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En una isla dividida entre los pueblos Moon y Sun, la batalla por las tierras sagradas de Cameron War se intensifica. Ele y Caroline, guerreras de facciones opuestas, están unidas por una búsqueda común: la legendaria flor Dragón Rosa, un símbolo de poder y paz. A medida que sus caminos se cruzan, lo que comienza como enemistad podría transformarse en algo más profundo. Con secretos del pasado emergiendo y el destino de sus pueblos en juego, ¿será el amor la clave para la paz o la chispa que encienda la última guerra?
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Seitenzahl: 193
Veröffentlichungsjahr: 2024
Karkas Freddolino
Machado, Owen Nicolás Amor entre guerras : dragón rosa / Owen Nicolás Machado. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-5598-4
1. Narrativa. I. Título. CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Una tierra. Dos pueblos
Capítulo 1 – La flor
Capítulo 2 – En busca de la paz
Capítulo 3 – A salvo
Capítulo 4 – La primera revelación
Capítulo 5 – Hacia las tierras de Cameron War
Capítulo 6 – Cambiar
Capítulo 7 – Aguas del mal
Capítulo 8 – Indios
Capítulo 9 – Madres y decisiones
Capítulo 10 – Primera vez y separadas
Capítulo 11 – La sanadora y la madre naturaleza
Capítulo 12 – El infierno en las aldeas
Capítulo 13 – Promesas oscuras
Capítulo 14 – ¿Realidad o fantasía?
Capítulo 15 – Araco vs. Alexand. Final
Los pueblos Moon y Sun pelean por ganarse las tierras sagradas de la gran isla “Cameron War”.
Cameron fue un gran guía en esa tierra sagrada llena de misterios naturales.
En cuanto la vida de ese hombre llegó a su fin, sus habitantes comenzaron a tener varios desacuerdos con respecto al nuevo guía, o como ellos lo llaman; Rey espiritual.
Había un gran secreto sobre aquella antigua tierra y Cameron solo se los había confiado a una sola persona.
Ele y Caroline serán quienes lleven las decisiones en sus manos, y tendrán que arreglar sus diferencias a medida que pasen los días, ya que los verdaderos enemigos, harán cosas que compliquen la vida en esa isla.
Un secuestro y una misión lo cambiarán todo entre las jóvenes guerreras.
¿Será amor? ¿La paz? ¿O será la última guerra?
[Narrador omnisciente]
Eran las cinco de la mañana y el pueblo Sun ya estaba trabajando.
Ellos preparaban las armas, el equipo de protección, cazaban la comida, entre otras actividades rutinarias.
Ele Ese se encontraba en una parte abierta del bosque, con su padrastro Morello, intentando cazar lo que sería un felino; era un puma, pero estaba herido, por lo que su trabajo estaba fácil.
M: –¡Ahí! –murmuró escondido detrás de un gran arbusto.
L: –¡¡Sh!! ¡Cállate! ¡Lo espantarás! –Se quejó su hija mayor.
M: –Está herido, apenas puede caminar, tírale la flecha de una maldita vez, Ele. –Y así lo hizo; Ele lanzó la flecha al felino, el cual cayó a los pocos segundos. –¡Bien hecho! –Festejó saliendo de los arbustos con cautela. –Ahora llevaré la cena al pueblo, tú tienes que buscar la flor que tu hermana te encargó.
L: –La que tiene un jugo raro. ¿Cierto? –Su padrastro asintió. –Bien, te veré después. –Ambos se despidieron y tomaron caminos diferentes.
Mientras tanto, en el pueblo Moon; estaba Caroline ingresando al bosque para comenzar la búsqueda de la misma flor.
A: –¡Hija! ¡Espera! –la llamó su padre Aléxand, antes de que ella se alejara.
C: –Ya te lo he dicho, papá. Sé cuidarme sola, solo iré por una flor para Serena
A: –Lo sé, y quiero que lleves tu navaja para protegerte. –En cuanto dijo aquello, Aléxand le entregó a su hija mayor su navaja favorita.
C: –Gracias. –Miró insegura, pero fingió una sonrisa y la tomó. –Te veré después. –Dejó un beso en la mejilla de su padre e ingresó al bosque.
Ambas estaban en la búsqueda de una misma flor, pero ninguna sabía que era otra flor la que las sorprendería.
Caminaban hacia el centro del bosque, ambas estaban más cerca de lo que imaginaban. Y lo notaron al escuchar el crujir de las ramas que provocaba la otra.
C: –¡Mierda! –susurró y se escondió detrás de un árbol.
L: –¿Quién está ahí? –preguntó al oír que alguien caminaba cerca.
Caroline cerró con fuerzas sus ojos y trató de contener la respiración.
En cambio, Ele continuó caminando, tratando de pensar que ese ruido había sido algún animal pequeño merodeando por ahí.
Ambas caminaron desde senderos opuestos hasta encontrarse con un enorme árbol atravesado con enredaderas; lleno de esas flores que tanto buscaban; sus raíces enormes sobresalían de la tierra. Se podría decir que era el árbol más grande de toda la isla.
En la enredadera que decoraba naturalmente a ese árbol, había una flor diferente, era enorme, era como una rosa, pero brillante de color azul y violeta en plena fusión, una hermosa combinación de ambos colores.
Ambas mujeres notaron que los colores de esos pétalos eran diferentes al resto y comenzaron a caminar más cerca de la flor que colgaba de aquella enredadera.
Caminaron muy lentamente. Hasta que notaron la presencia de la otra. Ele sacó rápidamente su arco con flechas y apuntó a Caroline; quien sacó su navaja solo con la intención de asustar a esa chica con una vestimenta negra similar a una armadura.
C: –¡Detente! ¡No te haré nada! Solo he venido a buscar una flor. –Dijo sin tener la necesidad de comenzar una guerra.
Ele solo se limitó a observarla, la analizó de pies a cabeza.
Caroline era una mujer preciosa; llevaba una tela blanca de dos piezas, simulando un top rasgado y una falda rasgada que llegaba a mitad de sus muslos.
Y Caroline contempló a Ele, no dudó ni un segundo de lo hermosa que era esa mujer que intentaba atacarla.
Ele llevaba lo opuesto a su enemiga; tenía un traje similar a uno de armadura negra, con un pantalón negro, rodilleras de hierro, y sus hermosos ojos color miel claro, que resaltaban demasiado con esa vestimenta. No se había colocado la capucha, por lo que su rostro se podía contemplar con facilidad.
C: –¿Puedes bajar la flecha? Mira... –Caroline se agachó y dejó su navaja en el suelo. –No quiero pelear. No hoy.
L: –No confío en ti. –Dijo dudosa y a la defensiva.
C: –Yo tampoco confío en ti, pero mírame, he dejado mi navaja en el suelo. –Ele la observó una vez más y luego bajó lentamente su arco con inseguridad aún. –Me gusta esta flor. –Comentó mirando esa planta como si nada hubiera pasado hacía unos segundos. –Es la leyenda de la tierra de Cameron. Se llama Dragón rosa, o es lo que he leído. Pertenece a su guardián espiritual.
L: –Pero es azul y violeta. ¿Por qué se llamaría Dragón Rosa? –dijo con el ceño fruncido y sin acercarse a su presunta enemiga.
C: –Su nombre es porque esa flor, pertenece a la leyenda del dragón guardián espiritual de nuestro guía. No sé si has oído sobre esa hermosa historia. No es realmente un dragón, pero su fuerza espiritual es como el de uno si existiera en estos tiempos.
L: –¿Qué haces hablándome como si no pasara nada? Deberíamos estar comenzando una guerra aquí. –Dijo a la defensiva.
C: –No me gustan las guerras. –Respondió con sencillez, sin miedo, ni vergüenza.
L: –Pues, a mí sí. Y si no te largas ahora mismo, te asesinaré.
C: –No lo harás. –Dijo mirándola fijamente.
L: –No me conoces. No sabes de lo que soy capaz.
C: –No, realmente no lo sé, pero sé que no podrías asesinarme a mí, porque sabes que mi padre se vengará, y también sabes que su venganza será contra tus hermanos o tus padres.
L: –A veces hay que sacrificarse. –Habló fingiendo que le restaba importancia. –Y tu advertencia no me afecta en nada. –Dijo acercándose desafiante.
C: –Eres preciosa. –Respondió al tenerla más cerca.
L: –¿Acaso te estás oyendo? –preguntó molesta, pero por dentro sintió un manojo de nervios y otras nuevas sensaciones.
C: –¿Y tú me has oído? –dijo sonriente.
L: –¿Estás tonta o qué?
C: –Soy sincera. No quiero pelear contigo. Me gusta esta flor y tú me pareces igual de hermosa que ella. –Señaló la planta.
Ele no supo qué responder, era la primera vez que alguien no se intimidaba ante su enfado o su simple presencia.
C: –Soy Caroline Moon. ¿Y tú? –preguntó extendiéndole la mano.
L: –No te importa. Es mejor que me vaya. –Respondió mientras tomaba una de las flores que su hermana le había encargado.
C: –¡¡Fue un placer haberme topado contigo, chica sin nombre!! –le gritó al verla alejarse rápidamente con su planta. –Eres hermosa. –Susurró para sí misma.
[Narrador omnisciente]
Eran las seis de la mañana, y el pueblo Moon ya había comenzado con los preparativos del día.
Todo el pueblo tenía una casa hecha de madera antigua, tipo cabañas.
Caroline caminaba de un lado a otro dentro de su cuarto. La joven pueblerina estaba algo ansiosa, hace días que tenía un plan en mente.
Unas semanas atrás, luego de cruzarse con su mayor enemiga, Ele, Caroline no había parado de pensar en la belleza de aquella mujer, necesitaba verla de nuevo, necesitaba hacerla cambiar de opinión respecto a las guerras, y hoy era ese día, hoy iría a buscarla con cinco de sus guardianes, para enfrentarse a lo que sea con tal de cruzarse con esa mirada color miel de nuevo.
D: –¿Estás segura de esto, Caroline? –Preguntó una sus guardianes y mejores amigas.
Todas las personas del pueblo vestían con la misma prenda de dos piezas, de telas blancas, solo que algunos y algunas, les daban sus estilos.
Dunsky era rubia natural, de ojos color cafés, cabello ondulado y largo hasta por encima de la cintura.
C: –Dunsky, no comiences. Estoy convencida respecto a mi plan. –Habló decidida, mientras buscaba algo en el cofre gigante que estaba en la parte de los pies de su cama.
D: –Te recuerdo que ellos tienen a mi hermana. –Respondió con miedo.
C: –Tu hermana decidió pasarse al pueblo Sun. Ella sentía que pertenecía allí aun sabiendo que tu familia seguía aquí.
D: –¿La estás llamando traidora? –preguntó con indignación.
C: –No la estoy llamando de ninguna manera. Solo aclaro que ellos no la secuestraron. Ella decidió irse por su cuenta. Tal vez lo ha hecho por amor, o porque así lo sintió.
D: –Mis padres están muy decepcionados de Kampa.
C: –Ella solo decidió por sí misma. Pronto sabrán las razones. ¿O acaso tú quieres continuar con esta guerra?
D: –Yo confío en tu padre. Es todo lo que diré.
C: –Pues... Yo no. –Dunsky abrió los ojos bastante sorprendida por la respuesta de su amiga. –No quiero lo mismo que él, ni lo mismo que Morello. Quiero paz, y la conseguiré, con o sin el apoyo de mi familia y guardianes.
D: –Puedes contar conmigo para lo que sea, pero no voy a hacer algo que a mi guiador le moleste.
C: –Y lo respeto. –Respondió mientras sacaba la navaja del cofre.
D: –¡Wow! ¿Y así quieres paz? –preguntó alzando las manos sorprendida.
C: –Esto no será fácil, Sky. –Dijo utilizando el apodo de su amiga. –Ellos no me recibirán con un gran abrazo, tengo que ser cuidadosa y alimentarme. Además, es solo para asustar en caso de amenazas, porque tengo claro que nadie piensa igual que yo en los pueblos.
A: –¿Qué rayos estabas pensando, Caroline Moon? –Ingresó su padre Alexand a la habitación, bastante molesto.
C: –Papá, no lo voy a discutir contigo. Ya sabes cuál es mi intención, y si te molesta, lo siento, pero la decisión ya está tomada.
A: –Te pueden hacer daño, pueden dañar a tus guardianes. ¿Dunsky, tú ibas a desobedecer mis reglas? –La rubia alta que llevaba el mismo estilo de ropa que Caroline y que todas las personas de ese pueblo solían llevar, negó asustada.
D: –No, de hecho le estaba comentando que no iba a hacer algo que a usted le molestara. La apoyo, pero no voy a desobedecerlo. Lo prometo.
C: –Ella está diciendo la verdad, padre. Pero lo haré, quieran o no. –Guardó su navaja debajo de sus botas de cuero natural, tomó su bolso de tela y salió de su casa.
Alexand y Dunsky la siguieron.
A: –No voy a permitir que te hagan daño. Vuelve o te haré volver a la fuerza. –Ella se detuvo, pero no volteó.
C: –No soy tu pueblo, ni tu objeto, padre. Soy tu hija, y acabo de tomar una decisión. No todos estamos de acuerdo con tus reglas, ni las de Morello. Yo quiero unión y paz. Ustedes quieren guerra y más guerra, y eso no nos lleva a ninguna solución.
A: –Yo quiero el bien del pueblo. Y aunque quisieras... Ni en el mundo más lejano y hermoso existe la unión y la paz.
C: –Tú quieres las tierras de Cameron War, para gobernarlas y hacer lo que se te antoje. Aún no está el verdadero elegido, y con guerras no se solucionará nada.
A: –¿Por qué me haces esto? Yo siempre te he dado todo lo necesario para que seas feliz.
C: –Y te lo agradezco, pero ya he crecido, sé lo que me hace feliz, y estoy pensando por el bien de todos. Te amo padre, pero hay veces que tienes que sacrificar todo por hacer lo que realmente deseas.
A: –¿Y te sacrificarás tú? –El hombre parecía estar muy decepcionado y su mejor amiga solo la miraba pensativa.
C: –Sacrificaré nuestra relación de padre e hija. –Respondió bajando la mirada.
A: –Si no vas a obedecer mis reglas, entonces... solo tus dos guardianes irán contigo. –Dijo con tristeza.
C: –Dunsky... –La rubia la miró. –¿Tú estás dispuesta a dejarlo todo por la unión y la paz? –Se hizo el silencio por unos segundos, hasta que su mejor amiga habló.
D: –No es un riesgo que quiera correr. Sin Kampa en la familia, mis padres tienen miedo. No quieren perder a sus hijos. –Comenzó a divagar.
C: –Comprendo. No hagas algo de lo que no te sientes segura. –Le dijo con una pequeña sonrisa y Sky asintió.
A: –¿Y qué hay de las guardianes Juno y Alber?
C: –¡Papá no! ¡Ya para! Ninguno de los tuyos quiere lo mismo que yo.
A: –No quiero perderte, hija. –Dijo con la voz débil y Caroline bajó la mirada.
C: –Te prometo que no me perderás, y no me iré para siempre, volveré algún día. Mientras, buscaré la manera de hablar con Ele Ese.
A: –Es tu mayor enemiga, no puedes simplemente buscarla para hablarle de la paz y la unión.
C: –Padre, solo estás perdiendo el tiempo aquí conmigo. El pueblo está necesitando de ti. Los veré pronto. –Su padre la abrazó al igual que su mejor amiga.
A: –Cuídate mucho, por favor. –Suplicó una vez que Caroline se colocó el bolso de tela blanca en el hombro.
C: –Lo haré. Diles a mamá y a Serena que las amo. –Él asintió con tristeza. –A ti también te amo. –Dejó un beso en la mejilla de su padre e ingresó a la jungla de la enorme isla.
Por otro lado, en el pueblo Sun; estaban Ele y su hermana en plena cacería, alrededor de las diez de la mañana.
Taian vestía igual que Ele y la mayoría del pueblo. Ella tenía el cabello castaño, ojos color miel un poco menos claros que los de Ele, y tenía una sonrisa radiante, que enamoraba a cualquier persona.
T: –¿Esta comida es para esta noche? –preguntó escondida detrás de un árbol.
L: –Hoy tendremos la cena con el pueblo. –Le respondió escondida en el árbol de al lado.
T: –¡Ahí está! –murmuró con emoción al ver un ciervo.
L: –Hace mucho que no veo de estos por aquí. –Susurró y luego apuntó con la flecha.
T: –Espera... Espera... Y... ¡Ahora! –Indicó una vez que el animal estaba en el blanco.
Ele lanzó la flecha, pero esta fue desviada por cierta morena que atacó al animal lanzándose sobre él y abriéndolo un poco con su navaja.
L: –¿Qué mierda? –Observó a su enemiga por un largo tiempo hasta que su hermana le lanzó una roca en el hombro.
T: –¡Dispárale a ella! –Ordenó su hermana menor luego de haberle lanzado la roca a Ele.
L: –Haré algo mejor. –Comenzó a acercarse sigilosamente hacia su enemiga, quien descuartizaba a su presa con mucha concentración. No comía hace días, debía mantenerse bien para este plan.
Una vez que estuvo cerca de Caroline, se abalanzó sobre ella y la estampó contra el suelo.
C: –¿Qué haces? –preguntó fingiendo enfado.
L: –Mi trabajo. Deshacerme de ti. –Respondió apoyando una rodilla en la espalda de la morena, para que esta no se pudiera mover.
C: –Te he dicho que no quiero problemas contigo, ni con tu pueblo. –Decía mientras intentaba zafar del agarre.
L: –Ahora tenemos un problema. –Murmuró cerca de su oído. –Te has robado la comida de mi pueblo.
C: –¿Si te la devuelvo, me dejarás ir?
L: –No, ahora vendrás con nosotras. –Caroline sonrió para sus adentros y notó la presencia de la castaña. –Pásame las cuerdas, Taian.
T: –¿Y qué hay de la presa? –preguntó observando la escena con el ceño fruncido.
L: –Tú la llevarás.
T: –Pero es peso muerto, no puedo con tanto. –Se quejó la menor.
L: –¡No te pregunté si puedes, lo haces y ya! Ahora tráeme las cuerdas. –Ordenó enfadada. Taian obedeció sin dar ningún otro berrinche y le dio las cuerdas.
Ele amarró las manos de su enemiga con dos cuerdas, y le quitó la navaja.
C: –Por favor, cuida esa navaja. Significa mucho para mi familia. –Le murmuró. Ele solo se limitó a mirarla de reojo y continuar con la caminata. –Sabes... a pesar de todo esto, sigo pensando que eres bellísima.
L: –No sé qué buscas, pero aquí no encontrarás nada. –Respondió enfadada.
C: –Me gusta cuando estás enfadada. –Ele decidió no seguirle el juego y continuó caminando por el bosque.
T: –Lu... –Su hermana mayor la interrumpió con un fuerte carraspeo al notar que su hermana iba a llamarla por su verdadero nombre. –Es decir... ¿Ele, podemos intercambiar de presas? –preguntó cansada.
L: –Bien, pero llegas a dejar que se escape y me conocerás de verdad. –La amenazó como lo hacía normalmente. Taian asintió y luego intercambiaron sus cargas.
C: –¿Tu hermana siempre tiene ese humor? –le preguntó a la castaña.
T: –Sí, pero te acostumbras rápido.
C: –Igual es guapa cuando se enfada. Tú también eres igual de linda que ella. –Comentó sonriéndole.
T: –Gracias... Supongo. –Respondió con ceño fruncido.
L: –No le sigas el juego, solo trata de hacerse tu amiga, para luego atacarte.
C: –No soy de ese tipo de mujeres, Ele. Pero me gustan de esas, y tú eres así.
L: –¿Tienes algún problema mental? –le preguntó comenzando a enfadarse de nuevo.
C: –Ya te lo he dicho en nuestro último encuentro. No me gustan las guerras. –El plan de Caroline ya estaba en marcha.
D: –¡¡Suelta a mi amiga!! –dijo Dunsky saliendo detrás de un árbol, mientras apuntaba a sus enemigas con la flecha.
Dos guardianes más estaban rodeando a las jóvenes hermanas.
Ele no dudó en soltar su presa y sacar su arco con flechas.
D: –¡Quieta! Devuélveme a mi amiga y lo dejamos aquí. –Propuso nerviosa.
Ele: –¿De verdad piensas que te escucharé? –dijo con frialdad y le disparó al guardián que estaba a su lado.
D: –¡Erik! –gritó al verlo caer. –¡Ya para! –le gritó a la chica Sun.
Ele: –¡Púdrete! –La insultó, luego le disparó a su otro compañero, la rubia se distrajo mirándolo con preocupación y Ele aprovechó ese momento para dispararle un tranquilizante a la rubia.
C: –¿Qué le has hecho? –preguntó con sus ojos cristalizados al desconocer el arma de su presunta enemiga.
L: –Tranquila, también necesito a la rubia con nosotras. ¡Vamos! –Ordenó a que su hermana continuara caminando con la chica Moon.
T: –¿Puedes con ambos? –preguntó al ver que su hermana caminaba con dificultad.
L: –Ayúdame a llevar al ciervo. –Su hermana obedeció y ambas llevaron al animal juntas, mientras que delante de ellas caminaba la pelinegra, y Ele cargaba en sus hombros a la rubia.
Caminaron por un buen rato, hasta que finalmente llegaron a su hogar a eso de las tres de la tarde casi. No se tenía mucho en cuenta el horario exacto, ya que no había un reloj para saberlo, pero tenían un muro en el cual tenían calculado los días. Era un mural gigante, donde los días se tienen en cuenta desde hace muchos años. Y estaba ubicado en las puertas de las tierras de Cameron War.
M: –Hija... ¿Qué? ¿Pero qué hacen ellas aquí? –preguntó sorprendido al ver a sus hijas con las dos mujeres.
L: –Intentó robarse nuestra comida. –Señaló a Caroline. –Y ella intentó atacarnos. –Dijo refiriéndose a Sky.
C: –Solo quiso defenderme, y te ha propuesto paz a cambio de que me devuelvas. –Protestó algo enfadada.
L: –¡Cierra la boca! –La pelinegra estaba algo asustada, pero ya estaba metida en problemas, solo que no contaba con que metieran a su mejor amiga en esto. –Las llevaré a la cueva.
La cueva estaba ubicada a pocos metros de su hogar, ese lugar solo le pertenecía a ella, era como su mundo aparte.
M: –Déjame interrogarla primero. –Sentaron a la morena en lo que parecía ser un sofá hecho de distintas pieles, de distintos animales. –¿Qué hacías en el bosque robando nuestra comida?
C: –No sabía que era de ustedes. –Respondió tomando una postura fría, que para Ele era algo nuevo.
M: –¿Entonces qué hacías en el bosque? No era el horario de ustedes para la cacería.
C: –He huido del pueblo. –Morello la miró confundido y Ele rodó los ojos.
L: –Claro... ¿Y por qué motivos?
C: –Porque no estoy de acuerdo con las reglas de mi padre.
M: –¿Entonces quieres unirte a este pueblo? –preguntó sin comprender.
L: –No te fíes, papá.
C: –No quiero ser de ningún pueblo. Iba de camino a las tierras de Cameron War. Necesitaba hablar con las personas que andan libres por ahí. –Mintió.
M: –¡Esas tierras me pertenecen! Y están prohibidas para los pueblerinos de tierras Moon.
C: –Exactamente los pueblerinos. Yo ya no lo soy. He roto las reglas de mi guiador. De mi padre.
M: –Llévatela. –Ordenó enfadado. Ele obedeció y se la llevó a la cueva.
Ese lugar estaba iluminado por varias antorchas, decorado con varios tipos de armas, que se han creado a lo largo del tiempo, estaban colocadas en las paredes rocosas. Había una cama matrimonial hecha de pieles.
Había una mujer allí al final del lugar, que obviamente era una de las guardianes más fieles de la gran Ele Ese. Nashira.
Una mujer de piel morena, tenía cabello liso, y vestía salvajemente con piel de un leopardo, que simulaban un top y una minifalda, mientras que en sus pies llevaba unas simples sandalias de cuero natural.
L: –Ayúdame con Caroline y ponte armadura, que pronto habrá guerra. –Ordenó a su guardiana, quien obedeció de inmediato.
N: –Niña tonta, qué bajo has caído. –Dijo con una sonrisa maliciosa, mientras la amarraba a la cama de dos plazas. –¿Y a esa qué le ha pasado? –preguntó refiriéndose a Dunsky.
L: –Intentó defenderla. Una verdadera idiota.
C: –No permitiré que insultes de ese modo a mi mejor amiga. –Dijo intentando zafarse de la morena.
L: –No te creas mucho, eres igual de idiota.
C: –No tanto como para errarle a un ciervo. –Dijo desafiante. Ele recostó a la rubia a su lado y observó a Caroline con cierto odio y otro sentimiento desconocido para ella.
L: –Ha sido tu culpa. –Respondió comenzando a amarrar a Sky.
C: –Claro. –Dijo con sarcasmo.
L: –¿No vas a provocarme, Moon? ¿Qué sucedió? ¿Seducirme no te ha funcionado?
C: –No me gusta que insultes a mi mejor amiga, pero eso no quita lo mucho que me atraes. –Respondió como si nada. Ele la miró con enfado y su amiga soltó una risita.
N: –¿Te gustan las mujeres? –Caroline asintió sonriéndole con orgullo. –Estás demente. A las mujeres como Ele les gustan los hombres rudos, sin sentimientos tontos.