Bajo el agua - Tadeo Mengide - E-Book

Bajo el agua E-Book

Tadeo Mengide

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Beschreibung

Cargado de nostalgia, imágenes vívidas y preguntas sin respuesta, el libro se sumerge bajo el agua y nos lleva allí donde el aire no corre, el silencio se amplifica y los pensamientos parecen ser lo único que realmente existe. Y uno no puede respirar como quisiera, sino como te lo permite el cuerpo. Uno es ajeno a eso que hace el cuerpo para sobrevivir.  Bajo el agua se escribe de la mano de las palabras con las que se puede decir el mundo. Aquellas palabras que me faltan / son huecos de aire en mi boca; / explotan como burbujas / dejando un sonido ciego que / no llega a la luz de los labios (...). Un recorrido poético donde la introspección y la belleza de la palabra nos invitan a perdernos en lo intangible de la vida y reencontrarnos en cada línea.

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Seitenzahl: 46

Veröffentlichungsjahr: 2025

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TADEO MENGIDE

Bajo el agua

Mengide, TadeoBajo el agua / Tadeo Mengide. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-6184-8

1. Poesía. I. Título.CDD A861

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

Poemas

Aforismos

Haikus

Poemas

No sé dónde la tengo,

pero la siento mía,

afuera o adentro,

el alma,

este silencio.

Adentro mío hay una casa,

y nadie contesta;

adentro mío hay una casa,

que está vacía;

adentro mío hay una casa,

y corre el viento violentamente:

Adentro mío hay una casa,

y todas las ventanas están abiertas;

entra el sol como un silencio,

apenas brillan las paredes,

y al fondo del último pasillo

una guitarra muda hace sombra

en el piso vacío.

Cuando llueve

todo está mojado y

el agua corre

como si no supiera dónde ir:

se deshace el cielo

en nubes que se odian,

que se quieren,

—tan lejos, allá arriba—

lloran infinitas,

de a gotas;

y son después,

/ahora/

un río

que se desangra

de afuera para

adentro.

Los caminos que toma la palabra

son insondables pasajes por

dónde vaga mi alma sin llegar nunca

a ningún lado; pasa por ciertos

recovecos del pensamiento

y se pierde otra vez

en la nada.

No veo nada,

pero de a poco

me voy reencontrando/

Puede haber

luz.

El alma,

esa parte mía

que parece extrañarme siempre;

no puedo saber

por qué la busco tanto,

por qué nunca la encuentro

si ella siempre llega hasta mí,

vive conmigo,

camina adentro mío suavemente,

casi bailando parpadea

en todos los rincones de mi cuerpo;

y yo puedo sentirla,

esa inmensa forma de aire

que pareciera superarme;

la siento tan mía como la voz,

una voz que se lamenta y que llora y que canta,

que me duele y a veces me lastima;

pero también puedo sentir su alegría,

sus pequeños saltos de entusiasmo,

los espasmos de una felicidad que

no es mía pero que me contagia;

es un romance eterno,

el alma,

es la tranquilidad

de saber

que existo

en alguna parte.

La noche se llena

de pájaros mudos

que duermen sobre ella

y le regalan su última ternura;

mañana nacerán de nuevo

y serán otra vez

el cielo.

Otra vez la luz,

una ventana que se abre

en la sombra

que me ocupa:

sigo estando siempre

en el medio,

estoy,

sigo estando,

por más lejos que

pueda irme.

Un hombre está encerrado

en su propio símbolo,

y toca la guitarra como un papel;

se envuelve el sonido

como la raíz de una planta

a su corazón oscuro

sin pensar

en qué parte se enreda,

como un calambre,

su pensamiento

con su alma;

hay todo un silencio

quebrado de música,

que llora

apilado contra las paredes

de sombra,

atravesadas por un sol que llega,

por otra mañana que viene ahora.

Atrás de los nombres de las cosas

están las cosas, y

atrás de la oscuridad

hay una oscuridad más profunda,

la forma del tiempo

devorándose a sí misma,

desapareciendo

en la nada.

Lo que siento y lo que digo

van siempre por diferentes caminos;

puedo sentir el fuego adentro

y apenas escupir cenizas

en formas de palabras

que se dispersan

en el aire.

La confusión de mis ideas

como si fueran cosas visibles,

como si hubiera un puente

a esta tierra tan lejana,

tan oscura y extraña,

amorfa.

¿A dónde voy cuando duermo?

¿Qué forma toma mi nombre

en esa ausencia?

¿Quién me habita cuando

me hundo en mi propia noche?

Tengo una cantidad de momentos

cortados y arreglados

como un ramo de flores

que hacen mi vida:

se lo ofrezco

a esa persona

que me mira

en el espejo.

En un sueño había

una parte de mí mismo

escribiendo que había

otra parte que lo miraba.

Todas las cosas

nacen de la misma rama;

lo importante

es el árbol,

y no

tiene

nombre.

Veo una paloma que se distiende

en el aire

dormida parece que vuela

sobre la ausencia

de mis palabras/

En el cielo hay algo

que no termina.

Tengo una nube en el pecho,

en las manos una espina que

me quema/ siento

abajo de mis huesos

otros huesos

que están llorando/ tengo

algunas palabras

muertas en mi boca que

se desangra/ y

adentro mío,

a pesar de todo,

sigo siendo el mismo.

Pero

yo no sé

de qué parte soy.

Hace frío en la casa y

afuera llueve.

El pasto está largo/

[arriba]

duro por La helada

Pero adentro

no llueve como afuera:

el viento entra

por la ventana

arrimándose

a mí

como

disculpándose/

la tarde es un espejo

en el parque,

arriba las casuarinas/

Me escondí/

Veo mi casa que

no es esta pero

la otra; allá lejos/

empieza a llover:

el olor a tierra mojada

siempre trae

algún recuerdo.

Que nunca conozca a ese

que fui antes de ser ahora;

que no anide la tristeza en el alma

ni una noche;

que nunca deje un día

sin escribir al menos dos palabras;

que tampoco se vaya mi vida,

sin dejarme morir

todos los días un poco menos/

que decir nunca

es decir nada.

Adentro mío

estoy yo; allá lejos,

en lo oscuro de mi cuerpo

floto en mi propio reflejo;

confundido nado

en lo que parece la esencia

de mi alma, un canal por el que vago

hacia ningún lado; y desde lejos –otra vez–

un eco golpea las paredes

de mi entendimiento/ una voz

me confiesa que yo mismo

me observo/ y cuanto más me busco

menos me encuentro; vuelvo

en una respiración al centro

de mi dominio, me fortalezco/

siento que nunca cambié,

y que nunca fui yo mismo.

Mis manos extrañan tus manos,

que viajan de tu cuerpo a ese lugar