Reflexiones para jóvenes arquitectos - Juhani Pallasmaa - E-Book

Reflexiones para jóvenes arquitectos E-Book

Juhani Pallasmaa

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Beschreibung

Juhani Pallasmaa, arquitecto y teórico de la arquitectura de gran reconocimiento inter¬nacional, se dirige a estudiantes y jóvenes arquitectos para compartir con ellos sus pensamientos acerca del propósito de la arquitectura y su relación con otros ámbitos culturales. Concebidos inicialmente como una serie de conferencias, los textos que componen esta obra construyen una idea de la arquitectura basada en la autoconciencia, la reconexión con el medio ambiente y la responsabilidad ética, reflexiones profundas y sinceras que resultarán inspiradoras no solo para estudian-tes y arquitectos, también para diseñadores y otros profesionales de las industrias creativas.

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Seitenzahl: 310

Veröffentlichungsjahr: 2025

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JUHANI PALLASMAA

 

 

Versión original: Rootedness. Reflections for Young Architects, publicado originalmente por John Wiley & Sons, Ltd., Chichester (West Sussex), 2024.

Revisión de estilo: Diego Galar

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

La Editorial no se pronuncia ni expresa ni implícitamente respecto a la exactitud de la información contenida en este libro, razón por la cual no puede asumir responsabilidad alguna en caso de error u omisión.

© John Wiley & Sons, Ltd., 2024

© de la traducción: Moisés Puente, 2025

y para esta edición

© Editorial GG, Barcelona, 2025

Todos los derechos reservados. Esta traducción ha sido autorizada por John Wiley & Sons Limited. La responsabilidad por la exactitud de la traducción reside exclusivamente en Editorial GG, SL y no le corresponde a John Wiley & Sons Limited.

ISBN: 978-84-252-3598-6 (ePub)

editorialgg.com

Editorial GG, SL

Via Laietana, 47, 3.º 2.ª, 08003 Barcelona. (España). +34 933 228 161

Índice

Cubierta

Créditos

Título

Índice

Prólogo

.

Caminar por el bosque, Peter MacKeith

Introducción

.

A raíz de la lectura de las

Cartas a un joven poeta,

de Rilke

Reflexiones

Aprender a ser

.

La individualidad, las amistades y el mundo

El espacio de la imaginación

.

Emoción, memoria e imaginación

Pensamiento corpóreo

.

Mente, idea y mano

Identidades compartidas

.

Empatía, compasión y colaboración

Tocar el mundo

.

Hapticidad, intimidad y sentido existencial

Habitar en el tiempo

.

Tradición, novedad e innovación

Pensamiento sensorial

.

Atención periférica, vaguedad e incertidumbre

El arte de aprender

.

Aprender, desaprender y olvidar

Epílogo

.

Una confesión

Recomendaciones

.

Libros y películas

Bocetos

Guide

Cubierta

Índice

Inicio

prólogo

Caminar por el bosque

Peter MacKeith

Los orígenes de este libro se encuentran tanto en la relativa inmediatez de los últimos cinco años como en la superlativa experiencia de toda la vida de su autor, Juhani Pallasmaa.

En primer lugar, en el 2017 pedí a Juhani que considerara unirse al cuerpo docente, como profesor invitado de la Escuela de Arquitectura y Diseño Fay Jones, de la Universidad de Arkansas. Pudimos formalizar la burocracia necesaria para la primavera del 2018, cuando Juhani llegó a Fayetteville en calidad de profesor invitado distinguido de arquitectura y diseño, para el segundo semestre.

Como bien relata Juhani en la introducción, al pedirle que impartiera clases dentro del plan de estudios interdisciplinario de primer año de la escuela, le sugerí que considerara como plantilla el librito de Rainer Maria Rilke titulado Cartas a un joven poeta para, por medio de una serie de conferencias presentadas a los estudiantes de primer año casi como cartas secretas, se abordaran las perspectivas y los puntos de vista sobre la arquitectura y el diseño de los estudiantes recién llegados. Juhani asumió este papel y esta responsabilidad con su habitual compromiso y vigor. Recuerdo bien cómo, cada semana durante todo el semestre, se sentaba a una mesita en la parte delantera del aula a leer los textos que ahora se recogen aquí. También recuerdo que las clases pronto se llenaron de estudiantes de los años superiores y de profesores de todos los programas; de repente, todos se vieron como estudiantes de primer año y necesitaban un asiento en el aula.

Desde el principio, habíamos hablado de convertir estas clases en un pequeño libro, y he aquí esa publicación que surge de un tiempo y una historia a la vez lentos e intensos: pandemia, recesión, crisis política y guerras. En retrospectiva, recordar la primavera del 2018 puede parecer un sueño.

La intensidad de aquellas conferencias resuena ahora en las páginas impresas, pues los orígenes, las motivaciones y las expresiones de este libro están igualmente enraizados en la larga experiencia vivida de su autor. Por ello, estas raíces resultan más profundas, más sustanciales y duraderas, y son, sin duda, capaces de salvar el intervalo entre su presentación oral inicial y su calidad impresa actual. De hecho, estas raíces —las necesarias para centrar la identidad y la conciencia, la sensibilidad y el intelecto, para actuar de manera creativa y responsable en la arquitectura y las artes— son precisamente la propuesta central del autor, tan relevante para el lector curioso de ahora como lo fue para el estudiante de primer año en el año 2018. En este sentido, el libro es a la vez autobiográfico y didáctico, a la vez confesión y manual, y estas cualidades se entrelazan y se refuerzan mutuamente para lograr una gran riqueza y una superlativa densidad.

Seguir por ese camino sería presumir de autor, pero sugeriré un último marco ampliado para leer estos textos. Juhani Pallasmaa es un hombre cosmopolita y viajero, pero también alguien profundamente arraigado, tanto física y emocional como metafóricamente, a su Finlandia natal. Como me contó en una entrevista publicada en el 2005, «Mis viajes han fortalecido mi apreciación de las personas y de los logros de otras culturas, en todos los continentes, pero también han reforzado mi profunda conexión mental con el paisaje nórdico. Puedo decir sinceramente que, cuanto más viajo, más apegado me siento al suelo natural y cultural finlandés. En estos fantásticos destinos, antes de quedarme dormido, a menudo tengo la imagen de una vista de un lago o de las profundidades del bosque finlandés».1

Siendo claros, lo que el lector no encontrará en este libro es una guía del bosque finlandés ni una defensa de «una arquitectura del bosque». Es más, creo que lo que el lector puede encontrar leyendo este libro es la experiencia conceptual o mental de caminar por el bosque, de una sensación temporal más lenta, de una respiración vigorizada, de un movimiento deliberado (intelectual y emocional) a través de un terreno diverso y denso, orientado por árboles y rocas prominentes y recurrentes, además de por los elementos cosmológicos del sol, la luna o las estrellas en lo alto; o, en el caso de este libro, orientado por compañeros intelectuales y referencias literarias prominentes y recurrentes, además de por los elementos cosmológicos del tiempo, la historia, la naturaleza humana (incluida nuestra mortalidad) y nuestra presencia en el universo.

Se trata de un profundo mundo finlandés de sueños, acaso mítico, pero del que surgen las sensibilidades y los escritos de Juhani; un mundo geográfico, cultural, intelectual y emocional a la vez, y que merece un mayor grado de exploración. La idea de Finlandia como un ultima Thule (‘fin del mundo’) está muy presente en el imaginario histórico y cultural. De hecho, la percepción y la valoración de la naturaleza finlandesa como una periferia virtuosa y como una fuente de renovación artística y cultural, incluso como una fuente de identidad nacional, se remonta a los albores de la historia europea.

Sin lugar a dudas, el bosque finlandés fue una fuente de renovación artística y cultural para lo que, a la postre, sería la identidad nacional de aquel pueblo, que surgió a lo largo del siglo XIX y llevó a una orgullosa declaración del Estado nación independiente en 1917. El bosque ha sido la misma fuente profunda de identidad para muchos artistas, arquitectos, compositores y escritores finlandeses desde el siglo XIX hasta la actualidad.

Así, la invitación de Pallasmaa a caminar con él por el bosque de la identidad —una experiencia salvaje tanto personal como cultural— tiene sus antecedentes y sus acompañantes. Por ejemplo, como aparece en los diarios de Juhani Aho, el escritor y periodista finlandés decimonónico, los artistas finlandeses de aquel entonces encontraron un bosque de luz calmada y de tiempo suspendido. En el verano de 1892, Aho emprendió una excursión a la región de Carelia, al este de Finlandia, junto con su esposa, Venny Soldan, y el pintor Eero Järnefelt. En busca de las fuentes de la identidad finlandesa emergente en los paisajes boscosos de la región —los paisajes originales del poema mítico-épico finlandés Kalevala—, Aho registró sus impresiones en libros de viajes y en viñetas, breves e intensas evocaciones de lugares y estados de ánimo que tituló Lastuja (‘Virutas’).

Una de las viñetas de Aho, «Synkän korven sydämeen» (‘En el corazón de un bosque profundo y sombrío’), es una confesión poética de la excursión subtitulada «Luonnonkuvauksia Raja-Karjalasta» (‘Descripciones de la naturaleza de la zona fronteriza de Carelia’). En las profundidades del bosque de Carelia, Aho describe un cambio en la experiencia del tiempo de los viajeros, una palpable ralentización de su paso: «El tiempo parece perder su medida, el viaje por este páramo de pinos se antoja indefinidamente largo, aunque todavía no llevamos ni una hora de camino. Y me pregunto cuánto tiempo habremos estado sentados en este lugar descansando, aunque no hayan pasado ni cinco minutos desde que nos colocamos aquí».2

Si esta cronocepción desvirtuada en el bosque, este enlentecimiento del tiempo boreal en una atmósfera «sin medida» es una condición absoluta de nuestra experiencia de la naturaleza, como sugería Aho en 1892, yo sugiero a los lectores contemporáneos que esta es la condición absoluta de la experiencia de este libro.

Permitíos, pues, penetrar en ese bosque de pensamiento, reflexión y expresión que es este libro, caminar junto al autor durante un capítulo, encontraros a lo largo de la lectura de un ensayo, y después otro, y otro, con figuras recurrentes que habitan ese paisaje: Joseph Brodsky, por ejemplo; Alvar Aalto, por supuesto; Groucho Marx, sorprendentemente, y, como era de esperar, el propio Rilke. Asimismo, el autor camina por senderos en espiral, siguiendo y volviendo a seguir sus pasos, sus patrones de pensamiento y sus proposiciones, en una recurrencia deliberada.

No cabe duda de que hay una densidad en este bosque de pensamiento; en finés, esta cualidad se entiende como tiiveys, una condensación tanto de emoción como de material. Y hay una cualidad animada de experiencia vivida expresada en cada frase y palabra con ese espíritu; en finés, esta comprensión cualitativa se entiende como elämys, que se traduciría como ‘experiencia’, aunque inmediatamente pierde su profundidad y potencia en la traducción. La palabra finesa connota una comprensión enriquecida de la experiencia —de un espacio o lugar, de un momento en el tiempo— que no es solo disfrutable de una manera directamente física o estética en una conciencia cognitiva de formas y colores, sino que se produce en una honda profundidad de tiempo suspendido y de resonancia emocional. Para un arquitecto, una experiencia de este tipo a menudo impulsa un deseo inmediato de saber cómo se construyó, se proyectó y se concibió ese lugar; de buscar cómo se materializó ese fenómeno y, tal vez, con el tiempo, de tener la oportunidad de evocar una profundidad de experiencia similar en otros a través de su propia construcción proyectada. Es esta experiencia la que también deseo para el lector de este libro, una experiencia tanto del bosque como de dentro del bosque.

Como colofón tangible de estas propuestas, la obra construida más reciente de Pallasmaa puede resultar ilustrativa. En Finlandia central, en las turberas boscosas de Pehkusuo, cerca del lago Kuivajärvi, la Universidad de Helsinki mantiene el puesto forestal Hyytiälä, donde se lleva a cabo la investigación científica relacionada con la gestión forestal y el cambio climático. En el verano del 2023, este puesto forestal acogió la exposición colectiva «Periferia/Periphery». Pallasmaa participó con una obra artística centrada en el paisaje: Después de la lluvia, formada por una circunferencia de treinta y seis metros de diámetro en la que, con un intervalo de treinta grados, se erguían doce finas varillas verticales de acero con los colores del espectro. «Un arcoíris dibujado en un círculo», como lo describe Pallasmaa, un dibujo directo en la naturaleza que marca suave pero distintivamente la tierra y el bosque circundante, registra la presencia de la luz, el viento y las aguas del lago cercano e intensifica la comprensión del lugar específico y su historia geográfica. «Doce son las marcas divisorias del reloj, del calendario y la brújula —sostiene Pallasmaa—, y a través de todo esto la obra se convierte en una dimensión de lugar y tiempo. El color azul viene al norte, por lo que la obra puede emplearse como una brújula gigante».3

Caminad con Juhani Pallasmaa, con este sentido del tiempo y de la orientación; entrad en el bosque que es este libro.

AGRADECIMIENTOS DEL EDITOR

Quiero expresar mi agradecimiento y reconocimiento a Katri Sola, quien colaboró en la producción del texto original y en la preparación de las imágenes para este libro, y al equipo editorial y de producción de la editorial Wiley por su compromiso, resistencia, sensibilidad y paciencia. Con profundo aprecio y afecto agradezco a Juhani Pallasmaa la oportunidad de colaborar una vez más y la duradera amistad de más de treinta años.

1 MacKeith, Peter (ed.), Juhani Pallasmaa. Encounters: Architectural Essays, Rakennustieto, Helsinki, 2005, pág. 21.

2 Kirkinen, Heikki y Sihvo, Hannes, The Kalevala: An Epic of Finland and All Mankind, The Finnish-American Cultural Center/The League of Finnish-American Societies, Helsinki, 1985, pág. 44.

3 Parkkinen, Pia, “Maan Korvessa”, Helsingin Sanomat, Helsinki, 30 de junio de 2023.

introducción

A raíz de la lectura de las

Cartas a un joven poeta, de Rilke

En la primavera del 2018, cuando empezaba a pensar en el contenido de mis clases en la Escuela de Arquitectura y Diseño Fay Jones de Fayetteville (Arkansas), el decano de la escuela, el profesor Peter MacKeith, me trajo a Helsinki el librito Cartas a un joven poeta.1 Estas famosas cartas fueron escritas por Rainer Maria Rilke, uno de los más grandes poetas de la era moderna, quien nació en 1875 y murió de leucemia a la temprana edad de cincuenta y un años, en 1926.

«¿Por qué no abordas tus clases para nuestros estudiantes por medio de algo de este tipo?», me sugirió mi amigo. Puesto que conocía muy bien el libro, lo primero que sentí fue un ligero escalofrío por todo el cuerpo. He hablado a menudo sobre él con estudiantes de todo el mundo, así como sobre otros muchos escritos de su autor —de hecho, ya tenía tres ediciones del libro en mi biblioteca: en alemán, inglés y finés—. En otras conferencias y a lo largo de mis escritos, he comentado con numerosas personas la poesía de Rilke y su extensa correspondencia poética. El magnífico libro de Rilke sobre el genio escultor francés Auguste Rodin2 (entre 1905 y 1906 Rilke trabajó como secretario del artista, al que admiraba profundamente) y su asombrosa novela casi autobiográfica Los apuntes de Malte Laurids Brigge3 han sido para mí referencias esenciales.

En mi opinión, Rilke ha sido uno de los artistas creativos más asombrosos de la historia y de la cultura modernas, y la idea de intentar hacer algo que se hiciera eco de sus escritos me parecía una blasfemia. Sin embargo, después de unos minutos, mi segunda reacción fue: «Juhani, este año cumplirás ochenta y dos años y, si no te atreves a hacer ahora lo que te han sugerido, ya no podrás hacerlo». Al fin y al cabo, Rilke tenía solo veintisiete años (cincuenta y cinco menos que yo en el momento de mi duda) cuando escribió la primera de sus cartas a Franz Xaver Kappus, el joven poeta en ciernes. También recordé un pasaje de la octava carta de Rilke en su correspondencia: «Solo quien esté preparado para todo, solo quien no excluya nada, ni aun lo más enigmático, vivirá la relación con otro como algo vivo y agotará él mismo a fondo su propia existencia».4

De hecho, esta no era la primera vez que me enfrentaba con Rilke en un ámbito docente. En el 2016, dirigí un taller de una semana en la Universidad de Liubliana,5 en Eslovenia, en el que les puse a mis estudiantes la tarea de diseñar el funeral y la urna de Rilke en la costa de Duino, al norte del mar Adriático, cerca de Eslovenia. Rilke había estado durante algún tiempo en el castillo de Duino, en 1910, como invitado de la princesa María Augusta de Thurn y Taxis, y allí comenzó a escribir su obra poética maestra en diez partes, las Elegías de Duino,6 que finalmente se publicaron en 1923. Para el ejercicio de clase, se asignaron a otros dos artistas como «clientes» opcionales a los estudiantes: Giorgio Morandi, el gran pintor de bodegones metafísicos, y Alberto Giacometti, el escultor existencialista francosuizo.

Mientras pensaba en esa posibilidad, me di cuenta de hasta qué punto Rilke había sido un compañero constante en mi vida. Al percatarme de ello, recordé que hace varios años mi amigo el escritor, fotógrafo y cineasta finlandés Rax Rinnekangas había publicado un librito titulado Muodonmuutos: yksinpuhelu Rainer Maria Rilkelle [‘Metamorfosis: un soliloquio a Rainer Maria Rilke’].7 Según mi amigo, la inspiración inicial del librito fue una noche que había pasado en un humilde hotel en la histórica ciudad española de Ronda; cuando se despertó por la mañana, vio una pequeña fotografía en blanco y negro enmarcada en la pared frente a su cama y reconoció el retrato como el del poeta Rilke. Bajó a la recepción del hotel para preguntar por qué tenían una fotografía del famoso poeta en la habitación y el conserje le informó de que Rilke se había alojado en ella durante los años 1912 y 1913. Mi amigo se sintió tan intrigado por la coincidencia de dormir en la misma cama que uno de sus ídolos literarios que decidió escribir una serie de cartas a Rilke, ochenta y dos años después de la muerte prematura del poeta.

Este es un ejemplo conmovedor de cómo un gran artista puede vivir entre nosotros in aeternum, sin fronteras. Así, tiene todo el sentido iniciar una correspondencia con una persona que no está físicamente entre nosotros, pero que se reencarna una y otra vez a través de sus obras. «Un artista vale mil siglos»,8 escribía Paul Valéry, otro gran poeta a quien Rilke admiraba. Las grandes obras artísticas (poemas y novelas, además de creaciones materiales como pinturas, esculturas y edificios) mantienen su eterna sensación de novedad y frescura y, a través de ellas, podemos establecer relaciones emocionalmente vívidas con nuestros artistas favoritos aunque hayan vivido hace cientos de años. Leer una gran novela con la máxima atención o contemplar con igual intensidad una obra maestra de la pintura hace que el autor o el artista vuelvan a la vida, que se coloquen junto al lector y al espectador. Al estudiar el cuadro de Vermeer que lleva por título Vista de Delft (1660-1661), yo solo en la galería de la Mauritshuis de Delft, situándome tan cerca del cuadro como permitía el guarda de seguridad, finalmente sentí que estaba junto al pintor neerlandés coloreando «la mancha amarilla», la pared que Marcel Proust describió con tanta expresividad en la novela La cautiva.

Describo estos acontecimientos que tienen que ver con Rilke a modo de ejemplos de cómo podemos llegar a encontrarnos inesperadamente cerca de los grandes artistas, hombres y mujeres del pasado. Con las ocho reflexiones de este libro quiero promover y estimular tales relaciones y encuentros imaginativos. Una de las razones por las que en nuestra era el sentido del tiempo y la estratificación de la cultura se están aplanando y disminuyendo es porque en el mundo moderno «la vida es solo para los vivos»,9 como se lamenta T. S. Eliot en su obra maestra poética Cuatro cuartetos. De hecho, deberíamos reconocer la rica presencia del pasado en nuestra vida cotidiana.

Mi intención no es seguir los temas de las Cartas a un joven poeta en estas reflexiones, pero intentaré hablar de arquitectura con la misma sinceridad y apertura con la que Rilke escribió sobre poesía en ellas. También intentaré evocar una conciencia densamente estratificada en las historias de las artes, la literatura y el pensamiento filosófico, y plantearé lo que un joven estudiante de Arquitectura y Diseño podría aprender de áreas de la cultura más allá de los límites profesionales de estas disciplinas. Los hechos, el conocimiento o el pensamiento históricos no son átomos aislados en una nube etérea de información, como bits digitalizados; por el contrario, forman una densa red de causalidades e interacciones. Esta interacción y este entrelazamiento infinitos son cruciales en todos los pensamientos creativos y hacen que el conocimiento, incluso el aparentemente alejado de la propia disciplina, sea útil en el propio trabajo.

Quiero crear una especie de bosque de pensamiento donde el lector pueda perderse felizmente. Las referencias de las notas bibliográficas no pretenden mostrar la extensión de mi biblioteca; mis numerosas citas solo tienen por objeto dejar rastros que los lectores puedan seguir más allá del contenido de estos textos condensados. Para mantener la atmósfera inicial del aula, he utilizado solo los nombres de las personas de las que hablo en el texto, con una anotación mínima de su profesión o época. Todo lo que hay en estas reflexiones surge de mis ochenta y seis años de experiencia de vida, más de sesenta como arquitecto, de mi biblioteca de diez mil libros y de mis ciento seis circunnavegaciones del globo (he calculado esta cifra a partir de la cantidad total de horas de vuelo; en los aviones de pasajeros actuales, una circunnavegación del globo equivale a cuarenta y ocho horas de tiempo de vuelo).

El caso es que el poeta de veintisiete años, ya consagrado y elogiado, recibió en febrero de 1903 una carta de un joven alemán llamado Franz Xaver Kappus. En ella se presentaba como aspirante a poeta y le pedía consejo para alcanzar su propósito —resultó que Kappus había asistido a la misma escuela de oficiales militares que Rilke, solo que unos años después—. La carta había estado en tránsito hacia Rilke durante varias semanas debido a su vida bastante móvil dentro de Europa. Sin embargo, el 17 de febrero de 1903, Rilke respondió a la petición del joven desconocido. La carta de Rilke se convirtió en la primera de las diez que le escribiría a Kappus durante los siguientes cinco años. La última está fechada en París, el día después de Navidad de 1908.

Esta famosa correspondencia conforma el trasfondo y la resonancia de mis charlas, y aconsejo a mis lectores que lean las Cartas a un joven poeta y también la correspondencia de Rilke con su esposa, la escultora Clara Westhoff (varias de estas cartas tratan sobre Paul Cézanne),10 al igual que sus cartas a otras personas, como Auguste Rodin y muchos de sus amigos, admiradores, partidarios y amantes de gran estima.11 La correspondencia de Rilke en 1926, el último año de su vida, con dos notables escritores rusos —Borís Pasternak y Marina Tsvetáyeva— también es conmovedora por la admiración mutua que sentían.12

En conjunto, las cartas son un género especial de la literatura, el epistolar, y el librito de Rilke tiene muchos compañeros dignos. Puedo recomendar las voluminosas cartas del escritor y dramaturgo ruso Antón Chéjov (especialmente el formato de volumen anotado que pone las cartas en sus contextos históricos y sociales),13 las cartas de Vincent van Gogh a su hermano Theo,14 así como las cartas de Paul Cézanne.15 Incluso quiero destacar la curiosa correspondencia entre el poeta T. S. Eliot y Groucho Marx, el mayor de los legendarios hermanos Marx de los primeros años de la comedia cinematográfica, en Las cartas de Groucho Marx16 para ejemplificar cómo personalidades tan diferentes pueden llegar a ser amigas. Una correspondencia reciente notable es el intercambio de cartas entre los autores J. M. Coetzee, el premio Nobel sudafricano, y Paul Auster, el estadounidense de Brooklyn.17

Gracias a la intimidad del medio literario, uno puede ponerse fácilmente en el papel del destinatario y leer las cartas como si estuvieran dirigidas a uno mismo. De esta manera, nunca olvidará la lección de mesura literaria que dio Antón Chéjov en su carta a Máximo Gorki, un escritor principiante en aquella época: «Tu único defecto es tu falta de moderación y de gracia. Cuando alguien gasta la menor cantidad de movimiento en una acción dada, eso es gracia. Tú tiendes a gastar demasiada […]. El colorido y la expresividad en las descripciones de la naturaleza se logran únicamente mediante la simplicidad, mediante frases sencillas como “el sol se pone”, “oscurece”, “empezó a llover”».18 En una carta personal, uno casi puede tocar mentalmente la mano del escritor y comenzar a hacerle preguntas. Incluso puede acabar escribiendo cartas a su mentor secreto —que quizá ya no esté entre los vivos—, como hizo mi amigo Rax con Rilke.

Una última nota sobre las recientes e inesperadas reapariciones de Rilke: después de haber dado las tres primeras de mis conferencias en la escuela Fay Jones, visité una librería en Fayetteville con Peter MacKeith y vi un libro del biólogo Edward O. Wilson, titulado Cartas a un joven científico,19 en el que aconseja al lector sobre la biofilia, «la ciencia y la ética de la vida».20

Estos encuentros inesperados ejemplifican el fenómeno de que una inmersión profunda en un tema produce ecos, referencias y paralelismos con él. No se trata de magia, aunque pueda parecerlo: conforme avanza el estudio, la atención y la vista simplemente se vuelven más agudas y más centradas en el área en la que uno está involucrado, y uno comienza a reconocer y a recibir conexiones y resonancias que de otro modo nunca se habrían producido. Mientras trabajaba en el manuscrito y la compilación de estas conferencias, por ejemplo, recibí como regalo un libro titulado Letter to a Young Architect,21 del arquitecto griego Alexandros N. Tombazis. Aunque no menciona a Rilke y sus cartas, en mi opinión el regalo fue un resultado casi lógico de mi adentramiento en la literatura epistolar.

La correspondencia ocupa un lugar importante en mi propia evolución como arquitecto y profesor. He sido un ávido escritor de cartas durante décadas y, en la primavera del 2018, doné mis archivos de aproximadamente mil de ellas (veintisiete metros lineales de estantería) al Archivo Nacional de Finlandia. Debido a la simetría habitual de la correspondencia, apenas la mitad de estas cartas están escritas de mi puño y letra. Hasta el comienzo de la era digital, clasificaba cuidadosamente mis cartas por orden alfabético y cronológico en grandes carpetas. En comparación con aquellas cuidadosamente redactadas, mecanografiadas y compuestas, por no hablar de las hermosas misivas escritas a mano, la impresión digital de una carta contemporánea descuidada y presurosa, que a menudo contiene errores de ortografía y gramática, no anima a nadie a archivarlas. Tal es la naturaleza vertiginosa y fragmentada de la cultura actual, cada vez más prosaica o incluso sin sentido y agravada por una cantidad de estímulos y entretenimiento que no para de crecer. El arquitecto y filósofo Paul Virilio observa que «el producto más importante de la cultura actual es la velocidad»;22 por ello, aconsejo a mis alumnos que resistan la insidiosa erosión del significado y del valor que resulta de la prisa y el descuido. Los secretos y los tesoros solo pueden descubrirse de forma lenta, atenta y laboriosa, y esto forma parte del valor de las letras y del pensamiento en relación con nuestro trabajo a través de las cartas.

Al trabajar en estos nueve textos, me di cuenta de que leer Cartas a un joven poeta se torna genuinamente significativo solo cuando uno conoce lo suficiente a su escritor. De la misma manera, pensé en comenzar mi serie de conferencias presentándome a mí mismo y mi trabajo arquitectónico al público. En todos los casos, el trasfondo del escritor proporciona un eco distintivo al mensaje literario, aunque muchos escritores aconsejan a sus lectores que crean en el texto, no en el emisor. Como sostiene el escritor checo Milan Kundera, los libros siempre son más sabios que sus escritores porque surgen de «la sabiduría de la novela».23 En mi opinión, existe una «sabiduría de la arquitectura» similar que deberíamos identificar y tener en cuenta. Todas las grandes obras de arquitectura son, sin duda, «más sabias» que sus diseñadores, ya que el verdadero trabajo creativo siempre alcanza algo que va más allá de la comprensión y el entendimiento conscientes de su artífice. En esencia, estudiar arquitectura consiste en aprender esta importante sabiduría secreta de la forma de arte y sentirse a gusto con ella.

A medida que he ido creciendo como arquitecto, he aprendido a experimentar el mundo a través de los ojos, la sensibilidad y la mentalidad de un arquitecto. En la primera de mis conferencias en Fayetteville, presenté mi obra proyectual en una charla titulada «Pensamiento y forma: doce temas de mi trabajo». Estos temas no son un programa ni una idea preconcebida: simplemente he notado que he vuelto repetidamente a ciertos temas que forman parte de mi personalidad y de mi historia, o de la forma en que me relaciono con mi mundo. En el 2011 cerré mi estudio profesional en Helsinki después de haber finalizado mi último proyecto arquitectónico en Laponia: el edificio Korundi, en Rovaniemi, en el que hay un museo de arte y una sala de conciertos. Después de esa fecha, me he limitado a escribir, a impartir conferencias, a enseñar y he sido miembro de jurados de concursos en diferentes países. Si bien puede que haya cambiado mi profesión de diseñador por la de escritor, en realidad este es el mejor medio que tengo para continuar con mi curiosidad e interés por los misterios del mundo y el arte.

En este libro de mis conferencias originales del 2018 se han mantenido la estructura básica y los contenidos de las ponencias, pero a lo largo del proceso de edición de los originales se han incorporado aclaraciones, puntualizaciones y ligeras ampliaciones. Como la conferencia introductoria de revisión de mi trabajo arquitectónico consistía en más de ciento cincuenta imágenes emparejadas (demasiadas para incluirlas en este libro) y dado que mis escritos también surgen de mis experiencias como diseñador, decidí sustituir esa introducción visual a mi obra con un testimonio sobre mi trabajo como escritor al final del libro, a modo de pieza de cierre, una reflexión que aparece aquí en un epílogo titulado «Una confesión». Este enfoque personal refleja el hecho de que no he cursado estudios académicos de Filosofía, sino que he llegado a mis entendimientos y observaciones de esta forma tan importante de «estar en el mundo» a través de la experiencia, la lectura, la observación atenta y los diálogos compartidos a lo largo de la vida. Este libro es, pues, una correspondencia con los estudiantes y con Rilke, pero también con mi pasado, mi presente y mi futuro.

1 Rilke, Rainer Maria, Briefe an einen jungen Dichter, 1929 (versión castellana: Cartas a un joven poeta, Hiperión, Madrid, 2004).

2 Rilke, Rainer Maria, Auguste Rodin, 1907 (versión castellana: Auguste Rodin, Nortesur, Barcelona, 2009).

3 Rilke, Rainer Maria, Die Aufzeichnungen des Malte Laurids Brigge, 1910 (versión castellana: Los apuntes de Malte Laurids Brigge, Alianza, Madrid, 1997).

4 Rilke, Rainer Maria, Cartas a un joven poeta, op. cit., pág. 111.

5 Véase: Vodopivec, Aleš y Bohinc, Klara (eds.), Juhani Pallasmaa: One Week Workshop, Burial Urn for an Artist, Workshop Report, Universidad de Liubliana, Liubliana, 2015.

6 Rilke, Rainer Maria, Duineser Elegien, 1923 (versión castellana: Elegías de Duino, Adaba, Madrid, 2022).

7 Rinnekangas, Rax, Muodonmuutos: yksinpuhelu Rainer Maria Rilkelle, Lurra Editions, Helsinki, 2006. Rilke vivió tres meses en el Hotel Reina Victoria de Ronda, en el invierno de 1912-1913. Rinnekangas también es autor de la película Luciferin viimeinen elämä [La última vida de Lucifer], 2013, que contiene numerosas referencias y citas de Rilke.

8 Valéry, Paul, Eupalinos ou l’Architecte, Éditions Gallimard, París, 1921 (versión castellana: Eupalinos o El arquitecto, COAAT, Murcia, 1982, pág. 65).

9 Eliot, T. S., Four Quartets, Faber & Faber, Londres, 1944 (versión castellana: Cuatro cuartetos, Cátedra, Madrid, 2006).

10 Rilke, Clara (ed.), Briefe über Cézanne, Erschienen im Insel, Wiesbaden, 1952 (versión castellana: Cartas sobre Cézanne, Paidós, Barcelona, 1986).

11 Sieber-Rilke, Ruth y Sieber, Carl (eds.), Rainer Maria Rilke. Gesammelte Briefe in sechs Bänden, Insel Verlag, Leipzig, 1936-1939.

12 Pasternak, Borís; Tsvetáyeva, Marina, y Rilke, Rainer Maria, Cartas del verano de 1926, Minúscula, Barcelona, 2012.

13 Karlinsky, Simon (ed.), Letters of Anton Chekhov, Harper & Row, Nueva York, 1973, pág. 338.

14Cartas de Van Gogh, Instituto del Libro, La Habana, 1968.

15 Danchev, Alex (ed.), The Letters of Paul Cézanne, Thames & Hudson, Londres, 2013.

16 Marx, Groucho, The Groucho Letters: Letters from and to Groucho Marx, Simon & Schuster, Nueva York, 2007 (versión castellana: Las cartas de Groucho Marx, Anagrama, Barcelona, 2009).

17 Coetzee, J. M., y Auster, Paul, Here and Now. Letters: 2008-2011, Faber & Faber, Londres, 2013 (versión castellana: Aquí y ahora: cartas 2008-2011, Anagrama, Barcelona, 2012).

18 Karlinsky, Simon (ed.), op. cit.

19 Wilson, Edward O., Letters to a Young Scientist, Liveright Publishing Corporation, Nueva York/Londres, 2013 (versión castellana: Cartas a un joven científico, Debate, Barcelona, 2014).

20 Wilson, Edward O., Biophilia: The Human Bond with Other Species, Harvard University Press, Cambridge (Mass.), 1984.

21 Tombazis, Alexandros, Letter to a Young Architect, Libro, Atenas, 2007 (edición bilingüe inglésgriego).

22 Virilio, Paul, Esthétique de la disparition, Éditions Galilée, París, 1980 (versión castellana: Estética de la desaparición, Anagrama, Barcelona, 1988).

23 Kundera, Milan, L’Art du roman: essai, Éditions Gallimard, París, 1995 (versión castellana: El arte de la novela, Tusquets, Barcelona, 2006).

Aprender a ser

La individualidad, las amistades y el mundo

Consideremos esta cita de uno de mis escritores de arquitectura favoritos, el gran poeta argentino Jorge Luis Borges: «Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara».1

Mis libros de arquitectura favoritos no son libros sobre arquitectura o escritos por arquitectos; los libros de arquitectura más importantes de mi biblioteca son novelas, poemas y libros escritos por artistas, filósofos, escritores y directores de cine. También tengo unos cuantos sobre ciencias, desde la biología y la psicología hasta la neurociencia y la física. Estos libros no tratan de la arquitectura en tanto que disciplina independiente, sino de casas, de espacios creados por el ser humano, y de lugares y situaciones como marcos de vida auténtica. En particular, las biografías de directores de cine nos acercan especialmente a la descripción del trabajo de los arquitectos, pues el cine está entrelazado con la vida, las situaciones y las acciones humanas de la misma manera que la arquitectura. Los libros de arquitectura suelen presentar los edificios como objetos estetizados, mientras que la literatura, el cine y la pintura los retratan a modo de fondos y marcos de la vida vivida y experimentada.

Durante mis años de estudiante, clasifiqué mis libros en dos grupos: arquitectura y «otros». Después de unos años de lectura bastante intensa, me di cuenta de que mi categoría de «otros» revelaba las esencias de la arquitectura mejor que los libros escritos especialmente para ese campo. Pronto comprendí que todos los libros son libros sobre arquitectura, ya que esta es una parte inseparable de la condición y del destino humanos; vivimos en y a través de la arquitectura, y la arquitectura proporciona los marcos y horizontes más representativos para experimentar y comprender el mundo y la condición humana.

Rainer Maria Rilke hizo una declaración muy reveladora sobre la tarea de escribir poesía, y su observación seguramente se aplica a la arquitectura, así como a todas las obras de arte auténticas: «Los versos no son […] sentimientos […], son experiencias».2 Haciéndose eco de esta idea, el filósofo estadounidense John Dewey señala convincentemente en su libro fundamental El arte como experiencia que una obra de arte surge de la experiencia individual y existe a través de ella. Esto seguramente también se aplica a la arquitectura; de hecho, uno de los ejemplos de Dewey es la experiencia del Partenón:

Por convención, el Partenón es una gran obra de arte. Sin embargo, solo tiene un rango estético cuando la obra llega a ser la experiencia de un ser humano […]. El arte bello es siempre el producto en la experiencia de una interacción de seres humanos con su ambiente. La arquitectura es un ejemplo notable de la reciprocidad de los resultados de esta interacción […]. La reforma que producen las obras arquitectónicas en la experiencia posterior es más directa y más extensa que en el caso de cualquier otro arte […]. No solamente influyen en el futuro, sino que registran y transmiten el pasado.3

En el mundo, nosotros y nuestras acciones siempre estamos situados, y este lugar suele implicar la arquitectura de alguna forma. Las artes, en general, ofrecen visiones tanto dramáticas como íntimas de la condición humana; el arte de la arquitectura sitúa esa condición humana en el mundo.