Educación para el siglo XXI - Mario Waissbluth - E-Book

Educación para el siglo XXI E-Book

Mario Waissbluth

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Beschreibung

Este ensayo hace un balance –y propuestas– acerca de la realidad educativa de América Latina, el continente más postergado de Occidente en esta materia, con cerca de un 60% de sus personas mayores de 15 años que pueden calificarse objetivamente como analfabetos funcionales tanto en comprensión de lectura como en manejos aritméticos, que no van mucho más allá de poder contar dinero. Entre los que están egresando hoy de educación media se da casi el mismo porcentaje, además de escaso acceso, y elevada deserción. Como se verá en el texto, este ensayo postula que los orígenes y contextos políticos, económicos y sociales que han llevado a esta situación tienen raíces históricas muy similares. Por ende, aunque hay fuerte heterogeneidad en la región, como la que se ve en las cifras arriba mencionadas, los problemas y diagnósticos actuales son más similares que las diferencias. Esto a su vez abre interesantes y urgentes oportunidades para el diseño de algunas recomendaciones y soluciones comunes, y para niveles superiores de cooperación regional, compartiendo nuestros logros y también los fracasos, tanto en políticas educativas como en prácticas innovadoras en las aulas, aprovechando interesantes y promisorios avances en distintos ámbitos, tanto en el mundo como en nuestros propios países.

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SECCIÓN DE OBRAS DE EDUCACIÓN Y PEDAGOGÍA

EDUCACIÓN PARA EL SIGLO XXI

Educación para el siglo XXI

El desafío latinoamericano

MARIO WAISSBLUTH

MÉXICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - ECUADOR - ESPAÑA - ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA - GUATEMALA - PERÚ - VENEZUELA

Primera edición, FCE Chile, 2018 Primera edición en libro electrónico, 2019

© Mario Waissbluth

D.R. © 2018, Fondo de Cultura Económica Chile S.A. Av. Paseo Bulnes 152, Santiago, Chilewww.fondodeculturaeconomica.cl Comentarios: [email protected] Teléfono: (562) 2594 4132

Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

Registro de Propiedad Intelectual N° 289.896

Coordinación editorial: Fondo de Cultura Económica Chile S.A. Cuidado de la edición: Carlos Decap Diseño de portada: Macarena Rojas Líbano Diagramación: Gloria Barrios A.

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-956-289-192-9 (ePub)ISBN 978-956-289-173-8 (impreso)

Hecho en México - Made in Mexico

ÍNDICE

PRÓLOGO

I. PROPÓSITO Y CONTEXTO

II. AMÉRICA LATINA Y EL MUNDO

Desde el siglo XV al siglo XIX: debacle civilizatoria

Del siglo XIX al siglo XXI: sombras y algunas luces

El mundo en el siglo XXI y sus megatendencias

III. CONCEPTOS EDUCATIVOS TRANSVERSALES

¿Qué es educación de calidad y para qué la queremos?

Habilidades para el siglo XXI

¿Enseñar para aprobar el test?

Los propósitos de cualquier política educativa

La política educativa es un desafío político

Un desafío intersectorial y multidimensional

Un desafío sistémico

IV. EL RESCATE DE LOS NIÑOS Y JÓVENES COMO PRERREQUISITO

La importancia y gravedad del problema

Los orígenes del problema

Abordando un problema retorcido

V. EDUCACIÓN INICIAL: LA BASE DE LA PIRÁMIDE

La importancia vital de construir buenos cimientos

La realidad regional

Cambios radicales de estrategia para la base de la pirámide

VI. EDUCACIÓN ESCOLAR

Escuela, familia e inequidad de aprendizajes

La perniciosa segregación

La deserción escolar en secundaria

La discapacidad y las necesidades educativas especiales

Algunas lecciones internacionales

Disipando mitos

La tecnología en la escuela

Innovación pedagógica radical

Los profesores latinoamericanos

Directivos escolares: la ruta corta al everest de la calidad

Las escuelas técnicas y de oficios

VII. RECURSOS FINANCIEROS

¿Cuánto gastan los países latinoamericanos en educación?

¿Cuánto debieran gastar?

Invertir también en cooperación

VIII. EPÍLOGO

Un ensayo es político —y políticamente útil, en cuanto humanizador y provocativo—, por su compromiso con los matices, su exploración de la contingencia, su espíritu de insatisfacción, su regocijo ante los supuestos cuestionados, por la doble hélice de temor y desconfianza —la fe y la duda— que estructura su ADN.

L. Jamison

El círculo de conocimientos que se adquiere en estas escuelas erigidas para las clases menesterosas, no debe tener más extensión que la que exigen las necesidades de ellas: lo demás no solo sería inútil, sino hasta perjudicial, porque, además de no proporcionarse ideas que fuesen de un provecho conocido en el curso de la vida, se alejaría a la juventud demasiado de los trabajos productivos.

Las personas acomodadas, que adquieren la instrucción como por una especie de lujo, y las que se dedican a profesiones que exigen más estudio, tienen otros medios para lograr una educación más amplia y esmerada en colegios destinados a este fin.

ANDRÉS BELLO (Andrés de Jesús María y José Bello López). Intelectual y humanista venezolano. Maestro de Simón Bolívar. Redactor del primer Código Civil. Fundador y primer rector de la Universidad de Chile,El Araucano, 1836

PRÓLOGO

EN AMÉRICA Latina, tal vez no exista ningún tema más urgente que el de la educación para enfrentar los enormes desafíos de este siglo, signado por el cambio tecnológico acelerado y la profundización de todo tipo de desigualdades. La educación puede ser el mejor antídoto contra la pobreza extrema y la desigualdad que flagelan y lastran a nuestra región desde hace siglos, que limitan su desarrollo y comprometen la calidad de la vida de sus niños y jóvenes. Pero hay más: la educación también resulta liberadora de la creatividad humana y, en los tiempos actuales, una condición necesaria para una vida plena y feliz. Si América Latina logra dar un paso decisivo y correcto en materia de educación, se habrá colocado en la ruta del verdadero desarrollo y podrá ir mucho más allá de las metas comprometidas en relación a los Objetivos del Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas (ODS 2030).

En nuestros países hay, desde luego, progresos y mejorías educativas, pero como el mito de Sísifo, se avanza, y los rezagos también crecen, sobre todo porque el desafío de la actual revolución de la información y digitalización, exige más y más aptitudes y calificaciones que aquellos de la mera alfabetización y competencia numérica. Esto se complica por las brutales disparidades de ingreso y de todo tipo.

No encuentro alguien más calificado que Mario Waissbluth para darnos una visión de conjunto y ofrecernos una hoja de ruta sobre el camino que se debe recorrer para poner a la educación de América Latina en la dirección adecuada, y así salir del marasmo educativo actual. Waissbluth —con quien llevo una entrañable amistad de más de cuarenta años—, tras obtener su doctorado en la Universidad de Wisconsin (Madison), vivió en México durante muchos años donde fue funcionario del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), investigador y docente en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde fundó y dirigió el prestigiado Centro de Innovación Tecnológica.

De regreso a su Chile natal combinó las tareas de consultoría por toda América Latina en materia de innovación tecnológica, con la docencia de posgrado en la Universidad de Chile. Más tarde, con todo ese bagaje acumulado, Waissbluth decidió crear en Chile la Fundación Educación 2020 que ha sido pionera en su tipo y que tuvo el logro histórico de descubrir los mitos y líneas de falla en la educación en su país, que como en el resto de América Latina, aunque tal vez en menor medida, padece de graves carencias y fallas sistémicas. Nuestra educación mantiene niveles preocupantes de exclusión y segregación, así como una muy baja calidad. En América Latina no estamos equipados para enfrentar los desafíos educativos del mundo global contemporáneo.

Es notable constatar, leyendo este breve y lúcido ensayo, las semejanzas de nuestros problemas, mitos y retos a lo largo y ancho de nuestra región. Somos países relativamente jóvenes, de gran desigualdad y todavía con amplias capas de la población que viven en condiciones de gran atraso y pobreza. Por eso, el autor va mucho más allá de interpretar y denunciar las fallas y limitaciones de la educación latinoamericana, sino que investiga con acuciosidad sus circunstancias locales y también encuentra ejemplos valiosos y logros que bien pudieran ser replicados en los demás países. Este es uno de los grandes aportes del libro.

Su prosa es amena y llana, a ratos coloquial, pero Waissbluth no se aparta nunca del rigor y busca siempre el sustento empírico a sus afirmaciones y propuestas. Como él señala, este libro está escrito en clave de ensayo y así debe leerse. No se trata de un texto académico más, de esos a menudo farragosos y de difícil lectura. Sin embargo, es también algo más que un ensayo sobre el estado de la educación en América Latina y sus vías de superación. Se trata sobre todo de un alegato apasionado en favor de nuestra niñez y juventud, que en particular en los estratos de mayor marginación y pobreza, sufre de abusos y vejaciones que a menudo se omiten en los tersos trabajos académicos sobre educación. Con franqueza notable, Waissbluth los enfrenta sin tregua ni subterfugios en el capítulo IV, que titula con razón “El rescate de los niños y jóvenes: prerrequisito”, y pide, con gran empatía y fuerza, que se enfrenten de una vez los “retorcidos” problemas que nacen de la desatención a la niñez.

El libro arranca con una elocuente muestra de los rezagos a través del lamentable desempeño de nuestros países en las pruebas PISA y TERCE. Chile puede ser el de mejor desempeño, pero dentro del conjunto latinoamericano, que ocupa los últimos lugares en las pruebas e indicadores de la OCDE. México y Uruguay pueden haber mejorado, pero de resultados “pésimos” a “muy malos”. No es posible llamarse a engaño: el autor ofrece pruebas irrefutables del atraso colectivo de América Latina, justo en la materia más importante y en relación a nuestro capital más valioso de cara al futuro: la niñez y la juventud temprana.

Buscando las raíces de nuestros problemas educativos, Waissbluth presenta en el segundo capítulo un breve bosquejo histórico sobre América Latina. En el 2016 tuve el gusto de escribir con él un pequeño libro: Repensar América Latina (Amazon, 2017), donde analizamos nuestra historia común y el arranque de las desigualdades y las fallas institucionales que padecemos desde hace siglos. En ese opúsculo se expuso la evidencia de las inequidades, desigualdades, de malos gobernantes y caudillos iluminados que se sienten capaces de improvisar milagros por encima de las reglas y leyes establecidas. El autor lo saca ahora a colación a propósito de nuestro calamitoso desempeño educativo, montado en esas instituciones que a menudo son capturadas por grupos de interés, o conducidas por líderes carismáticos que suelen ponerse por encima de la ley. No hay que engañarse: en materia de educación no hay atajos. No se improvisan milagros ni caben caprichosas intuiciones. Se deben enfrentar de modo amplio, holístico, de manera sistemática y más allá del término de uno u otro gobierno. Si en alguna materia cabe la idea de “políticas de Estado” es en la educación, por eso este libro arranca con una revisión de nuestras fallas institucionales de larga data.

En el tercer capítulo, Waissbluth enfrenta mitos y manías latinoamericanos, donde por años los gobiernos se han empeñado en mostrar como gran logro una continua ampliación de la “cobertura” en desmedro de la calidad educativa. Desde luego, nadie objeta lo positivo de ampliar la cobertura educativa y que ningún niño deje de ir a la escuela, aunque esto no nos debe hacer soslayar la calidad y el contenido de la misma. Se analiza igualmente la urgencia de acompañar las mejoras en la calidad de la educación con la necesidad de adquirir habilidades propias del siglo XXI, el siglo de la información, la inteligencia distribuida en inmensas redes digitales. El autor hace explícita la necesidad de contar no solo con maestros mejor preparados y competentes, sino también con directores de escuela con capacidades gerenciales y dedicadas sobre todo en las escuelas de barrio y localidades con niveles altos de pobreza y diversas carencias.

A la necesidad de calidad integral, el libro señala el imperativo o el reclamo por atender, sobre todo en América Latina, otros dos flagelos de nuestra educación: la inequidad social y la segregación con la que suele acompañarse. En muchos países y regiones existe un verdadero apartheid educativo. Con abundantes ejemplos, sobre todo de Chile, muestra la necesidad de encarar estos problemas, so pena de comprometer el éxito educativo en su conjunto. No se trata de contraponer la educación pública a la privada: pero si acepta que reflejan la inequidad de nuestras sociedades, lo que hay que enfrentar de alguna forma. El autor, en esto, echa por tierra el mito de que la educación es neutra y materia solo de la burocracia de los ministerios de educación. No, se trata —señala Waissbluth— de algo mucho más amplio y transversal, de un “desafío intersectorial y multidimensional”.

En el capítulo quinto, se hace un aporte de la mayor importancia: el autor invierte la “pirámide educativa” y de manera persuasiva nos hace ver la necesidad de “construir buenos cimientos” y concebir el esfuerzo educativo a partir de la primera infancia. Los cinco años iniciales de vida resultan indispensables para un adecuado desarrollo cognitivo. En este sentido, la cooperación entre los padres y familias y las escuelas resulta de importancia vital. Constituyen un binomio crítico para impulsar un proceso de formación y desarrollo cognitivo, emocional, y el desarrollo de algunas competencias tempranas. En este sentido, los apoyos gubernamentales con programas de salud, alimentación y otros serán también un complemento estratégico, sobre todo en zonas de pobreza y carencias importantes. Waissbluth aporta ejemplos y “mejores prácticas” de diversos países en este sentido. No obstante advierte que falta mucho por investigar en torno a la heterogeneidad de programas y experiencias en toda Latinoamérica. En este sentido, cierra el capítulo con una propuesta radical: establecer una educación inicial y de calidad, a partir de la base de la pirámide educativa, en la infancia temprana.

El capítulo sexto trata de diversos temas educativos de sobresaliente interés. Uno de ellos, muy común en toda la región, es el de la deserción en la escuela media o secundaria. De modo preocupante y reiterativo, los adolescentes entre 14 y 15 años se enfrentan no solo al tedio de las escuelas convencionales: es mayor el atractivo de los juegos y deporte de los videos que las monótonas tareas al interior de las aulas. Por otro lado, en muchos hogares pobres se da una gran presión porque los jóvenes trabajen y apoyen al sustento familiar. Por una u otra razón, esas deserciones tempranas rompen el cordón de continuidad que significa la educación y tienen un impacto muy negativo en la productividad y capacidades de los jóvenes que dejan trunca su educación. Un buen número de países instrumenta programas de becas y transferencias directas condicionadas a las familias para frenar la deserción. Pero esto debe ser complementado con métodos de enseñanza mejores y más a tono con las realidades actuales que exigen estímulos mayores de tipo pedagógico e informático.

En este mismo sentido, el autor da cuenta de las “buenas prácticas” de docencia y pedagogía que pueden adaptarse en los distintos países de la región. Uno de ellos, desarrollado en México, se refiere a las “redes de tutoría”, donde los mismos alumnos se apoyan entre sí y evitan que otros se queden atrás. Se trata de que “aprendan a aprender”. El autor también aborda el tema del aprendizaje basado en problemas, cada vez más común en el mundo. De hecho, señala 16 “mejores prácticas” internacionales que merecen consideración.

Por último, Waissbluth derrumba algunos mitos como el que los salones de clase no deben contar con muchos alumnos. Esto es algo relativo en el mejor de los casos, y pone como ejemplo a Corea del Sur, con más de treinta alumnos por salón y óptimos resultados. O el de que más horas en clase mejoran el rendimiento escolar, lo que no se comprueba en la mayoría de los estudios empíricos. Los niños y jóvenes necesitan además tiempo libre, para el deporte, la reflexión o el juego y diversión con sus pares. Un tema particularmente delicado es el de la introducción de software y tecnologías digitales. Recomienda prudencia y no dejarse deslumbrar por algunos productos que prometen milagros didácticos, pues hay unos muy útiles, pero otros son meramente cosméticos. Para poder asimilarlos, se requiere que el docente esté familiarizado con las tecnologías informáticas y tenga un cierto dominio de computación, lo que no siempre sucede. En todo caso, ninguna tecnología digital suple a un buen docente y un ambiente estimulante en el salón de clase.

En un último y breve capítulo, el autor se refiere al delicado asunto del financiamiento educativo. El tema es importante, porque ningún país latinoamericano es rico y en promedio todos padecen serias restricciones financieras. No hay reglas ni números mágicos, pero en la región viene aumentando el porcentaje de gasto en educación en proporción al PIB. Ahora se sitúa alrededor del 5%, ya no muy lejos de la cifra que Waissbluth señala como deseable, que es de alrededor del 7%. Sin embargo, mucho más allá de porcentajes y cifras, queda la sensación de que lo principal y estratégico es la de avanzar en un modelo educativo transversal y muy amplio que dé cuenta de las necesidades educativas y humanas de los educandos.

El presente libro de Mario Waissbluth debe leerse también como un manifiesto, un reclamo informado y apasionado en favor de las reformas y cambios de actitud de gran calado en relación a la educación y la atención a nuestra niñez y juventud. Es deseable que tenga amplia difusión y que provoque debates y discusiones, y que resulte en más cooperación y diálogo no solo entre los gobiernos, sino en la sociedad civil latinoamericana. A fin de cuentas, se trata del más valioso y entrañable capital: los niños y jóvenes.

CASSIO LUISELLI FERNÁNDEZ Ciudad de México, enero de 2018

I. PROPÓSITO Y CONTEXTO

SI SE mira con cierta perspectiva, el desafío de formar a quienes serán los futuros habitantes de una nación es tal vez el más complejo y crítico de todos para la sociedad en su conjunto y para sus gobiernos. Es ahí donde se define y construye el porvenir que se expresará en uno o dos siglos de distancia, y no es una exageración. Una persona que nace en el año 2000, que pasará por todo el proceso educativo hasta el 2024, si es que se titula como profesional, jubilará en el 2060 o 2070.

Este millennial nacido en el 2000 influirá y será influido por el mundo laboral, cultural, valórico o político hasta el 2080. Pero no es solo eso. Influirá en sus hijos y nietos, y está demostrado hasta la saciedad que la formación del capital cultural en el hogar es uno de los elementos más decisivos en el desempeño de los estudiantes. Por ende, si este millennial tiene hijos en el 2030, estos a su vez repetirán el ciclo hasta el año 2100, en lo bueno y en lo malo que la herencia cognitiva, cultural y valórica se transmite intergeneracionalmente. Las decisiones que tomemos hoy en el ámbito de la educación y formación de personas tendrán un impacto inevitable al menos a lo largo del siglo XXII.

Este ensayo hace un balance —y propuestas— acerca de la realidad educativa de América Latina, el continente más postergado de Occidente en esta materia, con cerca de 60% de sus personas mayores de 15 años que pueden calificarse objetivamente como analfabetos funcionales, tanto en comprensión de lectura como en manejos aritméticos, que no van mucho más allá de poder contar dinero. Entre los que están egresando hoy de educación media, se da casi el mismo porcentaje, además de escaso acceso y una elevada deserción.

Como mero ejemplo, Chile ha tenido en forma consistente los mejores resultados de América Latina en los test de PISA1 y TERCE,2 y es el único de la región que ha participado en las pruebas más simples de comprensión lectora y aritmética de adultos como es el PIAAC,3 con los patéticos resultados que veremos a continuación.

Un ejemplo, solo para dar una idea de la simpleza de este test. En comprensión lectora se le muestra a la persona una lista de diez simples reglas de un jardín infantil, solo una de las cuales es la pertinente a la pregunta, y no es capaz de identificarla en este listado.

En comprensión numérica, se le muestra una figura de termómetro que marca la temperatura tanto en grados Celsius como Fahrenheit. El indicador marca 26 ºC. La pregunta es: ¿cuál sería la temperatura si esta disminuyera en 30 ºC? (la inclusión de la escala Fahrenheit es solo un “distractor”). El 62% de los adultos chilenos no puede responderla, al igual que con preguntas similares en un test realizado en 1998.

GRÁFICO 1.Porcentaje de adultos que no pueden comprender el significado de un texto simple y breve

Fuente: PIAAC 2016.

Dejaremos a la imaginación del lector su extrapolación a la realidad de otros países de la región, cuando veamos datos comparables dentro de ella en otras pruebas. Una pregunta real del test de PISA Matemáticas 2012 que se aplicó a estudiantes de 15 años que están en la escuela es la que sigue:

En un viaje, Elena anduvo en bicicleta 4 km en los primeros 10 minutos y luego 2 km en los próximos 5 minutos. ¿Cuál de las siguientes afirmaciones es correcta? A: La velocidad media de Elena fue mayor en los primeros 10 minutos que en los siguientes 5 minutos. B: La velocidad media de Elena fue la misma en los primeros 10 minutos y en los siguientes 5 minutos.C: La velocidad media de Elena fue menor en los primeros 10 minutos que en los siguientes 5 minutos. D: De la información proporcionada, no es posible decir nada sobre la velocidad media de Elena.

A continuación, el porcentaje de alumnos de algunos países que responden correctamente esta pregunta de Nivel 2.

GRÁFICO 2.Porcentaje que responde correctamente una pregunta Nivel 2 en matemáticas

Solo 2% de los estudiantes chilenos logró las competencias matemáticas más altas, de Nivel 5 en la escala de este test, y de ahí viene el resto para abajo. En muchos países de América Latina, con elevada deserción en educación secundaria, muchos jóvenes —cerca de la mitad— ni siquiera llegan a la situación de poder rendir el test de PISA, pues no están en la escuela a los 15 años.

Para continuar esta breve panorámica e incluir un número mayor de nuestros países, ahora veremos los resultados de la prueba TERCE 3º Básico Matemáticas 2013, con el porcentaje de alumnos a quienes “les va bien”. Con resultados decepcionantes, la heterogeneidad es aún peor. Al llegar ya a sexto básico, los alumnos chilenos descienden a 18%, y los mexicanos se les acercan un poco, a 14%. La brecha se acortó dentro de la mediocridad.

GRÁFICO 3.Porcentaje de estudiantes sobre Nivel 4,TERCE matemáticas 2012

Aunque suene rudo decirlo, por más que hayamos avanzado, los latinoamericanos somos en materia de resultados educativos el basurero de los países desarrollados. Algunos de nuestros ministros de Educación se defienden diciendo que estas no son pruebas adaptadas a nuestra realidad. ¡Pamplinas! Los diferentes países que participan en la prueba PISA aportan con preguntas y discuten su estructura. Las bicicletas de las Elena, Helen y Elenova son iguales en todas partes.

En materia de cobertura y acceso, tan solo 56% de los estudiantes brasileños y 66% de los mexicanos, los dos países de mayor población de la región, terminan hoy la educación media. Esta cifra es inferior al 50% en Nicaragua. La tasa bruta de cobertura en secundaria alta varía desde 55% en Colombia y Brasil hasta 99% en Chile.

En el ámbito de la educación superior, citando un reciente estudio del Banco Mundial, “a juzgar por los resultados, el desempeño del sistema es decepcionante. En promedio, alrededor de la mitad de la población de 25-29 años de edad que comenzó la educación superior en algún momento no finalizó sus estudios, sea porque aún están estudiando o porque desertaron”.4

Si bien hay comprensibles diferencias de avances y nivel entre los países de la región, con la notable excepción de Cuba5 que desgraciadamente no participa en estos test, todos ellos están a gran distancia de los países avanzados, de acuerdo a cualquier indicador que se los evalúe, desde el nivel preescolar a la educación superior.

Como se verá en el desarrollo del texto, este ensayo postula que los orígenes y contextos políticos, económicos y sociales que han llevado a esta situación tienen raíces históricas muy similares. Por ende, aunque hay una fuerte heterogeneidad en la región, como la que se ve en las cifras antes mencionadas, los problemas y diagnósticos actuales son más similares que las diferencias. Esto abre a su vez interesantes y urgentes oportunidades para el diseño de algunas recomendaciones y soluciones comunes, y para niveles superiores de cooperación regional, compartiendo nuestros logros y fracasos, tanto en las políticas educativas como en las prácticas innovadoras en las aulas, aprovechando los promisorios avances en distintos ámbitos en el mundo y en nuestros propios países.

Aunque suene rudo decirlo, los latinoamericanos somos en materia de resultados educativos el basurero de los países desarrollados, al menos en lo que a test estandarizados se refiere. Algunos de nuestros ministros de Educación se defienden diciendo que estas no son pruebas adaptadas a nuestra realidad. ¡Pamplinas! Los diferentes países que participan en la prueba PISA aportan con preguntas y discuten su estructura.

Como autor, me basé en la experiencia de nueve años de trabajo sistemático en la Fundación Educación 2020,6 la que se dedica a proponer políticas públicas, cooperando a la vez con escuelas en sectores vulnerables, con una combinación muy especial de enfoques tanto en políticas públicas como de trabajo práctico en terreno. Asimismo nos hemos coordinado e intercambiado experiencias y conocimientos durante ya un lustro con 14 instituciones similares de la región, que integramos la Red Latinoamericana de Organizaciones de la Sociedad Civil por la Educación (REDUCA).7

Esto ha permitido no solo elaborar un diagnóstico general, sino que más importante aún disipar algunos mitos de políticas públicas y postular un conjunto variado de propuestas y soluciones de corto y largo plazo,8 con la convicción de que es posible avanzar a velocidades significativamente mayores de lo que ha ocurrido hasta ahora, como ha sucedido de modo reciente y gratificante en Perú y Colombia según los resultados de PISA 2015.

Este ensayo es en esencia la extensión de nuestras reflexiones en torno a una propuesta de políticas públicas en educación para niños y jóvenes desde los 0 a los 18 años para el conjunto de América Latina. Un dilema durante su redacción ha sido cómo evitar darle el tono monótono que este tipo de contribuciones suele tener. Para que tenga impacto, es necesario que se lea, y para que se lea, no puede ser tedioso, y debe provocar. Pero tampoco puede ser un mero panfleto. Es un delicado equilibrio, que espero haber conseguido de manera razonable.