Que se corra el telón - José María Moragues - E-Book

Que se corra el telón E-Book

José María Moragues

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Beschreibung

Hay un conocimiento espiritual, cuyo mayor nivel al que podemos acceder es la revelación de la persona de Dios, esa que nos conduce a una experiencia con él. El hombre que porta el título de sabio entre los antiguos, el Rey SALOMÓN, nos dejó rastros de ese conocimiento profundo en su obra Cantar de los Cantares. Poner a nuestro alcance la virtud, guiándote a descubrir la riqueza detrás de la metáfora de vida del compositor de la historia, es mi invitación y privilegio. Conducirte al avivamiento espiritual y personal que produce la intimidad con el amado es la pretensión mas alta de este libro. Allí, en la intimidad con Cristo, es donde solo permanece lo verdadero, lo auténtico. Es ahí, en la conciencia de la divina y gloriosa presencia, donde no somos cambiados, sino que somos transformados.

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JOSÉ MARÍA MORAGUES

Moragues, José María

   Que se corra el telón / José María Moragues. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2020.

   Libro digital, EPUB

   Archivo Digital: online

   ISBN 978-987-87-1185-0

   1. Religión Cristiana. 2. Espiritualidad. I. Título.

   CDD 248.4

EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA

www.autoresdeargentina.com

[email protected]

Todas las transcripciones que utilizan el texto bíblico de Cantares, en esta obra, pertenecen a la versión de la Biblia RV60. Propiedad deSociedades Bíblicas Unidas.

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Índice de contenido
Portada
Créditos
Índice
Introducción – La revelación del Rey y su amada
La revelación del Rey y su amada
Capítulo 1
Un telón para correr
Capítulo 2
Despreciando lo que para otros vale
Capítulo 3
Enfermándonos de amor por él
Capítulo 4
Despierta amada, despierta
Capítulo 5
Tiempo de reforma
Capítulo 6
Transformados por su presencia
Capítulo 7
Temporada de frutos
Apéndice
Una esposa para el Rey
Conclusión

A Silvia, mi par, compañera, alma gemela, a quien debo el descubrir del amar en la dimensión de pareja, y a quien mis escasos logros rinden culto de admiración.

Por ella, mi esposa, es esta obra.

INTRODUCCIÓN

La revelación del Rey y su amada

El propósito de este material es descubrir el tesoro de revelación que subyace tras la historia de amor de pareja más maravillosa que encontramos en la Palabra. 

Esta relación entre el rey y su amada tiene una doble naturaleza. La primera, terrenal y natural, basada en la historia real de amor entre el rey Salomón y el gran amor de su vida, la sulamita. La segunda, espiritual y sobrenatural, describiendo la relación de Cristo el Rey de Reyes y Señor de Señores y su esposa la iglesia, destinada a gobernar juntamente con él y ser cabeza de todo lo creado Efesios 1: 21- 23. Su iglesia entra a sus cámaras, la habitación del rey, a experimentar sus amores; y sale de ella a sentarse en su trono de autoridad, a su derecha, para ejercer dominio sobre todo lo creado. Su amor por ella es tan grande que así como Salomón describe su amor por su esposa con estas palabras, el Espíritu Santo proclama su amor sobre la iglesia con las mismas expresiones.

“¿Quién es ésta que sube del desierto,Recostada sobre su amado?Debajo de un manzano te desperté;Allí tuvo tu madre dolores,Allí tuvo dolores la que te dio a luz.Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;Porque fuerte es como la muerte el amor;Duros como el Seol los celos;Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.Las muchas aguas no podrán apagar el amor,Ni lo ahogarán los ríos.Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,De cierto lo menospreciarían.”

Cantares 8: 5- 7.

Revelación

Hay un manto de revelación cuyo mayor nivel al que podemos acceder es la revelación de su persona, esa que nos conduce al conocimiento experimental de él.

Conducirte al avivamiento que produce la intimidad con el amado. Esta es la pretensión más alta de este libro. 

Allí, en la intimidad con Cristo Jesús, es donde solo permanece lo verdadero, la auténtico. Es ahí, en la gloriosa presencia, donde no somos cambiados, sino somos transformados por él. 

¿Para quién es este material? 

Este escrito es para encenderte. El está destinado para quienes tienen hambre de Dios. Para producir mayor hambre. Por experiencia se que el Señor quiere saciarte, y esa saciedad va a producir más hambre y una mayor saciedad en un inagotable y eterno círculo virtuoso que te sumergirá en la inmensidad de su majestad. 

Todos necesitamos ser encendidos en avivamiento. Pero los líderes, apóstoles y profetas primero, luego evangelistas, pastores y maestros, sabiendo que nadie puede llevar a otro, a un lugar al cual no conoce el camino, o no ha estado allí antes. Pero el avivamiento es para todos, recuerde que el sueño de Dios es “… sobre toda carne…” A ellos, a todos, debemos guiar a la experiencia con Dios, la de su conocimiento. Reconozca ministro, que sus discípulos reciben lo que usted es y hace, antes que reciban lo que dice o enseña. Tenemos la altísima responsabilidad ante Dios de guiarlos a su presencia, a su intimidad, “… a la recámara del rey…”; un lugar que debiera sernos muy familiar, frecuente y fogoso, tanto como nuestro lecho matrimonial es. 

También, este escrito, es para todos los que están cansados, agobiados de la religión. Déjame recordarte que la religión es contada por el apóstol Pablo entre los “… rudimentos de este mundo…” y que esta consiste en tratar a Dios de oídas, sin la experiencia de vida que implica la verdadera espiritualidad que solo hallamos en la intimidad con él. Religión es la conducta y creencias del hombre sin la iniciativa de Dios, sin su presencia. Pero si esta es tu vivencia déjame prepararte con una oración. “—Hijo, te desato de las garras de la religión y te entrego a la intimidad con tu Rey y tu Señor, en el nombre de Jesucristo. Amén.”

¿Y el avivamiento, donde está?

La iglesia ha orado por el avivamiento, ha predicado el avivamiento, ha buscado el avivamiento, ha enseñado, ha profetizado el avivamiento. Les ha dicho avivamiento a cosas que no lo son. ¿Pero este donde está?

Es cierto que ya está entre nosotros, es cierto que Jesús se acerca a nosotros con pasos agigantados. Pero ¿Cómo entro en él? ¿Cómo entro en el avivamiento?

Lo que voy a soltar sobre tu vida no es nada más que mi experiencia, no es una teoría, es mi vivencia. No es un estudio bíblico. Esto es lo que me llevó a una vida de pasión, a impartirlo sobre mis hijos ministeriales en la provincia de Santa Fe, Argentina, para dar a luz una iglesia apasionada por Cristo. Hoy como hijo maduro, una de mis funciones es cuidar del fuego en el altar de Dios, esto es imposible sin la pasión, la búsqueda ardiente de la intimidad con el amado. 

Dios me ha hablado y mostrado que sin la prioridad en la palabra rhema y la oración ferviente, no es posible cuidar el fuego del altar de Dios.

Todo comenzó en la intimidad con el amado. Ahí aprendí cuanto soy amado, celado; ahí Dios me mostró que él se conmueve ante mi presencia, tanto o aún más de lo que yo me conmuevo ante la suya, que soy el objeto y destino de su amor. Ahí como dijo Jesús, “… cerrada la puerta…” Mateo 6: 6, ¿Para qué cerrada la puerta? Es que se va a encender la pasión, va a producirse la intimidad en el espíritu. 

Prepárate para entrar en la cámara secreta, allí Dios se va a revelar a tu vida, cuando como iglesia, esto es como su esposa estés desesperada por él. 

Permíteme una palabra de fe. Este material va a impartir y activar tu vida para despertar la pasión por él. Por la gracia de Dios este manto está, por el Espíritu sobre mi vida. Es lo que está sobre mi vida, y si pones demanda sobre este manto va a venir sobre tu vida ahora. Esta es mi oración: Imparto la pasión por Cristo el Señor, que no solo es el deseado de las naciones, sino también el deseado de mi corazón y del tuyo hoy. Bienvenido a una vida llena del conocimiento revelado del Señor. Cada vez que salgas de la habitación, habiéndose él descubierto ante ti, como lo desea hacer desde el principio, no vas a poder ser el mismo, sino que serás transformado por su gloria. 

Capítulo 1

Un telón para correr

“Cantar de los cantares, el cual es de Salomón.” 

Cantares 1: 1. 

La expresión: Cantar de los cantares nos habla de cuál es la naturaleza del escrito que va a ser la base para lo que hemos de alcanzar en esta obra. Esta expresión corresponde a la presentación del libreto de un musical; una obra cantada, con personajes reales y pensada para la representación teatral. 

Dentro de las capacidades del rey Salomón, el hombre más sabio de la tierra, se encontraban las de un eximio artista. Tan bueno que la escritura nos cuenta que: “Era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los egipcios. Aun fue más sabio que todos los hombres, más que Etán ezraíta, y que Hemán, Calcol y Darda, hijos de Mahol; y fue conocido entre todas las naciones de alrededor. Y compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco.” 1º Reyes 4: 30- 32. 

Evidentemente estamos frente a alguien abocado a las artes, que al escribir la poesía de este libro, inspirado en su propia historia de amor dio lugar al más excelente de los cantares de Salomón, el cual al leerlo nos dejará con la boca abierta, causando tu admiración. Pero que cuando reconozcas al autor real de esta obra, quien la sopló, inspirado en la más impresionante historia de amor jamás protagonizada, la de Cristo y la iglesia, entonces esto te cambiará la vida. 

Prepárate para sentir esta obra del Espíritu Santo, el descubrirá su amor por ti. Prepárate en oración porque está a punto de correrse el telón. Entonces pues: ¡¡¡Que se corra el telón!!! 

Revelar es correr el velo

Cuando hablamos de revelación, es prioritario que ajustemos el significado de lo que quiero decir y así poder alcanzar la dimensión de revelación que este libro pretende activar sobre usted.

Dios desea darse a conocer de manera precisa, íntima. Él, como ningún otro, anhela descubrirse al hombre y darle a conocer su amor. Se muestra en cada una de sus creaciones. Se manifiesta en cada circunstancia alrededor nuestro, de tal manera que nada hay fortuito o casual en nuestra vida, sino que todo lo que sucede en nuestro entorno es la acción de un Dios que desea revelarse a nosotros; un Dios cuya gloria está velada, cuya presencia está cubierta, escondida, siendo un misterio para nosotros; algo que espera ser descubierto, algo que espera por ser revelado.

Si creo en Jesús entonces tengo acceso a los tesoros de las escrituras y más; pero cuando me doy a él, entonces tengo acceso a los tesoros del reino.

La Biblia, la palabra escrita de Dios, es una fuente mayor de revelación. En ella encontramos dirección para acercarnos a Dios. Ella es un tesoro inagotable de sabiduría espiritual. En esta palabra soplada, inspirada por Dios mismo, es que encontramos la llave para la revelación de lo espiritual, la cual es Cristo Jesús, llave de acceso a todos los tesoros de las escrituras. 

Jesús es otro nuevo nivel, mayor aún, de revelación de la persona de Dios. El es el verbo hecho carne, el gran yo soy manifestado como hombre. Con las necesidades del hombre, nuestras debilidades, nuestras luchas, atracciones, y sujeto a las leyes que ponen límite a la existencia de todos nosotros. Hambre, sed, dolor, sentimientos contradictores, todo lo humano estaba en él. Sin embargo, nunca dejó de ser Dios. Solo se obligó durante sus treinta ya tres años de vida, a no usar sus derechos como Dios, para concretar su obra de abrir el reino de Dios a los hombres mediante el derramamiento de su sangre, su vida misma vertida para limpiar mis pecados y devolverme a la relación con él. 

 Si creo en Jesús entonces tengo acceso a los tesoros de las escrituras y más; pero cuando me doy a él, entonces tengo acceso a los tesoros del reino. 

Así como sin fe no hay revelación, es que sin obediencia no hay fe.

Tal nivel de revelación implica a la persona de Jesucristo, que el mismo dijo que quien le ha visto a él ha visto también al padre. 

Todos estos niveles de revelación son activados mediante la fe. Sin fe no hay revelación. Tome en cuenta que la obediencia es el principal ingrediente de la fe. Y así como sin fe no hay revelación, es que sin obediencia no hay fe. Primero es la fe, luego la obediencia, pero la obediencia es la prueba de la fe. Creo lo que hago, no lo que digo. La obediencia a la fe es clave para entrar a cada uno de los niveles de conocimiento de Dios. Sin fe no puedo percibir nada de lo espiritual, y Dios es espíritu como dice su palabra. Sin fe no hay acceso a Dios. La fe me conecta con la más grande de las verdades, la existencia del Dios de amor. Y cuando yo respondo con fe, entonces él responde con mayor revelación y al recibir mayor revelación de su persona es imposible no enamorarse más y más de este Dios de amor. 

Un nuevo y mayor nivel de revelación es el que a través del Espíritu Santo, Dios da a aquellos que le aman. Esto es a quienes por medio de la fe y la obediencia alcanzan la gracia mayor del camino del conocimiento revelado. Yendo de gloria en gloria, esto es de revelación en revelación, accediendo a los tesoros de Dios, sus riquezas en gloria. 

Contraste entre saber y conocer

El Saber es con el intelecto, al nivel de la razón; el Conocer, es con el espíritu a nivel de la experiencia.

La revelación es una obra sobrenatural de Dios, una obra de su poder. No es saber, es una experiencia, una vivencia personal. A Dios se accede solo por el conocimiento revelado. Sus más grandes tesoros también se acceden por revelación. 

El Saber es con el intelecto, al nivel de la razón; el Conocer, es con el espíritu a nivel de la experiencia.

La revelación es entonces una iniciativa de Dios a aquellos que responden a la obra de Cristo con fe, obediencia y amor. 

La palabra de Dios nos cuenta en 2º Corintios 5: 1 “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.” Observe la expresión: “… nuestra morada terrestre, este tabernáculo…” del contexto entendemos que habla de nuestro cuerpo, nuestra vida, como un tabernáculo. Nuestra vida es como un tabernáculo, y así como el tabernáculo en el desierto tenía tres partes, nuestra vida terrenal también tiene tres partes, y cada una de ellas se corresponden entre sí. Lea 1º Tesalonicenses 5: 23 “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” 

Tres es el número de la construcción del hombre. Como Dios es trino, el hombre es trino, y el tabernáculo tiene tres partes.

El camino del saber es siempre por medios naturales. Por eso la enseñanza, que entra en el cuerpo por los sentidos, la vista, el oído, etc., llega al alma por este camino: primero el intelecto o la razón, luego las emociones, y tercero la voluntad. Este es el camino de la ciencia y de todo conocimiento empírico. 

Ya que la razón del hombre es demasiado finita para captar lo infinito, demasiado terrenal para acceder a lo espiritual, demasiado temporal para capturar lo eterno, demasiado lógica para creer lo sobrenatural, entonces no es por la razón o intelecto que accedemos al conocimiento de Dios, sino por la revelación. 

Escuche a Dios decir: “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” Isaías 55: 9. Es por este motivo que el valor de la teología es al menos cuestionable en cuanto a su aporte a la verdadera espiritualidad del hombre. Ya que la teología es el intento de la razón de alcanzar el conocimiento de Dios. Esto no es posible sin la revelación, la acción e iniciativa de Dios por su Espíritu. Los medios naturales del saber humano son escasos, impotentes para acercarnos a Dios.

La revelación es una iniciativa de Dios a aquellos que responden a la obra de Cristo con fe,obediencia y amor.

El Camino del Saber, más reconocido como sentido común, el cual, es el mismo que transita la ciencia o cualquier otro principio humano, o sabiduría secular, es hecho mío, recién cuando por la fe transita todo mi ser. Entra al cuerpo por los sentidos, audición, vista, etc., y alcanza mi alma por el intelecto cuando es entendido, va a mis emociones y por medio de la obediencia llega a la voluntad. Entonces accede a mi espíritu. Recién allí puedo decir que ese principio de sabiduría llega a ser realmente mío. 

No es por la razón o intelecto que accedemos al conocimiento de Dios, sino por la revelación.

Este es el camino de la sabiduría adquirida por las escrituras (GRAFO- en griego). Pero hay niveles mayores en la revelación, estos niveles son, la palabra viva o encarnada (LOGOS- en griego), y la palabra revelada (RHEMA- en griego). Esta última es la palabra de Dios para el hoy y ahora; esta es la palabra que me da acceso al reino de Dios para mí. Este es el nivel de revelación que necesitamos para apreciar el valor contemporáneo del libro de Cantares. Oro a Dios para que el te lo dé y esta obra sea de inspiración y guía para tu vida. 

Ejemplo: Romanos 8: 16 “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.” Observe a que nivel se produce el testimonio, a nivel del espíritu del hombre, esto es Conocimiento Revelado o Revelación. 

La revelación, siempre se recibe en el espíritu del hombre el cual recibe el testimonio del Espíritu de Dios. 

Siempre que viene una revelación a mi vida es para que yo haga algo.

Permítame destacar una verdad clave. Siempre que Dios toma la iniciativa y viene la revelación a mi vida, es para que yo haga algo. Por tanto, el Camino de la Revelación entra al alma del hombre por la obediencia y no por la razón. Algo tengo que hacer cuando recibo una revelación de Dios. Luego afecta mis emociones, y si es que Dios lo permite, lo entiendo, va al intelecto a la razón; posteriormente va al cuerpo al plano de la materia, lo visible. Esta secuencia o camino de la revelación siempre ha actuado así conmigo.

¡¡¡Hay un camino a Dios!!! El camino del conocimiento revelado. Si Jesucristo no te es revelado jamás llegarás a una experiencia con Dios. 

Revelación, una iniciativa del Espíritu de Dios

Cuando Dios creó al hombre, sopló sobre él poniendo el Espíritu, su aliento de vida Génesis 2: 7. Cuando comisionó a los apóstoles sopló diciendo recibid el Espíritu Santo Juan 20: 22. La palabra sostiene acerca de si misma que ella es el soplo inspiracional de Dios, esto significa que fue soplada por el Espíritu de Dios 2º Timoteo 3: 16. 

Si todo lo creado, aún la letra de la palabra, no lleva el soplo del espíritu no tiene vida. Si no es el Espíritu de Dios el que revela la palabra de Dios, entonces esta es estéril, solo letra muerta. 

Para que la palabra de Dios tenga sentido para mi hoy y ahora tiene que ser revelada por el Espíritu Santo. 

Para que la palabra de Dios tenga sentido para mi hoy y ahora tiene que ser revelada por el Espíritu Santo.

La revelación es una obra de Dios en la cual él toma la iniciativa de descubrir a mi espíritu lo que estaba velado u oculto; lo que era un misterio, algo que no podía alcanzarse por medios naturales, por la razón o la lógica; conocimiento que sobrenaturalmente es accedido por mi espíritu, porque a Dios en su soberanía le plació descubrírmelo. 

Atrayendo al Espíritu de revelación sobre mi vida

El Espíritu de revelación es el mismo Espíritu de Dios, Su Espíritu Santo, Dios mismo. Aquel que conserva para sí la iniciativa y la soberanía sobre los misterios de Dios.

¿Pero si la revelación es por iniciativa de Dios, puedo hacer algo para que Dios traiga revelación sobre mi vida? 

7 actitudes para atraer el Espíritu de revelación 

– Ejercer fe, creer, confiar.– Honrar, reverenciar, adorar y celebrar a Dios.– Tener hambre y sed de él.– Clamar, ayunar y velar.– Pactar con mis bienes.– Amar a Dios.– Servirlo totalmente. 

La respuesta a esta importantísima pregunta es un rotundo y determinante SI, puedo y debo hacer algo para atraer la revelación a mi vida. ¿Qué debo hacer? ¿Cómo puedo atraer la revelación sobre mi vida?

1- Ejercer Fe, creer, confiar 

Santiago 4: 8 “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.”, Hebreos 11: 6 “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” Lo que primero seduce a Dios es la fe. Ya hemos mencionado algo al respecto. La fe es esa antena que me comunica con el mundo espiritual, con lo eterno. La fe es el medio que Dios estableció para que me relacione con él. La fe es la primera ley espiritual para el hombre y su relación con Dios. Sin fe no hay ninguna posibilidad de acercamiento entre el hombre y Dios. Es obvio que no puedo esperar que se revele Dios a una vida que está seca, sin fe. Como condición inicial y para comenzar a hablar de revelación es necesaria la fe y con esta su manifestación clara, la obediencia. 

2- Dios se revela donde es honrado, reverenciado y adorado 

La honra desata el poder sobrenatural de Dios. Esto es lo que se ve como principio en el relato de Mateo 13: 53- 58. La causa por la cual Jesús no hizo muchos milagros en su tierra, en Nazaret, fue por la falta de honra vs. 57. Uno no desea permanecer donde no es reconocido. 

La honra desata el poder sobrenatural de Dios.

Otro principio que atrae a Dios mismo, a darse a conocer es el Temor de Dios, la reverencia que se da a Dios por saber quién soy yo en relación a él. Proverbios 2: 5 dice: “Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios.” Vea ahora el manto de Jesús profetizado por Isaías: “Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.” Isaías 11: 2. Observe que temor de Dios y conocimiento de Dios van juntos. Dios se revela, esto es se da a conocer, donde el temor de Dios está presente en una vida. 

La honra es importante, el reconocimiento de su persona a través del temor de Dios también lo es, pero la mayor importancia radica en la adoración. Dice la escritura que: “… los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” Juan 4: 23- 24. La adoración no es posible a menos que haya revelación de su persona, pero donde hay revelación de él y él es celebrado en adoración entonces esto desata mas y mayor revelación. Pero donde su persona no es adorada, entonces su gloria, la revelación de su persona es velada, es cubierta. 

Dios no descubre sus tesoros ni mucho menos se descubre a si mismo donde no es honrado, reconocido, adorado, exaltado y celebrado.

3- Hambre y sed de Dios

Salmo 63: 1- 2 dice: “Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas, Para ver tu poder y tu gloria, Así como te he mirado en el santuario.” Este salmo es todo un manual de búsqueda de sus virtudes y excelencias. Sed de Dios y hambre de Dios son las claves para que él se dé a sí mismo. Para que este se revele. Recuerde lo que Jesús enseño a sus discípulos en Juan 6: 54- 56 “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.” 

La necesidad primaria para alguien con sed es beber, para alguien con hambre es comer. La ilustración es perfecta. ¿Vio comer a un hambriento o beber a un sediento? Esto es lo que espera Dios para saciarlo espiritualmente. El se dará, se revelará en abundancia, solo donde haya hambre y sed de él, esto es necesidad por el conocimiento revelado de su persona.

Para ser saciado primero es hambre y sed. Esta saciedad implica revelación de su persona.

Deseo, anhelo, búsqueda, hambre y sed describen el corazón, la vida espiritual, de aquel que está listo para que ante su espíritu Dios sea revelado.

He visto mucha gente correr al altar, a causa de su hambre y sed de él, cuando Dios desea revelar su gloria; y en el mismo ambiente, cuando los hambrientos y sedientos están recibiendo, he visto personas permanecer indiferentes, con una actitud contemplativa, como si nada hubiera para ellos, sin deseo porque Dios se les revele. Unos son transformados, bendecidos, empoderados, pero por los otros, Dios todavía espera que tengan hambre y sed. ¿En qué grupo te encuentras mientras lees estas páginas?

Cito el Salmo 63 ahora el versículo 5 “Como de meollo y de grosura será saciada mi alma…” Para ser saciado primero es hambre, primero es sed. Esta saciedad implica revelación de su persona. 

4- Clamar, Ayunar y Velar 

Otra acción que desata la revelación sobre mi vida es la oración de clamor. Jeremías 33: 3 “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” Dije clamor, el cual no es solo oración, sino un nivel mayor de oración, es clamor: un ruego esforzado en el que van mis emociones y mi mayor determinación de obtener la respuesta que persigo. 

No tengo derecho sobre aquello que no estoy dispuesto a esforzarme para alcanzar.

Hay un principio que me enseña que no tengo derecho sobre aquello que no estoy dispuesto a esforzarme para alcanzar. Los logros más celebrados son aquellos que más nos han costado. Es cierto que la revelación es una gracia de Dios, pero escuche al apóstol Pablo decirle a su hijo espiritual Timoteo: “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.” 2º Timoteo 2: 1. Que sea una gracia no significa que no deba yo esforzarme por ello. Mi esfuerzo, mi sacrificio personal, así como mi fe, me dan hacia aquella gracia la legitimidad para accederla y permanecer en ella. 

El ayuno es en esto una herramienta importante para perseguir la revelación. Daniel 10 nos cuenta como el profeta usó del ayuno para traer revelación sobre el marco espiritual que afectaba al pueblo de Israel. Observe: “En el año tercero de Ciro rey de Persia fue revelada palabra a Daniel, llamado Beltsasar; y la palabra era verdadera, y el conflicto grande; pero él comprendió la palabra, y tuvo inteligencia en la visión. En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas. No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas