Ácido mentira - Gustavo Rubén Serna - E-Book

Ácido mentira E-Book

Gustavo Rubén Serna

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Beschreibung

Verónica es habitante del Imperio romano y Federico es un científico suizo. Los separan varios siglos. Sin embargo, el universo los une en un rincón de la Tierra. Juntos viajan por el espacio y el tiempo para desentrañar las verdades y mentiras del catolicismo, mostrando las consecuencias que estas últimas han tenido sobre la humanidad. Los une una misma premisa: el amor por la ciencia y la ciencia del amor.   Ácido mentira es una pequeña novela que solo devela una gran verdad, mas no veda nuestra libertad para permitir ser engañados. En sus páginas se conjugan la ciencia ficción con una reflexión profunda sobre nuestras creencias. De esta manera, Gustavo Serna nos invita al cuestionamiento de todo dogma y a la rebeldía frente a aquello que nos estanca en nuestra evolución.

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Ácido mentira

Ácido mentira

Gustavo Rubén Serna

Serna, Gustavo Rubén

Ácido mentira / Gustavo Rubén Serna. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Tercero en Discordia, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-631-6602-05-3

1. Literatura. 2. Novelas de Ciencia Ficción. I. Título.

CDD A860

© Tercero en discordia

Directora editorial: Ana Laura Gallardo

Coordinadora editorial: Ana Verónica Salas

www.editorialted.com

@editorialted

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.

ISBN 978-631-6602-05-3

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723.

Parque

En el inconmensurable skatepark del universo, donde los tiempos y espacios se entremezclan con la facilidad y relatividad solo intuida y explicada por un tal Albert, allí, en una esquina cuántica de algún suburbio cósmico, se encontraron...

Ella, sin siquiera saberlo, portaba consigo el sello de la verdadera imagen, de un verdadero ícono, como el significado de su nombre lo indica: Verónica. Su paso por este plano, donde lo corpóreo es visible, se destacó allá en tiempos en los que una revolución leudaba los ánimos sociales, en geografía del entonces imperante y expansivo Imperio Romano. Una revolución que nunca tuvo una cabeza estratega de conquista territorial, sino más bien una conciencia terrena de conquista espiritual.

Él frenó de golpe al girar para no embestirla. Inmiscuido en sus pensamientos y teorías, solía, debido a la distracción, ponerse en riesgo en su diario caminar. Difícil debe ser prestar atención al unísono mientras se plantean mentalmente ecuaciones químicas y se cruzan las aceras transitadas. Federico su nombre, el Fede para los muchachos. Aunque, en una inexistente pero figurativa línea de tiempo, vivió y se destacó 1836 años después que Verónica, ello no impidió que sus cuerpos casi chocaran en aquella esquina cuántica, y sus alientos, contenidos de repente ante la inminente colisión, se entremezclaran suavemente... como si el universo quisiese que de esa fugaz alquimia brotase algún día la explicación científica de la mayor estafa de la historia.

Encuentro

—¡Oh! ¡Perdón! ¡No la vi!

—¡¡Ay!!, no, no es nada, bah... por poco... —respondió ella, todavía protegiéndose con las manos del potencial golpe que, por obra del destino o el azar, acababa de escurrirse por la alcantarilla a otra galaxia.

—Pase, adelante, por favor —concedió en otro idioma.

—Gracias, pero es que doblo aquí —indicó ella.

—¿Nos conocemos, acaso? —preguntó él cambiando de lengua, sin dejar de observar disimulada y respetuosamente su vestimenta.

—Obvio que no, jamás he visto a nadie con esas ropas —le espetó ella, en un arameo fluido, aunque cortante.

—Es que... ¡suelo tener la suerte de reencontrarme, cual déjà vu en déjà vu, con lo más distintivo y distinguido del universo!