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Hay que recuperar la vida antes del rayo, escribe Nidia mientras un tiempo de incertidumbre nos acecha y encierra. Y es que, quienes lean la obra: CON ESTA VOZ, hallarán más de cien poemas que descubren el estado creativo de la poeta en diferentes momentos de su hacer cotidiano y por esta razón, a la hora de reunirlos los ha organizado en cuatro apartados con diferentes títulos: I. Ruta del viento; II. Quitar sombras; III. Arquitectura de las cosas y IV. Con esta voz. A través de estos versos, vemos que en la trama de la poesía que la autora va enhebrando deja pasar hebras de luz en medio de incertidumbres y de sombras. Y es que su poesía le permite encontrar los hilos perdidos de la madeja y se constituyen en refugio que contiene, acompaña ante la niebla y a la vez, convocan a no quedar inmóvil, a no darse por vencido ante el infortunio. Son poemas que convocan, exorcizan todo lo que ella es y evoca de voces de otras mujeres, cercanas o ajenas que la han marcado. Por eso, su voz muestra perplejidad, asombro, protesta, reflexión, dulzura, desafío, compromiso y al mismo tiempo, liberación.
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Seitenzahl: 54
Veröffentlichungsjahr: 2021
NIDIA C. TINEO
Tineo, Nidia Cristina
Con esta voz / Nidia Cristina Tineo. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: online
ISBN 978-987-87-1683-1
1. Poesía Argentina. I. Título.
CDD A861
EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA
www.autoresdeargentina.com
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
“La poesía es un ave secreta
que anida donde quiere
cuando quiere,
y nos percatamos
recién de su llegada
cuando empieza a cantar
ese es todo el secreto”
EDGAR MORISOLI
Hace tiempo
hablo viento
silbo entre las piedras
no sé
si ha de quedar
mi soplo
entre los árboles,
llevo el aroma a pájaros
en mis alas de aire
y apenas
un puñado de semillas
para el ritual
del fuego.
Hay que recuperar la vida antes del rayo
volver al paisaje
a la luz de la risa, a la tibieza del
nido,
al misterio de la flor que nace de la piedra,
al murmullo del arroyo, al abrazo,
volver es necesario,
y reescribir todos los versos que se han roto.
Hay que ahondar en la tierra, tomar su fuerza
alzar la vista,
olvidar enojos con dios,
borrar quejas,
recoger proyectos arrasados
uno a uno,
lanzarlos al aire como si fueran pájaros
aunque parezca imposible
aunque resulte difícil
comenzar de nuevo,
no temer a las pérdidas,
el sol regresa
el mar devuelve lo que ha quitado.
Y lo imposible llega
aunque casi siempre, tarda un poco.
Cuando el hilo se corte
y no queden palabras
y las simples palabras sean
hechos.
Entonces,
podré romper la cerca.
No he de quedarme
de este lado,
preguntándome
qué hubiera
sido.
Si me fuera posible elegir
deseo ser un ave.
Un ave pequeña
con pequeñas alas
flotar sobre olas
como liviana nave
con velas extendidas
por la ruta del viento,
que es ruta de pájaros.
Y picotear la sal de caracolas
y anidar en médanos
para empollar ternura
con idioma de pájaros.
Planear por riberas
con algunos naufragios
y elegir el final
cerca de cualquier playa.
Dejar que el sol me envuelva
en oro pálido
y arrojarme después
a la otra orilla.
Algún día,
he de cruzar el puente
sin dudar un instante
para colgar pasado
como se tiende ropa
al viento
con broches
y cordeles
dejar
secar al sol
y que el dolor escurra.
Pueda ser
que quede
como la ropa
blanca.
Por las calles desiertas andaba
hurgando en los adentros
sin comprender qué pasa,
ni por qué te apareces así,
tan de repente.
Procuré espantar imágenes,
recuerdos que llegaban
desde la melodía de tu voz,
desde tu cabellera,
desde el más allá de tu cobre
distancia.
No sé cómo, ni cuándo anidó
este amor azul
como susurro al viento.
Quise echarlo de mí,
arrojarlo a la tierra
de donde provenía.
Su aliento era tan grave
y era extraña la fuerza,
desnuda de rutinas,
que parecía atraernos
aunque no nos mirásemos,
aunque no hubiera palabras
más que fugaz palabra
orillando tus labios
escrita por tus manos,
y ese hilo ancestral
que quedó flotando
entre tanta partícula,
suspendido en el aire.
Dónde está la templanza
cuando brota la hoguera,
esa luz,
ese rayo que gravita encendido
en el cuerpo, en los pies,
en los ojos la luna,
en el mural de fábrica,
en el grafiti,
en las calles del pueblo,
en las noches de marzo.
Aún conservo la inquietud de una línea quebrada,
del aullido lejano en el campo nocturno
del horizonte que todo lo devora
con la garganta a punto de escupir
algo que no sale.
Como en un laberinto
donde lo indescifrable es el único huésped
y al asomar palabras buscando una salida,
se disuelven tan pronto,
como deseos en la boca
como el porvenir a punto de llegar
y que no llega.
Qué callar
para no pronunciar lo incierto
un vaso en el umbral
la puerta abriéndose
y un hilo de luz
apenas
entre sombras.
A veces las certezas
son márgenes borrosas
en mares turbulentos.
Como velero
atravesado por la niebla
entre bancos espesos
así, vos
así, yo
no hay faro
solo
instinto.
Tengo
en el hueco de las manos
un poco de agua.
He sorbido
tres tragos
tres tragos de agua
transparente,
fresca
dulce.
He quedado inmóvil
ante la cascada,
y le he pedido
que me cuente de ella,
y ella
me ha dicho,
no te detengas.
Algo se debate dentro de mí
un virus, un infierno,
un deseo incumplido,
una fiebre,
una indecisión, una fuga,
una condena,
un clavo en la garganta,
un no, un nunca,
un jamás que no sale,
maldita boca muda y tu palabra,
tu palabra, que no llega.
Algo ronda fuera de mí,
desconocido, vacío, áspero
y esa peste que nos empuja
hacia el abismo.
Negro sabor de las aguas
que se han tornado negras.
A veces, me quedoen el silencioy entonces,
soy un hueco de la casa.
De pequeñabuscaba un pedazode silencio y casualmente,lo hallaba en la cocinael lugar más ruidosodonde el puchero hervía
las papas, los zapallos
entre las ollas y enseresbuscaba ese silenciomientrasla cocina bullía de ajetreoy su aire olía a cebolla,
perejil, albahacay no me
daba cuenta del secreto
del pan, con harina
y misterio
sin nada de palabras.
A veces, tengo la sensaciónde ser un pedazo de silencio
y otras veces,el grito de esa casa que ha quedado
callada.
Solo para mirar
cuánto sol
cabe en tus labios
giré
y regresé sobre mis pasos.
Quise guardar
toda la luz
de la felicidad
en mis pupilas.
Cuando por todos los agujeros
haya fugado la luz
y no renueven los árboles sus hojas.
Cuando la oscuridad
se adueñe de nosotros
y nosotros,
prisioneros
del viento.
Viento
quita tu derrotero
de mis alas,
llevo entre las plumas
mi propia brújula.
El nido
se ha hecho trizas
con tu soplo
y mis pichones
han quedado inmóviles
sobre las piedras.
Más que toda espina
metida entre los huesos
más que sueños esquivos
más que oscuros cipreses
vencidos por la nieve
más que nidos vacíos
más que aullidos de perros solitarios
en la eterna inmensidad del hielo
más que todas las vidas
en una sola vida,
duele el silencio.
Y si el amor alguna vez
estuvo ahí,
hoy,
se agazapa entre las
pérdidas.
Entre los dos extremos
de los menos y más
siempre queda algo
el color del follaje en otoño,
una pluma al caer,