Pasaporte Caduco - Jaime Larraín Ayuso - E-Book

Pasaporte Caduco E-Book

Jaime Larraín Ayuso

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Beschreibung

Si �Pasajeros en tránsito� (2021) recopiló cuentos en torno a la no pertenencia, a la extranjería, y �Puertas de embarque� (2022) lo hizo con una serie de cuentos en torno a la muerte, �Pasaporte Caduco� se dispara en direcciones insospechadas, dejando esquirlas a veces poéticas y a veces lacerantes sentencias, llenas de humor negro. El hilo conductor, aquí, ya no es temático sino la visión de un mundo absurdo y quizás terminal. Sus personajes buscan infructuosamente sus destinos entre una complacencia infantil y una estupidez imperdonable. Nuevamente el autor nos sorprende con su irreverencia, humor negro, sobre la sociedad al tiempo que sincera las inseguridades y dudas de un simple mortal. La fluidez de cada uno de estos cuentos cortos, en que en algunos se fusionan géneros, dan cuenta de una imaginación particular, cuyos finales inesperados ya son su característica.

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Seitenzahl: 205

Veröffentlichungsjahr: 2024

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Pasaporte Caduco

19 Cuentos erráticos y terminales

© Jaime Larraín Ayuso, octubre 2024

© Pehoé ediciones, octubre 2024

RPI N° 312251696.

ISBN digital: 978-956-6131-83-0

Diseño de portada: Jaime Larraín Ayuso

Diagramación: ebooks Patagoniawww.ebookspatagonia.com

Índice

Hamaca

La Noticia

Lanzamiento del libro de Marion Zukermann

Galleta

Legado

La Receta

Recuerdos del olvido

Grises

Siempre

El Intruso

Amanecer

Radicular

Vendavales

Diagnóstico

Enfermedad

Manuales

Reseña

Entrevista Secreta

Intentos

Hamaca

Le amarraron las trompas de Falopio como si de un corcel encabritado se tratara. Once hijos era demasiado para Damiano. El mayor ya con 17 había muerto con 12 balas del narcotráfico y su hermano Miguel no paraba de gritar, día y noche como un lobo furioso, vociferando que moriría en medio de una venganza atroz. Las dos chicas que le siguen al vengador viven aterradas y atrincheradas en sus celulares bajo el temor sembrado por un violador serial que se encariñó con ese pequeño pueblo de México, desparramando pánico con su metralla seminal. La paz se había esfumado sin que nadie lo notara, hasta que ya era demasiado tarde. De los otros siete hijos, Damiano ni siquiera recordaba sus nombres, no tenía tiempo para eso y le bastaba que Lupe los recordara.

Mantener a los primeros tres hijos había sido un asunto de esfuerzo, honestidad y profesionalismo, pero la cuarta ya nació con deudas y prestamistas amenazantes hasta que tocó fondo con la llegado del quinto. De allí en más fue el tráfico de drogas el que pagó la leche y la escuela de los siguientes vástagos. Perdió sentido el trabajo llamado honrado a punta de cifras elocuentes y sabrosas y Damiano dejó su oficio de toda una vida, se apoltronó en una hamaca desde donde oteaba el negocio al tiempo que ventilaba los dedos de sus pies callosos de honradez.

Damiano fue un narco honrado, nunca especuló con dinero ni colocó sus ganancias en paraísos fiscales. Todo eso lo repudiaba desde joven, cuando militaba en el PRI y salía a las calles a protestar contra banqueros y empresarios. El abuso nunca estuvo en el alma de Damiano y como buen justiciero dedicó sus utilidades a crear una escuelita gratis para niños pobres, casi todos en el pueblo. La furia del funcionario del Ministerio de Educación por no apegarse a los programas oficiales fue aplacada en su primera y última visita con una jugosa donación. Para no aparecer como un bruto e ignorante, Damiano le invitó a cenar y entre antojito y antojito le explicó lo que el entendía por educación. Cuando el funcionario intentó interrumpirlo para aportar alguna claridad, tuvo dos problemas: ya tenía la lengua traposa y segundo, fue parado en seco con la lapidaría frase de Damiano. ¿La Escuela es mía o es suya? Le explicó, con santa paciencia, la razón para no tener la asignatura de historia: La historia se repite y nunca avanza de modo que, simplemente no sirve. La filosofía sólo crea problemas y dudas, desorientando a los chicos. En educación cívica, eliminé eso de los Derechos ya que estimula la flojera y evita los estallidos sociales, tan dañinos para la economía, además de molestos para el tráfico fluido, aunque en el pueblo todavía no alcanzaban los autos para un verdadero embotellamiento como debe ser cuando hay progreso. Como ve mi querido invitado, –dijo con un tequila en ristre –hay que ser práctico y enseñar lo justo y necesario, lo demás se aprende en la tele y los celulares. ¡Como podría, este humilde ciudadano, competir con gugle o con la inteligencia artificial! En biología, por ejemplo, ¿para qué enseñar tanta tontera de los insectos y pajaritos en vez de enseñar a asistir el parto de una vaca? La educación, querido amigo, requiere de un cambio tan drástico como cambiarse calzoncillos al noveno día. Ese cambio comenzará aquí y será el orgullo de nuestros nietos.

Damiano había entrado en una épica fascinante y sentía que el pueblo lo necesitaba de verdad. Eso le comentaba a Lupe mientras ella intentaba dormir, agotada por la vida de mujer. Con esa convicción, susurrada al oído de la madre de sus hijos, se postuló a Gobernador, y con el apoyo de donantes de Sinaloa, ganó por paliza. Su nueva responsabilidad lo llevó a la Capital y sus restaurantes, codeándose con personas importantes que lo abrazaban con ferviente cariño y con adulaciones inmerecidas o al menos exageradas. Volvió a los pocos días con ideas nuevas, proyectos audaces, que atribuyó a las enseñanzas de una sana competencia y no a la envidia, como pensaba en otras épocas. Instaló muchas luces en todas las manzanas, pero debió renunciar a la idea de las cámaras que entorpecerían el negocio y que servirían como armas a los enemigos que había comenzado a sumar sin disimulo. Luces, un restaurante internacional a fin de atraer turistas e inventó algunos eventos relacionados con la monta de caballos chúcaros y la natural atracción por las armas de fuego. Así, inventó el ShooterRider o disparo desde el caballo enfurecido a un blanco móvil, generalmente un cerdo angustiado. En pocos meses ya había inscrito este nuevo y único deporte en las olimpíadas. Allí no tuvo éxito gracias a la resistencia tozuda de los defensores de los caballos salvajes que se manifestaron en diversas capitales europeas, y con el apoyo irrestricto de veganos y algunos grupos minoritarios que estaban aún en la redacción de sus respectivos manifiestos. Esa derrota no doblegó a Damiano, lo impulsó a más para lavar la afrenta. Lo primero que hizo fue traer a un sastre de Miami, un especialista en trajes a la medida para novios, y en secreto le aplicaron ácido hialurónico y algunos toques invisibles, pero significativos de botox. La imagen también cuenta, había aprendido en su viaje a la capital e hizo traer un Grand Marquis con vidrios polarizados y con un chofer experimentado en escapes y armas de fuego. Nunca se sabe, pensó, a pesar de que el pueblo vivía en medio de una modorra nunca antes vista, una mezcla de droga, desesperanza y calor estacional.

No pasó mucho tiempo y llegó un mensajero desde Sinaloa, recordándole lo hermoso de haberlo transformado en Gobernador y, de paso, para invitarle a que se sumara a la casa matriz para bien de la humanidad, sobre todo de los hijos de Damiano. Ante tan clara insinuación, optó por ceder el 10% de sus utilidades, argumentando con libros en mano que el reinvertía en el negocio y que, además, tenía el respaldo de todos los apoderados de la escuela “Porvenir, como la había bautizado con la bendición del cura y de un mail del vaticano.

¡Quieres volver a ser pobre! Le gritó cuando Lupe osó insinuar que quizás, a lo mejor, o a lo mejor me equivoco, que ya era suficiente, que podría trabajar menos y dedicar más tiempo a los chicos, y aprenderse sus nombres. Pero nada de eso alcanzó a mascullar. Damiano no permitiría un motín a bordo y nada lo detendría. La nave ya partió y navega hacia un destino luminoso, decía con tono épico y con algún alarde poético de teleserie, mientras miraba hacia un horizonte imaginario, apuntado con su índice derecho, toda una esfinge. Lupe miraba mientras pelaba algunas papas.

El cadáver del hijo justiciero apareció una madrugada de mayo frente a la puerta de la casa de Damiano y Lupe. Tenía 18 tiros y los tobillos amarrados. Lupe corrió despavorida dando gritos aterrantes sin saber qué hacer. Abrazaba a su hijo muerto y luego corría para alejarse de tan infausta tragedia, Repitió eso tres veces y finalmente se abalanzo contra Damiano que había quedado paralizado en el zaguán. Es tu culpa, es tu culpa, le decía golpeándole el pecho en medio de sollozos impotentes.

Terminado el funeral sin que aún pronunciara ni palabra ni gemido de dolor, Damiano se aisló en su hamaca en posición fetal y lloró desconsoladamente durante una semana, sin comer, sin decir palabra alguna. Lupe no tuvo más que superar sus ganas de morir para dedicarse a los hijos restantes, los nueve.

Al octavo día de sollozos entrecortados por un hipo que insistía en hacerse crónico, los nueve hermanos se reunieron en torno a la hamaca para calmar al padre y lograr que comiera algo. La mayor tomó la palabra, en representación de un acuerdo fraternal y dijo:

–Papá, tranquilo papá. Aquí estamos tus hijos, estamos vivos y te necesitamos. Pondremos en práctica todo lo que nos has enseñado y no descansaremos, aunque nos tome toda la vida o todas nuestras vidas, hasta que no hayamos vengado a Miguel. Tras esas breves palabras, los 9 hermanos abrazaron a Damiano hasta que no hubo hálito.

Desde aquel anochecer, la hamaca quedó vacía, hasta el día en que el sol y la lluvia cortaron sus amarras. Esa tarde, Lupe, ya viuda, pelaba papas para sus tres hijos que volvían de la Escuela Porvenir.

La Noticia

Llovía como si nunca lo hubiera hecho. Las calles y los autos se habían diluido con el vendaval y una inmensa soledad se había apoderado de él bajo aquel paso nivel donde había mal dormido hasta que el retumbar de los truenos y la luz violácea de los relámpagos lo sacaran de un sopor maloliente. Maldijo al servicio meteorológico que había prometido sol y una tibieza otoñal. Le olió a engaño y no a equivocación, sospechó de mala intención, de contubernio, sin poder dilucidar, aún, una posible motivación torva. A intervalos aleatorios, alguna silueta atravesaba la cascada para refugiarse brevemente bajo el puente, unos sonreían compungidos y luego seguían su camino desapareciendo en el diluvio. Otros, aprovechaban de tirar los restos de un paraguas que como murciélagos enloquecidos habían muerto bajo la lluvia y el viento. Habían prometido sol, mascullaba con indignación, aunque ni el sol ni la lluvia le importaban sino el engaño. Llevaba varios días vagando por la ciudad sin comprender por qué aquella mujer de ojos de mar, que le había enamorado hasta decir basta, con la que habían compartido risas, viajes, sueños y detalles inolvidables, había llegado al punto de acusarlo de abuso de su pequeña Matilde. Ya no le preocupaba que la justicia hubiera hecho justicia, declarándolo inocente, como lo era, sólo pensaba como un hámster atrapado en una carrera sin destino, devastado por la mentira. ¡Cuánta ira habrá acumulado para vengarse con tal crueldad! Era inocente, pero el daño ya estaba hecho, era irremontable. ¡Cómo borrar los interrogatorios que su pequeña Matilde, con sus precarios 9 años, tuvo que afrontar, y que nunca más podría olvidar!

El descalabro del juicio, abogados en busca de una tajada suculenta, mayor a la que ya se habían llevado con su BMW; la farándula de los Medios; y la defensa corporativa de género por parte de algunas fundamentalistas, culminaron en el despido de Research Data Media, donde había trabajado por años como analista de tendencias. Desvinculación, como eufemismo de despido, por necesidades de la empresa, le dijeron. La mentira lo había despojado de todo, incluso de la confianza en el ser humano. Se sentía infinitamente solo, desamparado, sin saber dónde ir, atrapado por la lluvia, sin horizonte y sobrecogido por el traqueteo de un tren invisible que atravesaba el temporal como si nada le importara. Pensó en el suicidio, varias veces, pero terminó descartando esa posibilidad porque tenía olor a fracaso y derrota. Debo seguir adelante, encontrar un trabajo, rehacer mi vida, se repitió, pero sin creerlo en absoluto. Todo es una gran mentira, gritó bajo la bóveda en el preciso momento en que un tren lo acallaba con un bufido ronco.

Recién a las tres de la madrugada el viento amainó dejándole un espacio de calma para pensar en el futuro. Concluyó que sabía mucho de datos, de informática, de Medios, de algoritmos, y por otra parte tenía una profunda desconfianza en el ser humano, a excepción de Matilde a quién vería crecer bajo los designios de las visitas programadas por un juzgado de familia. En el desvarío de aquella noche decidió tener un perro para que le devolviera una genuina mirada de confianza y lealtad en días aciagos o en noches de soledad.

La idea que se le vino a la mente estaba cargada de rabia, resentimiento, y de un inconfesado deseo de venganza. ¡Quieren mentir, ahora tendrán mentiras!!!, gritó desafiante, ya recargado de energías y dejando, como las culebras, la piel de víctima con la cual había reptado las últimas semanas.

Mentir por mentir no tendría mucho efecto y probablemente se le volverían en contra, y se sintió ridículo e impotente. Pudo imaginar a abogados que como gárgolas sedientas lo demandarían por difamación, sacándole hasta el último billete. Sentir la impotencia y sus respectivas náuseas y vergüenzas terminó siendo una epifanía inesperada. La conclusión fue sencilla y quizás de sentido común pero nunca imaginó que sería tan decisiva: Lo primero es ser potente y luego, desde ese poder, mentir a destajo, impunemente. La culpa ni siquiera era motivo para pensar, ya había sido extirpada a manotazos y desgarros por la venganza que no estaba dispuesta a que le temblara la mano. Ahora, se dijo, vendría lo difícil y se puso a estudiar el mercado y pronto se vio estudiando la naturaleza humana. Mal que mal, se trataría de mentirle a un humano.

No pasaron más de diez semanas y ya había nacido Mimetic, inscrita legalmente y con su primer producto ya instalado en las redes sociales: “Cuente su Verdad”. Le hubiera gustado que se llamara Fake Fuck News, pero eso atentaba con la idea de la clandestinidad necesaria. Había evaluado también llamarle ML por su nombre, Max Laier, pero prefirió un nombre de marca que no le involucrara. Nunca se sabe, se dijo, desconfiando del futuro. Mimetic, en cambio, camuflaba el verdadero giro del negocio bajo una apariencia de fantasía y de una fachada como empresa Consultora, especialista en Data. El mimetismo, había leído, es el arte del engaño, como lo han venido practicando numerosas especies para sobrevivir. Algunas para pasar desapercibidas y otras para optimizar la depredación. Los humanos habían tomado este arte de la naturaleza llevándolo a sofisticadas estrategias de guerra, al espionaje y, por cierto, a la especulación financiera. Poco a poco fue descubriendo la envergadura, sofisticación y virtuosismo del mentir verdadero. A la fascinación por el tema le siguió la inseguridad del aprendiz, aunque algo ya había practicado a lo largo de su existencia. Sobre todo, había practicado la mentira defensiva, para no ser castigado, pero ahora era el momento de pasar a la ofensiva y aplastar a quienes le habían secuestrado su vida para siempre.

Como experto en Datos y estadísticas, siempre había tenido cierta fobia a lo intelectual, sin embargo, las exigencias del negocio le estaban obligando a redactar algún textito, sencillo, potente y sobre todo alguna frase dicha por alguien respetable que respaldara la genuina necesidad de mentir. Como sustento ideológico, al elaborar la Visión de la empresa, tomó párrafos sueltos de Goebbels y otros de Maquiavelo, logrando que encajaran en una coherencia interna que le ayudaría a vender sus servicios. Leer la prensa, ver noticieros, seguir a la farándula, se convirtieron en un trabajo diario a fin de detectar a su futura clientela. El primer contrato lo consiguió después de descubrir la desesperación de un grupo político incapaz de contener los cambios sociales en un pequeño país de Latinoamérica. El Presupuesto fue considerado muy abultado, exorbitante, pero Mimetic argumentó que, si bien era suculento, al lado de lo que perderían no era más que una bicoca irrelevante. Tras ese éxito apabullante, quedó demostrado con cifras que la gente se traga la mentira como si fuera dulce de leche. Sin duda, la materia prima de Mimetic era el Miedo, en sus diversos formatos y obviamente era necesario identificar los mayores miedos que la población acarrea en silencio, envueltos en resignación.

 “La función de la agitación de masas es explotar todos los agravios, esperanzas, aspiraciones, prejuicios, miedos e ideales de todos los grupos especiales, sean sociales, religiosos, económicos, raciales, políticos”, había escrito J. Edgar Hoover, y a Mimetic le pareció que, viniendo del director de la CIA, era un mandato casi religioso, que mantuvo con discreción y decoro.

Los éxitos se sucedieron como espuma y Mimetic debió contratar personal y abrir sucursales en varios países, no tanto para facturar sino para investigar a la población y a los personajes protagónicos de esa sociedad. La gestión seguiría estando bajo una mano firme, que ya había demostrado ser un As para detectar oportunidades. Por lo pronto, había hecho alquimia, convirtiendo toda la mierda que le tiraron encima, dejándolo anulado bajo un paso nivel de tren, en millones de dólares. La voracidad le llevó a diversificar las áreas de la empresa, tarea que fue paulatina y siempre al filo entre la audacia y el terror. Estaba aprendiendo un deporte de alto riesgo sin haber entrenado lo suficiente. La pareció, intuitivamente, que una primera andanada de mentiras debería servir para erosionar las confianzas, corroer, oxidar, lentamente al más duro. Así creo su primera área de especialización, la encargada de los Desprestigios, el área D. Le tomó algún tiempo el poder concluir y cuantificar los estragos del desprestigio, su duración en los Medios y las estrategias de respuesta de los ofendidos. Iba aprendiendo y refinando. La nueva área de Difamación fue un área más dura que la anterior, diferenciándose en que ya no se trataba de corroer sino de perforar. Obviamente, la tarifa era superior, como lo indican las leyes del mercado. Área DI se llamó para diferenciarla del Área D. Ambas áreas estaban focalizadas en personas o empresas y Max no tardó en descubrir que la llamada opinión pública era el telón de fondo donde danzaban las mentiras lacerantes del Área D y DI. El clima social sería un área nueva, cuyo objetivo, aparentemente más disperso e invisible era muy funcional a políticos, economistas, y al rating. El área CC se ocuparía de mantener la atmósfera amenazante de Caos o Crisis, alentando el clima de inseguridad y delincuencia, temas que encabezaban las inquietudes ciudadanas. Pronto, el Área CC se desgajó a pedido de algunos economistas que reclamaban un espacio para adivinar el futuro con suficiente desparpajo. Fue el área AE, el área económica encargada de sostener el miedo a la inflación, al despido, a la cesantía.

Y una cosa lleva a la otra. El área PC se creó internacionalmente para alertar sobre el populismo y los caudillos, especialmente los de izquierda, a fin de garantizar estabilidad social, inversión y una cifra de riesgo país medianamente decente. Un hijo natural del área PC fue el área EF que tendría la significativa misión de elaborar Encuestas falsas y además dar apoyo estadístico a todas las demás áreas. Por sobre todas las siglas correspondientes a las diversas áreas estaba “O”, el exclusivo departamento encargado de Orquestar todo lo anterior.

El crecimiento de Mimetic no estuvo exento de resbalones, de mentiras mal instalades o de réplicas feroces, asunto que obligó a echar mano a la creatividad para evitar los tribunales. Desprestigiar a jueces fue una medida en defensa propia pero luego fue un buen producto, muy demandado por políticos y empresarios neoliberales, que incrementó notablemente la facturación de Mimetic.

En forma secreta y por fuera de Mimetic, se sumó una empresa de escuchas telefónicas, un grupo de paparazzi encargados de dar soporte realista a las mentiras y, obviamente, se instaló la central de blops a buen resguardo de la ubicación IP. El departamento que más creció fue el de diseño gráfico que no daba abasto para ilustrar tanto contenido tendencioso. Como en toda empresa, surgieron problemas internos en las áreas creativas. Allí bullía una pugna entre aquellos diseñadores e ilustradores que tenían tendencia a caricaturizar las mentiras, y con ello a perder eficacia, y aquellos, Los Perfeccionistas, que defendían su oficio sin pretensiones artísticas o empecinados por construir algún curriculum futuro. Para dirimir este asunto, se creó un pequeño comité con aires de estudio de mercado para evaluar la aceptación o rechazo de los mensajes. Los primeros estudios confundieron aún más las cosas. La caricatura, entre los jóvenes, generaba simpatías burlonas y sarcásticas que no restaban credibilidad a la mentira, sin embargo, entre los mayores, acostumbrados a la foto periodística para certificar algo, éstos parecían dudar de la procedencia de la información, aunque igualmente creían a pies juntillas cualquier noticia intranquilizante.

La gran nave Mimetic surcaba los mares sin zozobras y la vida de Max discurría tranquila, sin notar la adrenalina que lo había hecho adicto y que le regalaba esa sensación placentera de la venganza bien parida. Aquella noche, al volver a su departamento, después de la celebración de siete años consecutivo de éxitos, se encontró con la mirada huidiza de Winwin, su querido Golden retriever con el que compartía soledades en aquel ático, mirando hacia una ciudad que se difuminaba con el parpadeo de luces lejanas. Lo notó extraño, distante, con una mirada de reojo, desconfiada, como si supiera algo que el aún no vislumbrara. Buscó alguna explicación y rellenó el pocillo con agua, y nada, agregó pellets, pero la mirada desconfiada aún lo rehuía desde un rincón. Intentó acariciar su cabeza, pero Winwin respondió con un delicado pero amenazante gruñido. Prendió el televisor para distraerse y el noticiario de medianoche recordó la conmemoración del atentado terrorista en Atocha, aquel 11 de marzo del 2004 y Winwin comenzó a aullar desconsoladamente como un lobo atrapado en su propia soledad.