Performatividad y cuerpos docentes en educación superior - Pedro Baquero Másmela - E-Book

Performatividad y cuerpos docentes en educación superior E-Book

Pedro Baquero Másmela

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La universidad contemporánea se desvanece entre las leyes del mercado: las estructuras administrativas de la institución, las subjetividades de profesores y estudiantes, el estatuto del saber y sus formas de gestión, que le dieron legitimidad durante siglos, experimentan cambios vertiginosos derivados de un régimen discursivo y un conjunto de dispositivos que funcionan como tecnologías políticas de la educación, cuyo fin último es la producción de sujetos educativos mercantilizados y de un régimen managerial de las instituciones universitarias. Este fenómeno, que Stephen Ball denomina performatividad educativa, es la materia de estudio de este libro, que muestra en detalle los mecanismos de gobernanza de la universidad contemporánea y sus efectos en el estatuto del saber y en los cuerpos de los sujetos educativos. Este libro se ocupa, entonces, de mostrar la evolución del concepto desde sus orígenes en la filosofía analítica hasta sus formas de funcionamiento en la gestión de la universidad contemporánea. Por un lado, analiza los mecanismos discursivos de gobierno de la institución y, por el otro, desnuda los efectos de dicho régimen discursivo en los cuerpos del profesorado universitario. Para lograr este último propósito, incorpora el concepto de espacio biográfico, desarrollado por Arfuch, como marco teórico y principio metodológico de indagación de las subjetividades contemporáneas. El espacio biográfico como recurso metodológico es una espacialización y una temporalización de la biografía que conjunta diversas modalidades discursivas desde las formas narrativas biográficas canónicas hasta las ficcionales y, aun, documentos, formatos, consignas, disposiciones y lenguajes gráficos: cine, caricatura, producciones audiovisuales, etc., expresiones de un "tono de época" que pueden fusionarse para "dar cuenta" de lo que sienten y experimentan, en el caso particular, los profesores universitarios en las actuales condiciones de gestión de la universidad.

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Seitenzahl: 443

Veröffentlichungsjahr: 2024

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Sistema de Bibliotecas de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas Catalogación en la publicación (CEP)

Baquero Másmela, Pedro

Perfomatividad y cuerpos docentes en educación superior : una aproximación desde el espacio biográfico / Pedro Baquero Másmela. -- Primera edición. -- Bogotá : Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Doctorado en Estudios Sociales, 2024.

218 páginas : ilustraciones, fotografías a color ; 24 cm.

(Biblioteca Iberoamericana en Estudios Sociales)

ISBN: 978-958-787-682-6       ISBN digital: 978-958-787-683-3

1. Planificación educativa 2. Administración universitaria 3. Universidades públicas 4. Profesores universitarios -- Sucesos vitales 5. Política educativa I. Serie.

379.15: CDD 21 edición.

Rector: Giovanny Mauricio Tarazona Bermúdez

Vicerrectora académica: Mirna Jirón Popova

Vicerrector administrativo: Elverth Santos Romero

Decano Facultad de Ciencias y Educación: Ómer Calderón

© Universidad Distrital Francisco José de Caldas

© Doctorado en Estudios Sociales

© Pedro Baquero Másmela, autor

ISBN: 978-958-787-682-6

ISBN digital: 978-958-787-683-3

Primera edición: marzo de 2024

Edición: Unidad de Publicaciones, Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Líder Unidad de Publicaciones: Rubén Eliécer Carvajalino C.

Gestión editorial: Andrés Delgado Darnalt, Felipe Pardo Ruge

Diagramación: Proceditor

Montaje de cubierta: Astrid Prieto Castillo

Corrección de estilo: Hipertexto

Dirección: Claudia Luz Piedrahita Echandía

Dirección línea de investigación Subjetividades, Diferencias y Narrativas: Adrián José Perea Acevedo

Dirección línea de investigación Poder, Política y Sujetos: Óscar Useche Aldana

Dirección línea de investigación Memoria, Experiencia y Creencia: Fabián Andrés Llano

Dirección línea de investigación Comunicación, Lenguajes Estéticos y Culturas: Mario Montoya Castillo

Diseño epub:Hipertexto – Netizen Digital Solutions

Contenido

Introducción

Capítulo 1Performatividad y cuerpos docentes en educación superior: prolegómeno de una problematización

La problemática y sus alrededores discursivos y teóricos próximos: narrativas de un malestar

La problematización

Capítulo 2Los abordajes teóricos, las trayectorias, las travesías

La performatividad

Capítulo 3La performatividad

Del lenguaje al sujeto

Performatividad: reiteración y legitimación

Performatividad, cuerpo y espacialidad

La performatividad educativa

La performatividad educativa en la universidad

La espacialidad performativa en la universidad

Investigación, papers y publicaciones

Otros recursos del orden externo de la performatividad en la universidad

Los rankings universitarios y las falacias de los números

La rendición de cuentas y el régimen managerial

El lenguaje del management

Capítulo 4Espacio biográfico y régimen performativo

El espacio biográfico: teoría y método

Narrativa y espacio biográfico

Capítulo 5Performatividad educativa y tramas discursivas del espacio biográfico del profesor universitario

La cuestión metodológica

El cuerpo docente: relatos de un mal estar

Precariedad y cognitariado

Una profesora precaria

Un profesor Ubersitario

¿Ser profesor por horas?

Públicas y privadas

Tragedia en la Universidad Sergio Arboleda

Un supermercado

Barniz educativo

El profesor no tiene quien le escriba

En mi experiencia personal

En ese año me enfermé

Ese pensamiento que me ronda

Resistencias críticas, acomodaciones estratégicas

Renunciar a la Javeriana: procesos de precarización y entrampamientos burocráticos en la universidad

Seguridad privada-profesor

Entonces, me puse el uniforme

Subirse al bus

In vestigium ire

Con la investigación y la salud a cuestas

En inglés también duele la espalda

Aunque la universidad no te lo pida

Yo te pongo como coautor y luego tú me devuelves el favor

Un profesor de marca

Eso nunca se acaba y sí enferma

Y salen a tenderles el tapete

Semidioses

Altos funcionarios

¿La propia imagen?

Los intocables

El cliente siempre tiene la razón

Da grima, da dolor

Espacio biográfico y ficcionalización de la performatividad educativa

Lo real imaginado del profesor universitario contemporáneo

El camino de Ida: performatividad y violencia simbólica en la universidad

El mundo es un pañuelo o la universidad global

Mi alma mater: performatividad y desencanto

Otras tramas discursivas del espacio biográfico del profesor universitario

Paradojas del nihilismo

Lugares comunes o la dignidad en la derrota

Caricatura y patetismo en las imágenes del profesor universitario

Conclusiones

Referencias

Notas al pie

Lista de figuras

Figura 1.

Profesores universitarios

Figura 2.

Los profesores y la reforma

Figura 3.

Investigadores

Figura 4.

Recursos tecnológicos

Figura 5.

Universidad pública

Figura 6.

Eficiencia

Figura 7.

Visita de pares a la Universidad de Nariño

Figura 8.

Condiciones iniciales de acreditación

Figura 9.

Nuevos edificios

Figura 10.

Acreditación de Alta Calidad de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Figura 11.

Acreditación de la Universidad El Bosque

Figura 12.

Recursos de imagen institucional

Figura 13.

Compromiso de acreditación

Figura 14.

Ranking de la Pontificia Universidad Javeriana

Figura 15.

Las mejores universidades colombianas (QS World University Ranking)

Figura 16.

La balanza del ranking

Figura 17.

Profesor celador

Figura 18.

Profesores universitarios (para análisis semiótico)

Figura 19.

Los profesores y la reforma (para análisis semiótico)

Figura 20.

Investigadores (para análisis semiótico)

Figura 21.

Esto no es un perro

Introducción

Los cambios radicales que viene experimentado la universidad contemporánea no solo comprometen las estructuras administrativas de la institución, sus formas de organización y gestión, sino el estatuto del saber y las subjetividades de profesores, estudiantes y administrativos que parecen avenidos con las leyes del mercado. Para lograrlo, el régimen de producción del capitalismo avanzado trabaja con poderosos mecanismos de subjetivación de orden discursivo (“el terror blando”, según Lyotard), cuyo poder performativo garantiza la incorporación, naturalización e identificación con el régimen de mercantilización de la educación en todos sus niveles.

El estudio de ese régimen discursivo, que el sociólogo británico Stephen Ball denominó performatividad educativa, constituye una arista de esta investigación; la otra es el develamiento de sus manifestaciones en las subjetividades del profesorado universitario. Ambos ejes de indagación se articulan con la intención de mostrar cómo se tocan los cuerpos docentes, cómo se instauran nuevos órdenes de saber, cómo se naturalizan prácticas y sujetos pedagógicos mercantilizados, y cómo se legitiman políticas de saber y de calidad de la educación y se hace de la universidad, en su conjunto, esa suerte de supermercado educativo que tanto cuestionan diversas voces críticas en todo el mundo.

Si bien existe ya una larga tradición de estudios sobre el denominado “régimen managerial” de las empresas, y en el campo educativo prosperen las investigaciones que develan la mercantilización de estas instituciones, son muy pocos los estudios que se ocupan, hasta hoy, de mostrar los efectos de estas lógicas de gestión y administración de las universidades en las subjetividades del profesorado universitario. Por esta razón, la investigación se juega entre el análisis de los recursos de la performatividad educativa como mecanismo de “fabricación de verdades”, naturalización y legitimación del régimen mercantil de la educación, y la dimensión subjetiva de los profesores que experimentan sus lógicas y moldean sus vidas, permeados por los efectos de un régimen blando de disciplinamiento que toca el “alma” de los trabajadores, como lo señala Stephen Ball (1993).

Al respecto, cabe anticipar que en esta investigación las problematizaciones que se formulan sobre dicha dimensión subjetiva de los profesores universitarios en nuestro contexto son la proyección académica de una temática que ya había convertido en motivo de escritura de mi novela Mi Alma Mater (2016), la cual traigo a colación y además recojo en el corpus de estudio propuesto por considerar que, en realidad, es una antesala ficcional sobre la misma problemática y, también, una provocación para la búsqueda y la experimentación metodológica que este informe propone, pues, como el lector podrá advertir, se busca matizar o entretejer el formato canónico de la argumentación académica y otras modalidades de escritura diferenciadas de este dispositivo tecnocientífico (Ortiz, 2015) de escritura, en el actual modo de producción capitalista, en cuyas lógicas de enunciación, cada vez más formateadas y mercantilizadas, subjetivamos nuestras prácticas escriturales, vivimos nuestras vidas académicas y nos “autorregulamos” los profesores y los investigadores universitarios.

Por esta razón, también vale advertir, antes de continuar con estas notas introductorias, que a lo largo de este informe, la dimensión analítica aparece entretejida con la construcción teórica y que varias modalidades de textualización (narrativa en primera persona, narrativa ficcional, opinión, imágenes, notas de prensa, reflexiones, comentarios, poemas) dialogan con la argumentación académica y construyen el tejido semántico del texto, intentando modificar así la hegemonía del formato académico y, al menos parcialmente, la fuerte escisión entre el momento teórico y el momento analítico mientras se devela, además, la biografía de la investigación, como parte sustancial de la dimensión subjetiva y experiencial del proceso de indagación generalmente escindido y silenciado en los informes canónicos que parecen ignorar los avatares, los zigzagueos de la aventura de investigar.

Tomar distancia del formato, o al menos matizarlo con otras posibilidades de textualización, me resulta, en este caso, la manera más política de encarar un desafío que no solo es epistemológico y metodológico sino estético, porque intenta experimentar, como ha sido también el propósito de la formación doctoral, con formas alternativas de construir, resolver y comunicar un proyecto académico de investigación en estudios sociales que, en este caso particular, tiene que ver de manera directa con mi propia experiencia y que es, desde hace años, una “inquietud” que mueve mis esfuerzos comprensivos y mis afectos sobre las condiciones del quehacer profesional, y también sobre los territorios de la vida cotidiana propia y de los profesores universitarios en las actuales circunstancias del management (Zangaro, 2011) y la performatividad educativa (Ball, 1987, 2003a).

Los conceptos de performatividad educativa y management1 son, pues, categorías centrales continuamente entretejidas que, aunque remiten a conceptos distintos, producen efectos subjetivos muy semejantes o idénticos, puesto que son técnicas de gubernamentalidad del sujeto contemporáneo, especialmente en el mundo laboral. Por esta razón, mientras nos ocupamos de sus efectos en las subjetividades del profesorado y de la forma como se organiza la gestión en la universidad, no hacemos diferencias tajantes entre uno y otro concepto, pero mantenemos una línea divisoria clara entre lo performativo como efecto subjetivo y lo managerial, entendido como conjunto de técnicas y dispositivos discursivos de gestión.

El proyecto de investigación al que responde este informe, titulado Performatividad y cuerpos docentes en educación superior: Una aproximación desde el espacio biográfico, es, así, una hibridación de tipos textuales, modalidades discursivas y problematizaciones en torno a los ya señalados ejes de la performatividad educativa y sus manifestaciones en las subjetividades del profesorado universitario. De un lado, la performatividad educativa (Ball, 1987, 2003a; Ball y Youdell, 2007) concepto convertido aquí en el tema de investigación, se aborda en al menos tres momentos: un primer momento constituye un mapa del territorio, lo estudia en vínculo con las teorías de Austin y Searle hasta desembocar en las tesis de Lyotard y Butler sobre discurso y poder; un segundo momento se ocupa de analizar la naturaleza y los mecanismos de la performatividad en el campo educativo, la performatividad como tecnología y dispositivo de gubernamentalidad de la educación en el actual régimen mercantil neoliberal, según la propuesta teórica de Stephen Ball; y un tercer momento busca mostrar sus efectos y manifestaciones en las vidas del profesorado universitario, constituidas por las identificadas con el régimen, las que constituyen acomodaciones estratégicas y las que son formas de resistencia, entre las cuales fluye la subjetividad de estos trabajadores de la educación.

Para estudiar este fenómeno, adoptamos el concepto de espacio biográfico, desarrollado por Leonor Arfuch (2010), a partir de planteamientos iniciales de Lejeune (1994) y allí basamos la aproximación metodológica, que terminamos considerando, en todo sentido, una experimentación orientada por la idea de Arfuch de que el espacio biográfico podría ser una espacialización y una temporalización de las narrativas sobre la vida en cuya confluencia se cruzan distintas tramas y géneros discursivos que actúan como “dimensiones de lectura de un fenómeno de época”. Sobre esta premisa, partimos del supuesto de que era posible comprender la performatividad como tecnología de gobierno y como fuerza capaz de producir determinados efectos de identificación, adaptación estratégica, padecimiento o resistencia a su régimen discursivo y a su poder subjetivante. Lo que se intentó, en consecuencia, fue recoger, en distintas voces y tramas discursivas, un conjunto de narraciones testimoniales de corte etnográfico, ficcionales (gráficas, audiovisuales, literarias, periodísticas) que, dialogando, haciendo intertexto con la teoría, permitiesen dar cuenta de lo que Arfuch denomina “los tonos de la época” y en las que se filtran, como un haz de luz, la compulsión de realidad, lo directo, la actualidad del momento histórico en que la universidad y sus profesores adoptan y se adaptan a las matrices de gubernamentalidad neoliberal que, de alguna manera, fluyen en su espacio biográfico.

Desde esta premisa metodológica los análisis convencionales, propios de la etnografía, del análisis de contenido y del discurso y de la mayor parte de los métodos cualitativos que proceden generalmente por desencaje y fragmentación de las voces de los entrevistados, ceden terreno, como se observará en el informe, especialmente en el cuarto capítulo, a la fuerza del relato en su conjunto, pues lo que interesa no es descubrir “lo oculto” en la narración, sino la narración misma como “vida narrada”. En esta lógica, entonces, el espacio biográfico se vuelve heteróclito, supera los límites estrechos de la autobiografía y la biografía, y acoge otras formas y tramas discursivas que hacen una biografía del sujeto a través de los ojos y la voz del “otro” periodista, escritor, caricaturista, cronista, y aún del discurso académico.

Entre tanto, se avanza en la construcción conceptual y en el acopio de la diversidad de “datos biográficos”, el informe apela también a la recuperación de la memoria metodológica como un mecanismo para apoyar existencialmente la propuesta (Galeano, 2018), de manera que, como se muestra claramente en el capítulo final, se reflexiona y explican los cambios, los zigzagueos que muestran más las incertidumbres de las búsquedas que la pretendida verdad de las certezas.

El informe se organiza en cinco capítulos, a saber: El primero, “Performatividad y cuerpos docentes en educación superior: prolegómenos de una problematización”, introduce narrativa y visualmente la problemática, hace el planteamiento, construye el problema y esboza de manera general los aspectos centrales teóricos y metodológicos de la investigación, así como algunos datos narrativos a manera de memoria del proceso de construcción del problema. En el segundo, “La performatividad”, se mapea el concepto desde sus orígenes en la filosofía analítica hasta su vinculación con el poder y la construcción de subjetividades; allí se analizan los mecanismos de performatividad, sus formas de funcionamiento y vínculos con la corporalidad y el espacio, y se cierra con el estudio de las expresiones y mecanismos de la performatividad educativa en la universidad contemporánea. El tercero, “Espacio biográfico y régimen performativo”, discute el concepto de espacio biográfico, define su alcance como teoría y método de indagación de la subjetividad contemporánea, y apuesta por una tesis de complementariedad entre los dos conceptos a partir de su funcionamiento discursivo. El cuarto, “Performatividad educativa y tramas discursivas del espacio biográfico del profesor universitario”, constituye la parte central del informe, puesto que condensa datos y teoría e intenta mostrar en distintas tramas discursivas los efectos de la performatividad educativa en las narrativas sobre el profesorado. A partir del conjunto de relatos testimoniales o de ficción, recuperados en el discurso literario periodístico-caricaturesco, documental cinematográfico y aun poético, se intenta mostrar “un tono de época” que condensa los recursos y efectos de la performatividad educativa entre los profesores. Por último, el quinto, “Discusión y conclusiones”, discute los alcances de la investigación, hace memoria metodológica, esboza algunas dimensiones problemáticas del ejercicio y propone algunas conclusiones a partir de los objetivos de investigación establecidos y de algunas preguntas orientadoras.

De otra parte, y para cerrar estas notas introductorias, quisiera volver sobre los afectos y gratitudes que alimentaron el trabajo de indagación y escritura de este informe. En primer lugar expresar mi agradecimientos al Doctorado en Estudios Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, en cabeza de su directora, doctora Claudia Luz Piedrahita Echandía, gestora de esta bella iniciativa de búsqueda de nuevos horizontes de comprensión de lo social; a mi director de tesis, Dr. Jorge Eliécer Martínez P., por su serenidad y su confianza rotunda en mis devaneos; al Dr. Adrián José Perea, inspirador y acicate de las problematizaciones filosóficas y existenciales que mueven muchos trabajos de investigación en el doctorado; a los profesores Dr. Adrián Serna, Dr. Alfonso Torres, Dr. Héctor Domínguez Ruvalcaba, Dra. Elsa Muñiz y Dr. Oscar José Useche; a los jurados lectores, Dra. Silvia Grinberg, Dr. Juan Pablo Suárez y Dr. Mario Montoya; al Dr. Manuel Roberto Escobar, quien me acogió en las pasantías de investigación en la Universidad Central, y al conjunto de docentes e investigadores que en distintos momentos y circunstancias contribuyeron, mediante sus aportes conceptuales, el debate y la crítica a configurar el derrotero de formación e investigación doctoral que se traduce en este informe.

Quiero, además, agradecer de manera particular y sentida al conjunto de colegas profesores de universidades públicas y privadas que con sus testimonios, discretos unos y descarnados otros, hicieron posible situar en la corporalidad los efectos y las manifestaciones de un régimen de gubernamentalidad de la universidad acentuado en la mercantilización del saber y de los cuerpos docentes, y cuyos relatos son, apenas, la capa superficial del profundo entramado de contradicciones producidas por esa extraña ecuación entre “riqueza, eficacia y verdad” que, según Lyotard, hacen de la performatividad educativa no solo un dispositivo de gobierno sino una forma de dominación, impostura y “terror blando” que fluye el discurso de la gestión universitaria hacia el saber y los cuerpos que en ella se mueven.

Capítulo 1Performatividad y cuerpos docentes en educación superior: prolegómeno de una problematización

La problemática y sus alrededores discursivos y teóricos próximos: narrativas de un malestar

Cuando me preguntan a qué me dedico, me ficciono como profesora de universidad, pero por dentro pienso, mentira, que cobras una mierda. La segunda ficción es la que sostiene que la docencia y la investigación son trabajos privilegiados porque acarrean un aura de intelectualidad, de prestigio económico y social. Hay algo clasista en el fondo de todo esto, no me digáis que no. Esos valores son como una capa invisible que te ponen encima y que yo intento sacármela haciendo un gesto así con la mano al grito de ¡ay, quita! Y la última ficción, que es la que sostiene el sistema cultural que pone en marcha toda esta maquinaria, es la de pensar que el profesor universitario es un sujeto independiente y amante de su vocación a la que se dedica por entero. (Fraj, 2015)

Figura 1. Profesores universitarios

Fuente: Adaptación de Alexander Rubiano2 a partir de Molina (s. f.).

Tuve estrés laboral. Esos últimos tres años de docencia los pagué con estrés laboral. La universidad se convirtió en un mundo feudal, institucionalmente empezaron a apretar las tuercas, se fueron asemejando más a las empresas y la autonomía del profesor se vio como una amenaza. (Monsalve, 2018)

Figura 2. Los profesores y la reforma

Fuente:Faro Humor (s. f.a).

Cuando empezaron a quitarnos cosas, que no había tinto, que no había el espacio para reunirse uno con sus compañeros, ni siquiera una sala de profesores decente porque había que abrirles espacio a las nuevas oficinas de acreditación, de currículo, de evaluación docente y todo eso, me parecía como que fue el principio del fin. (D/UPR/6/2018)3

Con esto de publicar a como dé lugar yo me siento, a veces, como una gallina enjaulada poniendo huevos. (D/UP/5/Ch/2019)4

Figura 3. Investigadores

Fuente:Faro Humor (s. f.b).

Antiguo profesor de lenguas modernas, desde que se fusionaron los departamentos de Lenguas Clásicas y Modernas por la gran reforma llevada a cabo años antes, es profesor adjunto de Comunicaciones. Como el resto del personal que ha pasado por la reforma, tiene permiso para impartir una asignatura especializada por cada curso, sin tener en cuenta el número de alumnos matriculados, pues se considera positivo para la moral del personal. Este año imparte un curso sobre los poetas románticos. Durante el resto de su tiempo da clase de Comunicaciones 101, “Fundamentos de comunicación”, y de Comunicaciones 102, “Conocimientos avanzados de comunicación”. (Coetzee, 2000, p. 6)

*

Ellos me miran sorprendidos y yo me voy yendo del salón […] me voy para donde mi jefa:

—Ese asunto no funciona, profesora. El lunes fueron todos y pude explicarles la naturaleza de la prueba, el martes llegaron, apenas, la mitad y les expliqué el cuento de las competencias, ayer hicimos ejercicios con los distintos tipos de preguntas y hoy los mandé a todos a la mierda (Baquero, 2016, p. 116)

La problematización

Las narrativas precedentes, recogidas de notas periodísticas, relatos biográficos capturados en investigaciones sobre condiciones laborales del profesor universitario, caricaturas en páginas de internet, conversaciones informales y novelas tienen, no obstante la diversidad de registros o modalidades discursivas, una superestructura discursiva general soportada en la narración (icónica o verbal) y una macroestructura común que podemos identificar con el malestar de los profesores universitarios, cuyas manifestaciones, sin embargo, proceden de o remiten a, como mostraré más adelante, distintos tópicos localizados en cada texto y que, según mi percepción, constituyen índices tanto de la problemática performatividad en la educación superior como de la experimentación metodológica: la constitución de un espacio biográfico puesto en la vida como narración (Ricoeur, 1996; Arfuch, 1995, 2010; Lejeune, 1994; Gómez, 2013) que se muestra en este informe.

La performatividad como la entiende Stephen Ball (2003a) es

[…] una tecnología, una cultura y una modalidad de reglamentación que utiliza evaluaciones, comparaciones e indicadores como medios para controlar, desgastar y producir cambio. El desempeño de sujetos individualmente considerados u organizaciones sirve como medida de productividad o rendimiento, o como índice de “calidad” o “momentos” de evaluación o ascenso. (pp. 89-90)

La definición de Ball, que es una variación importante del referente performativity con el que Austin (1971) nombró la facultad de “hacer cosas con las palabras”, es la categoría teórica que da pie a este trabajo, que estudia sus manifestaciones en los cuerpos de los profesores universitarios apelando a las distintas “configuraciones de enunciados en las que se entrama el discurso” (Arfuch, 2010, p. 54) sobre, en torno o producido por los sujetos que pueden ser identificados como profesores universitarios en los escenarios actuales de la performatividad educativa. De allí que mi interés no solo se centra en las analíticas que permiten construir categorías y explicar las formas específicas de la performatividad en la educación superior sino sus efectos y afectos, en la forma como esta toca los cuerpos y se hace visible en las manifestaciones discursivas de la ficción literaria, el texto periodístico, la caricatura, los testimonios etnográficos y aun en filmes, y modalidades discursivas que se agrupan en un corpus constitutivo del “espacio biográfico” del profesor universitario tal y como lo define Arfuch (2010).

Esta pretensión de tensar una analítica de la performatividad educativa con el espacio biográfico, en el que estaría considerada también la ficcionalización literaria como herramienta de indagación de lo social (De Man, 1991; Lejeune, 1994; Gómez, 2013; Denzin y Lincoln, 2012) y la multimodalidad del discurso (Kress y van Leeuwen, 2001), como parte de la experimentación metodológica, que también propongo pensar como esquizoanalítica (Martínez, 2015; Martínez y Ochoa, 2017) sobre la subjetividad o la corporalidad del docente universitario, instala varias preguntas: unas orientadas a hacer visible lo visible de las lógicas del funcionamiento de la performatividad, sus mecanismos de perceptibilidad (Ball, 2003a); otras dirigidas a mostrar, en un nivel que podríamos denominar fenomenológico, sus manifestaciones discursivas multimodales y estéticas como posibilidades heurísticas del espacio biográfico y la corporalidad (Arfuch, 2010; De Man, 1991; Ricoeur, 1996; Deleuze, 1995; Muñiz, 2015, 2017); y otras centradas en el “régimen de veridicción” de géneros discursivos como la ficción literaria, el filme o el video en cuyo centro se instala el debate esquizoanálitico por la representación y las “tentativas de escritura” —según las llama Arfuch— como parte sustancial del entramado discursivo multimodal del espacio biográfico, y del que pueden extrapolarse valiosos encuadres conceptuales en los trabajos de Denzin y Lincoln (2012), Guattari (2000), Deleuze (2002) y Deleuze y Guattari (2002).

Al tomar como referentes iniciales los fragmentos narrativos y las caricaturas expuestas arriba (indicadores de los recursos “datos” que integran el corpus y que se incorporan progresivamente al desarrollo de este informe), se propuso como cuestión problematizadora la siguiente pregunta: ¿Qué manifestaciones de la performatividad educativa se revelan en las tramas discursivas que tejen el espacio biográfico de los profesores universitarios?

Vuelta sobre las manifestaciones de la performatividad en las configuraciones de enunciados que tejen el espacio biográfico, la pregunta, así constituida, fue el obturador de tres grandes interrogantes o niveles de estudio que pueden rastrearse en este informe: uno de orden analítico que, sin embargo, no es un capítulo independiente a manera de resultado; otro de orden experiencial o fenomenológico y estético y un tercero de orden metodológico. En realidad, estos tres niveles son un recurso para organizar la exposición en torno al problema de la performatividad en vínculo con el dispositivo metodológico del espacio biográfico. No obstante, estos tres niveles se piensan en torno a algunas problematizaciones subsidiarias de ese mismo orden expositivo y que se recogen en los siguientes interrogantes, propuestos como mapa de navegabilidad para la lectura y asidero epistemológico de los objetivos de investigación:

• En el orden analítico: ¿qué dicen las diferentes tramas discursivas producidas por o sobre los profesores universitarios en relación con su espacio biográfico? ¿Cuáles son las dimensiones discursivas de la performatividad educativa? ¿Cuáles son los dispositivos de la performatividad y cómo funcionan en el nivel superior de la educación en el contexto colombiano e iberoamericano? ¿Cómo pueden cruzarse las analíticas de la performatividad con los entramados discursivos constitutivos del espacio biográfico?

• En el orden fenomenológico y estético: ¿cómo experimentan los docentes universitarios las prácticas performativas en la educación superior? ¿Cuáles son los efectos/afectos de la performatividad educativa en las subjetividades/corporalidades de los docentes universitarios?

• En el orden metodológico: ¿cómo funcionan las narrativas ficcionales de o sobre el docente universitario como dispositivos analíticos del espacio biográfico? ¿Por qué articular recursos biográficos y ficciones estéticas para el estudio de un fenómeno social dado como el de la performatividad educativa o la construcción de la subjetividad?

Capítulo 2Los abordajes teóricos, las trayectorias, las travesías

La construcción y el desarrollo de un problema de investigación solo es posible en su vínculo con la teoría que lo explicita y con las conjeturas que lo direccionan. En este sentido, cabe aclarar que hay dos niveles del plano teórico: uno primario, constituido por la red de autores y teorías suficientemente visibles pero generales en la que se instala el problema; y otro secundario, cuya estructuración corresponde más a quien investiga, a la forma como lee e incorpora las fuentes primarias en su marco interpretativo, esto es, al encuadre teórico de la investigación en el que se juegan sus conjeturas. A este nivel corresponden las páginas que siguen, en las que hago síntesis de los “alrededores discursivos y teóricos” con los que presento el problema en el capítulo anterior; pero también, de la biografía de la investigación, su trayectoria hasta constituirse en el enunciado final que compone este documento, pues considero que forma parte, justamente, de la apuesta por distanciarme del formato canónico de las tesis doctorales y de introducir así, como parte del ejercicio investigativo, una innovación de las estrategias de investigación social cualitativa que apela a la construcción de la memoria metodológica ya referida (Galeano, 2018; Galindo, 1994) y que desarrollo en detalle en el capítulo final de este informe.

Volviendo, entonces, sobre la memoria, quizá resulte pertinente señalar que, mientras en la etapa lectiva del doctorado discurrían las lecturas de Foucault, Deleuze y Agamben, entre otros autores, en torno a los procesos de subjetivación, me hacía igualmente preguntas por el alcance de estas teorías respecto a lo que ahora me resultaba apremiante y que ya había identificado como un núcleo de interés: “el sujeto encarnado”, no los procesos de subjetivación sino las subjetividades así constituidas y encarnadas, de manera que el mismo proceso formativo de los seminarios doctorales me instaló en el concepto de cuerpo de Deleuze (1995) y Deleuze y Guattari (2002), que posteriormente desembocó en las búsquedas personales: Merleau-Ponty (2003), Muñiz (2014, 2017), Butler (2002, 2006, 2007), Lyotard (1987), etcétera, autores estos últimos que me descubrirían una idea más elaborada de lo performativo a como la había configurado en mi formación lingüística y que pronto empezaría a leer en vínculo directo con las teorías del cuerpo y, más adelante, con los dispositivos de gubernamentalidad ya pensados por Foucault y puestos como una verdadera caja de herramientas en los trabajos de Stephen Ball (1987, 2003a, 2003b; Ball y Youdell, 2007) sobre performatividad educativa.

La performatividad

El concepto de performatividad educativa se constituyó así en la categoría que estaba buscando para resituar en las lógicas del biopoder y la biopolítica las intuiciones iniciales sobre el discurso de la calidad en educación, que dejó de ser la categoría central de interés investigativo para pasar a ser solo una de las múltiples manifestaciones de la performatividad y el management educativos, un discurso más en el orden de dispositivos del biopoder en la educación superior.

En este momento del proceso, también como parte de las travesías conceptuales derivadas directamente de los seminarios doctorales o de los interrogantes que estos disparaban, ya había ubicado un terreno teórico para pensar, no tanto la subjetividad, sino los cuerpos encarnados y constituidos en un “espacio biográfico”, también de naturaleza discursiva, pero con el discurso volcado hacia el cuerpo, distanciado de la elucubración filosófica sobre el proceso que lo constituía: la subjetivación. Ahora, las lecturas de Lejeune (1994) y de Arfuch (2010, 1995, 1992) surgidas en mis propias búsquedas vinieron a poner un engranaje más en la construcción del referente teórico y metodológico, pues había encontrado que el concepto de espacio biográfico podía tensarse no solo en las dimensiones de la identidad narrativa (Ricoeur, 1996) que le son propias, sino que esa emergencia indiscutible del Yo narrativo, propio de toda autobiografía, ponía la trama y, con ella, la ficción como posibilidad de refigurar la experiencia. Así, acuñé la conjetura de que es posible ampliar el espacio biográfico no solo a la ficción narrativa de la que ya da cuenta Arfuch, sino a otras formas estéticas y poéticas que tienen más que valor veridictivo una función interpretativa extraordinaria. “Una vida no es sino un fenómeno biológico hasta tanto no sea interpretada. Y en la interpretación, la ficción desempeña un papel mediador considerable” (Ricoeur, 2006, p. 17). Por este camino, abierto también por quien me resulta el filósofo de la narración y la memoria, podía ahora posicionar el anhelo de hacer de la ficción narrativa —como ya lo he hecho con mi novela Mi Alma Mater sobre la vida de un profesor universitario— una forma de aproximar la investigación social y la narrativa de ficción. Para cerrar este horizonte, solo hacía falta resolver el problema metodológico que me permitiera justificar la iniciativa y pronto encontré, en el mismo proceso formativo doctoral, que las ideas de Deleuze trabajadas por mi tutor en torno al concepto, si se quiere anárquico, de esquizoanálisis, podía ser la salida del encuadre metodológico:

[…] una especie de ensamblaje experimental, una apuesta política, social, estética, ética que implica performancias metodológicas que cuestionan las formas normalizadas de producción de conocimiento, y explora una actitud esquizo como potencia intensiva de un cuerpo que piensa otros modos de investigar [...] la actitud experimental esquizoanálitica situada al margen, devenir menor de la práctica investigativa que agrieta lenguajes, métodos y corporalidades codificadas en un régimen de producción capitalista; actitud metodológica que libera la vida, el deseo, produce realidad. (Martínez y Ochoa, 2017, pp. 221-222)

Con estas intuiciones, hice los primeros barridos conceptuales en torno a las dos categorías orientadoras: la performatividad educativa y el espacio biográfico y, de manera tangencial, el concepto de cuerpo como lugar de objetivación del régimen performativo.

Respecto a la performatividad, quizá sea pertinente anticipar que el concepto, en esta investigación, corresponde a la proyección de la propuesta analítica que Stephen Ball (1987, 2003a, 2003b; Ball y Youdell, 2007) denomina “performatividad educativa”, una reorientación de las tesis de Lyotard, en La condición posmoderna (1991) y Butler en Deshacer el género (2006), El género en disputa (2007) y Cuerpos que importan (2002). Ambos, a su vez, desarrollan en nuevas direcciones el concepto inaugural de Austin (1971) sobre el “performativo” o “realizativo” en los actos de habla. La adjetivación del término inaugural que hace Ball, tomando distancia de sus predecesores, le sirve para ocuparse de las tecnologías políticas de la educación “micropolíticas” en el marco de los “análisis organizativos” o de la sociología de las organizaciones, aunque lo haga, justamente, desde una perspectiva crítica frente a las grandes tradiciones instaladas.

La performatividad educativa, definida como cultura y como tecnología política es, según este autor, un intento de comprender la organización y sus efectos en las personas a partir del incremento vertiginoso de sistemas de clasificación y numeración como indicadores de desempeño de las instituciones educativas, los profesores y los estudiantes.

Como la mercantilización y el management, la performatividad educativa es una tecnología política que produce cambios profundos en la educación y también en las vidas de los profesores, inducidos, entre otros aspectos, a pensarse a sí mismos en función de su productividad académica, del número de publicaciones indexadas y del volumen y valor de los reconocimientos que se les ofrecen en tanto contribuyen a satisfacer las demandas de “la lucha por la perceptibilidad: la base de datos, la reunión evaluativa, la reseña anual, la redacción de informes, la publicación regular de resultados y solicitudes de ascenso, las inspecciones e informes de pares” (Ball, 2003a, p. 93), que constituyen, hoy por hoy, más allá de la docencia y la investigación, la mayor preocupación de profesores e instituciones para hacerse visibles, competir, mantenerse y beneficiarse del nuevo y floreciente mercado educativo que constituye el verdadero vector de las otras tecnologías políticas educativas.

En efecto, como señalan Bolívar (2012), Laval (2004), Luengo y Saura (2012, 2013), Zambrano (2014), Ball (2003a), Ball y Youdell (2007), Vega (2015) y un número creciente de autores que se han ocupado de la mercantilización de la educación, los movimientos de reforma educativa que en los años ochenta impulsaron desde Inglaterra y los Estados Unidos la privatización del servicio, introdujeron también los dispositivos de gestión y control que, como señalan Ball y Youdell (2007), serían formas encubiertas de la privatización, de cuyo aparato discursivo se ocupan, justamente, el discurso y las políticas de calidad promovidas por las grandes agencias internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) con propuestas que integran los incentivos económicos a los profesores de mejor desempeño, los mecanismos de gestión para la institución y diversas estrategias discursivas como la de la excelencia, que termina traduciéndose en medición, en tributo a los resultados y los números, y que se hacen visibles en los programas internacionales de medición de desempeños educativos de los países asociados, tales como las pruebas PISA (Programme for International Student Assesment) de la OCDE, las TIMSS (Trends in International Mathematics and Science Study) y las PIRLS (Progress in International Reading Literacy Study) como pruebas de evaluación de la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo (IEA).

La performatividad, afirman Luengo y Saura, sería “el resultado de la actuación de dos tecnologías políticas: las nuevas formas de gestión empresarial en la educación y las prácticas de gestión de resultados en la docencia” (2013, p. 141), cuyos efectos más profundos remiten a los cambios en los modos de relación e interacción profesional y personal, en la identidad de los profesores, el valor del trabajo y las relaciones de poder en las instituciones. Lo que se pone en juego, según Ball, es “la competencia por recursos, seguridad y estima” (2012a, p. 106) en la que se entrecruzan intereses materiales y personales y se establecen nuevas relaciones sociales de la práctica movilizadas, según Lingard y Blackmore (citados por Ball), por las estrategias de responsabilización (accountability) y el emprendedurismo de la educación superior.

La analítica que Ball despliega para el estudio de la performatividad se propone como una descomposición de un nuevo discurso de poder de sus “resistencias y acomodaciones” en las que no solo se revela la subjetividad, sino también los modos de regulación y funcionamiento de las organizaciones en las que el poder se desplaza del espacio-tiempo de los sistemas de producción como fábricas u oficinas hacia “las bases de datos, la evaluación anual, la elaboración de informes y los formularios para la promoción, las inspecciones, la evaluación de pares” (2012, pp. 104-105) como formas discursivas institucionales que instauran la legitimidad y desde cuyas “fabricaciones”, según define Butler (1993), al sistema de signos corporales y discursivos, se reasegura el valor de verdad cuyo fin último no es la verdad en sí misma sino su efectividad en el mercado o en el gerenciamiento de la imagen. De esta manera, la performatividad, puesta en el discurso institucional, “fabrica” sujetos y verdades.

Esta característica sustancial de la performatividad del discurso que funciona en el conjunto de dispositivos desarrollados por el management y la performatividad educativa es, pues, el anclaje teórico con el que se aborda el fenómeno del discurso managerial de la educación superior y que conecto en varios aspectos con la teoría del discurso social de Angenot (1999, 2010), justamente porque puede conectar dispositivos discursivos de performatividad con los procesos semióticos y pragmáticos de saturación, expansión, legitimación, control y mandar a hacer, que muestran el cómo de lo performativo en el discurso y las prácticas educativas de la organización de la universidad contemporánea.

Por otra parte, en relación con el concepto de cuerpo, las búsquedas están orientadas a tratar de responder a la intuición de si era posible analizar el cuerpo como cuerpo docente y, aunque no encontré suficientes datos al respecto, el texto de Derrida (1982) vino a constituirse en una piedra angular para “leer” ciertos datos del corpus estudiado como indicadores de la corporalidad docente en tanto performatividad. Sin embargo, es el concepto de cuerpo, en la línea teórica que lo recupera Merleau-Ponty (2003), el hilo conductor que orientó las búsquedas mientras seguía la línea histórica del sujeto moderno al sujeto de la posmodernidad.

Para el interés investigativo de este proyecto (si agregamos otro dato a su biografía), el sujeto como abstracción filosófica no resolvía las inquietudes acerca de lo que podían experimentar los profesores universitarios en relación con sus experiencias de vida profesional, pues ni el concepto de sujeto en su devenir histórico, de Descartes a Foucault, ni los procesos que lo habían constituido en sus vínculos con el poder y el saber, de los que se ocupó Foucault en todo su proyecto filosófico, me resultaban los más adecuados para observar lo que ya había señalado Merleau-Ponty: “Los otros hombres jamás son para mí puro espíritu: solo los conozco a través de sus miradas, sus gestos, sus palabras, en resumen, a través de su cuerpo” (2003, p. 48). En esta línea se iniciaron las búsquedas que proponen que el sujeto es, ante todo, corporalidad o, como señala Muñiz (2014), carnalidad, desde la que debe superarse la escisión del sujeto:

La fragmentación de los sujetos a quienes se les disocia de su carnalidad pues, de la división cuerpo-sujeto, reafirman la separación cuerpo-mente; con eso se profundiza el pensamiento cartesiano que tan abrumadoramente sigue explicando el mundo a los contemporáneos. (p. 9)

Pensar el cuerpo como escisión del sujeto parece, pues, la forma “natural” de concebirlo y de perpetuar, aun en la investigación sobre este, la herencia cartesiana. No obstante, otra es la realidad cuando el cuerpo se torna objeto de reflexión o problematización, pues, como señala Muñiz (2014) retomando al antropólogo francés Le Breton, el cuerpo resulta una realidad inaprensible, cambiante y contradictoria. Por eso, la necesidad de pensarlo en su devenir histórico, no como “lo dado” sino como una producción cultural y social cuya comprensión supera la dicotomía cuerpo/mente o, en términos más contemporáneos, sujeto/cuerpo, y definido mejor como producción, es decir, como resultante de fuerzas que, en términos de Foucault, remiten al saber y al poder; pero también, en la perspectiva del “giro practicista” de Schatzki et al. (2001), recogido por Muñiz, producto, él mismo, de sus propias prácticas “tales como el conocimiento, el significado, la actividad humana, la ciencia, el poder, el lenguaje, las instituciones sociales” (p. 13). De allí la tesis de la autora en el sentido de “estudiar a los sujetos encarnados desde el campo de las prácticas, pero no solo en su carácter de mediador sino como producto de ellas mismas: en este caso hablamos de prácticas corporales” (p. 13).

El sujeto como corporalidad no preexiste en relación dicotómica, el cuerpo no es cosificación e instrumento del pensamiento sino una producción simbólica, cultural, determinada por el conjunto de prácticas corporales que, en perspectiva amplia, se extienden a las denominadas por Mauss (1971) como “técnicas del cuerpo” y cuya actualización teórica podría leerse in extenso en el concepto de antropotécnicas que plantea Sloterdijk (2012) y en los propios trabajos de Muñiz; aunque en el caso de Sloterdijk deba advertirse que se trata mejor del concepto de ejercicio que puede conectarse con el de prácticas corporales en y a través de las cuales el hombre se constituye y construye a sí mismo a través de la repetición:

Ya es tiempo de desenmascarar al hombre como a un ser vivo surgido por la repetición. Así como el siglo XIX estuvo, en lo cognitivo, bajo el signo de la producción, el siglo XX bajo el de la reflexividad, el futuro deberá ser pensado bajo el signo del ejercicio. (Sloterdijk, 2012, p. 17)

El ejercicio, como reiteración de la práctica, cualquiera que ella sea, aparece, desde esta perspectiva, como vector de la corporalidad, no solo porque sea en sí mismo una forma de práctica, sino porque en tanto repetición asegura la consolidación de las prácticas. Y en este punto es indefectible el vínculo entre performatividad y cuerpo dado que, si la performatividad es también, según Derrida y Butler, iterabilidad o repetición, y el cuerpo se hace también por repetición, lo que queda por aclarar son los límites entre uno y otra y también las formas como se entrelazan y articulan.

Entender el sujeto desde el cuerpo y las prácticas corporales nos sirve en este proyecto para pensar la forma en que los profesores universitarios incorporan el conjunto de dispositivos de la performatividad y los expresan y recepcionan como corporalidades. “El hombre vuelve a ser la medida de todas las cosas, porque ha recuperado sus tesoros (lo inconsciente, lo vivo, lo material en el sujeto)” (Ibáñez, 1991, p. 91).

Dar cuenta de la performatividad desde el cuerpo como lo hace Butler y lo reclaman los nuevos estudios de las corporalidades, no elude, sin embargo, adscribir el debate en torno a este “como lugar fronterizo entre el adentro y el afuera” (Torras, 2015, p. 17), en el que se juegan posturas disciplinares y enfoques particulares de la antropología, la sociología, la psicología y la psiquiatría. En el mismo sentido, es preciso aclarar las distancias teóricas del cuerpo como materialidad visible, como conjunto organizado (orgánico) (Gonçalves, 2017), como cuerpo social y en relación con los procesos políticos, según Turner (1989), quien, en la línea de Foucault, se ocupa de estudiar cómo se regulan los cuerpos en la espacialidad y cómo se controla el cuerpo interior a partir de su representación exterior. El abordaje teórico supone, igualmente, considerar el cuerpo en su potencia, el cuerpo en tensión del que se ocupa Deleuze y de cuyas reflexiones sobre la materia se nutre gran parte de la aproximación al concepto de performatividad, sus resistencias y acomodaciones en este informe:

Lo que define a un cuerpo es esta relación entre fuerzas dominantes y fuerzas dominadas. Cualquier relación de fuerzas constituye un cuerpo: químico, biológico, social, político. Dos fuerzas cualesquiera, desiguales, constituyen un cuerpo a partir del momento en que entran en relación: por eso el cuerpo es siempre fruto del azar, en el sentido nietzscheano, y aparece siempre como la cosa más ‘sorprendente’, mucho más sorprendente realmente que la conciencia y el espíritu. (Deleuze, 1986, pp. 60-61)

Esa cosa sorprendente del cuerpo a la que se refiere Deleuze es la que se rastrea en las narrativas del Yo, en sus tramas discursivas, porque pensamos con Gonçalves (2017) que es posible recrear mediante las narrativas biográficas y ficcionales “el drama de su condición humana, abriendo espacio para la percepción de sí y, con eso, disminuyendo o anulando el cuerpo en crisis y la crisis del cuerpo” (p. 49). Hay en esto una apuesta ética, estética y política que busca comunicar hondamente lo que las analíticas objetivantes de la filosofía y de las ciencias sociales no logran alcanzar, a pesar de la profundidad rigurosa de sus dispositivos de veridicción.

La dramatización narrativa de la condición del sujeto, a través del cuerpo [...] se expande al ámbito de la dramatización de valores, del caos y de conflictos que se viven externamente, alcanzando necesariamente el público que, a través de la entrega empática, compartirá sus efectos inmediatos. (Gonçalves, 2017, p. 49)

Esta es también una razón que abre la puerta al desafío metodológico de narrar argumentando y argumentar narrando, justamente por esa dimensión fenomenológica que tiene tan poca cabida en la investigación social canónica.

Ahora bien, en relación con el espacio biográfico y algunas formas ficcionales que se usan como recursos analíticos, se puede anticipar que el espacio autobiográfico que propuso Lejeune (1994) para salvar el debate entre las pretensiones de verdad de la autobiografía, que él defendía, y la verdad de la ficción novelesca, es un concepto construido sobre la idea de un pacto entre quien escribe y cuenta su vida y el lector, el pacto autobiográfico, en el que, ante la imposibilidad de establecer fronteras claras en la estructura textual y ante la evidencia de la irrupción de la ficción en uno u otro género, acuerdan, tácitamente, cómo ha de ser leída la obra: si como ficción o autobiografía. Esa idea de pacto, de relación contractual entre lector y autor es la que permite que el lector integre “las diversas focalizaciones provenientes de uno u otro registro, el “verídico” y el ficcional en un sistema compatible de creencias” (Arfuch, 2010, p. 48), y que, salidas del plano de lo estrictamente autobiográfico, puedan extenderse hacia otros tipos de registros discursivos (entrevistas, filmes biográficos, historias de vida) que llevan a Lejeune a intuir la existencia de un espacio biográfico del que la autobiografía no sería sino una de sus manifestaciones.

Es en este punto en el que Arfuch desarrolla el concepto de espacio biográfico (espacio/temporización) que ancla en la teoría de los géneros discursivos de Bajtin (1982) y le permite extender el campo del espacio biográfico a esa heterogeneidad de registros mediante los cuales ocurre la interacción y en cuya dinámica acontece la prefiguración del otro como parte constitutiva del enunciado. La teoría bajtiniana del dialogismo y la dimensión heteróclita del discurso están en la base de la composición del concepto que recoge la narrativa vivencial y “abarca prácticamente todos los registros, en una trama de interacciones, hibridaciones, préstamos, contaminaciones, de lógicas mediáticas, literarias y académicas” (Arfuch, 2010, p. 53) que hacen, justamente, que el concepto de espacio biográfico resulte tan potente para dar cuenta, desde múltiples registros discursivos, de los efectos y afectaciones de la performatividad en las subjetividades docentes de que se ocupa esta investigación, pues en la emergencia del otro se manifiestan las tonalidades de su afectividad que, como ya ha advertido Gonçalves, “se prestan a pensar lo desnudo en la relación con lo privado y con lo público, a pensar la individualidad en la colectividad, o a ponderar sobre la condición humana” (Gonçalves, 2017, p. 49).

Las narrativas vivenciales, como manifestaciones heteróclitas del espacio biográfico, hacen visibles los procesos de subjetivación que se manifiestan en los múltiples registros que pueden emplearse desde la entrevista biográfica, el registro gráfico audiovisual y aun la narrativa de ficción, pues el soporte epistemológico de su valor en la investigación social no está condicionado por la autenticidad de la materia narrada, en el enunciado, en términos de Benveniste (1983), sino en el valor de la vivencia, en la forma como transcurren las vidas en las que se suman las experiencias compartidas, plano de enunciación, en el que se construyen las subjetividades.

El espacio biográfico, como narrativa vivencial, articula indisociablemente el yo y el nosotros, desdibuja los límites entre lo público y lo privado, articula testimonio biográfico y ficción en tanto creación e, instaurado en las lógicas de la identidad narrativa (Ricoeur, 1996), hace visibles esas circunstancias de la identidad que cambia con el tiempo ipseidad y la mismidad en tanto identidad formal y sustancial que trazan el recorrido de una vida, la trama (Ricoeur, 2004) que expresa el qué: la suma de acontecimientos, episodios y apreciaciones sobre estos y del cómo asume y expresa el yo narrador su subjetividad.

Estas características del espacio biográfico, como narrativa vivencial, sus vínculos con la subjetividad, sus manifestaciones encarnadas en el entramado discursivo de los géneros primarios y secundarios según la diferenciación de Bajtin (1982), los hilos tejidos con la memoria, la temporización, la metáfora y la ficción son el derrotero teórico que informa la conjunción entre performatividad, cuerpo y ficción en este ejercicio investigativo.

Justamente en lo que refiere a la ficción/ficcionalización, el encuadre teórico que intenta poner la ficción literaria como parte del dispositivo heurístico de la performatividad educativa y el espacio biográfico nos lleva a rastrear los sentidos de la ficción y sus alcances en la figuración de las verdades que podemos instalar inicialmente en los trabajos de Ricoeur (2006) e Iser (1997) al establecer el cruce de fronteras entre ficción y literatura:

Ficción y Ficcionalización comprenden una dualidad, cuya naturaleza depende del contexto: las mentiras y la literatura son los diferentes resultados del proceso de duplicación y cada una sobrepone las fronteras de su realidad contextual con sus propios modos. Considerando que esta dualidad precede sus formas de realización, el cruce de fronteras puede concebirse como la característica principal del proceso de ficcionalización. [...] Si hoy en día las ficciones literarias no son culpadas de mentir, de todos modos, están estigmatizadas como irreales, sin tomar en cuenta el rol vital que juegan en nuestra experiencia diaria. (Iser, 1997, p. 2)

Esta condición de lo ficcional ayuda a resaltar la dimensión antropológica de la ficción literaria que defiende este autor y el debate epistemológico sobre el alcance de la narrativa en la comprensión de lo social y en la construcción de la subjetividad (Ricoeur, 2006; Arfuch, 2010), la novela como dispositivo interdiscursivo (Angenot, 1999), los aciertos y desaciertos de las formas alternativas etnopoéticas y narrativas ficcionales en experiencias de investigación (Denzin y Lincoln, 2012), y trabajos recientes que integran el lenguaje canónico de la investigación monográfica y los deslizamientos ficcionales como formas híbridas de representación de los hallazgos (Gómez, 2013).

Por último, aunque pareciera pretencioso señalar de aventura un proceso de investigación que en la tradición académica se configura mejor como una ruta trazada con puntos y bridas de anclaje perfectamente establecidos en la certeza del diseño metodológico, prefiero, en este caso, destacar el sentido de aventura, en tanto experimentación y avatar de un ejercicio de indagación y construcción teórica que, si bien responde a unos momentos analíticos descriptivo-explicativos, también experimenta con distintas tramas discursivas y la narrativa de ficción en algunos momentos del desarrollo investigativo.

Propuse, unas líneas arriba, que la perspectiva metodológica se hacía desde el esquizoanálisis, y aunque semejante afirmación resulte pretenciosa y, tal vez, desencajada para un ejercicio investigativo que quizá solo logre liberarse de los esquemas rígidos del formato, vale la pena aclarar los supuestos metodológicos mediante los que se juega la investigación y este informe, con el entendido de que si no alcanza a hacer un verdadero ejercicio esquizoanálitico, se habrá cumplido con la exigencia formal de pensar el enfoque y el diseño de la investigación y, probablemente, de defender las búsquedas y mecanismos metodológicos que se ponen a prueba:

El esquizoanálisis, más que un método, es una actitud que hace posible la experimentación política, ética, estética, existencial que no aspira a ningún título de ciencia. En él se comprende la subjetividad como producción colectiva (agenciamiento) de modos de estar en el mundo, [...] una “metodología experimental” anárquica, anomal, anexacta, múltiple y sin embargo rigurosa, nómada y maquínica. [...] una problematización crítica, una eventualización teórica, una Ficcionalización metódica. (Martínez y Ochoa, 2017, p. 235)

Y allí están contenidos, si no los procedimientos, los principios de una manera de proceder frente a sí y al mundo, que no es posible sin la “pluralidad” que defendían Deleuze y Guattari y que encuentro actualizada en la postura teórica de Arfuch, para defender su noción de espacio biográfico como “teoría sin fronteras” (2010).

Así entendidos, al menos en su reducción metodológica, espacio biográfico y esquizoanálisis rompen los límites de los dominios teóricos disciplinares, desbordan los cauces del método, hacen posible la “figuración” de propuestas analíticas creativas, dinámicas, que no se fijan en un esquema único, que no proceden como necesarias e inmodificables; más cercanas quizá a las etnopoéticas, las performances, los ensambles (Denzin y Lincoln, 2012), las narrativas biográficas (Arfuch, 2013) y, en últimas, las formas multimodales del discurso (Kress y van Leeuwen, 2001a) y otras apuestas periféricas de indagación social, que podrían considerarse del mismo orden y que responden a la premisa ya planteada de que el método, particularmente en estudios sociales, es una construcción contingente, alineal, polimorfa que funciona de manera estratificada y susceptible de aleaciones, recortes, extensiones, transfiguraciones que, operadas con la debida “precaución metodológica”, extenderían su potencial analítico, mostrativo, representacional y persuasivo, como parece reclamarse de las actuales propuestas e informes de investigación en estudios sociales. No se trata, por supuesto, de fundir en una suerte de amalgama todas las tradiciones metodológicas, sino de señalar las posibilidades de uso de diversos recursos analíticos selectivos como formas de experimentación metodológica y, en consecuencia, de ampliación de los horizontes comprensivo-expresivos de la investigación social y, de manera particular, de las respuestas que hallemos a los interrogantes y objetivos que nos planteamos en esta investigación en las que el discurso es un dispositivo zigzagueante.

Puesto en perspectiva, el discurso es, con mucho, un objeto, un problema y un recurso central de la investigación social de la que la performatividad, siendo discursiva, es solo un corolario, pues no se la puede estudiar aislada del “conjunto de prácticas mediante las cuales la sociedad se objetiva en textos y en lenguajes” (Angenot, 2010