón de la música y de que yo estoy siendo muy negativa porque pensé que podría tener a Juliet para mí toda la semana, y no dejo de imaginarme que él recibe algún tipo de llamada de emergencia que le obliga a regresar corriendo a la estación, subirse a un tren y no volver a vernos a ninguna de las dos.

Ni siquiera la presencia de la abuela de Juliet impide que me sienta como el tercero en discordia. No hay forma de evitarlo. Mac y Juliet son como Ferris Bueller y Sloane, los protagonistas de la peli Todo en un día, y yo soy Cameron. Excepto que ellos resultan patéticos y yo no tengo un coche guay.

Siento un gran alivio cuando me retiro al piso de arriba para hacer las oraciones de la tarde, aunque solo sea por dejar de oír la voz de Mac durante diez minutos. Le pido a Dios que me dé fuerzas para ser amable y no juzgarle demasiado severamente cuando solo le conozco desde hace una hora, pero una chica no puede escuchar tantos monólogos sobre viejas bandas oscuras antes de que estalle.

Han dado las once de la noche y Dorothy hace tiempo que se ha ido a la cama. Hemos comido y ahora estamos sentados en el salón, Mac y Juliet en un sofá y yo en un sillón, mientras en la televisión está puesto algo de Netflix que nunca he visto y esperamos a que los miembros de El Arca aparezcan en la alfombra roja en la emisión en directo a las dos de la mañana. Estoy acostumbrada a llevar el peso de las conversaciones con la mayoría de la gente, pero Mac y Juliet parecen estar haciéndolo perfectamente ahora que están juntos.

A las doce y cinco, sucede lo peor.

Juliet se marcha a hacer pis dejándonos a Mac y a mí a solas en el salón.

—Y bien —dice él, una vez que Juliet se ha marchado. Se alisa el pelo hacia atrás con una mano y me mira. ¿«Y bien»? ¿Qué se supone que debo responder a eso?

—Y bien —replico.

Mac me mira sonriente. Tiene una sonrisa extraña. Claramente falsa, pero al menos está intentando ser amable, supongo. Y creo entender por qué Juliet siente algo por él. Su pelo se agita suavemente y su extraña sonrisa es bastante agradable, creo. Casi podría decirse que tiene algo de las vibraciones de El Arca en él, si te lo imaginas con unos vaqueros negros desgarrados.

—Cuéntame algo de ti, Mac.

Se ríe, como si lo que le he dicho fuera extraño.

—¡Guau, una gran pregunta! —Se inclina hacia delante, apoyando un codo sobre sus rodillas—. Bueno, tengo dieciocho años, acabo de terminar bachillerato y en pocas semanas voy a ir a la Universidad de Exeter para estudiar Historia.

Asiento como si estuviera muy interesada en ello.

—Y…, bueno, ¡supongo que soy un gran fan de la música!

Se ríe y se rasca la cabeza, como si fuera algo vergonzoso de admitir.

—Qué interesante. —No he averiguado absolutamente nada sobre él—. ¿Así que Juliet y tú empezasteis a chatear por Tumblr?

Él sonríe avergonzado.

—Oh, sí, bueno, le mandé un mensaje hace un par de meses, solo para iniciar una conversación, ya sabes. Y hemos seguido hablando. Creo que ella se parece mucho a mí.

—¡Ah, sí, desde luego! —Intento decirlo sin que se note el sarcasmo. Juliet y Mac no podrían ser más diferentes. A Juliet le encantan los memes y diseccionar teorías sobre el club de fans. Mac parece como si publicara selfis añadiendo un #SiTúMeSiguesYoTeSigo en Instagram.

—¿Y qué me dices de ti? —pregunta—. ¿Qué te cuentas?

—Está bien —digo alzando las cejas, como si hubiera aceptado el desafío de un duelo—. Yo también tengo dieciocho años, acabo de terminar el instituto y voy a ir a la universidad para estudiar Psicología en octubre.

—¿Psicología? Eso está muy bien. ¿Quieres ser psicóloga? En plan, ¿terapeuta o algo así?

Levanto las manos y me encojo de hombros.

—¡Quién demonios lo sabe, tío!

Se ríe, pero parece ligeramente asustado, sin saber cómo interpretarlo. En cualquier caso, es más fácil que decirle toda la verdad, y es que me decidí por Psicología porque era la única materia que se me daba ligeramente bien o que me interesó en el instituto, y porque mi nota estaba por debajo de la media para todo lo demás, y no tengo ni idea de lo que quiero hacer con mi vida.

Lo que es una mierda, para ser sincera, especialmente cuando tu hermano mayor está en su tercer año de Medicina en el Imperial College de Londres, tus padres son profesores y tú deberías haber salido con mejores genes que estos.

Pero ahora mismo no necesito pensar en nada de eso. Esta semana es para El Arca. Esto es lo que llevo tanto tiempo esperando.

Ya me enfrentaré más adelante al resto de mi vida.

—Para ser sinceros —dice Mac—, yo apenas sé lo que quiero hacer cuando termine la universidad. Me refiero a que elegí Historia porque me resultaba interesante, pero no es el tipo de materia que te abra directamente las puertas a una carrera profesional, a diferencia de lo que hace Juliet, que es tan valiente, al no seguir la trayectoria de sus padres en la abogacía y preferir en su lugar las bambalinas del teatro…

Sigue divagando durante un par de minutos sin hacer pausas para que yo pueda intervenir, y me descubro volviendo a desconectar. Ahora puedo entender por qué él y Juliet se llevan tan bien. Ella es más una persona que escucha.

—Oye —dice de pronto—, ¡deberíamos seguirnos el uno al otro en Tumblr!

—Oh —exclamó—. Sí, claro, genial.

Ambos sacamos nuestros móviles del bolsillo.

—¿Cuál es tu usuario? —pregunta.

—@jimmysangels.

Se ríe.

—¿Como Los ángeles de Charlie? Qué guay. Es un clásico.

De hecho, yo nunca he visto Los ángeles de Charlie.

—Bueno, mi nombre es Angel y, ya sabes, me encanta Jimmy, así que ahí lo tienes.

—¿De verdad que tu nombre es Angel? Porque es muy guay.

Hago una pausa, pero termino diciendo con una sonrisa:

—¡Así es!

Lo que técnicamente no es una mentira.

—Mac es el diminutivo de Cormac, algo absurdo porque Cormac es un nombre irlandés y yo no tengo nada de irlandés.

—¿Cuál es tu usuario?

—Oh, sí, es @mac-anderson. —Supongo que ese es su nombre completo. Cormac Anderson. La descripción que figura en Tumblr sobre él dice: «Mac, 18, Inglaterra. Vivo para la buena música y los zapatos chulos». Eso me hace alzar la vista al otro lado de la habitación para observar sus zapatos, y me llevo una decepción al descubrir que son unas Adidas Yeezys. ¿Cómo es que todo el mundo las lleva? ¿No cuestan ochocientas libras?

—Ya está —indica.

—Bien —digo.

Nos sentamos en silencio durante un momento, asintiendo el uno al otro.

La puerta se abre y Juliet vuelve a entrar. Gracias a Dios. Mac la mira con un inmenso gesto de alivio.

Ella se queda inmóvil en el umbral y sonríe, moviendo su cabeza de uno a otro.

—Parece como si vosotros dos hubierais tenido… una conversación —indica.

—Eso es bastante exacto —contesto.

—Sí, ahora somos mejores amigos —contesta Mac sonriendo—. Ya no te necesitamos más, Jules.

¿Jules? Me quiero morir. Primero fue lo de: «Ya sabes, trenes» y ahora «Jules». ¿Jules?

Ella entra en la habitación y se sienta de nuevo en el sofá al lado de Mac.

—Pues es una pena porque solo faltan un par de horas para que veamos a El Arca y vais a tener que sacarme a patadas de aquí si creéis que voy a perdérmelo.

Él le suelta un codazo y murmura algo que no puedo oír desde mi sillón. Entonces se ríe. Tengo la extraña sensación de que se están riendo de mí, pero obviamente nunca harían algo así delante de mis narices. ¿Verdad? No. Continúan con su pequeño coqueteo y yo consulto por centésima vez Twitter en un intento de escapar de la comedia romántica en la que parece que estoy atrapada como el personaje étnico cómico.

Echo de menos a la Juliet de antes.

Hacia la una de la mañana vuelvo a actualizar las noticias de El Arca en busca de cualquier indicio de que el grupo ya está en camino. La retransmisión en directo de la alfombra roja no empieza hasta dentro de una hora, pero nunca se sabe si alguien va a poder mandar una instantánea de ellos en el coche, o de cuando salieron del hotel, o de lo que sea.

Nunca se sabe lo que va a suceder entre el grupo de admiradores de El Arca.

El grupo es uno de los más grandes de Internet y yo pertenezco a él desde el principio. Está por todas partes: Twitter, Tumblr, Instagram, YouTube y prácticamente en cada red social de Internet, extendiéndose aún más cada día. Los fans van desde niños de diez años que simplemente tuitean a los chicos con un «Sígueme tú también», a otros que ya tienen bastante más de veinte años y escriben relatos de ficción más largos que cinco novelas juntas, y los de mi edad, que constantemente discutimos y teorizamos y amamos y odiamos y siempre, siempre, estamos pensando en nuestros chicos.

Yo me metí en cuanto se creó, hace cuatro años, justo cuando El Arca empezaba a publicar temas en YouTube. Yo estaba allí cuando firmaron su primer contrato después de que uno de sus vídeos se hiciera viral. Yo estaba allí cuando actuaron por primera vez en Radio 1 y cuando su primer single se hizo número uno en Inglaterra.

Yo estaba allí cuando se desató la asquerosa tormenta mediática al confesar Jimmy, con dieciséis años, que era transgénero, pese a haber sido asignado como mujer en su nacimiento. Yo estaba allí durante todos sus artículos y entrevistas. Los buenos:

«Jimmy Kaga-Ricci: un nuevo icono trans».

Y los malos, que eran muchísimos:

«¿Acaso la “diversidad” ha llegado demasiado lejos?».

«El Arca: un chico negro, uno blanco y un mestizo trans».

«¿Es la recién adquirida fama de El Arca la respuesta a la obsesión de los millennials por la diversidad?».

«¿Está la corrección política destruyendo la industria de la música?».

La mayoría eran un montón de gimoteos de gente de mediana edad, aunque hubo algunas personas sensibles capaces de ver algo bueno en el hecho de que un chico trans se convirtiera en uno de los músicos más famosos y queridos de la historia mundial.

Yo estaba allí cuando salieron en la portada de la revista GQ y en su primer festival en Glastonbury. Yo estaba allí cuando empezó el rollo de Jowan: gente deseando que Jimmy y Rowan mantuvieran una relación, y yo estaba allí cuando comenzaron los rumores sobre la posible bisexualidad de Lister. Yo estaba allí cuando se hablaba de desavenencias en la amistad entre Jimmy y Rowan y de la teoría sobre la pista extra del segundo álbum y, por supuesto, en todo el debate surgido a propósito del vídeo de su canción «Juana de Arco».

Tal vez no siempre físicamente. Pero espiritual, mental y emocionalmente estaba allí.

Hay una nueva foto de Jimmy en @NovedadesElArca, publicada en Twitter por uno de los estilistas del grupo. Jimmy está sonriendo, mirando hacia un lado. Va vestido todo de negro, como todos pensábamos, y lleva una chaqueta vaquera, lo que es una novedad. Le sienta bien a su tono de piel. Su pelo, sedoso y marrón, está rasurado por los lados, lo que hace que su cara se parezca aún más a la de un duende, pero mayor. A veces es difícil creer que tengamos la misma edad. En cambio, en otras ocasiones, siento como si hubiéramos crecido juntos.

Él es mi favorito. Jimmy Kaga-Ricci.

No diría que me siento atraída por él, ni por ninguno de ellos, en realidad. Eso no es de lo que va todo esto. Pero, Dios, si hay algún ángel por aquí, ese es él.

JIMMY KAGA-RICCI

—Estoy aquí esta noche, en la alfombra roja de los Premios de la Música de la Costa Oeste, con tres de los más grandes músicos de Inglaterra, los mismísimos miembros de El Arca: ¡Lister, Rowan y Jimmy!

El trajeado y sonriente presentador —no sé su nombre— se vuelve hacia nosotros, y lo mismo hace la cámara. Esta zona de la alfombra roja está exclusivamente dedicada a las entrevistas, y todo el mundo quiere hablar con nosotros. Por lo general, solemos caminar directamente hasta el final y detenernos donde Cecily nos señala para que nos entrevisten.

—Hola, ¿qué tal? —digo en el tono más alegre posible.

—Hola —saluda Lister. Mientras Rowan simplemente asiente y sonríe.

—¿Cómo os sentís esta noche, chicos?

Soy el que más cerca está del hombre, así que dirige el micrófono hacia mí. Sonrío y echo un vistazo a mis queridos «chicos».

—¡Estamos bien, creo!

—¡Sí! —añade Lister mientras Rowan vuelve a asentir.

—Así que El Arca ha sido nominada para el siempre prestigioso premio del Mejor Debutante a los PMCO después de que vuestro single