Cocina canalla - Thug Kitchen - E-Book

Cocina canalla E-Book

Thug Kitchen

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Beschreibung

Sabemos que te importa la hostia lo que comes, pero que a veces te da la impresión de que todo es demasiado difícil o caro. Pues no te vamos a dejar que sigas creyendo esas tonterías. No vamos a dedicarnos a darte lecciones o a complicarte la vida. Sólo vamos a ayudarte a que comas verduras de una puta vez. Así que ponte a leer 'Cocina canalla'. ¿Y por qué no? Comes tres veces al día. Una cantidad bastante considerable como para currártelo un poco. Pero, ¿por qué la transición entre el autoservicio y la comida casera parece un puto infierno? A lo mejor es porque la gente que te dice cómo cocinar sano te suena más falsa que Judas. Un aura de elitismo rodea el comer bien y mucha gente acaba asociando comer sano con tener pasta.

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iiCocina canalla

TraduccióndeJuliaOsunaAguilar

viCocina canalla

ÍNDICE

viii¿DE QUÉ COÑO VAMOS?

1 ¡CARPE DIEM, COÑO!Desayuno

31 DICHO Y HECHOEnsaladas, bocatas y tapas

83 YO ME LO GUISO, YO ME LO COMO Sopas, guisos y purés

vii

107 EL GUSANILLOLa vida mojeteando, sorbiendo y picoteando

141 LA FUERZA DEL PLATO FUERTEBurritos, cuencos y otras bombas

181 A NADIE LE AMARGARepostería y postres para cagarse

205GRACIAS

206ÍndICE

Este libro es un toque de atención, una voz de alarma para que espa-biléis de una puta vez. Para que no paséis de las verduras y las fru-tas. Para que paséis de la boñiga rápida. Este libro es para quienes aspiran a currárselo mejor, pero se pierden con tanta chorrada.

?

D

?

¿De qué coño vamos?

ix

Bienvenidos a Cocina canalla, cabrones. Hemos venido al res-cate. Sólo queremos que dis-frutes a golpe de hortaliza y tengas una vida más sana. Nuestro lema es sencillo:

Veamos. Comes tres veces al día, demasiadas para que te lo tomes a broma. ¿Pero por qué la transición entre la comida ba-sura y la comida casera parece un puto infierno? Tal vez sea porque la gente que te dice cómo se cocina sano parece más falsa que Judas. Un aura de eli-tismo rodea la buena comida y mucha gente acaba asociando sa-lud con dinero. Cuando nosotros aprendíamos a cocinar, no nos identificábamos con esos blo-gueros, tan estupendos ellos en sus cocinas de la hostia, que cantan las excelencias [se tiran el moco hablando] de una polen-ta al hinojo mientras remueven salsas cargadas de trufa.

No necesitamos teorías para ex-plicar por qué la peña se tira a los precocinados en vez de a la comida casera; por ahí ya hemos pasado. Nos hemos criado como casi todo el mundo: las cenas nunca tardaban más de diez mi-nutos en calentarse, con la car-ne siempre como estrella invita-da y queso por un tubo. Comíamos porquería sin darle más vueltas porque estábamos convencidos de que la comida era eso y punto. Con nuestros padres atareados en el trabajo y nuestra atención puesta en las Tortugas Ninja, no nos molestamos en aprender a co-cinar. Era la época en que las empresas coloreaban el kétchup de morado y turquesa en las pu-tas campañas publicitarias; en las bolsas de patatas fritas se cubrían las espaldas avisando de que el aceite podía causar in-continencia rectal. Menuda mier-da, ¿verdad? Eran días tenebro-sos para la comida. Creíamos no tener ni tiempo ni dinero para aprender a cocinar de verdad e ingeríamos cualquier bazofia tan ricamente. Así que no, nosotros tampoco nos criamos en las ca-bañitas de una comuna jipi. So-mos tus vecinos de al lado, sólo que, en algún punto del camino, aprendimos a comer bien. Y tú

QUE LES DEN.Nosotros vivimos en el mundo real.

USA LA CABEZA:Atrévete a comer de puta madre.

xCocina canalla

también puedes. El movimiento se demuestra andando, o no sé qué parida. Da lo mismo: muévete.

A lo mejor ya le has metido mano a la cocina, pero las ver-duras siguen quedando fuera de muchos de tus platos. Los vege-tarianos tienen una mala prensa de la que todavía están inten-tando librarse. Os entendemos. Cuando los pijos modernitos es-taban descubriendo los germina-dos y las ortigas, nosotros se-guíamos en el páramo de los guisantes congelados y la le-chuga iceberg. No sabíamos co-cinar hortalizas sin que supie-

ran a calcetín sudado, por eso pensábamos que los vegetarianos eran unos charlatanes. A ver: cocinar verdura requiere algo de tiempo y un poco de destre-za, pero no es astrofísica, no jodamos. Es más fácil rehogar berza con un poco de ajo que comerse un trozo de pizza sin achicharrarse la lengua. Pero nunca lo habíamos intentado.

Mientras aprendíamos a hacer todas las pendejadas [chumina-das] de adulto (conducir, pagar impuestos y comprar aspiradoras), empezamos a preguntarnos por qué rehuíamos la cocina y las comi-

xi

para que su familia coma mejor. No tienes que ser un boludo con guita [un ricachón del carajo] para fijarte en lo que comes. Debemos cuidarnos más porque nadie lo va a hacer por noso-tros. Así pues, decidimos tomar la palabra para anunciar que nadie tiene el monopolio de la buena comida. Tómate este libro como una invitación a subir el listón de tu cocina. Da igual quién seas o de dónde vengas, te damos la bienvenida a nuestra mesa y a nuestra conversación. La cosa va a ponerse interesan-te. Ahora toma asiento.

Aquí nadie está hablando de co-mer hierba o raíces de árbol, pero hasta el más tonto sabe que la comida rápida y la basu-ra procesada no han hecho nin-gún favor ni a nuestras carte-ras ni a nuestras cinturas. No se puede encargar la cena por teléfono y recalentarla en tres minutos sin pagar ningún peaje. Montárselo de otra manera es una necesidad imperiosa porque nos están jodiendo a todos. No podemos seguir con el cuento. Los hogares estadounidenses gastan el 42 % de su presupuesto alimentario en platos prepara-

das de verdad. A ver, estaba cla-ro que habría que currárselo, quemar alguna mierda que otra y cargarse más de una cena, pero merecíamos algo más que una pa-tética empanadilla congelada. Sin prisa pero sin pausa comen-zamos a instruirnos por nuestra cuenta en el arte de comprar sin despilfarro y de hacer comidas sencillas y sanas. Cuando toma-mos la iniciativa y no nos deja-mos distraer por la tele, nos fue de puta madre. Nuestros ami-gos se asombraban con los platos más simples que les preparábamos y no podíamos dejar de pensar: ¿cómo coño es posible que no sepa hacerlo todo el mundo? No es tan difícil, colega. Después de mucha práctica hemos venido a enseñar-te el camino y, de paso, a aho-rrarte un poquito de tiempo.

No entendemos por qué comer sano tiene que tener TANTA HISTORIA.

Hoy en día, el cuidado del cuer-po y el paladar viene envuelto en un montón de cháchara, pero no tendría que ser así. Nadie debería disculparse por inten-tar cuidarse ni pasarlas putas

xiiCocina canalla

determinado que quienes comen más de cinco porciones de fruta y verdura al día tiene un 20 % me-nos de riesgo coronario que quie-nes comen tres o menos. ¿Cuántos de tus platos llevan verdura? Tira ese paquete grasiento y piensa con la puta cabeza.

De acuerdo, las plantas son «buenas», pero te dirás: «Me ale-gro, ¿y ahora qué coño hago?». Tranquilo, no vamos a dejarte en la estacada. Lo que sigue, alma de cántaro, es una recopilación de nuestros platos, aperitivos y guarniciones favoritos para to-dos los públicos: desde cocineros en ciernes hasta la peña ya está en el ajo. A veces hemos añadido información nutricional para que aprendas algo mientras zampas. Será como cuando leías la caja de los cereales mientras desayu-nabas, salvo por esos dibujitos de animales con camiseta y sin pantalones. Vamos a pertrecharte con los datos y las técnicas que necesitas para triunfar en la co-cina. Hemos parido este libro para ayudarte a dominar el puto universo de los fogones. Estas páginas te servirán de guía para ascender en el escalafón culina-rio sin sermones, rollos ni pava-das: sólo recetas con vegetales,

dos. Eso, todos los putos días, es un dinero, ¿no? Y, seamos sinceros, no estás comprando ensalada. Tanta sal y tanto co-lesterol te pueden joder vivo y la falta de fibra acabará po-niendo en jaque a tu ojete. Así que espabila de una puta vez y tómatelo en serio. Hazlo por tu ojete: siempre estará a tu lado.

Ya sabes que debes comer más verduras. ¿A qué coño esperas? Para empezar, están que te cagas cuando las preparas bien, pero además te sientan de miedo en cuanto entran por la boca: vita-minas, minerales, antioxidantes, fibra y un montón de maravillas que vienen en el mismo paquete con estos alimentos milagrosos (y encima te ahorras un puñado de calorías inútiles que te atran-can hasta los huesos). No hay co-mida plastificada que le llegue a la suela de los zapatos. La in-gesta media de calorías en Esta-dos Unidos subió casi un 25 % en-tre 1970 y 2000, y podemos asegurarte que no fue precisa-mente por el brócoli y las espi-nacas. La fruta y la verdura te llenan sin cargarte con un equi-paje que luego tu cuerpo debe gestionar. Algunos estudios han

xiii

AHORA, MANOS A LA OBRA.

zv

zv

palabrotas y sabios consejos (que nunca vienen mal).

Si nosotros nos lo pasamos de puta madre en la cocina, tú gozarás de lo lindo. Además, cuando acabemos contigo serás un cocinero del carajo.

xivCocina canalla

Tienes entre tus manos el pri-mer paso para ser la leche en la cocina. Primero te daremos toda la información básica, tú te la empollas y luego te rela-jas con las recetas. Ojalá pu-diéramos echarte una mano pero, como no nos has invitado, te vas a joder.

La primera regla de Cocina canallaes «lee la receta». ¿La segunda regla de Cocina cana-lla? LEE LA MALDITA RECETA. Asegúrate de leerla de princi-pio a fin antes de meterte en faena. Tómate tu tiempo para repasar todos los detalles don-de puedas tropezar. También conviene que prepares las cosas sobre las que tienes dudas an-tes de quemar el plato y que te dé un telele. No hay nada peor que llegar a un punto crítico de la receta y advertir que el siguiente cacharro está sucio en el fregadero o no saber si puedes sustituir la harina de arroz por la de trigo mientras te tiras de los pelos porque se te calcina la comida. No leas las recetas por encima y no supon-gas que lo tienes todo contro-lado. Déjate de agobios y lée-

!

!

,

xv

puede añadir más. Haz tuyas las recetas; escribe en el libro si hace falta. Nos la suda. Es tu libro.haz locuras.

Ensalada de recetas

En muchas partes de este libro te ofrecemos ideas para susti-tuir ingredientes, bien porque no los encuentras, bien porque no te apetece mover el culo por una mierdecilla. Son los cam-bios más comunes que se nos ocu-rren, pero las opciones son in-finitas. Siéntete libre para mezclar ingredientes por tu cuenta, pero con un poquito de sensatez, ¡vida mía! ¿Que no te queda tomate triturado? No pasa nada, sólo tienes que... ¡Alto ahí!¡deja el puto kétchup donde estaba! no, no es lo mismo... Como decíamos, sólo tienes que coger una lata de to-mates pelados y pasarlos por la batidora. Párate a pensar: cuan-do cambies cosas, ten en cuenta que algunos ingredientes tienen tiempos de cocción distintos o contienen más o menos líquido, y eso puede cambiar el sabor o la consistencia de todo el pla-to. Piensa también en el papel de lo que quieres cambiar. ¿Es

que usas para medir la harina, siempre te va a salir menos porque no puedes rellenarlo hasta el borde sin que se te derrame. Píllate en cualquier tienda una de esas jarras medi-doras para líquidos y déjate de cutradas. Cuando midas los lí-quidos con el medidor de líqui-dos y los sólidos con el de sólidos, podrás ponerte a la tarea.

A tu bola

Controlado el tema de las medi-das, has de saber que las rece-tas son meras guías. ¡Ja! No, ya en serio, escribimos esta mier-da para que cualquiera pueda pillar de qué va el tema, pero tú mejor que nadie sabes lo que te pone. Ve probando mientras cocinas, no justo antes de ser-vir, cuando ya es demasiado tar-de para cambiar nada. Si crees que al guiso le hacen falta más especias, échale más. Si nece-sita más sal, pues más sal. Aña-de un poco de salsa picante o de pimienta. Tú sabes lo que te mola comer. Confía en ti. Eso sí: ten cuidado porque los con-dimentos no se pueden quitar una vez usados, pero siempre se

xviCocina canalla

Y haz el favor de apuntarlo para no repetirlo en tu puta vida. Dicho esto, la cocina no es aeronáutica. Comes a dia-rio: debes saber de qué coño va la historia. No te despis-tes, confía en tus papilas gustativas y no agregues cosas raras al tuntún: ya verás cómo todo sale bien. Cuando lleves un tiempo cocinando ya no ten-drás que currártelo tanto y lo harás todo en un periquete. Dentro de poco serás un as de la cocina.

Vale, todo listo para coci-nar, pero resulta que, cuando abres la despensa, sólo ves una colección de sobrecitos con sal-sas obtenidos gracias a los lo-cales de comida rápida próximos a tu domicilio. Vamos a arreglar ese despropósito. Despídete de los sobrecitos de kétchup o sal-sa de soja. Ya no te van a hacer falta.

el ingrediente principal? ¿Un aderezo? ¿Un relleno? Si valo-ras todo eso, advertirás que no puedes sustituir unas espinacas por albahaca cuando aquéllas son el ingrediente principal de una ensalada, pero sí puedes poner espinacas en vez de alba-haca si vas a hacer un pesto porque sólo va a cambiar un poco el sabor. Así que mucha calma y un poco de sentido común.

En tierra extraña

Si no te gustan los champiñones (por ejemplo), no te molestes en cocinar una receta cuyo com-ponente principal sean los mal-ditos champiñones. Y no pienses que el plato seguirá quedando de puta madre aunque prescindas de un ingrediente esencial. Ese rollo no cuela con ninguna receta. ¡Jamás! O intentas supe-rarlo y vivir sin ese plato (sé fuerte) o sustituyes el ingre-diente y asumes las consecuen-cias. Si te vas a poner en plan vanguardista, apechuga con tus errores. Después no nos vayas a escribir para decirnos que has puesto plátano en lugar de pimiento y que el resultado no ha sido muy satisfactorio.

LO HAS HECHO TÚ y te aguantas.

xvii

Armas selectas

abrelatas

pelador

cucharas medidoras

tazas y jarras medidoras

escurridor

colador

2 tablas de cortar (una para verdura y otra para fruta: cortar una manzana donde acabas de picar cebolla te puede joder una tarta)

cuchillo grande de cocinero (de entre 15 y 20 cm va guay; y mantén afilado a ese cabroncete)

3 cuencos: grande, mediano y pequeño

rallador

sartén honda o wok

olla grande

cuchara de madera

2 espátulas (una rígida y otra flexible)

batidora de mano o de vaso

papel de hornear (no confundir con papel parafinado, que te jode la comida)

bandeja de horno honda

fuente de horno (como para poner una lasaña)

Opcional, pero útil

robot de cocina (los hay por 30 o 40 pavos)

cuchillo de pelar

rodillo

plancha o parrilla

Utensilios básicos para dominar la cocina

Para bregar en la cocina necesi-tas algunos utensilios sencillos, no tienen por qué ser trastos caros. «¿Debo gastarme ochenta pavos en esta cubitera japonesa porque las copas saben mejor con cubitos redondos?» ¡De eso nada, timadores del menaje! No pensamos comprar vuestros arti-lugios. Casi todos los objetos de la lista se pueden pillar en cualquier tienducha. ¿Quién coño necesita un puto cortador de aguacates? Una persona sin dos dedos de frente, ni más ni menos. Cíñete a esta lista bá-sica y podrás con casi todo.

canalla

COCINA

Q

xviiiCocina canalla

Date tiempo para ir pillan-do estos cacharros. No te es-treses si no tienes la cocina perfecta al cabo de un mes. No-sotros tardamos un par de años en poner a punto los armarios.

Alimentos básicos

Aceite de oliva:usamos aceite virgen extra porque lo compramos por garrafas, pero el aceite puro de oliva también sirve y es más barato.

Aceite de sabor neutro:de cacahuete, sésamo o coco.

Salsa de soja o tamari.

Un par de salsas picantes que te molen:una asiática y otra mexicana pueden ser una buena combinación.

Una crema o pasta de nuez: cacahuete, almendra, sésamo (tahini) o lo que sea.

Vinagre de arroz.

Otro vinagre que te mole:manzana, vino tinto, balsámico, vino blanco o lo que pilles por ahí.

Tu grano favorito:a nosotros nunca nos falta arroz integral de grano corto.

Tu pasta favorita:mola tener a mano una italiana (espaguetis o lo que sea) y otra japonesa (fideos soba o udon, por ejemplo).

Latas de tomates troceados (sin sal añadida).

Tus legumbres secas y envasadas favoritas:nosotros somos más de cocernos nuestras propias legumbres, pero a veces te dan las mil trabajando y no viene mal una ayudita. Nadie te juzga. Ten provisiones de ambas.

Caldo de verdura envasado.

Condimentos y especias

una buena mezcla sazonadora

albahaca

pimienta negra

cayena

mezcla de cinco especias chinas

canela

comino

ajo en polvo o picado

orégano

sal

pimentón dulce y picante

tomillo

Verduras y frutas básicas

cebolla

ajo

limas y limones

zanahoria

lechuga, espinacas y otras verduras

Dentro de nada estarás currán-dote unos platos del carajo, aunque sólo tengas un cuchillo, una cuchara y un bol. Te cono-cemos bien: contigo no puede ni Dios.

Despensa

xix

De vez en cuando te dará por cocinar algo básico sin una de esas recetas que se enrollan como persianas. Lo entendemos. A continuación hemos reunido toda la información que necesi-tas para preparar un plato de legumbres o cereales sin sudar

Alimentos básicos almacenados

Tranquilo, no hace falta que te fundas el sueldo en un día. Sí, puede parecer un lío, pero ya irás montando tu despensa con-forme vayas preparando recetas y compres alimentos nuevos. Cuan-to más cocines con esos ingre-dientes, más baratas te irán sa-liendo las comidas. Que sí, que ahora mismo tendrás que gastarte tres pavos en un bote de comino, pero te durará mil meses. Échale un vistazo a la lista de la pá-gina anterior y guarda esos nom-bres en un rincón de tu mente para cuando veas esos productos rebajados. Si logras almacenar todo esto podrás improvisar una buena comida incluso cuando el refrigerador sea un desierto.

la gota gorda. Vuelve a esta sec-ción cada vez que te encuentres con una receta que requiera le-gumbres cocidas o sugiera una guarnición de cereales. Viene bien guisar grandes cantidades para guardar una parte en la nevera o el congelador. Así tendrás disponible una cena rá-pida esos días en que sales de currar medio zombi.

Olla básica de legumbres

Preparar una olla de legumbres es de las cosas más fáciles que puede haber en cocina. Basta con un poco de paciencia. Los pasos son los mismos sea cual sea la legumbre que prepares: sólo cam-bian los tiempos de cocción. A continuación te damos unas di-rectrices básicas, pero confía en tu paladar. Las legumbres es-tán listas cuando al menos cinco están tiernas. Una sola puede engañarte, así que prueba va-rias. Hay que dejarlas cocer a fuego lento hasta que están he-chas. Más fácil imposible.

Primero, examina las semi-llas secas, desecha las que veas chungas y lava las demás. Pásalas luego a un cazo y cú-

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VALE, ¿PERO CÓMO

COÑO SE HACE?

xxCocina canalla

xxi

xxiiCocina canalla

las legumbres tienden a tripli-car su volumen al cocerse, así que si quieres obtener una taza y media (la cantidad normal de un bote), lo suyo es que emplees media taza de legumbres secas.

Tiempos de cocción de varias legumbres

frijoles negros:de 1 a 1 1⁄2 horas

judías de careta:1 hora

garbanzos:1 1⁄2 horas

judías rojas:1 1⁄2 horas

judías blancas:1 a 1 1⁄2 horas

judías pintas:1 1⁄2a 2 horas

Cocción de granos

Cocer cereales suele llevar mucho menos tiempo que cocer legumbres, aunque estos cabron-cetes son un poco más quis-quillosos. Pero sólo con seguir estas indicaciones (para entre 2 y 4 raciones) irás sobre se-guro. Si alguna vez te sobra agua en la olla cuando ya esté hecho el grano, escúrrela, alma de cántaro: no lo dejes cocien-do hasta que se te quede todo hecho una plasta. Igual: si se agota el agua antes de hacerse el grano, echa un poco más. No vas a cagarla. Lo tienes todo controlado.

brelas de agua. Al dejarlas en remojo se van a hinchar y no mo-la que las muy cabronas se sal-gan del agua. Deja en remojo por la noche o un mínimo de cua-tro horas. Así reduces el tiem-po de cocción. Échalas en agua antes de irte al curro y, para cuando vuelvas a casa, las ten-drás listas para la olla.

Cuando vayas a cocerlas, escurre el agua y échalas en una olla. Puedes añadir unas zanahorias, cebolla, apio o una hojita de laurel para darle más sabor, pero no es obligatorio. Echa un buen chorreón de agua, como tres veces la altura de las legumbres. Ponlas a fuego lento, tal cual, sin tapar, has-ta que estén tiernas. Sazona con dos pizcas de sal en los últimos diez minutos de coc-ción. Escurre el líquido so-brante, quita las verduras que tengan mala cara y guarda las legumbres cocidas en la nevera o en el congelador hasta que te hagan falta. Y todo esto sin abrelatas.

Ahora vienen los tiempos aproximados de cocción, pero re-cuerda que varían bastante según las horas que dejes la legumbre en remojo. Consejo matemático:

xxiii

real. Compruébalo donde quie-ras. El caso es que en 10 minutos como máximo tienes listas estas bolitas. Echa una taza de cuscús y una pizca de sal en un cazo. Añade 1 ¼ tazas de agua hirvien-do, remueve y tapa. No lo pongas al fuego. Deja reposar 8 minu-tos y esponja con un tenedor an-tes de servir. Listo, prenda.

Mijo

A ver: de entrada puede parecer alpiste, pero merece un poco de cariño y es barato como él solo. Está a medio camino entre la qui-noa y el arroz integral y vale la pena darle una oportunidad. Echa 1 taza de mijo en un cazo media-no a fuego medio y rehoga hasta que huela a tostado, unos 2 mi-nutos. Añade 2 tazas de agua y una pizca de sal y déjalo a fue-go lento, tapado, hasta que el mijo quede tierno (de 25 a 35 minutos).

Quinoa

Hay peña que cuece esta semilla megaproteínica como si fuera arroz, mientras que otros la hacen como si fuera pasta. Haz lo que te salga de ahí, pero

Cebada

Se trata de un cereal gomoso y con sabor a fruto seco que está que te cagas. Aparte de tener fibra por un tubo, está carga-dito de selenio, cobre y manga-neso, de modo que, por prácti-camente nada, te da un poderío nutricional de la hostia.

En general, se venden dos tipos de cebada, la integral y la perlada. La integral tarda más en hacerse, pero tiene más cosas buenas que la perlada, que las pierde al descascari-llarla. La perlada es supercre-mosa y, por lo general, más fácil de encontrar. Para la integral, lo suyo es hervir entre 1 y 3 tazas de agua con una pizca de sal. Lleva a ebullición, tapa y deja a fuego lento hasta que la cebada esté tierna (entre 40 y 50 minutos). Para la perlada, mantén la misma proporción ce-real/agua, pero deja cocer sin tapar y empieza a comprobar si está tierna pasados entre 20 y 25 minutos.

Cuscús

Se cuece muy rápido porque, si nos ponemos estrictos, en rea-lidad es una pasta, no un ce-

xxivCocina canalla

tu mesa muchos más nutrientes y sabor que el arroz blanco. No-sotros siempre tenemos un poco en la nevera, y tú ya estás tardando. Si sigues teniéndole ojeriza al pobre, prueba la va-riedad de grano corto (ver aba-jo). Este íntegro cereal, que sabe a frutos secos y está ri-quísimo, hará que olvides el arroz blanco. La variedad de gra-no largo se cuece igual, pero tarda aproximadamente 15 minu-tos más y requiere otra ½ taza de agua.

asegúrate de lavarla bien antes de ponerla a cocer porque puede amargarse. Para hervirla, lleva a ebullición 2 tazas de agua en una olla mediana con una pizca de sal, incorpora la quinoa y deja a fuego lento, sin tapar, de 15 a 20 minutos. Escurre el agua sobrante.

Arroz integral

Pensarás que se trata de otra jipiada supersana, pero lleva a

4 porciones

1 cucharadita de aceite de oliva o de coco

2 tazas de arroz integral de grano corto

una pizca de sal

3 ½ tazas de agua

1Calienta el aceite en un cazo mediano a fuego medio. Añade el arroz y saltea hasta que huela un poco a nueces (unos 2 minutos).* Añade la sal y el agua y remueve. Baja a fuego lento, tapa y deja que se haga muy despacio hasta que chupe toda el agua y el grano quede tierno (unos 35 minutos).

2¿La has cagado con el fuego y el arroz está tierno pero sigue que-dando agua? Pues escúrrelo, es obvio. ¿Que el arroz no está hecho pero ya no queda agua? Pues echa un poco más de agua, baja el fuego y sigue cociendo. No dejes que un puñado de arroz te derrote.

* Este paso es opcional, pero le da al arroz un estupendo sabor a frutos secos. Tú verás.

OLLÓN BÁSICO DE ARROZ INTEGRAL

Para acompañar delicias tipo curry de mango (p. 158) o como base de un cuenco (ver «Cómo montar un bol», p. 174).

xxv

xxviCocina canalla

xxvii

ga, pero hay otros peligros. Unos investigadores de la Uni-versidad del Sur de California afirman que las dietas ricas en proteínas animales multiplican por cuatro el riesgo de cáncer. Estudiaron durante veinte años a miles de personas y descu-brieron que la posibilidad de morir (antes de lo deseable) por cualquier motivo (salvo ac-cidente o suicidio) se incre-menta en un 74 % entre los de-voradores de carne y los amantes del queso. Ha llegado la hora de repensar lo que co-memos a diario.

¿Crees que no podrías vivir sin tu ración diaria de chicha? ¿Sabes qué? En realidad no po-drías vivir con ella, al menos no tanto como quieres. Comer más platos vegetales no sólo preserva tu salud: también es una forma ideal de variar tu dieta. Llevas años repitiendo cinco monotonías para cenar. Es hora de dejar atrás los excesos carnívoros, quesívoros o hueví-voros. Si usas la cabeza y no comes con el culo, tu cuerpo te lo agradecerá. Y ahora metámo-nos en harina.

Si has hojeado el libro habrás visto que nuestras recetas no llevan carne. De hecho, no utili-zamos ningún producto de origen animal. Sabemos que, de entra-da, puede sonar rarito, pero, anda, atiende un momento. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, los gringos co-memos una media de 122,5 kilos de carne al año. Eso dobla el consumo de proteínas recomenda-do (56 kilos anuales). O sea, que la mayoría comemos carne para parar un tren y no varia-mos un carajo nuestras fuentes de proteínas. Pues a tomar por culo: lo último que necesita el mundo es otro libro que nos cuente cómo se cuece la carne. Está claro que eso ya lo sabes.

Comer esa montaña de carne o atiborrarte de queso, huevos y otros productos de origen animal (mientras pasas de la fruta, la verdura y los cerea-les integrales) tiene sus con-secuencias. No es ninguna no-vedad. Conoces el rollo del colesterol y todas esa mandan-

QUIETO PARADO: ¿DÓNDE ESTÁ LA CARNE?

xxviiiCocina canalla

1

desayuno

!

!

,

¡Carpe diem, coño!

2Cocina canalla

va en serio: desayuna, vida mía

Llevas oyendo la misma cantinela toda la vida, pero resulta que es verdad: el desayuno es la comida más importante del día. Ten en cuenta que cuando te levantas llevas sin comer entre seis y ocho horas (a veces más, depende de lo que consi-deres cena). ¿Te parece bonito vivir del aire hasta mediodía? Saltarse el desayuno es una salvajada propia de gandules y/o de necios irreparables. El Instituto Harvard de Salud Pública ha averiguado que el hábito de no desayunar aumenta en un 25 % el riesgo de putadas coronarias. Sí, «¡hostia puta!» podría ser una reacción adecuada.

Si has desayunado, a la hora de comer tomarás decisiones sensatas en lugar de embucharte el primer comistrajo que se ponga a tiro con el consiguiente subidón de glucosa en sangre. Además, el desayuno es la forma ideal de ingerir la dosis diaria de fibra para estar a tope todo el día. Come bien, varias veces al día y en pequeñas dosis: así no lamentarás tu lamenta-ble desidia ni maldecirás la gigantesca pizza que te has zampado.

¿Que no tienes tiempo o hambre cuando te levantas? Una excusa sin duda muy original. Hacer un desayuno saludable no lleva tanto tiempo. A ver, sí, aquí viene un capítulo entero con grandes platos matutinos, ¿pero sabes cómo puedes desayu-nar muy dignamente? Con las sobras de ayer, que se calientan en un suspiro. Quien diga que no puedes desayunar espague-tis es un asno. ¿Y desde cuándo la falta de hambre te ha impe-dido comer? ¿Nunca has engullido patatas fritas por puro aburrimiento? ¿Cómo que unas tostadas a las siete y media son una movida muy gorda? ¡A otro perro con ese hueso!

¡Carpe diem, coño! 3

1 Calienta el agua en el fogón o el microondas hasta que esté a punto de hervir. Pon la quinoa en un colador y aclárala con agua para que no quede amarga al cocer.

2 Calienta el aceite en un cazo a fuego medio. Añade la avena y remueve hasta que huela un