Cuerpo herido - Nathán Grinberg-Zylberbaum - E-Book

Cuerpo herido E-Book

Nathán Grinberg-Zylberbaum

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Beschreibung

En este poemario existe también el perfil de una enfermedad, pero ramificada en la existencia. Años de salir y entrar a una prisión del cuerpo. Por momentos, el dolor rompe las formas, establece su grito. En otros, se le acepta, se habla de Dios, de un torbellino. Un ruego y una especie de Job pregunta sobre aquello que Miguel Hernández llamaba las tres heridas. Nathan Grinberg, aquel joven pasante, ha atravesado los límites con un esfuerzo a veces incomprensible y desde su regreso a la vida nos habla en estas páginas plagadas de preguntas. "No importa lo que me haya roto", le dice a Dios. Quiere seguir en la vida y desde ese logro deslumbrante, escribe su dolor.

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CUERPO HERIDO Primera edición: mayo 2021

ISBN: 978-607-8773-13-8

© Nathán Grinberg-Zylberbaum © Gilda Consuelo Salinas Quiñones (Trópico de Escorpio) Empresa 34 B-203, Col. San Juan CDMX, 03730 www.gildasalinasescritora.com Trópico de Escorpio

No se permite la reproducción total o parcial de este libro ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Arts. 229 y siguientes de la Ley Federal de Derechos de Autor y Arts. 424 y siguientes del Código Penal).

Si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra diríjase al CeMPro (Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor, http://www.cempro.org.mx).

Distribución: Trópico de Escorpio www.tropicodeescorpio.com.mx Trópico de Escorpio

Diseño editorial: Karina Flores Ilustración de la portada: Aliria Morales Sólo tú duplicas el alba (Técnica mixta masa-roca 90cm X 100cm)

HECHO EN MÉXICO

 

A mi mamá a quien tanto extraño

A Jacky mi hermano guardián

 

 

A Paulina, mi amiga, mi hermana, mi confidente

A Tania y Andrea, las luces de mis ojos

A Mina, por tu gran corazón y generosidad sin límites

 

 

Así que no os angustiéis por el día de mañana porque el día de mañana traerá su afán y basta a cada día su propio afán. (Mateo 639-34)

El amor y la locura son los motores que hacen andar la vida. Marguerite Yourcenar

Violentar los cielos

Caigo, floto

Caigo, floto en la rotundidad del dolor, agonía profunda recalcitrante e insistente.

Que toca a mi puerta, impertinente, a cualquier hora, a deshoras, sin honra, con desvergüenza.

La grosera, la infame; aturdida a veces, a veces segura pero siempre atinada con su flecha envenenada, clavando sin mesura y con alevosía su mortífero ajenjo en mis mortajas y vísceras.

Cual torero soberbio, apuñalar certero a su débil esclavo y obtener con eso y su excesiva sed de sangre.

Violentar los cielos y el infierno.

Soledad

Qué soledad la mía, como la de una barcaza encallada y rota, a la orilla de un lago semiseco, o un cráter vacío sin lava, sin piedras siquiera, solo con recuerdos añejos de su poderío.

Qué gran soledad, parecida a un pez dorado único en una pecera, que rumia su camino batiendo sus aletas siempre al mismo compás, cambiando su tamaño según lo cerca o lejos que te encuentres de su transparente cárcel.

Soledad abrumadora como el desgarrador olor de un bosque incendiado que solo arroja pérdidas.

Como las tetas de una mujer, caídas y secas, sin leche para su cría que se desgañita de hambre.

Como un águila sin alas, siendo desollada por los de su especie, caníbales al fin gozando el festín, la orgía de sangre.

Como un mar muerto, salado, inerte, sin vida, sin ninguna vida.

Como el oso polar que ya no tiene hielo de dónde asirse y el salmón sin cascada dónde juguetear.

Como el hombre sin Dios, como estamos todos los hombres de este planeta y de cualquier planeta.

Porque Dios está muerto.

Como cuando era niño y nadie se acordaba de mi cumpleaños.

O cuando cada año sin chistar, había que ensayar las canciones para el Día de las Madres; pedirle a un huérfano que ensaye y que luego cante el Día de las Madres, ¿y sonriendo? (un sacrilegio).

La de una ballena encallada, la de un perro amarillo, de un gatito hambriento debajo de un coche, un tigre enjaulado, un cuyo corriendo a toda velocidad en una rueda de la fortuna rosa, infinita.

Así es mi triste, inválida, atosigante ridícula, energúmena, despiadada y cruel; aburrida, intrigante, ociosa, malhumorada, adolorida, podrida; mi desdichada soledad.

Este cuerpo

Este cuerpo en el que viajo ya no quiere trabajar y lo entiendo bien: está viejo, inservible, ya no le funcionan las manecillas, ya no da bien la hora; parece un reloj barato de los que venden en la Lagunilla: se descompone a la primera.

Una cafetera vieja y quemada.

Pobre cuerpo mío, ya no quiere jalar la carreta, se falsean las patas del caballo y el jinete, por más que lo latiguea no obtiene respuesta.

¡Ay, pobre cuerpo mío!, parece un comal al que se le pega la comida o una llave de agua de