¿Qué haré con mi preocupacion? - David Egner - E-Book

¿Qué haré con mi preocupacion? E-Book

David Egner

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Beschreibung

"La oración de la serenidad" es un buen lugar para comenzar. Muchas personas han encontrado paz mental en las siguientes palabras: "Señor, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las que puedo cambiar, y la sabiduría para entender la diferencia." La Biblia de las bases para esta oración. Pero también da mucho del corazón de Aquel que nos ha pedido que le llevemos nuestras cargas. En "¿Qué haré con mi preocupación?, el escritor Dave Enger identifica las ansiedades que acaban con nosotros y nos da la verdadera base para creer que hay un Dios que quiere que encontremos serenidad, valor y sabiduría en Él. - MARTIN R. DE HANN II

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Título del original: What Can I Do With My Worry?

ISBN: 978-1-68043-513-9

Foto de cubierta: © RBC Ministries, Terry Bidgood

SPANISH

Las citas de las Escrituras provienen de La Bíblia de Las Américas © 1986,1995,1997 por The Lockman Foundation.

© 1994, 2008, 2012 Ministerios RBC. Todos los derechos reservados.

La producción de libros electrónicos: S2 Books

CONTENIDO

Capa
«¡Estoy preocupado!»
¿Qué es la preocupación?
¿Por qué nos preocupamos?
¿Qué podemos hacer con la preocupación?
Centrar nuestra atención en Dios
Confiar más allá de nosotros mismos
Conversar con alguien que esté interesado
Colocar nuestras ansiedades sobre el Señor
Estudio de un caso bíblico
La historia de Joanie
La mayor preocupación

¿QUÉ HARÉ CON MI PREOCUPACIÓN?

«La oración de la serenidad» es un buen lugar para comenzar. Muchas personas han encontrado paz mental en las siguientes palabras: «Señor, dame serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que puedo y sabiduría para entender la diferencia».

La Biblia da las bases para esta oración, pero también ofrece mucho más. Las Escrituras hablan mucho del corazón de Aquel que nos ha pedido que le entreguemos nuestras cargas.

En las siguientes páginas, el escritor Dave Egner identifica las ansiedades que nos agobian y nos da la verdadera base para creer que hay un Dios que quiere que encontremos serenidad, valor y sabiduría en Él.

Mart DeHaan

«¡ESTOY PREOCUPADO!»

Eugenio y Juana estaban preocupados. Durante meses habían circulado rumores de que la fábrica donde Eugenio había trabajado durante 27 años iba a reducir entre un 25 y un 30% de su producción. Si eso era cierto, sin duda habría despidos en todos los niveles, incluido el de supervisor, como Eugenio. Se comentaba que la reducción de personal tendría lugar a fin de mes.

Eugenio y Juana estaban abrumados por la incertidumbre, bombardeados con preguntas sobre el futuro: «Si pierdo mi trabajo, ¿podré salir adelante? ¿Cómo seguiré pagando la casa? ¿Qué vamos a hacer para tener seguro médico? ¿Qué clase de trabajo puedo conseguir a los 56 años de edad? ¿Tendrá Juana que volver a trabajar?».

Eugenio estaba cada vez más callado y aislado a medida que se acercaba el día 31. Juana despertaba a medianoche y no podía volver a dormirse. Estaban preocupados.

Eugenio y Juana eran creyentes. Asistían a la iglesia regularmente y se consideraban espiritualmente maduros. Creían que los cristianos no deberían preocuparse. «Dios se ocupará de ustedes», les decía su pastor. Ellos lo creían y oraban. Pero aun así, estaban preocupados.

Muchos somos como Eugenio y Juana. Nos preocupamos. La preocupación es uno de los desórdenes mentales más comunes. Para algunos, la preocupación está ligada a situaciones específicas que inducen al pánico y que dan como resultado la boca seca, una respiración entrecortada o lágrimas incontrolables. Para otros, es un temor crónico e indefinido de que algo terrible está a punto de ocurrir y que va a arruinar todo. Incluso para otros, es el temor de no agradar a la gente o de que los demás no aprueben cómo se visten o caminan.

Una mujer buscó consejo porque estaba preocupada por la salvación de sus hijos adultos. Despertaba por las noches pensando en eso. Examinó su corazón una y otra vez para ver si realmente creía que Dios podía salvarlos. La preocupación la inutilizaba y tenía que hacer algo al respecto.

Como seguidores de Cristo, es indudable que no somos inmunes a la preocupación. Estamos viviendo bajo las mismas presiones de la sociedad que los demás. Además, incluso a veces nuestras convicciones espirituales pueden ser fuente de preocupación. Deseamos ser los padres o los cónyuges cristianos perfectos. Queremos dar un buen testimonio a nuestros vecinos. Y nos preocupamos por eso. Aun podemos preocuparnos porque nos preocupamos. Sabemos que no deberíamos hacerlo, pero seguimos preocupándonos. No sabemos qué hacer.

Creer que uno no debe preocuparse puede ser una razón más de preocupación.

El propósito de este librito es ayudarnos a ver, desde un punto de vista bíblico y práctico, lo que podemos hacer con nuestra preocupación. Al comprender qué significa, por qué nos preocupamos y lo que la Biblia dice al respecto, podemos convertir nuestra preocupación en crecimiento espiritual.

¿QUÉ ES LA PREOCUPACIÓN?

A ntes de recurrir a la Biblia para ver qué podemos hacer con nuestra preocupación, sería útil contestar algunas preguntas básicas sobre este concepto.

¿Qué es la preocupación? Es un sentimiento de inquietud, de aprensión o de miedo. Generalmente, está relacionado con pensamientos negativos de algo que podría pasar en el futuro: «¿Qué haré si mi esposo viene perturbado y enojado?»; «¿le irá bien a mi hija si ingresa en la universidad?»; «¿podremos pagar las cuotas si compramos esa casa?»; «¿sobreviviremos al próximo terremoto?».

Las personas que se preocupan viven en el futuro. Pasan una cantidad de tiempo desproporcionada especulando sobre lo que podría ocurrir, y luego, temiendo lo peor.

La palabra primaria del Nuevo Testamento para preocupación (merimnáo)