Vasectomía - Javier Castellanos - E-Book

Vasectomía E-Book

Javier Castellanos

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Beschreibung

Este libro de relatos inicia con una divertida historia pandémica; una novela corta en la cual se narra con un lenguaje retador, altisonante y muy transgresor, cómo el protagonista afronta una vasectomía, sus travesías en Locotá, Locombia, y sus mil vericuetos entre la salida de su cirugía, su tiempo de reclusión en su propia casa debido al «Covid Brincalamadre», y el día en el cual tuvo que tomar su primer espermograma. Su lenguaje quizás a algunos les parezca algo soez, incluso más indigno que las miles de personas muertas o desaparecidas en Locombia, o más escandaloso que los miles de millones de pesos que sus gobernantes se roban anualmente; no es un vocabulario para la «gente de bien». Acompañan a esta novela corta distintas narraciones del mismo corte irreverente y contestatario. No sorprende ya del autor de «Esquizofrenia» su ácida crítica sociopolítica y su interacción con el lector; lo que sí sorprenderá con una gran carcajada, es que en esta oportunidad usted, sí, usted, quien está leyendo esto, tendrá la posibilidad de ayudar a escribir este libro, sí, así como lo lee. No decimos «como lo oyen»… a menos que alguien se lo esté leyendo. :v

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©️2022 Javier Castellanos

Reservados todos los derechos

Calixta Editores S.A.S

Primera Edición febrero 2022

Bogotá, Colombia

 

Editado por: ©️Calixta Editores S.A.S 

E-mail: [email protected]

Teléfono: (571) 3476648

Web: www.calixtaeditores.com

ISBN:978-628-7540-07-1

Editor en jefe: María Fernanda Medrano Prado 

Editor: Alvaro Vanegas @AlvaroEscribe

Corrección de estilo: Tatiana Jiménez

Corrección de planchas: Ana María Rodríguez

Maqueta e ilustración de cubierta: Fotografía Harrym Ramírez

@memento @harrymramirez -

Diagramación de Portada: Julián Tusso @Tuxonimo

Diagramación: David Avendaño - @art.davidrolea

Impreso en Colombia – Printed in Colombia 

Todos los derechos reservados:

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño e ilustración de la cubierta ni las ilustraciones internas, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin previo aviso del editor.

Vasectomíawtf1®

(UNAS NARRACIONES QUE HABLAN PURA MIERDA)

WTF 1 En primera instancia, este libro de cuentos, junto con una novela corta, de primeritas se iba a titular: De la Transgresión y otros valores, pero resultaba problemático el concepto. ¿Qué es la Transgresión? ¿Por qué aparece escrito en mayúscula la inicial cual nombre propio? ¿Acaso se trata de una persona, un animal o una cosa?

Si fuera una persona sería doña Transgresión, algo así parecido a doña Encarnación, pero más hijueputa. Una señora de esas que no comen de nada. Preguntaría uno: «¿Y qué se ha sabido de doña Transgresión?» «No, nada, siempre lo mismo, jodiendo y jodiendo a todo el mundo; no deja a nadie en paz; ¡nadie la quiere ver ni en pintura a esa vieja malparida!».

Si fuera un animal, sería un animal salvaje: «Como podemos observar, aquí en esta parte del zoológico se encuentra este felino conocido como Transgresión; su nombre proviene del latín Transgresius terríbulus. La única manera de tenerla en este zoológico es disecada; nunca se ha logrado domesticar a este animal; en cautiverio resulta más agresivo que en su estado natural. ¡Una especie única!».

¿Y si fuera una cosa? Bueno, pues una cosa sí es, es un concepto, algo «astrato», como dicen en el estrato uno en Locombia, o sea, los más llevados del Soberano Putas, es decir, los que están más más «pior» económicamente, que cuando escuchan esa palabra «abstracto», lo relacionan con su estrato y dicen es astrato, y ahí le quedan a uno las ganas de explicar eso de abstracto.

Luego se tuvo la intención de titular al presente librillo: Doce cuentos peregrinos, pero no se pudo porque además de que un tal Gabriel Garcia (así, sin tilde), marqués de Macondo, ya había escrito uno con ese nombre. Tampoco se le podía titular de esa manera porque los cuentos que posee este libraco son más de doce y además tiene una novela corta, ¡pa que afinen!

Después, se iba a titular: Narraciones Hez-tra ordinarias, debido a su talante. No estoy en el deber de explicar el juego de palabras porque confío en la inteligencia de mis lectores, pero el editor me dijo que ese título resultaría problemático porque tal vez un tal Poe podría salir de su tumba y me vendría a jalar las patas ya que dizque el mancito tiene un libro de título similar; aunque lo peor no es que me jalen las patas, lo peor es que demanden a la editorial que posee mis derechos y ahí sí es que se arma la chupamelculo (es mentira, en este momento el editor ni ha visto el texto, de todas maneras le pido el favor de que deje estas palabras acá incluyendo estas que están entre paréntesis, pura fenomenología).

Sin embargo, los tres títulos fueron analizados, pero el área de mercadeo concluyó y dijo que eso no se vendería, que, tras de que nadie me conoce, menos iba a vender con esos títulos de quinta (es mentira, el área de mercadeo no ha visto nada, pero yo que trabajé en mercadeo vendiendo mis dulces en los buses sé cómo es la cosa y vaticino que va a ser así; por favor, tampoco borren esto en edición ni corrección de estilo, incluyendo estas palabras, sí, las que están entre paréntesis). Entonces, aprovechando el morbo de los lectores (aunque ellos no dijeron morbo sino curiosidad, pero no nos mintamos, es morbo y ya no hablemos más mierda porque el presente texto ya la posee, y en demasía), han decidido que se titule como la primera narración que viene siendo una novela corta, y así quedó, amén.

1

PRÓLOGO

A la loca Locombia, si no hubiese nacido acá,

tal vez nunca me hubiese hecho ‘escritor’.

Que me sigan iluminando tus locuras,

que yo seguiré acá

cual piedra en el zapato

-Joyita

Estas carnitas y estos huesitos, queridos compatriotas locombianos, tienen el gran honor de prologar esta gran joya de la literatura locombiana; Vasectomía, unas narraciones que hablan pura mierda. Con firme convicción puedo aseverar que el juego acá presentado por el autor de Esquizofrenia es el juego entre la ficción y la realidad, tal como se dio en aquella querida obra en la cual aparecí por primera vez como personaje, lo cual fue todo un honor que engalana mi existencia.

Sé que no soy una autoridad en cuanto a las letras se trata, aunque mi gobierno siempre apoyó a la cultura y al arte en general (guiño, guiño), pero sí que lo soy en la lucha anticorrucción, no en vano ninguno de mis buenos muchachos, es decir, los de mis gabinetes de mis muy variopintos gobiernos, anda preso o evadiéndose de la Justicia, la cual cojea, pero yo le doy en la cara, marica, y así ni llega. Por ser todo un emblema de la anticorrucción y un ejemplo a seguir, Las Águilas Negras se lo pueden corroborar a las buenas o a las malas, y porque mis más de doscientos procesos en contra no versan sobre Yidispolítica ni nada que se le parezca, ni sobre 6402 fulanos desaparecidos, que no estarían recogiendo café, puedo afirmar que las letras que usted leerá a continuación no son solamente de gran calidad literaria debido al múltiple uso de recursos narrativos y literarios, como la analogía y la metáfora, sino que además tienen un fondo pedagógico que gracias a Dios y a la Santísima Virgen de Chiquinquirá, no es en manera alguna adoctrinador del Castrochavismo o el Neocomunismo, ese fantasma que recorre Latinoamérica.

Reconozco que la primera lectura del texto me sacó de mis casillas y la valerianita fue menester consumir, pero luego entendí entre carcajada y carcajada que nada de esto tiene que ver con la realidad, sin embargo, hay que tomar nota por si se llegase a presentar en nuestra admirable y respetada patria, número uno en el mundo en cuanto a honestidad y honradez se trata.

Gocé mucho en el espacio que el muy comedido autor nos ha otorgado para que también escribamos y hagamos parte de su obra, ¡magnífica idea! Seguramente la copió de mi Gobierno participativo, ¡tas, tas, tas! ¡Pum, pum, pum!

También los cuentos intertextuales, aparte de divertidos, son referente de lo que, en pedagogía, magna disciplina tan preciada por mi política de gobierno, ¡tas, tas tas! ¡Pum, pum, pum!, se conoce como Aprendizaje Significativo, y con plena convicción puedo afirmar que hacen acompañamiento magno, magnífico y magnificente a la novela corta, intitulada Vasectomía.

Invito a todos los compatriotas locombianos a que se gocen las innumerables ocurrencias de este Joyita querido, muy querido, casi tan querido como quiero a mis buenos muchachos, y que promovamos la lectura de esta obra monumental… ¡tas, tas, tas! ¡Pum, pum, pum! ¡Ajúa, viva Locombia!

Con Cariño, su firme servidor,

El expresi (diario), Alvaraco Uribélico V.

Eterno presidente de Locombia

El gran locombiano

¡Advertencia!

Las páginas que usted leerá a continuación hacen parte de la imaginación de un enajenado, más conocido como Joyita, personaje y narrador de esta historia que, como reza por debajo del título, es una narración que habla pura mierda, es decir, hace parte de la ficción.

Los personajes y lugares acá mentados también hacen parte de esa ficción, en la vida real no existen, al igual que las situaciones acá narradas y acaecidas existen solo de forma ficcional. Ahora bien, si algunos lugares, personajes y situaciones que aparecen en esta historia se parecen al lugar en donde usted habita, el problema no es de esta narración, el problema es de su puerca realidad y de su sucio contexto, si es que, vuestras mercedes, padecéis de tan funestos personajes y de tan deplorables situaciones. ¡Eso pónganse serios, a este librito no le vengan a echar la culpa de sus desgracias!

Se les recomienda también –y no sobra decirlo porque el fuerte en Locombia no son los estudios literarios, sino su fuerte es la corrucción (SIC)– no confundir al autor de la presente narración con el personaje-narrador-protagonista, como por lo general hacen con los pocos libros que leen, bueno, ustedes no, sino los que leen pocos libros o no leen libros, aunque si no leyeran libros no estarían leyendo este, o si por ventura este es de sus primeros libros entonces sí, ahí le cala. Pero no se lo tome a pecho que no por eso usted va a dejar de leer, no sea atembadito, porque seguro estará pensando que para qué lee si lo van es a tratar mal, le aseguro que en muy pocos libros lo hacen. Si quiere saber de libros que traten mal al lector de vez en cuando, aunque usted no lo crea, los hay, entonces lea el otro de este autor, el primero que le publicaron, aunque fue por equivocación, pero ya qué, ya después del ojo afuera no hay santa Lucía que valga; hay más autores que lo hacen, no que les publiquen por equivocación sino que traten mal al lector, pero no les voy a hacer publicidad acá porque ellos nunca me la hacen a mí, están muy creciditos los vergajos.

Me parecería terrible –no digo «tenaz» porque yo sí sé qué significa y no lo uso como sinónimo de «grave» o «terrible» como lo hacen todos los locombianos menos yo, a menos que usted haya leído esa novelita de cinco pesos llamada Esquizofrenia, en donde ya se aclaraba este asunto tan trascendental. Me parecería terrible terribilísimo que después de que esta gran obra pase a la posteridad y el autor fallezca hagan lo mismo que hacen con la casa hacienda El Paraíso, del autor de María, la bandida –y no digo La María, como dicen la mayoría de locombianos para referirse a dicha obra, ya que el título de la misma no antepone dicho artículo– terribilísimo que cojan la casa del autor de tour y comiencen por allá a meterse a la sala, a la alcoba, a la cocina, al baño y empiecen a especular: «¡Ay, acá es donde se la pasaba escribiendo; ay, acá es donde le sucedería lo de la jalada del ganso; ay, acá es donde se cogía a Mía; ay, acá es donde habla lo de la chele; ay, este techo sí parece que tuviera estalactitas de chele; ay, aún como que huele a clórox!”. No, señores y señoras, nada de eso.

Si en un momento dado a vuestra merced os parece muy escandaloso e impúdico el presente texto, haga de cuenta que esto es un estandap cómedi de esos de tipo chistes verdes que a veces a usted le gusta escuchar y hasta paga por ello. Si en definitiva no es de vuestro agrado, si no les gusta ni por el Putas, bien podéis cerrar el libro o vuestros párpados y pestañas y oídos, pero no venga acá a joder, no venga acá a azarar el parche a los que sí quieren leer.

Por último, como las más recientes indagaciones, que se llevan a cabo desde hace más o menos doscientos años, arrojan como resultado que en Locombia se leen en promedio 2.3 libros al año por habitante, y esto teniendo claramente estipulado que es una falacia porque se trata de un promedio, es decir, los cincuenta libros que se comen al año los intelectualoides los dividen por el total del número de habitantes en Locombia, a usted, sí, a usted, no se haga el pendejo, sí, usted que no se lee ni uno al año, (haga el esfuerzo y se lee este) ya le achacaron dos y un poquito y usted saca pecho orgulloso aun sabiendo que esto es una mentira; entonces, para subir ese promedio y que usted saque pecho por algo, me he dado a la tarea de escribir el presente texto de la forma más resumida posible, y más no puedo hacer, si pudiera se lo leería. Siendo así las cosas y cuando a usted lo vayan a entrevistar para un trabajo o para ingresar a estudiar algo, o para que usted chicanee con una vieja o un man cuando se estén conociendo, cuando eso suceda y le pregunten qué libro se está leyendo, usted contestará con orgullo: Vasectomía, una trama muy interesante del realismo sucio, un movimiento literario originado en Estados Hundidos… y luego les termina el carretazo que puede encontrar en el Gúgol.

Prohíbase la difusión de este texto entre menores de edad, (pero no en el sentido kantiano de la palabra porque nos quedamos sin lectores).

Citas formales

«Una persona normal deja que la mierda se seque. Y la olvida.

Una persona normal se olvida de todas las mierdas de su vida.

De las que le hicieron y de las que hizo. Deja que toda esa mierda

sedimente y se seque y ya no apesta más. Pero un artista convierte

esa mierda en materia prima. Material de construcción. Hace esculturas,

cuadros, canciones, novelas, poemas, cuentos. Todo apestando a

mierda fresca».

Pedro Juan Gutiérrez, Animal tropical (?)2wtf®2.

«Tanto presidente, tanta religión, tanto hijo bastardo, la madre que

los parió,

Iros a la mierda, iros a la mierda, iros a la mierda».

Eskorbuto, Iros a la mierda.

«Cobardes y ladrones escondidos, siempre al calor que más calienta

Cada vez que sacamos la cabeza, mandáis la policía y nos revienta.

Iros todos a la mierda, estamos hartos de corrupción

Todos a la puta mierda, estamos hartos, me cago en Dios».

La Polla Récords, Iros todos a la mierda.

«Mierda al rey, mierda, mierda, mierda, seguridad social, mierda,

mierda, mierda…

Todo, todo, para Hacienda, mierda, mierda, mierda, el gobierno,

mierda, mierda, mierda…».

Eskorbuto, Mierda, mierda, mierda.

2wtf®2 No estamos seguros de que la frase haya sido extraída de Animal tropical, pero sí estamos seguros de que es de Pedro Juan Gutiérrez. No es que la hayamos buscado por gúgol, lo que sucedió es que las anotamos cuando estábamos leyendo a dicho autor y como leímos muchos libros de su autoría y no anotamos a cuál libro pertenecía cada una pues pailis, no se sabe; menos mal esto no es para una tesis de grado porque, si no, sí nos jodemos; hasta en la universidad del Uribélico, que es tan mala, están exigiendo las citas bien hechas y con normas APA, con eso les digo todo. P. D. Se habló en plural para darle más rigor académico a la cosa y que tin y que tan.

Citas informales

«Podrán pasar tempestades, tormentas, plagas, terremotos, pandemias

pero este pueblo obtuso e ignorante no se dejará amilanar

ya que en su esencia está el luchar por no dejar de ser hijueputa».

Covid Queen, Los rostros de la pandemia.

«En Locombia se escandalizan más por asuntos relacionados al sexo

o por una grosería o porque pierda la selección Locombia,

que por los miles y miles de millones de pesos que se roban a diario,

porque la mayoría de sus habitantes también son corructos».

Federico Niche, La voluntad de robar.

«Si existe un país en el mundo más corructo que Locombia,

la mayoría de sus habitantes luchará por ese primer lugar

porque son un pueblo echao palante pues home».

Alvaraco Uribélico V, Memorias desde El Paupérrimo.

«Es mejor ser un inepto por conocer que un Uribélico conocido».

Ibán Dique, Tratado de manipulación mediática.

«Un ladrón es alguien que roba porque si roba es un ladrón».

Quike Peñaloca, De la sabiduría y la oratoria como culmen de la humanidad.

«No es ninguna virtud ser corructo y luego criticar a quienes no

creen en mí,

como lo hacen la mayoría de los hipócritas en Locombia, sobre todo

en Semana Santa».

Chucho Jesús de Nazaret, Meditaciones desde Jerusalén; un recorrido

por Bolívar City.

Primera parte

El examen

Nunca había pensado tanto en mi esperma, mis espermatozoides, mis bolas, mi pene, mi virilidad y mi vida sexual, como aquel día de retorno a mi hogar a bordo de un Trasmierdero. Trasmierdero es el transporte público de la capital de Locombia, Locotá, que no es público; a diferencia de lo que dice el alcalducho que lo hizo instalar, el cual es socio de la empresa, ya que el señor es vendedor de buses; todo lo que sale de su boca sí que es pura y física mierda. Eso es un atracadero y un mierdero de padre y señor suyo. Por fortuna, no lo tomé en las horas pico porque ahí sí es que no llegaba a mi casita vasectomizado sino castrado ipso facto, ¡cojones!

Si usted no conoce Locotá, no se pierde de mucho en cuanto a su transporte ‘público’, son puros buses que desecharon en Europa y al Peñaloca ese, o sea, el burgomaestre, que ni maestría tiene porque la hoja de vida que presentó para lanzarse de alcalde era falsa, se le ocurrió poner solo buses. Sí, buses, y ya fueran eléctricos, pero no, puro diésel que nos está ahogando, asfixiando, envenenando.

La verdad, es difícil continuar mi narración sobre lo acaecido aquella hermosa mañana en Profamilia, que no entiendo por qué se llama «pro» si lo que me acabé de hacer no es precisamente un pro hacia la prolongación de mi familia, de mi prole, sino más bien un contra. Como venía diciendo, es muy difícil continuar mi narración porque cualquier cosa que usted vea en esta ciudad, o en este remedo de país, le va a retrotraer hacia un acto de corrucción (SIC)3wtf®3. No es sino que uno investigue un poquitico y ahí lo va a tener, enteritico.

Salgo a la calle más o menos a mediodía con un despejado cielo azul que en menos de diez minutos se volvió negro por las recias nubes que se asentaron sobre la capital, porque así es en Locotá, hasta el clima desvaría más presto que nosotros sus habitantes. Doy unos cien pasos, escucho una manifestación en las calles –cosa rara en Locotá y en Locombia, ya que aquí la gente traga todo por entero y si va a atreverse a masticar, se lo embuten a bolillo ventiado– y me detengo para observar a los marchantes, quienes en sus extremidades superiores ostentan cacerolas que hacen sonar y resonar con los utensilios propios para batir la típica bebida capitalina conocida como «chocolate», y van vociferando: «¡Uribélico, paraco, el pueblo está berraco!».

Asumo que este berraco es con «b» y no con «v», puesto que son cosas distintas, no creo que el pueblo sea un puerco en celo, que es el significado de la que va con la segunda, o tal vez sí lo es, ¡pero más puerco es el presidente!, o sea, el títere que puso el tal Uribélico a gobernar esta finca del dueño del país (¡espero que no sea dueño también de las editoriales y si no sí que me llevó el Soberano Putas!). Ese viejo cacorro es dueño de todo: de los noticieros, de los periódicos, de los bancos, de los centros comerciales, de los fondos de pensiones, de los canales de televisión, mejor dicho, hasta dueño de usted que está leyendo esto será y usted ni sabe. Usted va por ahí como un pendejo creyéndose el cuento de la democracia y toda esa basura que nos embuten una y otra vez, y hasta uno se cree del Primer Mundo porque va a viajar, no sé, por allí no más a México, en donde hasta hace poco estaban igual que nosotros. Bueno, ahorita están igual con esos carteles de las drogas tal cual como lo estuvimos nosotros en la época de los narcos, aunque los narcos todavía siguen, lo que pasa es que ya cumplieron el gran sueño de Pablito Escobar y están es montados en el Poder, pero a nosotros nos dicen que eso ya pasó y todos caemos redonditos.

Quisiera acompañar a los marchantes porque pocas son las veces que los locombianos salen a las calles a reclamar sus derechos, pero este dolor de güevas tan hijueputa no me lo permite… digo, esta afección genital prolongada y profunda.

Ahorita están en paro, peleando porque les quieren meter otra vez la mano a sus bolsillos con reformas laborales, pensionales y tributarias que ha mandado hacer el viejo cacorro que mencioné antes, que es el dueño de todos nosotros, y no, no es Uribélico, ese solo es el capataz de esta finca, y sí, ya le dije, dueño de usted también, no se haga el pendejo, usted, el que tiene su plata en los fondos de pensiones y cesantías de él, tiene el dinero que le pagan por nómina en alguno de sus bancos, va a comprar y a dar vueltas como tonto en los centros comerciales de él y si acaso a chuparse un helado de una heladería de él; los canales que usted ve de televisión son de él, las noticias que usted lee están en los periódicos de él y las leyes que usted obedece como atembado las hicieron las ratas del Congreso que trabajan también para ese viejo cacorro.

No le digo, la corrucción ya invadió todo. Este papel del mañana, la pantalla sobre la que estoy plasmando hoy estas letras, los adoquines que pisaba cuando se me ocurrió escribirlas, el bolardo con el que me tropecé antes de meterme a la estación de buses, la señal de tránsito que está pegada como a cinco señales más antes de llegar a la estación y ninguna sirve para un culo, el asfalto que se hundió y lo remplazaron por uno que se partió en menos de un año de uso, el Trasmierdero en el cual me monté para llegar a mi sagrada morada, hasta los recuerdos de la marcha porque es contra el puto mal que tiene vuelto mierda este país: la corrucción. Está por todo lado, ya me invadió lo único que me sacaba de ella, la escritura, la literatura magna, magnífica y magnificente.

No hace mucho tiempo tenía en mis mientes cavilado relatar plácidamente una narración con un talante que difiriera de lo que suelo escribir, hasta hace poco, muy muy poco, con exactitud, hasta hace menos de diez minutos. Lo que tenía pensado escribir no tenía nada que ver con ese desgraciado mal, pero ya me vi disparando algo de vez en cuando porque en realidad hace parte del contexto locombiano, crecimos con ella, nos ha marcado como ‘nación’; a los ojos del mundo debemos ser unos personajes corructos. Desde pequeños nos la enseñan, está bien acá ser más ‘avispado’, tener ‘malicia indígena’, el vivo vive del bobo, cortar camino sin hacer lo correcto; eso no está mal visto, si uno es pequeño y le dan vueltas de más en una transacción de cualquier tipo le dicen que «tan de buenas», y así crece uno hasta que llega al Congreso o a presidente o a presidente-títere. Pero como dijo Jack, el Destripador: vamos por partes, parceros.

Aunque tengo atoradas en la garganta y contenidas en mis deditos que teclean y teclean las muchas cosas que se relacionan con el pior mal de Locombia, si las cuento ahorita no escribo la novelilla que tengo pensada en esta mente demente y esto se convertirá en un espécimen entre Las confesiones de San Agustín y Memorial de agravios de Camilo Torres Tenorio4wtf®4, no del otro, del guerrillo; todos sabemos que los guerrillos son castrochavistas y nos quieren volver como Venezuela, por eso no cito acá al guerrillo sino al otro, al calvete que se disimulaba la calva peinándose de para abajo; pero mejor no se rían, ahora uno no puede decir ni un chiste del cuerpo o aspecto de los demás, así que si busté se ríe no es culpa mía y el malo es usted, ¡respete!

No es difícil perderlas de vista, yo he sido un corructo, como escriben en el Feisbuk; que cambié y corté ese puto mal es otra cosa, pero sí, lo fui, como la mayoría de locombianos, de usted que está leyendo esto, a menos que no sea de Locombia; sí, señor, en alguna medida lo hemos sido, pero eso no justifica que lo sigamos siendo y menos decir como dijo uno de los mayores corructos descubiertos hace poco en Locotá y quien ya está libre gastándose la plata que se robó: «La corrucción es inherente al ser humano», dijo el desgraciado, cuál desgraciado, el muy hijueputa.

Terminada la infame pero breve cirugía en la cual permanecí despierto, aunque no quise mirar cual uribestia seguidor del Uribélico (porque a ellos les tocan las pelotas, se las chuzan, pero se hacen los desentendidos)5wtf®5. Mejor me puse a pensar en cuál sería mi futuro a partir de entonces… ¿Qué pensarían las chicas de ello? ¿Les cambiaría el sabor, el olor, la textura, el sonido? Sí, el sonido, es posible que el líquido seminal posea sonido, puesto que contiene millones de seres vivos que van en una carrera por la vida. Si uno supiera que va a una carrera y que si no llega de primeras se muere, pues al menos haría una algarabía la jijuemadre, eso sería el pánico total: «¡Cooooorraaaaan poooooor suuuuuus viiiiidaaaaaas!», y salen esos millones de espermatozoides corriendo en pura hijueputa a meterse al óvulo… La cuestión es que todos esos pendejos la mayoría de las veces quedan estampados en el látex asesino –y más si es con espermicida–, o en la tumba de cualquier sábana asfixiante, o sobre la panza de cualquier fulana en celo, o en el techo del baño adolescente, o en el inicio del sistema digestivo de cualquier fulana apetitosa lactante, o se estrellan de frente con la materia fecal de la paciente o el paciente de turno, o si es precoz, en la tela de la ropa interior masculina. De esta manera es que seguro debe tener sonido no percibido aún por nuestra especie. ¿Será que por no poseer espermatozoides en mi chele pierdo de alguna manera mi virilidad? Es mejor no decirle a nadie, con eso si, alguna quedara embarazada, ¡pum! ¡Mamola, no es mío! Sin embargo, he leído sobre casos fortuitos de fallas en el sistema y se vuelven a colar estos verriondos quién sabe cómo, quién sabe por qué recóndito sendero, porque eso cogen los conductos seminales, los cortan y los queman, sí, los queman, suena el típico piiist y sale el humito hacia el cielo infinito como si se tratara de una cremación humana completa… ‘piiist’, sale el humito y queda vedada la salida para todos ellos: que en paz descansen. Un minuto de silencio por todos aquellos valerosos que nunca conocerán la luz, quedaron en el limbo insondable, amén. ¡Brille para ellos la luz perpetua! ¡Brille para ellos la luz perpetua! ¡Brille para ellos la luz perpetua! ¡Descansen en paz! ¡Así sea! ¡Descansen en paz! ¡Así sea! ¡Descansen en paz! ¡Así sea! 

¿Será que podré continuar con mi virilidad sin que se afecte mi rendimiento sexual en forma alguna? Esto el tiempo lo dirá, me dijeron que esperara ocho días, ocho, ocho, oooochooo laaargooos días en los que la abstinencia es dogma sagrado y la Manuela queda estrictamente pro-hi-bi-da.

¿Cómo así que la Manuela?6wtf®6 ¡Pues Manuela! ¿Cuál Manuela? ¡Es que usted no es locombiano o qué! ¡El que niega la paja, niega la mama, señor! Señor, exquiusmi, mí no ser locombiano, mi ser de las extranjas. ¡Ah, oquei, verigud, mister! Manuela ser yur jand, tú usar yur jandwhen tú estar arrecho; arrecho es ser cachondo, cachondo es ser como un perrito. Hacer los siguientes movimientos para explicar al gringo gilipollas:

1. Párese de forma recta.

2. Deje sus extremidades superiores en posición natural.

3. Cierre los puños.

4. Apriete las manos.

5. Suba los puños de tal manera que queden en forma supina formando un ángulo de noventa grados, más o menos a la altura de la cintura; los codos deben quedar pegados a la cintura; el ángulo de noventa grados queda entre los antebrazos y sus piernas.

6. Intente empujar la pelvis y trate de alcanzar la extensión de los puños, de tal manera que cuando alcance con la pelvis a sus puños el ángulo de noventa grados quedará entre los antebrazos y su culo; si no tiene culo en lo que tiene por culo, no pasa nada.

7. Repita mínimo cinco veces de manera rápida y consecutiva:

«¡Oooow, yes, yes, yes! Ayanderstand. Verygud, Senkiu. ¡Denankiu, gringo atembado!».

Todas estas cuestiones no son para nada superfluas. En la cirugía, en esos breves diez minutos, todas ellas rondaron mis pensamientos. Reconozco que no todos los diez minutos porque yo estaba muy nervioso.

Señor, ¿está nervioso? Nooooooo, no, señor, tranquilo, hágale con confianza, estoy acostumbrado a que me chucen las bolas, me hago acupuntura testicular desde hace décadas, hágale, chuce, con confianza, si quiere después me hace un tatuaje y me las pinta de negro y jugamos bola ocho, si así usted lo desea… Claro que sí, un poco. Respire profundo, va a sentir un leve… ¡AAAAYYYY, JUEPUTA!... un leve chuzón. Este doctor jijuemadre es de esos que ponen las direccionales cuando ya han cambiado de carril, ¡malparido! No obstante, después no sentí nada, solo unos jaloncitos cuando estiraron los conductos seminales, luego el piiist, salió el humillo etéreo y listo.

Las auxiliares, que seguro han visto más pollas que Esperanza Gómez y la Mamaranta Jank juntas, me secaron, me limpiaron, me acariciaron, me preguntaron que si me dolían… nunca me habían tratado con tanto cariño mis bolas, siempre las pobres quedan excluidas, quedan en fuera de lugar en las faenas, las pobrecillas… y que si era así, que ya me podía levantar, y que caminara suave y lento. Me dieron la mano y todo, ¡yuuujuuu!, al descender por las escaleras que posibilitan la penosa bajada de la camilla de operaciones. Me sentí como toda una dama, pero con bolas, creí que bajaba de un ostentoso carruaje medieval y ellas eran mis damas de honor, o si acaso un gentil y noble caballero. Descendí con mi vestido de Cenicienta, es decir, la bata desechable; bajé, me di media vuelta, di las gracias e hice la reverencia respectiva.

Señor, no se agache así que se le descose la herida. Traducción: «Ole, zopenco, lo acabamos de operar de las güevas, ¡quiere que se le descosan o qué, atembado!». ¡Ay, lo siento, debe ser por la anestesia!

Al final me entregaron una hojita con las indicaciones, los pasos a seguir, las recomendaciones y listo el pollo, un gilipollas menos sobrepoblando este inmenso valle de Lágrimas, este vehículo espacial que va a toda mierda, en pura hijueputa, carrera mar por el espacio infinito aunque siempre por la misma ruta y tal vez a la misma velocidad; y sin embargo, a pesar de conservar casi siempre la misma velocidad, cada vez se aproxima más rápido a su inminente conclusión, a la hecatombe mortífera, al juicio final, en donde serán juzgados los vivos y los muertos. Por otro lado, no es cierta dicha afirmación, la Tierra seguirá con o sin humanos, eso sí.

Vamos a toda mierda en rotación a una velocidad de alrededor de 1700 kilómetros por hora, y en traslación a una velocidad de alrededor de 107 000 kilómetros por hora… ¡Vamos a toda mierda todos los putos días! Lo que no entiendo es por qué pusieron el reloj de esa manera si la Tierra gira en su rotación en sentido antihorario… ¡Bien pendejos! Si así es la cosa toca que pongan otra vez los años como «Antes de Cristo», al revés, de atrás para adelante, y si no, por qué colocaron los relojes así, ¡sean coherentes, gran pendejos!

Después de la cirugía, permanecerá aproximadamente una hora bajo el cuidado de Profamilia, o el tiempo que sea necesario para estar seguro de que usted puede abandonar sin riesgo nuestras instalaciones.

En esa hora me dirigieron a una sala de espera, me sentaron en un sillón y me dieron una bolsa repleta de hielos con el fin de que me los dejara en la parte tratada, es decir, en las güevas, una pastilla ibuprofeno 400 y a esperar.

Cinco manes más a mi alrededor, todos con una mano en las bolas mirando en un televisor la publicidad sempiterna de Profamilia. Un güevón de esos trató de poner tema de conversación porque el iluso pensaba que allí habría de descubrir alguna idea para escribir un cuento, una anécdota, y resultó fue escribiendo esta pequeña y edificante novelita. Obvio, ese güevón era yo, porque los otros pendejos seguían mirando y mirando la publicidad interminable y repetitiva.

«Oigan, amigos, ¿y ustedes ya tienen hijos?». «Sí, claro, ya tengo dos, pero voy a cerrar la fábrica», dice un atembado, aunque hasta bien consciente, por lo menos no se va a seguir reproduciendo. «Yo sí no tengo y no quiero tener», dice otro, y reitera que está segurísimo de que no quiere tener ni un solo engendro. Yo no fui tan idiota de preguntarle el porqué, ya que de una me las pillé que era maricacorro el hijueputa. ¡Bien güevón! ¡Qué putos hijos va a tener si apenas recibe polla por ese ojete, atembado! ¡Será que va a quedar embarazado el marica este! ¡O vaya uno a saber si también es activo, bisexual o solo metrosexual! ¡O quién sabe si por ahí borracho le dé por enchufar a una mujer!

Otro pendejo dice que se vino a escondidas de su casa y que nadie sabe que se está practicando el procedimiento, que va a quedarse sano, es decir, que va a dejar a todo el mundo sin saber nada del asunto. Quedarse sano es no hacer nada. Que va a quedarse sano a ver si la mujer un día de estos le sale con hijos, ¡con hijos de puta será!

Otro apenas se dedica a tocarse las güevas y a preguntar que cuánto tiempo habrá de quedarse allí, que si no habrá otros programas de televisión, como si la televisión locombiana fuese la gran meca cultural audiovisual, ¡ja, pura bazofia es lo que pasan día y noche, noche y día! En fin, con estos tipejos no se pudo entablar mayor conversación. Solo les pregunté si los habían operado de otra cosa, y uno contestó que de la vista, pero bien bobo el gran pendejo, porque era el mismo que decía que si podían poner otro programa, ¡ciego es que quedó el malparido!

Me tocó contarles de la vez que me operaron la nariz, sí, la nariz, la misma que me torcieron de un bailado, es decir, de un gancho de derecha –en términos de púgil– en una ocasión en que me propinaron una paliza la jijuemadre