Viaje al Oriente - Confesiones íntimas de una mujer 6 - Anna Bridgwater - E-Book

Viaje al Oriente - Confesiones íntimas de una mujer 6 E-Book

Anna Bridgwater

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  • Herausgeber: LUST
  • Kategorie: Erotik
  • Serie: LUST
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2019
Beschreibung

"Sobre la serie "Confesiones íntimas de una mujer": "Quiero contarte la historia de mi vida. O al menos una parte de ella. Una parte de mi vida que es mi verdadero yo, pero que está escondida. Mi vida sexual. Eso, para lo que fui creada. Lo que mejor hago". El mundo está lleno de hombres y el narrador en primera persona de esta serie es un Don Juan en femenino que simplemente no puede negarse. Eva ama a su marido y a sus hijos, pero para ella no son suficiente. Su vida deja de tener sentido sin el sentimiento excitante de una nueva aventura, así que siempre que tiene la oportunidad de una experiencia erótica, la aprovecha. La protagonista de esta serie, Eva, está inspirada en una persona real de carne y hueso. Luego de mantener conversaciones con esta mujer, la autora, Anna Bridgwater, ha escrito su historia como testimonio de la vida secreta que lleva en paralelo a su cotidianidad con su marido y sus hijos."-

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Seitenzahl: 51

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Anna Bridgwater

Viaje al Oriente

Confesiones íntimas de una mujer

Parte 6

LUST

Viaje al Oriente – Confesiones íntimas de una mujer: Parte 6

Original title:

Mod øst - en kvindes intime bekendelser 6

Translator: LUST

Copyright © 2019, 2019 Anna Bridgwater and LUST, an imprint of SAGA Egmont, Copenhagen All rights reserved

ISBN: 9788726273199

1. E-book edition, 2019 Format: EPUB 2.0

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

Viaje al Oriente

Confesiones íntimas de una mujer

Parte 6

Me despertó el roce de una mano en mi estómago, justo bajo el ombligo. La palma se apoyó en mi suave y adormecida piel. Los dedos se estiraron pasa cubrir la distancia desde el ombligo hasta el monte de Venus. Mi respiración se mantenía estable y yo yacía de costado, fingiendo estar dormida, mientras esos dedos exploraban mi cuerpo. El pulgar dibujaba círculos perezosos alrededor de mi ombligo. Entonces el meñique tomó la iniciativa y se deslizó hacia abajo, con suavidad. Con un gesto tan delicado y pausado, que era casi imperceptible.

Pero yo sabía que era real, mi cuerpo entero se derritió y se abrió. Me mordí el labio de placer cuando el meñique se abrió paso más profundamente entre mis muslos. Mis entrañas se encendieron al tacto y me di la vuelta para tenderme boca arriba. Y separo las piernas para permitir acceso a la mano entera, con los ojos aún cerrados. It was now the index finger that slid between the smooth folds, and I sighed. Aunque se supone que sigo dormida, un pequeño gemido escapa mis labios.

— Mmm —dice Randall.

— ¿Se siente bien? —dice mordiendo el lóbulo de mi oreja con delicadeza.

— Si —susurré.

Caliente y excitado, se presiona contra mi pierna mientras continúa sacándome pequeños gemidos. Con los ojos cerrados; lo tomo por el brazo y lo arrastro sobre mi. Se deslizó inmediatamente dentro de mí y yo aprieto una de sus nalgas para empujarlo más adentro. La sensación de satisfacción era nueva y familiar cada vez. Comencé a mover las caderas y justo cuando él se acercaba al éxtasis, profundizo la penetración y grito de placer. Abrí los ojos para ver a mi esposo por primera vez en el día.

— Buenos días, Randall —dije.

— Buenos días, amor —respondió él.

Seguía con los ojos cerrados cuando salió de mi. Se volvió a acostar boca arriba con una mano sobre el pecho. Respiraba con tanta dificultad que temí que se sintiera mal. Después de todo, había tenido complicaciones cardíacas hace unos meses atrás. Yo entraba en pánico cada vez que palidecía o se cansaba. Y justo entonces pegó un salto de la cama.

— Me tengo que ir pronto —dijo.

Se acercó al armario para alistar el atuendo del día, sacando ropa limpia. Tenía un halo de satisfacción mientras bailaba desnudo en la habitación.

— Qué tienes planeado para hoy? —preguntó mientras escogía una corbata en el closet, dándome la espalda.

— Yoga después del trabajo y luego...

Pero ya había desaparecido dentro del baño.

— Mírame —murmuré bajo pero él no me escuchó.

Había salido volando de la cama sin mirarme siquiera. Me sentí como la mujer más solitaria del mundo, así que me tendí boca arriba con la mirada fija en el techo.

Me tomé un momento antes de ir a despertar a los chicos y alistarlos. Estaba desesperada por hacer lo correcto. Todos los días hacía un esfuerzo sobrehumano por ser una esposa fiel y decente  Era una lucha. Era tan difícil para mí. Una y otra vez mis intenciones se desmoronaban. Necesitaba ser adorada, cada vez era más difícil reservarme en cuerpo y alma para . No confiaba en mí misma porque no confiaba en su amor. Además de que no podía dejar de mirar a otros hombres. Sigo acostada con los ojos cerrados y siento que las lágrimas están a punto de salir. Pero entonces Randall aparece en la puerta del baño con la boca llena de pasta dental.

¿Te gustaría venir a Japón conmigo?

Claro que me encantaría ir a Japón. Randall tenía reuniones con socios japoneses y la compañía quería pagar mi boleto de avión. Visitaríamos Tokyo y Kyoto, la anticipación hacía que mi pulso se acelerara. Ya quería ver las mujeres en quimonos, comer sushi, experimentar los modales y los misterios orientales.

El viaje fue en noviembre. Aterrizamos en Tokyo luego de catorce horas de viaje. Nos pasó buscando una limusina en el aeropuerto. Los alrededores asemejaban ciudad europea, aunque más sustancial y más fea; con barrios residenciales color ratón. No era tan exótico ni tan exhuberante. Era más bien estándar. Sin embargo, le sonreí a Randall. Si expresaba mi aburrimiento, me tildaría de cínica.

No solo aburrida, la ciudad era inmensa y eventualmente llegamos al estacionamiento del hotel, al final de una empinada vía. Se leía el nombre: "Centro asiático de Japón". La construcción era un rascacielos anónimo con cortinas de vidrio y empelados sonrientes en la recepción. Luego de retirar nuestra tarjeta llave, subimos al piso once en el ascensor. La habitación era igual de anónima y tenía dos grandes camas que apenas dejaban espacio para las maletas. Así que me lancé sobre la cama y dejé que me invadiera el jet lag .   

Cuando desperté ya había oscurecido. El lugar estaba en completo silencio, porque estaba muy lejos del bullicio de la calle. Volví la vista a Randall, que estaba acostado en la otra cama. La distancia entre ambos era tal que no podía alcanzarlo al estirar mi brazo. El lo sintió, se dió la vuelta y me sonrió. Sus ojos brillaron en la oscuridad reinante.

— Hola —dijo.

— Hola a ti.

Se levantó y se sentó a horcajadas sobre mi torso. Lleve las manos a su pecho y desabotoné los primeros botones de su camisa. Pase mis manos por sus costillas. Su piel era cálida y suave, sentía sentir los movimientos de su pecho al respirar. Tomó mis senos y se inclinó para besarme, pero yo lo esquivé.

— Tengo que cepillarme los dientes.

— Yo también.