¡A sus órdenes! - Alicia Luz - E-Book

¡A sus órdenes! E-Book

Alicia Luz

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Beschreibung

«Mientras la veo dormir empiezo a masturbarme y me acerco sin hacer ruido. Le quito las bragas y las uso para taparle la boca cuando abre los ojos. No se resiste, quiere más. Una vez en silencio, utilizo la soga para atarle las manos, los brazos y el resto de su cuerpo». Un experto en barrido de minas del ejército se encuentra en una misión en Mali. Su vida diaria está llena de descargas de adrenalina y de angustia al poder perder la vida cada vez que sale de su habitación. Casado y fiel de corazón a su lejana esposa, necesita sexo violento para liberar el estrés causado por el trabajo. Este también parece ser el caso de su compañera Lana, quien a veces se une a él en sus carreras matutinas. Entre la dominación extrema y la sumisión, empujarán sus límites físicos y sensoriales para liberarse de una vida cotidiana opresiva.

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Seitenzahl: 27

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Alicia Luz

¡A sus órdenes!

LUST

¡A sus órdenes!

Original title:

À vos ordres !

 

Translated by Adrián Vico

Copyright © 2019 Alicia Luz, 2020 LUST

All rights reserved ISBN 9788726373226

 

1st ebook edition, 2020. Format: Epub 2.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

LUST

¡A sus órdenes!

 

Operación Khaïma 2

Mali, en algún lugar al este de Mopti

 

Encerrados en el vehículo blindado, Jules hace algunos chistes. Es su forma de lidiar con el estrés. Jules es mi compañero y amigo desde hace varios años. Hemos ido a clase juntos, lo conozco mejor que nadie, y él a mí. Ya llevamos diez años viajando juntos por el mundo. El rigor y la disciplina son necesarios para mí. Son mi estructura y me mantienen vivo. Hoy estamos planeando una ruta. Estamos asegurando una trayectoria para la población local.

Al salir del vehículo blindado ya tengo calor. Mi chaleco de combate y mi casco pesan demasiado, el vapor caliente nubla mi visera de vidrio y el sudor comienza a gotear por mis sienes. Es solo el comienzo. Pronto goteará hasta el borde de mi trasero a medida que los latidos de mi corazón se aceleren antes de volver a un ritmo regular cuando el peligro haya pasado.

El barrido de minas es apasionante, pero a veces es realmente estresante. Descubrieron una mina terrestre y debemos proceder con precaución. Aunque la precisión de nuestros movimientos no es visible, todo está extremadamente calculado. El más mínimo error podría acabar con nosotros. Todo está orquestado hasta el último milímetro. Nada más existe excepto esta mina terrestre, mi amigo y yo. El tiempo se detiene. No se escucha nada aparte de mi propia respiración. Tenemos que evaluar la situación para que el otro equipo pueda desactivar la mina. Agarro la sonda con destreza, la hundimos suavemente para no golpear nada y la colocamos debajo de la mina. A partir de ahí medimos el tamaño y el peso con la mayor precisión posible, aunque siempre suele ser un momento crítico. Luego, al igual que hacen los arqueólogos, excavamos todo el camino. El sudor cae por mi cuerpo hacia mi espalda. ¿Hemos sido lo suficientemente precisos? ¿Han sido correctas nuestras predicciones? Una mirada rápida a Jules, un movimiento de cabeza, enderezamos y nos alejamos.

Ahí es cuando mi corazón se acelera, el estrés se evapora y deja lugar al éxtasis. Por eso amo tanto mi trabajo, me hace sentir vivo. Repetimos la operación varias veces a lo largo del día. Nos unimos al resto del regimiento y corremos hacia las duchas. El agua está fría, lo que hace que se enfríen mis apretados músculos. El agua salpica sobre mi torso a chorros sin lograr calmar mi erección. Siempre me ocurre lo mismo. Después de un día así estoy ansioso por follar. Ahora mismo no tengo tiempo ni para masturbarme. Tengo que escribir el informe, pero esta noche iré de caza. No hay otra.