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En las oscuras tierras de Alsamon, una ciudad es asolada por la maldición de los hombres lobo, donde la sangre corre desde hace meses sin noticias de victoria alguna. Es entonces que Franklin, el hermano menor del rey asediado, convoca a un grupo experimentado del gremio de cazadores para la peligrosa misión de rescatarlo donde, junto a una heroína imperial y varios soldados, se sumergirán en un viaje a una ciudad llena de secretos, traiciones y criaturas de la noche. En medio del caos, una joven emerge como la única sobreviviente de una familia adoptiva destrozada. Encuentra refugio en un cazador que parece ser su salvador, mostrándole bondad y protección, pero desconoce la oscura verdad que él oculta. Mientras en el castillo se combate hasta el final y el rey prioriza su propia salvación, la joven deberá luchar desesperadamente por su propia supervivencia en un mundo donde la línea entre la humanidad y la bestia se desdibuja. Una historia de coraje, sacrificio, mentiras y noblezas, "Alsamon: La Rebelión de las Bestias" transporta al lector a un universo donde la lealtad y la humanidad de cada uno son puestos a prueba en la oscuridad más profunda.
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Seitenzahl: 329
Veröffentlichungsjahr: 2024
Facundo Ignacio Corton
Corton, Facundo Ignacio Alsamon : la rebelión de las bestias / Facundo Ignacio Corton. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-4719-4
1. Novelas. I. Título. CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Agradecimientos
Dedicatoria
Capítulo 1 – La Gran Convocatoria
Capítulo 2 – Alice Van Dalen “La Espada Infernal”
Capítulo 3 – Finch Howard, El Desesperado
Capítulo 4 – La Rebelión De Los Licanos
Capítulo 5 – Piel de Cordero
Capítulo 6 – La Última Luna Llena
Biografía
Quería dedicar esta obra a mis abuelos, Cesario, Manuel, Alcira y María Cristina que fueron pilares fundamentales de mi infancia, dando el mayor amor y lo mejor de cada uno a mis hermanos y a mí. Cuatro personas que hicieron de mi infancia una etapa maravillosa.
Quería agradecer especialmente a un muy buen amigo de Bariloche, Santiago Nicolás Bordakievich, con el que comparto la pasión por la fantasía medieval y esta gran historia. Y aunque esté lejos, siempre se sintió cercano su aliento para este proyecto personal. También deseo agradecerles a mis amigos de Bs. As.: Mauricio Pedrozo, Bárbara Denise Pedrozo, Dan Sasha Charewicz Guerrero, María Agostina Romera, Nanny Bustamante, Tomás Pascal y Lucia Iramain, por estar siempre acompañando con la mejor energía. Además quiero reconocer el apoyo y la confianza de Maru Romero, muchas gracias de corazón. Y para terminar quería agradecerles sobre todo a cada uno de los lectores que compraron este libro, espero de corazón que les haya gustado y si me es posible seguiré trayendo la continuación de esta historia que comenzó en la pandemia.
Les quiero dedicar este libro a las personas más importantes en mi vida Néstor y Silvia mis padres, mis pilares. Son las personas que más quiero en el mundo, más allá de todas las cosas materiales que nos dieron a mis hermanos y a mí, relegando siempre a un segundo plano sus necesidades por darnos todo lo mejor, quiero resaltar que para mí lo más importante y esencial que ellos siempre nos brindaron con su amor incondicional fue su tiempo, a pesar de todo el trabajo que tuvieron que afrontar, a pesar de los problemas que pudieran surgir en el cotidiano, de la siempre difícil economía y del agotamiento, siempre tuvieron esa necesidad y deseo de acompañarnos y apoyarnos hasta en las cosas más diminutas del día a día.
A mis hermanos Fernando y Luciana quiero decirles que son lo más lindo que me regalaron papá y mamá, saben bien que siempre, sin importar lugar o circunstancia tendrán el apoyo y ayuda incondicional de su hermano mayor.
A mis abuelos. Cesáreo, Alberto, Alcira y María Cristina, fueron cimientos fundamentales de mi infancia, dando el mayor amor y lo mejor de cada uno a mis hermanos y a mí.
Nuestra historia comienza una noche oscura, fría y silenciosa dentro de un enorme castillo en la región Norte del supercontinente Alsamon.
Entre los corredores del inmenso castillo resonaba el eco del vacío, junto a los pasos de una jovencita abandonada a su suerte, sin iluminación y con rastros de sangre en las paredes del pasillo, la joven avanza cautelosa y temblando: –Hola... ¿hay alguien con vida?... ¿Madre? ¿Hola? –Va repitiendo una y otra vez mientras camina cojeando por el oscuro corredor, cuando de repente, al final del pasillo, gritos, alaridos y gruñidos rompen el incómodo silencio generándole a la chica un escalofrío que recorre toda su espalda petrificándola de miedo por unos segundos, por suerte para ella, los horribles sonidos se escuchaba bastante lejos y al parecer provienen del pasillo izquierdo, así que tomando valor y suspirando avanza por el interminable pasillo hasta llegar a la intersección.
Mirando con cuidado el pasillo de donde provenían los sonidos, se asoma lentamente por la esquina intentando vislumbrar algo, pero el corredor oscuro solo permitía escuchar los gruñidos lejanos, y al voltear viendo aparentemente vacío el corredor de la derecha corre por el rápidamente intentando alejarse de lo que sea que estuviera en la dirección contraria, y una vez dobla al final del pasillo se recuesta sobre una pared a descansar, estaba agotada y adolorida, con sus manos se toca el abdomen intentando calmar un poco ese dolor punzante.
Su cuerpo estaba lleno de golpes y moretones, la joven había sufrido demasiado daño antes de que pudiera escapar de la habitación donde se encontraba encerrada, a pesar de su escape, su vida seguía en peligro y estaba sola por lo que no podía darse el lujo de descansar por mucho tiempo, así que juntando fuerzas, vuelve a erguirse para seguir caminando despacio avanzando por el pasillo ahora iluminado solo por la luz de luna que entraba por un gran ventanal, el corredor, iluminado con una bella luz azulada tranquiliza a la chica que sigue caminando mientras mira hacia afuera. La majestuosa ciudad que rodeaba al castillo estaba a oscuras, solo iluminada por la luna llena, en la lejanía pudo ver a un grupo de personas con antorchas muy alejados del castillo que se dirigían a las puertas del exterior, aunque sentía ganas de gritar, no había forma de llamar su atención, así que resignada, y procurando no alertar a lo que sea que gruñía a la lejanía, solo siguió avanzando doblando a su derecha nuevamente al final del corredor, y tras solo unos pasos escuchó romperse el vidrio del gran ventanal que dejó atrás, sin pensarlo dos veces y casi por instinto la muchacha comenzó a correr sin voltear atrás lo más rápido que pudo llegando a un entrepiso con enormes escaleras que llevaban hacia la salida principal.
Viendo su salvación a unos metros de distancia se precipitó a toda velocidad, pero al pisar el primer escalón pudo ver que bajando, justo frente a la puerta, se encontraba un enorme vampiro de alas negras, jadeante, lleno de heridas, con enormes garras y unos colmillos aterradores peleando a muerte contra varios hombres lobos de menor tamaño. La escena tan impactante como aterradora hizo que la chica retrocediera y se escondiese tras una columna paralizada mientras observaba de reojo a las bestias luchar encarnizadamente en el piso del palier donde ya había seis hombres lobos muertos con la cabeza aplastada, decapitados o con el pecho perforado, y en el centro del palier, el vampiro firme abrió sus alas mientras lanzaba un chillido ensordecedor intentando intimidar a los cuatro lobos que seguían con vida, pero las erráticas bestias inmersas en la sed de sangre no se amedrentaban, podían sentir cómo la energía del vampiro se desvanecía poco a poco con el correr de la sangre que brotaba de sus heridas, veían su cansancio en los ojos y sentían la debilidad.
Con la ropa rasgada, cubiertos de una fina capa de pelo y parados en dos patas era obvio que se trataba de hombres lobos recientemente convertidos, pero aun así por su gran número eran de temer, la chica estupefacta y aterrada retrocedió poco a poco y rodeó por el piso superior alejándose y escondiéndose detrás de una columna más alejada de las escaleras, apenas se asomaba a mirar cómo las bestias terminaban su lucha, observando cómo dos de los hombres lobos se lanzaban contra el vampiro que luchaba ferozmente por sacárselos de encima, y tras varios golpes y mordidas, lograba acabar con ellos perforando el pecho de uno y aplastando el cráneo del otro contra el piso, pareciendo tener cerca la victoria, pero las tornas cambian rápido cuando por el pasillo del cual escapaba la joven aparecen otros tres hombres lobos.
El vampiro no los vio venir y desde el entrepiso las bestias saltaron atrapando desprevenida a la criatura alada por la espalda tumbándola contra el piso, lo que siguió después fue una carnicería, mientras el vampiro gritaba y se retorcía para liberarse los licántropos restantes se lanzaron y entre todos, cual jauría de hienas, una vez que lo inmovilizaron mordieron, cortaron y arrancaron las alas del vampiro. La lucha no duró mucho más, mientras algunos volteaban al vampiro, los demás hombres lobos le abrieron el abdomen y comenzaron a devorar sus órganos aun estando con vida.
La escena era horripilante, el vampiro comenzó a chillar en un intento desesperado por aturdir a los lobos, lo cual solo enfureció a uno de ellos que comenzó a golpear ferozmente la cabeza de la criatura alada una y otra vez hasta que terminó con su vida. La jovencita impactada por la lucha que acababa de escuchar de refilón, usa la distracción para buscar rápidamente otra salida de ese maldito castillo, sigilosamente, caminó lejos de las escaleras hacia otro pasillo que llevaba al gran salón del Este, el cual recordaba que tenía un balcón con unas enredaderas la cual pensó en usar para bajar hasta los jardines y así poder escapar hacia la ciudad.
La joven camina cautelosamente por el pasillo que se vuelve cada vez más oscuro, hasta que ve una tenue luz que procede de una intercesión de la derecha al final del corredor, sigilosamente espía por la esquina viendo que la puerta del salón está entreabierta y al parecer iluminado: –Madre Raluca, ¿por qué Madre Raluca? –dijo la joven mientras se acerca a la puerta, pero al asomarse solo ve el salón vacío, lo único que había ahí eran cadáveres de soldados, sirvientes y civiles, adultos y niños, esparcidos por el piso y sobre las mesas, iluminados por la luz de la luna y las pocas antorchas que aún estaban prendidas en las paredes. La joven camina despacio y revisa los cuerpos buscando alguien con vida, pero no tiene éxito, aunque por protección y en vista de que el cadáver no la necesita, tomó una espada de un soldado muerto y también una antorcha de la pared.
Viendo que no hay nada más allí, ni nada útil además de lo tomado, camina hacia la puerta que da al balcón del salón y gira el picaporte: –¡Mierda! –está cerrado, casi al borde del pánico intenta empujar y jalar pero es inútil, la puerta está bajo llave.
—Vamos ábrete, por favor abre, ¡abre! ¡Abre maldita sea! –repite la joven desesperada una y otra vez hasta que un gruñido cercano hiela la sangre de la chica que voltea rápido apuntando con la espada en la dirección del ruido, agita su cabeza de izquierda a derecha pero sin ver nada más que las mesas y los cadáveres, asustada, camina hacia atrás pegando su espalda a la puerta de vidrio que intenta abrir cuando un extraño sonido comienza a escucharse: ¡TAP! ¡TAP! ¡TAP! ¡TAP! ¡TAP! ¡TAP! ¡TAP! ¡TAP! ¡TAP!... Sonido de pisadas resuenan por el salón, la chica mira hacia todos lados pero es en vano.
¡No hay nada! La tensión es palpable, y el terror congela a la muchacha cuando se percata de un pequeño detalle, viendo la pared frente a ella nota que el soldado al cual le robó la espada ya no estaba, solo quedaba una mancha de sangre. Aterrada e inmóvil deja pasar los segundos de sepulcral silencio y, decidida a vivir, vuelve a intentar abrir la puerta nuevamente esta vez pateando y logrando romper parte del vidrio pero cortándose la pierna en el proceso, cuando desde un costado del salón los aterradores pasos vuelven a escucharse: ¡TAP! ¡TAP! ¡TAP! ¡TAP! ¡TAP! ¡TAP! Esta vez suena más cerca, pero no se ve nada, “¿Dónde? ¿Dónde está?” piensa cuando una idea aterradora ilumina su mente: –¡Las mesas! –Grita sin querer, las mesas estaban cubiertas por manteles y la criatura se movía debajo de ellas acercándose cada vez más a la joven, cazándola poco a poco esperando la oportunidad perfecta para saltarle encima. Al mirar las mesas más cercanas, tan solo a seis metros de ella, la joven se da cuenta de que no le queda mucho tiempo, así que mientras vigila las mesas, con el pomo de la espada da golpes hacia atrás intentando hacer un hueco en la puerta por donde escabullirse.
¡TAP! ¡TAP! ¡TAP! ¡TAP! ¡Otra vez! ¡El monstruo está cerca!, está listo, debe estar a punto de atacar, la chica levanta la espada y dando un paso hacia adelante se prepara, estaba lista para pelear contra la criatura pero al pasar el tiempo nada ocurre... los segundos corren transformándose en minutos pero nada sucede, es como si el tiempo se hubiera detenido, “¿Se habrá ido?” piensa sin tener respuesta, cuando un dolor punzante junto a un cálido líquido que recorre su pierna hace que baje su mirada, tiene varios fragmentos de vidrio clavados en la pierna con la que patio la puerta del balcón, el dolor y el tiempo que dejo pasar hizo que el sangrado empeorara, sin mucha alternativa corta un trozo de su vestido y cuando se agacha para atender su herida un grito bestial rompe el silencio. La joven solamente atina a levantar la mirada viendo cómo el soldado, convertido en hombre lobo, vuela en el aire con la boca babeante y los ojos amarillos como el ámbar, aterrada, ¡con un grito mientras retrocede lanza una estocada con su espada que penetra entre las costillas de la bestia aullante!, los gritos del lobo y la chica resuenan en todo el salón mientras desesperada movía de lado a lado la espada enterrándola más aun en el pecho, y hábilmente, en un descuido de la bestia, tomó con su otra mano la antorcha del piso y la mete en la boca de la criatura quemándole toda la garganta. El fuego hace retroceder al lobo y la joven con sus últimas fuerzas avanza un par de pasos empujándolo cuando uno de los golpes erráticos del hombre lobo le golpea el rostro lanzándola hacia un costado casi noqueándola.
Aturdida levanta la mirada y ve al monstruo gritar retorciéndose de dolor mientras un humo blanco, como si de incienso se tratara, sale del pecho apuñalado, al parecer la espada que tomo del soldado tenía su filo bañado de plata, la mayor debilidad conocida de la bestia que se retuerce de dolor ante la vista nublada de la chica.
La joven había perdido sangre, estaba golpeada, cansada y resistió el ataque del hombre lobo, a estas alturas de la noche ya no le quedaban fuerzas, pero aun así intentaba gatear hacia la puerta del balcón cuando un fuerte aullido hizo que se tape los oídos. Los gritos de la pelea y el aullido agonizante de la bestia alertaron a los licántropos que estaban merodeando en los pasillos aledaños, ¡no había tiempo!, el shock de adrenalina potenció las pocas fuerzas que le quedaban, levantándose y trastabillando, la chica fue lo más rápido que pudo hacia la puerta del balcón comenzando a golpear el vidrio desesperada sin darse cuenta del daño que se generaba así misma.
—¡Vamos! ¡Vamos! ¡No puedo morir así! ¡No todavía! –Furiosa y aterrada golpeaba la puerta logrando romper parte de ella cuando varios gruñidos y aullidos comenzaron a escucharse desde la entrada del salón, al girar la cabeza vio a lo lejos seis hombres lobos que venían corriendo por el pasillo, entrando al salón uno detrás del otro yendo hacia ella a gran velocidad, desesperada dejó la puerta e intentó correr, pero cayó tras unos pasos producto de sus heridas y cuando intentó levantarse ¡CRRAAASSSHHH! Al voltear, la chica vio a un hombre vestido de negro atravesar la puerta de vidrio del balcón que estalló en mil pedazos, el vidrio de la puerta parecía volar en cámara lenta, como si el tiempo se detuviera poco a poco mientras el hombre aterrizaba frente a ella sorprendiendo incluso a los hombres lobos, que se detuvieron en seco con esa entrada inesperada. La joven vio a un gran hombre con una lanza dándole la espalda y enfrentándose a las bestias que se lanzaron hacia él gruñendo con todas sus fuerzas, y mientras su visión se oscurecía poco a poco, vio al misterioso hombre levantando a un licántropo con un solo brazo mientras atravesaba el pecho de otro con la punta de su lanza, y cuando los demás se abalanzaron sobre él, la cabeza de la chica fue hacia atrás y sus ojos se cerraron mientras una sensación de paz recorría su cuerpo, desapareciendo todos sus dolores poco a poco a medida que perdía la conciencia.
Es una mañana lluviosa de primavera en el Norte del Gran continente Alsamon, el agua al borde de la congelación va deteniéndose poco a poco a las afueras de la ciudad de Derik, una ciudad inmensa, amurallada y que era regida por la noble familia Argos, la familia más poderosa del Norte. En el horizonte fuera de los muros protectores, un grupo de granjeros que se encontraban cuidando el campo vio venir a un joven de unos 26 años de edad, alto, de 1,85 metros aproximadamente superando el promedio de altura de los ciudadanos que rondaba el 1,70 metros, curiosos lo vieron dirigirse por el camino de tierra embarrada rumbo al puente levadizo de la ciudad. El cual separaba los campos de cultivo de los hogares, el mercado y demás establecimientos importantes que estaban resguardados en el interior de las murallas, separando a los siervos y esclavos que vivían en las afueras. Dentro de chozas precarias, que miraban con desconfianza y asombro al forastero misterioso que avanzaba lento y sin pausa hacia la entrada, el joven no se veía como el comerciante tradicional ni como un viajero, él venía solo por el camino, lo cual era algo casi imposible de ver en la peligrosa tierra de Alsamon, y menos en el Norte, donde existían innumerables criaturas peligrosas que acechan en las afueras, y en grandes cantidades, por lo cual siempre se suele viajar en caravana o como mínimo en grupos grandes de varias personas para tener mejores chances de supervivencia al enfrentar los peligros.
Sin embargo, este hombre llegó solo a la ciudad de Derik, ciudad recientemente nombrada la nueva capital del reino de Argos. Dicho reino está compuesto por 4 ciudades conectadas por caminos grandes pero separadas por decenas de kilómetros la una de la otra, y aun más alejado el feudo “Dorian” ubicado más al Sur, por lo cual ver a un viajero venir solo era algo de otro mundo para ellos. El forastero llevaba puesto un poncho negro que cubría la mayoría de su cuerpo en conjunto con una boina de hilo del mismo color y unas botas de cuero, en su mano izquierda llevaba una valija ridículamente larga de 1,50 metros por 1 metro de ancho y 40 centímetros de alto, y en su espalda cargaba una bolsa de cuero con lo que parecían todas sus pertenencias.
El joven se acercaba a la ciudad con una mirada detallista observando las chozas precarias, a los granjeros, los campos, el puente levadizo custodiado por guardias y los muros desgastados que rodeaban la ciudad, tras cruzar el puente, un guardia regordete se le acercó y lo vio detenidamente de arriba abajo deteniéndolo para realizarle una inspección. –¿Un solo forastero? Eso no se ve todos los días –dijo el guardia mientras se acercaba con una libreta. –Buenas tardes, señor, he viajado desde el sur por un encargo de los cazadores –indicó el muchacho mostrando un collar de plata. –Entiendo muchacho, pero si no tiene papeles de comerciante o de ciudadanía necesito preguntar ¿cuál es el motivo de su visita a Derik y qué es lo que lleva consigo como equipaje? Sé que es inusual para un cazador, pero son tiempos turbulentos para el reino.
El joven, que confiado comenzaba a entrar a la ciudad, volteó hacia el guardia y a pesar de su apariencia intimidante soltó una sonrisa cálida mientras bajaba su valija y revisaba su mochila. –No hay problema, mi nombre es Frey Corvin, he viajado desde la ciudad de Dorian hasta aquí por pedido del señor Franklin para realizar un trabajo, y lo que llevo conmigo son mis pertenencias y herramientas, mire –de su mochila sacó una carta con el sello de la familia Argos junto al del gremio de cazadores y se la entregó al soldado que tras leerla y verificar los sellos, se la devolvió mientras lo miraba con detenimiento. –Tu nombre me suena de algo, acaso tú eres el famoso cazador de monstruos, ganaste un buen nombre en el feudo de los Dorian, tus historias y canciones se hicieron famosas en las tabernas de Derik... te imaginaba un poco más viejo o malhumorado como al resto de cazadores. Sabes, no te dejes intimidar por la experiencia de los más viejos, al fin y al cabo tú también fuiste elegido, tienes buenas historias y lo mejor de todo ¡hace tiempo que no veo un cazador sonreír!... En fin le diré a uno de los muchachos que te acompañe. –De un grito llamó a un joven soldado para que escoltara a Frey hasta el castillo, y mientras caminaban por el enorme feudo, Frey y el soldado conversaban sobre el día a día, de algunas cacerías y sobre todo de su solitario viaje por las afueras hasta llegar aquí, todo muy normal y tranquilo según Frey aunque para el soldado esa es una historia que sorprendería a cualquier bardo.
Tras una larga caminata, una vez dentro del lujoso castillo, avanzaron por un enorme corredor que se dividía en varios caminos, el interior tenía un hermoso decorado con paredes llenas de obras de arte y pinturas de la familia Argos, la extrema limpieza del castillo sorprendió gratamente al joven cazador que se topó llegando al final de uno de los pasillos con una gran puerta repleta de adornos de plata y oro que se abría de par en par, dentro se vislumbraba un hermoso e inmenso salón con hermosas arañas de techo, cofres y estantes llenos de trofeos junto al trono, pisos de mármol resaltaban los manteles rojos de las enormes mesas en el centro del salón, donde varias personas se deleitaban con un exuberante banquete, parecía que la habitación era de otro mundo, totalmente diferente al resto del castillo que si bien era lujoso no se comparaba con ese salón tan exótico, parecía que toda la riqueza de la familia Argos se concentraba en lujos innecesarios mientras que el reino no la pasaba tan bien, o eso pensó Frey.
—Mi señor aquí llegó un nuevo cazador, este viajó solo hasta aquí desde el feudo Dorian –exclamó con evidente sorpresa el soldado al hombre sentado a la punta de la mesa más grande. –¿Solo, estás seguro? Está bien, como sea soldado ya puedes volver a tu puesto. –Tras estas palabras y un gesto de la mano hinchada del hombre, el soldado se retiró y cerró la gran puerta dejando a Frey con él señor feudal, sus guardias y muchos otros invitados. –¿Usted debe ser Jonatán uno de los hermanos Vasco verdad? –preguntó el obeso señor mientras masticaba una pata de pollo y unas sirvientas corrían a limpiar las pisadas de barro dejadas por el cazador. –No señor mi nombre es Frey Corvin, soy cazador de monstruos de todo tipo y vine por el trabajo de exterminio. –Comentó el joven mientras sacudía su boina y enseñaba su collar de cazador –Ya veo, así que eres el famoso Frey Corvin, aquel que acabó a todos esos lobos de Avelion y con el terrible vampiro que atormentaba la capital del reino Mora. Entre otras aventuras de las que he oído por parte de mis informantes, por supuesto, su nombre resuena por todo el sudoeste de Alsamon señor... aunque he de decir que con tantos trabajos me lo imaginaba un poco mayor y con cara de pocos amigos como el resto de los suyos. –Exclamó el pequeño, gordo y desagradable señor feudal que señalaba con sus dedos llenos de grasa de pollo una silla junto a él, invitando a Frey a la mesa– Ya que estás solo siéntate junto a mi muchacho y come un poco, debes estar hambriento tras el largo viaje. Sinceramente, he de decir que me sorprende el hecho de que sobrevivieras el largo camino, mis propios guardias siempre dijeron que es muy peligroso viajar en grupos pequeños o solos, es más, yo mismo nunca pude terminar un viaje sin ningún contratiempo con animales o criaturas en toda mi vida. –Agradeciendo la cortesía con un gesto de su cabeza el joven caminó hasta la mesa y se sentó junto al señor feudal mientras unas sirvientas le acercaron un plato para comer del gran festín que tenía frente a él. –No me he presentado correctamente pero calculo que a estas alturas y por la evidente nobleza que desprendo debes saber quién soy yo ¿verdad?, aun así la cortesía caracteriza a los de mi tipo, así que me presentaré apropiadamente. Mi nombre es Franklin de Argos, el hermano menor de la familia Argos, dueño de esta bella ciudad, y el motivo por el cual te llamé es por mi hermano mayor el Rey Francis II de Argos. Verás, cuando mi padre murió hace unos años y mi hermano heredó el reino decidió repartir las tierras entre los dos, a mí me cedió el control de esta ciudad junto con las ciudades de Marón, Estalia y Argos, las cuales se extienden por esta región, y mi hermano “el valiente” entre muchas comillas, se quedó con la joya del Norte, la ciudad más grande y productiva de todas, pero también la única que limita con el bosque de los salvajes y las montañas de los enanos. Esa ciudad es la frontera entre el mundo civilizado conocido y la barbarie que se esconde en las regiones inexploradas del Norte... Ese feudo, el de mi hermano, es tan grande como los cuatro que tengo yo bajo mi poder si estuvieran unidos, debe ser la ciudad más grande del mundo después de la capital imperial, pero en vista de los inconvenientes que conlleva controlar esa zona llena de salvajes siento que no vale la pena mantenerla, es un gastadero de recursos y soldados, en fin, hace unos seis meses me llegó una carta de mi amado hermano pidiendo mi ayuda para lidiar con un cargamento de 50.000 esclavos humanos que llegaron desde el Reino de Mora, parece que esos bastardos no se contentaron cuando cortamos algunas relaciones comerciales así que decidieron enviarnos esclavos que eran bandidos, para resumir esta situación, al liberarse los esclavos comenzaron a atacar las afueras del feudo amenazando con que cada noche devorarían al ganado y asesinarían a los esclavos si no entregaban a las familias nobles de la ciudad. Mi hermano me dijo desesperado que algunos eran hombres lobos, pero no eran ataques casuales, atacaban aldeanos y soldados convirtiéndolos en monstruos que usaban para atacar a la noche siguiente, y el problema es que a pesar sus esfuerzos por repelerlos las criaturas entraron en la ciudad, según lo mencionado en la última carta son ataques organizados que habían traspasado el muro interior de la ciudad, y bueno aunque no está tan lejos no me han llegado noticias de mi hermano desde hace unos meses, por eso mandé a llamar a buenos cazadores tanto en mis feudos como en los reinos de mis aliados para poder solucionar esta desgracia y salvar a mi hermano, puede que sea un idiota por elegir vivir en esa ciudad en vez de colocar un regente, pero no puedo ignorar esta situación, si algo llegara a pasarle la responsabilidad de liderar al reino caería sobre mí y prefiero seguir disfrutando de los lujos sin responsabilidades... sé que es una misión muy peligrosa para un solo cazador aunque venga acompañado de su grupo, así que mandé a llamar a cinco que serán acompañados por 5.000 de mis soldados de elite, me gustaría que pudieran traer a mi hermano vivo y si es posible que acaben con los hombres lobos restantes, no deberían haber tantos, ya que la ciudad tiene muchos guardias pero al no recibir respuesta no sé qué pensar. –El señor feudal dejó de comer y le pidió a dos de sus sirvientes que le trajeran un cofre que se encontraba junto al trono, los sirvientes corrieron rápidamente y lo arrastraron hacia él
—Como puede ver joven Frey esta es una gran cantidad de plata que junté del reino y con la que cuento para crear armas que le sean útiles para combatir con las bestias, costó pero mis soldados ya cuentan con espadas, dagas y flechas de plata así que solo necesito saber qué necesita usted... para los otros cazadores tengo reservado cofres iguales para sus armas, solo necesito saber qué desea para que mis herreros forjen lo antes posible. –Frey corrió su plato de comida y levantó su valija colocándola sobre la mesa, la abrió y sacó una ballesta descomunal de unos 7 kilos, 1,10 metros de largo por 60 centímetros de ancho. El señor feudal observaba desconcertado y asombrado por la enorme ballesta.
—Señor Franklin esta belleza que tengo en mis manos es la “Beatus Luna” una ballesta que conseguí en una ruina enana cuando cruzaba la cordillera de Durin varios años atrás y me gustaría que sus herreros forjen varios virotes con punta de plata para ella, todos los que sean posibles y, si no es mucho pedir, necesito varias docenas de huevos y polvo de plata en cantidad necesaria como para rellenarlos. –El señor feudal le hizo señas a otro sirviente para que anotara lo que necesitaba Frey y le pidió que lo llevaran hasta la habitación donde se hospedaría hasta que llegase el resto de los cazadores.
Un viejo sirviente cortésmente acompañó a Frey hacia una torre cercana al gran salón donde le mostraba una habitación preparada para su hospedaje. –Señor Corvin esta será su habitación durante la breve estadía, junto al pie de la cama tiene un cofre donde puede guardar sus pertenencias y más allá está la puerta del baño que cuenta con una bañera llena de agua caliente para que se asee y esté listo para la velada de esta noche, en cuanto a la ropa sucia puede dejarla en una cesta en la entrada para que las sirvientas la limpien, siéntase libre de pasear por la ciudad pero recuerde volver para la cena de esta noche, el señor Franklin es muy estricto respecto a la puntualidad.
El sirviente le entregó a Frey un collar de plata con un símbolo, una estrella de ocho puntas, perteneciente a la familia Argos. –Con esto los guardias no lo molestarán si lo ven por las calles deambulando o ejerciendo “el derecho de noble” con alguna mujer del exterior de las murallas, sé que su collar de cazador da ventajas similares pero nunca está de más tener este –el sirviente se retiró y aprovechando el agua caliente el joven cazador tomó un baño para limpiar la tierra y relajarse un poco tras su largo viaje, una vez limpio, se cambió de ropa dejando la sucia en la cesta como indicó el sirviente y viendo que ya no había lluvia salió del castillo con un cuaderno, un lápiz y una pequeña bolsa bajo su poncho.
La ciudad de Derik se caracterizaba por tener el mercado más variado en el norte del continente, debido a la cercanía con tierras inexploradas lo que permitía el contrabando de materiales, animales, especias y criaturas exóticas, por lo cual muchos turistas nobles y comerciantes lo visitaban, y aprovechando el tiempo libre, Frey salió y caminó por las intrincadas calles del enorme feudo hasta llegar a la plaza central donde se encontraba el mercado, la gente más adinerada que veía caminando dentro del feudo se desesperaba comprando todo lo que les cupiera en sus manos, o la de sus esclavos en el caso de los más ricos, era de esperar que en un mercado tan grande y lleno de comerciantes de distintas regiones de Alsamon se encontraran con tantas personas comprando cosas exóticas que usualmente no verían en otras partes del reino, también como era normal de ver había una zona del mercado donde se vendían esclavos humanos y como algo exótico y lujoso a esclavos de otras razas, para Frey, que anotaba todo lo que veía a modo de estudio, el mercado de Derik era un lugar fascinante lleno de detalles y objetos que debían quedar registrados en su libro, ya que detallaban en parte cómo se vivía en Derik, desde lo que vendían, hasta a quiénes vendían, mostraban que era una sociedad esclavo dependiente en gran parte.
Muchos de los esclavos que estaban a la venta eran de mala calidad, se veían viejos, enfermos o eran niños separados de sus padres, casi no había adultos sanos que vender y ni siquiera era el mediodía, pero aun así, se vendía bastante sobre todo las niñas y niños, por otra parte, los seres de otra raza eran escasos y por eso mismo algo lujoso y un divertimento poco común para los nobles los cuales participaban de las subastas en plena calle por ellos ya que, los seres pensantes como los denominaba Frey, aquellos pertenecientes a otra raza que no fuera la humana, despertaban un morbo particular en la gente de las ciudades que visitó en su viaje, generando en las personas que los veían rabia, fetiches, desagrado, risas o simplemente eran vistos como mascotas en el mejor de los casos. Ellos nunca fueron tomados como seres capaces de razonar al igual que los humanos, sus diferencias físicas los hacían algo peor que un esclavo humano, el cual ya sufría bastante, eran inferiores dentro de los inferiores.
Mientras el joven cazador continúa explorando el mercado observando lo que este tenía para ofrecer, una situación le llamo la atención, vio a una niña muy bien vestida, posiblemente de familia noble, junto a su padre y dos sirvientes que llevaban a rastras a una centauro de muy poca edad, una niña, que lloraba desconsoladamente y pedía que la dejaran ir, probablemente esa niña centauro fue traída desde el reino de Mora tras ser capturada y separada de su familia en las llanuras del Oeste, pero la distancia que los separaba era demasiado grande para un reencuentro y seguramente jamás volvería a ver a sus padres, lo que sorprendió a Frey fue que en vez de escucharla o intentar calmarla y mejorar el trato hacia la niña afligida, el padre de la niña noble le dio a ella un látigo para que golpeara y “dome” a su nueva mascota tratando a la angustiada centauro peor que a un simple caballo de tire. Las carreras de centauros eran famosas en los reinos que visitó, pero algo muy poco común por la escasez de estos, así que probablemente esa niña sería criada para reproducirla en establos o, en una situación mejor, tirar de carruajes nobles por el resto de su vida hasta ser sacrificada cuando ya no pueda hacerlo.
En ese momento no había mucho que Frey pudiera hacer para ayudarla, si bien detestaba la esclavitud, aunque hablara sus palabras caerían en oídos sordos y problemáticos, así que solo se detuvo para tomar nota del evento y siguió su camino por las calles hasta llegar a una zona del mercado donde se encontró a un esclavista que cobraba diez denarios a las personas presentes por cada golpe que le dieran a un fauno adolescente que tenía encadenado, el joven fauno lloraba y pedía por su familia una señal, clara para Frey, de que pasó poco tiempo desde que lo capturaron y separado de su aldea natal, para el cazador era increíble ver a tanta gente reunida para golpear a un fauno, con 10 denarios podían almorzar y beber de lo mejor en una taberna pero preferían gastar el dinero en un solo golpe lleno de odio hacia un ser que nunca les hizo el menor daño, en fin, tampoco había mucho que pudiera hacer en ese momento, la muchedumbre no le permitía acercarse, con tanta gente reunida empujándose unos a otros para ver el espectáculo, lo mejor era alejarse y seguir caminando.
Luego de unas horas explorando la ciudad por las calles del interior decidió salir para caminar cerca de las chozas que estaban por fuera de la seguridad del muro junto a los sembradíos, los establos y corrales de los animales, por fuera los corrales tenían cercas bastante resistentes hechas para proteger al ganado, a diferencia de las chozas de los siervos las cuales apenas tenían una puerta, como es de conocimiento público, fuera de las ciudades en los caminos que conectan una con la otra no suele haber pueblos o aldeas humanas donde se pueda parar a descansar y reabastecerse ya que la fauna que habita el exterior es en extremo peligrosa. Por nombrar alguna de las criaturas que habitan en las llanuras podríamos mencionar a las “aves del terror” aves carnívoras de 2,10 metros de alto que cazan en bandada de hasta 5 miembros; y mencionando a otro de los peligros, encontramos a los felinos dientes de sable, enormes y feroces, lobos, leones, pero uno de los más temidos de todos es el oso de cara corta, el cual llega a medir hasta los 3 metros de alto, incluso los monstruos más agresivos tienen cuidado de toparse a ese animal. A pesar de encontrar estas feroces criaturas rondando fuera de los muros, el señor Franklin envió a la gente más pobre para que viviera junto a los cultivos protegidos por un par de guardias de los muros y las luces del exterior.
En el sembradío todos los siervos y granjeros estaban muy nerviosos con la presencia de Frey, el cual los observaba mientras anotaba en su libreta, temerosos lo miraban con desconfianza mientras trabajaban la tierra bajo la mirada vigilante de los soldados, las mujeres en las chozas cercanas escondían a sus hijos e hijas pequeñas y cerraban las puertas al verlo pasar, un indicio de los abusos por parte de guardias y nobles hacia ellos, por otra parte se veían varios granjeros trabajando con caballos, otros con bueyes y también había otros que estaban en harapos arando la tierra, aun con el frío que hacía y tras la lluvia se encontraban en el barrial haciendo surcos en la tierra, tras sentarse en una valla junto al sembradío y observar la situación por un tiempo, Frey obtuvo un panorama de la ciudad, documentando todo lo que descubrió en su libro con lujo de detalle, desde la zona alta de la ciudad hasta las afueras. Fuera de las murallas de la ciudad había algunas casas mucho más humildes que las de adentro como era de esperar a pesar de los peligros y también había establos descomunalmente grandes donde no solo guardaban a los caballos sino que también a las personas en harapos que trabajaban la tierra, parecía que se dividían en tres a las personas que allí estaban. Primero estaban los dueños de la tierra que junto a los guardias personales controlaban la siembra y seguridad de los otros, luego estaban los siervos, personas que le debían servicio al terrateniente los cuales al terminar su jornada recogían la comida que les repartían y volvían a las chozas, y para finalizar estaban los esclavos, los más desgraciados usados para los trabajos más pesados bajo latigazos constantes, vistiendo harapos y a los cuales se los encerraba en los establos junto a los animales al terminar el día, incluso logró notar a una familia de centauros que eran usados como caballos y azotados innecesariamente por el guardia que los vigilaba.
Las horas pasaron mientras el sol se escondía en el horizonte regalando un hermoso atardecer sobre la llanura, así que tras terminar de anotar todo lo que buscaba, después de caminar un rato por las afueras Frey volvió hacia la ciudad para no llegar tarde a la cena del castillo, de camino por el mercado, mientras miraba devuelta a su alrededor se topó nuevamente con el esclavista que cobraba por golpear al fauno, el desgraciado se encontraba jalando de la cadena mientras la pobre criatura se encontraba en el piso tambaleándose, lleno de moretones, con los ojos violeta y la boca llena de sangre, el esclavista al percatarse de la presencia de Frey lo llamó con la mano para que se acerque.