Amaranto - Mónica Gallego - E-Book

Amaranto E-Book

Mónica Gallego

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Beschreibung

¿Sabías que los sentimientos tienen colores? La autora de este poemario ha escogido el Amaranto para hablar sobre el amor. Pero no es solo amor romántico lo que late en sus páginas, sino amor al mundo. Un sentimiento que mueve personas, montañas y ciudades; que nos hace grandes y, a la vez, muy pequeñas. Amaranto habla de cómo cambiar el mundo con amor si cambiamos la mirada de lo que el amor significa, o creemos que significa. Palabras sencillas que encierran un homenaje a todas las personas que no se marchitan, que resisten las embestidas de la vida. Que permanecen siempre vivas.

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Primera edición: mayo 2022 Campaña de crowdfunding: equipo de Libros.com Imagn de cubierta e interiores: Julia San Millán Maquetación: Patricia Escolar Corrección: Míriam Villares Revisión: Maite Lecue Santovenia

Versión digital realizada por Libros.com

© 2022 Mónica Gallego © 2022 Libros.com

[email protected]

ISBN digital: 978-84-19174-16-1

Índice

Portada

Créditos

Título y autor

Intro

Eterna raíz

Empezar por decir adiós

Cercanías lejanas

Lejanías cercanas

Sí pero no

Parar para avanzar

¿En esencia o aprendizaje?

Vivir para no soñar

Cúmplete siempre

Locura impuesta

Cordura como respuesta

Cimientos

Vacío: ¿caída libre o sentido?

Siempre vivas

Seres mitológicos

Soltar o morir

Maltratada

Amor humano

Amor del sano

Corre

Mujer

Inmensa

Vuela

Equilibrio en la balanza

¿Sembrar olvido?

Esto también pasa

La vida era esto

De otro planeta

¿Inconformismo?

Cielo como atajo

En rebajas

Privilegios

Camino en movimiento

¿Quién?

¿Cuántos lunes han pasado?

Olvidados

Mirar hacia otro lado

Trenes que pasan

de camino a casa

Supervive

Hoy no espera a mañana

Darse del todo

¿Cuánto hay de cambio?

Casa

Inmarcesible

Nos presento

Cosquillas de primavera

(Co)razón a la duda

Aunque no lo creas

¿Qué quieres de mí?

Desde que le quiero

Búscame, que yo te encuentro

Sentimientos encontrados

Vestido de valiente

1, 2, 3, 4... ¿nos contamos?

Billete de ida

De la A a la Z

Arte abstracto

A nuestro ritmo

Desastre artificial,

maravilla natural

Sincero y sin peros

Estoy dispuesta

Hogar

Epílogo

Mecenas

Contraportada

Entendí que la libertad

no reside en acomodarse,

valiente, en el brillo de mis alas.

Que unos brazos al cerrarse, encarcelan.

Pero cuando se abren al abrazo, aman.

Que en la tormenta se encuentra

también la calma.

Que en la oscuridad de la noche

siempre hay una luz

que sobrepasa la ventana.

Que los trucos también son magia.

Que somos seres cambiantes.

Que estaba equivocada.

Lo que ayer era gris,

puede ser de color mañana.

Que algunas manos aprietan fuerte,

pero otras acompañan.

Que solo viviendo en amor

desalojamos el miedo de nuestras entrañas.

Eterna raíz

Aquello que se desprende de lo aprendido

y es con todo lo que su esencia implica.

Empezar por decir adiós

Entre la pared y la espada,

me quemo

si apuesto siempre al mismo juego.

Pero revive lo que mi piel reclama.

Es el mismo fuego,

quizá otra llama.

Adiós

a la duda que se alberga

en el punto exacto de mi cabeza

en el que todos los contras

ganan siempre a mis pros.

Adiós

a la mancha eterna

de un cielo que promete,

de un infierno que se queja

y renuncia a mi yo.

Adiós

a la continua carga

sobre la espalda,

al miedo a ser devorada

por un miedo mayor.

Adiós

a las espesas nieblas

que absorben mi vida,

mi tiempo y mi corazón.

Adiós

a ver cómo el mundo se quiebra

mientras muchos se alimentan

del tirano dolor.

Adiós a dejar que crezca una semilla

en mi alma con su sol.

Ahora el fruto que busco

se riega con otra flor.

Ya no sé si quiero alabar a un Dios

que nos hizo esclavos y dueños

de su completo amor.

Cercanías lejanas

Cerca pero lejos.

¿Qué nos roba el tiempo, la dirección del viento, los sueños?

En qué invertimos y qué queremos.

Cada vez más lejos

de los santos con despiste;

del que elige ser feliz solo por un rato;

del que siempre vive triste.

Mucho más lejos

de los besos sin abrirse

el corazón a pleno;

de la respiración

que no quiere salir del pecho;

de exigir el cien

y no querer pasar del cero.

Lejos,

lejos de amar sin compartir la vida;

de los chistes por prototipo;

de una verdad vacía.

Lejos de la falta de autoestima;

del verso inverosímil;

de los lunes con rutina.

Cada vez más lejos

del «quiero, pero no puedo»;

del «puedo»,

pero con prisa;

de favores por dinero;

de amistades con mentira.

Lejos de las cuatro paredes blancas;

de una opinión cerrada;

de la coherencia manchada

de «por un rato»;

de jugar al juego

del rechazo.

Más lejos de las penas enjauladas;

de tachar días en el calendario;

de ver cómo la oportunidad pasa

y se va volando;

de cruzar la calle mirando de lado a lado;

de esperar el verde;

de callar hablando.

Lejos de saberme arriba

y mirar desde abajo

mi vida,

sin perspectiva.

Lejanías cercanas

La ola de mi vida

la cogí una noche de tormenta.

La quise de vuelta,

y la tuve tan cerca

que naufragué en ella

todos mis temores.

Cada vez más cerca

del vulnerable valiente;

del impostor indefenso;

del culpable inocente

con delitos conversos.

Mucho más cerca del que arriesga su vida

sin perder un segundo de tiempo;

del que elige qué espinas

se clavan en su valioso cuerpo.

Cerca,

cerca de besar sin exigir los besos;

de trabajar las alas, no la huida.

Cerca de plantar el éxito en los versos

y el milagro en la ruina.

Cada vez más cerca del «debo»

sin «mí primero».

«Conmigo será mi vida».

Cerca de la responsabilidad con el resto

sin caer siempre en la misma herida.

Más cerca de dejar cuidarme por un gesto;

de, yo también, ser la que cuida;

de querer ser el faro de mi propio puerto

y sea mi alma billete de ida.

Cerca,

tan cerca

de saberme vencida,

que no cobarde;

de quererme cumplida

y, por tanto,

soñadora constante.

Sí pero no

Acostumbrada al «sí», a veces, tiene que ser que no.

Me niego a que imagine su día

tras el eco de mi sombra.

Me niego a que no sobreviva

por ella misma.

Que me arrastre al mismo agujero

en el que depositó su cuerpo firme

después de tantas caídas.

Me niego a que no vuele,

a que me espere

en una casa que no tiene

más de cuatro paredes.

Con recuerdos sempiternos

se aproxima

a un precipicio de vacío libre

y sin paracaídas.

Y me alejo.

Ya no quiero ver

cómo echa a perder

su vida.

Ya me avisará cuando sea capaz

de llegar sola al final

de este callejón sin salida.

Ahora soy yo la que está perdida.

Parar para avanzar

Los coches pasan mientras la carretera

se mueve ante mí a toda velocidad.

Bajo mis pies, todo parece irreal.

Otra manera de entender,

otro punto que mirar.

Pero cuando suena

un sonido de alarma,

todo mi mundo se para.

Quiero comprender

que todo va a ir bien.

Que el sol aún sigue

dándome en la cara.

Que algo descansa en mi pecho

mientras mis pupilas hablan.