Bestiario de Indias - Gonzalo Fernández de Oviedo - E-Book

Bestiario de Indias E-Book

Gonzalo Fernández de Oviedo

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Beschreibung

Este Bestiario fue escrito en 1522 para informar a Carlos V de los animales de sus nuevos dominios. En la actualidad podemos leer este mismo libro, como si lo hubiera escrito un poeta, para saber qué cosas vuelan y andan en su imaginación. Lo que era verdad en otros tiempos, en los nuestros puede ser ficción.

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Bestiario de Indias

Gonzalo Fernández de Oviedo

Fragmento de Sumario de la natural historia de las Indias Primera edición, FCE, 1950 Primera edición (Fondo 2000), 1998 Primera reimpresión, 2003

En la portada: Imagen tomada de Masterclips. Copyright © Dover Publications 1993, IMSI 1997.

D. R. © 1998, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F. Empresa certificada ISO 9001:2008

Comentarios:[email protected] Tel. (55) 5227-4672

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, se a cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-607-16-1027-0 (ePub)ISBN 978-968-16-6906-5 (impreso)

Hecho en México - Made in Mexico

Para los ojos de un niño, todos los animales son fantásticos. La pelambre del gato, la amistad del perro, la gallina muerta de la cena y la vaca quieta de las ubres rosas pueden ser tan asombrosas como la furia del unicornio, la batalla del kraken contra el chacalote o los dos sexos de la mandrágora. Los descubridores de las Indias pudieron ver el orden de las bestias con ojos semejantes a los de un niño: todo lo que veían era nuevo y el jaguar, al tiempo que era un tigre, era mucho más.

Sobre la novedad de las bestias y sus características fantásticas hay algunos libros memorables. Dos provienen de la Antigüedad: el de Herodoto y la Historia de los animales, de Claudio Eliano. Otro lo inventó Tolkien y apenas difiere de los mencionados en una cosa: Middle Earth realmente es ficción. Declarar esto no tiene sentido. ¿Es más real Cipango que la California? ¿La Antártida existe pero Fantasía no? La lección la dan los niños: es fantástico cualquier país que miren ojos nuevos.

Este Bestiario de Indias recoge el testimonio de Gonzalo Fernández de Oviedo, quien vio por primera vez las aves y las bestias del Nuevo Mundo. El colibrí (pero él vio un pájaro mosco), los conejos, los zorrillos, el manatí, son objeto de su observación. Como en otros bestiarios (el de Borges o uno muy curioso, las Historias de cronopios y famas, de Cortázar), en éste resulta notable la magia de los seres comunes, magia que les viene del espíritu sorprendido que los observa. De los bestiarios el lector puede sacar una conclusión infantil: hay que tratar a los animales con cuidado, no sea que al tocarlos se nos conviertan en otra cosa.

Para transmitir a nuestros ojos el sentimiento de la novedad resulta muy útil el estilo de Fernández de Oviedo. Él era un conquistador reportando los hechos al emperador Carlos V, en un lenguaje rústico y directo. Los azares fomentan la literatura. Para nosotros, el mismo Fernández de Oviedo puede ser un escritor de fábulas que registra, en español de su tiempo, lo que sólo ve en la mente. Decide tú lector cuál libro prefieres, el del informante o el del fabulador. En los problemas de la decisión tal vez encuentres el gusto fundamental de casi toda la literatura.

De los animales, y primeramente del tigre

El tigre es animal que, según los antiguos escribieron, es el más velocísimo de los animales terrestres; y tiguer en griego quiere decir saeta; y así, por la velocidad del río Tigris se le dio este nombre. Los primeros españoles que vieron estos tigres en Tierra-Firme llamaron así a estos animales, los cuales son según y de la manera del que en esta ciudad de Toledo dio a vuestra majestad el almirante don Diego Colón, que le trajeron de la Nueva España. Tiene la hechura de la cabeza como león o onza, pero gruesa, y ella y todo el cuerpo y brazos pintado de manchas negras y juntas unas con otras, perfiladas de color bermeja, que hacen una hermosa labor o concierto de pintura; en el lomo y a par de él mayores estas manchas, y disminuyéndose hacia el vientre y brazos y cabeza; éste que aquí se trajo era pequeño y nuevo, y a mi parecer podría ser de tres años; pero haylos muy mayores en Tierra-Firme, y yo le he visto más alto bien que tres palmos y de más de cinco de luengo; y son muy doblados y recios de brazos y piernas, y muy armados de dientes y colmillos y uñas, y en tanta manera fiero, que a mi parecer ningún león real de los muy grandes no es tan fiero ni tan fuerte. De aquestos animales hay muchos en la Tierra-Firme, y se comen muchos indios, y son muy dañosos; pero yo no me determino si son tigres, viendo lo que se escribe de la ligereza del tigre y lo que se ve de la torpeza de aquestos que tigres llamamos en las Indias. Verdad es que, según las maravillas del mundo y los extremos que las criaturas, más en unas partes que en otras, tienen, según las diversidades de las provincias y constelaciones donde se crían, ya vemos que las plantas que son nocivas en unas partes, son sanas y provechosas en otras, y las aves que en una provincia son de buen sabor, en otras partes no curan de ellas ni las comen: los hombres, que en una parte son negros, en otras provincias son blanquísimos, y los unos y los otros son hombres: ya podría ser que los tigres asimismo fuesen en una parte ligeros, como escriben, y que en la India de vuestra majestad, de donde aquí se habla, fuesen torpes y pesados. Animosos son los hombres y de mucho atrevimiento en algunos reinos, y tímidos y cobardes naturalmente en otros. Todas estas cosas, y otras muchas que se podrían decir a este propósito, son fáciles de probar y muy dignas de creer de todos aquellos que han leído o andado por el mundo, a quien la propia vista habrá enseñado la experiencia de lo que es dicho. Notorio es que la yuca, de que hacen pan en la isla Española, que matan con el zumo de ella, y que no se osa comer en fruta; pero en Tierra-Firme no tiene tal propiedad; que yo la he comido muchas veces, y es muy buena fruta. Los murciélagos en España aunque piquen no matan ni son ponzoñosos, pero en Tierra-Firme muchos hombres murieron de picaduras de ellos, como en su lugar se dirá. E así de aquesta forma se podrían decir tantas cosas, que no nos bastase tiempo para leerlas. Mi fin es decir que este animal podría ser tigre, y no de la ligereza de los tigres de quien Plinio y otros autores hablan. Aquestos de Tierra-Firme se matan muchas veces fácilmente por los ballesteros en esta manera: así como el ballestero ha conocimiento y sabe dónde anda algún tigre de éstos, vale a buscar con su ballesta y con un can pequeño ventor o sabueso (y no con perro de presa, porque al perro que con él se aferra le mata luego, porque es animal muy armado y de grandísima fuerza); el cual perro ventor, así como da de él y lo halla, anda alrededor ladrándole y pellizcando y huyendo; y tanto le molesta, que le hace subir y encaramar en el primero árbol que por allí está, y el dicho tigre, de importunado del dicho ventor, se sube a lo alto y se está allí, y el perro al pie del árbol ladrándole, y él regañando mostrando los dientes; llega el ballestero, y desde a doce o quince pasos le tira con un rallón y le da por los pechos, y echa a huir, y el dicho tigre queda con su trabajo y herido mordiendo la tierra y árboles, y desde a espacio de dos o tres horas o otro día el montero torna allí, y con el perro luego le halla donde está muerto. El año de 1522 años yo y otros regidores de la ciudad de Santa María del Antigua del Darien hicimos en nuestro cabildo y ayuntamiento una ordenanza, en la cual prometimos cuatro o cinco pesos de oro al que matase cualquiera tigre de éstos, y por este premio se mataron muchos de ellos en breve tiempo, de la manera que es dicho, y con cepos asimismo. Para mi opinión, ni tengo ni dejo de tener por tigres estos tales animales, o por panteras o otro de aquellos que se escriben del número de los que se notan de piel maculada, o por ventura otro nuevo animal que asimismo la tiene y no está en el número de los que están escritos; porque de muchos animales que hay en aquellas partes, y entre ellos aquestos que yo aquí pondré, o los más de ellos, ningún escritor supo de los antiguos, como quiera que están en parte y tierra que hasta nuestros tiempos era incógnita, y de quien ninguna mención hacía la Cosmografía del Tolomeo ni otra, hasta que el almirante don Cristóbal Colón nos la enseñó; cosa por cierto más digna y sin comparación hazañosa y grande que no fue dar Ercoles[1]