Domando tus cocodrilos - Hylke Faber - E-Book

Domando tus cocodrilos E-Book

Hylke Faber

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Beschreibung

¿Qué necesitas para convertirte en un líder exitoso? Ejercer el verdadero liderazgo significa liberarte de las falsas limitaciones y trazar un camino lleno de propósitos basados en los valores que reflejen quien realmente eres, inspirando a otros a hacer lo mismo. Antes de convertirse en consultor estratégico, Hylke Faber realizó un viaje de transformación, alejado del estrés y más cercano a su ser espiritual, y comprendió que su recorrido lo estaba llevando a evolucionar y a encontrarle un sentido mucho más profundo a su vida. Entonces, se dedicó a identificar cuáles eran aquellos condicionamientos que él llama "cocodrilos", pues están basados en miedos y falsos temores, y trabajó incansablemente hasta encontrar estrategias y comportamientos que lo guiaran a convertirse en un emprendedor con la sabiduría del "búho", que refleje la que en verdad es su esencia. "Creo que el tema del miedo es personal y es por esa razón que permanece escondido y enterrado en el lugar de trabajo. Domando tus cocodrilos me impactó en gran manera. Ahora puedo hablar libremente sobre el tema porque esta lectura me ayudó a sentirme libre para liderar a Microsoft hacia el futuro y sin miedo alguno". —Toni Townes-Whitley, Vicepresidente Corporativo en el sector público de la industria mundial de Microsoft "Domando tus cocodrilos nos presenta una visión convincente y clara de por qué actuamos y seguimos actuando dentro de las barreras que limitan nuestro crecimiento. Cada vez que me siento a leer este libro, aprendo más sobre mí mismo y sobre cómo ser más fiel a mis convicciones frente a mi equipo. Muy recomendable". —Augusto Muench, Presidente de Boehringer Ingelheim Sur América.

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Elogios paraDOMANDO TUS COCODRILOS

“Domando tus cocodrilos es una adición desafiante y significativa al campo del desarrollo del liderazgo. Su contenido es incitante, práctico y personal, pues nos desafía a ser radicalmente honestos con nosotros mismos con respecto a quiénes somos y a cómo nuestros temores aprendidos de cocodrilo nos impiden ser quienes en realidad podemos llegar a ser. Además, nos muestra un camino inspirador y bien estructurado, apto para entrenarnos a nosotros mismos con el fin de ahuyentar a esos cocodrilos a la vez que les ayudamos a otros a hacer lo mismo, liderando desde un lugar que dé cuenta de nuestro verdadero potencial”.

—Vijay Govindarajan, Profesor destacado de Coxe, en Dartmouth College’s Tuck School of Business; miembro de Marvin Bower 2015–16, Harvard Business School; autor bestseller de The New York Times y Wall Street Journal

“En este sencillo, pero transformador libro, tienes todo, absolutamente todo lo que necesitas para emprender el viaje más maravilloso de la vida en lo que respecta a tu crecimiento como líder, no solo cambiándote a ti mismo, sino también descubriendo en quién te estás convirtiendo”.

—Chris Ernst, Director de Learning & Organization Effectiveness, Bill & Melinda Gates Foundation; autor de Boundary Spanning Leadership

“Creo que el tema del miedo es personal y es por esa razón que permanece escondido y enterrado en el lugar de trabajo. Domando tus cocodrilos es una obra innovadora no solo por su metodología estructurada, sino también por su coraje para atreverse a mencionar el problema en sí. Domando tus cocodrilos me impactó en gran manera. Puedo hablar de forma personal y libre sobre el tema porque esta lectura me ayudó a sentirme liberado para liderar sin miedo alguno desde mi cargo en Microsoft y mucho más allá”.

—Toni Townes-Whitley, Vicepresidente Corporativo en el sector de la industria pública mundial de Microsoft

“Motivador, vivificante y completo. Domando tus cocodrilos nos ofrece una combinación indiscutible de procesos, historias y práctica. Nos invita a reflexionar sobre quiénes somos y cómo conducirnos a nosotros mismos y conducir a quienes nos rodean desde un lugar auténtico. Al incluir lecciones de los grandes líderes de nuestro tiempo, nos ayuda a evolucionar y a ser más conscientes de nuestras fortalezas inherentes y más libres de concepciones y conductas autolimitantes. ¡Es sin duda una lectura ineludible para quienes deseen llevar su liderazgo al siguiente nivel!”.

—Joel Brockner, Profesor del Área de Negocios de Phillip Hettleman, Columbia Business School

“En Domando tus cocodrilos, Hylke consigna el trabajo de toda su vida en estas páginas con el propósito de guiar a los lectores para que sean ellos mismos quienes exploren y descubran aquello qué les genera vitalidad; además, les muestra cómo el autodescubrimiento es el mejor mapa de ruta hacia una vida plena. Hylke escribe y al mismo tiempo disfruta de la vida —es un observador cuya curiosidad es infinita y ejerce su liderazgo con susceptibilidad y verdadero deseo de investigación y coherencia—. Si lo tomamos como un libro de lectura y descanso, Domando tus cocodrilos es una colección de formas convincentes y creativas para desbloquear nuestra conciencia y activar nuestro poder como individuos. Sin embargo, si lo miramos como un compañero de viaje en nuestro camino por el liderazgo, nos servirá como una guía de aprendizaje y reflexión a lo largo de toda nuestra vida. Basándose en sus propias experiencias y en la enseñanza de sus mentores/héroes, Hylke nos formula preguntas y nos brinda perspectivas que nos permitan escribir nuestra historia paralelamente a la de él. Por esa razón, Domando tus cocodrilos contiene lo que se requiere para que describamos con exactitud quiénes elegiremos ser y de qué maneras evolucionaremos como líderes y ciudadanos”.

—Kyle Angelo, Vicepresidente y Director Ejecutivo de City Year Seattle/King County

“Para que tu negocio crezca teniendo éxito, tu equipo de trabajo debe permanecer en constante crecimiento. Y para que ese crecimiento fluya, todos y cada uno de los miembros de tu equipo deben ser entrenados al mismo tiempo que aprenden a entrenar a otros. Esta lectura reflexiva va mucho más allá del nivel de Coaching 101 y te introduce al poderoso ‘arte del coaching’ que te guiará e inspirará a desarrollar una ‘cultura del coaching’ que se convierta en parte de tu ADN organizacional”.

—Ron Bergamini, CEO de Action Environmental Group

“Domando tus cocodrilos nos presenta una visión convincente y clara de por qué actuamos y seguimos actuando dentro de las barreras que limitan nuestro crecimiento. Además, nos ofrece alternativas simples que nos permitan florecer y disfrutar de nuestro proceso de desarrollo. Cada vez que me siento a leer este libro, aprendo más sobre mí mismo y sobre cómo ser más fiel a mis convicciones frente a mi equipo. Muy recomendable”.

—Augusto Muench, Presidente de Boehringer Ingelheim, América del Sur

“A lo largo de mi carrera, he leído muchos libros y he asistido a diversos cursos sobre liderazgo. Sin duda, Domando tus cocodrilos se encuentra en la lista de mis lecturas favoritas, pues contiene lecciones profundas sobre el tema del autodesarrollo como la mejor base para entrenar a otros; además, enfatiza sobre la necesidad de tener el propósito personal de seguir creciendo y ser cada vez más un mejor líder”.

—Gioji Okuhara, CEO y miembro de la Junta Directiva de Brazilian Consumer Goods Company

“Estoy viendo un impacto profundo y positivo en nuestra organización. Domando tus cocodrilos está contribuyendo a nuestro crecimiento como individuos, como equipo y como organización. Y sobre todo, es una historia interminable. Cuando eres ambicioso, quieres desempeñarte mejor, sientes curiosidad por conocerte mejor y te enfocas de por vida en aprender. Y las recompensas son magníficas: te estás volviendo más y más sabio”.

—Bert van der Hoek, CEO de De Friesland Zorgverzekeraar

DOMANDO TUS COCODRILOS

Copyright © 2020 - Taller del Éxito

Título original: Taming your Crocodiles

Copyright © Translated with permission of Dover Publications, Inc.

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida por ninguna forma o medio, incluyendo: fotocopiado, grabación o cualquier otro método electrónico o mecánico, sin la autorización previa por escrito del autor o editor, excepto en el caso de breves reseñas utilizadas en críticas literarias y ciertos usos no comerciales dispuestos por la Ley de Derechos de Autor.

Director de arte y diseño de carátula: Diego Cruz

Diagramación: Joanna Blandon

Traducción y corrección de estilo: Nancy Camargo Cáceres

978-1607385943

01-2021-02

Contenido

Prefacio

Introducción

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Epílogo

¿CUÁL ES TU PRIORIDAD?

Agradecimientos

Apéndice 1

Apéndice 2

Apéndice 3

Bibliografía

Sobre el autor

Prefacio

“Porque Dios no nos ha dado espíritu de cobardía, sino de poder, deamor y de dominio propio”. —2 Timoteo 1: 7 (Versión Reina Valera 1960).

La literatura enfocada en el tema del liderazgo está repleta de perfiles sistemáticos de éxito y de fórmulas para comprender los mercados, formar equipos, apalancar activos e impulsar el crecimiento. A través de esta continuidad, hay un enfoque en las características de liderazgo necesarias y en las condiciones ambientales dentro de las cuales aplicarlas. En esta destacada adición al discurso del liderazgo, Hylke Faber nos reenfoca en cuanto a la causa primordial no solo de los desafíos del liderazgo, sino también de la condición humana más profunda: el miedo y sus efectos debilitantes. Domando tus cocodrilos se extiende más allá de ser un tratado sobre el papel que juega el miedo en la limitación del liderazgo y describe de manera metódica cómo seguir un camino que nos conduzca hacia la autenticidad, junto con todos los requisitos y beneficios para los líderes y sus organizaciones.

Conocí a Hylke cuando comencé a trabajar con mi equipo de liderazgo en Microsoft. Siendo nuevo en la organización, deduje a gran velocidad que el equipo no se sentía empoderado, ni enfocaba su energía al interior de la empresa y que operaba de manera no tan óptima por temor a cometer errores o a ser ridiculizado. Así las cosas, iniciamos juntos un “estudio sobre el miedo” aprovechando una herramienta de evaluación de Circumplex para determinar el nivel de actividad dinámica, pasiva y constructiva tanto en mis organizaciones corporativas como de campo. Como resultado, logramos establecer la base de aquellas características culturales significativamente pasivo-agresivas que empequeñecían los comportamientos constructivos a nivel empresarial. Y lo que es más importante, cambiamos la narrativa al identificar el “miedo” como el desafío crucial de nuestro liderazgo en un entorno corporativo poco productivo. Después de determinar cuáles eran nuestros cocodrilos, establecimos un camino para domesticarlos, creando entre todos una hoja de ruta que nos mostrara cómo ser “intrépidos” y enfocar la energía que malgastábamos en nuestras preocupaciones empresariales internas en librar magníficos combates externos frente a nuestros competidores. Con el apoyo de Hylke, delineamos el camino hacia la autenticidad y el crecimiento personal necesario para remodelar la cultura de nuestro equipo y así liderar el camino para otros equipos dentro de Microsoft.

Herbert McCabe, citado en Why Go to Church, afirmó que “la raíz de todo pecado es el miedo: el profundo miedo de que no somos nada; la compulsión de hacer algo útil de nosotros mismos; de construir una imagen autohalagadora a la cual admirar; de creer en nosotros mismos, en nuestro ser fantasioso”. Las posiciones que mantenemos, así como la capacidad para influir en nuestra existencia diaria, nos llevan a refinar nuestra imagen externa. Siendo sinceros, a menudo lideramos desde ese lugar y somos incapaces de distinguir la diferencia entre “lo que hacemos” y “quiénes somos”. Domando tus cocodrilos nos proporciona un camino enfocado en nuestro verdadero ser y en el concepto que tenemos sobre liderazgo: solo desde nuestro ser auténtico y transparente podemos transformar el mundo que nos rodea. Con porciones iguales de inspiración (por qué enfrentamos nuestros miedos), dirección (en qué debemos centrarnos) e instrucción (cómo establecemos un entorno auténtico para nosotros y nuestros equipos), Domando tus cocodrilos nos brinda la rara oportunidad de vernos a nosotros mismos y de liberarnos a nosotros mismos como líderes en un contexto seguro. Solo desde esta base podremos adoptar y desplegar por completo la multitud de herramientas y metodologías de liderazgo disponibles en esta y otras publicaciones.

Fierce, Fearless & Forgiving es la narración personal que Hylke me ayudó a desarrollar con el conocimiento de cómo domar mis cocodrilos y liderar a una organización mundial icónica y compleja durante su etapa más transformadora. Te invito a leer, registrar y revisar todos los aspectos de este importante libro a medida que buscas operar con autenticidad y liderar equipos valientes.

Toni Townes-WhitleyVicepresidente Corporativo de la industria mundial de Microsoft CorporationEnero 2018

Introducción

“La vida de cada hombre representa un camino hacia sí mismo”. —Hermann Hesse

¿Liderazgo auténtico o prestado?

¿Quién soy, en verdad? Esta puede ser la pregunta más importante que hagamos. Piensa en esto: ¿a quién miras primero cuando ves una foto en la que aparecen algunos de tus familiares y amigos junto contigo? Sí, admítelo, te miras a ti mismo. Estamos diseñados para mirarnos a nosotros mismos. Queremos conocernos a nosotros mismos.

Cuanto más nos conocemos, más entendemos qué es aquello que nos hace grandes y cuáles son esos bloqueos mentales que hemos ido instalando a lo largo de nuestro camino. Y entre más nos conocemos, más adaptables y valientes nos volvemos a medida que aprendemos a confiar en nosotros mismos sin importar lo que pase a nuestro alrededor. Nuestro verdadero yo no está atado a las circunstancias. “Conócete a ti mismo” es una frase que estaba inscrita sobre la puerta del oráculo en Delfos y se convirtió en el lema que les ayudó a miles de personas en la antigua Grecia a enfrentar sus mayores desafíos.

¿Qué sucede cuando ignoramos la pregunta: quién soy yo? De forma inconsciente, podemos dirigir nuestra vida a partir de un conjunto de ideas prestadas sobre quiénes somos, como por ejemplo: “Debería actuar a la fija, ser amado, productivo, especial y tener el control de mi vida”. Es posible que hayamos recogido estas creencias de nuestra familia, de amigos y colegas, de nuestra cultura o de otras fuentes de condicionamiento. Y por un tiempo, todas esas ideas prestadas nos ayudan a llevar una vida plena… hasta que no nos funcionan más, pues la fijación en cualquier idea tiende a convertirse en una limitación. El apego a la seguridad es generador de temor; un enfoque en ser querido conlleva a traicionar nuestros propios ideales; la necesidad de sobresalir terminará por ejercer una presión excesiva sobre nosotros y sobre los demás; la obsesión por ejercer control conduce al aislamiento y la rigidez; y la necesidad de ser especial tiende a causar arrogancia, así como a la tendencia a hacer juicios de nosotros mismos y de los demás. La pregunta es: ¿en verdad queremos guiarnos a nosotros mismos y a quienes nos interesan basándonos en un conjunto de ideas prestadas? O por el contrario: ¿deseamos vivir y liderar desde una posición que refleje quiénes somos realmente y sin importar lo que otros nos hayan enseñado?

Vivir basados en ideas prestadas parece ser un hecho inevitable. Al comienzo de nuestra vida, aprendemos un conjunto de valores perteneciente a nuestros cuidadores primarios; luego, vamos a la escuela y aprendemos sobre cómo encajar en el mundo externo; después, obtenemos un trabajo en el cual estamos influenciados por la cultura de nuestra organización. Y al mismo tiempo, la publicidad siempre está enseñándonos cómo llevar nuestra vida a cada paso del camino. Si no somos conscientes de esto, terminaremos por pasarnos viviendo siempre de acuerdo con las ideas que en realidad son de los demás. Esa es una mala noticia.

LIDERAZGO DE CRECIMIENTO—TRANSFORMANDO LOS COCODRILOS EN BÚHOS

Sin embargo, también hay muchas buenas noticias. En lugar de vivir de valores prestados, tenemos la opción de abordar tanto la vida como el liderazgo desde un punto de vista diferente, como una gran aventura que nos llevará a aprender sobre quiénes somos realmente y a vivir desde esa perspectiva cada vez más auténtica. A esto lo llamamos ser líderes de crecimiento. Los líderes de crecimiento abordan cada momento como una oportunidad para el autodescubrimiento, la contribución y la excelencia. La palabra “liderazgo” proviene del término inglés “leith”, que significa “morir”. Cuando nos comprometemos con el liderazgo de crecimiento, estamos dispuestos a dejar morir —a dejar ir— aquellas partes que no corresponden a nosotros y que hacen parte de ese nosotros prestado que somos para disponernos a crecer más y convertirnos en quienes en verdad somos todos los días y así servir desde ese lugar lo mejor que podamos.

¿Por qué nos aferramos a nuestro ser prestado, como por ejemplo, a ser perfectos, amados, los mejores, en control de todo y especiales, incluso cuando todos esos conceptos nos limitan? Exploraremos esta pregunta a profundidad, pero en resumen, todas estas dinámicas internas que son tan limitantes están basadas en el miedo. Parte de nuestro Sistema nervioso, el factor primitivo reptiliano, es un gran productor de miedo y nos genera estos pensamientos y comportamientos inhibidores que llamaremos nuestros “cocodrilos”. Desde esta perspectiva, crecer en nuestro ser auténtico es desaprender el miedo —domesticar nuestros cocodrilos internos y ponerlos bajo el dominio de las partes más sabias de nosotros mismos a las cuales llamaremos nuestros “búhos”.

A medida que avanzamos en este viaje de crecimiento durante el cual la meta es domar a nuestros cocodrilos y desarrollar nuestros búhos nos conectamos con una fuente infinita de satisfacción, innovación y conexión. Cuando Gallup encuestó a miles de gerentes con respecto a cómo retener a sus empleados más talentosos, descubrió que la mitad de los factores que interviene en este logro está relacionada con proporcionar una cultura que fomente el aprendizaje y el desarrollo. Nos encanta aprender y, cuando nos convertimos en nuestro principal campo de estudio, nos garantizamos una serie de descubrimientos que dura toda la vida. El autodescubrimiento motiva y no es un destino. Es un viaje sin fin. Nunca terminaremos de descubrir quiénes somos realmente y cómo servir desde esa posición.

PRESENTANDO LA PREGUNTA “¿CÓMO ESTOY CRECIENDO?”

Practicamos el liderazgo de crecimiento manteniendo la curiosidad sobre esta pregunta: ¿quién está impulsando mis comportamientos en este momento, mi pensamiento prestado, basado en el miedo o mi ser auténtico y sabio? O en otras palabras, ¿quién está hablando ahora, el búho o el cocodrilo? Para abordar esta investigación como un viaje, es muy útil agregar otra pregunta: ¿cómo estoy creciendo? Esta pregunta tiende a invocar una sensación constante de exploración y fascinación.

“¿Cómo estamos creciendo?” es una pregunta diferente a una que solemos hacer: “¿Cómo estás?”. Tendemos a responderla: “Bien”, “Ocupado”, “Muy bien” o tal vez de ninguna manera. Sin embargo, “¿Cómo estás?” es una pregunta que ha ido perdiendo significado para la mayoría de nosotros.

Observa lo que sucede cuando preguntas “¿Cómo estoy creciendo?”. ¿Cómo estoy creciendo cediendo menos a mis temerosos impulsos de cocodrilo? ¿Cómo estoy creciendo al actuar más desde mi sabio búho incluso si aún no me resulta cómodo hacerlo? ¿Cómo estoy creciendo en sabiduría cuando miro un desafío con ojos de búho en lugar de ceder ante mis reacciones basadas en el miedo? ¿Cómo estoy creciendo cuando pienso en que deseo convertirme en una persona cada vez menos impedida por pensamientos de cocodrilo? Es posible que al principio no conozcas las respuestas. Y aunque estas preguntas te hagan sentir como un paciente o como un dinámico detective, es muy probable que descubras cierto aprendizaje en ellas. Cuando te permitas pasar un tiempo haciendo estas nuevas preguntas, no dudes en aprovechar algunas fuentes inesperadas de fascinación e inspiración.

BENEFICIOS DEL LIDERAZGO DE CRECIMIENTO

Una y otra vez, he sentido gran alegría al hacerme la pregunta “¿Cómo estoy creciendo?”, puesto que me ha permitido seguir descubriendo más de lo que es la realidad sobre mi mundo y sobre mí sin tener que juzgarme, ni arrepentirme. Al preguntarme “¿Cómo estoy creciendo?”, he comenzado a ver la vida como un proceso de crecimiento en el cual hay un inmenso perdón por mis errores. Ya no me preocupo por mi destino; saber que he logrado cierto crecimiento a lo largo del viaje me ha ayudado a disminuir los juicios que hacía sobre mí mismo. Si doy un paso en falso o hago algo por lo que antes me habría castigado, no me detengo en eso. Más bien, aprendo la lección y sigo adelante. No me aferro a nada. Otra forma de ver el perdón es comprendiendo que perdonar es negarse a aferrarse al dolor del pasado. Cuando no me estoy aferrando a errores pasados, estoy disponible en el momento presente y me dispongo a hacer uso de todas mis facultades en ese mismo instante.

“¿Cómo estás creciendo?”. Hemos descubierto que esta pregunta siempre proporciona orientación y fortaleza. Y cuando les pedimos a los líderes y equipos que analicen la pregunta “¿Cómo estás creciendo?”, algo cambia. Su energía aumenta y surge un nuevo conjunto de ideas sobre cómo abordar los desafíos del día. El simple hecho de preguntarles “¿Cómo estás creciendo?” frente a un desafío, desata en las personas ideas que antes no eran visibles para ellas. Hacer comentarios difíciles se convierte en la práctica de compartir una perspectiva humilde, honesta y cuidadosa, con total desprendimiento de los resultados; trabajar para alcanzar un objetivo extenso se convierte en una práctica en equipo consistente en dar lo mejor de nosotros, crecer más de cerca y cuestionar las creencias limitantes que hicieron que antes el objetivo pareciera imposible de alcanzar y el manejo del estrés se convierte en un ejercicio de aprender a decir un “no” firme a lo que ya no nos sirve y un “sí” sincero a lo que sí nos funciona. El liderazgo de crecimiento abre nuestros ojos a recursos hasta ahora ocultos dentro de nosotros mismos y de los demás. A medida que nos damos cuenta de quiénes somos realmente, descubrimos más de nuestra riqueza interior.

¿Alguna vez has estado en una reunión en la que la gente hablaba, pero no hubo una conversación real? Quizás, estaban diciendo lo que se esperaba que ellos dijeran y no lo que fuera verdad. ¿Quién estaba hablando? ¿Sus sabios búhos o sus cocodrilos a la defensiva? Lo más probable es que fue un intercambio de cocodrilos. Cuando nos comprometemos a conocernos a nosotros mismos, aprendemos a conectarnos con otros desde ese lugar más auténtico: nuestro búho. Ponemos más de nuestro verdadero yo en la conversación. No “lo decimos por teléfono”, sino que estamos completamente presentes en la conversación. Y cuando estamos más presentes, nuestra actitud alienta a otros a hacer lo mismo. Por lo general, en los talleres que dirijo les pedimos a los líderes del grupo que compartan de manera vulnerable cuáles eran al comienzo sus verdaderas aspiraciones y temores con respecto a la reunión. Imagínate estar en una reunión donde tus gerentes se atrevan a compartir abiertamente sus verdaderas aspiraciones y temores. ¿No te inspiraría eso a ser también más transparente? En un ambiente de apertura, donde las personas han dejado caer sus máscaras de cocodrilo prestadas, las conversaciones son mucho más fluidas. En lugar de preocuparnos por vernos bien, nos enfocamos en la verdad sobre los temas en cuestión. Los elefantes en la sala ya no crean tensión, puesto que ahora los temas se discuten y exploran en conjunto y se convierten en oportunidades de aprendizaje y unión. Una mentalidad compartida de curiosidad interna sobre quiénes somos realmente, más allá de ser las versiones prestadas de nosotros mismos, nos conecta entre nosotros y con las cosas reales de las que necesitamos hablar. El liderazgo de crecimiento nos ayuda a relacionarnos con mayor plenitud tanto con nosotros mismos como entre los presentes.

ELIGIENDO UN VERDADERO CRECIMIENTO EN ARAS DE OBTENER ALGÚN RESULTADO

Existen, por lo menos, dos formas en las que podemos abordar nuestro viaje de crecimiento: creciendo para llegar a algún destino que tengamos en mente centrándonos solo en el resultado o eligiendo el crecimiento en sí mismo y estando completamente abiertos a ir hacia donde este nos lleve. Cuando elegimos el crecimiento con un destino predeterminado en mente, limitamos nuestra expansión definiendo los resultados en función de lo que sabemos: nuestras ideas prestadas. En cambio, cuando elegimos el crecimiento sin agenda como una brújula que guíe nuestra vida, es casi seguro que, mediante esa decisión, generaremos fascinación, inspiración, creatividad y poder sin fin.

Cada vez que me miro a mí y a los demás, compruebo que, en lugar de elegir el crecimiento separado de los resultados, muchos de nosotros hemos aprendido a vivir bajo una mentalidad de crecimiento enfocada en obtener algo. Seguimos diciéndonos que queremos llegar “allí”, a algún destino: a obtener bien sea resultados, aprobación, respuestas o la certeza de llegar a nuestro destino. En otras palabras, todo pareciera indicar que hemos creado un mundo que nos impulsa a querer obtener siempre más e incluso a expensas de dejar de ahondar con más profundidad hasta llegar a convertirnos en quienes en verdad somos. Cuando me detengo en un semáforo en rojo, veo gente a mi alrededor que va en su auto y está revisando su teléfono celular y siento un impulso que me invita a hacer lo mismo. Me pregunto: ¿qué tanta satisfacción estamos encontrando en los correos electrónicos, en los mensajes de texto y en las aplicaciones? ¿Nos estamos centrando tanto en obtener lo que creemos que queremos —un mensaje de texto de un amigo, un correo electrónico de nuestro jefe, un puntaje de un juego, un “me gusta” en Facebook o un seguidor en Instagram— que olvidamos que lo que en realidad nos debe importar es ir en busca de satisfacción duradera?

El hecho de dejarnos absorber por el objetivo de conseguir algo suele conducirnos, por ejemplo, a sentir cierto desinterés por el buen estado de nuestro ecosistema, lo cual resulta en desastres ecológicos; también puede conducirnos hacia una brecha económica cada vez más profunda —“cada vez recibo más y tú recibes menos”— y a una tensión social cada vez mayor a medida que diferentes grupos se señalan entre sí, tratando de obtener validación de sus respectivas cosmovisiones prestadas y de sus diversas formas de vida. Lo que este tipo de resultados indica es que quizá nuestra “mentalidad de obtener”, una de las ideas que hemos tomado prestadas del pasado de manera colectiva, sobrevivió a su verdadera utilidad.

Muchos de nosotros como que sentimos que estamos al final de una era. Tenemos preocupación por la vida que nuestros hijos y nietos tendrán en este mundo que dejamos atrás, lleno de agitación política, social, económica y ambiental. La depresión, la ansiedad y otras afecciones sicológicas están en su punto más alto. Las empresas están gastando cantidades exponenciales de dinero para brindarles tratamiento sicológico y apoyo a sus empleados. Según Gallup, el nivel de compromiso de los empleados en los Estados Unidos ronda alrededor del 30%. ¿Deseamos continuar en esta dirección? ¿O lograremos dejar atrás nuestros cocodrilos y construir un entorno que fomente verdadero crecimiento y aprendizaje?

UNA GUÍA DE CRECIMIENTO

Escribí este libro para que nos sirva de guía en nuestro viaje de crecimiento hacia quienes realmente somos, yendo más allá de nuestras ideas prestadas con respecto a nosotros mismos y al mundo; para que nos ayude a expresar nuestra verdadera esencia al mismo tiempo que inspiramos a otros a hacer lo mismo. Esta lectura es un reflejo de los aprendizajes que tanto otros como yo hemos experimentado a lo largo de nuestra búsqueda por descubrir nuestro ser esencial y por llegar a ser líderes en el mundo que amamos y cuidamos a quienes nos rodean. A esto lo llamamos ser líderes de crecimiento. Como líderes de crecimiento, vemos cada momento, cada interacción y cada cambio como una oportunidad —una posibilidad para ser 100% quienes somos ahora y hacernos presentes desde esa nueva perspectiva; para convertirnos cada vez más en quienes en verdad somos y para ayudarles desinteresadamente desde ese lugar auténtico a otros al tiempo que damos lo mejor de nosotros mismos.

Hemos estructurado este libro a propósito. Está organizado con base en viajes de liderazgo que hemos guiado durante décadas bien sea con líderes de organizaciones, equipos y familias —grandes y pequeños.

Emprendemos el viaje sumergiéndonos más en cómo crecemos y evitamos crecer; luego, nos preparamos para nuestro primer gran paso: elegir un propósito, un llamado en el que deseemos crecer y servir. Una vez lo hayamos definido (a menudo, evoluciona con el tiempo), pasaremos a estudiar el núcleo del asunto con mayor profundidad: nosotros mismos. ¿Cómo usar todo lo que hay en nuestro mundo interno y externo como fertilizante para desarrollar nuestro potencial al máximo? ¿Y cómo y dónde deseamos contribuir? Seguiremos observando qué es posible aprender de nuestros miedos —nuestros cocodrilos— y cómo domarlos, cómo equilibrar los estilos de liderazgo orientados hacia el cerebro derecho e izquierdo y cómo investigar y descubrir cuáles son nuestras creencias limitantes más rígidas para así desbloquearlas y llegar a una verdad más profunda en tanto que aprendemos de las historias contadas por grandes líderes que ya han recorrido este camino o lo están recorriendo en la actualidad. En el proceso, estudiaremos cómo cultivar una fascinación inquebrantable por nuestros aprendizajes, hecho que nos ayudará a superar el viejo condicionamiento de los cocodrilos que nos dice que abandonemos este viaje hacia nuestro ser auténtico por completo. Nuestros cocodrilos son formidables defensores del statu quo. ¡Quizá, ya te estén diciendo que dejes de leer en este instante, ya que este viaje hacia ti mismo no los llevará a ellos a ninguna parte!

Después de esta autoexploración más profunda, veremos cómo hacer para ayudarles a otros a crecer. Examinaremos cómo lograr emplear cada conversación y cada interacción como una oportunidad para el desarrollo interno mediante la cual ambas partes salgan sintiéndose mucho mejor, más maduras. Y al final, aprenderemos cómo entrenar e inspirar a otros —uno a uno y a muchos— para que entre todos sepamos guiar a quienes nos rodean a adoptar una mentalidad de liderazgo de crecimiento, transformando juntos y día tras día a nuestros cocodrilos en búhos.

¿Cómo usar este libro? Tú decides. Puedes leerlo haciendo el viaje en el orden en que está presentado o comenzar tu viaje en cualquier capítulo en el que te sientas atraído en particular. Cada capítulo te brinda sus propias herramientas independientes para el crecimiento y al final de él encontrarás preguntas de trabajo de campo que te ayudarán a practicar dichas herramientas. Esta lectura no es una “tarea”, así que implementa lo que veas que te sirva y olvídate del resto.

Este es también un manual complementario. Lo uso en mi trabajo de liderazgo con clientes, incluso en los cursos de “Líder como entrenador” que dicto en Columbia Business School Executive Education. Si lo prefieres, realiza el viaje descrito a lo largo de estas páginas por ti mismo o junto con otros, lo que tenga más sentido para ti. Sin embargo, hacer parte del trabajo de campo junto con alguien de tu entera confianza es una excelente manera de profundizar tu aprendizaje.

Muchos de nosotros, incluido yo, hemos emprendido este y otros viajes de crecimiento varias veces, ya que siempre nos proporcionan nuevas ideas. Podrías leer este libro una vez; luego, regresar y hacer las prácticas de trabajo de campo; también puedes seleccionar un capítulo en particular, uno que creas que te ayudará a crecer en una determinada situación que estés enfrentando; otra forma de sacarle provecho es tomando un párrafo o una frase y escribir sobre esto en tu diario… tú decides cómo usar este material en aras de tu crecimiento.

BIENVENIDO

Al leer todas y cada una de estas páginas, quizá pensarás: “¡Pero me gusta mi vida tal como es!”. Aun así, tómate un momento para escuchar qué dice lo más profundo de tu ser. ¿Qué te dice tu corazón? El corazón es la brújula que ha guiado a muchos de los grandes líderes antes que nosotros, si no a todos. Pregúntate: “¿Qué pasaría si muriera en un año? ¿Cómo querría vivir? ¿Qué me gustaría descubrir? ¿Cómo me relacionaría con los demás? ¿Cómo mejoraría los sistemas de los que formo parte (mi familia, mis organizaciones, mi negocio)? Y en una escala del 1 al 10, ¿cuánto me gustaría conocerme a mí mismo? ¿Conocerme realmente, sin miedo?

Observa cómo te parece esto: ¿qué pasaría si cada momento se convirtiera en una oportunidad para ser más tú mismo, aprendiendo quién eres en realidad y dando lo mejor de ti desde un lugar cada vez más auténtico? ¿Qué pasaría si lograras dejar de reaccionar ante tus miedos o de basarte en valores prestados? ¿Si consiguieras liberarte de los cocodrilos que han estado limitándote?

El próximo capítulo de la vida siempre comienza en este momento. Esta lectura te desafiará a profundizar en tu propia vida y en tu liderazgo. Sigue preguntándote: “¿Cómo estoy creciendo?” y avanza hacia lo que sea que te dicte tu interior.

Me siento agradecido por la oportunidad de ofrecer estos escritos para compartir con los lectores un camino que nos guíe en nuestro crecimiento. Es mi profunda intención que las páginas siguientes toquen tu corazón y te guíen tanto a ti como a quienes te rodean hacia una libertad cada vez mayor, a sentir amor propio y por nuestro mundo. Deja ir lo que crees saber sobre ti y ábrete a darle paso y a experimentar ese nuevo ser que habita en tu interior.

¡Disfruta esta lectura y el camino que tienes por delante!

Capítulo 1

CULTIVANDO UNA ACTITUD DE CRECIMIENTO

“La mente humana siempre progresa, pero es un progreso en espirales”. —Madame de Stael

ETAPAS DE CRECIMIENTO

A lo largo de nuestra vida, cada uno de nosotros ha pasado por múltiples ciclos de crecimiento. Pasamos de bebés a niños, adolescentes, adultos jóvenes, etc. Cada una de estas etapas trae consigo experiencias de aprendizaje profundas —llamémoslas despertares— que tienen el potencial de acercarnos a nuestro verdadero ser. Desde que tengo memoria, me han fascinado estos despertares y, a medida que los he atravesado, he notado que este tipo de aprendizaje es el que forma a los grandes líderes. Cuando aprendemos, nos hacemos más grandes por dentro y más capaces por fuera. El aprendizaje, en particular, el autodescubrimiento, es esencial para convertirse en un líder efectivo y construir una vida plena.

¿Cómo cultivamos esta cualidad vivificante que compartimos los seres humanos que es nuestra capacidad de aprender? Una forma de hacerlo es tomando conciencia de cómo aprendemos y cómo no. En mi propia vida, ha habido ocasiones en que el crecimiento ha llegado a mí, pero solo después de un largo período en el que fallé en aprender las lecciones que me ofrecían. Muchas veces, respondemos de inmediato a los comentarios que recibimos de amigos o colegas o, simplemente, aprendemos después de concluir que, durante demasiado tiempo, nos quedamos con ciertas ideas anticuadas que solo nos trajeron problemas. Con frecuencia, el crecimiento proviene de dejar de lado las creencias equivocadas que heredamos y a las que estamos apegados; estas son los cocodrilos que han dominado nuestro cerebro reptiliano durante eternidades.

A continuación, te presentaré una parte de mi historia de crecimiento. A medida que la lees, observa de qué maneras vendría siendo similar a la tuya. Observa también los patrones de aprendizaje comunes en los que yo estaba cayendo.

Nací y crecí en una granja en el norte de los Países Bajos. Recuerdo que siempre me interesó la belleza de la región: los campos, los campanarios de las iglesias en el horizonte y el aspecto siempre cambiante de las nubes, la hierba, los animales y la luz. Los que no me interesaban ni en lo más mínimo eran los tractores, ni el cuidado de las vacas, ni la agricultura —los cuales sí les interesaban a muchos de mis amigos y familiares—. Al principio, mi mantra se convirtió en: sácame de aquí lo antes posible. Anhelaba conocer un horizonte más amplio.

Impulsado por este anhelo, terminé en la Ciudad de Nueva York cuando tenía poco más de 20 años de edad. Todavía recuerdo haber llegado allí por primera vez en un autobús Greyhound y mirar por la ventana, justo antes de entrar al Lincoln Tunnel. Me quedé sin aliento ante la belleza de aquellos altos edificios que se erguían en marcado contraste con el cielo azul oscuro de septiembre. En ese momento, me enamoré de Manhattan y decidí que llegaría a la cima de uno de estos edificios lo antes posible, no como turista, sino como CEO, socio, gerente o propietario —decidí apuntar bien alto.

Siendo ese mi objetivo, recorrí parte del camino hasta allí y, con el paso del tiempo, fui elegido como uno de los socios más jóvenes en la empresa de consultoría en la que trabajaba, obtuve una oficina en la esquina de Lexington Avenue y pensé que había logrado mi sueño, pero resultó que lograrlo no era un proceso tan rápido como yo pensaba. La vida me tenía guardadas algunas lecciones.

Recuerdo haber estado en una fiesta navideña justo después de aquella premiación. Allí, uno de mis colegas se me acercó y me dijo: “Hylke, pareces muy bueno en lo que estás haciendo, pero lo que haces ¿te gusta realmente?”. En ese momento, pensé que la pregunta era bastante tonta. Cuando era niño, no me encantó trabajar en la granja; sentía que eso era algo que tenía que hacer. Para mí, el trabajo y la alegría no estaban conectados.

Luego, sucedió algo más. Lideraba un equipo de consultoría enorme. El gerente del proyecto me reportaba el estado del proceso y él y yo trabajábamos bastante unidos; al menos, eso era lo que yo pensaba. Sin embargo, casi una hora antes de presentarle nuestras recomendaciones finales a uno de nuestros clientes, la junta directiva de una compañía farmacéutica alemana, mi colega se me acercó y me dijo: “Hylke, tenemos que hablar. Te tengo malas noticias”. La peor de las circunstancias pasó por mi cabeza. ¿Sería que después de cinco meses de análisis profundo nos salieron mal nuestros cálculos? Le pregunté cuál era el problema. Mi colega respondió: “Hylke, eres el peor gerente para el que he trabajado. ¡Es doloroso trabajar contigo y nunca más volveremos a trabajar juntos!”.

Por extraño que parezca, me sentí aliviado. ¡Ufff! No tiene nada que ver con lo que en realidad importa: los cálculos presentados a nuestro cliente, pensé. Como había asistido a entrenamientos de retroalimentación, le contesté: “Lamento escuchar eso. ¿Por qué no programas una cita con mi asistente para que nos sentemos a hablar al respecto cuando volvamos a Nueva York?”. No hace falta decir que escuché sus comentarios y que, como resultado, no cambié nada en mí. No pensé que ser el peor gerente fuera problema, ya que durante mi juventud conocí en mi tierra a varios agricultores muy exitosos que alcanzaron sus metas, o eso pensé, siendo temidos por sus granjeros. Los empleados rotaban por sus granjas con frecuencia y yo creía que lo más probable era que, para hacer bien su trabajo, lo que ellos necesitaban era ser amedrentados o criticados. Pensé que esa era la forma de administrar una empresa exitosa.

Unos meses más tarde, llegó el momento de las revisiones anuales de desempeño y me encantaban. Hasta ese momento, había obtenido altas calificaciones a lo largo de mi vida; primero, en la escuela; ahora, en el trabajo. Allí, ganaba grandes bonificaciones, ascensos rápidos y tenía la posibilidad de desarrollar muy buenos proyectos. Sin embargo, esta vez, mi jefe me dijo: “Te tengo tres noticias. Una buena y dos malas". Pensé que él estaba bromeando conmigo. Una vez más, había cumplido mis metas más allá de lo presupuestado para ese año y sentía que estaba listo para otro ascenso.

“Lo primero que tengo que comunicarte es que te despediré en seis meses, a menos que cambies 100% tu comportamiento”. A mi parecer, ese era un comentario extraño. ¿Quería que vendiera aún más? Pensé que mis cifras de venta eran bastante buenas. Él continuó: “Lo más difícil de expresarte es que nadie en esta empresa está dispuesto a trabajar más contigo. Todos están tratando de no hacerlo”. ¡Eso dolió! “Por último”, concluyó, “quiero que te tomes una semana libre. Completamente, libre. No revises tus correos de voz, ninguno de ellos en absoluto, y piensa muy bien en esto que te he dicho”. Se suponía que esa era la buena noticia. Aunque no amaba mi trabajo, de él derivaba una sensación de seguridad e identidad, así que estar libre y desconectado no me pareció una gran oferta.

Durante esa semana fuera de la oficina, hablé con mis amigos sobre lo que había sucedido. Algunos me dijeron que mi jefe estaba loco, dado todo el trabajo duro y los excelentes resultados que yo estaba generando. Uno o dos más me dieron una voz de alerta y me propusieron que investigara cuáles eran a ciencia cierta los comentarios sobre mí y que, por lo menos, consiguiera un entrenador que me ayudara a trabajar en mis falencias para así mantener mi trabajo. Me pareció que aquella era una sabia idea y eso hice. Conseguí un entrenador y trabajamos juntos durante un año y no pasó mayor cosa. Sí, aprendí algunas técnicas valiosas, pero en el fondo, nada en mí cambió. Seguí creyendo que yo era mejor que la mayoría de las personas del lugar y que solo unas pocas eran mejores que yo. Esto significaba que tenía que ser amable con el grupo que yo consideraba mejor que yo y tolerante con los demás —pasando por las conductas necesarias para hacer que los procesos de comunicación que aprendí a lo largo de ese año en coaching fueran claros y amables.

De repente, me golpeé contra una pared. Estaba desarrollando un asma severa y mi insomnio se estaba intensificando. A veces, no dormía durante siete días seguidos. En una de estas semanas de insomnio, estaba de vacaciones con unos amigos en Ameland, una isla frente a la costa norte de Holanda. Compartíamos habitaciones y, mientras ellos roncaban a pierna suelta toda la noche, yo estaba allí, acostado y despierto a las 2:00 a.m., a las 3:00 a.m., a las 4:00 a.m., despierto por completo, con el cuerpo adolorido al no haber podido dormir. Entonces, caí en cuenta: algo grande tenía que cambiar. No podía seguir así. ¿Qué le había pasado al chico dulce que amaba los campos y la música y que tenía muchos buenos amigos en su tierra natal? Todo lo que veía ahora era a un robot que logró, logró y logró y nada más. Ya ni siquiera los logros ocurrían tan a menudo como antes, pues tanto mi cuerpo como mis relaciones sociales se estaban desmoronando.

¿Te suena familiar algo de esto? Quizá, tu propio viaje de crecimiento tomará una forma muy diferente, pero es probable que incluya un patrón de estancamiento o lucha similar al que te estoy contando. El crecimiento no es un proceso lineal. La vida es desordenada y hay épocas en las que parece que retrocedemos mucho, antes de que algo cambie. En mi caso, pasé por una década o más de decadencia interior y la vida se me hacía cada vez más difícil a medida que me volvía más frágil por dentro. Sin embargo, por difícil que haya sido, eso fue lo que me costó evolucionar. A veces, nuestro camino es suave; a veces, no; es como un río.

Aunque en ciertos momentos la vida y el crecimiento nos parecen difíciles e impredecibles, también notamos algunos patrones en la forma en que aprendemos y tener conciencia de ello nos ayuda a ser más hábiles para navegar en medio de nuestros viajes de aprendizaje, ya que sabemos cómo reconocer y soltar a nuestros cocodrilos.

En 1999, me entrené para participar en mi primera maratón. Se celebró en la Ciudad de Nueva York. La primera vez que realicé una carrera de larga distancia para prepararme para el gran día, me sorprendió el dolor y la fatiga que experimenté alrededor de la milla 12. Cuando llegó el día de la maratón, sabía qué esperar y cómo moverme a través de esa inmersión en mi energía —había aprendido a confiar en mi ritmo constante, en mi gallardía y en mi perseverancia y comprendí que estas fortalezas eran mis mejores ayudantes—. Del mismo modo, podemos aprender a remontarnos sobre las olas en nuestros viajes de aprendizaje. Estas ondas siguen patrones comunes y es factible entrenarnos por medio de ellas para avanzar en medio del oleaje, equipados con una mentalidad y unos comportamientos específicos.

ETAPA 1: INCONSCIENTE-NO CALIFICADO

Echémosle un vistazo a la primera etapa de crecimiento. La llamaremos “inconsciente-no calificado”. Se trata de una fase en la que no sabes lo que no sabes. En mi caso, yo tenía puntos ciegos en grandes áreas de mi vida y de mi liderazgo. Por ejemplo, no tenía ni la menor idea de que la vida (sobre todo, la vida laboral) y la alegría tuvieran algo en común. Tampoco sabía que el hecho de tener la capacidad para identificar la grandeza de los colegas, así como tratarlos con sincero respeto, es importante y hace que el trabajo sea mucho más divertido. Mucho menos, sabía quién yo era, ni que mis cocodrilos me mantenían atrapado.

La vida es nuestra mejor maestra. Escuchamos esto todo el tiempo y, aun así, ¿qué tanto la escuchamos? Ciertamente, yo no lo estaba haciendo. Me había cerrado por completo, pensando que lo tenía todo resuelto: ganar mucho dinero, cultivar algunas amistades y formar parte de la súper élite que dirige el mundo era mi credo en ese momento. Con esta mentalidad fija, no aprecié la sabiduría de mi colega cuando me preguntó si en realidad me gustaba o no lo que hacía. Tampoco escuché el grito de transformación del colega que me hizo los comentarios acerca de lo “mal gerente” que yo era. Incluso, racionalicé los comentarios de mi jefe a pesar de que me había dicho que me iba a despedir. En el pasado, él ya había despedido a otros colegas y yo sabía que me estaba hablando en serio. Y aun así, no interioricé nada de esto. ¿Por qué no?

Porque tenía un sistema de creencias muy arraigado con relación a lo que significa ser una buena persona y a lo que tenía que hacer para ser feliz. Pensé que tenía que actuar para ser feliz, incluso si eso significaba alienar a los demás y, lo más doloroso, a mí mismo. Hoy, puedo verlo. En aquel entonces, era 100% inconsciente de esta orientación hacia el rendimiento por encima de todo lo demás. Así que era incapaz de hacer nada al respecto, pues esta falencia estaba manejando mi vida sin que yo mismo lo supiera.

“Escucha los susurros, para que no tengas que escuchar los gritos” es un viejo dicho cherokee. Mis propios susurros me dijeron una y otra vez que necesitaba parar, dar un paso atrás y mirar hacia dentro, ser más introspectivo, pero no quise hacerlo. Cerré mis oídos a todas las señales que se me cruzaron por el camino, llevando una vida que, mirando hacia atrás ahora, en muchos sentidos, parece un poco absurda. El sacerdote holandés Henri Nouwen escribió: “El ruido de nuestra vida nos vuelve ‘sordos’, incapaces de escuchar cuando nos llaman, ni desde qué dirección”. Según él, nuestra vida se vuelve “absurda” cuando perdemos contacto con la realidad tal como es o nos hacemos sordos a la canción natural de la vida. Además, afirma que la palabra absurdo tiene la raíz latina surdus, que significa “sordo”. Me habría beneficiado al haber abierto antes mis oídos a los ritmos naturales a los que fui llamado a vivir. En inglés, las palabras hearing (que significa audición) y healing (que significa curación) tienen solo una letra de diferencia: podríamos llamar a esto una coincidencia o considerarlo como un indicador del poder curativo transformador de sintonizarnos con los ritmos naturales de nuestra vida. Hasta que lo hagamos, permanecemos inconscientes, no calificados, enajenados de dónde estamos atrapados y dónde debemos crecer.

ETAPA 2: CONSCIENTE-NO CALIFICADO

En algún momento de mi vida, comencé a escuchar los gritos y a tomar conciencia de dónde yo no era calificado. Paradójicamente, mi insomnio me despertó al darme cuenta que necesitaba transformarme. “¿Qué le había pasado al niño sensible que amaba los campos, los campanarios de la iglesia y la naturaleza, y que tenía muchas amistades maravillosas?”, me pregunté. Me di cuenta que me había convertido en un robot impulsado por mis apegos al rendimiento, al prestigio y al poder. La persona en la que me había convertido tenía muy poco que ver con el chico que yo recordaba que había sido. Comprendí que mi vida se había vuelto ingobernable —mi salud estaba fallando, ya no podía dormir, solo me quedaban algunas amistades superficiales y mi trabajo se estaba volviendo rutinario—. Esa noche de insomnio durante mis vacaciones en Ameland fue el momento en que ingresé en la siguiente etapa de crecimiento: me convertí en un “consciente-no calificado”. En otras palabras, ahora sabía que no lo sabía. Vi que había grandes partes de mi enfoque sobre la vida que debían cambiar para poder comenzar a vivir desde un lugar mucho más auténtico.

Llegué a la etapa de ser consciente-no calificado al permitirme estar más presente, más consciente de lo que en realidad estaba sucediendo a mi alrededor, abriéndome a los comentarios que recibía de la vida. Una forma en que podemos acelerar nuestro crecimiento es estando presentes en lo que estamos viviendo y dejando entrar por completo todo aquello que notamos. Cuando nos detenemos el tiempo suficiente, con la atención enfocada en lo que sucede en nuestra vida, estamos en capacidad de crear una distancia suficiente de nuestros hábitos que nos permita ver qué nos está frenando y dónde están nuestras mayores oportunidades de crecimiento. A menudo, nos resistimos a hacerlo porque ser honestos con nosotros mismos es demasiado amenazante para nuestros cocodrilos, pero esa es nuestra única vía para avanzar hacia el aprendizaje real.

ETAPA 3: CONSCIENTE-CALIFICADO

El paso de la fase inconsciente-no calificado a la fase consciente-no calificado es el comienzo del crecimiento. Esta transición es importante, ya que solo crecemos una vez que hayamos tomado consciencia de lo que aún tenemos que aprender. Nos estamos dando cuenta de que no lo sabemos todo (casi siempre, al darnos cuenta de nuestras propias deficiencias, propias de los cocodrilos), pero aún no hemos adquirido el conocimiento y las habilidades que necesitamos para superarlo. No es sino hasta que llegamos a una encrucijada y tomamos la decisión deliberada de desarrollarnos más plenamente que comenzamos a pasar de ser conscientes-no calificados a ser “conscientes-calificados”. Necesitamos desarrollar la resolución interna para abordar por entero nuestra(s) área(s) de desconocimiento. Durante esa noche de insomnio sentí que, si quería volver a ser feliz, tendría que cambiar mi vida. Entonces, me decidí a encontrar una nueva forma de vivir, sin importar qué. Busqué libros, maestros y, por último, la meditación me encontró y, a través de ella, comencé a encontrar un camino de regreso a quien realmente era. Descubrí cómo dejar de lado las viejas creencias prestadas que me habían mantenido estancado, por ejemplo, como “debería ser reconocido”, “ser mejor que los demás”, “ser perfecto”, “saberlo y poderlo todo” y “tener todas las respuestas”. Dejar de lado todas estas creencias me llevó a percibirme y a comportarme de nuevas maneras y me ayudó a desarrollar las habilidades de las que antes carecía con respecto a mis relaciones interpersonales. Lo que esto significa es que nos convertimos en conscientes-calificados cuando comenzamos a adquirir nuevas capacidades, mentalidades y comportamientos y decidimos aplicarlos en nuestra vida diaria. Mi nueva habilidad de ser amable conmigo mismo, la cual he ido perfeccionando con ayuda de la meditación, me llevó a tomarme el tiempo para investigar sobre lo que en realidad quería hacer con mi vida. Esta investigación me llevó a convertirme casi en un monje y luego decidí dedicar mi carrera a ayudarles a otros a encontrar y aplicar en el campo del liderazgo la paz y la compasión que estaba encontrando en mi práctica de la meditación, convirtiéndome así en entrenador ejecutivo y facilitador de equipo.

El viaje de cada etapa de crecimiento a la siguiente es diferente para todos. Sin embargo, en general, cuando comenzamos a encontrar nuestra nueva forma de vida, este puede parecer un viaje desorientador. Quizá, sentimos que ya no sabemos quiénes somos. Si hemos vivido toda una vida basándonos en ser “el especial”, nos parecerá incómodo ser “solo” uno de los muchos contribuyentes que hacen parte de un equipo. Si ser “el más simpático” ha sido nuestro personaje prestado, la primera vez que decimos “no” sin pedirle disculpas a alguien que nos importa, lo más probable es que sintamos ganas de saltar de un avión. Si estamos acostumbrados a ser “los rescatadores”, permitir que alguien que está luchando por encontrar su propio camino sin que nosotros saltemos a arreglárselo nos parecerá algo así como una blasfemia. Al principio, esta forma de ser y hacer me pareció muy nueva e incómoda para mí. Todavía estaba en la etapa de consciente-calificado y tuve la tentación de volver a la forma de vida de rata que conocía tan bien. Ser consciente-calificado es como conducir un automóvil justo después de haber obtenido nuestra licencia de conducción; puede que esa todavía no sea nuestra segunda naturaleza, pero se está convirtiendo en una parte funcional de nuestra vida. Estamos comenzando a vivir y, poco a poco, nos estamos acostumbrando a nuestra nueva forma de ser y hacer. Ya no se trata solo de un susurro a lo lejos.

ETAPA 4: INCONSCIENTE-CALIFICADO

Pasamos de la habilidad consciente a la inconsciente cuando comenzamos a integrar sin esfuerzo nuestras aptitudes recién descubiertas en nuestra vida diaria: estas se convierten en nuestra segunda naturaleza. Entonces, conducimos el automóvil sin tener que pensar mucho en que lo estamos conduciendo. Nuestra consciencia recién descubierta se ha traducido en habilidades que realizamos de forma natural —como inhalar y exhalar.

Llegar a este punto requiere, por lo menos, tres cosas de parte nuestra. La primera, es la práctica repetida. La segunda, es hacer uso de nuestro arrojo, de nuestra capacidad de ser sinceros y de no rendirnos sean cuales sean los obstáculos que encontremos en el camino. La tercera, es la humildad. Las dos primeras, práctica y arrojo, son bastante intuitivas. La última, humildad, tiende a ser menos fácil de entender y, sin embargo, es un ingrediente crucial en todas las etapas de crecimiento. Exploremos a qué nos referimos cuando decimos que debemos ser humildes para aprender.

CULTIVANDO EL CRECIMIENTO A TRAVÉS DE LA HUMILDAD

La palabra humildad tiene una raíz muy hermosa —proviene de la palabra humus, que significa “suelo”—. Humildad significa estar dispuesto a aceptar que no sabemos. Significa disponermos a cuestionar todo en nuestras vidas en aras de la verdad. Necesitamos estar dispuestos a decir: “He vivido mi vida basándome en creencias que no sé si son ciertas. Sin embargo, si descubro que no lo son, estoy dispuesto a cuestionarlas y a abandonarlas. Dejaré todo lo que no sea cierto con respecto a mí para hacer espacio para lo que sí es”.

Para evolucionar y ver cambios reales necesitamos encontrar los medios que nos permitan analizar de manera meticulosa y continua todas esas creencias y motivaciones mediante las cuales nos guiamos y que todavía no hemos examinado. La humildad nos permite seguir creciendo hasta llegar a ser quienes somos y alejarnos de lo que no somos. En mi historia de vida, comprendí que, para lograr evolucionar y crecer, yo tenía que estar dispuesto a cuestionar mis creencias, por ejemplo, sobre ser especial, ser mejor que los demás y saberlo todo. Según Gandhi, “los instrumentos que intervienen en la búsqueda de la verdad son tanto sencillos como difíciles. Parecerán bastante complicados para los arrogantes, pero lo más naturales del mundo para un niño. El buscador de la verdad debería ser más humilde que el polvo. El mundo aplasta el polvo bajo sus pies, pero el buscador de la verdad debería humillarse tanto que incluso el polvo pueda aplastarlo. Solo entonces, y no hasta entonces, vislumbrará la verdad”.

La humildad no es un evento único. Es una práctica continua. ¿Te atreves a ser tan humilde que admites que todavía no lo sabes todo? ¿Estás dispuesto a cuestionar tus arraigadas creencias sobre ti mismo y sobre el mundo siendo capaz de tomar los momentos desafiantes de cualquier área de tu vida como oportunidades para la autorreflexión?

PRÁCTICA DE LA QUIETUD

Al reflexionar sobre los despertares que he presenciado en mí y en otros, surge otro aspecto de la humildad. Se trata de la quietud. Todo indica que crecemos a pasos agigantados cuando nos permitimos quedarnos quietos. Cuando dejamos de lado nuestras actividades y las charlas del pensamiento cotidiano, nos volvemos más abiertos a vernos desde un ángulo diferente. A veces, la vida nos arroja a una quietud a la que podríamos llamar la noche del alma, cuando no tenemos otra opción que no hacer nada y reflexionar, como esa noche mía en Ameland, en que mi insomnio me despertó para que me detuviera y mirara mi vida con honestidad. En el momento que lo queramos, tenemos la opción de elegir entrar en esa quietud, pausar todo lo que estamos haciendo y permitirnos callar. Hacerlo significará tomarnos un instante para detener lo que estamos haciendo, dar un paseo o mirar al cielo. Entonces, podremos preguntarnos, sin expectativa alguna sobre la respuesta, ¿cómo estoy creciendo? ¿Qué me dicen los susurros? ¿Qué creencias que he sostenido como verdaderas no lo son? ¿Qué es verdad sobre mí ahora? O tal vez, dejemos de lado todas las preguntas para rendirnos al momento dejando que fluya lo que tenga que fluir. La quietud hablará cuando tengamos la humildad de escucharla. Quizás, ahora mismo sea un buen momento para hacerlo. Tómate un momento para estar contigo mismo, dejándolo todo. Quédate quieto.

APRENDE A AMAR EL PROCESO—ADOPTA UNA MENTALIDAD DE FASCINACIÓN

El crecimiento no es un proceso lineal. El camino del aprendizaje es algo así como ir en una espiral: vemos las mismas cosas una y otra vez, pero desde una mayor altitud cada vez más alta. Consiste en un proceso desordenado y permanecer en él durante todas las etapas de crecimiento requiere de un compromiso continuo con el aprendizaje. Como me enseñó Patrick Connor, uno de mis maestros, nuestra fascinación inquebrantable por el aprendizaje nos motivará a seguir adelante sin importar qué, incluso cuando la vida nos arroja “bolas curvas” como la pérdida, la decepción y el rechazo. Siempre es posible confiar en nuestra fascinación. Es, simplemente, una elección que repetiremos una y otra vez. Sabemos que podemos dar un paso atrás y reflejar “¿Cómo estoy creciendo?” en el momento que queramos. Mira lo que sucede cuando te comprometes con la pregunta “¿Cómo estoy creciendo?” como una práctica habitual. Descubrirás una fuerza oculta, una especie de determinación para enfrentar lo que sea que se te presente hoy; estarás listo para aprender un poco más sobre quién eres realmente y quién no eres en tu situación actual, sea cual sea. A veces, enciendo mi fascinación eligiendo estar asombrado con el momento presente, preguntándome: “¿Qué estará enseñándome este momento presente?”. Al adoptar la actitud de estar siempre dispuesto a evolucionar, me siento más arraigado en mi viaje de crecimiento.

CRECIMIENTO INSTANTÁNEO

Cuando nos enfrentamos más plenamente, con atención concentrada, llegamos a ver qué es y qué no es verdad sobre nosotros. A menudo, hay un desencadenante al que llamaremos un “evento relevante”, dado que nos proporciona el impulso que necesitamos para activar a fondo nuestra nueva conciencia. Sin embargo, antes de aceptar un evento como relevante para nuestro crecimiento, tendemos a ignorar muchos eventos, con frecuencia más sutiles, que tienen la misma enseñanza. En mi caso, yo había hecho que los comentarios de mis colegas y de mi jefe fueran “eventos irrelevantes” para mí. Sin embargo, en determinado momento, el insomnio se convirtió en mi evento relevante. Ahora, mirando hacia atrás, recuerdo cientos de sencillas e importantes situaciones de las que podría haber aprendido las mismas lecciones, y, aun así, las dejé pasar de largo sin prestarles atención. Pensaba que estaba demasiado ocupado, demasiado viejo, que era demasiado importante y que había invertido demasiado en mis formas de escuchar como para ahora comenzar a hacer algún cambio.

Piensa en los susurros en tu vida que te has encargado de volver irrelevantes —tal vez, porque pensaste que no era el momento adecuado para detener tu impulso o porque despediste a la persona que te lo dijo o porque temías hacer los cambios que se requería—. Es muy humano querer descartar los susurros, pero el hecho es que, para crecer, debemos encontrar el coraje de abrir los oídos y escuchar.

Con el fin de recordar el poder de los eventos relevantes que nos ayudan a crecer, también los llamamos “instantes de crecimiento”. Cuando nos activamos o cuando sentimos un sutil susurro, tenemos la opción de detenernos y preguntarnos: ¿cómo estoy creciendo? No dejamos que ningún momento sea irrelevante, pues cada uno nos brinda un potencial de crecimiento instantáneo y no queremos quitarle ni un ápice de nuestro máximo potencial a este nuevo estilo de vida producto de nuestro despertar. Ahora, escuchamos todos los comentarios que recibimos y nunca descartamos ninguna señal de que quizás estemos dirigiéndonos a un camino sin salida. Ya no ignoramos los empujones que nos sirven para proceder de una nueva manera que nos ayudará a crecer.

SUSURROS A DIESTRA Y SINIESTRA

Los susurros provienen de diferentes direcciones. Fred Kofman, otro de mis maestros, sugiere una forma de organizarlos que nos ayuda a abrirnos también a áreas de nuestra vida a las que no solemos mirar.

Kofman describe la percepción de la realidad como una silla con tres patas: “mi yo, mí mismo”, “nosotros, las relaciones” y “eso, tarea”. La parte “eso” de nuestra percepción de la realidad está ligada a nuestro enfoque en lo tangible —qué hacemos, qué tan bien, qué tan efectivos y eficientes somos—. La parte “nosotros” describe nuestra atención a nuestra conexión con los demás —cuánta confianza y empatía hay, cuán profundos son nuestros lazos y cuánto disfrutamos de estar juntos—. Y la dimensión “yo” se refiere a nuestra vida interior —cuán alineados estamos con nuestros valores, cómo nos sentimos y cuán satisfechos estamos.

Es una silla de tres patas, ya que nuestra perspectiva de la vida se equilibra solo cuando les prestamos atención a las tres áreas. Está fuera de balance cuando nos enfocamos en uno o dos aspectos de la realidad, excluyendo el(los) otro(s). Cuando solo nos enfocamos en las tareas, tenemos éxito por un tiempo, pero si ignoramos nuestras relaciones y nuestra vida interior, terminaremos quemando puentes con quienes nos rodean y nos convertiremos en extraños incluso para nosotros mismos. Cuando priorizamos las relaciones sobre todo lo demás, tendemos a perder el enfoque en nuestras tareas, así como el contacto con nuestras necesidades y aspiraciones auténticas. Y cuando nos enfocamos solo en nuestra vida interior, llegamos al punto de desconectarnos de los demás y de no ocuparnos de nuestras tareas, ni siquiera de las básicas.

Ahora, pregúntate: ¿a dónde va habitualmente mi atención? ¿Está enfocada en mi yo, en mí mismo? ¿En nosotros y en las relaciones? ¿O en el eso, en la tarea? ¿Cuál es el impacto de esa atención específica en las otras dos dimensiones de mi vida? ¿En qué área escucho los susurros más fuertes? ¿Cómo estoy evolucionando al hacer esta reflexión?