Alimentación vegana - Ruediger Dahlke - E-Book

Alimentación vegana E-Book

Ruediger Dahlke

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Beschreibung

POR UNA ALIMENTACIÓN SALUDABLE Y RESPETUOSA CON EL PLANETA La alimentación vegana, exenta de cualquier producto de origen animal, es un camino que toman cada vez más personas motivadas por razones éticas y de salud. Numerosos estudios coinciden en que la carne y los productos lácteos se encuentran en el origen de las enfermedades autoinmunes, las cardiovasculares, el cáncer o la diabetes. Según Ruediger Dahlke, estas dolencias son inseparables de los métodos de la cría masiva de los animales que ingerimos y del sufrimiento que experimentan al ser sacrificados. Afortunadamente, exite una vía más pacífica: una alimentación basada en valiosos carbohidratos así como en proteína vegetal de primera calidad. El autor nos muestra, partiendo de los más recientes conocimientos neuroendocrinios, los alimentos más adecuados para encontrar nuestro equilibrio físico y mental sin producir dolor a otros seres vivos. Al abandonar el consumo de alimento de origen animal, contribuimos al bienestar no solo de nuestra familia, sino del planeta entero.

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Seitenzahl: 488

Veröffentlichungsjahr: 2015

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Ruediger Dahlke

Alimentación vegana

Una opción pacífica para tu salud y la del planeta

30 sabrosas recetas veganas de Dorothea Neumayr

Traducción de Eva Nieto

NOTA IMPORTANTE: en ocasiones, las opiniones sostenidas en «Los libros de Integral» pueden diferir de las de la medicina oficialmente aceptada. La intención es facilitar información y presentar alternativas, hoy disponibles, que ayuden al lector a valorar y decidir responsablemente sobre su propia salud, y en caso de enfermedad, a establecer un diálogo con su médico o especialista. Este libro no pretende, en ningún caso, ser un sustituto de la consulta médica personal. Aunque se considera que los consejos e informaciones son exactas y ciertas en el momento de su publicación, ni los autores ni el editor pueden aceptar ninguna responsabilidad legal por cualquier error u omisión que se haya podido producir.

Título original: Peace Food. Wie der Verzicht auf Fleisch und Milch Körper und Seele heilt.

© GRÄFE UND UNZER Verlag GmbH, Múnich, 2011. © de la traducción: Eva Nieto, 2012 © de esta edición: RBA Libros S. A., 2012. Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelonarbalibros.com

Primera edición: noviembre de 2012

REF.: OEBO957ISBN: 9788491180197

Queda rigurosamente prohibida, sin autorización por escrito del editor, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Todos los derechos reservados.

Contenido

Sorprendentes posibilidades para estar sano

PRIMERA PARTE.

ENFERMAR DEBIDO AL CONSUMO DE CARNE Y PRODUCTOS LÁCTEOS

El pionero: The China Study

Enfermedades cardiovasculares a causa de la proteína animal

El colesterol: un problema fundamental

Los productos lácteos favorecen (no solo) el cáncer

Dos tipos de carbohidratos: de mínimo valor y de valor integral

Enfermedades cancerosas y sus causas

El carácter nocivo de la grasa animal

Enfermedades autoinmunes: ¿qué sucede en el cuerpo?

El avance de la obesidad y la diabetes de tipo 2

Cómo perder peso sin dietas nocivas

Osteoporosis: un problema de los consumidores de leche

Se pueden frenar las enfermedades asociadas a la edad

Las grandes ventajas de la alimentación vegana

¿Muerto o vivo? ¿De qué se trata realmente?

Una mirada retrospectiva a la historia de nuestro desarrollo

La cuestión del pescado

SEGUNDA PARTE.

EL SUFRIMIENTO DE LOS ANIMALES

Guerra contra los peces

Vacas desesperadas

El matadero: no son bien recibidas las miradas críticas

Marranadas modernas

Los efectos que ejerce sobre nosotros el sufrimiento animal

De la granja a la fábrica de animales

Los consumidores tienen fuerza

Para la salud del planeta

Un motivo para la esperanza

TERCERA PARTE.

LO MEJOR PARA EL CUERPO Y LA MENTE

El sol como fuente de salud

El ayuno como terapia hormonal

Serotonina, la fuente de la felicidad y el bienestar

Algo más sobre lo que es mejor para el ánimo y la salud

Triplicar la energía durmiendo

Pasos hacia un nuevo mundo vegano

Comer en tiempos radiactivos

Respaldo de las religiones del mundo

CUARTA PARTE.

RECETAS VEGANAS PARA UNA VIDA FELIZ

Una forma de vida ideal

Epílogo

ANEXO

Verdura cruda como respaldo de la serotonina

Notas

Libros de Ruediger Dahlke

CD de Ruediger Dahlke

Direcciones útiles

Agradecimientos

Citas célebres

Sorprendentes posibilidades para estar sano

En una época como la nuestra, en que la información se transmite a gran velocidad y es más accesible que nunca, llama la atención el hecho de que todo nuevo conocimiento tenga que batallar durante muchísimo más tiempo para calar en la opinión general. Este libro aspira a contribuir a que un gran número de personas comprenda algunos descubrimientos médicos revolucionarios, concernientes sobre todo a alimentación, formas de vida y aprovechamiento de la energía solar.

Los conocimientos actuales sobre el cuerpo y la mente nos permiten reforzar nuestra salud hasta límites sorprendentes. Es algo que he podido comprobar en mí mismo y en muchos de mis pacientes, por lo que me siento muy agradecido y quisiera transmitirlo. Hoy, no solo podemos alcanzar una edad mucho más avanzada, sino que, además, podemos hacerlo con mejor calidad de vida. Es posible que estos conocimientos choquen contra creencias enquistadas, que en un principio produzcan rechazo, por eso es tan importante estar dispuesto a abrir la mente y tener buena voluntad para asumir los cambios.

Así como el equilibrio psíquico es muy importante para la salud, también podemos ejercer sobre ella una increíble influencia, tanto positiva como negativa, por medio de la alimentación. Se ha generado una gran cantidad de estudios científicos cuyos resultados muestran los efectos de los componentes animales en nuestra alimentación, y dichos estudios son tan claros como alarmantes.

En más de una ocasión, se me ha echado en cara no haberme basado suficientemente en la ciencia. Aun cuando, por mi parte, lamento el escaso interés que se percibe en las ciencias naturales por los aspectos anímicos, debo decir que la ciencia me ha fascinado siempre, y no he abandonado mi ya antiguo intento de interpretar sus resultados para relacionarlos con la mente y, por tanto, con nosotros mismos. Además, me siento muy agradecido y satisfecho, ya que existe una buena cantidad de estudios muy convincentes que muestran, por ejemplo, los efectos de los alimentos sobre la salud. De ellos me he servido gustosamente para justificar ciertas cuestiones que son, desde hace mucho tiempo, muy importantes para mí. A lo largo de esta obra se irán mencionando esos estudios.

Después del capítulo dedicado a las enfermedades y su trasfondo físico, incidiré en la situación previa de los animales que llegan a los platos de las personas. Advierto de entrada que leer esos párrafos puede resultar muy duro para mucha gente, pero considero imprescindible sacar a la luz estas situaciones tan crueles. Muchos devoradores de carne no tienen ni idea de lo que sucede tras las puertas cerradas de los mataderos; si supieran lo que ocurre allí, no volverían a comer ni un solo pedazo de carne. A quienes les resulte especialmente insoportable la lectura de esos pasajes, les recomiendo que los tomen como un ejercicio de confrontación con su sombra, pues la moderna cría de animales y los mataderos nos sitúan ante nuestras sombras (miedos) más profundas. Cuando sentimos que algo nos disgusta y nos provoca rechazo, es que tiene mucho que ver personalmente con nosotros mismos y con el «principio de la sombra». Mi libro titulado con ese mismo nombre, Das Schatten-Prinzip, explica claramente esta relación.

Yo preferiría contar el lado esplendoroso de una vida vegana (es decir, una alimentación sin ningún producto animal), en armonía con la naturaleza, en la que los animales libres se acurrucan en nuestro regazo cuando meditamos al aire libre, pues ellos captan y perciben unas vibraciones de las que no se desprende ningún peligro. Me gustaría hablarles con detalle de los bishnoi, un pueblo del Rajastán indio que ha sabido construir un pacífico entorno en los lindes del desierto. En su territorio, las gacelas salvajes llegan hasta el centro de la aldea para jugar con los niños. Son 29 las reglas que rigen su vida y que, por ejemplo, prohíben matar a personas o animales, así como la tala de árboles. Ellos viven en su pequeño paraíso desde hace quinientos años. Este es un sueño, por supuesto vegetariano, en una diminuta parte del mundo.1

Como los bishnoi, tenemos que ponernos manos a la obra para terminar con la situación enfermiza de nuestro mundo. Si lo hacemos de forma conjunta podremos reforzar y hacer crecer la luz tanto en nosotros mismos como en el planeta.

La tercera parte de este libro nos lleva directamente a la creación de un mundo mejor, dentro y fuera de nosotros. Nos mostrará caminos en los que con pocas y pequeñas adaptaciones podremos dar impulsos decisivos a nuestra vida en pos de la salud, la vitalidad y la dicha. De hecho, no se necesita mucho para permitirse disfrutar de ciertas dosis de felicidad, y para mí es una verdadera alegría poder mostrar pequeños trucos que nos ayudarán a descubrir los grandes secretos de la felicidad.

DIETA DE LA PAZ, PARA NOSOTROS Y EL MUNDO

«Dieta de la paz» es una expresión cargada de implicaciones, no en vano afecta a muchos niveles. Si queremos encontrar paz interior, debemos dejar de recargar nuestra vida con las hormonas del miedo y el estrés procedentes de la carne de animales de matadero. Si deseamos conseguir paz exterior en este mundo, todas las personas deberían tener suficiente comida, y eso es algo que se puede conseguir fácilmente si renunciamos al consumo de productos animales. La tortura y el martirio de los animales es inconcebible. Pero, además, la paz no incumbe solo a las personas y los animales, sino que es necesario extenderla a la Madre Tierra. Un cambio de alimentación a escala mundial podría ayudar de forma decisiva a prevenir las catástrofes climáticas. En lugar de declarar la guerra a nuestro propio cuerpo, a otras personas, a los animales y a la Tierra, podríamos firmar la paz y, además, realizarlo sin necesidad de dejar de comer.

UN EJEMPLO DESTACADO: BILL CLINTON

Hace relativamente poco, Bill Clinton, expresidente de Estados Unidos, afirmó ante las cámaras de televisión que renunciaba a comer animales para tener la oportunidad de ver crecer a sus nietos. El expresidente declaró que se había sumado al grupo de gente que desde 1986 había notado cómo sus cuerpos comenzaban a sanar sin más cambios que pasarse a una alimentación basada en el consumo de vegetales y plantas. A raíz de adoptar una alimentación carente de colesterol, este les había disminuido, y habían desaparecido los trombos arteriales y los depósitos de calcio alrededor del corazón en un 82 % de las personas que llevaron a cabo los cambios nutricionales. De hecho, nuevos estudios señalan que las afecciones cardiovasculares, como las que padece Bill Clinton, remiten gracias a una dieta adecuada.

Con la alimentación y otras sencillas medidas, incluso el riesgo de cáncer se puede minimizar, así como casi todas las llamadas «enfermedades de la civilización», a la vez que, dicho sea de paso, se podrían empezar a solventar muchos problemas relacionados con la comida, el clima y la ecología de nuestro planeta. Se trata de una gran promesa que usted, lo mismo que Bill Clinton, puede hacer realidad.

MENTE, SOL Y ALIMENTACIÓN

Durante tres décadas me he dedicado intensamente a estudiar el efecto del equilibrio mental sobre la salud y he escrito libros como La enfermedad como símbolo, una obra de consulta sobre los síntomas de las enfermedades. Este libro, por sí solo, ha contribuido a que mucha gente tendiera el puente que une el cuerpo y el espíritu. En una sociedad basada en el materialismo y con una medicina dedicada exclusivamente al cuerpo, se aprecian especialmente los influjos materiales y, por el contrario, se infravaloran los espirituales. Un ejemplo nos puede ayudar a entenderlo: hoy en día, casi todo el mundo sabe que el tabaco perjudica la salud. De cien carcinomas bronquiales, el tipo más frecuente de cáncer de pulmón, noventa de ellos se dan en fumadores. Y nadie se sorprende. Pero, entre cien fumadores habituales, ¿cuántos de ellos van a sufrir un cáncer de pulmón a lo largo de su vida? ¡Solo dos!, lo cual parece desconcertante. Y es que ambos resultados pueden presentarse de forma muy distinta. El 90 % es algo conocido por casi todas las personas, mientras que ese 2 % permanece escondido en la sombra, pues se trata de algo desconocido que no se ajusta al concepto del espíritu de la época actual, que subraya mucho lo material y no contempla lo espiritual.

Hoy sabemos lo siguiente: de cada cien personas que en la segunda mitad de su vida pierden a su pareja de muchos años, más del 60 % desarrolla un cáncer al cabo de un año de la pérdida. La conclusión es evidente: las influencias materiales (como podrían ser los productos condensados que exhalan los cigarrillos) siempre han existido, pero no son tan importantes como las espirituales. En mis libros dedicados a la interpretación de los cuadros clínicos se muestran los significados de los síntomas físicos y psíquicos junto a las funciones de aprendizaje y evolución que se basan en ellos.

De un modo sorprendente e inesperado para muchos científicos, un estudio mostró la diferencia entre los factores físicos y de otro tipo en la aparición de ciertas enfermedades. En Suecia se estudió a los padres biológicos de niños adoptados y se investigó la influencia de la aparición de eventuales afecciones cancerosas comunes entre padres e hijos: se estudió la probabilidad de que los niños adoptados padecieran las enfermedades genéticas transmitidas por sus padres biológicos. ¡Era inexistente!

Sin embargo, sí existía una conexión entre el cáncer de padres adoptivos y de niños adoptados con los que genéticamente no tenían ninguna relación. El cáncer en los padres adoptivos multiplicaba por cinco la probabilidad de que lo padecieran los niños adoptados.

Al parecer, es mucho más decisivo el entorno en el que vivimos que los genes que portamos. Y ese entorno viene dado tanto por el punto de vista mental como social, así como, desde luego, por la influencia de la alimentación y el medio ambiente. Ya en el año 1981 los investigadores ingleses Doll y Peto, de la Universidad de Oxford, mostraron que solo del 2 al 3 % de los casos de cáncer estaban relacionados con la herencia.2

También resulta muy sorprendente lo que hoy por hoy indican las nuevas orientaciones de la epigenética:3 los genes se pueden conectar y desconectar a fuerza de experiencias mentales, de las influencias del medio ambiente, de las condiciones sociales de vida, de la alimentación y del clima, como podría ser la radiación solar. Por lo tanto, el entorno es mucho más decisivo de lo que pudiéramos creer hace un tiempo. Si antes los investigadores pensaban que los genes controlaban las células y, a través de ellas, los tejidos y los órganos, hoy en día debemos aceptar que ocurre justamente lo contrario: el medio ambiente controla de forma decisiva las células y, en ellas, los genes.

Los numerosos trabajos sobre la vitamina D (que se ha clasificado como hormona, lo que hace que la piel sea un órgano endocrino con carácter de glándula) reflejan, por ejemplo, unos efectos sorprendentes del sol sobre nuestra salud. Está demostrado que el sol ayuda a que nuestra piel active la vitamina D, puesto que es capaz de llegar a las células en las que, según sabemos desde hace relativamente poco, están situados casi todos los receptores especiales de vitamina D. Allí, la vitamina puede influir (en el sentido de estabilizar) de forma muy precisa en el ADN, nuestro bagaje hereditario, y evitar de esa forma tanto el cáncer como otras enfermedades crónicas; incluso se ocupa de que, una vez que se ha declarado el mal, su evolución sea más benigna. Más adelante ofreceremos información abundante sobre el sol y la vitamina D (página 36).

Tanto las influencias mentales como las nutricionales, junto con la radiación solar, pueden tener una enorme influencia en la salud, circunstancia que, hasta la fecha, nadie podía o quería imaginar. Podría pensarse que la medicina convencional ha ignorado de forma consciente y durante siglos la mente, el sol y la alimentación, los tres factores más importantes para la conexión y desconexión de los genes.

Es probable que las sustancias que desencadenan o favorecen el cáncer también sigan el mismo camino. El conocimiento de que el desencadenante del cáncer son las modificaciones producidas en el ADN es algo que se sabe desde hace mucho tiempo.

Resulta evidente que nuestro organismo no funciona como la maquinaria de un reloj, tal y como pensó Descartes, sino que es una verdadera maravilla en cuanto a su complejidad, en la que los niveles biomecánicos colaboran estrechamente con los fisiológicos y mentales. Por lo tanto, no existe un único motivo desencadenante de un cáncer, sino que intervienen otros muchos factores.

LO QUE PODEMOS CONSEGUIR POR MEDIO DE LA ALIMENTACIÓN

Tengo muy presente que el equilibrio psicológico es de gran importancia para la salud; en mi opinión, ocupa el primer lugar. Por eso, llegados a este punto, me gustaría hablar de los resultados de diversos estudios realizados por investigadores como Colin Campbell, autor de The China Study (El estudio de China, ed. Sirio, 2012), obra a la que voy a referirme con frecuencia en este libro; también me referiré a Caldwell Esselstyn y Dean Ornish y a sus estudios referentes a la alimentación; así como a Jörg Spitz y William Grant, que complementan la cuestión de la vitamina D y nos hacen tomar conciencia tanto del aspecto mental como del físico. El escritor Jonathan Safran Foer, con su libro Comer animales,4 me ayudó mucho a descorrer una cortina para mostrar al mundo cómo funciona la producción de alimentos de origen animal. Aun cuando esta visión pueda ser repugnante, espantosa y angustiosa, no podemos dejarla de lado durante mucho más tiempo. Estoy francamente agradecido a todos los autores citados por su animosa apuesta.

Como dietista y naturópata, siempre he subrayado a mis pacientes la importancia de una alimentación saludable. Desde el comienzo de mi actividad médica he abogado por una alimentación adaptada a la especie, integral y, en el sentido de la medicina tradicional china, adecuada a cada tipo; desde hace cuarenta años soy un partidario convencido de la alimentación vegetariana. En la actualidad, se ha demostrado (sobre todo gracias al trabajo de Colin Campbell) la necesidad de un completo cambio en el pensamiento científico fundamentado en la enseñanza nutricional. Ese cambio puede tener efectos espectaculares en el tratamiento de dolencias tan extendidas como son las afecciones cardiovasculares, el cáncer y, sobre todo, el amplio espectro de las denominadas enfermedades de la civilización, como la diabetes de tipo 2. En este libro me gustaría acompañar al lector en un viaje que le ayude a cambiar su forma de pensar, en principio en beneficio propio, tal y como hizo Bill Clinton. A mí me fue muy fácil modificar mi alimentación mientras leía The China Study. Si usted quisiera hacer algo semejante, esta lectura podría ser un gran regalo, el mayor de todos: el descubrimiento consciente de lo que podría hacer por este mundo. A mí me parece que, después de los innumerables escándalos de la carne contaminada detectada en múltiples países, de las orgías tóxicas en la comida y los consumidores, así como de los virus de gripe porcina y aviar, ha llegado el momento de cambiar nuestro enfoque conceptual y empezar de nuevo. Este cambio podría comenzar poco a poco, entre los individuos, para luego extenderse como un reguero de pólvora, de boca en boca, de corazón a corazón.

Para concluir, conviene tener en cuenta que existen posibilidades con base científica de dar una orientación razonable a las dietas insensatas, aprovechar el sol como fuente de energía y, en general, hacerlo todo más fácil, tanto para nosotros mismos como para los demás. Siento una gran satisfacción al poder tomar la palabra, y eso a pesar de que en este viaje deberemos enfrentarnos a aspectos realmente difíciles para los que, quizá, lo mejor sería cerrar los ojos y continuar con nuestra vida tal y como ha discurrido hasta ahora. Está claro que esto no puede ni debe seguir así. Al fin y al cabo no solo se trata de nosotros, sino también de los animales y del medio ambiente.

Naturalmente, esta gran empresa contiene en sí misma una enorme sombra: la de la mala conciencia que surge entre las personas que comen carne, que continuarán haciéndolo igual que antes y que aceptarán conscientemente toda esta miseria. Pero mi gran esperanza se basa en que usted sea capaz de tomar el camino adecuado y, además, que consiga hacerlo a tiempo.

CON PEQUEÑOS PASOS SE CONSIGUEN GRANDES COSAS

Este libro puede y quiere ser la base de la creación de un lobby de la salud, y la semilla para continuar ampliando el terreno de la salud contagiosa. Se van a mostrar caminos sencillos, propicios y saludables con el fin de conseguir una vida larga y gozosa, y para eso se utilizarán los resultados de las investigaciones más modernas. Como se verá, sobre todo deberemos desechar muchas costumbres, lo que, por otro lado, nos ayudará a ahorrar; en cambio, habrá que servirse de otros hábitos, por ejemplo tomar el sol de forma controlada y sensata, y utilizar nuestros conocimientos sobre las hormonas, los neurotransmisores y componentes de la alimentación tan importantes como los antioxidantes. De hecho, este libro es un ataque contra los prejuicios y las excusas, y nos puede servir para reducir considerablemente las excepciones con las que nos solemos autoengañar.

Es bastante complicado renunciar a lo que apreciamos, pues las costumbres son como amplias autopistas por las que se circula con gran comodidad. En cambio, los nuevos conceptos necesitan tiempo hasta obtener suficientes seguidores y crecer por sí mismos. Las oportunidades que tenemos para ser pioneros en un nuevo ámbito de la salud y, de entrada, salvarnos a nosotros mismos, dependen del entendimiento y de un cambio apoyado por estudios científicos. Pero no se trata solo de cambiar para nuestra propia satisfacción, sino porque nuestros hábitos alimenticios tienen dramáticos efectos en muchos niveles. El físico Stephen Hawking lo dijo con toda sencillez: «Todas las fuerzas son transmitidas por campos».5 Y esto debería ser válido más allá de la física cuántica. A medio y largo plazo se trata realmente de la supervivencia del colectivo humano y, en último término, del planeta Tierra.

En realidad, esta ambiciosa empresa es más sencilla de conseguir que el establecimiento de una amplia psicosomática holística que incluya dimensiones espirituales, tal y como tuve la posibilidad de comprobar con la interpretación de los cuadros clínicos en otro libro. Actualmente, ya existen masivos respaldos científicos, aunque, al contrario de lo que ocurría en tiempos pasados, también se cuenta con un amplio espectro de consorcios industriales (desde el farmacéutico hasta el de la cosmética, pasando por la industria alimentaria). Aun cuando mi concepto de medicina psicosomática choca con la industria farmacéutica, no pretendo realizar un ataque directo contra esta. Las nuevas enseñanzas sobre nutrición conducen a un enfrentamiento con los productos de la poderosa industria de la carne y la leche.

Las increíbles oportunidades que veo en este campo se refieren a las grandes plagas que azotan a los seres humanos, víctimas de enfermedades cada vez más frecuentes y severas, que los afectan tanto física como mentalmente. Eso hace que la denominación «psicosomatismo» resulte muy adecuada. Por ahora nos vamos a referir a los estudios científicos relativos a las principales enfermedades, y me gustaría presentarlos de forma sencilla para que resulten fáciles de comprender.

Podrá encontrar las indicaciones más importantes al final del capítulo a modo de resumen resaltado visualmente. Así le bastará un simple y rápido vistazo para ver la información sobre los resultados de estudios relativos a la alimentación. Además, en la tercera parte del libro podrá consultar una práctica guía sobre la alimentación vegana con la información fundamental.

PRIMERA PARTE

ENFERMAR DEBIDO AL CONSUMO DE CARNE Y PRODUCTOS LÁCTEOS

El pionero: The China Study

Todos los aspectos relacionados con la mente, así como los efectos de la alimentación y la fuerza sanadora del sol, han sido desatendidos durante mucho tiempo mientras nos poníamos en manos de la industria alimentaria. A pesar de los perjuicios causados por esta última, se han acabado imponiendo los intereses comerciales. Pero en la actualidad contamos con estudios modernos, llevados a cabo durante mucho tiempo y con gran número de participantes, como The China Study, del profesor T. Colin Campbell y su hijo Thomas M. Campbell, que nos permiten conocer unas estimaciones totalmente distintas en cuanto a los riesgos clínicos que puede causar la alimentación.6 Este trabajo, que vio la luz en 2004, ha contribuido a cambiar mucho las cosas. Aunque el núcleo de los estudios se centra en la China rural, las conclusiones traspasan las fronteras chinas: sin dejarse intimidar por la enorme cantidad de datos, cifras y resultados, nos dan una visión general de la influencia que tiene la alimentación en la incidencia de ciertas enfermedades. Uno de los aspectos más destacados del estudio es no solo haber abarcado una enorme extensión del territorio chino, con una gran cantidad de participantes, sino que también permite evaluar una gran diversidad de aspectos relacionados con la alimentación. Mientras que los estudios occidentales se basan, como es lógico, en participantes occidentales, que consumen bastante o mucha carne, The China Study también trabajó con personas escasamente carnívoras y, por tanto, sustentadas por una alimentación abundante en vegetales.

Los resultados de los estudios occidentales relacionados con la dieta vegetariana han dejado muy claros sus beneficios para la salud. Hace ya muchos años que el Centro Alemán de Investigación Oncológica de Heidelberg concluyó que las personas vegetarianas tenían menor tendencia a las afecciones cancerosas, y eso que muchas ingerían proteína animal en forma de productos lácteos.

La posición de los Campbell es la siguiente: «Lo que hace tan convincente el efecto de la alimentación sobre la salud es el volumen de pruebas científicas. […] No podemos afirmar que todo se refiera a la casualidad, datos inservibles, investigación parcial, estadísticas mal interpretadas o números falseados. Los hechos son sencillamente contundentes».7

Esta nueva colección de estudios ha conseguido modificar el concepto mundial de la nutrición, y lo ha hecho de una forma científica muy convincente. Por supuesto, siempre ha habido gurús de la alimentación, como Bircher-Benner, Kollath, Waerland o Broker, que recomendaban una alimentación basada casi exclusivamente en los vegetales, pero no contaban con el apoyo de investigaciones científicas del tipo The China Study.

Como no podía ser de otra manera, el estudio ha sufrido críticas de determinados grupos cuyas objeciones se basan en la gran cantidad de participantes, lo que supone un disparate. Campbell siempre ha reaccionado de forma muy científica y ha podido demostrar que todas las críticas carecen de base científica y que, en muchas ocasiones, han sido provocadas por intereses evidentes.

¿CÓMO HACER CAMBIOS EN LA ALIMENTACIÓN?

A pesar de que existe un gran número de pruebas sustentadas por la ciencia, la pregunta es la siguiente: ¿Podemos cambiar tan rápidamente de hábitos como lo hizo Bill Clinton? Este hombre, después de dos operaciones de corazón, tenía a su favor la ventaja de carecer de alternativas y de contar, además, con la motivación que le suponía su hija Chelsea. Tuvo que abandonar todos los «clásicos» de la alimentación norteamericana, aunque el expresidente era, como se sabe, un reconocido fan de las hamburguesas. Según sus propias declaraciones, confiaba en los nuevos estudios y en las personas que los realizaban; esos son los resultados que voy a mostrar a continuación. Al parecer, Clinton se sintió más fortalecido por sus malas experiencias que por las recomendaciones de los autodenominados «expertos» que, según se puede comprobar cada vez más en el ámbito de la medicina, pertenecen a menudo a grupos de interés (como el de la industria alimentaria) y, por tanto, tienen sobrados motivos para mantenerse en posiciones seguras que les reporten ganancias. Uno de los fracasos más tristes de nuestro sistema sanitario es que los médicos se benefician de la enfermedad en lugar de hacerlo de la salud.

Pero merecer la salud no es tan sencillo como pudiera parecer, lo que supone un reto para médicos y terapeutas. La salud, por desgracia para nosotros, tiene poco de «grupo de presión», y eso es algo que puede ir cada vez a más porque en la actualidad aumentan los casos de muertes por afecciones cardiovasculares, cáncer, diabetes o demencia, y esas personas mueren «la mayoría de las veces en hospitales o asilos, en lugar de hacerlo en sus propias camas como fruto de la decrepitud».8

Resumen:

Gracias a The China Study contamos con una gran cantidad de resultados de investigaciones sobre la influencia de la alimentación en las principales enfermedades de nuestro tiempo.

Enfermedades cardiovasculares a causa de la proteína animal

Las enfermedades cardiovasculares se han convertido en los últimos años en una de las causas más frecuentes de muerte en los países occidentales, aun cuando en muchas ocasiones esto se percibe muy subjetivamente. El miedo de las mujeres modernas al cáncer de mama, por ejemplo, es seguramente muy superior al que sienten frente a las afecciones cardíacas, y eso a pesar de que el riesgo de morir por problemas de corazón es ocho veces superior al de hacerlo por cáncer de mama. Esta percepción se debe en gran medida a que en la cuestión del cáncer se han forzado enormemente los denominados reconocimientos preventivos, que en realidad son solo una serie de medidas de diagnóstico precoz, mientras que los infartos se han dejado de lado, sobre todo en las mujeres. La realidad es que se trata de un tema que apenas tiene importancia para la opinión pública. Tras los problemas cardiovasculares, el cáncer ocupa el segundo puesto de causas de muerte, mientras que en tercer lugar están los fallecimientos provocados por errores médicos.

CORRELACIONES EVIDENTES DESESTIMADAS POR LA CIENCIA

Los problemas cardíacos constituyen una amenaza real, independientemente del sexo o la raza de la persona. Las enfermedades del corazón se desarrollan a lo largo de toda la vida, como sabemos desde hace mucho tiempo. Casi un 80 % de los jóvenes soldados norteamericanos caídos en la guerra de Corea padecían arteriosclerosis, lo que permite aventurar que en breve se les podría haber presentado alguna afección cardíaca.

Las investigaciones más recientes muestran lo peligrosos que son los depósitos arterioscleróticos que, aunque no sean demasiado grandes, hacen que los vasos coronarios se estrechen y se reduzcan hasta la mitad de su tamaño. Sin embargo, la historia que comento a continuación deja patente lo lentos y costosos que re-sultan los conocimientos científicos cuando no se corresponden con intereses económicos: en 1946, un médico californiano llama-do Lester Morrison constató que una reducción moderada del consumo de grasa y carne de animales podía elevar considerablemente las cuotas de supervivencia de los pacientes afectados por infartos cardíacos. En 1948 comenzó el «Estudio Framingham» en una pequeña ciudad en los alrededores de Boston, Massachussets. Hoy en día, ya en su cuarta generación, mantiene su validez con más de 15.000 participantes y más de 1.000 publicaciones científicas a las que debemos buena parte de nuestros conocimientos acerca de enfermedades cardiovasculares. Gracias al estudio sabemos mucho sobre los factores de riesgo, como pueden ser un elevado nivel de colesterol y una tensión sanguínea alta, el tabaquismo, el sobrepeso y la falta de ejercicio físico. Por aquel entonces casi no se tenía en cuenta la alimentación. Unos diez años después, en 1956, los investigadores Lyon, Yankley y Gofman comprobaron que los pacientes con avanzados problemas de corazón mostraban unos índices de mortalidad cuatro veces más bajos si se sometían a una dieta pobre en grasas y colesterol. Estos estudios hicieron que ambos, el colesterol y la grasa, cayeran bajo sospecha y se comenzara a hablar de ellos. Hoy en día sabemos que son la expresión de una dieta basada predominantemente en proteína animal. El organismo intenta impermeabilizar las microfisuras vasculares, provocadas por el estrés y la hipertensión, y reforzadas por la carencia de vitamina C, con ayuda de proteína y colesterol. A eso hay que añadir, además, la cal, por lo que el fenómeno ha recibido el nombre de calcificaciones arteriales.

Si comparamos los índices de mortalidad de las enfermedades cardíacas coronarias en diversos países, descubriremos que se elevan más cuanto mayor es la cantidad de productos animales que aparecen en su alimentación. La lista está encabezada por los estadounidenses, con más de 700 muertes por cada 100.000 habitantes; en Alemania se cuentan menos de la mitad, unos 300; Austria y Suiza se encuentran justo debajo; Japón, con un consumo bastante reducido de carne, arroja un total de 100 casos; en Papúa-Nueva Guinea la cantidad es muchísimo más baja, como atestiguan diversos estudios. Los habitantes las tierras altas de Papúa consumen muy pocas cantidades de proteína animal y grasas, y en contraposición ingieren buah merah, un aceite extraído de un tipo de pandanáceas (Pandanus conoideus) que en toda Indonesia es considerado como «remedio milagroso», incluso para tratar enfermedades hepáticas o cancerosas. Hace ya algunos años, durante un viaje a Bali, este producto me llamó mucho la atención por su coloración extremadamente roja: me decidí a probarlo y desde entonces lo he recomendado con buenos resultados a diversos pacientes. El problema es que la Unión Europea está cerrada a todos los remedios que procedan de «fuera de Europa», lo que obliga a conseguirlos por vías indirectas.9

PIONEROS VALIENTES

En la ciudad estadounidense de Cleveland, Ohio, un animoso médico e investigador dio un gran paso adelante. El doctor Caldwell B. Esselstyn, tras once años de actividad quirúrgica, afirmó que había perdido toda la ilusión en lo relativo a los modernos tratamientos de las afecciones cardiovasculares y del cáncer. Pensaba que muchas personas no padecen realmente enfermedades cardiovasculares, sino afecciones claramente relacionadas con el tipo de alimentación.

En un estudio propio, iniciado en 1985, utilizó dietas pobres en grasas y ricas en vegetales y alimentos integrales: sus resultados fueron espectaculares (solo se utilizaron fármacos químicos para provocar un mínimo descenso del colesterol). Los pacientes tuvieron que renunciar a la ingesta de carne, pescado, aceites y productos lácteos, exceptuando la leche desnatada y los yogures bajos en grasa. Al cabo de cinco años prescindió por completo de los últimos productos lácteos. La motivación de sus 18 pacientes estaba seguramente más respaldada por el miedo que por la esperanza, pues en los ocho años anteriores al estudio ya habían padecido severos problemas cardíacos, como infartos, angina de pecho e incluso algún ataque de apoplejía, y habían sido sometidos a operaciones quirúrgicas. Al comenzar el estudio, el nivel medio de colesterol estaba situado en 246 mg/dl, y durante la investigación bajó hasta los 132 mg/dl, muy por debajo de las directrices de la medicina convencional, que lo sitúan en 150 o incluso 200 mg/dl.

Pero lo más decisivo fue que durante los once años de control, un solo paciente, que se apartó de la dieta durante dos años, volvió a padecer una angina de pecho (en los ocho años anteriores había tenido un total de 49 problemas cardíacos). Ese paciente tornó a la dieta e inmediatamente después fue perdiendo de vista todas sus afecciones cardiovasculares.

Esselstyn pudo demostrar que las enfermedades no solo se pueden detener a edades avanzadas, sino que pueden llegar a remitir en el 70 % de los casos si se practica una alimentación vegana. Los pacientes que aceptaron ser sometidos a una angiografía (es decir, una representación en rayos X de sus vasos sanguíneos) pudieron comprobar en unas impresionantes imágenes que sus vasos obstruidos habían vuelto a despejarse.

Durante los dos primeros años, cinco de los pacientes se retiraron del grupo, que originalmente estaba compuesto por 23 personas, y regresaron a su alimentación normal de tipo norteamericano. Hasta el año 1995 estas cinco personas sufrieron un total de diez problemas cardíacos graves; en cambio no hubo ningún contratiempo entre los que se mantuvieron fieles al grupo y siguieron de forma perseverante todas las pautas fijadas por Esselstyn.10 El resultado del estudio fue un rotundo éxito en la historia de la medicina occidental en su combate contra las enfermedades cardíacas. El doctor Esselstyn merece todo nuestro reconocimiento y gratitud, pues sus investigaciones, además de pioneras en su campo, han conseguido salvar más vidas humanas que otras realizadas por científicos que han logrado avances mínimos pero, en cambio, han sido exageradamente publicitados. Así, el reconocimiento real que Esselstyn debería haber obtenido casi no se vio, porque su investigación no provenía del círculo admitido por la comunidad científica. La última persona que obtuvo un premio Nobel en la rama científica sin que sus publicaciones se hubieran generado en el seno de una universidad fue Albert Einstein.

Otro pionero fue el doctor Dean Ornish, quien, en 1990, realizó un estudio con 28 pacientes a los que les hizo cambiar de estilo de vida al mismo tiempo que trataba a otros 20 pacientes con un programa típico de medicina convencional. Los 28 primeros fueron alimentados con una dieta vegetariana en la que tan solo el 10 % de las calorías procedía de grasas. Podían comer tanto como desearan siempre que se tratara de fruta, verdura y cereales. Los productos animales estaban prohibidos, con la excepción de una clara de huevo y una taza de leche desnatada al día. Además, estaban obligados a hacer ejercicio físico tres horas a la semana y a practicar durante una hora diaria distintos métodos de control del estrés. Igualmente, asistían a charlas dos veces por semana.

En el primer año del estudio, la vitalidad de los pacientes aumentó significativamente al tiempo que disminuían las dolencias cardíacas. Los niveles de colesterol pasaron de 227 a 172 mg/dl y el colesterol LDL, supuestamente «peligroso», de 152 a 95 mg/dl. Las condiciones cardíacas eran más favorables cuanto más estricto era el paciente en el respeto de las recomendaciones. El 82 % experimentó una mejoría considerable en sus problemas vasculares, y solo en el transcurso de un año.

En los 20 pacientes del grupo de control, sometidos a una terapia normal en la medicina convencional, se observó, como se preveía, que se agravaban los dolores en el pecho, así como la frecuencia y la gravedad de los ataques. Expresado en cifras: mientras que el grupo de estudio experimentó un retroceso en la frecuencia de sus dolencias de un 91 %, en el grupo de control aumentó hasta el 165 %. En lugar de disminuir, en el grupo de control se mantuvieron los bloqueos arteriales. La comisión ética que tenía a su cargo la supervisión del estudio debería, en aras de la justicia, haber prohibido el tratamiento convencional, lo mismo que se tendría que hacer con el que siguen millones de personas en todo el mundo. Por desgracia, esas comisiones de ética solo tienen, hasta la fecha, el objetivo de apoyar el statu quo de la medicina convencional y no el de los pacientes.

ÉXITO GRACIAS A UN PROGRAMA DE ESTILO DE VIDA

Mientras tanto, el problema en Estados Unidos ha llegado al extremo de que ya a partir del año 1993 se empezaron a seleccionar enfermos del corazón para tomar parte en seminarios de estilo de vida. A pesar de eso, en 1998 solo los habían seguido 200 pacientes. Pero eso sí, el 65 % de ellos, que parecían destinados a tratamientos con métodos quirúrgicos, se sintió libre de dolores al cabo de un año y así se mantuvo en los tres años posteriores al estudio. El éxito fue tan rotundo que en 1998 al menos 40 aseguradoras se mostraron dispuestas a asumir los costes de los seminarios. Estos costes eran muy bajos por comparación, pues Ornish pudo demostrar que por cada paciente que practicara uno de esos programas de estilo de vida se podrían ahorrar unos 30.000 dólares. De todas formas, hay que matizar que los pacientes de Ornish siguieron consumiendo productos animales, y sus niveles de colesterol, alrededor de 170 mg/dl, aún eran elevados si se comparaban con los que se pueden conseguir con una dieta basada totalmente en los vegetales.11

Colin Campbell escribió en The China Study: «Ahora sabemos con certeza cómo podemos descartar casi por completo las enfermedades cardíacas… Si ingerimos los alimentos adecuados podremos mantener sano nuestro corazón». Los resultados de este estudio en China se obtuvieron tras examinar grandes grupos de población, por lo que se deben considerar significativos o incluso muy significativos desde el punto de vista científico. «Significativo» quiere decir que la probabilidad de que se trate de algo casual es menor del 5 % y el término estadístico «muy significativo» se refiere a que tal probabilidad está por debajo del 1 %.

Exactamente igual que Esselstyn, Ornish y también el doctor William Castelli, director durante muchos años del ya comentado «Estudio Framingham», Colin Campbell recomendaba la alimentación vegetariana, una dieta basada en productos en cuyo cultivo no se hubieran utilizado abonos artificiales o medios auxiliares químicos como los herbicidas o plaguicidas, una dieta cuyo con-sumo era calificado como alimentación bio o ecológica. Los estudios de Campbell advertían también que incluso las más pequeñas cantidades de productos lácteos pueden resultar nocivas y es pre ciso evitar su consumo.

Un estudio que comparaba a 20 países12 pudo constatar un espectacular incremento de las enfermedades cardíacas en los territorios de mayor consumo de proteína animal. También se hicieron estudios con animales (Campbell también los menciona en The China Study) que demostraron que en una alimentación con esas proteínas se elevaban rápidamente los niveles de colesterol de los propios animales, mientras que si su alimentación se basaba en proteína vegetal como, por ejemplo, la procedente de la soja, se obtenía el efecto contrario y se rebajaba el colesterol en sangre. Estudios similares realizados con personas mostraron resultados parecidos. El consumo de proteína vegetal hace descender con mayor efectividad el nivel de colesterol que si se mantiene una dieta en la que solo se tiende a evitar grasas y colesterol en la alimentación (se puede consultar con más extensión el tema del colesterol a partir de la página 41).

Este es un caso, no muy frecuente, en el que las investigaciones con los animales coinciden con los resultados obtenidos con seres humanos. Yo, personalmente, tengo mis dudas respecto a estos estudios, porque se trata de eludir que los animales sufren por ello o que no reaccionan como las personas. Pero, puesto que The China Study estaba dirigido por Colin Campbell, médico responsable y reconocido protector de los animales, he asumido en algunos casos la plausibilidad de sus resultados.

VITAMINA D PARA UN CORAZÓN SALUDABLE

Investigaciones recientes concluyen que nuestro corazón también necesita el sol en forma de radiaciones sobre la piel. Así, un estudio publicado en 2007 afirmaba que el riesgo de padecer hipertensión en las personas con un nivel de vitamina D por debajo de 15 ng/ml, en comparación con las personas del estudio que tenían por encima de 30 ng/ml, era seis veces superior en el caso de los hombres y 2,6 veces en las mujeres.13 Naturalmente también podemos ingerir esta vitamina D, pues está muy presente, por ejemplo, en los platos de setas (ver página 143).

Pero no toda la vitamina D es igual. Existe una forma activa de la vitamina D que se ha demostrado efectiva en la prevención, no solo del cáncer, sino también de la osteoporosis y las enfermedades autoinmunes. Esta forma activa, que también recibe el nombre de vitamina D-1,25 o calcitriol, funciona como si fuera una hormona, tal y como describen el profesor Jörg Spitz y el doctor William Grant,14 especialistas en vitamina D. El sol adquiere así una importancia que hasta la fecha estaba totalmente subvalorada (véase la página 272 el tema de los baños de sol).

En todo caso, vuelve a ser la alimentación la que determina cuántas y qué funciones orgánicas tienen lugar a causa de la forma activa de la vitamina D. La proteína animal tiene la característica de bloquear el calcitriol a base de hiperacidificar el organismo. Además, inhibe la activación de enzimas decisivas en los riñones. Por otra parte, el exceso de ácido generado por tales proteínas, y también por los dulces, acarrea otros inconvenientes de sobra conocidos. Por ello, resulta muy beneficioso un cambio a la alimentación vegana, así como la correspondiente reducción del estrés. Por medio de los polvos que se recetan con mucha frecuencia para la alteración gástrica, se neutralizan particularmente los ácidos gástricos, circunstancia no del todo recomendable. El énfasis vegano sobre la fruta y la verdura es, desde el punto de vista de la nutrición, la mejor respuesta a la hiperacidificación general.

El calcitriol, además, puede quedar bloqueado por un consumo regular de grandes cantidades de calcio, y también disminuye por una ingesta continuada de leche (o productos derivados).

Hoy en día existen estudios muy convincentes que subrayan de manera muy directa lo importante que es para nuestra salud un elevado nivel de vitamina D y, en consecuencia, de la suficiente radiación solar. El sol beneficia mucho a nuestra piel y a nuestro corazón, y eso es algo que tiene muy claro todo el mundo. Se suponía que se trataba exclusivamente de una forma de hablar, pero desde hace mucho tiempo ha quedado confirmado que esta afirmación es tan buena como convincente desde el punto de vista científico. El sol es el astro central alrededor del que gira nuestro sistema solar, lo mismo que el cuerpo gira alrededor del corazón. De hecho, la radiación solar es beneficiosa para todos nuestros órganos, pues en la mayoría de ellos se encuentran receptores de vitamina D.

LA SIESTA: RELAJACIÓN PARA EL CORAZÓN

Es evidente que dormir bastante resulta muy saludable para nuestro espíritu; corresponde con el punto negro sobre campo blanco en los signos del tai chi. Incluso una siesta corta después de comer puede aportarnos imágenes oníricas y sumergirnos en un campo psíquico especial. Las investigaciones sobre el sueño afirman desde hace mucho tiempo lo importante que son las noches para nuestra salud mental.

Un estudio realizado sobre un colectivo de trabajadores que de forma regular se tomaban a mediodía una pausa en el trabajo y la acompañaban de una pequeña siesta concluyó que para esas personas el riesgo de morir a causa de enfermedades cardiovasculares se reducía en un 64 %. En la Universidad de Atenas se realizó una investigación similar con 23.681 personas de ambos sexos. Aunque solo hicieran tres siestas a la semana, el riesgo disminuía hasta un 37 %. El efecto era más señalado en las personas en activo que en las jubiladas, y en general en los hombres más que en las mujeres. Pero se habla de que las personas que más rechazan estas pausas para dormir son las que más las necesitarían, por ejemplo esas personas con mucho estrés profesional que están en la senda del burn out («quemarse trabajando»).

CORAZÓN Y (SU) MENTE

Es posible que el gran beneficio que la alimentación vegana reporta a nuestro corazón se deba a que no agobia a la mente haciéndole soportar el efecto inconsciente de los agravios e injusticias que se cometen hoy en día con la cría de animales. Como ocurre en tantas ocasiones, la ignorancia aquí tampoco protege del castigo.

Con una alimentación vegetariana consecuente dejamos de ser cómplices de los mataderos, no tomamos parte en las torturas cometidas con los animales ni participamos en la crueldad de su transporte. Nos liberamos de los abusos que se cometen con tantas vacas y gallinas que, degradadas a máquinas de producir leche y huevos, vegetan en fábricas o criaderos de animales donde no ha intervenido ninguna compasión ni se ha pensado en la dignidad de esos seres. Este tema va a ser objeto de un amplio tratamiento a lo largo del libro.

Con la alimentación vegana, además de beneficiar a nuestro corazón, apoyamos de forma directa la conservación de los seres creados, de la Creación. Y el hecho de que vegetarianos, protectores y amigos de los animales, agricultores ecológicos y defensores del medio ambiente disfruten, desde hace tiempo, de posiciones de responsabilidad y preeminentes, y sean respetados en el ámbito científico, deja patente que son capaces de aportar increíbles ventajas en cuanto a la salud. Eso es algo que alimenta mis esperanzas y me indica que todos podríamos ir montados, como colectivo, en el mismo carro. En la vida personal se trata de regresar a un sendero orientado hacia la salud, y en un sentido más global expresaría un respeto por la Tierra, al salvar a todos los seres vivos que se encuentran en ella. Podemos acercarnos al lema de san Francisco de Asís, que desde su corazón puro dijo: «Señor, hazme instrumento de tu paz».

EL CORAZÓN COMO FUENTE DE ENERGÍA VITAL

Ya presenté las modificaciones en el estilo de vida necesarias para los enfermos del corazón en mi libro Herz(ens) probleme (Proble-mas de corazón). Uno de los cambios importantes consiste en percibir el sol en el corazón. Con este contacto solar transmitiremos alegría a otras personas y eso supondrá un beneficio para el mundo. En ese libro también se hace referencia a los problemas psicológicos básicos, para ayudar a muchas personas a analizar los verdaderos sentimientos y deseos que subyacen en los síntomas físicos.

De una manera simbólica, el corazón es el asiento del alma y la fuente de nuestra energía vital. Como centro energético también es el origen de nuestros sentimientos y nuestros miedos. Esto queda muy claro cuando algo nos agobia u oprime. Según la Biblia no deberíamos hacer de él una cueva de asesinos, sino desahogarse en él. Es nuestro órgano sensorial más importante y hay que «sentir con el corazón», obedecerle y seguir sus inclinaciones.

La misión del corazón es la práctica del amor y la unidad. Quien preste atención a los asuntos de su corazón, lo abra y lo entregue, quien lo tome en consideración como asunto central de su vida, quien acepte para su corazón lo que a su corazón conmueve, quien mantenga su energía vital en forma de río de sangre, dispondrá de un corazón sano que latirá durante mucho tiempo, tal y como se merece su poseedor.

Por lo tanto, cuando permitimos que el sol penetre en nuestro corazón, abrimos y ampliamos una vida cordial, en su sentido figurado; si no lo permitimos, todas nuestras misiones se quedarán exclusivamente en el plano físico y sufriremos insuficiencia en el corazón. Nuestro corazón puede permanecer muy sano hasta una edad muy avanzada si dispone de una actitud y una alimentación adecuadas. Necesitamos que no se quiebre a causa de un infarto ni quede estrangulado por una angina de pecho, por lo que siempre debemos saber adaptarnos a tiempo a sus intereses, y vivir nuestros asuntos de corazón. Si encontramos nuestro ritmo vital, él nos apoyará con el suyo durante toda la vida.

Resumen:

La carga científica de las pruebas contrarias a los productos animales y su relación con las afecciones cardiovasculares es realmente impresionante. Con la alimentación vegana, tanto la presión arterial como los problemas cardiovasculares mejoran por sí solos y en ocasiones se pueden llegar a curar aunque estén avanzados. No habría por qué llegar tan lejos, pues la alimentación adecuada sirve de freno, desde el primer momento, a esos trastornos y favorece una vida placentera. En el plano mental se debe afirmar que es necesario dar espacio a los asuntos del corazón y seguirlos.

Los baños de sol regulares y las siestas reducen el riesgo de padecer enfermedades cardíacas. Lo más decisivo es establecer una comunidad de los factores implicados, desde la alimentación vegetariana hasta la toma en consideración de la mente.

El colesterol: un problema fundamental

En el pasado, he afirmado en muchas ocasiones que la reducción del nivel de colesterol a fuerza de fármacos es un paso equivocado. Está claro que el aumento del colesterol es una mala señal. Pero luchar contra los síntomas (el colesterol no es otra cosa que un biomarcador) no tiene ningún sentido. Prohibir las ambulancias para urgencias porque su empleo refleja un mal síntoma sería una estupidez. En vez de tragar los peligrosos reductores de grasa que ofrece la industria farmacéutica, lo mejor sería modificar el estilo de vida, y, en esto, un factor decisivo es la alimentación. ¿Cuántas personas deben sufrir grandes perjuicios y cuántas deben morir hasta que se retiren del mercado los reductores del colesterol como el Clofibrat y el Lipobay? No solo son peligrosos, sino que además nos adentran en una senda equivocada. Se nos sugiere que solo podremos seguir viviendo como antes a fuerza de tomar las sustancias químicas adecuadas.

La vida media de los conocimientos farmacológicos de la medicina convencional es realmente muy baja. Lo que hoy en día ingerimos puede estar mañana prohibido. Si yo prescribiera actualmente lo que se daba por bueno en mi examen de farmacología de hace treinta años, seguro que cometería un delito.

Los actuales reductores del colesterol no solo son provechosos para la industria farmacéutica y su accionariado, sino que también se limitan a «mejorar» los valores en el sentido de una cosmética del sistema que solo tranquiliza a los poco informados; y esto es realmente peligroso porque se está perdiendo un tiempo decisivo para dar los pasos importantes.

El dicho inglés An apple a day keeps the doctor away (algo así como: «Una manzana al día nos mantiene alejados del médico») señala la dirección adecuada, solo que no basta con una manzana, sino que sería necesario realizar un cambio drástico hacia una alimentación vegetal completa y de esa forma podríamos olvidarnos totalmente de las pantomimas que rodean al colesterol. Los médicos la rehúyen, al igual que otras medidas impopulares en la medicina convencional, como son la meditación y el ayuno. Los médicos no son capaces de apreciarlo, en absoluto, ya que les va muy bien tal como están las cosas.

Valores recomendados de colesterol y grasa

Por desgracia, estamos muy mal informados respecto al colesterol y a la grasa como alimento. Las grandes organizaciones médicas recomiendan mantener los valores de colesterol por debajo de los 200 mg/dl. Pero el 35 % de los infartos afectan a personas con niveles de 150 a 200 mg/dl. De acuerdo con The China Study, se considera que se está relativamente seguro con unos niveles por debajo de los 150 mg/dl. Por tanto, los valores que se publicitan por todas partes, y que normalmente se consiguen con ayuda de fármacos reductores del colesterol, resultan ser un paso decisivo hacia un ataque al corazón.

La buena noticia: una alimentación vegana reduce los valores muy por debajo de los 200 mg/dl. Tal y como mostraron los estudios realizados en China, basados en las observaciones de enormes cantidades de participantes, fueron muy raros los casos de personas que, con niveles por debajo de 100, cursaron algún episodio de cáncer. Eso indica lo elevados que son los valores que se consideran tolerables en nuestras latitudes, con el consiguiente riesgo de afecciones cardiovasculares, cáncer o cualquier otra enfermedad «de la civilización».

Algo parecido a lo que sucede con el colesterol se puede aceptar para la grasa de la comida. Mientras que por todas partes los valores recomendados de grasa se sitúan entre el 25 y el 30 %, o incluso más allá, en The China Study solo se admite hasta el 10 %. Está claro que tales valores ideales se consiguen exclusivamente con una alimentación de base vegetal.

El colesterol es un componente muy importante para nuestros nervios, para las hormonas sexuales, la digestión de las grasas, etcétera. Pero resulta que no necesitamos ingerirlo porque el cuerpo lo genera en cantidad suficiente y, por otro lado, resulta dañino tomarlo en exceso, por ejemplo a través de productos animales; pero hacer bajar su nivel a fuerza de química es aún más nocivo.

The China Study puso de manifiesto que un nivel alto de colesterol es un mal síntoma. Esta sustancia era conocida como indicador de problemas cardíacos, pero ahora no solo debe alertarnos acerca de un estilo de vida peligroso, sino también de la práctica de una alimentación incorrecta que incrementa drásticamente el riesgo de cáncer. Y no solo se trata del cáncer, sino de las denominadas enfermedades de la civilización, de las que se harán frecuentes referencias a lo largo de este libro.

Cuando Campbell dice «No es saludable ingerir alimentos cuyo contenido de colesterol sea superior a 0 mg», la frase puede sonar provocativa, pero no le coloca al mismo nivel de partidarios de rebajar el colesterol a fuerza de productos químicos. El colesterol se puede reducir de una manera natural con una alimentación adecuada, así como con la correspondiente actitud vital o un cambio en ella.

Resumen:

La carne, el pescado, la leche, los huevos y la grasa hacen que el colesterol aumente y que se incremente en consecuencia el peligro de sufrir las denominadas enfermedades de la civilización. El consumo de proteína vegetal es el medio más efectivo para reducir eficientemente el nivel del colesterol. La alimentación vegetal es el camino más saludable hacia una reducción natural del colesterol y un mantenimiento de su nivel, para así disfrutar de una vida mejor y más dilatada.

Los productos lácteos favorecen (no solo) el cáncer

No se habla del papel que desempeñan los productos lácteos en el desarrollo de un cáncer, ni se menciona en absoluto nada relativo al consumo de carne. Si en las cajetillas de tabaco se advierte con imágenes de la posibilidad de sufrir un cáncer, y eso a pesar de que solo dos de cada cien fumadores desarrollan un carcinoma bronquial, los envases de leche y productos cárnicos deberían advertir de forma similar de los problemas que acarrea su consumo; por ejemplo: «El consumo de carne produce cáncer e infartos», o «Este postre contiene leche, puede provocar cáncer y matar». Lo que muchos profesionales sospechaban ya ha quedado demostrado con estudios científicos. A continuación se va a comentar el asunto de forma detallada. ¿Qué hace que los productos lácteos se conviertan en desencadenantes del cáncer?

El problema es debido a que en el organismo son muchos los procesos que, estando relacionados entre sí de forma muy estrecha, tendemos a ver por separado, de forma individual. La naturaleza acostumbra a trabajar con sistemas interconectados que se afectan e influyen mutuamente. En esta estructura general de múltiples retroacciones, no resulta sencillo afirmar que esto va bien y esto otro mal, sino que todo tiene su lugar y su sentido, y una mínima modificación de las circunstancias puede resultar peligrosa.

DEMASIADO DE LO BUENO: LA HORMONA DEL CRECIMIENTO IGF-1

El organismo humano dispone de una hormona denominada IGF1 (del inglés, Insulin-like Growth Factor 1), o factor de crecimiento insulínico tipo 1, cuya misión natural es regular la velocidad de crecimiento de las células sanas, en el sentido de estimular, y eliminar las células viejas. En una situación como la que aparentemente se produce a raíz del consumo de mucha proteína animal, la IGF-1 comienza a elevar la velocidad de escisión de las células y a impedir la eliminación de células viejas superfluas, lo que favorece la aparición del cáncer. Resulta, pues, poco beneficioso que a causa de un elevado consumo de proteína animal, o de leche, se genere repentinamente mayor cantidad de IGF-1. La proteína animal altera la forma de trabajar de las hormonas y, además, motiva su superproducción.15 En el sentido inverso, los investigadores han podido comprobar que una dieta con baja cantidad de proteína animal reduce también la IGF-1.