Viaje de un naturalista alrededor del mundo - Charles Darwin - E-Book

Viaje de un naturalista alrededor del mundo E-Book

Charles Darwin.

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Beschreibung

Este libro recoge las impresiones sobre las nuevas tierras que Darwin conocio en su expedicion por America del Sur, Australia y las Islas Galapagos y que le llevaron a escribir El origen de las especies. En este diario, Darwin describe numerosos animales y plantas desconocidos hasta el momento, dando pruebas de las dotes de observacion y analisis que le llevaron al descubrimiento de la evolucion de las especies.

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Charles Darwin

“Viaje de un naturalista alrededor del mundo”

PROLOGO DEL AUTOR

En el de la primera edición de esta obra, y en la parte zoológica del «Viaje del Beagle», dije por qué circunstancias llegué a agregarme a esa expedición en derredor del mundo. El capitán Fitz-Roy, comandante de la expedición, deseaba llevar a bordo de su buque un naturalista, y ofrecía cederle parte de su cámara. Me presenté, y gracias a la influencia del capitán Beaufort, ingeniero hidrógrafo, los lores del Almirantazgo tuvieron a bien aceptar mis servicios. Permítaseme, pues, expresar toda mi gratitud al capitán Fitz-Roy, porque a él debo el haber podido estudiar la historia natural de los diferentes países que visitamos. Añadiré que, durante los cinco años que pasamos juntos, tuve siempre en él un amigo sincero y obsequioso. También quiero manifestar mi agradecimiento a los oficiales del Beagle, que tan llenos de bondad estuvieron siempre conmigo.

Este tomo contiene, en forma de Diario, la historia de nuestro viaje y algunas breves observaciones acerca de la historia natural y la geología, que, por su carácter, me han parecido capaces de interesar al público. En esta nueva edición he acortado mucho algunas partes y extendido otras, con el fin de hacer más accesible la obra a todos los lectores. Pero los naturalistas han de recordar que para los detalles es preciso que consulten las grandes publicaciones donde se comprenden los resultados científicos de la expedición. Así, la parte que trata de la historia natural de la expedición contiene: una Memoria del profesor Owen acerca de los mamíferos fósiles; otra de Mr. Waterhouse acerca de los mamíferos vivos; otra de Mr. Gould acerca de las aves; otra del reverendo L. Jenyns acerca de los peces, y otra de Mr Bell acerca de los reptiles. He añadido a la descripción de cada especie algunas observaciones respecto a sus costumbres y al medio en que habitan. Estos trabajos, de los cuales soy deudor al desinteresado celo de esos sabios, no hubieran podido emprenderse sin la liberalidad de los lores comisarios del Tesoro, quienes, a petición del canciller del Echiquier, se dignaron concedernos la cantidad de 25.000 duros (1.000 libras esterlinas) para sufragar parte de los gastos requeridos por esa publicación.

Yo mismo he publicado algunos volúmenes: acerca de la estructura y la distribución de los arrecifes de coral; acerca de las islas volcánicas visitadas durante el viaje del BEAGLE, y acerca de la geología de la América meridional. El tomo sexto de las Geological Transactions contiene dos Memorias que escribí acerca de las piedras erráticas y acerca de los fenómenos volcánicos en la América Meridional. Los señores Waterhouse, Walter, Newman y White han publicado ya varias interesantes Memorias acerca de los insectos por mí recogidos, y espero que aún se publicarán otras más. El doctor J. Hooker, en su magna obra acerca de la flora del hemisferio austral, hará la descripción de las plantas-que traje de la parte meridional de América; además ha publicado en las Líneas Transactions una Memoria suelta respecto a la flora del archipiélago de los Galápagos. El profesor Henslow ha publicado una lista de las plantas que recogí en las islas Keeling, y el reverendo J.M. Berkeley ha descrito mis plantas criptógamas.

Por otra parte, en el curso de esta obra tendré el gusto de indicar la ayuda que me han prestado otros varios naturalistas distinguidos. Pero, permítaseme dar aquí sinceras gracias al profesor Henslow, pues él fue quien, cuando estudiaba yo en la Universidad de Cambridge, me hizo aficionarme a la historia natural; él quien, durante mi ausencia, tuvo a bien encargarse de las colecciones que de tiempo en tiempo remitía yo a Inglaterra; por último, él quien con sus cartas dirigió mis investigaciones, y quien, en una palabra, ha sido siempre para mí el amigo más afectuoso.

Junio de 1845.

SEGUNDO PROLOGO

Aprovecho otra nueva edición de mi Diario para corregir algunos errores. He dicho en uno de los primeros pliegos que la mayor parte de las conchas sepultadas con los mamíferos extinguidos en Punta Alta, cerca de Bahía Blanca, pertenecen a especies existentes aún. Después han sido examinadas esas conchas por Mr. Alcides d'Orbigny, el cual declara que todas ellas son recientes (Observations géologiques dans l'Amérique méridionale, pág. 83). El señor don Augusto Bravard describió luego esa región en una obra española (Observaciones geológicas, 1857). A su parecer, las osamentas de los mamíferos extintos que se encuentran en las capas inferiores de las Pampas fueron arrastradas por las aguas y quedaron sepultadas entre las conchas de moluscos aún existentes. Pero confieso que las observaciones del señor Bravard no me convencen. En efecto, cree que todo el enorme sedimento de las Pampas es de formación subaérea, como los méganos de arena; esta teoría me parece insostenible.

En el capítulo XVII pongo una lista de las aves que viven en el archipiélago de los Galápagos. Nuevas investigaciones han probado que algunas de esas aves, que entonces se creía que eran exclusivas de estas islas, existen también en el continente americano. El señor Sclater, eminente ornitólogo, me advierte que en ese caso están: la Strix punctatis sima, el Pyrocephalus nanus y probablemente también el Otur galapagoensis y el Zenaida galapagoensis. Por tanto, el número de las aves indígenas se reduce a veintitrés o probablemente a veintiuno; el señor Sclater cree que una o dos de esas especies indígenas son más bien variedades que especies, lo cual me pareció siempre muy probable.

El doctor Günther (Zoological Society, 24 de enero de 1859) afirma que la serpiente de la cual hablo en el mismo capítulo, y que según el señor Bibron considero como idéntica a la especie chilena, es una especie particular que no habita en ningún otro país.

1.0de febrero de 1860.

VIAJE DE UN NATURALISTA ALREDEDOR DEL MUNDO

CAPITULO I

SUMARIO. Porto-Praya.- Ribeira Grande.- Polvo atmosférico con infusorios.- Costumbres de un limaco marino y de un pulpo.- Peñas de San Pablo; no son de origen volcánico.Extrañas incrustaciones.- Los insectos son los primeros colonos de las islas.- Fernando Noronha.- Bahía.- Peñascos pulimentados.- Costumbres de un Diodon- Confervas e infusorios marinos.- Causas del color del mar.

Santiago.-Islas de Cabo Verde

Después de ser dos veces rechazado por terribles tempestades del sudoeste, el buque de Su Majestad Beagle, brick de diez cañones, al mando del capitán Fitz-Roy, de la marina real, zarpó de Devonport el 27 de diciembre de 1831. El objeto de la expedición era: completar el estudio de las costas de la Patagonia y de la Tierra del Fuego (estudio comenzado bajo las órdenes del capitán King, de 1826 a 1830); levantar los planos de las costas de Chile, del Perú y de algunas islas del Pacífico, y, por último, hacer una serie de observaciones cronométricas alrededor del mundo. El 6 de enero llegamos a Tenerife, donde nos impidió desembarcar el temor de que llevásemos el cólera. A la mañana siguiente veíamos alzarse el sol tras la quebrada línea de la mayor de las islas Canarias. Ilumina de pronto el pico de Tenerife, mientras la parte inferior de la isla permanece aún oculta por ligeros vapores; primera jornada deliciosa, seguida de tantas otras cuyo recuerdo nunca se borrará. El 16 de enero de 1832 anclamos en Porto-Praya, en la isla de San lago, la mayor de las del archipiélago de Cabo Verde.

Vistas desde el mar, las cercanías de Porto-Praya tienen desolado aspecto. Las pasadas erupciones volcánicas y el calor ardiente de un sol tropical han hecho en casi todas partes al suelo impropio para soportar la menor vegetación. La comarca se eleva en sucesivas mesetas, cortadas por algunas colinas en forma de conos truncados; y una cadena irregular de montañas cierra el horizonte. Contemplado el paisaje a través de la caliginosa atmósfera peculiar de este clima, presenta grande interés; eso en el supuesto de que un hombre que acaba de desembarcar y cruza por vez primera un bosque de cocoteros, pueda pensar en otra cosa que no sea la felicidad que experimenta. Probablemente se pensará, y con mucha razón, que esa isla es muy insignificante; pero para quien jamás haya visto sino paisajes de Inglaterra, el aspecto tan nuevo de unas tierras estériles en absoluto posee una especie de grandiosidad, que quedaría del todo destruida por una vegetación más abundante. Apenas si puede descubrirse una sola hoja verde en toda la extensión de esas inmensas llanuras de lava; sin embargo, rebaños de cabras y algunas vacas logran hallar su sustento en esos lugares desolados. Rara vez llueve, excepto una pequeña parte del año; entonces cae a torrentes la lluvia, y enseguida invade cada grieta abundante vegetación. Esas plantas se agostan casi tan deprisa como brotaron, y los animales se alimentan de ese heno natural. Cuando estuvimos nosotros, llevaba más de uno año sin llover. En la época del descubrimiento de la isla, las cercanías de Porto-Praya estaban sombreadas por numerosos árboles, cuya destrucción, ordenada con tanta indiferencia, ha causado aquí, como en Santa Elena y en algunas de las islas Canarias, una esterilidad casi absoluta. Algunos matorrales de arbustillos faltos de hojas ocupan la parte inferior de valles anchos y planos, que se transforman en ríos durante los pocos días de la estación lluviosa. Escasísimos seres vivos habitan en esos valles; el ave más conocida es un martínpescador (Alcedo iagoensis), que se pone estúpidamente encima de las ramas de ricino, y desde allí se lanza para coger saltamontes y lagartijas. Ese ave tiene vivos colores, pero no es tan bonita como la especie europea. Difiere de su congénere de Europa también por su manera de volar, por sus costumbres y por su afición a los valles más secos, donde suele vivir.

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