Aero - Jorge Rene Zerda - E-Book

Aero E-Book

Jorge Rene Zerda

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Beschreibung

El planeta Sildon, a través del líder Citano III, solicita oficialmente a la Unión Planetaria del sistema Henán, poner fin a la intervención. La Unión Planetaria, con base en la estación espacial, presidida por Ruma Zimri, acepta el reclamo y llama a una asamblea extraordinaria de representantes para votar por sí o por no. El planeta Nebuzalam, el mundo adoptivo de Aero y Mikol, los dos únicos humanos que sobrevivieron a la extinción de la raza humana luego de la hecatombe, envía a los terrícolas como representantes. Sin embargo, mientras se va desarrollando estos hechos, una trama oscura se va tejiendo a espalda de los políticos y funcionarios. Una conspiración que, a partir del asesinato del líder Citano III, va a encender la mecha de un conflicto que irá escalonando a medida que crece la tensión. Aero y MIkol correrán contra el tiempo para evitar la destrucción de Nebuzalam y del planeta Hasitania.

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Seitenzahl: 136

Veröffentlichungsjahr: 2018

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Ähnliche


Jorge Rene Zerda

AERO

La conspiración en el planeta Sildon

Editorial Autores de Argentina

 Zerda, Jorge Rene

   Aero : la conspiración en el planeta Sildon / Jorge Rene  Zerda. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2018.

   Libro digital, EPUB

   Archivo Digital: online

   ISBN 978-987-761-581-4

   1. Narrativa Argentina. 2. Novela. I. Título.

   CDD A863

Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail:[email protected]

Diseño de portada: Pablo Zerda

Diseño de maquetado: Maximiliano Nuttini 

Otra novela del autor: Por la sonrisa de un niño.

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina –Printed in Argentina

A mis hijos, Lourdes y Ezequiel.

A Pablo Zerda, por la tapa del libro.

Introducción

La enorme nave de forma ovalada, que dejaba traslucir franjas azules sobre un fondo de tono metálico, ingresó a la órbita del deshabitado planeta tierra dibujando una línea zigzagueante como si fuera un halcón en busca de su presa.

A medida que atravesaba vertiginosamente las capas atmosféricas, el aparato emitía ondas ultrasónicas la cual significaba la presencia cercana de materia que ellos venían a buscar. La tripulación respondía a un solo objetivo secreto denominado Efecto Radiación, que perseguía el interés, en nombre de la ciencia, de estudiar a fondo lo que había sucedido en ese mundo.

La organización privada responsable de esta expedición había contratado la mejor nave de carga para este tipo de tareas complejas; una sociedad que no respondía a ningún gobierno de los mundos habitados de la región de Omega.

Se trataba de una inversión millonaria, ambiciosa y de extremo riesgo. Pero, el jefe de esa sociedad científica estaba convencido de que luego de un tiempo tendrían una jugosa ganancia que triplicaría la inversión.

Flint Albis, comandante de la tripulación, contemplaba con sostenido interés el mapa tridimensional de la tierra. En esos instantes sobrevolaban por una vastísima superficie oxidada. Flint Albis dejó escapar un comentario.

—Por lo que he estudiado de este planeta, nos hallamos en una región donde antes existía una masa de hielo denominada Antártida.

Picni, su secretario personal, echó una mirada a la pantalla y vio que allí solo había un inmenso desierto donde ni siquiera se podía apreciar un charco de agua.

—Es solo una concavidad enorme, rojiza, con altísimo grado de radiactividad—exclamó sin salir de su asombro.

—Así es, Picni, definitivamente estos seres humanos enloquecieron, no entiendo cómo fueron capaz de autodestruirse.

Minutos más tarde comenzaron a sonar las alarmas del equipo electrónico de búsqueda de metal. Flin Albis observó nuevamente el mapa geológico y vio la luz azul titilante que les indicaba que el objetivo se encontraba a cien kilómetros del punto donde planeaban en esos momentos.

Flin Albis no ocultó su entusiasmo. Desde su garganta brotó un estallido eufórico que contagió al resto de la tripulación.

—¡Hallamos los metales!….hemos tenido éxito.

En cinco minutos estuvieron en el área señalada.

—Tendremos que colocarnos los trajes protectores contra radiación solar y tanque de oxígeno. Mis queridos amigos, ya somos millonarios.

La inmensa nave de carga aterrizó sobre una base alta, rocosa y plana desde donde se podía observar la inmensidad de un desierto cubierto por una capa rojiza.

Flin Albis contempló una vez más el mapa tridimensional. Pudo ver lo que había debajo de la capa terrestre. En efecto, allí estaba lo que habían venido a buscar.

—Nos encontramos en el punto central de lo que alguna vez fue la isla fortaleza del imperio. Fíjense, quedaron marcados los bordes del área que ocupaba, y el tono rojizo aquí es más oscuro.

—Yo sugiero que enviemos los robot, Flin,— dijo casi suplicando Picni.

Flin Albis reflexionó un momento, cambió de idea y emitió una nueva orden.

—Envíen los robot excavadores, luego iremos nosotros con las maquinas transportadoras.

La orden fue cumplida inmediatamente.

Los robots excavadores presentaban la forma de un cubo de metal con ruedas, provistos de brazos de acero y terminaciones con formas de una varilla perforadora de máxima potencia. En su interior un disco les indicaba las coordenadas donde debían perforar y hasta qué profundidad.

Ocho unidades se pusieron a perforar la capa rocosa y al cabo de dos horas sus brazos llegaron a los diez metros de profundidad donde al fin chocaron con una capa metálica.

Flin Albis, que seguía atentamente las maniobras, suspiró aliviado, los robots detuvieron su tarea y regresaron a la base siempre guiados por un sistema desde el comando central de la nave.

—Es hora de revisar esos metales….y luego transportarlos aquí.

Flin Albis, Picniy Loren abandonaron la nave enfundados en trajes protectores con tubos de oxígeno enganchados por medio de una soga de hierro tipo cadena. Una vez en el fondo, observaron la enorme cantidad de tubos de metal que se mantenían en excelente estado de conservación.

Picni miró a Flin Albis y éste aprobó con un movimiento afirmativo de cabeza. Era lo que habían venido a buscar.

Loren levantó una barra de hierro que tenía una forma extraña; la observó largamente, era pesada y de color negro. Había una considerable cantidad de esas barras. Los tres regresaron a la nave y enseguida enviaron a los robots especializados en levantar objetos para luego transportarlo.

Horas más tarde, tras colmar el depósito de material, la nave levantó vuelo y en cuestión de segundos se fue alejando de ese mundo que un día tuvo vida y que ahora presentaba el mismo aspecto de mundos desérticos.

—Hemos conocido el hogar de Aero y Mikol, o mejor dicho, lo que quedó de ello. Debe haber sido un hermoso mundo.

—Así es comandante, no lo supieron cuidar.

—Bien, misión cumplida, regresemos a casa. Los científicos nos esperan.

Capítulo 1

Jezrón Alicier, actual superior de Nebuzalam, no ocultósu desencanto al encontrarse imposibilitado de asistir a la importante cumbre interplanetaria, que se llevaría a cabo en la estación espacial Hanay II, donde se decidiría por votación el destino del planeta Sildon. Este era un mundo administrado por los hasitanios en calidad de intervención, pero ahora exigía independencia y el derecho a elegir su propio gobierno.

Jezrón dio una pitada al cigarrillo electrónico, echó una mirada a la plaza de las esculturas y enseguida volvió la atención hacia Aero y Mikol, ahora nombrados ministros de relaciones exteriores de Nebuzalam.

—Aquí tienes, Aero, el documento oficial sellado y firmado por mí en la que se reconoce, por nuestra parte, la independencia de Sildon. Una vez que haya sido leído en la asamblea emitirás el voto a favor dejando así asentada nuestra posición.

Aero tomó la lámina dorada que contenía el documento y preguntó enseguida:

—¿Qué haremos si los hasitanios rechazan la votación?. Ellos nunca aceptarán un resultado desfavorable a sus intereses.

—Hasitania ya no representa una amenaza para nadie; han perdido peso político y no están en condiciones de lanzarse a una guerra en la situación actual.

—Lo sé, pero ellos han establecido allí una poderosa base militar y no será fácil negociar una salida.

—Vamos a ver si ponen alguna traba desde un principio, son expertos en esas cuestiones y a todo tipo de disposiciones legales — dijo Jezrón con conocimiento de causa.

— La situación es crítica, pero los sildanos quieren ser libres y tienen ese derecho, ha vencido el plazo de la intervención y se debe decidir si se le otorga libertad o se dilata un tiempo más.

Jezrón sintió de repente punzadas en el estómago, se puso colorado, pero dos minutos después cesaron y pudo agregar las últimas recomendaciones.

—Nuestra embajada los estará esperando en el nivel cinco, hangar H5, ala norte. Una vez allí no se expongan a nadie, permanezcan en nuestra área diplomática y eviten contactos hasta que se lleve a cabo la votación.

—¿Por qué esas recomendaciones, Jezrón?

—Tengo un mal presentimiento, hay mucho en juego y nadie quiere perder ni ceder nada.

—Jezrón, todo va a salir bien, yo me ocuparé de que así sea.

—Lo sé muy bien, por eso los envío a ti y a Mikol, confío en ustedes. Y si la asamblea funciona como esperamos y se lleva a cabo la votación con normalidad, nacerá una nueva era en nuestra galaxia donde todos los mundos al fin serán libres de nuevo.

La joven pareja de humanos asintió con beneplácito ante esas expresiones. Luego, Mikol preguntó:

—¿Cuándo partiremos?

—Dentro de cuatro horas. Les prepararé la nave oficial, la Nebulón 1.

—Perfecto, Jezrón—agregó Mikol—y sugiero que vayamos armados por las dudas seamos atacados durante el viaje.

—He pensado en eso, Mikol, de modo que la Nebulon 1 está bien equipada y posee un escudo defensivo de última generación.

Los dos humanos intercambiaron una ligera mirada de satisfacción y sintieron que estaban ante una de la misiones más importante de sus vidas.

—Entonces, con tu permiso, Jezrón, nos iremos a preparar.

— De acuerdo. Nos vemos dentro de cuatro horas en nuestra base aérea.

—Hasta entonces—saludó Aero con una leve inclinación.

Milón Eliatam, a pesar de que ahora gozaba por su ascenso a comandante general de la fuerza aérea espacial de Nebuzalam, no dejaba de pasar sus horas metido en los talleres como si fuera un técnico más enfrascado en las tareas de mantenimiento de las naves de defensa. Mientras observaba desde la cabina el estado de su caza preferido pensaba en sus dos amigos terráqueos y la misión a la cual fueron destinados. Los consideraba sus mejores amigos.

Le había insistido a Jezrón acompañarlos, pero éste se opuso aduciendo que lo necesitaba en la defensa por si las cosas se complicaban.

—Silo, ¿necesitas ayuda?

Silo estaba debajo del caza lidiando con el sistema de mandos de fuego dañados durante los ejercicios aéreos de combate.

—Ya termino, no te preocupes—respondió con un grito que llegó débil a los oídos de Milón.

—Me ocuparé de los cañones que se ven seriamente en mal estado.

Silo salió de esa caja repleta de cableados y diversos caños de acero conectados por medio de abrazaderas y soldaduras. Necesitaba respirar aire puro.

Enfiló hacia la cabina y se sirvió un vaso de agua helada que extrajo de la heladera.

—¿Cómo está mi pájaro guerrero?—le preguntó Milón.

Silo bebió de nuevo, se pasó un pañuelo por la frente y enseguida brindó un diagnóstico..

—Nada que no se pueda reparar, Milón. Tu pájaro todavía seguirá volando pero, francamente, le queda poca vida útil.

—Es el mejor caza de la flota, Silo, sin ella me sentiría perdido; tiene cientos de batallas encima.

—Lo sé, Milón, lo adoras y eso lo comprendo. Aún puede librar muchísimas batallas más. Tu pájaro guerrero necesita algunos repuestos, veré si queda algo en nuestros depósitos, sino lo buscaremos en algún negocio.

—Eres el mejor mecánico, Silo. Me gusta estar aquí, ocuparme de mi nave y de las otras también. Sin ellas estaríamos indefensos.

—En eso estoy de acuerdo contigo, te has puesto algo viejo y melancólico amigo ja ja ja ja ja. Eres comandante, no piloto ni mecánico como en los viejos tiempos.

—Todavía sigo volando, aunque sea en ejercicios de combates.

—Bueno, ven sentémonos un momento…..

Los dos se sentaron ante la única pequeña mesa que había en ese módulo transformado en cocina y comedor. Hacía calor. La transpiración le corría por la espalda a Silo, mientras que Milón aún se veía fresco y el pelo negro peinado prolijamente.

—Haber, dime qué te pasa, Milón. Estás muy pensativo.

,Milón habló con franqueza.

—Silo, esta tarde tuve un encuentro con Jezrón.

—¿Y qué pasó en esa reunión?.

—Bueno, Jezrón me pidió que estemos preparados ante un posible conflicto.

—Pero ¿qué conflicto?.

—Mira, en la estación espacial se llevará a cabo una votación por la independencia de Sildon. Jezrón enviará hoy a Aero y a Mikol en calidad de representantes con poder de voto. Pedí acompañarlos para protegerlos, pero Jezrón se negó.

—¿Por qué se negó?. Era lógico que tú también fueras.

—Ahí me dijo que me necesitaba aquí, por las dudas la situación se vuelva conflictiva. En otras palabras, que los hasitanios no acaten lo votado y se arme una guerra.

—Ahora entiendo. Eso significa que tenemos más trabajo ahora.

—Poner a punto las naves.

—Milón, los hasitanios ya no representan una amenaza a nadie, si se produjera un enfrentamiento armado entre ellos y nosotros, les ganamos. ¿Tú qué opinas?.

— No debemos confiarnos. Me quedaré aquí trabajando contigo.

—En ese caso estoy de acuerdo. Te necesitamos.

—Acordado. Quiero dejar a mi pájaro guerrero como nuevo.

—Así será, Milón.

A solas en la habitación que había sido decorada con bellas imágenes del planeta tierra, Mikol preparaba el vestuario que llevarían mientras Aeroponía a punto sus armas, elementos de defensa y un puñado de bombas cegadoras.

—Mikol, huelo peligro y mi consejo es que no me acompañes. Temo mucho por ti.

Mikol se dio vuelta y se encontró con Aero que estaba parado junto a la puerta limpiando una lanza rayos.

—Me necesitas, cariño, no te preocupes por mí, aprendí a defenderme.

Mientras ella decía eso unas manos acariciaban sus hombros y su cabello rojo, largo y ondulado.

—Te amo y no quisiera perderte—le susurró Aero a sus oídos.

—Lo sé, Aero, pero si me quedara aquí, no podría dormir ni una noche sin ti sabiendo que estas lejos y en peligro.

Se besaron con total naturalidad. Aero sabía que ella necesitaba esas demostraciones de cariño. Desde los días de la hecatombe que extinguióla vida en la Tierra, la amaba con una intensidad tal que no estaba dispuesto a perderla.

—Gracias, Mikol, juntos crecimos y juntos iremos a donde el destino nos conduzca.

—Me has comprendido. Aquí, sin ti, me sentiría muy sola y extraña.

—De acuerdo, iremos los dos y asunto cerrado.

Mikol lo abrazó con todas sus fuerzas.

—Aero…

Aero clavó los ojos en ella y adivinó que algo importante iba a escuchar.

—Si mi reina.

Mikol lo llenó de besos, tragó saliva y le miró fijo a los ojos.

—Quiero un hijo contigo.

La respuesta lo tomó desprevenido. Sobre todo porque se producía en medio de una jornada donde lo único bueno había sido ese beso de ella. Se vio a si mismo niño en la base lunar. Recordó el robot que le habían regalado; y de pronto deseo lo mismo que Mikol.

—Esperaba este momento, Mikol. Sabía que algún día lo desearías.

—¿Tú también lo quieres?

—Claro que si mi reina. Ya es tiempo de buscarlo.

Mikol se sintió invadida por una ola de felicidad. Ahora tenía un motivo especial para aferrarse con fuerza a la vida.

—He pensado que si es varón llevará tu nombre y si es mujer, el mío.

—Si esos son tus deseos serán cumplidos cariño.

El ruido provocado por una nave de guerra que atravesaba las nubes bajas los devolvió a la tarea en la que estaban enfrascados.

—Nos quedan dos horas, Mikol.

—Solo llevaremos lo necesario.

Mikol continuó armando las maletas, en esos momentos recordó la primera vez que habían estado en la Estación Espacial Interplanetaria.

Todavía eran niños. Hacía dos años que habían sido rescatados por una nave nebulana tras la hecatombe.

En esa jornada, Jezrón los había llevado de visita a la estación para que la conocieran y tomaran contacto con individuos de los 15 planetas del sistema Henán.

Durante el viaje les fue hablando de ellos.

—No les tengan miedo, ellos sienten, piensan, comen y beben como todo individuo de carne y hueso, hacen sus necesidades como en toda la galaxia. Como pueden ver, no difieren mucho del aspecto humano, solo hay diferencias en los rostros, aquí tenemos esos tajos en los cuellos, eso nos permite respirar una hora bajo el agua, aunque yo jamás en mi vida me zambullí siquiera en una pileta.

—¿Cuantos años viven ustedes aquí?— Preguntó Mikol saturada de curiosidad.

—Bueno, en medida terrestre vivimos hasta 150 años.

Aero pegó un silbido y Jezrón echó a reír.

—Están más adelantados que nosotros —recalcó Aero—¿de dónde vienen ustedes?.

—Bueno, hace miles de años habitábamos en el planeta Centuri, en otra galaxia. Buscábamos un mundo habitable. En ese largo viaje de búsqueda descubrimos Hasitania, otro grupo descubrió Jalil, y así fuimos poblando esta galaxia. El último planeta en ser habitado fue Nebuzalam. Y lo convertimos en nuestro hogar creyendo que ya no existía otro habitado. Digamos que somos hermanos de ustedes.

—Increíble, mi padre y mi madre se pasaron la vida entera buscando nuevos planetas y otros seres inteligentes. Estuvieron tan cerca.

—Al menos ustedes sí pudieron, Aero.

Horas más tarde arribaron a la estación y la nave aterrizo en el hangar correspondiente a la embajada de Nebuzalan.

Aero y Mikol tomaron contacto con esa inmensa ciudad espacial que albergaba a treinta mil individuos procedentes de los mundos que formaban parte de esa lejana galaxia.

Jezrón había notado un movimiento de soldados fuera de lo normal; estaban fuertemente armados y se dirigían al hangar de Robozoni.

Quiso cerciorarse de que no había ninguna amenaza y se dirigió a un guardia que permanecía parado frente a un mó