Amores extraños - Viviana Suarez - E-Book

Amores extraños E-Book

Viviana Suarez

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Beschreibung

¿Puede un diagnóstico médico transformar la vida en una vorágine de locuras diarias? ¿Puede la tragicomedia ser más comedia que tragedia con una dosis de amor y carcajadas? ¿Puede uno animarse a la aventura de amar extraño?

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Veröffentlichungsjahr: 2023

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Suarez, Viviana Amores extraños / Viviana Suarez. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-3939-7

1. Novelas. I. Título. CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

VIVIANA SUAREZ

Amores extraños

Tabla de contenido

Capítulo I

El Ingeniero

Capítulo II

El de Siempre

Capítulo III

El Extraño

Capítulo IV

El Vampiro

Capítulo V

El Santafesino

Capítulo VI

Cómplices

Capítulo VII

El Piloto Perdido

Capítulo VIII

Mi Padrino

Capítulo IX

El Paracaidista

Capítulo X

El de Sistemas

Capítulo XI

El Gerente

Capítulo XII

La Profe

Capítulo XIII

La niña y su infierno

Capítulo XIV

El Técnico

Capítulo XV

El Pobre Viejo Solo

Capítulo XVI

Mi Amiga De Colores

Capítulo XVII

Mi Amigo El Sr. De Los Pies

Capítulo XVIII

El Rubio Lindo

Capítulo XIX

El Dr. Que Conozco

Capítulo XX

El Mocoso

Capítulo XXI

La Contadora

Dedicado a Silvio, a Andrea

y a todos los seres maravillosos que sonríen, asesinando así a sus lágrimas.

Capítulo I

El Ingeniero

Un ruido estruendoso me despertó, utensilios de cocina cayendo y al ir a ver ahogado en la cacerola que había quedado con agua, en la pileta, yacía él, el rollo de cocina caído de su soporte que estaba en altura. Esto ocurría a las 05:30 de la mañana de un sábado, sábado de trabajo, que sólo son alternados. Aprovecho para comenzar la rutina... maca, mate y... café... no, no llego al café, se hace tarde, a pesar de que Phil tenía preparado de la noche anterior, no llegué al mail diario, solo alguna gracia de Face.

Llegué a preparar los chocolates prometidos a mi amigo, que hace poco cumplió años.

Ah perdón, Phil es mi cafetera que conoce mi gusto y me prepara un café con un aroma increíble, negro y fuerte. Sí, a pesar que muchos piensan que soy una mujer seria, sensata y responsable, sufro de “objetofilia”.

El día está muy gris, así que, sin escuchar el horóscopo del tiempo pienso... puede llover y agarro el paraguas, tan justo para mi personalidad, negro y gris plata, elegante… pero a rayas.

Y el que no sé si estaba en tan perfectas condiciones pero tan simpático pilotín amarillo, de un material mezcla de goma y neopreno, que excita tanto al Dr. Que Conozco, que cuando lo dejo colgado en la silla, pasa lo toca, lo acaricia y lo pellizca. Este mundo tan sexual en que vivimos y de tan poco sexo.

6:35 de la mañana, corro a la esquina, ¡¡¡bingooo!!!... colectivo a la vista. En breves instantes en la clínica.

Una de las mucamas baldeando, buena excusa para no entrar, pero lo hago igual.

Los sábados cuesta, tal vez porque los viernes salimos a las 21 h de ahí. Ahora vuelvo a saludar a los mismos compañeros que dejé hace horas y... el sentir que no descansé lo suficiente para volver al mismo lugar de trabajo.

Mi dedo que no funciona, no es el fichero, es mi dedo.

Llaves, papeles, ir a mi sector y encontrar que ninguna de las tres computadoras funciona, y mirar hacia la esquina y ver la fila del 15, el primer sábado que trabajé hace 17 meses atrás, un sábado creía que era la fila del colectivo y no... Era la fila de los pacientes de laboral /ART.

Fueron recepcionados en la computadora de un consultorio que encontré que funcionaba, hasta que a las 8 de la mañana se soluciona en dos de las tres computadoras.

De repente comienzan a atacarme estornudos y mocos que aparecieron de mi interior inexplicablemente, no les tuve mucha paciencia y tomé el tan preciado comprimido, que guardaba para una emergencia, Benadryl, arriesgándome al precio a pagar de sus efectos secundarios…

En una hora me di cuenta que mi congestión nasal había desaparecido y fuera de lo que le ocurre a las personas normales que solo les da sueño, yo comienzo a ver lucecitas de colores, eso es señal de que ya en mi sangre se encuentra el componente ingerido.

Trabajar con un balde de humor al lado... ¡¡¡salva vidas!!!

El Dr. Sábado dice: —¿Qué regalan hoy? Yo también quiero. (Es de los míos).

Le comento que si quiere pego unos gritos y trato de sacarles los que van por el “alta” médica.

Me autoriza, pero solo tres personas me siguen, una sola tenía el comprobante que decía en grande “Alta” pero se queja que “le duele”, si le duele “vuelva a la sala de espera y espere a ser atendido”. De los otros dos eran segunda consulta y solicitaron ellos el alta por encontrarse bien, luego de autorización del Dr. les di el alta, pero no le pude descongestionar demasiado de pacientes, nadie quiere el alta, a todos siempre “les duele”, a mí a veces me duele el alma y nadie me atiende.

Al mediodía recibo el mensaje de El Mocoso: “Pedí una milanesa de caballo con huevos y guarnición de arroz a eso de las 13.30 estoy”. Le respondí: “Burbuja está haciendo el pedido pero no te consigue el caballo, te consigue milanesa a caballo que ya viene con huevos arriba”.

En almuerzo El Mocoso dice:

—Las extraño, no hay mujeres allá, y uno es trolo.

—Bueno es la mujer, bombón.

A las 15 h termina la jornada laboral, ya al llegar a guardia observo el caos, y un accidentado que me cruzan en silla de ruedas e ingresan a rayos... ¿Es mío? —consulto.

—No Bellota, andá tranquila es de la UOM.

Tenía compromisos por la tarde, creo que me quedaba a ayudar si no era así.

Mi dedo que no anda, hasta el tercer o quinto intento, hoy no andaba para nadie, lo había desconfigurado y no andaba ningún dedo.

Residuo de la droga, me dormí todo el viaje del colectivo hasta Belgrano.

Sesión de Reiki y comenzar a hidratarse para despedirla. Salir de Sucre y Libertador y caminar por esas calles, ¡qué placer! ¡Qué belleza! Los árboles, las veredas limpias, y la ausencia de delincuentes. Y comenzar a caminar hacia Mendoza y Cabildo disfrutando, a pesar del sorprendente frío y sudestada.

Tan poca distancia y tan diferentes mundos, como burbujas que no explotan, solo se conectan de alguna manera necesaria por estar en el mismo planeta.

Llegué a destino y la costumbre, mandar mensaje al celu en lugar de tocar el timbre, él hace lo mismo cuando llega a casa. Esas dos veces al año que lo hace.

El portero me conoce pero espero a que baje mi amigo, El Ingeniero. Y al encontrarnos no paramos de hablar, tanto para contar siempre.

Yo entré a su departamento que estaba sorprendentemente limpio y ordenado por demás, todo porque había sido su cumpleaños.

Acepto tomar un café, mientras veo la evaluación de sus alumnos, que todos los ítem supera el 93 %, como no tener ese puntaje, si su vida fue dedicada a la docencia, a esa facultad y a su trabajo, un poco a su familia: de madre, hermanas y sobrinos y un poco de deportes. Como correr, correr de algo siempre.

Cuando vemos algo de la compu, él se percata de la fecha… o tal vez finge y ya lo sabía:

—Hoy es 1ero de noviembre, hace 25 años que nos conocimos, creo que ese día te vi, había ido antes pero no estabas.

—Sí, habías ido a la primera entrevista con mi Padrino, y ese día nos vimos porque empezaste a trabajar.

Suena el teléfono de línea... ambos sabíamos quién era... La tía, mi ex profesora. El Ingeniero le dice que está conmigo y me pasa el teléfono, y tengo la alegría de saludar a la responsable de que tenga esa amistad tan maravillosa de 25 años.

La tía era profesora de Lenguaje y Comunicación en la facultad de Belgrano, cuando yo estudiaba, y un día, muy angustiada me contó a mí y a mi mejor Amiga que le preocupaba que su sobrino no tuviera un trabajo adecuado para seguir estudiando y yo sin conocerlo le dije que podía hacer algo.

Y comenzó a trabajar en a Fábrica.

—¿Podrás cenar aunque sea un poco temprano?

—Llamo a casa y te confirmo.—Le dije.

—…..

—¡Hola hija! ¿Todo bien?

—Sí mami, está por llegar mi “esclavo blanco”.

—¿Está todo bien como para que acepte la invitación de cenar con El Ingeniero?

—¡Que la deje, que la deje que la deje! —Repetía como niño El Ingeniero

—Sí, dale saludos.

—Ahí te paso, dáselo vos.

—Sí..., está muy bien con lo que tiene puesto, pero lo hacemos —Dijo el Ingeniero.

Al cortar me dice que mi hija había autorizado la salida sólo si me abrigaba.

El Ingeniero fue a su dormitorio y trajo una campera que le había prestado mi hijo mayor, en alguna vieja oportunidad.

No combinaba demasiado, pero si él no tenía problemas en salir con el mamarracho que parecía...

Cuando llegamos a la vereda, nos golpeó la sudestada y fue excusa para ir pegados bajo el paraguas.

Mientras caminábamos le contaba que quería que charláramos de cosas divertidas y así lo hicimos.

Festejamos nuestra amistad de 25 años con un wok de cerdo en Plaza del Carmen.

—Tengo historias divertidas como la del griego.

—¿Un griego?

—Sí, entré en esas páginas de amistades y si bien no conseguí pareja, tengo contactos, amigos o anécdotas muy interesantes.

—Era un empresario de Pacheco, salí tres veces y a la tercera no lo soporté más.

—Je, je ¿por qué?

—El primer día fue un café en Pacheco, la segunda vez en el shopping, esa vez me había traído un postre griego con nueces que a mi hija, le había vuelto loca, porque si no sabías a ella le vuelven loca las nueces, y la tercera... me fue a buscar al trabajo y ya no lo soporté, tres veces que lo único que hacía era hablarme de su amiga Claudia, aparte le había hecho la prueba de la luna y no la había pasado, prueba que en algún momento te voy a hacer a vos también. Yo sabía todo de su amiga Claudia, y le pregunté:

—¿Qué es lo que te pasa con tu amiga Claudia, porque ya sé todo de ella, tienes algo más con ella?

—No, no tengo nada con ella, lo tuve con su hija y luego me dejó y ¡se hizo lesbiana!

Adiós Griego, cafés y postres griegos.

En otra parte de la conversación...

—Yo entré en Two, comenzaron a mandarme mensajes pero luego cesaron, salí .

No le dije nada pero fue una gran confesión de mi amigo.

Cuando pensábamos en que pedir, él dice como siempre cerdo con papas… y yo digo wok de cerdo.

Y él responde:

—Sí, te acompaño con lo tuyo es más liviano, no vaya a ser cosa que te coma tu comida.

Y el mozo pregunta por la bebida y la misma anécdota de siempre:

—Gaseosa de lima limón común.

—Gaseosa de lima limón zero para mí.—Dice él

Y siempre lo mismo, cuando viene con las bebidas, la zero me la quiere dar a mí y discutimos que no, que es para él.

¿El mundo no acepta que seamos fuera de lo común?

Cuando observo el hermoso plato ovalado, repleto de esas sensuales zanahorias en juliana y esos brotes atrevidos de soja y esos zucchini que se muestran importantes, en forma de una isla con un perejil de palmera sobre un morrón cortado de cantero y una hoja de repollo de costa, él me dice:

—Yo no veo la isla y si era la aplasté, tomate...

—No es tomate, es morrón.

—¿Por qué me lo dices y me quitas la ilusión?

—Te hubieras dado cuenta al comerlo.

—No, ya lo comí y seguía creyendo que era tomate.

Seguimos sin darnos cuenta por horas con los diálogos graciosos.

La hora pasó más de lo imaginado. No entiendo como él con su vida tan ocupada y con cada cosa en su tiempo y lugar había extendido tanto un recreo.

Al salir la tormenta era terrible y seguí aprovechándome, nos fuimos a buscar el colectivo que jamás puedo tomar pronto, siempre igual, para estar un poco más de tiempo juntos. Y me abrazaba, con la excusa de la lluvia y él que empieza a temblar es él, yo le subo el cierre de una campera y le digo.

—¡Estás muerto de frío! Y lo abrazo, y él me abraza y me acaricia la espalda y un calor impensado pasa el abrigo grueso entrometido y fuera de lugar, ya que era la campera de vuelta de hace tiempo prestada, y ahora devuelta.

Asomándonos en la avenida veo algo muy alto y fino un vehículo y digo:

—¿Qué es eso tan alto y fino?

—¡Una jirafa!

Jajaja y seguíamos riendo, era un tipo de esos colectivos ingleses de alguna campaña de publicidad.

Intenté un beso, llego a la mejilla y luego como siempre, él me besa a mí y luego dice: —Ya…

Significa que no acepta nada más y solo sigue abrazándome y acariciándome la espalda.

Tanto esperamos, que fuimos testigos hasta de un accidente de una moto, hasta que las horas pasaban y no me quedó otra que no dejar que quede congelado y cambiar de colectivo y buscar un 60 que pasaba seguido y liberar a mi amigo.

Y volver a recordar lo que se siente cuando algo está incrustado en nuestra alma y se lo toca de nuevo en alguna cirugía de urgencia.

Ya había escrito en otra oportunidad...