Autoayuda - Gabrielle Bernstein - E-Book

Autoayuda E-Book

Gabrielle Bernstein

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Beschreibung

Un camino a la sanación que literalmente puede cambiar tu vida ¿Estás listo para desbloquear el mayor recurso de tu vida? Gabby Bernstein ha escrito el manual definitivo de autoayuda, en el que ofrece una práctica revolucionaria para transformar tus creencias fundamentales y conectarte con un sistema de guía interior infalible: la energía del Ser dentro de ti. Este innovador libro lleva el poder de la terapia de Sistemas Familiares Internos directamente a tu vida cotidiana. Descubrirás cómo patrones extremos —adicción, ira, complacencia o autocrítica constante— suelen desarrollarse para suprimir viejos sentimientos de ineptitud, vergüenza o miedo. Una vez que sacas estos patrones a la luz y los atiendes con cuidado, la sanación ocurre rápidamente. Con su característica sabiduría y su propia experiencia de vida, Gabby te guía a través de un sencillo proceso para que aprendas a cuidarte con compasión, a resolver conflictos internos y a transformar tu autopercepción. En Autoayuda descubrirás: • El "proceso de revisión en cuatro pasos" para transformar viejos patrones. • Herramientas prácticas y accesibles que se adaptan a tu vida. • Una práctica que puedes usar en cualquier momento y lugar para conectarte con la energía del Ser dentro de ti y obtener alivio instantáneo. En estas páginas, Gabby te empodera para que te conviertas en tu propio sanador interno. Ésta es la oportunidad de cambiar tu vida.

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Seitenzahl: 294

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Para Dick, mi héroe Gracias por tu amistad, orientación y fe inquebrantable en este libro

Para mejorar tu experiencia, he grabado en inglés las meditaciones y los ejercicios incluidos en el libro. Sólo tienes que apuntar con tu smartphone al código QR que aparece a continuación para saber cómo acceder a estas grabaciones y otros recursos.

Xo,

Gabby

(DearGabby.com/SelfHelpResources)

Prólogo

Acabo de terminar de leer este libro y tengo lágrimas en los ojos. Estoy muy agradecido y honrado por lo que Gabby Bernstein ha hecho aquí. Desarrollé la terapia de Sistemas Familiares Internos (SFI), el enfoque que ella presenta en este libro, durante las últimas cuatro décadas y trabajé en relativa oscuridad durante tres de esas décadas. A lo largo de esos años difíciles, uno de mis sueños era que un líder respetado, con credenciales tanto de autoayuda como de espiritualidad, llevara el SFI al público de una manera segura y que le hiciera justicia al poder del modelo. Ese sueño se ha hecho realidad con este libro.

He pasado mi carrera capacitando a terapeutas para llevar los SFI a sus pacientes, pero siempre supe que, si se interpretaba bien, podría convertirse en una práctica diaria que mejoraría la vida y las relaciones de las personas. Yo simplemente no sabía cómo hacerlo. Entró Gabby. Ella se acercó a mí hace unos cuatro años para invitarme a su pódcast. En ese momento había oído su nombre, pero habría estado mucho más nervioso si hubiera sabido lo importante que ella es. Tuvimos una gran conversación, y me impresionó lo bien que hizo su tarea y lo emocionada que estaba por los SFI. Eso derivó en muchas conversaciones casuales posteriores —nos volvimos amigos— y me emocionó cuando decidió tomar la capacitación de nivel 1 de SFI.

Sin embargo, hasta que leí este libro me di cuenta de cuánto había estado usando los SFI en sí misma (gran parte por su cuenta) y qué impacto había tenido ese trabajo en su capacidad para convertirse en lo que yo llamo autodirigida. Cuando me dijo que quería escribir un libro guiando a su audiencia para que las personas lo usaran en sí mismas, me sentí emocionado, pero también un poco preocupado. Una razón por la que no había buscado llevar este enfoque directo al público era que, a lo largo de años de trabajar con pacientes traumatizados, había aprendido lo delicado que puede ser ese trabajo. Esto es particularmente cierto una vez que acceden a lo que yo llamo un exiliado —una parte joven y vulnerable de ellos que estaba paralizada en una escena de trauma en el pasado—, una parte que encerraron dentro de ellos. Por otro lado, gran parte del éxito de Gabby proviene de su capacidad para explicar conceptos y prácticas espirituales y psicológicas para el público.

En este libro, Gabby ha encontrado la solución a mi preocupación. Deja claro que no está abogando por que los lectores usen todo el modelo de SFI. En cambio, te presenta las partes de ti que ejercen los roles de gerente-protector (de otra forma conocidos como tu ego) y no sólo te permite entenderlas de forma diferente, sino también ayudarlas a confiar en tu Ser (Self en inglés, por eso el título del libro es Self-Help, Autoayuda), que es un núcleo de cualidades como calma, compasión, confianza y conexión. Además, ofrece prácticas y meditaciones con instrucciones claras para ayudarte a lograr esos objetivos. Si, en el proceso de usar estas prácticas, accedes a un exiliado, te recomienda contactar a uno de los miles de terapeutas o practicantes de los SFI para ayudarte a sanar esa parte y luego volver a tus visitas diarias de cinco minutos con tus protectores.

Una de las fortalezas de Gabby como escritora y presentadora es que hace una divulgación valiente, no sólo de su propio pasado traumático sino también de los roles extremos que muchas de sus partes tuvieron que asumir para protegerla. Muchos lectores se identificarán con las descripciones de su parte adicta al trabajo, su parte adictiva en general, la controladora, la protectora agresiva de “cuchillos afilados”, la parte defensiva, la parte que es un juez autocrítico, la parte codependiente y la perfeccionista. Las historias de Gabby de cómo estos protectores alguna vez dominaron su vida y ahora han cambiado esos roles para convertirse en ayudantes internos que confían en su Ser para liderar, son inspiradoras. Conforme ella se volvía más autónoma y abrazaba los SFI, podía dejar de denigrar a cada una de esas personalidades internas y, en cambio, abrazarlas con compasión y perdón.

Actualmente se escribe mucho sobre cómo deberías mostrar compasión por ti mismo de manera general, pero el proceso de Gabby no consiste en cuidar sólo a tus partes agradables. A través de sus historias personales, ilustra la capacidad de mostrar compasión y amor a todas tus partes, incluso a las que han arruinado tu vida, y hacerlo de una manera muy específica que les permite transformarse. Ella llama a esto su “proceso de revisión en cuatro pasos”, y te ayuda a aplicarlo a muchas partes diferentes y difíciles de ti. Puedes usarlo en tu práctica diaria de ayudar a tus partes y también cuando alguien detona esas partes complicadas. En ese caso, aprendes a hacer lo que yo llamo un giro hacia tu enfoque y abrazar a los protectores que están activados, en lugar de permitir que se apoderen de ti y ataquen a la persona que te provocó. Luego puedes hablar por esos protectores desde el Ser, lo cual siempre resulta mucho mejor.

Como Gabby atestigua sobre su propio proceso, cuanto más logres que la práctica de revisión sea rutinaria, más confiarán tus partes en ti como líder, que es uno de los grandes objetivos de los SFI. Luego se convierte en un círculo virtuoso: cuanto más te dejan liderar tus partes y ven que las cosas salen mejor cuando lo hacen, más confían en que es sabio dejarte liderar. Como los niños que han tenido que asumir el rol de adultos en su familia y comienzan a confiar en que los padres pueden hacerse cargo, es un gran alivio para tus partes descargar toda esa responsabilidad, porque son demasiado jóvenes para dirigir tu vida. Cuanto más te ven liderar, menos extremas y más útiles se vuelven.

Con este libro, Gabby abre el camino para que yo y otros encontremos diversas formas de llevar parte del poder curativo de los SFI a audiencias más grandes y volverlo accesible para todos.

Como dije antes, éste es un sueño que se está haciendo realidad, ¡y estoy muy agradecido!

RICHARD C. SCHWARTZ, Ph.D., fundador de la terapia de Sistemas Familiares Internos

CAPÍTULO 1

¿Quién está dentro?

Estoy sentada sola en mi departamento en la ciudad de Nueva York con una gran taza de café junto a mi laptop. El café es mi compañero cuando escribo un libro.

Mis dedos se ciernen sobre el teclado con emoción. Aunque estoy lista para sumergirme, hay una parte de mí que está aterrada.

Me siento como una impostora. “¿Quién soy yo para escribir un libro de autoayuda basado en los principios de la terapia de Sistemas Familiares Internos?” La voz interna continúa: “No tengo credenciales en psicología, y no será suficiente. Me siento estúpida e incompetente. Soy un fraude”.

En lugar de ignorar esta parte de mí, elijo revisarla.

Al centrar mi atención hacia mi interior, me vuelvo curiosa y observo los pensamientos, sentimientos y emociones relacionados con ello. Siento una tensión en mi estómago y ansiedad en mi pecho. Se siente como una opresión. Es como un nudo.

Paso más tiempo recopilando información. Sé que esta parte mía es femenina. Me pregunto sobre su edad. “Tengo diez”, dice ella. “Estoy en clase de matemáticas y mi amor platónico acaba de llamarme estúpida. Se siente como un golpe en el estómago. Estoy avergonzada y, en el fondo, le creo. Soy mala en matemáticas. No puedo concentrarme, soy muy estúpida.”

Estoy familiarizada con esta parte interna que me critica; después de todo, ha estado presente durante 35 años. En lugar de callarla, soy testigo de lo que necesita expresar. “Me siento tan estúpida”, repite.

Noto una parte de mí que quiere abrazarla y recordarle lo inteligente que en realidad es. ¡Es una autora best seller #1 del New York Times en medio de la escritura de su décimo libro! Se ha entrenado para aprender el modelo de la terapia de Sistemas Familiares Internos (SFI). Ha explicado principios espirituales y de crecimiento personal profundamente difíciles de una manera que todos pueden entender. Estoy orgullosa de ella, y mi corazón ahora está abierto.

Me conecto compasivamente con ella colocando mi mano en mi corazón y pregunto: “¿Qué necesitas?”.

“Que creas en mí”, responde ella.

Una energía tranquila de amor me recorre y mi diálogo interno cambia: “Comparte tu propia experiencia: éste es tu regalo. Tus historias y experiencias vividas son lo que sanará”.

Emergen sensaciones de valentía. Ella confía en este sentimiento valiente, ya no está paralizada por los sentimientos vergonzosos de ineptitud. Se siente esperanzada. Se siente segura.

Respiro hondo y coloco mis manos en el teclado.

“Ok, ahora estamos listas para comenzar.”

¿QUIÉN ESTÁ DENTRO?

Aunque este diálogo interno fue breve, sería un error pensar que no fue muy profundo. Incluso las conversaciones compasivas breves con la parte de mí que se siente incompetente me permiten reiniciar y regresar al centro. Mi habilidad para mantenerme con curiosidad ante el miedo y compasiva hacia mi crítica interna me da el coraje y el valor para avanzar.

Entonces, ¿qué estaba pasando ahí en realidad? ¿Cómo pasé tan rápido del miedo al coraje? ¿Cómo apareció la compasión de manera tan fluida para ayudar? ¿Y cómo confié en la energía de esa presencia lo suficiente como para dejar de lado el miedo?

Mi capacidad para cuidarme así es el resultado de mi compromiso con la terapia de Sistemas Familiares Internos (SFI), el modelo terapéutico que ha cambiado mi vida.

Como estudiante espiritual devota, durante más de dos décadas he usado muchos estilos diferentes de sanación y caminos para el desarrollo espiritual y personal. La práctica de los SFI ha sido, por mucho, la práctica más transformadora en mi vida. He integrado los SFI sin problemas en cada faceta de mi vida, tanto a nivel personal como profesional. Esto incluye practicar el modelo durante más de siete años con mi terapeuta, participar en entrenamientos de facilitadores en el Instituto de SFI, y presentar la práctica a mi audiencia a través de mi pódcast, charlas en vivo y plataformas sociales. Este modelo ha generado un cambio profundo en mi carrera, mi matrimonio, mi maternidad y mi experiencia humana. Tanto, que he decidido escribir y compartir el milagro de los SFI dentro de este libro.

¿QUÉ SON LOS SFI?

Cuando alguien dice: “Cuéntame de ti...”, ¿cuál es tu respuesta inmediata? Quizás enumeras tus credenciales profesionales o tal vez sacas fotos de tus hijos para demostrar tu rol como padre o madre. Es muy poco probable que digas algo como: “Soy divertida hasta que me lastiman. Cuando me lastiman, una parte mía se enoja mucho. Cuando me enojo, contraataco. Y cuando contraatacar no funciona, me cierro y me adormezco en internet”.

Nos identificamos a nosotros mismos basándonos en una percepción exterior que hemos construido con el tiempo: lo que hacemos, a quién criamos, nuestro género, nuestra raza, nuestra religión, dónde vivimos, etcétera. Nuestro enfoque externo y las pretensiones que hemos creado sobre nosotros mismos han enmascarado lo que más importa: quiénes somos en realidad por dentro.

La reflexión interna a menudo se reserva para una hora a la semana en terapia o un momento en un cojín de meditación. La mayoría del tiempo, nuestras vidas ocupadas nos impiden tomar el tiempo necesario para reflexionar sobre quiénes somos en verdad, qué deseamos genuinamente y en realidad qué necesitamos. En lugar de ser receptivos a nuestros sentimientos, los ignoramos. En lugar de sanar de nuestras experiencias difíciles de vida, las cerramos, nos adormecemos y enfocamos nuestra atención en el exterior para evitar lo que está sucediendo en nuestro interior. Cuando nuestras circunstancias externas se vuelven desafiantes y sentimos que nuestras luchas internas nos abruman, podríamos recurrir a comportamientos adictivos como las drogas, el alcohol, el exceso de comida, el juego, o más. Hacemos esto para evitar saber quién está dentro.

Enfrentar nuestros sentimientos y emociones más íntimos no es algo que se le dé de forma natural a la mayoría de las personas. Con frecuencia nos han enseñado a reprimir, evitar o minimizar nuestras experiencias internas. Sin embargo, dentro del modelo de SFI, hay un enfoque notable para la sanación: una perspectiva compasiva con el potencial de transformar tu vida profundamente. Los sistemas familiares internos son una forma de psicoterapia basada en evidencia que parte de la premisa de que la mente está naturalmente compuesta por múltiples partes, como subpersonalidades. Los SFI enseñan que todos nuestros grandes sentimientos, pensamientos, sensaciones, comportamientos, reacciones y patrones no representan quiénes somos, sino partes de quienes somos. No somos una única persona. Estamos compuestos por muchas partes diferentes desarrolladas a partir de eventos abrumadores que sucedieron cuando éramos niños.1

El objetivo de los SFI es ayudarte a identificar y conocer estas diferentes partes de ti mismo para que te relaciones con tus pensamientos y emociones internos de una manera compasiva, amable y amorosa: como una familia interna. A través del proceso de los SFI, puedes aprender a conectarte con estas partes con una energía tranquila y, en última instancia, ayudarles a sentirse seguras.

EL HOMBRE DETRÁS DEL MÉTODO

Una tarde de 2020 me topé con una entrevista en YouTube con el creador de la terapia de Sistemas Familiares Internos (SFI), el Dr. Richard Schwartz (conocido como Dick). En el primer minuto de escuchar a Dick explicar los SFI, grité: “¡Eso es lo que he estado haciendo con mi terapeuta todos estos años!”. Ver a Dick explicar los SFI tan claramente, y reconocer la modalidad que mi terapeuta había estado usando, fue el momento de mayor revelación de mi vida. Sentí su energía tranquila y compasiva a través de la pantalla de la computadora. Me sentí atraída a aprender más sobre esta terapia que me había estado sirviendo de manera indirecta durante tantos años, ¡así que compré todos sus libros y me convertí en su estudiante a la distancia!

Después de seis meses de leer los libros de Dick, me comuniqué con su equipo para invitarlo a mi pódcast. Me emocionó cuando aceptó, pero, extrañamente, estaba nerviosa antes de la grabación. Sin embargo, desde el momento en que él se conectó para grabar, mi energía se calmó.

Tuvimos una conexión instantánea. Su energía tranquila y curiosa me permitió establecer un verdadero sentimiento de seguridad dentro de nuestra conversación de una hora. Estaba asombrada por su capacidad para ser tan vulnerable y auténtico con una desconocida. Antes de desconectarnos, le compartí mis planes de tomar la formación de practicante de SFI. “Quiero enseñar este trabajo de alguna manera”, dije. De inmediato, Dick estuvo de acuerdo en que ése era el siguiente paso para mí, y se ofreció a apoyarme a lo largo del proceso.

La terapia SFI se desarrolló de una manera muy intuitiva y guiada. A sus 30 años de edad, Dick era un terapeuta familiar con la creencia de que la terapia familiar era el santo grial. Parte de su práctica de terapia familiar implicaba trabajar en un estudio de resultados en una unidad psiquiátrica para adolescentes que trataba a pacientes bulímicos. Descubrió que su formación tradicional no les daba a sus pacientes los resultados que él esperaba. De hecho, en algunos casos parecía causar más daño que bien. Cuando les pedía a los pacientes que desafiaran la bulimia e intentaran detener el comportamiento, empeoraban y se lastimaban más a sí mismos. Al preguntarles por qué, los pacientes volvían con la misma respuesta: expresaban la experiencia de “una parte diferente de ellos” que tomaba el control cuando comían de forma compulsiva. Por lo regular, este tipo de respuesta podría llevar a un terapeuta a considerar un diagnóstico de trastorno de personalidad múltiple. Pero en lugar de eso, a Dick le dio curiosidad esa parte que quería comer compulsivamente. Su curiosidad creó un ambiente seguro para que los pacientes se sintieran vistos, respetados y escuchados. A medida que se acercaba a ellos con curiosidad y compasión, los pacientes comenzaban a calmarse, abrirse y compartir más sobre las diversas “partes” que emergían cuando eran activadas. Como resultado, Dick hizo una observación interesante. Los comportamientos extremos exhibidos por estos pacientes parecían ser una especie de mecanismo de protección, defendiéndolos contra las heridas infantiles más profundas no resueltas. Dick comenzó a usar su formación familiar para conectar con la parte del paciente que luchaba con la bulimia. Se acercó a la “parte” casi como si fuera una sesión de terapia familiar. Excepto que, en este caso, todos los miembros eran parte de la familia interior del paciente.

Durante más de 40 años, Dick ha dedicado su vida a los SFI y a ayudar a las personas a reconocer la multitud de partes dentro de ellas. Su proceso terapéutico ha sanado innumerables vidas, incluida la mía. “No existen partes malas”, dice, ofreciendo a las personas un camino amable para reconocer todas las partes de sí mismas con amor y respeto.2

UN CAMINO AMABLE HACIA LA SANACIÓN

Los SFI son un enfoque profundamente compasivo hacia la sanación. En lugar de tratar de arreglarte o cambiarte, éstos te enseñan a explorar con curiosidad y compasión cada parte de quien eres. Esto te puede ayudar a desarrollar un entendimiento más profundo de ti mismo y de tu mundo interior, y en última instancia llevarte a un mayor amor propio y aceptación. Con un poco de curiosidad, compasión y valentía, puedes aprender a sanar e integrar todas las diferentes partes de ti mismo y crear una vida más plena y alegre.

Una amiga cercana me dijo una vez: “Gabby, tengo un problema en el trabajo. Soy muy buena en mi trabajo y me llevo bien con mis compañeros, pero cuando me siento desafiada por mi jefe, sale un lado completamente diferente de mí. Me pongo súper agresiva y contraataco. Es como si otra parte de mí tomara el control”.

En un esfuerzo por saber más, le pregunté con gentileza: “¿Es posible que tu agresión esté tratando de protegerte de algo?”.

Observé cómo desplazaba su atención hacia su interior. Tras un breve silencio, respondió: “Sí, me he estado protegiendo desde que puedo recordarlo”.

“¿Puedes llevar tu atención hacia dentro y revisar la parte que te está protegiendo?”, le pregunté.

Ella asintió.

“¿Qué estás experimentando? ¿Notas algún pensamiento, sensación o emoción específica?”, le pregunté.

“Me siento mareada y con náuseas, y constantemente pienso que necesito ser perfecta y tener todo bajo control.”

“¿Cuántos años tenías cuando empezaste a protegerte así?”

Sin dudarlo, exclamó: “Comenzó a una edad temprana. Mis papás cuestionaban todo lo que hacía. Buscaban que hiciera las cosas a la perfección. Aprendí que nunca sería perfecta ante sus ojos. Así que cuando el perfeccionismo fallaba, la única manera de protegerme era volviéndome agresiva y contraatacando. He estado luchando desde entonces”.

Esta amable experiencia de ir hacia dentro le ofreció una nueva perspectiva sobre sí misma que tuvo un impacto profundo. Todo lo que se necesitaba para este cambio era su voluntad de mirar hacia dentro y explorar con curiosidad, lo que le permitió presenciar esta experiencia a través de la lente de la curiosidad, y sin atacar. Este momento de presenciar la experiencia le ofreció un cambio total de percepción. En lugar de juzgar su reacción agresiva, pudo, en ese momento, observarla como un mecanismo de protección que la ayudó a apaciguar los sentimientos de incompetencia de su infancia. Poder atestiguarlo le ofreció la oportunidad de ver cuánto había estado trabajando para protegerse y el impacto que eso había tenido en su vida y sus relaciones.

PARTES PROTECTORAS

Todos tenemos mecanismos de defensa únicos que aparecen cada vez que sentimos que algo se detona o activa en nosotros, ya sea una condición, situación o persona externa. Estos patrones se han desarrollado con el tiempo como un esfuerzo para protegernos contra las perturbaciones emocionales no resueltas de nuestro pasado, incluyendo experiencias de las que quizá no seamos conscientes. Cuando las perturbaciones emocionales profundas permanecen sin ser abordadas, pueden convertirse en patrones de energía persistentes en nuestro cuerpo y cerebro. En consecuencia, podemos recurrir instintivamente a respuestas de lucha, huida o parálisis cada vez que se activa una emoción no resuelta. Nuestro instinto inconsciente es evitar experimentar estas emociones intensas, lo que nos lleva a adoptar diferentes patrones de comportamiento para manejarlas y suprimirlas.

En los sistemas familiares internos, lo que a menudo pensamos que son reacciones automáticas, adicciones o hábitos se llaman partes Protectoras. Éstas pueden ser una parte de ti que se resiste a la autoridad o que se rinde cuando las cosas se ponen difíciles. Podrías tener un perfeccionista interno que trabaja sin cesar para evitar sentimientos más profundos de incompetencia. O una parte iracunda, siempre lista para contraatacar cada vez que te sientes desafiado. O quizás una parte complaciente que antepone las necesidades de todos los demás a las propias en un esfuerzo por sentirse digna de amor. Las partes Protectoras reciben su nombre de manera apropiada por su única misión central, que es proteger contra emociones inadmisibles del pasado. Sentimientos que se establecieron a una edad temprana, como sentirse indigno de ser amado, no ser suficiente, inseguro o incluso traumatizado.

Podrías notar que estas partes emergen cuando ciertas personas o situaciones te detonan. Por ejemplo, si tienes problemas con la autoridad, podrías reaccionar a la defensiva cuando tu jefe te cuestiona y luego lamentar haber actuado así. O quizás en las relaciones podrías apegarte demasiado rápido, y entrar en pánico si la otra persona no responde a tus mensajes de inmediato después de haber tenido sólo una cita. Estos comportamientos pueden volverse tan arraigados que podrías llegar a creer que son quientú eres. Pero ¿y si sólo fueran una parte de ti que te protege de algún sentimiento o recuerdo?

Considera esto: no eres controlador, no eres iracundo, no eres codependiente. Más bien encarnas varias personalidades únicas, todas impulsadas por una intención común: suprimir sentimientos no resueltos de ineptitud, vergüenza y miedo. Estas partes de ti mismo han estado trabajando para protegerte y protegerse durante mucho tiempo.

Hay dos tipos de partes Protectoras: Gerentes y Bomberos. Los Gerentes casi siempre dirigen el espectáculo, y por lo común son las partes que están con nosotros en la vida cotidiana. Ejemplos de Gerentes podrían ser aquellas partes que luchan por el control en un esfuerzo por sentirse seguras, o partes críticas que juzgan a otros para evitar sentirse juzgadas. Los Gerentes son las partes Protectoras en las que confiamos con regularidad para mantener una sensación de estabilidad y bloquear la vulnerabilidad o el dolor emocional.

En situaciones donde la vida se vuelve desafiante y las técnicas protectoras de nuestros Gerentes ya no funcionan, toma el cargo otra forma de protección. Esta segunda parte Protectora se conoce en SFI como el Bombero. Como sugiere su nombre, el propósito del Bombero es extinguir las llamas de las emociones intensas que el Gerente ya no puede mantener a raya. Los bomberos utilizan medidas de protección mucho más extremas: en muchos casos se manifiestan como partes adictivas, dañinas o autodestructivas.

Una dinámica de Gerente y Bombero podría verse así: una parte de Gerente podría aparecer como muy organizada y perfeccionista: es la parte que insiste en crear listas de tareas, apegarse a un horario estricto, organizar meticulosamente cada detalle de la vida diaria y esforzarse por la perfección en el trabajo para prevenir críticas o fallas. Esta parte está presente todo el tiempo, y mantiene su perfeccionismo para no sentirse abrumada, rechazada o juzgada. Sin embargo, si esta parte de Gerente perfeccionista falla o comete un error, pueden rebasarla sentimientos intensos de incompetencia y vergüenza. Cuando estas emociones se vuelven abrumadoras y el Gerente ya no puede contenerlas, una parte de Bombero puede emerger y participar en comportamientos más extremos, a veces dañinos, para extinguir las emociones angustiantes. Estos comportamientos podrían incluir autolesiones, abuso de sustancias o trastornos alimentarios. Las acciones urgentes e impulsivas toman el control para adormecer o escapar de los sentimientos insoportables.

¿A QUIÉN PROTEGEN LOS PROTECTORES?

Ambos tipos de partes Protectoras (Bomberos y Gerentes) se construyen para protegerte contra sentimientos inadmisibles de vergüenza, miedo, terror y duelo que provienen de experiencias infantiles traumatizantes y comprometedoras. Veamos cómo sucede esto.

Como niños pequeños (sin importar qué tan feliz haya sido nuestra crianza), todos tuvimos experiencias intolerables, grandes o pequeñas, que nos llevaron a paralizarnos y desconectarnos de la vida. Nuestro cerebro infantil carecía de los recursos para navegar a través de estas emociones intensas. En consecuencia, las suprimimos, las excluimos y las enterramos en lo más profundo. En efecto, las exiliamos. Pero las partes jóvenes y traumatizadas de nosotros mismos que experimentaron estas emociones permanecen con nosotros. En SFI son conocidas como los Exiliados.

Todos los niños encuentran momentos en los que se sienten inadecuados o no amados, pero cuando la experiencia es muy intensa, y les provoca un dolor profundo o un terror extremo, no tienen la capacidad de lidiar con el alud de emociones y procesar las experiencias de manera segura. Así que las partes infantiles se quedan exiliadas, o paralizadas y prisioneras dentro de nosotros, y los protectores intervienen para suprimir las grandes emociones del niño interior asustado.

Incluso lo que puede parecer un incidente menor, como que se burlen de ti en el patio de recreo sin la presencia de un adulto seguro que ayude a procesar la experiencia, puede dar lugar a una parte exiliada que permanece oculta durante años. Con frecuencia he escuchado a personas minimizar su experiencia al hablar sobre sus primeros años. Mencionarán su infancia libre de traumas, mientras que al mismo tiempo hablan del divorcio de sus padres o del cuidador alcohólico. Estas referencias despreocupadas a la adversidad infantil sirven como otro medio para desconectarse de la realidad de que algo significativo ocurrió y que no pudieron procesarlo por completo.

Estos Exiliados llevan la carga de la incompetencia, la vergüenza, el terror o el miedo a no ser amados: sentimientos que eran demasiado abrumadores para que un niño los manejara. Y son estos niños traumatizados, avergonzados y con emociones no procesadas dentro de nosotros, a quienes los Gerentes y Bomberos se esfuerzan tanto por proteger.

VAMOS A REVISAR...

De acuerdo, hemos cubierto mucho terreno aquí, y quiero asegurarme de que todavía estamos en la misma página. Recapitulemos: todos tenemos nuestros propios mecanismos de protección únicos, conocidos en SFI como partes Protectoras.

Partes Protectoras: son los mecanismos de protección dentro de nosotros que responden cuando nos enfrentamos a detonantes. Sirven como mecanismos de defensa para protegernos del dolor de las perturbaciones emocionales no resueltas de nuestro pasado (a menudo en la infancia).

Hay dos tipos de protectores: Gerentes y Bomberos.

Gerentes: estas partes Protectoras están presentes en nuestra vida cotidiana, esforzándose por prevenir que nuestras emociones más profundas y vulnerables lleguen a nuestra conciencia.Bomberos: cuando los Gerentes están abrumados, intervienen los Bomberos. Estas partes Protectoras participan en comportamientos potencialmente más extremos, a veces dañinos, para suprimir emociones intensas relacionadas con nuestras heridas pasadas.

Los Protectores trabajan incansablemente para anestesiar la angustia emocional y el trauma no resueltos de los Exiliados.

Exiliados: son las partes vulnerables que llevan el peso de nuestras experiencias negativas pasadas, similares a niños interiores atrapados en un estado de angustia.

Tanto los Gerentes como los Bomberos trabajan en conjunto para evitar que las emociones de los Exiliados salgan a la superficie, con frecuencia por medio de medidas significativas, para asegurarse de que no volvamos a experimentar el dolor del pasado.

¿Te sientes abrumado al considerar que tienes diferentes partes dentro de ti? Quizá tus ojos se estén llenado de lágrimas y estés comenzando a desconectarte. Lo entiendo. Puede ser difícil para nosotros contemplar que tenemos todos estos pequeños niños dentro de nosotros, y mucho más reconocer que existen partes infantiles traumatizadas y exiliadas que han estado encerradas durante tanto tiempo. Sólo tenme paciencia y pospón tu incredulidad por un momento. Voy a guiarte de modo amable para abrir tu mente a una nueva forma de percibir tu vida. Todo lo que se requiere es tu voluntad de aprender más. Los métodos en este libro no funcionarán sin tu voluntad. Así que, si estás listo para realizar el mayor cambio en tu vida, sigue leyendo y quédate para los milagros. Respira hondo, pon tu mano en tu corazón y escúchame: no hay partes malas de nosotros, y existe ayuda en nuestro interior.

SER

Lo que las partes Protectora y Exiliada necesitan —lo que nosotros necesitamos— es un líder interno. Alguien que pueda calmar a los niños internos y consolarnos cuando nos vemos inundados de emociones extremas o respuestas protectoras. En SFI, la verdadera sanación llega cuando nos reconectamos con nuestro recurso interno siempre presente, conocido como Ser (con S mayúscula). Los SFI entienden que una presencia de Ser íntegra, sabia, con recursos, tranquila y amorosa existe dentro de todos, y está disponible para nosotros en cualquier momento.

El Dr. Steven Krantz, un terapeuta de SFI, define el Ser como el “sol detrás de las nubes”. Aunque no podamos ver el sol, sabemos que siempre está ahí. Al igual que el sol, el Ser no es algo que tengamos que encontrar, ya está ahí: sólo tenemos que permitir que se revele desde detrás de las nubes de nuestros Protectores. El Ser es nuestra verdadera naturaleza. Si te sientes cómodo con el lenguaje espiritual, podrías pensar en el Ser como tu naturaleza divina, o naturaleza de Buda, o guía interior. Reconozco al Ser como mi energía de amor siempre presente.

Quizás ha habido momentos en tu vida cuando has sentido un flujo creativo, como si estuvieras totalmente alineado con el Universo. O tal vez has sentido una presencia de calma profunda durante la meditación o al final de una larga carrera. O has experimentado una sensación de expansión interna o un momento fugaz de autocompasión. Estos sentimientos son la esencia de tu Ser más grande.

Cuando éramos niños, recurrimos a nuestros padres para que fueran la energía del Ser en nuestra vida. Pero en muchos casos nuestros padres no fueron capaces de satisfacer nuestras necesidades básicas porque ellos —como todos nosotros— no tuvieron quien cuidara de sus propios sentimientos y experiencias. Así que llegamos a depender de mecanismos de protección (partes Protectoras) para mantener a raya las emociones inadmisibles que no fueron atendidas.

Con los años, las partes Protectoras (Gerentes y Bomberos) se vuelven más fuertes y sus nubes cubren la presencia del Ser. Cada momento de vergüenza, miedo o trauma nos hace construir un escudo protector aún más fuerte, el cual bloquea la presencia del Ser. Conforme fortalecemos nuestra conexión con el Ser, podemos formar un sentido de seguridad interior y reconectarnos con el recurso de apoyo que hemos anhelado.

El Ser posee ocho cualidades esenciales, conocidas como “las 8 C”: curiosidad, calma, conexión, claridad, compasión, creatividad, coraje y confianza. Estas cualidades representan colectivamente una energía siempre presente del Ser.

Los SFI enseñan que en nuestro núcleo todos tenemos acceso a estas cualidades del Ser; no tenemos que construirlas o ir a buscarlas, ya están dentro de nosotros. Cuando estamos conectados con el Ser (incluso por un momento), sentimos como si estuviéramos “en el flujo”: con la capacidad de presenciar y observar compasivamente todos los sentimientos y emociones en nuestro interior. El Ser es una energía tranquila y regulada. En ese estado seguro, tenemos la capacidad de advertir y presenciar nuestras sensaciones, pensamientos, emociones y sentimientos.

Cuando el Ser es el líder de la familia interna, hay menos conflicto interno y comportamiento reactivo. Cuando estás conectado con el Ser, tu sistema nervioso se calma, tus críticos internos se relajan y sientes que fluyes.

Incluso si se te dificulta sentirte conectado con el Ser, tal vez has experimentado momentos de conexión a lo largo de tu vida. Quizá te sientes conectado con el Ser por un momento fugaz en Savasana después de una hora de yoga, o tal vez sientes que la energía del Ser surge mientras estás involucrado en un proyecto creativo. La energía del Ser puede surgir de forma natural cuando estamos siendo creativos, absortos en una actividad física o en la calma tranquila de la meditación. Aunque estos momentos sean breves, son suficientes para recordarte que el Ser ya está en tu interior. No necesitas reparar nada para experimentar esa presencia. Simplemente sigue los pasos de este libro para remover los obstáculos a tu conexión inherente con el Ser. Cuanto más te conectes con el Ser, más aprenderás a depender de él como un sistema de orientación interior.

Una vez más, voy a pedirte que mantengas la mente abierta. En los capítulos siguientes, te guiaré a través de prácticas poderosas para experimentar el Ser de primera mano. Por ahora, sólo permanece abierto. Tu disposición y corazón y mente abiertos son todo lo que necesito para ayudarte a desbloquear el mayor recurso de tu vida.

Toma un momento para colocar con suavidad una mano en tu corazón y la otra en tu estómago. Respira profundo y, al exhalar, suelta. Respira hondo y exhala por completo tres veces. Nota cualquier nueva sensación en tu cuerpo. ¿Te sientes un poco más tranquilo? Si notas aunque sea el más mínimo alivio o calma, debes saber que es la energía del Ser.

ALINÉATE CON EL SER

Yo tenía una Protectora incondicional muy fuerte a la que llamaba “la adicta al trabajo”. Ella escribió nueve libros en el lapso de 11 años. (Observa que, aunque me refiero a mis partes como femeninas, las partes pueden manifestarse como diferentes géneros o no tener género.) Ella fue entrevistada por Oprah a los 31 años, y construyó un gran negocio sirviendo a personas de todo el mundo antes de los 35. Fue elogiada por su arduo trabajo. Aunque esta parte adicta al trabajo creó mucho bien en el mundo, era una parte atrapada en un rol extremo. Su extrema adicción al trabajo ocasionó problemas físicos reales para mí, incluyendo ataques de pánico, trastornos gastrointestinales, insomnio y, en última instancia, un colapso nervioso.

Mientras escribía esta primera sección de este libro, la adicta al trabajo intentó emerger. Yo me había tomado unos días libres para escribir, y estaba sola en mi departamento en la ciudad de Nueva York en lo que parecía ser la primera vez en años. Cuando me senté a iniciar el proceso de escritura, comencé a sentirme ansiosa. Ignoré la ansiedad, me serví una taza de café y continué escribiendo. La ansiedad se intensificó y mi corazón comenzó a acelerarse. La incomodidad fue suficiente para que me alejara de la computadora para meditar. Dirigí mi atención hacia mi interior, y revisé la parte ansiosa. La noté y le presté algo de atención. Dentro de un minuto o algo así, mi ansiedad habló. “Te estoy obligando a seguir escribiendo. No puedo dejarte tomar un descanso porque tengo miedo de no hacer nada. Tengo miedo de ser improductiva.” ¡Bum! Allí estaba: la parte adicta al trabajo que creía que no ser productiva significaba que no era lo suficientemente buena. Me sorprendió mucho que, después de todos estos años, pudiera aparecer de improviso.

En lugar de permitir que la adicta al trabajo tomara el control para superar la ansiedad, sentí curiosidad por ella. Puse mi mano en el corazón. Sentí cómo la compasión recorría mi cuerpo. Mi respiración se relajó y se instaló la calma. Me conecté con mis sensaciones internas de agotamiento. Luego le pregunté a esa parte de mí qué necesitaba. “Necesito una siesta”, dijo.

Escuché a la parte y me di permiso para dejar de trabajar y tomar una siesta. Cuando desperté, sentí como si hubiera tenido la sesión de terapia más profunda. Mi ansiedad había desaparecido, mi mandíbula y mi cara estaban relajadas y disfruté una buena cena. Dos horas después volví a mi computadora para documentar esta historia. La escritura fluyó sin esfuerzo. Ya no me esforzaba; fluía. En lugar de que mi parte adicta ignorara mi agotamiento, dejé que el Ser me ayudara.

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