Del punto a las líneas - Eduardo Mardones Fuentes - E-Book

Del punto a las líneas E-Book

Eduardo Mardones Fuentes

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Beschreibung

Este libro fue creado pensando en todos los niños y niñas que consideran que el Leer es poco ameno, aquí el lenguaje y su forma de narrar, harán de su lectura algo entretenido y placentero. Ello les permitirá fortalecer el aprender contenidos educativos, que en algún momento le parecieron difíciles de adquirir, aquí aprenderás en un estilo diferente de presentación. Manipular objetos y el Pensar se verán fortalecidos a través del Juego, no pensado como una entretención propiamente tal, sino como una experiencia lúdica amena, que le permita Interactuar tanto en lo personal como colectivamente a través de historias cercanas a la vida diaria. Finalmente, esta obra considera muchos aspectos didácticos valóricos, y afectivos, de manera implícita, los cuales, tanto el sistema educativo, profesionales y la familia deberían leer para así lograr en los niños y niñas aprendizajes significativos a través del Crear.

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DEL PUNTO A LAS LÍNEASHistorias para leer, aprender, pensar, jugar, crear e interactuar Autor: Eduardo Mardones F. [email protected] Diseño y diagramación: Sergio Cruz Edicion electrónica: Sergio Cruz Editorial Forja General Bari N° 234, Providencia, Santiago-Chile. Fonos: 56-224153230, [email protected] Primera edición: noviembre, 2022. Prohibida su reproducción total o parcial. Derechos reservados.

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor. Registro de Propiedad Intelectual: N° 2022-A-8790 ISBN: Nº 978-956-338-606-6 eISBN: Nº 978-956-338-607-3

“Cualquier creación artística es hija de su tiempo y la mayoría de las veces, madre de nuestros propios sentimientos”.

Dedicado en especial a:PATRICIA,DANIELAYBASTIÁN

Prólogo

… a fin de cuentas, algo debió ocurrir en mi mente y en mis actos, en algún momento lo abstracto se concretizó, así debieron aparecer estos puntos…

¡Hola!

Soy Daniela.

¡Bueno!, en realidad todos me dicen Dany. Espero que me puedas conocer mejor durante este viaje entre leer, aprender, pensar, jugar, crear e interactuar.

Soy una niña que siempre ha deseado tener muchas amigas y amigos y creo que lo que compartiré contigo en cada página que leerás será la mejor forma de comunicarnos, de poder dar inicio a nuestra amistad y de disfrutar con las cosas que te relataré.

Para realizar este viaje juntos, consideré que el medio ideal es el de las palabras, a través de las cuales puedo contarte y compartir anécdotas, experiencias y vivencias que me han hecho crecer y aprender; de esta manera, podré dejar huella en estas páginas de lo que hago y pienso, además de dibujar y reflexionar sobre la forma en que nos podemos relacionar de manera más personal, entretenida y creativa.

A través de las palabras podré contarte de mi vida, de mis compañeros del colegio y las múltiples experiencias que viví con ellos y ellas. Espero que aprendas y te entretengan, pero lo más importante es que disfrutes de mi compañía en el lugar en que te encuentres leyendo: ya sea en tu casa, en el patio durante los recreos o en los parques que visitas, para que después de jugar, en un momento de descanso o pausa, te acuerdes de mí y me saques de la mochila. De esa forma nos volveremos a encontrar y seguiremos compartiendo y creando nuevos lazos de amistad, ya que juntos podremos leer, aprender, pensar, jugar, crear e interactuar.

En estas páginas quisiera contarte cómo llegaron las matemáticas, el arte, la creatividad y muchas otras cosas a mi vida infantil y escolar.

También aprovecharé de explicarte lo mejor que pueda de qué forma llegaron los lápices a mi vida, sobre todo los de colores, y con ellos un mundo que no conocía, conformado por puntos y líneas, así como por todo lo que apareció cuando aprendí a manejarlos, tanto en el papel como en mi mente. De esa manera, espero que comencemos una linda amistad a través de la lectura. Estoy segura de que te gustarán y te entretendrán muchas situaciones, anécdotas e historias divertidas y diferentes que he vivido en el colegio y con amigos y amigas. Ojalá tú también puedas desafiar tu mente y demostrar lo grande, valioso y creativo que eres.

Estas experiencias que de seguro también querrás compartir con un(a) nuevo(a) amigo(a), considero que fueron muy importantes, ya que lo que he ido descubriendo hasta ahora, me ha servido para crear nuevas oportunidades para desarrollarme y crecer.

De igual forma espero que lo que aquí te comparto te permita conocerte, crear nuevas y distintas relaciones y descubrir nuevas formas de aprender; resolver los problemas y desafíos que te propongo te servirá para mostrar tus habilidades y te permitirá aplicar de manera más entretenida las diferentes cosas que aprenderemos juntos a través de las páginas que vendrán.

Por ejemplo, aprenderás contenidos y aspectos que esconde el mundo de la geometría; de manera más creativa, comprenderás cuán importante es el punto y la línea y cómo ellas forman parte de tu ser. Eso sí, todo eso será posible en la medida en que vayas avanzando en la lectura. Así también podrás ir compartiendo las experiencias y las cosas prácticas que aquí encontrarás con tus profesores, compañeros, amigos, familiares o con quien descubras que tiene esas ansias de aprender acerca de un mundo creativo, diferente y tolerante a ideas nuevas e innovadoras.

Capítulo 1Lápices y punto

Todo comenzó hace muchos años, tendría unos tres años, más o menos.

Al despertar de mi siesta diaria, me levanté y caminé hacia la puerta de mi habitación, la cual estaba abierta de par en par. Al cruzarla, miré por el pasillo y pude observar hacia el fondo la mesa del comedor en donde se encontraban mis papás sentados en sus lugares preferidos, ya que en casa cada uno se apropió de un espacio: mamá al lado de la estufa de combustión lenta y papá en el otro extremo, cerca de la puerta que daba a la cocina. Él disfrutaba del café y en ese lugar le era más fácil pararse y calentar el agua cuantas veces quisiera; así no molestaba a mamá, aunque claro, ella se aprovechaba de esa situación y le decía:

—¡Yo también quiero uno! En el vasito de vidrio, ¡porfi...!

Una vez servido su café, papá arrastraba sobre la cubierta de la mesa un cuaderno que había tomado desde un montón apilado sobre una de las sillas del comedor.

Al mirar detenidamente su mano, observé que usaba unos palitos, los cuales, con el tiempo, descubrí que servían para la escritura y también para dibujar.

Eran unos lápices de pasta.

Sobre la mesa papá había dispuesto varios de ellos, de diferentes colores: negro, azul, rojo y verde, los cuales intercambiaba a medida que hacía sus anotaciones o correcciones en los cuadernos, ya que papá es profesor y, como tú sabes, los profesores usan diferentes tipos de lápices: de pasta, grafitos, de tinta, scriptos, de cera, etcétera. Para resaltar cosas, en el caso de faltas de ortografía, las destacaba con el lápiz rojo; subrayaba con el verde las ideas mal redactadas, y las calificaciones las escribía con el lápiz azul si eran iguales o mayores a 4.0, y con el rojo cuando la nota era inferior a ese número. Más adelante traspasaba las calificaciones a un cuaderno, en donde estaban los nombres de sus alumnos escritos en orden alfabético.

Mamá no trabajaba así, ya que como parvularia…

¡Perdón!, cometí un error al expresarme de ese modo. Debí decir Educadora de Párvulos, ya que mamá siempre corregía a las personas cuando la llamaban parvularia, pues consideraba que le bajaba el perfil a una profesional de la educación como ella.

Cuando mamá trabajaba en casa, sacaba una enormidad de cosas de su bolso y las distribuía sobre la mesa de manera que pudiera tenerlas a mano y disponer de ellas cuando las requiriera. Eso le facilitaba la construcción de material didáctico y hojas de trabajo para los niños del jardín Rayito de sol, lugar donde ejercía su profesión.

Ese día de trabajo en casa era un día esperado por mí. La mesa se vestía de multicolor, como un arcoíris, por la gran variedad de lápices dispersos sobre ella: de colores fosforescentes, de colores pasteles y acerados; con ellos, tenía la posibilidad de jugar y hacer lo que deseara, ya que mamá, en esas ocasiones, me pasaba lo que yo le pidiera. Así fue como me facilitó su estuche con lápices, hojas en blanco y cartulina, en las cuales plasmaba mis primeras creaciones artísticas.

Apenas comenzaba a utilizar los lápices, siempre escuchaba a mamá decir:

—¡Sin rayar el mantel, mi amor!

Al mismo tiempo papá levantaba la vista, me hacía un guiño con su ojo izquierdo y me entregaba una sonrisa curva y confabuladora.

En esas ocasiones, podía utilizar todos los tipos de lápices y colores que mamá ocupaba: de cera, destacadores, plumones, grafitos, scripto, pasta, tinta, etcétera. ¡Hasta tizas de colores tenía! Pero lo que más me gustaba era usar cola fría de distintos colores, sobre todo aquellos frascos que contenían además estrellitas de papel metálico fino de colores variados, lo cual hacía de ellos un producto atractivo para mis creaciones.

Mis primeros trabajos en casa fueron muchos puntos de colores. Seguramente te preguntarás, ¿por qué puntos?

Ese fue mi primer gran descubrimiento, el cual, sin pensarlo, me marcaría la vida para siempre.

Todo ocurrió por mi escasa edad y desarrollo, ya que como estaba en proceso de crecimiento, mi coordinación y aprehensión no estaban desarrolladas, cada cosa que tomaba se me caía de las manos. Así que cuando tome los lápices, estos se me fueron soltando y cayendo sobre la hoja blanca puesta por mamá. Cada vez que ocurría aquello, aparecía una mancha en las hojas y no sobre el mantel que cubría la cubierta barnizada de la mesa redonda de trabajo, mientras mis padres revisaban cuadernos, corregían pruebas, creaban guías de trabajo, materiales para sus clases etcétera; en ese ambiente de trabajo el punto geométrico, invisible, imaginario e indefinido hizo su aparición, todo por el impacto de un lápiz que al caer de punta sobre la hoja blanca, dejó ver cada una de sus marcas o huellas imborrables, algo que por mi edad era invisible hasta ese momento, es decir, aparece “el punto”.

Reflexionando acerca de este asunto, creo que lo que me sucedió fue un descubrimiento y un registro mental fantástico para mi corta edad sobre el concepto de punto, el cual, recién ahora, comprendo un poco mejor. Esta experiencia debió haber sido, guardando las proporciones, como la primera huella humana que dejó Neil Armstrong cuando puso su pie sobre la superficie lunar un 21 de julio de 1969. «Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad», dijo el astronauta americano de su viaje a la luna; en mi caso, esta huella del punto fue «una pequeña marca para mí, pero un gran punto de partida para mi creatividad».

Con el tiempo descubrí, gracias a mis profesores, que el concepto de punto, como esencia geométrica, aparece bajo una concepción griega de la geometría, recopilada en Alejandría por el gran matemático y geómetra Euclides en su tratado Los elementos.

¡Sorpresa…!

Te mostraré mi primera hoja de trabajo, la que mamá guardó de recuerdo.

Primera hoja de trabajo de mi hija

¿Qué te parece?

¡Bueno!, ¡bonito! e interesante, creo yo.

Transcurrido el tiempo y en la medida en que me fui desarrollando corporalmente, se fue mejorando mi motricidad. Esta palabra se refiere al control que uno, como ser humano, es capaz de ejercer sobre su propio cuerpo. Es decir, es la acción que hace que tus músculos se contraigan, lo cual nos permite manipular mejor los lápices u objetos, así como coordinar y visualizar mejor nuestros primeros trabajos, dibujos y producciones creativas.

A través de este tipo de entretención —¡para mí!—, a mi corta edad, me fue posible desarrollar mis habilidades manipulativas y de coordinación, entre mis manos y mis ojos.

El desarrollo de esta habilidad ha sido de gran ayuda para lograr las metas escolares que debía alcanzar cada año: escribir, dibujar, manipular objetos e incluso comer, puesto que llevarme la cuchara hacia la boca no fue nada de fácil. Mamá y papá tuvieron que ejercitarme mucho en dichos movimientos de coordinación, para que no se me cayera la comida que trasladaba en la cuchara, y así llegara a mi boca y no a la ropa, ja, ja, ja).

Permíteme una disgregación, es decir, salirme un poco de lo que te vengo relatando.

Una vez, leyendo en un sitio web, encontré un documento en donde explicaban y fundamentaban por qué los padres nos dan la posibilidad de hacer estas cosas para que podamos desarrollar nuestras particulares habilidades.

Bueno, en realidad, todos los padres promueven ese tipo de ejercicios motores, ya que con ellos nos potencian el uso de estas herramientas (papel, lápiz, colores, marcadores); a través de estos tipos de trabajos, ellos nos ofrecen la oportunidad de desarrollar muchas habilidades manuales, de coordinación, y de originar sensaciones que permiten ver belleza y disfrutar internamente lo visto, lo cual lleva a crear en nuestra mente, un pensamiento reflexivo. Todo ello con la finalidad de que podamos expresarnos y comunicarnos mejor con las personas, es decir, desarrollar competencias que nos posibiliten en el futuro tomar mejores decisiones y, en consecuencia, ser más competentes en lo que deseemos emprender y ser en la vida.

Creo que si mis padres no hubiesen realizado dichas actividades conmigo, hoy no estarías leyendo estas páginas con mis historias, experiencias y descubrimientos.

De igual manera, practicar estas habilidades me permitieron fortalecer el trabajo creativo y mejorar la coordinación visomotora, es decir, actividades en donde se requiere el uso simultaneo del ojo, la mano y el dedo. Así como la coordinación visomanual, que es la capacidad que posee un individuo de realizar una tarea o actividad utilizando al mismo tiempo las manos y la vista, por ejemplo, si nos peinamos, escribimos o cosemos alguna prenda.

Estas coordinaciones me permitieron trabajar con los colores y la luz, la cual viajaba desde las lámparas que colgaban del techo del living de mi casa, hacia el espacio, iluminando así mi vida y mis pensamientos y, por supuesto, la mesa donde trabajaba.

Dicha luminosidad me permitió disfrutar del color y de las formas y, al mismo tiempo, potenciar la capacidad de atención en las actividades que realizaba.

Con los años esta iluminación me llegó a lo intelectual, ya que pude llegar a identificar cosas interesantes, que en las próximas líneas de esta historia te seguiré contando. Así como también me iluminó en lo espiritual, ya que trato de alcanzar mi equilibrio interior, la paz, el amor y la felicidad, conmigo y con los otros.

¡Ya!, ¡ya! me estoy saliendo de la línea, así que punto a este aspecto y volvamos.

¡Retomando las ideas entonces!