Artes & Oficios. El vitral - Pere Valldepérez - E-Book

Artes & Oficios. El vitral E-Book

Pere Valldepérez

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Beschreibung

Esta obra, estructurada en dos grandes partes, es un compendio sobre la realización de vitrales y su restauración. En la primera parte el lector encontrará los conocimientos indispensables sobre materiales, herramientas y técnicas de realización, así como ocho proyectos paso a paso de diversos tipos de vitrales, desde el vitral emplomado hasta el vitral realizado con silicona, una técnica novedosa, prácticamente desconocida. La segunda parte del libro aborda los materiales y las técnicas básicas de la restauración, en especial del vitral emplomado, ilustrado con dos proyectos paso a paso.

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El vitral

Dirección editorial:

María Fernanda Canal

Auxiliar de edición:

Eva Bargalló

Textos:

Pere Valldepérez

Realización de los ejercicios:

Pere Valldepérez

Diseño de la colección:

Josep Guasch

Maquetación y compaginación:

Josep Guasch

Fotografías:

Gabriel Serra.

También han colaborado en el capítulo “Historia del vitral”: Lluís Borràs, Pere Valldepérez y Lola Donaire.

Archivo ilustración:

Ma Carmen Ramos

Sexta edición

© ParramónPaidotribo

www.parramon.com

E-mail: parramon@paidotribo.com

ISBN: 978-84-342-1435-4

ISBN EPUB: 978-84-342-4374-3

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra mediante cualquier recurso o procedimiento, comprendidos la impresión, la reprografía, el microfilm, el tratamiento informático o cualquier otro sistema, sin permiso escrito de la editorial.

Sumario

INTRODUCCIÓN

HISTORIA DEL VITRAL

Prerrománico y Románico

Gótico

El Renacimiento

Siglos XVII, XVIII y XIX

Siglo XX. Una puerta abierta al futuro

REALIZACIÓN DEL VITRAL

MATERIALES Y HERRAMIENTAS

El vidrio

Pinturas y materiales de soporte

El taller

Tipos de herramientas

Hornos

ASPECTOS TÉCNICOS

Elaboración del proyecto

Dibujo a tamaño natural

Corte del vidrio

Emplomado

Enmasillado

Pátinas

PASO A PASO

Vitral dibujado con líneas de plomo

Vitral con vidrios industriales texturados

Vitral con vidrios antiguos

Vitral pintado con grisallas

Vitral pintado con esmaltes

Vitral con cinta de cobre

Vitral con cemento

Vitral con silicona

RESTAURACIÓN DEL VITRAL

El oficio de restaurar

Procesos básicos de la restauración

Reposición de vidrios desaparecidos

Cómo restaurar un vitral emplomado

GLOSARIO

BIBLIOGRAFÍA Y AGRADECIMIENTOS

Introducción

El siguiente volumen ha sido concebido a la vez como un instrumento de consulta donde encontrar todo lo referente a la historia, los materiales, las herramientas y las técnicas más habituales de ejecución de un vitral, y como un libro para leer, conocer y amar el arte de los vitralistas, cuyas realizaciones transforman la luz y el color de los espacios interiores convirtiéndolos en lugares mágicos donde recrear los sentidos y el espíritu.

Es por todo ello que esta obra ha sido estructurada en tres grandes partes.

La primera, dedicada a la historia del vitral, recoge los principales hitos de este arte desde sus orígenes en la Edad Media hasta el momento actual, que, gracias a la labor protagonizada por grandes maestros, se caracteriza por una intensa creatividad técnica y artística.

La segunda parte se divide, a su vez, en tres apartados. En el primero se ofrece toda la información relativa a los materiales (el vidrio, la grisalla, el plomo, la masilla…) y las herramientas (de corte, de montaje…). El segundo está dedicado a la descripción de los aspectos técnicos, desde la elaboración del proyecto hasta la aplicación de pátinas. El tercer apartado consta de varios ejercicios prácticos que pretenden mostrar al lector la ejecución de distintos tipos de vitral desde el principio al fin.

La tercera parte brinda la oportunidad al lector de familiarizarse con los procesos más habituales de restauración, así como conocer paso a paso dos intervenciones llevadas a cabo por el restaurador en sendos vitrales.

Toda esta información se completa con un amplio glosario en el que se definen aquellos conceptos cuyo significado, por su especificidad, no suele aparecer en los diccionarios generales.

Asimismo, para aquellos lectores que deseen ampliar sus conocimientos sobre un aspecto concreto, se incluye una extensa bibliografía sobre el tema que les servirá de guía y pauta.

Por último, es deseo del autor aclarar que la elección de los términos vitralista y vitral para designar, respectivamente, a la persona que manipula el vidrio con fines artísticos y funcionales y la obra de arte salida de sus manos, se debe diferenciar en relación con los términos vidriero –persona que trabaja el vidrio común– y vidriera –bastidor con vidrios con que se cierran puertas y ventanas.

No debe olvidarse que el principal instrumento de trabajo del vitralista son sus manos, capaces de plasmar en el vidrio una idea, un proyecto o un sueño. Además, el autor está plenamente convencido de que la creación y ortodoxia no son buenas compañeras, puesto que para crear es necesario transgredir la norma, es decir, experimentar. Sin embargo, la técnica, el conocimiento de los materiales y la aplicación de las herramientas adecuadas son necesarios para ejecutar los diseños con maestría y calidad. Tal como dijo Leonardo da Vinci:

Los que se enamoran de la práctica sin ciencia son como navegantes que entran en el barco sin timón ni brújula y no tienen jamás la certeza de a dónde se dirigen. Siempre la práctica ha de estar fundamentada en la teoría…

Pere Valldepérez, nacido en Jesús-Tortosa (Tarragona, España) en 1946, es vitralista y restaurador de vitrales. Cursó sus estudios en la Escuela Massana de Barcelona. Tras la obtención de diversos premios de ámbito nacional e internacional, estableció su taller en el año 1975 en la misma ciudad que estudió. Desde 1989 es profesor de la Escuela Massana.

De su ingente obra cabe destacar el diseño de un conjunto de 130 metros cuadrados de vidrio grabado al ácido para el Salón Gaudí del aeropuerto de Barcelona, proyectado por el arquitecto Óscar Tusquets, la realización de tres vitrales, con técnica de colage, diseñados por el pintor Ángel Jové para la Universidad de Lleida, y la lámpara-claraboya de 200 metros cuadrados para el auditorio de Las Palmas de Gran Canaria, también de Óscar Tusquets. Países tan lejanos de su lugar de nacimiento como Zaire y Japón, son receptores de parte de su obra.

Asimismo, su labor en el campo de la restauración ha dejado huella no sólo en Barcelona –Palau de la Música Catalana, basílica de Santa Maria del Mar, etc.–, sino también en otros lugares de España (Tarragona, Xativa, Arucas, etc).

El libro Pere Valldepérez. Vidres, llum i color, publicado en 1997, recoge una amplia selección de su obra creativa y restauradora.

Historia del vitral

En este capítulo se ofrece un breve resumen de la historia de la realización y el uso del vitral, también llamado vidriera, a través de los siglos. La utilización de vidrios como cierre traslúcido de las ventanas u otros huecos ya se practicaba en la antigüedad. Se han encontrado fragmentos de vidrios en Pompeya, Herculano, Roma y en otras ciudades del Imperio romano.

No obstante, el gran desarrollo de este arte, cuyos antecedentes más próximos desde el punto de vista técnico son el mosaico y los esmaltes alveolados, se inició con la aparición del cristianismo y evolucionó, sobre todo, durante los períodos románico y gótico. En los siglos XIX y XX, tras sufrir un largo período de decadencia, volvió a emerger con fuerza y hoy día es una de las artes más vivas y renovadoras del panorama artístico.

La técnica de realizar los vitrales, que permaneció invariable hasta el siglo XII, está recogida en la Diversarum artium schedula, del monje Teófilo, donde se describe con gran minuciosidad el proceso y la forma de construir vitrales, hornos y crisoles. Las limaduras de hierro y su óxido se aplicaban sobre el vidrio para crear dibujos. Una vez seca la pasta, se cubrían los vidrios con cal y se colocaban en un horno de leña, para hornearlos a una temperatura que no alcanzara el punto de fusión. La masilla, aplicada en las junturas entre el vidrio y el plomo para impedir que el agua de lluvia penetre en el interior, se elaboraba con cenizas y aceite de linaza.

En los siglos XIX y XX, con la aparición de nuevos materiales y el desarrollo tecnológico, el proceso de realización del vitral varió sensiblemente. Sin embargo, los grandes artesanos siguen aplicando todas aquellas técnicas del pasado que las máquinas y los nuevos sistemas de fabricación no han logrado reproducir ni superar.

Prerrománico y Románico

Prerrománico

Los primeros vitrales artísticos conservados datan del período carolingio. Éstos no se relacionan con la arquitectura, sino con las artes suntuarias y más concretamente con la orfebrería. El más antiguo hasta hoy hallado se encuentra en el cementerio francés de Séry-lès-Mézieres; se cree que formaba parte de un relicario. Está formado por diversas piezas de vidrio, todas ellas unidas con plomo, que representan una cruz con adornos florales en los lados, y las letras alfa y omega flanqueándola.

En las excavaciones realizadas en 1932, en la abadía de Lorsch, en el estado de Hesse, Alemania, se encontró un pequeño vitral muy fragmentado, donde aparece la cabeza de Cristo; se cree que es de finales del siglo IX o principios del X. Otra cabeza de Cristo, del siglo IX, procedente de la iglesia abacial de Wissembourg, Alsacia, es la imagen más antigua de Cristo conservada intacta en una vidriera.

Estos restos tienen una gran semejanza estilística, y pueden considerarse las primeras muestras de vitral figurativo occidental. Su estudio confirma los distintos procedimientos técnicos descritos por Teófilo. La forma de aplicar la grisalla, con trazos gruesos, casi grotescos, dispuestos en la parte de los ojos, cabellos y barba, lo mismo que la veladura ocre que modela las sombras en unión del perfilado, han perdurado hasta la actualidad.

Vitrales que integran los tres ventanales situados debajo del rosetón de la fachada occidental de la catedral de Chartres, Francia, realizados entre 1145 y 1155. De izquierda a derecha, la Pasión, la Infancia de Cristo y el Árbol de Jesé.

Románico

En los siglos XI, XII y parte del XIII se desarrolló en Europa el estilo románico. Los grandes y espesos muros de las iglesias ostentaban pequeñas aberturas a través de las cuales pasaba la luz. Cuando se trataba de iglesias importantes o catedrales, estas aberturas eran protegidas con vitrales, que recibieron una fuerte influencia, tanto desde el punto de vista estilístico como iconográfico, de la miniatura. Los tipos de vidrieras más habituales en esta etapa son los de medallón y los que representan a personajes.

En los medallones se reproducían escenas bíblicas, de la vida de los santos y acontecimientos populares y cotidianos. Estos medallones podían ser redondos, ovalados o cuadrados, rodeados por una estructura de hierro. Las cenefas que siguen el perímetro del medallón cumplían una función ornamental, pero también práctica, para adaptar la vidriera al tamaño de la abertura y para proteger los vidrios interiores, que normalmente representaban escenas y, por tanto, eran más difíciles de sustituir. Por lo general, estas cenefas están formadas por motivos florales o lineales de distintos colores y ocupan una sexta parte del ancho del vidrio.

Fragmento de vitral del siglo IX con la representación de la cabeza de Cristo, procedente de la iglesia abacial de Wissembourg, en Alsacia. Obsérvense los rasgos perfilados con grisalla, característicos del incipiente estilo románico. Actualmente, esta pieza se halla conservada en el museo de Oeuvre Notre-Dame de Estrasburgo, Francia.

En los vitrales dedicados a un solo personaje, la figura acostumbra a ser de tamaño monumental y tiene los rasgos muy marcados; se solían colocar en las ventanas del triforio.

Francia fue una de las regiones europeas que desempeñó un papel más relevante por lo que se refiere al desarrollo del Románico. Los vitrales más importantes de este estilo de Francia se hallan emplazados en las zonas de Le Mans y Poitiers. Todos ellos muestran una cronología avanzada dentro del Románico y participan de las mismas influencias estilísticas.

La catedral de Le Mans alberga uno de los conjuntos de vitrales más importantes de la época: la escena de la Ascensión de Cristo, desarrollada en cuatro paneles y realizada en 1145. La figura de la Virgen preside el conjunto y está flanqueada por tres apóstoles a cada lado. Cabe destacar el dominio de la técnica y la soltura con que el artista supo combinar los colores del fondo con los de las vestimentas.

Los vitrales de la catedral de Poitiers, ejecutados en 1162, presentan una gran homogeneidad, lo cual lleva a pensar que son obra de un mismo taller o pertenecen a una misma escuela, que concebía y efectuaba sus obras con un sentido y una metodología propios. De todo el conjunto cabe destacar, por su belleza y perfección técnica, la escena de la Crucifixión, completada en la parte superior por la Ascensión de Cristo y en la inferior por la Muerte de san Pedro.

Sin embargo, es en Saint-Denis y en Chartres donde el vitral adquiere naturaleza propia al integrarse en la arquitectura emergente, siendo considerado como elemento de primer orden por los arquitectos en sus construcciones. La figura del abad Suger de Saint-Denis fue muy importante por la innovación estilística que protagonizó, introduciendo elementos que presagiaban la llegada del Gótico.

La catedral de Chartres ostenta tres vitrales –el Árbol de Jesé, la Infancia de Cristo y la Pasión de Cristo–, realizados entre 1145 y 1155, que presentan una acusada influencia de los de la abadía de Saint-Denis, que desgraciadamente han desaparecido en su mayoría y los que restan fueron sometidos a una restauración a mediados del siglo XIX o están esparcidos en distintas iglesias y colecciones privadas. Las figuras de Chartres han dejado atrás el hieratismo propio del Románico y han adquirido movilidad y expresividad. En la misma catedral se puede contemplar el hermoso vitral de Notre-Dame de la Belle Verrière (Nuestra Señora de la Bella Vidriera), ejecutado hacia 1150. Se trata de una obra singular, de la cual sólo los cuatro paneles de la parte central, ocupados por la Virgen y el Niño, pertenecen a esa fecha; los ángeles que rodean a la Virgen fueron añadidos en el siglo XIII. Desde una perspectiva técnica, este vitral sintetiza todo el conocimiento francés del vitral del siglo XII, con sus incomparables rojos y azules y el vigor que le proporcionan los trazos realizados con grisalla.

En Alemania se conservan los vitrales más antiguos preservados enteramente: los vitrales de la catedral de Augsburgo denominados de los cinco profetas, porque representan a los profetas del Antiguo Testamento David, Moisés, Daniel, Oseas y Jonás. Las figuras rebasan los dos metros de altura. Fueron realizados a finales del siglo XI en el taller de la abadía de Tagernsee, cuyas creaciones se encuentran por todo Baviera.

En Inglaterra, la catedral de York alberga la vidriera más antigua de Inglaterra, un fragmento que corresponde a la representación del Árbol de Jesé, o árbol genealógico de cristo, datado de mediados del siglo XII.

Los vitrales correspondientes al siglo XII de la catedral de Canterbury fueron ejecutados con gran maestría. El rosetón norte, que presenta a Moisés sosteniendo las Tablas de la Ley, fue acabado en 1178. Las vidrieras que representan la genealogía de Cristo destacan por su hermosura y brillantez.

En España no quedan restos de vitrales de época románica. Tan sólo cabe hablar de algunas muestras pertenecientes al período cisterciense. El orden del císter, que se caracterizaba por su defensa de la simplicidad y la austeridad de las formas, sólo admitía ornamentaciones geométricas en los vitrales y el vidrio empleado era en su mayoría incoloro, con algún toque de rojo, amarillo y verde.

Detalle del Árbol de Jesé de los vitrales románicos de la catedral de Chartres, Francia, datados entre 1145 y 1155. Sólo una de las veinticuatro cabezas que aparecen en el vitral es original de la época.

Vitrales románicos de la catedral de Augsburgo, en Alemania, que representan a los profetas Daniel, Oseas, David y Jonás. En ellos se puede apreciar el hieratismo típico de las figuras románicas y el uso del color para definir las vestiduras. Son los vitrales más antiguos del mundo que se conservan íntegros.

Gótico

L

a osadía de la arquitectura gótica, que ideó grandes y hermosas capillas, iglesias y catedrales, sustituyendo los gruesos y pesados muros románicos por otros más ligeros, la bóveda de cañón por la de crucería y los contrafuertes por arbotantes, permitió la abertura de amplios ventanales. De este modo, los vitrales cobraron un mayor protagonismo, sirviendo a la vez de protección, soporte iconográfico y tamiz de la luz que iluminaba el interior de los templos. Asimismo, los vitrales se erigieron en fieles testigos de la evolución estilística e iconográfica de este período, con lo cual su relevancia es todavía mayor y se puede equiparar a la de las otras artes, como la pintura, la miniatura o la escultura.

El siglo XIV, que desde el punto de vista estilístico se acerca cada vez más a las soluciones renacentistas, supuso, desde una perspectiva técnica, un gran avance, gracias a una serie de descubrimientos que hicieron evolucionar el arte de los vitralistas. Uno de ellos, el amarillo de plata, revolucionó la técnica; al poder pintarse el vidrio con diferentes tonos de amarillo se suprimieron algunos plomos y la pieza de vidrio aumentó de tamaño, adquiriendo un cromatismo más rico. Otra innovación fue el uso de vidrio plaqué o vidrio doblado, que consiste en cubrir un vidrio de color con otro (cuando está todavía fundido), con lo que se obtiene mayor luminosidad y cromatismo. Hacia 1380, se introdujo una nueva técnica: el puntillado con grisalla.

Francia es el país que alberga los vitrales más importantes de la época. Los conjuntos de la catedral de Chartres y de la Sainte-Chapelle, en París, destacan, no sólo por su belleza y perfección técnica, sino porque representan dos momentos distintos. Su influjo alcanzó a obras coetáneas y posteriores.

Después de un incendio producido en 1194, Chartres inició la reconstrucción de su catedral. Varios talleres de vitralistas recibieron el encargo de ejecutar los más de 170 vitrales que cubren una superficie de unos 2.000 m2. Esta magna obra se pudo llevar a cabo gracias al dinero recibido por numerosos donantes, los cuales aparecen representados en medallones. Del impresionante conjunto, cabe destacar el rosetón norte, conocido como Rosetón de Francia, que ostenta una flor de lis dorada, y el vitral del Zodíaco, que narra las labores relativas a cada mes del año, a excepción del de enero, que está representado por un hombre de tres cabezas, simbolizando el pasado, el presente y el futuro.

La Sainte-Chapelle, construida entre 1243 y 1248 con el fin de guardar las reliquias de la Pasión, fue diseñada como un relicario de vidrio. Los vitrales, de unos 15 metros de altura, ocupan la mayor parte de las paredes de la capilla superior; están enmarcados por ventanas de arco apuntado que presentan un fino trabajo de tracería y se integran plenamente a la arquitectura. El magistral uso de los colores azules y rojos, además de una amplia gama de matices de tonos púrpuras, amarillos y verdes oscuros, es fortalecido por una línea de dibujo ágil, que imprime movimiento a las figuras. El uso de la grisalla, como si se tratara de acuarela, resta rigidez al dibujo. Las escenas están contenidas en medallones y las figuras fueron concebidas a escala del edificio. El resultado es impresionante; la luz, tamizada por los distintos vidrios de colores, transforma el espacio interior, confiriéndole una apariencia irreal, casi sobrenatural.

Los vitrales de la Sainte-Chapelle, en París, Francia, presentan escenas del Antiguo Testamento y la vida de Jesús, san Juan Bautista y san Juan Evangelista.

Rosetón de la capilla superior de la Sainte-Chapelle. Concebida para albergar la reliquia de la Santa Cruz, está compuesta por más de mil medallones y paneles de vidrio.

Los vitrales de la catedral de Notre-Dame, en París, están profundamente influidos por los de la Sainte-Chapelle. Los rosetones norte y sur fueron ejecutados con gran maestría. El primero, de mediados del siglo XIII, representa en el centro a la Virgen en el trono con el Niño, rodeada de unos ochenta sacerdotes, jueces y reyes del Antiguo Testamento. El sur, terminado diez años después, está dedicado a Cristo, acompañado de los apóstoles, santos y ángeles.

En el siglo XIV el empleo de grisalla se generalizó. Los talleres más importantes de vitralistas se hallaban en la región de Normandía. A pesar de que la calidad de las obras no superó a las del siglo anterior, se realizaron vitrales muy interesantes, como los de la catedral de Evreux y los de la iglesia abacial de Saint-Quen, en Ruán. En ellos se puede observar el cambio de estilo, propio de un gótico más evolucionado: mayor movimiento y estilización de las figuras y espacio enmarcado por una arquitectura que con el paso del tiempo cobra mayor relieve. El uso frecuente del amarillo de plata es característico de esta etapa y esta región.

De los conjuntos góticos conservados en Alemania, cabe prestar especial atención a los vitrales más antiguos de la catedral de Colonia, que datan de mediados del siglo XIII. De más de 13 metros de altura, están divididos en once paneles. Desde el punto de vista semántico, las escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento guardan relación. Así, a modo de ejemplo, la escena de Jonás devuelto a la playa es una prefiguración de la Resurrección de Jesús, y la de la reina de Saba ofreciendo presentes a Salomón lo es de la Epifanía. Asimismo, la catedral de Marburgo alberga unos interesantes vitrales que representan escenas de la vida de santa Isabel.

Los más importantes vitrales alemanes del siglo XIV son los de la catedral de Esslingen, los de Heiligkreuztal, de influencia italiana, y los de san Juan, de la catedral de Colonia.

El conjunto de vitrales góticos más importante de Inglaterra se encuentra en la catedral de Canterbury. Su análisis hace patente la relación con los vitrales franceses. El vitral que ilustra el martirio de santa Catalina, en la iglesia de West Horseley, es un claro exponente del vitral autóctono. Sus figuras son muy expresivas y estilizadas.

En Italia, los vitrales de la basílica superior de San Francisco de Asís, del siglo XIII, denotan una fuerte influencia germánica, sobre todo por lo que se refiere al uso de los colores. Las escenas que decoran las paredes del templo forman parte del ciclo iconográfico de la vida de la Virgen y Jesús.

La falta de maestros especializados en este arte en Italia promovió la colaboración del artista pintor con los talleres artesanos ejecutores. Paradigmático es el caso de la catedral de Siena, que alberga un vitral, con las escenas de la Muerte y Coronación de la Virgen, cuyo cartón es atribuido a Duccio.

En el siglo XIV los pintores florentinos y sieneses introdujeron la perspectiva en el vitral y, con ella, la volumetría y la proporción. Los vitrales de la basílica de San Francisco, en Asís, y los de la Santa Croce, en Florencia, son claras muestras de estos avances técnicos.

En España cabe citar, por su belleza, los vitrales del siglo XIII de la catedral de León. Por lo que se refiere a las muestras ejecutadas ya en el siglo XIV, el bello rosetón de la puerta de la Chapinería, en la catedral de Toledo, denota una clara influencia francesa. La influencia italiana se hace patente en los conjuntos de Girona y Tarragona.

Vitrales del rosetón sur de la catedral de Notre-Dame, en París, Francia, que representan a Cristo acompañado de los apóstoles, santos y ángeles.

Vitral La Virgen del Dado, diseñado por Nicolás Francés y realizado por Anequin, un ejemplo del gótico internacional que se prolongó hasta mediados del siglo XV con la obra de Nicolás Francés.

Detalle de un vitral del presbiterio (ventanal alto) de la catedral de León, España.

El Renacimiento

El siglo XV, primer período del Renacimiento, fue una etapa de transición. Mientras en algunas zonas todavía se realizaban obras siguiendo los parámetros del Gótico, ya sea de estilo flamenco o italianizante, o se adoptaban las formas del estilo internacional, en otras ya se ensayaban las nuevas fórmulas renacentistas, que llegaron a su punto álgido en el siguiente siglo.

En el siglo XV despuntó el vitral flamenco, íntimamente ligado a la pintura. En este sentido, cabe destacar la influencia de pintores como Van Eyck o Van der Weyden.

En este siglo el número de ventanales y escenas decreció y se dio mayor relieve a la grandiosidad y al estudio de la figura humana. La profusión de grisallas y el empleo de amarillo de plata con fondos damasquinados son algunas de sus principales características técnicas.

Aunque ya en el siglo XV se empezó a cuestionar la presencia de vitrales en las iglesias, puesto que los fieles se distraían en su contemplación, durante las primeras décadas del siglo XVI