Buscar el bosque - Ahora Qué? - E-Book

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Ahora Qué?

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Beschreibung

Buscar el bosque es un viaje sensorial, científico y narrativo por uno de los ecosistemas más fascinantes y esenciales del planeta. A través de múltiples perspectivas —desde la experiencia individual hasta la mirada ecosistémica y global— el libro invita a reconectar con los bosques, comprender su diversidad y reconocer nuestra interdependencia con ellos. Con textos, ilustraciones y fotografías, explora cómo observar, escuchar, sentir, respirar y potenciar los sentidos para descubrir nuevas formas de relación con la naturaleza.

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Seitenzahl: 165

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Buscar el bosque

Ahora Qué?Buscar el bosque / Ahora Qué? ; Contribuciones de Gonzalo Cemborain... [et al.]. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-6788-8

1. Ensayo. I. Cemborain , Gonzalo , colab. II. Título.CDD A864

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Ahora Qué? Es una organización socioambiental nacida en 2020 que ha elegido la divulgación ambiental y la educación no formal como las herramientas para buscar transformar la realidad. Nos gusta generar contenidos que abran preguntas y cultiven espacios de reflexión.

Coordinación General: Gonzalo Cemborain; Victoria Herbas

Diseño gráfico: Victoria Herbas,

Ilustraciones: Agustina Ortiz, Rocío Masante; Victoria Herbas

Escribieron en este número: Gonzalo Cemborain, Rocio Masante, Paulina Fantini

Revisor de redacción: Ana Kiernicki, Paulina Fantini Todos los derechos reservados.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida sin el permiso de los autores.

¿QUÉ HISTORIAS TIENE LA TIERRA PARA CONTARNOS?

Este proyecto editorial busca entrelazar y construir nuevas narrativas que nos motiven a actuar y nos ayuden a transitar la crisis colectivamente. Desde distintas escalas, en forma de círculos que se amplían, queremos invitarte a que transites, desde lo sensorial, la sensibilización y el conocimiento, otro modo de relacionarte con el mundo y la naturaleza que nos mantiene vivos.

Esperemos que esta edición te guste tanto como a nosotros haberla hecho.

Índice de contenido

1. BUSCAR EL BOSQUE

2. EL BOSQUE Y LOS SENTIDOS

¿cómo podemos apreciar?

Observar: Cada estación es un mundo

Escuchar: Santuarios polifónicos

Sentir: Recuperar lo animal

Respirar: Entrenar el olfato

Potenciar: Nuevas sensorialidades

3. EL BOSQUE Y SUS HISTORIAS

¿cuánto podemos aprender?

Submundos: Relatos entretejidos

Descubrimientos: Fascinaciones escondidas

Creaciones: El bosque fomenta creatividad

4. EL BOSQUE Y SUS REGALOS

¿qué debemos agradecer?

Servicios ecosistémicos: Más allá de la visión antropocéntrica

Espiritualidad y mitología: Simbiosis entre plantas y culturas

Bosques y ciencia: ¿Una convivencia más amable es posible?

5. ¿UN MUNDO SIN BOSQUES?

EPÍLOGO

FUENTES Y OTROS RECURSOS

1.

BUSCAR EL BOSQUE

por Gonzalo Cemborain

“Vivimos en el planeta de los árboles y lo hemos olvidado tontamente”

—Jacques Tassin1

Algunas teorías dicen que tanto bosque como buscar comparten raíz etimológica (busk–). Nos gusta esta relación entre palabras porque nos invita a apreciar al bosque como un lugar donde buscar mundos que necesitamos pero hemos olvidado. Las sociedades modernas están en la búsqueda constante de sensaciones placenteras, que nos provean felicidad y que compensen esa extraña sensación de carencia. A esto se le suma un ritmo de vida que no se adecua a lo que estuvimos acostumbrados como especie por miles de años, ¿será por eso que a veces nos sentimos tan perdidos? En cambio, los bosques manejan otros tiempos, crecen y se desarrollan sin apuro, no desperdician nada.

Muchos autores sostienen que somos bosque, que venimos de él y que formó nuestra fisiología. Somos seres arborícolas, desde nuestros brazos prensiles hasta nuestra visión binocular, todas han sido adaptaciones evolutivas que facilitaban nuestra vida en los árboles2. Adentrarse en un bosque es volver a nuestra génesis arbórea, implica una oportunidad de apreciar y comprender los entornos primigenios que nos moldearon. A ellos podemos ir en búsqueda de tranquilidad, pero también nos brindan emociones, experiencias sensoriales, conocimiento y encanto. Un bosque puede generar alegría, temor, calma y adrenalina, sensaciones que forman parte del ser animal y que el trajín de la vida diaria nos hace olvidar.

¿Pero qué es un bosque? No hay una definición exacta, algunos piensan en ellos simplemente como un conjunto de árboles, más bien altos, juntos y rodeados de vegetación. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) los define como una superficie de tierra superior a media hectárea, con árboles de altura mayor a 5 metros y una cubierta forestal de más del 10 %3. En realidad, son mucho más que paisajes arbolados. Los bosques son ecosistemas plurales con una diversidad enorme de vidas compartiendo espacio en conjunto. Estas comunidades no son estáticas, sino que están en constante interacción. Plantas, animales, hongos y microorganismos pueblan tanto el suelo como la superficie de los bosques y generan entornos tan llenos de vida y biodiversos que hacen que ninguno sea igual o reemplazable por otro. Estos ecosistemas no dejan de maravillarnos, y no solo desde que comenzamos a comprender su complejidad, sino que desde tiempos antiguos han sido objeto de fascinación y contemplación.

Aunque para maravillarnos con el mundo de los bosques no precisamos de un profundo conocimiento científico, ni entender cómo los árboles respiran y absorben el agua, poder aprender sobre ellos nos permite verlos bajo una renovada atención. Observar la variedad de formas de líquenes sobre la corteza de un árbol, escuchar el crujir de los alerces con el viento, sentir la corteza fría de un arrayán o subir una sierra respirando los aromas del bosque del espinal. Todo se profundiza cuando lo apreciamos con mayor conocimiento. Incluso saber que debajo de nuestros propios pies hay toda una red, una “Wood Wide Web”, compuesta de millones de filamentos fúngicos, desplegando incontables modos colaborativos de vivir que apenas empezamos a comprender, es un modo de apreciar el bosque desde una renovada y fascinante perspectiva4.

Somos bosque, venimos de él y formó nuestra fisiología

Si bien a lo largo del libro usamos la palabra bosque para generalizar una gran variedad de tipologías selváticas y forestales, no buscamos reproducir una imagen cliché o europeizada del bosque: un paisaje de picos montañosos nevados y hojas que visten diferentes matices en el otoño. Hay muchas otras tipologías que no necesariamente se adaptan a esta descripción: desde los bosques secos, como los del Gran Chaco hasta los lluviosos de la Yunga, y desde las selvas en galería a lo largo del Río de La Plata hasta los bosques nubosos de Costa Rica. Bosques tropicales, subtropicales, templados y boreales, el concepto de bosque implica ante todo pluralidad. Pluralidad de estrategias evolutivas, de historias humanas y no humanas, de significados y de diversidad biocultural.

El que podamos seguir encontrando significados y encantos dentro del bosque dependerá de nuestras decisiones. Por primera vez en la historia del planeta, una sola especie está llevando al límite a todas las demás y a los ecosistemas donde conviven, todo en pos de una meta tan ambiciosa como ridícula: el crecimiento infinito5. Llegado este punto nos preguntamos: ¿Entendemos lo que implica esa meta? ¿Es el constante crecimiento económico la respuesta a la búsqueda de felicidad? ¿Por qué, a pesar de que la riqueza económica sigue en aumento, el mundo continúa siendo enormemente desigual y la felicidad no parece aumentar?6. Este crecimiento que no entiende de límites ni redistribución nos está llevando a una crisis climática y ecológica sin precedentes, dañando profundamente los sistemas naturales que rigen la biosfera, llevándolos al borde del colapso7. Nuestra ambiciosa búsqueda está fallando y el costo está siendo demasiado caro.

No creemos que haya una solución mágica para salir de este paradigma tan costoso, pero sí creemos en la importancia de encontrar caminos que formen nuevos vínculos con el mundo que nos rodea, más allá de lo humano8. Recordemos que no se trata de cuidar a la naturaleza, sino de reconocer que formamos parte de ella y por lo tanto somos ecológicamente dependientes: “No existe diferencia alguna entre el destino de la tierra y el destino de la gente. Cuando se maltrata a una, la otra sufre también”9.

Un modo de reconectarnos es mediante la apreciación y sensibilización hacia los espacios naturales, los seres vivos y sus mundos circundantes10. Cómo dice la economista Kate Raworth11, necesitamos generar un nuevo boceto que inspire nuestro comportamiento como especie y así romper con el retrato del hombre económico racional, egoísta, calculador y dominante sobre la naturaleza, para finalmente poder bosquejar (otra palabra similar a bosque) un nuevo autorretrato que nos defina mejor: como seres sociales, interdependientes y cercanos al medio natural.

Para acercarnos a ese fin, los bosques nos parecen una gran inspiración: si de la arboleda salimos y con ella evolucionamos por miles de años, no suena ilógico usarlos como inspiración para (re)formar nuestras relaciones económicas y sociales. De la cooperación e interacción nacen y se mantienen los bosques, ese es un modelo a imitar. Por eso elegimos hablar de bosques, y elegimos hacerlo desde 3 perspectivas que se conectan y amplían como esferas integradas:

• desde un plano individual, para analizar cómo apreciar y relacionarnos con todo tipo de bosques, especialmente a través de los sentidos;

• desde un plano ecosistémico, enfocando en el entrelazamiento entre los diferentes seres que comparten y ayudan a cocrear el bosque y como han encontrado soluciones a todo tipo de problemas;

• desde un plano cenital, para observar el rol de los bosques en el funcionamiento del complejo sistema que es la biosfera y cómo actúan como fuente prolífica de inspiración tanto para la cultura como la ciencia, compartiendo sin recelo todo tipo de soluciones y respuestas.

Siguiendo las palabras de Anna Tsing: “Los lugares familiares son el comienzo del aprecio por las interacciones multiespecies”12, buscamos acercarnos al bosque con una actitud de curiosidad y comprensión, para cultivar una conexión y un vínculo diferentes. Empezando por lo individual, pasando por la multiplicidad de relaciones y finalizando con una perspectiva amplia y sistémica. Así elegimos desarrollar estas historias y así creemos que se pueden encontrar respuestas al dilema de la crisis climática y ecológica que amenaza con alterar drásticamente el mundo tal como lo conocemos.

¿Podemos, a través de la curiosidad, el entendimiento y la apreciación, cambiar este rumbo?

Al aprender de uno de los ecosistemas más interesantes y variados que existen, pensamos que es posible. Aunque el conocimiento y aprecio por la naturaleza es una práctica que podemos comenzar en nuestras casas y replicarla en plazas, parques, áreas protegidas y cualquier espacio natural que podamos visitar. Al pasear por la naturaleza los pensamientos fluyen libremente y volvemos a conectar con los sentidos y el tiempo interior de nuestra mente. Recuperar esta conexión sensorial y nuestra tendencia innata a conectar con lo vivo, es decir nuestra biofilia, no es tarea fácil pero sí necesaria, ya que “si no somos capaces de apreciar la belleza natural, es más fácil que la destruyamos. Después, también nos será más fácil olvidar que existió”13. Volver a escuchar los sonidos del mundo, la pluralidad de vidas y la diversidad de subjetividades es trascendental, una de las dimensiones necesarias para lograr lo que la filósofa y activista Joanna Macy denomina como “El gran giro” . El giro que necesitamos para escapar a un rumbo caótico, un rumbo producto de una búsqueda necesaria pero que tomó caminos infértiles. Sobre el humus del bosque podemos comenzar una nueva búsqueda de sentido y felicidad más prometedora, más amable con el conjunto de la vida.

Apoyándonos en ideas de diferentes autores, libros y artículos, tenemos el propósito de plantar una semilla de curiosidad que te acerque a involucrarte y querer saber más sobre el mundo que te rodea. Tal vez así podamos formar una “red micelial” de conocimiento que nos ayude a cultivar una naturaleza humana más sensible sobre lo bello, importante e intrigante que es el mundo de los bosques.

“La creencia de que la naturaleza nos es ajena, un reino distinto profanado por las huellas artificiales de los seres humanos, es una negación de nuestro propio ser salvaje”.

—David Haskel

1 El ecólogo Jacques Tassin, el naturalista Joaquin Araujo o el escritor Lluis Verges, entre otros, sostienen esta afirmación de “somos bosque”. En cuanto a nuestra dependencia de los bosques puede verse el informe Responsible Forestry de WWF; We Are All Forest Dependent People y El estado de los bosques del mundo 2020 de FAO.

2Mancuso, S. (2024). Fitopolis, la ciudad viva.

3 Fra 2015: Términos y definiciones

4 El concepto “Wood Wide Web” fue popularizado por la científica Suzanne Simard, en base a sus investigaciones sobre las redes de micorrizas subterráneas y en analogía con la red global de internet (world wide web).

5 De acuerdo con algunos autores ya nos encontramos en la era del antropoceno (The Anthropocene: From Global Change to Planetary Stewardship; Antropoceno: Lecturas globales desde el sur), llevando al límite las bases físicas del planeta (10 years to transform the future of humanity; Climate tipping points – too risky to bet against) y la vida de otras especies (Informe Planeta Vivo 2020)

6 Algunos estudios afirman que pasada cierta cantidad de ingresos ya no se perciben diferencias en la percepción de bienestar, (High income improves evaluation of life but not emotional well–being) Algo similar ocurre a nivel nacional, superado cierto bienestar y desarrollo básico, el aumento del PBI no tiene correlación con un aumento en la felicidad (The happiness income paradox revisited). Sin embargo, pareciera poco importar a la hora de desarrollar políticas nacionales, en palabras de Raworth “Nuestras sociedades, como nuestras economías, han evolucionado para esperar el crecimiento y han llegado a depender de este: parece que todavía no sabemos cómo vivir sin él”

7 Por ejemplo, excediendo los límites planetarios y acercando al planeta a “puntos de no retorno”. En la actualidad 6 de los 9 límites planetarios ya han sido excedidos (Richardson et al. 2023). Además, exceder el aumento de 1.5°C de temperatura global puede gatillar múltiples puntos de no retorno (Armstrong Mckay et al. 2022)

8 Lo “más que humano” es un término acuñado por el filósofo David Abram para explorar la relación entre lo humano y el entorno vivo que lo rodea y del que es de pendiente y agente activo.

9 Wendell Berry. Poeta, escritor y granjero estadounidense autor de múltiples libros.

10 Se entiende como mundos circundantes al entorno subjetivo en el que vive y percibe un ser vivo en base a como interactúa con ese entorno. Este concepto subraya que no existe un solo mundo compartido por todas las criaturas, sino que cada especie vive en su propio mundo circundante, moldeado por su biología y sus interacciones.

11 Raworth, K. (2018). Economía rosquilla: 7 maneras de pensar la economía del siglo XXI

12 Tsing, A. (2021). Los hongos como especies compañeras

13 Tafalla, M. (2019). Ecoanimal. “El gran giro” tiene 3 dimensiones: Acciones para frenar el daño a la Tierra y a sus seres; repensar y rediseñar las estructuras y prácticas de nuestra sociedad y; cambio en la conciencia y valores. Macy. J. (2021) Active Hope

2.

EL BOSQUE Y LOS SENTIDOS

por Rocío Masante

“Árboles, observadores infinitos desde las alturas, en las inmensidades donde los humanos no caminan.”

A veces me abrumó entre las personas.

Necesito sentir la energía calma, propia de la quietud de los bosques.

Mi refugio muchas veces es “salir del refugio” que suele representar mi casa.

Y cuanto más enmarañada está mi cabeza, más me obligó a buscar la naturaleza, magia que todo lo cura.

Cuando consigo dejar atrás el rutinario cemento, y me adentro en la verde paz, logró trasladarme lejos, a otros tiempos, otras dimensiones quizás.

Al adentrarme en la espesura del bosque, lo primero que percibo es lo que veo, y ya desde ese punto me resulta fascinante el inmenso hábitat de un millón de especies que saben convivir en perfecto equilibrio, para sustentar ese lugar de armonía.

Pienso, sabios árboles, testigos de la magia de la mañana y de los colores del atardecer.

Cualquier criatura despojada de ego se encontrará pequeña ante tales vidas añejas, que imagino, guardan muchos secretos acumulados desde que brotan pequeñitos del suelo, y suben como manos danzantes sin fin.

Un poquito más allá de mis ojos, puedo percibir que huele muy diferente dentro de esta arboleda envolvente, cíclica. El olor de la naturaleza tiene infinitas variables, dependiendo qué ser elija dejar fluir su esencia con más fuerza que las demás.

Huele a verde, a fresco, a intenso, sabio y protector. ¿Cómo no elegir los bosques en esos momentos de colapso emocional, si ofrecen sus encantos curativos a cambio de nada?

Cuando logro que mi mente calle, comienzo a oír.

Este compás de sonidos también es muy cambiante. No es igual el sonido de primavera, donde familias enteras de aves se encuentran en constante comunicación; que en invierno donde predomina la quietud. La nieve derritiéndose puede brindar un suave murmullo que suena a “Plic. Plic. Agua. Fluye. Vida. Eterna.”

Cuando logramos oír, cada ser susurra, se expresa, se comunica.

Y así mismo invita a cada individuo a expresarse y sacar un sonido. Tímidamente empiezo a canturrear melodías, comienzo a imitar los pájaros, a silbar, saco de adentro sonidos, no importa qué, no importa cómo suenan; el desahogo de la naturaleza salvaje no exige notas precisas. Sonrío de sentirme parte de esta frondosidad.

Entregarme a la experiencia, sentido a sentido, me lleva a advertir cómo mi cuerpo se adapta y se ve envuelto. El bosque húmedo cala entre mis huesos, me enfría y contiene a la vez, me invita a imaginar. ¿Cuántos antepasados pisaron este suelo? ¿Cuántas criaturas lo hacen sin ser percibidas por nuestros ojos?

Quiero conocerlo todo, quiero recorrerlo todo. Poco a poco me muevo más rápido y comienzo a correr. Me transformo en una criatura salvaje en movimiento, sintiendo paso a paso todo lo que me rodea. La adrenalina que liberó me hace abstraer por completo de la realidad que me llevó al bosque, la “otra realidad”. Y me lleva a preguntarme ¿cuál es más auténtica, la que construimos día a día o la que siempre estuvo ahí?

Extasiada del frenesí que mi cuerpo siente, mis pasos ya son difíciles de frenar, pendiente abajo. Un salto, otro. Esquivo. Piso. Siento.

Freno de golpe contra un árbol.

Sentir en mis manos la corteza áspera, leñosa, fresca, me lleva a imaginar a los pequeños roedores trepándose por ese desgarro de células, que a su vez llevan dentro los canales que le dan vida a los árboles. Imagino en la quietud, esos pequeños hilos llevando y trayendo, fluyendo constantes en el ritmo perfecto de la vida. Me traslada a una meditación, donde la respiración es la base rítmica para regular todo lo que sucede en nuestros cuerpos.

El bosque está cargado, siente y vibra más fuerte de lo que imaginamos, desde sus profundas raíces, lugar de mil laberintos para diminutas criaturas; hasta sus copas altivas, sacudidas por el viento, cargadas de nieve, receptoras del más fuerte sol, entreveradas de nubes. Su extensa floresta está ahí, vibrando fuerte, listas para cargarnos de su energía cuando lo deseemos.

Sin dudas queda atrás cualquier malestar que me tenía enredada en pensamientos mundanos. ¿Qué importa ya todo eso? La naturaleza continúa su ritmo sin importar el tic tac humano. Si no nos interponemos, la maravillosa vida verde continuará eternamente.

¿CÓMO PODEMOS APRECIAR?

El camino de la multisensorialidad

“Recuperar la capacidad de contemplación, de apreciar lo bello que nos envuelve, llevará consigo también recuperar nuestro sentido de lo verdadero y de lo bueno”. – Emilio Chuvieco.

Los bosques representan la plurisensorialidad a escala natural