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El narcisismo es una etapa fundamental del desarrollo por la que atravesamos todos los seres humanos. Es el momento en que empezamos a ser conscientes de que existimos como sujetos, aunque aún no tengamos del todo definido quiénes somos para nosotros mismos, para los otros y para el entorno. Justamente, esa articulación —entre lo interno y lo externo, entre el deseo y el reconocimiento— será determinante para nuestra posición en el mundo y en los vínculos. De cómo se resuelva este complejo dependerá la estructuración del Yo, la constitución del aparato psíquico y la manera en que nos relacionamos con el deseo, el lenguaje y el otro. Una resolución fallida, o una fijación en esta etapa, puede dar lugar a estructuras deficitarias, trastornos emocionales o dificultades persistentes en la vida afectiva y relacional. Quienes presentan alguna discapacidad —ya sea intelectual, del neurodesarrollo o de base genética— atraviesan este proceso con obstáculos particulares. La construcción de un Yo sólido se vuelve más desafiante, y el acompañamiento familiar, terapéutico y educativo adquiere un valor central. Este libro busca ofrecer herramientas para comprender cómo se constituye el narcisismo, cómo se articula con el neurodesarrollo, qué rol cumple la familia, y qué intervenciones subjetivantes son necesarias para facilitar su elaboración. La comunicación especial, entendida como un modo de llegar al otro desde su singularidad, se vuelve clave. Lo educativo solo cobra sentido si es sostenido desde un lazo que reconozca el momento psicoemocional por el que atraviesa el sujeto y se adapte a sus tiempos, sus modos y su deseo.
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Seitenzahl: 189
Veröffentlichungsjahr: 2025
PÍA MARTINA ROLDÁN VIESTI
Roldán Viesti, Pía Martina Narcisismo y neurodesarrollo : educación y comunicación especial / Pía Martina Roldán Viesti. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-6398-9
1. Ensayo. I. Título.CDD A864
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
INTRODUCCIÓN - EL DOLOR DE SER ANIMAL HUMANO
PARTE 1 - ESTUDIOS CIENTÍFICOS SOBRE CONSTRUCCIÓN CEREBRAL ¿FREUD TENÍA RAZÓN?
PARTE 2 - DEL NO SABER AL SABER: EL OTRO EN LA CONSTRUCCIÓN DE INTELIGENCIA
PARTE 3 - PATOLOGÍAS Y CONSTRUCCIÓN DEL SABER
PARTE 4 - PRINCIPALES DISCAPACIDADES MENTALES POR CAUSAS ORGÁNICAS O GENÉTICAS: UNA APROXIMACIÓN A POSIBLES TRATAMIENTOS
PARTE 5 - EL “TECHO” EN LA DISCAPACIDAD DE CAUSA ORGÁNICA Y EN LA DISCAPACIDAD DE CAUSAS PSICOLÓGICAS: ENTRECRUZAMIENTO ENTRE DIAGNÓSTICO Y EMOCIONES
PARTE 6 - CONCEPTO DE DISCAPACIDAD Y SINTOMATOLOGÍA PROPIA DE LA DISCAPACIDAD INTELECTUAL
PARTE 7 - HERRAMIENTAS DE EDUCACIÓN ESPECIAL PARA UNA COMUNICACIÓN ESPECIAL
PARTE 8 - LA COMUNICACIÓN ESPECIAL EN LOS DISTINTOS ABORDAJES Y ETAPAS DEL DESARROLLO
PARTE 9 - MÉTODOS Y TÉCNICAS GENERALES PARA ENCONTRAR UNA “ZONA DE COMUNICACIÓN” ESPECIAL
PARTE 10 - CONCLUSIONES Y PROPUESTAS
EL PSICOANÁLISIS UNA CIENCIA ¿BLANDA?
El ser humano es un animal social: no podemos prescindir de los demás porque sin ellos no nos humanizamos. El cachorro humano es el único animal con fallas estructurales de las que no podemos hacer caso omiso. Necesitamos meses –y tal vez años– de crianza para sobrevivir; necesitamos afecto, miradas, brazos que nos alcen, nos lleven, nos traigan, nos enseñen a reconocer sensaciones que, de no venir nombradas y sancionadas desde ese primer “otro” que conocimos, no serían más que una especie de prurito invasivo e imposible de controlar.
Dentro de este marco, la alimentación es la primera relación que establecemos con un “otro”. Cuando una mamá da a luz a su bebé, esta criatura no tiene capacidad de registrar qué es lo que su cuerpo siente. Un abrazo –para él– tal vez no sea más que la sensación de ser presionado en ciertas zonas, una invasión muy diferente al estado de placer total en que se encontraba en el vientre materno. Es en milésimas de segundos que el niño –atormentado por la nueva realidad que se plasma en su cuerpo– comienza a intentar sobrevivir… O mejor dicho “alucina que está haciendo algo para sobrevivir”.
Lo cierto es que hay allí una madre que le da el pecho, lo carga, le neutraliza la sensación de frío al abrigarlo, y le produce la sensación “esperanzosa” de que –de alguna manera– reencontrará ese estado de plenitud de que gozaba en la pancita.
El niño llora. La madre interpreta ese llanto (lo lee desde su persona). Es la madre quien cree saber qué hacer con ese hijo, y –aunque no lo sepa– el amor que transmite es lo que en realidad lo calma.
Con el paso del tiempo la frustración del chico no cesa. Nunca será capaz de reproducir nuevamente ese estado añorado de placer que sentía en el vientre, y cada vez que mame habrá algún nuevo factor que hará una pequeña diferencia. Esto es lo que llamamos frustración. Es natural. Es imposible no frustrar un poco al niño.
Es por esto que comencé la nota diciendo que “el alimento es la primera vía de relación con un otro”, y el desenlace en relación al desarrollo posterior de cada persona dependerá (en gran parte) de cómo sean vividos estos primeros momentos. Para ser más simple: es la madre la que marca el ritmo y el camino, mediante la primera función fundamental que nos ocupa a todos desde el día inicial de vida fuera del útero: alimentar.
Es por esto que no hay ser humano que no tenga –de alguna forma– una relación peculiar con la comida. La comida, en algún punto, representa -ahora- a los otros, pero primero representó solamente a ese otro que nos marcó y que no tuvo más opción que abusar de su “saber sobre nosotros” para alimentarnos y no dejarnos solos. Dar a luz implica hacer uso y abuso de nuestras interpretaciones sobre lo que necesita el bebé. No podríamos ser padres de no confiar en nuestro poder de saber lo que nuestro hijo necesita.
Pero el límite está en concientizar que llegado un cierto momento, el niño necesita que nosotros sintamos que “ya no sabemos tanto”, y en ese interjuego nuestra omnipotencia como dadores de sus necesidades caiga para el bebé. Eso permite al niño empezar a perfilar que hay algo más que él y su madre (cuando la madre falla y lo interpreta como pérdida de su amor): Una falla tanto suya como de la propia mamá, y en ese movimiento comprende que –por decirlo de manera grosera– tanto él como su madre son “simples mortales”. El alimento entonces se convierte en algo que no importa en sí mismo. Lo que importa es que la madre esté disponible y lo ame para que le dé aquello que representa su amor. Es como si el bebé pudiera pensar: “Ya no importa si me da o no me da mi comida, importa que esta mujer me quiera, de manera tal que cuando quiera algo esté disponible para mí”. Lo importante es que aunque se piense en el alimento, paradójicamente el alimento deja de ser lo que el niño necesita.
Es así como el niño empieza a querer ganar el amor de la madre –como algo simbólico– perdiendo el alimento el valor que tenía en sí mismo: se despega la dupla “amor-alimentación”. Pero ¿cómo hacer para ganar este amor? Esta pregunta prepara la entrada a un narcisismo necesario, momento en el que el niño necesita –para sobrevivir– seducir a la madre, serle imprescindible. Invita al cuestionamiento sobre quién es cada uno. Y sólo preguntando “quién soy” puede tener entidad propia y humanizarse. Reconocerse y ser reconocido.
Pero ¿qué pasa si la madre demuestra que ese niño es imprescindible para ella? A grandes rasgos: deja de buscar, deja de desarrollar ciertos núcleos de su psiquismo. “¿Para qué hacerlo? –pensaría el nuestro niño si hablara- si con exigirle y llorar lo suficiente, mi madre está para mi”.
Es por eso que en la búsqueda de la madre el niño intenta ser el mejor de todos los niños. Pero si la madre no le niega nada, el niño será un pequeño déspota, y no habrá un más allá de esa mamá, esa mamadera, esa relación… porque creerá erróneamente que puede “tener” a su madre a su merced como en la gestación.
Entonces, cuando se frustra al niño y no se responde a la llamada inmediata y caprichosa –aunque lo veamos pequeño y nos angustie–, el niño se ve privado, y cuando se ve privado de algo, comienza a desarrollar su conocimiento de sí mismo como un ser diferente del otro.
Esta es la base de las futuras relaciones sociales, de la empatía, del registro del dolor ajeno, del interés por tener amigos, de amar animales, y de todo lo que implica estar vivo y gozar de eso. En pocas palabras: de poder amar.
Soportar las privaciones de la existencia es básico para existir. Aprendemos entonces a necesitar que el otro nos de lo que creemos que necesitamos y que el otro tiene. Pero lo que quisiéramos en realidad, es volver al estado de paz y autosuficiencia que teníamos en la panza de mamá. Y esto es imposible.
De eso se trata la vida. Y de eso se encarga el psicoanálisis: Ser simplemente felices por vivir, sentir que nos necesitan como nosotros necesitamos a la vez que sabemos que aunque hagamos los mayores esfuerzos, hay algo perdido que no se podrá recuperar. Y que esa pérdida es patrimonio de todos. La diferencia está en saber o no saber qué hacer con esa dolorosa realidad que nos humaniza, y poder construir un velo de lo más verdadero, que nos permita ilusionarnos con esa completud inalcanzable.