Som-hi! - Inés Marcó - E-Book

Som-hi! E-Book

Inés Marcó

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Beschreibung

La nadadora entra al mar de Barcelona varias veces a la semana, en verano o pleno invierno, acompañada. Lo importante en la natación es encontrar un ritmo propio, un ritmo que con el tiempo el cuerpo entrenado pueda reconocer. Som-hi! es un estudio, en forma de diario, del cuerpo en un ambiente extraño al ser humano: el mar. Afuera, la ciudad se ve conmovida por las luchas independentistas. Vamos, con la nadadora que narra la aventura de entrenar el cuerpo para aprender a sentirlo íntimamente en su soledad y en su potencia. Las sorpresas y los objetivos nos esperan a unas pocas brazadas de distancia.

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Inés Marcó

 

 

Som-hi!Diario del mar

 

 

Barcelona Septiembre 2017 - Junio 2018

 

 

Índice

CubiertaPortadaDedicatoriaSeptiembreOctubreNoviembreDiciembreEneroFebreroMarzoAbrilMayoJunioSobre la autoraCréditos

A Lucas y Ulises

Som-hi!

Allá iremos.

 

¿Seremos cardumen en un mar azul grisáceo?

¿Seremos medusas?

¿Plagas de las playas en el verano?

 

Som-hi y el mar se pondrá bravo,

y nosotros, irreverentes, osados,

temerarios nadadores.

 

Som-hi y el mar se volverá oscuro en el frío invierno.

¿Habrá pez en ese tiempo?

 

Som-hi!

¡Allá vamos!

Septiembre

Miércoles 20

Llegamos a Barcelona. Cuando mi pareja me propuso venir a vivir un tiempo a esta ciudad lo que más me entusiasmó fue el mar. Mejor dicho, nadar en el mar.

¿Cómo será nadar en el mar de Barcelona? El mar se muestra azul, azuloso, azulino, a veces gris, y se extiende acostado. Puedo decir que hay dos mares: el que se ve desde la orilla y el que se siente al nadar. El mar es mucho más bello cuando una nada en él. Una, ante el mar, se puede sentir brava y llena de coraje o vulnerable y muerta de miedo. Se puede nadar sola o en cardumen. Se puede nadar con el cuerpo liviano o con varios cuerpos sin que estos pesen.

El mar es movimiento y es silencio. En el mar hay peces y medusas. Nosotros, los nadadores, queremos ser peces y tememos a las medusas. Nosotros, los nadadores, queremos ser bravos pero la brava es la mar. Por fin, cuando una aprende a tener miedo, a sentirse frágil, el peso se aliviana. Sentirse vulnerable es lo que más cuesta: dejar de querer ser pez para sólo aprender de los peces. Y ahí sí, seguir nadando.

Miércoles 27

Estamos buscando un departamento para alquilar hasta junio. Algo modesto pero luminoso. Ya nos advirtieron que no es fácil. Hoy nos cancelaron una visita a último momento. Decidimos ir a la playa a despejarnos. Nos quedan 5 días en la habitación que habíamos alquilado y todavía no encontramos nada.

Entro al mar. La temperatura del agua es cálida y el agua se muestra azul cobalto. Todavía no hace falta nadar con traje de neopreno. Hay un perímetro de grandes boyas amarillas a unos 200 metros de la orilla. Nado hasta ahí y las recorro. Las boyas llegan hasta una escollera donde se asienta el hotel Vela. Se llama así por la forma triangular del edificio. Es de vidrio y resplandece.

Al llegar a la última boya me encuentro con una medusa: blanca, tan inmaculada que se recorta del plano azul del mar. No me asusta, es hermosa.

Octubre

Domingo 1

Hoy se votó por la Independencia en Catalunya. Estuvimos caminando, extranjeros a la cuestión, y sólo encontramos gente haciendo largas filas para votar. Más tarde vimos en la tele la represión de la Policía Nacional. Ya no nos sentimos tan extranjeros sino más bien hermanos.

La buena noticia es que encontramos un departamento. Alquilamos un ático en el Born: un ambiente con terraza. El dueño también es argentino.

Lunes 2

Camino bordeando la playa y encuentro el Espai de Mar. Tienen vestuarios donde alquilan lockers si uno quiere entrar al agua y dejar sus cosas ahí. También hay salidas de aguas abiertas auspiciadas por el Ayuntamiento. Justo hoy está programada una, a las dos de la tarde.

Llego puntual. Entramos al mar. Yo no llevo ni traje de neopreno ni boya para nadar. Acá nadie se hace el guapo: la boya de natación es reglamentaria. En Entre Ríos tengo un torpedo naranja que jamás entraría en una valija y que por supuesto no traje. Las boyas que se usan acá son inflables, tienen una correa que se ata de la cintura y, además de hacer más visible al nadador, le permiten agarrarse para descansar en las pausas. La boya cumple esas dos funciones, pero a mí me falta.

El agua está azul transparente, cercana al lapislázuli. Se ven las mantarrayas en la arena. Me alucina el color del agua. Es el Mediterráneo, me dice una nadadora. Nadamos hasta el primer espigón y lo bordeamos. Se ven los grandes bloques de cemento y las sardinas plateadas nadando por doquier. Los ojos abiertos hacia el mar, hacia el cielo. Pasamos el espigón y seguimos rumbo al Vela, pero nos detenemos un par de boyas antes. El Espai de Mar cierra pronto y tenemos que volver a recuperar nuestras cosas y bañarnos. Volvemos de un solo tirón y sin pausas.

Soy feliz: me espera casi un año entero de mar Mediterráneo; en el medio un invierno, que estimo leve, como el de Buenos Aires. Me pregunto si habrá peces en ese tiempo.

Martes 3

Los helicópteros sobrevuelan nuestra terraza de manera constante: somos vecinos del Arc de Triomf donde se congregan los manifestantes. Son días de huelgas, marchas y protestas.

Jueves 12