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Hay mujeres que aman hasta desangrarse. Hay mujeres que renacen de sus propios escombros. Y hay mujeres como Natalia Müller, que hacen ambas cosas... Y escriben poesía con eso. Descosiendo el Alba es un viaje por las ruinas del amor, la traición entre mujeres, la soledad como templo, el cuerpo como mapa y el alma como herida abierta. Desde un estilo oscuro, gótico, visceral y profundamente humano, estos poemas son confesiones de una autora que no teme mostrar su verdad: intensa, cruda, vulnerable y feroz. Tatuadora, baterista, observadora de lo invisible, Natalia transforma el dolor en palabras, y la oscuridad en fuego. Aquí no hay esperanza ingenua. Hay una mujer indomable, que aún sin fe, se reconstruye. Verso a verso deshilvana lo que otros llamarían "comienzo". Este no es un amanecer. Es una cicatriz que brilla. Bienvenida a su universo. Lea con el alma abierta. O no leas.
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Seitenzahl: 129
Veröffentlichungsjahr: 2025
NATALIA MÜLLER
Müller, Natalia Descosiendo el alba / Natalia Müller. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-6641-6
1. Poesía. I. Título.CDD A861
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Agradecimientos
Prólogo
Tu Amor
Amor Oscuro
Más
Agujero
Alma
3 am
Piano
Juego Astral
Odio en la piel
Muerte
A Ti
Otoño
Sumérgeme
Errante
Cayendo
Espejo
Reptil
No rompas mi corazón
Cristal
Carnada
Sí, Tú
Alto
El secreto
Herida
Abismo
La Vida
Problema
Solitaria
Sin miedo
Habla de Mí
Algoritmo
Lluvia
Cárcel
Sin Huellas
Plegarias rotas
Con el Mar adentro
Crecer
Inaceptable
Ironía
Frío
Perdóname
Ámame, Lastímame
Una mirada
Vacío
Terapia fallida
Distorsión
Lustrando la soledad
Máscaras
El mundo en llamas
Vientos en la noche
El regreso
Niña de algodón
Sin respuesta
Basura
Miseria
Amor Infierno
Condenadas
Blando
Borde
En la casa...
Obsesión
Caída
¿Cómo puedo?
¿Yo?
Salvaje
Credo
Señuelo
...
Café en tus ojos
¿Qué? ....
La última ola
La aprendiz
El camino
El problema
Pasajera
Me olvidarás
La durmiente
Frío en verano
Fotografías
Océano en mi interior
Así me amo
Señal astral
La hiriente
Pensé que...
13 horas
Interrogación
El recorrido del amor
Te dejo ir
La que murió
Espeso
La que juega sin dejarte dormir
Proyección
No hay lugar
A veces todo sale mal
Perdida sin ti
Vacía
Espejismo de la soledad
Llamada SOS
El día que me vaya
Tu simple adiós
Escúchame
Déjame sin decir adiós
Por la noche
Polvo de diamante
Mi noche
La milla
Voodoo
Galaxia para estar más cerca
Voces en el viento
Rocas caminantes
Fiebre
Cabaret
Ojos de mar
Agosto en enero
Regrésame a ti
¿Quién eres?
Llueve en la ciudad
A la oscuridad que me habitó y me enseñó a escribir.
A cada mujer que me rompió el alma y me inspiró un poema.
A mí soledad, por ser refugio y espejo.
A quienes me miraron sin entenderme: Gracias por no acercarse.
A la música, a la batería, a cada golpe que marcó el ritmo de mis palabras.
A quienes se atrevieron a ver la luz detrás de mi sombra.
A mí misma, por no rendirme nunca.
Este libro es mi renacer, mi acto de fe en mí.
Gracias por leerme. Gracias por sentirme.
Natalia Müller
Escribí estos poemas con sangre invisible, desde la oscuridad más profunda que me habita y también desde la luz que descubrí al fondo del abismo.
Cada palabra que leerás fue arrancada de momentos en los que amar dolía, confiar era peligroso, y ser yo misma parecía una batalla contra el mundo.
Este libro es mi corazón desmembrado, pero también es mi cuerpo en pie, mi alma indomable, mi fuerza intacta.
No hay en éstas páginas ficción ni adornos.
Aquí habita la decepción, la obsesión, el amor que duele y la traición que desangra.
Pero también vive el amor propio, la superación, la mujer que soy: diferente, imponente, apasionada, gótica, libre.
He amado a mujeres que fingieron amarme.
He caminado por el mundo buscando respuestas, sin fe, sin certezas. Pero aquí estoy.
Escribo porque callar me destruía. Escribo porque mi historia también puede ser la tuya.
Este no es solo un libro de poemas. Es un renacimiento.
Gracias por atreverte a entrar.
Te invito a leer con los ojos, el alma... y las cicatrices abiertas.
Necesito sentir tu rostro,
—dime que aún estoy aquí—.
—Muéstrame como son tus ojos—,
—déjame ver a través de ellos—.
Que esta noche,
la luna ilumine
dentro de toda esta oscuridad.
Cariño, ven a buscarme
—sálvame de mí misma—,
no tengo fuerzas para correr.
—Me ha encontrado Lucifer—.
Ha tomado mis manos y corro a su lado,
—no me deja mirar atrás—.
—Está jugando con mis ojos—,
no puedo volver atrás.
Esta noche, la luz me ciega
—haciendo que mis pasos,
vuelvan a errar—.
¿Y si inventamos un hogar, donde no sale el sol?.
—No es imposible tomarnos las manos y encontrarnos allá—.
—Te esperaré si estás segura—,
te esperaré al amanecer.
—Serás mi único sol—,
luz que brilla en mi oscuridad.
—Podremos amarnos a oscuras—
donde no nos alcance el dolor.
Podré hablarte sin vientos,
—y las palabras lleguen a tu corazón—.
—Recuéstate en mis brazos—,
la noche nos viene a buscar.
No es necesario esperar el alba,
—brillas donde nadie quiso ver—.
—No necesitamos caminos—,
recorramos las estrellas sin prisa.
No hace frío aquí afuera,
—desnudas sentimos nuestra piel—.
Barreras rotas, que soñamos aquel atardecer.
—Quiero ser libre—,
si me acompañas, te enseñaré
—(a dejar las penas atrás)—.
—Déjame que te abrigue—,
estamos despegando,
—mirándonos a los ojos—.
Planetas giran a nuestro alrededor,
—estoy tan liviana—.
—Me encierro en tu melancolía—.
Déjala, —deja todo mi amor—,
estamos seguras siendo olvido.
—No tengo las ideas claras—,
necesito tu amor,
—pero no como me lo quieres dar—.
—¿Puedes darme contención?—.
Estás parada frente a mi dolor,
—y lo que mi corazón grita desesperado—.
—¿Acaso puedes detenerte a escuchar?—.
—Quiero verte en las noches—
donde cae la lluvia fría, —abrázame—.
—Necesito más que eso que quieres darme—.
Y cariño, —estoy tan quebrada—,
que no creo que puedas conmigo.
Estoy esperando un milagro,
—algo que me haga despertar—...
Algo, que me haga sentir
el sabor de una gota de lluvia,
—ese frío sabor— de estar mojada
en medio de una catástrofe simple.
He visto tus ojos desesperados
—por no alcanzar lo que necesito—.
Te he visto decepcionada de ti,
de mí...
—¿Qué más puedo pedirte,
si nadie es correcta en esta vida?—.
—¿Qué puedes tomar de mi,
si soy tan incorrecta?—.
Mientras todo sigue errando,
—mi corazón no deja de esperar—,
todo aquello
—que decides callar y encerrarlo—,
haciéndome sentir, que tal vez,
—lo estés guardando para ti misma—.
—Cuánto nos equivocamos al volver—.
—¿Podría el pasado remediar este error?—.
Sé que hay otro lado donde existimos,
—lejos de este hogar—
que inventamos para hacernos creer.
Dime, ¿como soy? —del otro lado—.
—¿Soy oscura, en la materia oscura?—.
Porque esta luz me encandila,
—rompe todo rastro de la realidad—.
—¿Quieres ver como soy realmente?—.
¿Puedes hacer este viaje sin mí,
y decirme,
cuál es mi mejor versión?.
—Dímelo—, quiero quedarme ahí.
—Dímelo—, tal vez me salve
y no tenga que volver a empezar,
—y repetir este error tantas veces—.
—Corté mis venas, absorbí todo el veneno—,
tomé todas las píldoras que pude
—hasta apagarme—.
—Caí al suelo sin aliento—, y en días...
—estaba empezando otra vez—,
bajo el mismo techo.
—¿Cómo puedes explicarlo?—.
¿Cómo puedes decirme que soy indestructible?
si a cada instante, me tiro al suelo
—para despedazar—
la porcelana que creaste.
—Pero todo vuelve atrás y se une—.
—Regreso y no puedo adelantar—.
Nada de esto está pasando, todo sigue avanzando.
Encuéntrame en un lugar oscuro
donde pueda hallar paz,
porque este camino que parece iluminado
—me hace tropezar, siempre en el mismo lugar—.
—Ciega, esta luz no es real—,
muéstrame como soy
—en la oscuridad—.
Recuéstate, y siente el viento abrirse paso,
—olvidé sostenerme fuerte—
y se ha llevado mi alma.
Todo este tiempo he estado vacía
—y no trataba de encontrarme—.
Durmiendo entre las sombras,
atraída por un frío viento
—que me dejó sin alma—.
Contenme, se siente tan cálido este frío.
Misterios en la soledad,
no resuelven este gran acertijo.
Mi mente es un laberinto,
—y otra vez me he olvidado de intentarlo—.
—El viento—, me ha robado el alma
—está quebrando mi corazón—,
solo sé que en todo este tiempo
—no he tratado de olvidarte—.
—Te escondí en mi mente,
no quiero sacarte de allí—.
Disociando todo el tiempo,
para no perder el camino que me lleve hacia ti.
Hundida en la inmensidad,
sin saber a dónde voy.
Corazón , solo tu puedes bajarme,
¿puedes esconderme en tu mente?.
—Allí estaré a salvo—.
Limpia mis heridas,
todo este tiempo
me he vuelto invisible,
—para sobrevivir—.
No he intentado detenerme,
—no he intentado descansar—.
—Mírame, recuerda quien soy—
no me hagas daño,
—no destruyas mi corazón—.
—Es todo lo que me queda,
el viento se ha llevado mi alma—.
Despertando en la oscuridad
—siguiendo sombras en el pasillo—,
mis latidos se aceleran
—sé lo que está por venir—.
3 am, las sombras huyen de mí,
me siento sola
—y no estás aquí—.
Estoy cruzando los límites,
—de esta depresión—
que me atrapa sin piedad.
—Está jugando la euforia,
con la ira de mis navajas—.
Sentada en medio de esta casa
—donde las paredes aprisionan—,
estoy jugando
con la euforia de mis afiladas navajas.
—Quiero ser tocada como un piano—.
Tratada suavemente y delicada,
que me acaricies y quieras verme brillar siempre.
Pero, abres la tapa
—y mi interior está oxidado—.
—Olvidada—,
como un viejo trozo de madera.
—Puedes ser mi Lutier—.
Un piano viejo puede atraer más que uno nuevo
—si lo sabes componer—,
he esperado por años que quieras lucirme
—y hacerme una canción—.
Me he llenado de residuos que trae el viento
—y lo dejas reposar sobre mí—,
como si no supieras la diferencia
—entre el brillo y la restauración—.
Este silencio se ha hecho eterno,
y busco melodías
—que quieran ser tocadas en mí—.
—No te has dado cuenta
lo olvidada que me tienes—,
en la sala más fría de esta casa
—que un día fue mi hogar—.
—Me he oxidado—, esperé años
—que quisieras reparar el daño—.
Pero solo te conformas con mostrar un piano
y que otros lo admiren,
—aunque no lo sepas tocar—.
—Melodías tristes—
y cansados dedos
—se apoyan en mis noches—,
esperando volver a sonar y escuchar
—lo que solía hacerme brillar—.
Este piano solo está dañado,
y estoy segura,
que en algún lugar
—alguien lo quiere reparar—.
—Hoy me toqué pensando en ti—.
Te imaginé de tantas formas sobre mí,
—que no tuve opción—.
Exploré en mi cuerpo
—lo que mi mente quiso tener de ti—,
y cuando había acabado
—quería saber más—.
—No tengo tu olor en mi piel—,
no tengo más que imágenes
—de tus ojos doblegándome—.
—¿De cuántas formas podemos sentir placer
cuando estamos solas?—.
Si abro mis piernas,
y me toco pensando que tú lo haces...
—¿Me escuchas, puedes sentir mis latidos?—.
—¿Puedes sentir la llamada
sin saber lo que estoy haciendo en tu nombre?—.
¿Puedes sentir lo que deseo,
aunque estés en otro lugar?.
—Quiero jugar entre tus sábanas—,
tomar tu pelo y olerlo —hasta perderme—.
¿Acaso una chica,
—puede divertirse
y amarse a solas—,
sin que sepas que juegas con ella?.
—Llevo estigmas de una sociedad que apedrea,
sacude y vacía lo que hay bajo la piel—.
Innumerables, sin sentidos castigos
—y de cada uno recuerdo el por qué—.
—Todavía no pude comprender—,
lo que ellos no comprendían.
—Sus ojos no querían ver—,
su alma oscurecida
—solo les dicta qué hacer—.
—Llevo odio en la piel—;
de hombres, de mujeres,
de amigos y desconocidos,
—de algún amor que fue—.
Cuando miras y callas,
—cuando a besos recorres mi piel—,
no te detengas.
—O al menos—, no pongas
—la mirada en mi dolor—.
No intentes encontrar la raíz
de algo que no tiene principio,
tampoco pongas final
cuando no puedas desnudar mi alma.
Esta madrugada,
por favor solo abraza mi soledad.
Ámame en silencio, acaríciame.
Recórreme sin prisa.
Son tus manos las que sobre mí,
—quiero tener sin pausas—.
Déjame sentir ese alivio,
que solo tu dulce amor me lo puede dar.
Envuélveme de nuevo
—en un sinfín de caricias mágicas—.
No detengas el recorrido de tu amor,
acaricia mi alma, apoya tus manos en mi piel
y solo déjalas recorrer.
—Seducida— por el encanto
—de la paz que quieres regalarme—.
—Hundida en tu profundo abismo—,
(me gusta como me hablas).
Quiero tener el valor de besarte alguna vez
—y que todo acabe allí—.
No puedo seguir viviendo esta farsa,
nunca se me dio sonreír.
—Todo me mata lentamente—,
solo recuerdo
—el desorden que dejaste—.
Golpeas mis recuerdos,
me hundes en tu naufragio.
Suelta mis manos,
—me lastimas—.
—¿Eso te hace sentir bien?—.
Sé, que no quieres sostener más
—esta mentira que crece dentro—.
Todo lo que quiero es
—besarte en la oscuridad—,
y me prometas que nada volverá a dolerme.
—Tan frágil— pero estoy lista,
—hoy soy fuerte— para decir adiós.
—Llévame lejos, envuélveme—.
Ponte mi labial negro y bésame,
—es nuestra última noche—.
—Arrástrame—, no te detengas
—empújame—,
este lugar es tan solitario…
Regresa por mí,
—no me dejes sola—
en este vaivén entre la vida y la muerte,
que mutila todo lo que soy.
Me destroza amarte así
y que no sientas nada.
Enciende la pequeña luz que me das,
cuando me encierras en tu peligrosa oscuridad.
Estoy sentada aquí, en algún aeropuerto
—otra vez viajando—,
pensando, en no querer seguir.
Querida, las cosas no están bien
—y no puedo sostener mi corazón—.
Cada día despierto
y tengo una carta nueva de despedida,
—no puedo decirte adiós—.
—No es justo, lo sé—, tampoco para mí.
—Desearía— recostarme a tu lado
y perdernos en las estrellas,
—desearía desaparecer en ese instante—,
y sé que es egoísta.
—Lo siento—, algo no anda bien,
hace tiempo desperté en un lecho de muerte
y desde entonces —no hay vida en mí—.
Quiero decir que lo siento
—pero todo lo que pienso es en ti—,
y las palabras se vuelven polvo en el aire,
—desvanecen en el viento—.
Desearía irme
—pero no puedo dejarte—,
esto es insoportable cariño.
—Estoy intentando sonreír,
y no me quedan fuerzas—,
no puedo sostener lo que llevo dentro.
No puedo continuar y es injusto,
deberías ser mi motivación.
—No llores—,
nada de esto es tu culpa
—y tampoco la mía—.
Estoy considerando tus últimas palabras
y tal vez, todo esto lo tenías planeado.
Derroché sobre la mesa
todo mi amor convertido en vino,
tu copa se rompió en el último brindis.
Ni siquiera lo sospeché,
me habías tendido una trampa.
Todo el tiempo estuve planeando un viaje para dos
y con tus excusas que solo encerraban vacíos,
siempre me decías que no.
Me empujaste sin piedad a un abismo,
para simplemente deshacerte de mi amor.
Ya no te hacía falta.
Así de simple pudiste soltar mi mano,
dándome la espalda sin avisos.
Sin que lo sospeche, en silencio
tenías preparada tu traición.
Mientras ilusa te esperaba
en medio de la ciudad de los muertos,
llenaba mis tardes de playa y alcohol,
sostenida apenas por las palmeras que fueron testigo
de cuántas mañanas, tardes y noches,
por ti me oyeron llorar.
Mi paraíso oscuro me envolvía en agonía,
llena de licor y melancolía,
en las playas de Cancún la vida se me partía.
Te escribía cartas sentada sobre la arena,
hasta ver asomarse el atardecer .
Recuerdos que teñían el turquesa del mar,
con sus ríos de lágrimas negras.
Aún estaba llena de secretos para darte,
