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Los libros nacen como los hombres y cada uno de ellos es un parto, a mí me ha sido dado el don de la palabra, que no los hijos más que los que adopto por ventura y que también se van porque tienen alas grandes de libertad y así los quiero; alumnos, escritores, maestros, editores, todos somos una gran familia, que ha intentado conquistar su libertad narrando, a través de este objeto inaugural que llamamos libro. Eso es todo. Lo demás ha pasado ya. Esta tierra nuestra es bendita, aunque a veces enferma como todos, tiene un nombre que es la huella donde doy mis pasos en la lengua de las Españas nómadas. Adamaely: Es el amor un grito de tierra, habla de este tránsito del Universo de lo oscuro hacia la luz, de la enfermedad hacia la sanación. Y no es que sea yo pesimista pero cuando la muerte atrapa nuestros versos nada hay que hacer más que decirlos, y cuando la muerte se lleva a nuestros amados la tristeza se extiende tanto que se convierte en una confusión atroz. Porque no podemos ver lo que anhelamos ver, ni escuchar las voces que nos ampararon durante nuestra vida. Este es un tiempo de no saber, de conformarse con la pura ignorancia de lo que, más allá de la muerte, nos convoca, pero no nos deja irnos sin hacer presencia a esta convocatoria del Más allá.
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Seitenzahl: 105
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Adamaely. Es el amor un grito de tierra
Primera edición impresa: noviembre 2024
Edición ePub: enero 2025
De la presente edición:
D. R. © 2024, Jehenny Asse Chayo
D. R. © 2024, Bonilla Distribución y Edición, S.A. de C.V.
Hermenegildo Galeana #116, Barrio del Niño Jesús,
Tlalpan, 14080, Ciudad de México
www.bonillaartigaseditores.com
ISBN: 978-607-26568-3-3 (impreso)
ISBN: 978-607-26568-4-0 (ePub)
ISBN: 978-607-26568-5-7 (pdf )
Cuidado editorial: Bonilla Artigas Editores
Responsable de la colección: André Urzúa Plá
Diseño de portada: d.c.g. Jocelyn G. Medina
Diseño editorial: André Urzúa Plá
Realización ePub: javierelo25
Impreso y hecho en México / Printed in Mexico
Todos los Derechos Reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por escrito de los editores.
Contenido
PrólogoJehenny Asse
Adamaely: es el amor un grito de tierra
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
XXXIV
XXXV
XXXVI
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
Amarely
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
XXXIV
XXXV
XXXVI
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL
XLI
Epílogo
Diálogo de la sin frontera
Sobre la autora
Prólogo
Camino en la tesitura del relámpago donde estoy, y no hallo las palabras para emerger nueva de esta tierra después de la pérdida de mi madre. Aquí entonces me tienen de nuevo en los albores de la nueva Era, soñando con un nuevo mundo, con una Tierra otra, donde todos los muertos hayan renacido, donde pueda ver a mis padres otra vez. Donde las lágrimas sean enjugadas por el espíritu divino, y los vacíos se llenen de la claridad de la Luz divina. Nada más puedo pedir, porque a pesar de tanta ausencia estamos llenos de nosotros mismos. Los amigos, las palabras, los rostros que se tejieron a través de las ausencias, los años que recorrimos paso a paso como siglos en los que vivimos a pesar de todo, cuando ya no había esperanza, renacimos, cuando la humanidad se puso en una especie de descanso sabatino por meses incontables donde el tiempo pasó y no pasó. Porque en la mente no hay tiempo; los ritmos de este Universo están marcados por las ausencias de quienes amamos y por el amor que se allega a la imaginación donde lo único que existe es la matemática de los deseos y los sueños, sonsonetes del murmullo de nuestras querencias, orfandades, de todo lo somos y de lo que hubiéramos querido ser cuando nos damos cuenta que nada nada… estamos sólo por el instante de la hierba.
En fin, como el pasto crecemos con un ángel que nos susurra, crece, como dicen los sabios del Talmud: cada brizna de pasto tiene un ángel que le susurra crece, crece.
Tenemos pues la sonrisa de lo que está pariéndonos el alma, lloramos hacia dentro los pesares y crecemos, aunque no queramos, golpe tras golpe en la descreencia, en lo que nos aprieta tanto, porque estamos heridos de despedidas y de encuentros.
Amigos, los encuentros también duelen porque amar es de principio dejar partir al otro, somos libres, y tanto cuesta nuestra libertad que somos capaces de morir para conservarla. Así mi madre, así mi padre, así todos los que se han ido, así yo misma post pandémica sobreviviente de un mundo que ha pasado ya a otro estado: la nueva normalidad que es verdaderamente anormal.
Este libro fue escrito en el año 2015 y ahora, en los albores del 2022, decido hacer este prólogo para que Adamaely: Es el amor un grito de tierra, vea la luz. (Ya es tamos en el 2024 y el libro sigue corrigiéndose).
Los libros nacen como los hombres y cada uno de ellos es un parto, a mí me ha sido dado el don de la palabra, que no los hijos más que los que adopto por ventura y que también se van porque tienen alas grandes de libertad y así los quiero; alumnos, escritores, maestros, editores, todos somos una gran familia, que ha intentado conquistar su libertad narrando, a través de este objeto inaugural que llamamos libro. Eso es todo. Lo demás ha pasado ya.
Esta tierra nuestra es bendita, aunque a veces enferma como todos, tiene un nombre que es la huella donde doy mis pasos en la lengua de las Españas nómadas.
Adamaely: Es el amor un grito de tierra, habla de este tránsito del Universo de lo oscuro hacia la luz, de la enfermedad hacia la sanación. Y no es que sea yo pesimista pero cuando la muerte atrapa nuestros versos nada hay que hacer más que decirlos, y cuando la muerte se lleva a nuestros amados la tristeza se extiende tanto que se convierte en una confusión atroz. Porque no podemos ver lo que anhelamos ver, ni escuchar las voces que nos ampararon durante nuestra vida. Este es un tiempo de no saber, de conformarse con la pura ignorancia de lo que, más allá de la muerte, nos convoca, pero no nos deja irnos sin hacer presencia a esta convocatoria del Más allá.
Nada soy en el signo humilde donde atravieso mi desierto, sin mi madre, pero con ella, la Estrella, (ese es su nombre) que guía mis pasos por la alborada. Qué nombre bendito tienes madre, ya brillas en los cielos. ¿Qué nos queda entonces a nosotros? ¿Qué podemos esperar, hacer, decir, que escribir el testimonio de su amor?
Lo que se me ocurre, es primero contarles que este es un extraño prólogo para un libro escrito hace siete años, que no esperaba que, al publicarlo, mi madre ya no estuviera aquí. Si este texto no corresponde al libro de manera cabal es porque, como pasa siempre con los libros, la vida se atraviesa, pero la muerte también, por lo tanto, a destiempo, dedico estos versos a ella y a mi padre con la conciencia de que nada hay más que hacer la praxis de la vida y de que sin sus esfuerzos por darme lo mejor nada sería posible.
La acción de escribir me sienta bien a casi un año (ahora ya pasaron otros dos) de su partida. Y me pregunto, ¿qué hacer entonces qué me queda para acompañar a mi madre en su viaje al otro mundo? Esto es lo que se me entrega en la escritura como mensaje de otras cimas. Lo único que puedo hacer además de seguir escribiendo para mostrar la trascendencia de su amor es tejer el alba en la escritura y desear ver sus huesos levantarse de la tierra como lo ha prometido el Eterno, en lo que en hebreo se suele llamar Tehiyat hametim (el levantamiento de los muertos), última estación en el proceso mesiánico y la promesa de un Dios misericordioso que desea acabar con el mal en esta tierra.
Si la muerte es un mal y un bien al mismo tiempo, cuando se trata de elegir terminar con el dolor, la resurrección de los muertos es la esperanza que nos permite, soportar todas las despedidas. Y saber que la enfermedad puede ser también una piedad, si esta tierra está enferma, Dios decidió curarla con una Pandemia, con medicina espiritual de cubre bocas y aislamientos, de soledades, contracciones que nos obligaron a ser más nosotros mismos rápidamente. Esto en la Cábala se interpreta como los dolores de parto, antes de la llegada de la Era de la Luz total. Esto es lo que aprendimos, la tierra enferma se curará mientras la conciencia siga y la humanidad evolucione dirigiéndose a cada instante hacia la visión del milagro de la vida. De la vida blanca, de la estancia pura en este mundo.
En este libro parto de la base de que la tierra está enferma y considero debe sanar, es la palabra entonces una forma de purificación que engendra el tiempo de la redención. Atravesada como estoy por el amor a dos pueblos, y a dos patrias ellas aparecen aquí indistintamente en los signos de una interlínea llena de claroscuros que delatan el movimiento arquetípico de los hombres y los pueblos, de las lenguas que me habitan y que están en el fondo de estos intentos por reconstruir lo que ha sido destruido.
En Adamaely: Es el amor un grito de tierra, encontrarás poemas que son plegarias, a la manera de los salmos del rey David, porque al final creo que todos nuestros intentos por crear y recrear un mundo mejor deben verse coronados por la Voluntad de Dios, porque cuando nos damos cuenta de que la labor, la obra son tan grandes las más de las veces nos damos por vencidos, es ahí donde se vuelven tan importantes los resquicios por donde entra la fe, ésta al final es, junto a nuestro trabajo, lo que nos sostiene, pero no siempre los resultados de lo que hacemos dependen de nosotros.
Este libro, como otros, está cruzado también por un anhelo universal, retornar al paraíso, restaurar ese espacio de armonía con la naturaleza, con el Creador, ese espacio del sin pecado, antes de la caída. En el anhelo de este retorno nos encontramos para entendernos mejor, para pasar de la palabra poética al acto poético, ese que rescate al otro de sus carencias, y siembre en los vacíos la esperanza.
A veces la vida es un sueño triste, decembrino, repleto de nieves, de vejeces cuando suelen irse los buenos de este mundo, esa nieve que cae en mi alma me anuncia que ellos, mis padres, y otros amados ausentes, aún están aquí, que no se han ido pero parten poco a poco, mes con mes, día con día, con el ritmo de mis lágrimas y mis risas, de mis encuentros y desamores; entre los rostros benditos de mis hermanos Sury y Sara y la imaginación de mi amado, sueño de la alborada. Y entre más se van más se allegan, y entre más se allegan más se van. Escribo irreparablemente para construir el alba y soy la otra la que sale del sueño de la muerte encadenada, la que ya no está desde que mis padres partieron, la que extraña en lontananza su propio ser. No me reconozco porque mi último yo era mi madre y se lo ha llevado a la tumba con su partida. Termina una Era y de lo único que estoy segura ahora es de que todo era hermoso con ellos y dolida de alma aúllo: ¡Es el amor un grito de tierra, de piedra que gritará por siempre la despedida! ¡Quién como tú, madre, padre, que al cerrar las puertas de su casa abrieron paraísos, quien como ustedes que al irse entregaron tantas herencias luz!
Recuerdo a mi tío Alberto Asse y Gloria su esposa en paz descansen, quien en la publicación de mi primer libro, hecha en sus amados péndulos, donde él mismo me ayudó a colocar las sillas, y el libro Busco en mi carne el nombre, me dijo al terminar la presentación: ya sé para qué construí los Péndulos, y es como si me dijera: “Llénalos de luz, de alumnos de maestros, de escritura”, y aquí me tienes, tío mío, más de veinte años después recordándote con mucho cariño y agradecimiento, siguiendo ese amoroso y generoso consejo: “trabaja aquí, pero por favor que eso no sea un obstáculo para sigas escribiendo”, él, loco soñador, que en su locura sabia fue como un segundo padre para mí, un buen amigo, y el mejor hermano que mi padre pudo tener, se querían de verdad, de tal forma que Alberto nunca pudo comprender porqué o cómo fue que Moisés, mi papá, había fallecido. Así de grande la hermandad, así de grande el ejemplo que nos dejaron. Así que este grito de tierra también va por ti querido Alberto, Tito, por la genialidad y la visón del futuro por todas las generaciones que disfrutaremos si Dios nos lo permite, de tus obras y tus sueños, de esas construcciones en este México nuestro que aún nos acoge, las Cafebrerías son oasis en el desierto, luz, de paz, sabiduría y verdad en la selvática metrópoli en la que vivimos, también somos tus huellas y la prolongación de un sueño colectivo, seguramente desde el cielo verás los resultados de tus obras. En paz descanses.
No me queda más que agradecer a Dios por los dones y las gratuidades, por hacerme canal de Su Luz a través de la escritura y pedirle que no nos abandone pues este tránsito a veces no está padre, y no entendemos; pido que Él nos ilumine para poder cumplir con nuestra misión en este mundo y nos conserve sanos y fuertes para poder seguir sirviéndolo con amor. Que nos permita ver los tiempos en que la tierra blanca nos convoque y que de ese color nutriente y amoroso sea, como Seno de leche pura, toda la tierra toda.
2021-2024