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Trilce de César Vallejo lo consagró como uno de los poetas peruanos más reconocidos de todo el mundo. Ello fue debido a la impresionante innovación que supuso su obra para la poesía del siglo XX. Vallejo nació como poeta del modernismo en 1918, con Los heraldos negros. Sin embargo, con Trilce (1922) aparecen el germen y el resplandor de la implosión vanguardista: - libertad creadora, - exaltación hacia el futuro, - ruptura de los corsés lingüísticos y estéticos, - nuevos recursos verbales, - y en sus versos se refleja una nueva forma de ver y de expresar el mundo.La vida de Vallejo estuvo llena de experiencias dolorosas que influyeron ineludiblemente en sus obras: sufrimiento, hambre y desamparo. Pero en el corpus literario de Trilce se añade además el imperativo amoroso. Trilce, como toda la obra de Vallejo, nace de su experiencia vital. Aunque, en este caso, hay el deseo de recrear con las palabras una nueva poesía. «El libro ha nacido en el mayor vacío. Soy responsable de él. Asumo toda la responsabilidad de su estética. Hoy, y más que nunca quizás, siento gravitar sobre mí una hasta ahora desconocida obligación sacratísima, de hombre y de artista: ¡la de ser libre! Si no he de ser hoy libre, no lo seré jamás. Siento que gana el arco de mi frente con su más imperativa curva de heroicidad. Me doy en la forma más libre que puedo y ésta es mi mayor cosecha artística. ¡Dios sabe hasta dónde es cierta y verdadera mi libertad! ¡Dios sabe cuánto he sufrido para que el ritmo no traspasara esa libertad y cayera en libertinaje! ¡Dios sabe hasta qué bordes espeluznantes me he asomado, colmado de miedo, temeroso de que todo se vaya a morir a fondo para que mi pobre ánima viva!» Carta enviada a Antenor Orrego a propósito de Trilce.
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Seitenzahl: 74
Veröffentlichungsjahr: 2010
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César Vallejo
Trilce
Barcelona 2022
linkgua-digital.com
Título original: Trilce.
© 2022, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN rústica: 978-84-9897-482-9.
ISBN ebook: 978-84-9897-484-3.
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Sumario
Créditos 4
Brevísima presentación 11
La vida 11
Antenor Orrego. Palabras prologales 13
I. Conocimiento 13
II. Introspección estética 14
III. El vehículo musical 16
IV. La vida circunstancial del hombre 18
TRILCE 23
I 25
II 26
III 27
IV 29
V 30
VI 31
VII 32
VIII 33
IX 34
X 35
XI 36
XII 37
XIII 38
XIV 39
XV 40
XVI 41
XVII 42
XVIII 43
XIX 44
XX 45
XXI 46
XXII 47
XXIII 48
XXIV 50
XXV 51
XXVI 52
XXVII 54
XXVIII 55
XXIX 57
XXX 58
XXXI 59
XXXII 60
XXXIII 61
XXXIV 62
XXXV 63
XXXVI 65
XXXVII 67
XXXVIII 68
XXXIX 69
XL 70
XLI 71
XLII 72
XLIII 74
XLIV 75
XLV 76
XLVI 77
XLVII 78
XLVIII 79
XLIX 80
L 82
LI 83
LII 84
LIII 86
LIV 87
LV 88
LVI 89
LVII 90
LVIII 91
LIX 93
LX 94
LXI 95
LXII 97
LXIII 98
LXIV 99
LXV 100
LXVI 102
LXVII 103
LXVIII 104
LXIX 106
LXX 107
LXXI 108
LXXII 109
LXXIII 110
LXXIV 111
LXXV 112
LXXVI 113
LXXVII 114
Libros a la carta 117
Vallejo estudió en el Centro Escolar N.º 271 de Santiago de Chuco, y desde abril de 1905 hasta 1909 hizo la secundaria en el Colegio Nacional San Nicolás de Huamachuco. En 1910 se matriculó en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de Trujillo y en 1911 viajó a Lima para estudiar en la Escuela de Medicina de San Fernando. Tras varios trabajos, Vallejo terminó en 1915 la carrera de Letras.
En 1916 frecuentó la juventud intelectual de la «bohemia trujillana» y se enamoró de María Rosa Sandoval. En 1917 conoció a «Mirto» (Zoila Rosa Cuadra), pero el romance duró poco y al parecer César intentó suicidarse tras un desengaño. Poco después se embarcó en el vapor Ucayali con rumbo a Lima donde conoció a lo más selecto de la intelectualidad limeña. Llegó a entrevistarse con José María Eguren y con Manuel González Prada, a quien los jóvenes consideraban un maestro y guía. Asimismo, publicó algunos de sus poemas en la Revista Suramérica.
En 1918 trabajó en el colegio Barros y tras la muere de su director, Vallejo se hizo cargo de la dirección del mismo. Luego, en 1919 fue profesor en el Colegio Guadalupe. Ese año ven la luz los poemas de Los heraldos negros, que muestran cierta influencia modernista.
Su madre murió en 1918 y al volver a Santiago de Chuco Vallejo fue encarcelado durante 105 días, acusado de haber participado en el saqueo de una casa. En la cárcel escribió la mayoría de los poemas de Trilce y en 1921 recibió la libertad condicional. Entonces fue admitido otra vez en el Colegio Guadalupe.
Con el dinero que le debía el Ministerio de Educación se marchó a Europa en el vapor Oroya el 17 de junio de 1923 y llegó a París el 13 de julio.
En París hizo amistad con Juan Larrea y Vicente Huidobro; y tuvo contacto con Pablo Neruda y Tristán Tzara.
En 1926 conoció a Henriette Maisse, con quien convivió hasta octubre de 1928. Fundó junto al poeta español Juan Larrea una revista mientras colaboraba con Variedades y Amauta, la revista de José Carlos Mariátegui. Por entonces profundizó en sus estudios de marxismo. En 1927 conoció a Georgette Marie Philippart Travers y ese año viajó a Rusia.
Hacia 1929 mantiene sus colaboraciones con Variedades, Mundial y el diario El Comercio. En 1930 el gobierno español le concedió una modesta beca para escritores. Poco después viajó a la Unión Soviética para participar en el Congreso Internacional de Escritores Solidarios con el régimen soviético. Tras su regreso a París se casó con Georgette Philippart en 1934 y se integró en el Partido Comunista del Perú fundado por Mariátegui. En 1937 Vallejo y Neruda fundaron en España el Grupo Hispanoamericano de Ayuda a España, en plena Guerra Civil.
En 1938 trabajó como profesor de Lengua y Literatura, pero en marzo sufrió un agotamiento físico. El 24 de marzo fue internado padeciendo una enfermedad desconocida y murió en París el 15 de abril de 1938.
Una áurea mañana el niño se llena de estupor ante el sutil juego dinámico, ante los gritos inarticulados de su muñeco. Su asombrada puerilidad toca, por primera vez las puertas del misterio. Espera que el milagro que se produce en sí mismo, el milagro de la vida, le pueda ser revelado por esta criatura mecánica que tiene en sus manos. El futuro hombre esgrime sus nervios, su corazón, su cerebro y su valor para lanzarse en su primera aventura de conocimiento. ¿Por qué? —gritan sus entrañas desde lo más acendrado de su ser. Y este primer «por qué» rompe, con dolorida angustia, el desfile innumerable de «por qués» que signan los escalones vitales del hombre, hasta el último, el de la muerte. El niño decide destripar su muñeco. Lo destripa.
Tras de haber vaciado las entrañas de trapo y de aserrín, tras de haber examinado atentamente la arquitectura de su juguete, tras de haber apartado pieza por pieza todo el montaje interior, tras de haber eliminado todo lo puntualmente formal en busca de las esencias, el investigador se encuentra ante el primer cadáver de ilusión, ante el primer conocimiento. Un tenue alambrillo arrollado en espiral; he aquí dónde residía, íntegramente, el secreto de la maravilla dinámica del muñeco. Esto no es la vida; esto es una mixtificación de la vida.
El niño acaba de descubrir las técnicas, que a su vez, no son si no los instrumentos para expresar los estilos. El muñeco no es vida, pero puede ser un estilo de la vida.
He aquí, a mi juicio, la posición fundamental de César Vallejo con respecto a la poesía. Niño de prodigiosa virginidad busca el secreto de la vida en sí misma. Ha tenido sus muñecos en los cuales, creía encontrar el principio primordial del gran arcano. Ha descubierto que las artes no son sino versiones parciales, versiones escuetas, estilizadas del Universo. Ha descubierto los estilos y los instrumentos para expresarlos: las técnicas.
César Vallejo está destripando los muñecos de la retórica. Los ha destripado ya.
El poeta quiere dar una versión más directa, más caliente y cercana de la vida. El poeta ha hecho pedazos todos los alambritos convencionales y mecánicos. Quiere encontrar otra técnica que le permita expresar con más veracidad y lealtad su estilo de la vida.
La América Latina —creo yo— no asistió jamás a un caso de tal virginidad poética. Es preciso ascender hasta Walt Whitman para sugerir, por comparación de actitudes vitales, la puerilidad genial del poeta peruano. De esta labor ya se encargará la crítica inteligente; si no hoy, mañana.