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Una vez más, la crítica social y la búsqueda de la reflexión ante escenarios que difícilmente se distinguen de la ciencia ficción inspiran la prosa poética de novedoso formato del autor, que suma a su obra este compendio de críticas y clamor ante realidades que tocan ?cada vez más de cerca? las vidas de los ciudadanos comunes. Seres que no parecen de este mundo tejen y se mueven entre las sombras del anonimato, pero ostentan poderes que pueden parecer más grandes que el de Dios. Temas terrenales como la manipulación, las trampas y las diferencias raciales, políticas y económicas se entrelazan con teorías de conspiración, miedos divinos y terrenales expresados en el mar (des)informativo de las redes sociales.
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2022
poemas de protesta social (versos para reflexionar y otros poemas de conspiración y ciencia ficción)
Ricardo A. Domínguez
© Ricardo A. Domínguez
© 2022 poemas de protesta social (versos para reflexionar y otros poemas de conspiración y ciencia ficción)
Febrero de 2022
ISBN papel: 978-84-685-6515-6
ISBN ePub: 978-84-685-6514-9
Editado por Bubok Publishing S.L.
Tel: 912904490
C/Vizcaya, 6
28045 Madrid
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Índice
Dedicatoria
Prólogo
La agenda de los asesinos
Regímenes despóticos... El principio
La nación estadounidense
Las redes sociales
Mataste y robaste a mis viejos
Vida efímera
El mundo
Sociedad de las ‘apps’
Nos echan el coronavirus
Mujeres
Sin fronteras
Somos herederos
Lo porvenir
Estoy aquí
La verdad os hará libres
Casas perplejas
Si...
Nuestro gobierno
Acróstico del proletario
La colonia gringa
Acróstico del gobierno
Acróstico de la prensa
Acróstico de Cristo
Acróstico de limitar
Acróstico del culito de rana
Casualidad o plan elitista
El futuro está aquí
Crimen organizado
Acróstico de la justicia
¡Cómo duele mi alma!
Nuevos cazadores
Variante
El convento
Última generación
Zares del mundo
No te veo
Inmundo príncipe
Falso progreso
Falsa paz
Falsa libertad
Tierra
Ruleta rusa
Guerra fría
Naciones que mueren
Profecía
Nos matan y no hacemos nada
Acróstico de los vacunados
Hay
Paga lo que debes
Venimos en paz
Los fantasmas de la pandemia... El fin y el principio
Dedicatoria
Dedico este libro a mi Dios,
quien me dio la inspiración.
A mi esposa querida, Rosa;
y a mi hijo amado, Vincent.
Espero que los acontecimientos
violentos y virulentos que nos han
afectado a todos por igual
durante estos dos últimos años
desaparezcan de nuestras vidas
por obra divina. Digamos adiós
a los encerramientos, a las pérdidas
de vidas, a los enmascaramientos,
a las enfermedades, a los disturbios
raciales y a las disputas políticas
durante el nuevo año 2022. ¡Dios
nos cobije bajo sus alas divinas!
Prólogo
Luego de que el escritor tuviera varios sueños y revelaciones sobre los acontecimientos que cogerán al planeta Tierra por sorpresa desde el año 2022, decide mostrar su estado de preocupación —en estas líneas poéticas que lloran y claman por misericordia y acción— por las penurias que están pasando, y pasarán, su país y el resto del mundo. Al parecer, los seres humanos estamos viajando en el mismo bote, pero no en el que construyera Noé cuando intentaba preservar a toda una generación a la que no le preocupaba su propia salvación ni estar en una relación íntima con Dios.
El escritor quiere que su palabra se convierta en acción, que trascienda sobre las ideologías que nos separan como seres humanos, para buscar soluciones a lo que no es solucionable por nuestra mano. Utiliza la palabra como arma de combate para abrirles los ojos a los que duermen, a los desanimados de corazón, a los que aceptan los preceptos de gobiernos ineptos que han creado la situación en la que nos encontramos, sin abrir la boca ni cuestionar sus acciones ilegales contra la raza humana.
El autor nos habla desde lo más profundo de su corazón, con espontaneidad y una sinceridad muy íntima, a veces, recurriendo a textos bíblicos con la idea de crear un poco de realismo en algunos de los poemas fantasiosos que ha elaborado que podrían convertirse en una triste realidad. Se identifica plenamente con los sentimientos de los pueblos del orbe que son arrastrados por la irresponsabilidad de gobiernos que carecen de facultades humanas, que nos intimidan, que nos implantan leyes absurdas, que violan los estatutos de las constituciones de los países del mundo, que destruyen las libertades y derechos humanos, amparados en una crisis sanitaria que ellos mismos han creado con el fin de controlar la raza humana; que censuran la libertad de palabra, que no son capaces de llevar a sus pueblos a un estado de seguridad y felicidad mancomunada, y que crean sistemas de nazipases para diferenciar a las personas que acatan las órdenes de gobiernos de aquellas a quienes aún les queda un uno por ciento de espíritu combativo.
La idea del autor, al igual que en su primer libro,1 es presentar ideas, controversias, discusiones, conceptos y actitudes que nos lleven a reflexionar sobre lo que somos, a dónde queremos llegar y cuánto más poder vamos a dar a los gobiernos ineptos que nos quieren exterminar como raza humana. A veces piensa: «Si los gobiernos quieren destruir la raza humana, ¿quiénes son los que nos gobiernan?».
Los datos históricos presentados en varios de los poemas, al igual que en su primer libro, provienen de indagaciones hechas en la Internet. El autor hace uso de algunos trozos de la Biblia para crear un tono realista y personalizado y presenta, poéticamente, las experiencias vividas por personas —sus memorias, sueños, quejas, anécdotas, ideas revolucionarias, deseos, profecías y publicaciones electrónicas— que han sido bombardeadas constantemente con fake news y teorías de conspiración.
Con nuevas palabras y utilizando traducciones literales del inglés, el autor lleva algunos mensajes específicos a los lectores. También hace uso del espanglish y del inglés en varias ocasiones. Para datos específicos hace uso de Wikipedia, bajo la cláusula de Creative Commons Attribution–Share Alike 3.0 {Atribución–Compartir Igual 3.0 No portada (CC BY–SA 3.0)}.
En 2022 encontraremos temas como la vida, la muerte, el amor, la esperanza, el fatalismo, la política, la ciencia, la religión, el transhumanismo, la mentira, la historia, el racismo, la ciencia ficción, la sociedad y la supervivencia.
Utilizando la realidad y la fantasía, por medio de las teorías de conspiración y las fake news, el autor crea escenarios ficticios —en el presente y en el futuro—para dar un grito de alerta a la humanidad: pongamos un alto al programa de exterminio humano que han dispuesto los que se creen dueños del universo y del mundo.
En estas páginas hay un tono de constante crítica —a veces fatalista— a lo establecido, al porvenir, a la sociedad, a la aristocracia, a la corrupción gubernamental, al encubrimiento y a las conspiraciones. Se arremete contra las prácticas dañinas de los gobernantes que venden su alma al diablo por treinta monedas de plata —como hizo Judas—, contra las élites aristocráticas que se creen dioses del Olimpo, contra los usureros de las bolsas de valores que les roban el sudor a las clases trabajadoras, y contra las clases sociales que solamente piensan en crear un escenario nefasto para el planeta Tierra.
Despertemos ya y no demos ni un centímetro más a los gobiernos que quieren culminar la vida humana sobre nuestro planeta. Unámonos bajo una misma consigna y rechacemos el adentramiento mecánico a una perversa sociedad y a un futuro desgraciado. Busquemos la paz y la libertad de la democracia en todas partes del mundo y protejamos a los portadores de grandes ideales que defienden los derechos de todos los seres humanos.
Cabe mencionar que el autor ha publicado otros dos libros de cuentos: El niño dorado y Kilín y Juan Bobo: cuentos insólitos. Ambos contienen relatos para ser leídos una y otra vez.
R. A. D.
22 de diciembre, 2021
1. 2020 - Poemas de la realidad a la conspiración a la ciencia ficción (información vs. desinformación), galardonado en el «23rd International Latino Book Awards» (California), donde obtuvo la medalla de bronce de la categoría «The Juan Felipe Herrera Best Poetry Book Award».
La agenda de los asesinos
De Boston, Massachusetts, a la tortura
radiactiva norteamericana. La piel de un
patriota héroe, calcinada por un fuego
abrasador electrónico y convertida en
llagas que parecían lepra, fue el resultado
de bombardeos radiactivos recibidos en una
prisión tiránica que funcionaba como
laboratorio fantasma para la experimentación
humana, donde los más terribles y macabros
métodos de tortura serían utilizados contra
todas aquellas personas que mostraran
espíritus de rebeldía contra el establishment
imperialista yanqui. Ni tan siquiera a Tomás
de Torquemada, victimario de la maléfica
Inquisición española, se le hubiera ocurrido
inventar tan apocalíptica máquina de tortura
subcutánea que sería utilizada para doblegar,
para herir, para humillar el ideal de aquellos
combatientes luchadores que darían su propia
alma al diablo para defender el derecho a la
libertad de los que son violentados por
intereses infaustos de potencias que blanden
el hierro contra los que luchan por llevar
la evolución libertaria hacia niveles más
altos de vida.
Como un rayo de luz vino a penetrar
en la más densa masa que cubría a
compatriotas que vivieron en tinieblas
desde el tiempo de los conquistadores.
De la enseñanza del español y las
tutorías de química y de francés pasó
nuestro estandarte, don Pedro —hombre
de carácter extraordinario, gran patriota
puertorriqueño, fecundo en espíritu— a ser
conejillo de Indias de las corporaciones
siniestras, malévolas y asesinas que deseaban
arremeter contra su noble espíritu y su mente
para mantenerlo débil, marchito, muerto
en vida. Querían apagar la luminosidad
intelectual del nativo borincano con átomos
destructivos que cobraron la vida de más de
doscientas mil almas inocentes durante el
bombardeo nuclear de las ciudades de
Hiroshima y Nagasaki, en Japón, durante la
Segunda Guerra Mundial, en 1945.
Los beneficios y trabajos que el gran
prócer isleño infundió a su Tierra Santa
fueron estrangulados por la espada sangrienta
de aquel monstruo que solamente le sabe hacer
la guerra a quien no puede defenderse con las
mismas armas. Todas estas serpientes infernales
que se esconden detrás de escritorios perniciosos,
bajo las consignas de partidos políticos, crean
leyes y agendas tétricas contra la existencia
humana pretendiendo hacer todo lo contrario.
Ellos son agentes de un enemigo muy poderoso
—cuyo nombre no quiero mencionar— que
crea circos romanos diabólicos que mantienen
a la muchedumbre y a los ignorantes
entretenidos con el baile, la botella y la baraja
mientras las élites malditas de esferas ilusorias,
sentadas en lo más alto del coliseo de la gran
comedia humana, se alimentan del dolor
humano, del fracaso de patriotas valederos y
de la sangre de los niños que son abortados
por madres inescrupulosas que aceptan treinta
monedas de plata y una fumada de crack por
cada descuartizada agresiva que efectúan dentro
de sus cuerpos marchitos, desalmados,
solitarios. Luego entregan su alma al que les
haga mejor la cama.
La agenda de los torturadores imperialistas,
en caravanas de látigos hambrientos y
quijadas sangrientas, utiliza la ciencia moderna
para taparnos los ojos que Dios nos ha dado
para distinguir lo bueno de lo malo. Con
venenos sutiles en los alimentos, el agua y el
aire, hacen que nuestras células mortales
envejezcan más rápido de lo debido, nos
acortan los años de vida que Dios nos dio y
provocan infinidad de enfermedades que
parecen NO ser de este mundo sino creadas en
laboratorios tenebrosos, fríos —arquitectura
maquiavélica—, ominosos. Crean virus que son
armados mediante inteligencia artificial para
ser utilizados en guerras biológicas eternas con
el propósito de reducir la resistencia inmunológica
en los humanos, para acabar con la inteligencia de
las masas y para matar cualquier indicio de rebeldía
que exista en mentes revolucionarias como la de
nuestro héroe nacional don Pedro Albizu Campos.
Dios nos había dado el don de vivir más de
doscientos años en cuerpos jóvenes y libres
de enfermedades, pero para esos criminales
corporativos eso parecía ser una eternidad
estorbosa para sus planes de conquista.
Convirtieron la vida misma en un virus
eterno que se pasa mutando, coordinadamente,
entre las distintas razas del mundo, que se podía
llevar sobre nuestros lomos como muralla
carcelaria prendida a los que una vez fuimos
espíritus fuertes y rebeldes. Muchas personas
han desarrollado problemas mentales, físicos
y espirituales luego de los estratégicos bombardeos
farmacéuticos a los que hemos sido condenados.
Para esos males esotéricos ya había remedios
artificiales que tratarían los síntomas de ponzoña
que nos habían inyectado con vacunas que eran
más mortíferas que las mismas enfermedades.
La condición que adquiríamos era para toda
una vida, que se convertiría en jungla de
terrores mentales. Todo era plata segura
para los conspiradores asesinos de gente
humilde, carentes ya de promesas incumplidas.
No se podía escapar de dichos medicamentos
abrasivos. La destrucción de las células
cerebrales había condenado a los hombres
a un confinamiento psicológico de por vida.
A consecuencia de este acontecimiento contra
el cuerpo humano, nuevos críos nacerían
discapacitados y deformados, tal vez
convertidos en zombis.
Se enfermaba la gente con lo que bebía,
con lo que comía, con lo que respiraba
y con los productos que compraba
over-the-counter en las farmacias
infernales. Todo este show humano era
muy bien presentado con muñequitos
divertidos que aparecían en la televisión.
El tintineo musical campanario que producían
las figuras animadas era muy hipnotizador.
Lo que era malo para la salud se presentaba
como algo bueno para el cuerpo y el alma.
Teníamos que estar a la moda. Lo que era bueno
para la salud era destruido en la naturaleza con
fuegos forestales y químicos soltados en el aire
por aviones militares y comerciales.
Dios nos había regalado las curas para todas las
enfermedades que iban a ser creadas por los
hombres en un futuro muy cercano, pero los
representantes comerciales, con sus consejeros
legales del diablo y los asesinos farmacéuticos,
hasta el alma nos enfermaban. Todo comenzaba
el día del nacimiento: la vacunación obligatoria
y dañina, la manipulación genética,
la transfiguración de hombre a bestia.
Nuestros actores y actrices favoritos —esas
celebridades que amábamos— utilizaban todos
esos alquímicos adelantos de ciencia ficción
—sustancias corruptivas— en sus escenas
cinematográficas. Inmediatamente —ya
terminada la novela de la una de la tarde—
aparecían en la televisión anuncios comerciales
que prometían milagros celestiales y la gente se
volvía loca y corría despavorida a los centros
comerciales en busca de los venenos potenciadores
que los haría sentirse y verse como estrellas de cine.
Todos se sometían dócilmente a la propaganda
solemne de los dioses ponzoñosos. ¡Ni la pobre
esposa de Juan Sin Seso pudo volverse tan bella
como la actriz más hermosa de Hollywood!
Cuando la capacidad de aprendizaje se atrofiaba
—¡muchos niños fueron afectados!—, se decía
que eran trastornos neurológicos. Se creaban
programas de educación especial para el setenta
por ciento de la población escolar. Para esos
casos, en los salones de clase tenían asignado
un paraprofesional para cada niño. Los tóxicos
medicamentos para tratar el mal cerebral caían
como granizo sobre toda la tierra sublime que
una vez fuera territorio de valerosos guerreros
como Agüeybaná II, y mujeres bravas como la
cacica Yuisa. La maldita medicina infernal traía,
a su vez, otras enfermedades peores que la
primera. Los niños, al menos, se hacían dóciles,
callados, poco pensantes, nada de revolucionarios...
inhumanos. La revuelta de Lares —el Grito de
Lares— no volvería a suceder jamás. Con todas
esas dosis hecatómbicas administradas por las
autoridades escolares, a veces por los padres,
los chicos se deprimían y se volvían lentos y
obesos. Debido a estos efectos secundarios,
se debía buscar nuevos medicamentos para
tratar la depresión, la obesidad y la agilidad
física y mental. Este pueblo empavorecido ya
no podría revelarse.
La agenda de los asesinos —profesionalmente
confeccionada por las élites mundiales— hacía
aumentar el capital de los magnates del poder
global mediante el envenenamiento de las
clases indigentes y de los trabajadores. Su
verdadero plan siniestro era castrar la libertad
del mundo entero —esclavizarlo en ergástulas
milenarias— con miles de medicamentos que
talarían sus ansias de libertad, y hacerlo
desaparecer antes del tiempo que Dios le
diera. Recientemente se han creado nuevas
tecnologías nefastas que alteran la mente
de las personas: la pornografía por medio de la
Internet es la preferida por los pedófilos de las
instituciones eclesiásticas; esta corrompe el alma
de los hombres. La fornicación basada en el
«perreo» es lo que está de moda entre las mentes
más frágiles de las últimas tres generaciones del
ser humano. Las aplicaciones celulares —droga
cibernética por excelencia— enriquecen al listo
y embrutecen a las masas sumisas, destruyendo
sus neurotransmisores cerebrales.
Los pueblos se encaminan al suicidio
colectivo porque las castas elitistas
utilizan el miedo como su arma más
certera para esclavizarlos. La revolución
de los pueblos es fútil porque los señorones
feudales capitalinos son los dueños de todos
los gobiernos mundiales. Solo hacemos lo que
se nos ordena. Se creen, los que mandan, los