Bajo el cielo - Elhi Delsue - E-Book

Bajo el cielo E-Book

Elhi Delsue

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Beschreibung

La poesía de Elhi Delsue es vital y afirmativa. Arraigada en las orillas del Caribe, se nutre en las venas de América Latina, y la ilumina la cultura humanista e hispánica. Testimonio de su tierra y de su tiempo, alcanza lo universal en su vuelo profundo por asuntos trascendentes. El poeta en su lengua, el poeta en las formas, nos hablan de la peripecias del hombre en su familia, en el amor, en la política, en la muerte. En su mayor parte intimista, aunque no elude lo histórico, nos describe los desgarros de un hombre sensible ante los avatares de su vida. La alegría casi siempre vestida de nostalgia, el amor casi siempre envuelto en la ruptura, la paz con olor a pólvora: lo dominante es el dolor; una fe temblorosa en el Cristo más humano, reverente ante la creación del Dios del Antiguo Testamento. Elhi Delsue es un poeta riguroso, refinado en su lengua, artífice de la palabra, orfebre del verso. La densidad es una característica de este libro, y el fruto de su lectura será el conocimiento: de un hombre, de su tiempo, de su palabra. (J.R.B.W.)

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Seitenzahl: 98

Veröffentlichungsjahr: 2018

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Delsue, Elhi

Bajo el cielo / Elhi Delsue. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores del Mundo, 2018.

200 p. ; 20 x 14 cm.

ISBN 978-987-4947-05-5

1. Poesía Argentina. I. Título.

CDD A861

Editorial Autores del mundo

www.autoresdelmundo.com

Mail: [email protected]

Diseño de portada: Maximiliano Nuttini

A Dios primeramente, a mis padres y a mis hijos,

con la esperanza de que algún día recuerden los versos

que este hijo y padre escribió “Bajo el cielo”.

A todos los poetas que me han acompañado

en este hermoso peregrinar poético,

y muy especialmente a Jorge Rodolfo Busch Wernicke,

Ana Guadalupe Cevallos Carrión y María Isabel Machín García.

Pagüelo: nos quedamos para siempre grabados

en las páginas de este libro.

PRÓLOGO

Introducirse en el universo poético de alguien, que como Elhi Delsue participa desde su relativa infancia, con el permanente propósito de enaltecer la palabra, nos hace partícipe del natural riesgo de exaltarlo o de, en nombre de la prudencia, disminuir un verdadero juicio de valor. Sin embargo, ello no ocurre, cuando nos internamos en sus creaciones, que no obstante a algunas corrientes de radicalizado vanguardismo, intenta desmeritar lo que en nuestra lengua atiende a las categorías de la preceptiva literaria.

Con él y su diversidad genérica y tendencial, lo mismo nos abrazamos con la estructura de los clásicos sonetos, nos llevamos de solaz con sus romances heroicos o apreciamos la ruptura de estas composiciones con el versolibrismo y con unas particulares constantes acerca de la soledad y la muerte. Justo es además reconocer su compilación de hechos literarios, creados dentro de un tiempo verdaderamente corto y su apego a los principios de la cristianidad, de donde han de surgir planteamientos, llenos de imágenes desgarradoras, en los cuales lo social se convierte en digno reclamo y en rebeldía, que definen su condición de humano que no se permite el tránsito vital, sino que lo va ubicando siempre en los términos apropiados de una adolescencia contestataria.

En Elhi Delsue, de tanto ser poeta de distintos tiempos, uno no encuentra la unidad temática, que se refleje en su cronología, como ocurre con muchos de los poetas que dotan a sus obras de lineamientos inalterables. En su piel y en su alma, de los avances y regresos de su vida misma, todo logra ubicarlo bajo la infinitud de un mismo cielo, el cual es el encargado de impregnarlo de los distintos azules que han percibido tanto su mirada como su espíritu.

Guillermo de León Calles

GLOSA DEL AMOR OLVIDADO

En el jardín de un poema,

bajo el sol de tu mirada,

los versos que te escribí

murieron con la alborada.

Pareciera que la vida

con su adversa prepotencia

ahogara con su indolencia

mi ilusión desvanecida.

Ya esperaba tu partida,

adiós sabor a dilema,

y en la distancia que quema

con su ardor de fuego vivo

versos de amor hoy cultivo

en el jardín de un poema.

Ayer fui campo florido;

hoy, aluvión de tristeza.

En medio de mi pobreza

la soledad hizo nido.

En mis hombros he sentido

toda mi fe derrumbada,

todo se vuelve a la nada

y entre sombras que sepultan

mis ojos ya no se ocultan

bajo el sol de tu mirada.

Como un cíclope de fuego

devorando mi pasado

el tiempo se ha comportado

impasible ante mi ruego.

Sólo quedan mi “hasta luego”,

las palabras que perdí

y porque tantos te di

como tantos he deshecho,

guardaditos en tu pecho

los versos que te escribí.

Hoy el silencio es consuelo

de mi amor crucificado,

de un ideal enjaulado

que aún levanta su vuelo.

Hoy de tu amor me conduelo

al saberte ya olvidada,

como una huella borrada

que inútilmente buscamos

porque los sueños que amamos

murieron con la alborada.

NUESTRA ESPERA

A Marzzia Marveliz

En esta isla

los días parecen eternos.

El tiempo de amarte se esfuma,

adelgaza, se apaga...

Escudriño el silencio para hallar

una pausa dorada a la que asirme,

mientras suplico una brizna de luz

entre la penumbra de esta rutina

que insensible soslaya mi urgencia de ti.

Con jirones de nubes

voy fraguando las rejas de mi propia prisión,

mientras todas las aves que me habitan

depredan las sombras disecadas

ocultas en las zanjas de un pretexto de fuga

hacia el fondo infernal de mis abismos.

Tus ojos son dos faros distantes,

framboyanes de esta plaza

que me mira formando

con los puños cerrados,

tal vez por patriotismo,

o acaso sea por rabia,

recordando “tu boca dentro de mi beso...”1

Esta noche mi sangre se hizo río

caudaloso y hambriento de deseos.

Esta noche se ha sumado otro segundo

al fatídico reloj de nuestra espera.

1Alude al tema «Hoy mi deber», del cantautor cubano Silvio Rodríguez

AL JARDÍN Y AL ABUELO

A la memoria de mi abuelo materno, Román Salazar

(Isla de Margarita, 1914 - Paraguaná, 1988)

Pequeña floresta de aquel pasado,

jazmines, cayenas, rudas, ixoras;

los labios del tiempo se han perfumado

llenando de efluvios mis altas horas.

Así te recuerdo, jardín soñado,

con flores cual plumas de corocoras

y el verde de selva que, enamorado,

danzaba al oír las brisas canoras.

Recuerdo al abuelo, tu jardinero,

el viejo ermitaño que custodiaba

la luna en la noche para podarte.

Acaso en sus manos de marinero

sentiste su vida que se apagaba

y abriste su pecho para quedarte.

LA TRISTEZA DEL CARDÓN

“Mientras el río corra, los montes hagan sombra

y en el cielo haya estrellas,

debe durar la memoria del beneficio recibido

en la mente del hombre agradecido.”

(Virgilio)

Te elevas arañando la belleza

del manto primoroso de tu cielo,

sintiendo de lo verde agreste celo,

hendiéndote en la tierra con tristeza.

Repudian tus costillas la aspereza,

que aleja de las aves el consuelo

y merma lentamente el arroyuelo

del blando corazón de tu corteza.

¿Por qué has renunciado a tu alegría,

si ha sido la natura bondadosa

al darte tan liviana y noble cruz?

No fue con tus espinas que aquel día

trenzaron la corona ignominiosa

que hirió la santa frente de Jesús.

LIMOSNA DE AMOR

“El corazón de una madre es un abismo profundo

en cuyo fondo siempre encontrarás perdón.”

Honoré De Balzac

Antes de partir cerqué con espinas

los yermos y apacibles caminos de mi alma...

Mis ojos no querían verter ninguna lágrima

ni mostrar el color de mi última tristeza.

Y digo “última”

en una pretensión por definir

este altar de soledades,

mas sé que mi tristeza y mi desilusión no acaban:

se cubren con las sábanas tibias de la distancia,

con el rígido adiós de aquel tímido gesto

y el indulgente y tardo sollozo de mi madre.

Los rostros más amados pude vislumbrar

en medio de la incrédula noche.

Era muy tarde ya para sentir su lástima

y para que me dieran,

como a un pobre mendigo, caridad.

A pesar de que admito mi pobreza,

yo creo que el amor jamás es demasiado;

por eso casi siempre transijo ante el dolor

y acepto resignado cualquier dádiva.

Al fin y al cabo

soy hijo de una limosna.

LOS PASOS DE UN GIGANTE

Una luz jineteó por el sendero

de los verdes dinteles de la gloria

y en lomos del corcel de la victoria

de nuestra libertad fue mensajero.

Hizo morder el polvo al extranjero,

cruzó la cordillera de la historia

y sembró, cual simiente en la memoria,

del continente el nuevo derrotero.

Quedó grabado a fuego como un mito,

y el «Gloria al bravo pueblo» entre sus notas

invoca aquella unión que fue quimérica.

¡Oh,Padre de la Patria!, ¡qué inaudito!:

ya no queda un puñado de patriotas

en el vientre fecundo de la América.

EL CRUCIFIJO

A la memoria de “Henry José Semeco”

Pude ver la agonía en su mirada,

un cristo entre sus manos, corvo el cuerpo,

luchando como un lirio contra el viento,

temblando como un cirio que se apaga.

De su aliento ligeros aletazos

y estertores de angustia se escapaban,

mientras el zinc del techo balbuceaba

su credo de plegarias y de llanto.

¡Cuánto dolor,Señor, sentí esa noche

en que afligido decliné la frente

y abandoné llorando aquel recinto!

Daba piedad, sumido en sus temores,

hundido en la oscurana de la muerte,

buscándote en la luz de un crucifijo.

ORGULLO CHILOTE

Dedicado a los habitantes del Archipiélago de Chiloé

y muy especialmente a Natalia Pérez, autora del espacio literario

“Letras de Sayen” que publica en el Diario “El Insular”

El archipiélago es todo su universo,

el pesebre marino de sus creencias y su fe,

su cuna costanera, su palafito de algas y corales,

su Chile pequeñito, su equipaje,

su alianza indisoluble, su alimento...

Ella es como la esencia de Chiloé

y de sus templos los místicos alerces,

es el folclore de sus divinidades,

el ritual de una diosa que danza frente al mar,

las notas melodiosas de la roja garganta del chucao,

la nazarena sangre de sus atardeceres,

las mejillas plateadas de refulgentes lunas

y el verde de sus selvas de arrayanes.

Su pueblo es la tenaz madera del coigüe,

el perenne verdor de los cipreses,

el alma generosa de las papas,

las cosechas, las mieses y la minga,

la solidaridad hecha comuna

y los frutos divinos de su mar.

Las blancas estrellitas

de su iglesia de Chonchi,

adornan las crinejas de su pelo

y con las amarillas de Aldachildo

va tejiendo atarrayas de ilusiones.

En insular sosiego, se nos muestra poeta

y de la Playa Brava emerge de las aguas

su numen como fuente castálida de tinta.

En sus ojos vivaces están grabadas

las lindas acuarelas de su Isla Grande

y al vaivén de las olas de su sangre costeña,

en la arena bravía y mestiza de su piel,

se agita intensamente

su orgullo chilote.

MIEDO DE NO SOÑAR

“La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos,

la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos.”

Antonio Machado.

La luna era una hostia de plata

escalfándose en la lengua del cielo…

Yo estaba como absorto en esa eucaristía,

soñando con tus manos de hojaldres en las mías

meciendo cual marea mis entrañas de mar.

Mi sangre como hielo se sublimó en tu aliento

y soñé con el cálido ocre de la agonía,

con mi greda y mis huesos sobre la tierra,

con la alegría muerta como yo.

Eran mis versos como alondras cautivas;

mis dioses, mis demonios se aferraron

al volantín sagrado de tus ojos...

Y sentí miedo,amor.

Miedo de no soñar y seguir soñando,

miedo de vaciar el cántaro de mi vida

sin conocer la esperanza de la lluvia.

VIVIR ES MORIR

“Es imposible que una cosa tan natural,

tan necesaria y tan universal como la muerte

pueda haber sido destinada a la humanidad,

por la providencia, como un mal.”

Jonathan Swift.

Hay un frío de morgue en tu mirada,

un rictus de ateísmo y prepotencia

que hiere y somatiza la conciencia

confinando mis sueños a la nada.

El hambriento tifón de tu emboscada

me lleva como brizna a tu presencia

y soy, bajo la hoz de tu inclemencia,

una rosa de luz decapitada.

Mas no hallarás mi alma distraída.

De tu yugo soy siervo y soy rehén.

¿De qué sirve temerte, si la vida

es una comunión del mal y el bien

y nacer es adiós y bienvenida?

¿No es acaso vivir morir también?

MÚSICA

A mi entrañable amigo,

Jorge Rodolfo Busch Wernicke

Todo ser tiene un poco de su esencia,

en sus fértiles pechos se amamanta,

la anida en el tañer de su garganta

y vuelve a ser un niño en su presencia.

Ella es la lira de la providencia,

un gorrión que en el alba se agiganta,

el rumor de la brisa cuando canta,

la armonía sutil de la inocencia.