Educación sexual integral - Leandro Cahn - E-Book

Educación sexual integral E-Book

Leandro Cahn

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Beschreibung

En poco tiempo, muchas cosas que habíamos naturalizado ahora nos hacen ruido y están puestas en cuestionamiento. Desde el "Buen día, chicos", con que la maestra saluda cotidianamente y que ya no incluye a todas sus alumnas y alumnos, hasta los vínculos entre pares, atravesados por una perspectiva de género. En este nuevo escenario, la sexualidad entra a la escuela con las niñas y los niños que llegan en el nivel inicial y se queda hasta que egresan de la secundaria. Con la sanción de la Ley de Educación sexual integral, los educadores tenemos la responsabilidad de trabajar con la ESI en las aulas. Para abrazar este desafío con las mejores herramientas, un equipo de lujo de Fundación Huésped nos ofrece su amplia experiencia en este libro imprescindible para las familias y la comunidad educativa. ¿Cómo abordar las diferentes formas de vivir la sexualidad en la adolescencia, los embarazos no planificados, las infecciones de transmisión sexual, los abusos en la infancia o los noviazgos violentos? ¿Cómo despertar la reflexión y el diálogo? Desde una perspectiva que respeta la diversidad, promueve el cuidado del cuerpo y valora la expresión de la afectividad, este libro es una invitación a sacudirnos los prejuicios y derribar mitos. Cuando se trata de pensar, acompañar, intervenir y, sobre todo, cuidar, escuelas y familias trabajan mejor juntas. Por eso, aunque los protagonistas sean las chicas y los chicos, cada adulto tiene un papel importante en esta historia. Como dicen nuestros autores, no es posible no educar sexualmente, porque educamos con lo que hacemos, con lo que decimos y también con lo que callamos. Entonces, aunque no tengamos todas las respuestas, no podemos dejar de hacernos todas las preguntas.

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Índice

Cubierta

Índice

Portada

Guía básica para trabajar en la escuela y en la familia

Copyright

Este libro (y estas colecciones)

Dedicatoria

Introducción. De qué hablamos cuando hablamos de educación sexual integral

1. ¿Por qué es importante la educación sexual integral en las escuelas?

Entonces… ¿qué es la ESI?

¿Cómo hacen los docentes para enseñar ESI si no tuvieron educación sexual como estudiantes?

Si un docente o una escuela no están de acuerdo con la ESI, ¿puede no aplicarse?

¿Por qué enseñar ESI en la escuela?

2. ¿Cuáles son los contenidos de la ESI?

Eje 1. Reconocer la perspectiva de género

Eje 2. Respetar la diversidad

Eje 3. Valorar la afectividad

Eje 4. Ejercer los derechos sexuales y reproductivos

Eje 5. Cuidar el cuerpo y la salud

3. ¿Cómo trabajar la ESI en la escuela y la familia?

Toda educación es sexual; lo importante es revisar qué transmitimos

¿Qué tiene para decir la escuela?

La construcción siempre es en red

Una consultoría de salud sexual y (no) reproductiva

¿Qué se puede hacer dentro de la comunidad educativa para implementar la ESI?

Todos para la ESI, cada quien desde su lugar

¿Qué pueden hacer los directivos?

¿Qué pueden hacer los docentes?

¿Qué pueden hacer los preceptores?

¿Qué pueden hacer los equipos de orientación escolar?

¿Qué pueden hacer los estudiantes?

¿Qué pueden hacer las familias?

¿Qué pueden hacer los no docentes?

4. ¿Cómo utilizar la ESI para enfrentar las situaciones que irrumpen en la escuela?

Situación 1. La lucha de pitos

Situación 2. Un bichito en la sangre

Situación 3. Ramiro de 5° es Mariana de 6°

Situación 4. Mancha borrador

Situación 5. Noviazgos violentos

Situación 6. El Último Primer Día (UPD)

5. ¿Qué podemos aprender de algunas experiencias exitosas de ESI?

Nivel inicial

Nivel primario

Nivel secundario

Nivel superior

6. Mitos (y) manías sobre la ESI

El género es una ideología

El patriarcado no existe, es una idea del pasado o una exageración del feminismo

La escuela necesita autorización de los padres para hablar de sexualidad

La ESI no habla sobre el amor

La ESI enseña a masturbarse a niñas y niños

La ESI incita a que se tengan relaciones sexuales más temprano

La ESI promueve la homosexualidad

Cuando se les habla de sexualidad, los chicos quedan exaltados/excitados y no se puede trabajar con normalidad en clase

Hoy, con internet, los chicos saben más que sus docentes

Trabajar la ESI hace crecer los casos de abuso a niñas, niños y adolescentes

El feminismo busca que las mujeres puedan oprimir a los varones

Es mi derecho como familia educar a mi hija o mi hijo como quiero

La ESI hace que los jóvenes se vuelvan rebeldes y desafíen las creencias de las familias

Las niñas y los niños que no cumplen con los mandatos de su género son raros y no se adaptan bien a la escuela

Yo no trabajo la ESI con mis alumnos porque puede traerme problemas con las familias

Yo no estoy preparado para hablar de este tema, se necesita un especialista

Las familias tienen creencias diferentes y hay que respetarlas

La ESI corrompe la inocencia infantil

La ESI trata temas delicados, son temas tabú

Si todos pueden elegir su género y mañana alguien me dice que se siente perro, ¿hay que aceptarlo

Anexos

La ESI etapa por etapa

2 a 3 años

4 a 5 años

6 a 8 años

9 a 12 años

13 a 18 años

¿Qué leyes respaldan el trabajo integral en educación sexual?

Ley 26.150: Programa Nacional de Educación Sexual Integral

Los derechos humanos como marco

Las normativas nacionales que enriquecen la ESI

Normativas nacionales anteriores a la ESI

Y después de la ESI, ¿qué?

Leyes vinculadas a la violencia de género

¿La ESI está en todo el país?

Leandro Cahn

Mar Lucas

Florencia Cortelletti

Cecilia Valeriano

EDUCACIÓN SEXUAL INTEGRAL

Guía básica para trabajar en la escuela y en la familia

Educación sexual integral / Leandro Cahn… [et al.].- 1ª ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina, 2020.

Libro digital, EPUB.- (Educación que ladra // dirigida por Diego Golombek y Melina Furman)

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-987-629-981-7

1. Educación. 2. Educación Sexual Integral. 3. Ciencia. I. Cahn, Leandro

CDD 649.65

© 2020, Fundación Huésped

© 2020, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.

<www.sigloxxieditores.com.ar>

Diseño de colección y de portada: Pablo Font

Digitalización: Departamento de Producción Editorial de Siglo XXI Editores Argentina

Primera edición en formato digital: febrero de 2020

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

ISBN edición digital (ePub): 978-987-629-981-7

Este libro (y estas colecciones)

Yo no sé qué le han hecho en la escuela / a la Nancy, mi nena menor. / Ella que era un capullo inocente / ayer me preguntó sin rubor: / “¿Vos sabés cómo nacen los niños?”. / Yo, que estaba arreglando el motor, / lo paré para oír palabrotas / como semen, placenta y embrión.

María Elena Walsh y Chico Novarro, “Educación sexual”

Vamos por partes. “Educación” viene tanto de educare (“nutrir”, “alimentar”) como de educere (“guiar”, “conducir”). “Sexo”, se sabe, posee la raíz latina sexus: “cortar” o “separar”. ¿Y qué decir del integralis, aquello completo, sin que le falte algo? Con estos ingredientes tenemos que armar algo nuevo: la educación sexual integral… y este libro.

Se trata de un libro necesario, que llega en el momento y el lugar exactos. Hoy las educadoras y los educadores tenemos la responsabilidad (y el desafío) de trabajar con la ESI en las aulas, no importa si enseñamos Biología, Historia o Arte. En primer lugar, porque −por suerte− tenemos una ley que así lo dispone. Y eso refleja algo mucho más interesante que el hecho de que las escuelas tengan la obligación de impartir tales o cuales contenidos. Significa, de hecho, que nuestra comunidad entendió que acceder a la ESI es un derecho de niños, niñas y jóvenes. Pero además porque, como dice el equipo de autores de este libro, no existe la posibilidad de no educar sexualmente, porque educamos con lo que hacemos, con lo que decimos y también con lo que callamos. Con o sin leyes que lo respalden.

Hasta hace no tanto tiempo, entre las personas todo parecía regirse por el sexo y el género: los baños, la ropa, los documentos. Pero este “todo” se está tambaleando, y con frecuencia nos cuesta encontrar explicaciones para las nuevas realidades que nos atraviesan: de hecho, la propia investigación de género se está abriendo paso en todas las disciplinas. En este nuevo escenario, incluso las palabras nos fallan: sexo, género, sexualidad tienen significados diferentes, aluden a conceptos que tienen varias dimensiones y además van cambiando conforme pasa el tiempo y las personas plantean nuevas preguntas, necesidades y derechos. La vida real irrumpe en la escuela con toda su complejidad y es entonces cuando a quienes formamos parte de la comunidad educativa nos toca ayudar a pensar, a entender, a cuidar y cuidarnos, a aceptar y aceptarnos tan iguales y tan distintas y distintos como somos.

Es una transformación enorme, que nos cuesta entender a los que venimos de otras épocas. Por eso quizá sean las y los jóvenes quienes están más dispuestos a incorporar las buenas nuevas. Pero de ningún modo esto quiere decir que los adultos podamos quedarnos afuera: por el contrario, debemos abrazar esta nueva mirada y acompañarla a entrar por la puerta de la escuela y del aula.

Pero ¿cómo se hace? ¿Cómo trabajar con las chicas y los chicos de distintas edades temas fundamentales como el respeto por la diversidad, los sentimientos y la afectividad, la identidad, las formas de relacionarnos con otras personas, de experimentar el placer, el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, y el reconocimiento y cuidado del propio cuerpo y el de los demás? El rol de los docentes es fundamental e indelegable en este viaje. Si bien es cierto que la Ley de ESI nos ofrece un marco para empezar a trabajar, para hacernos cargo del desafío que implica ponerla en práctica, necesitamos tener conceptos claros y herramientas sólidas.

Este libro es una guía para emprender el camino en buena compañía: nos cuenta qué es la educación sexual integral, cómo entra en la escuela y, sobre todo, qué rol tiene cada uno de nosotras y nosotros en esta tarea. Porque seamos directivos, docentes, auxiliares, familias o estudiantes todos tenemos un papel en esta historia y, de hecho, uno que puede ser muy importante, si estamos atentos. Y para que sepamos aprovechar nuestro lugar y reconocer las herramientas de que disponemos, los autores nos proponen situaciones que pueden suceder en la escuela y nos sugieren posibles formas de abordarlas. Aprovechando su vasta experiencia, nos presentan casos inspiradores de escuelas reales que vienen trabajando con la ESI en distintas etapas de la escolaridad y nos dan ejemplos de recursos interesantes para el aula. Y para que sepamos cómo enfrentarlos, repasan todos los mitos que se han levantado a su paso, ayudándonos a entender mejor de qué se trata, a sacarnos el miedo, a hablar fuerte y claro, a sacudirnos los prejuicios.

Para lograrlo se necesitaban expertos, y aquí los tenemos: desde su enorme trayectoria en Fundación Huésped –otro pilar en eso de derribar mitos y combatir discriminaciones–, Leandro, Mar, Flor y Cecilia son verdaderos protagonistas de esta ley, de su promoción e implementación. No podríamos estar en mejores manos.

“Educación que aprende” y “Ciencia que ladra” son dos colecciones que buscan saber de qué se trata el mundo de la ciencia y de la educación, que prometen preguntas antes que respuestas, curiosos antes que sabelotodos, mundos que se abren y no puertas cerradas. Este es su primer hijo conjunto (¿hija? ¿hije?): un universo en el que la ciencia, la cultura y la educación se unen para que todos vivamos mejor.

Melina Furman

Diego Golombek

A Sol, mi amor, por compartir juntos el desafío de la crianza. A Simón y Emma, mis amores, por desafiarnos cada día.

Leandro Cahn

Para Aitana, con inmenso amor y agradecimiento por su crianza siempre desafiante.

Mar Lucas

A quienes fueron mis alumnos y también mis maestros y, especialmente, a mis sobrinos. A todos ellos, para que tengan infancias más libres y justas.

Florencia Cortelletti

A les niñes y adolescentes que me enseñaron/enseñan a educar en sexualidad y a desarmar mis propios prejuicios, especialmente a mis hijes Eva y Julián.

Cecilia Valeriano

Introducción

De qué hablamos cuando hablamos de educación sexual integral

Cuando vamos a un restaurante de pastas es raro que pidamos un bife de chorizo. Quizás no hay. Quizás hay, pero no es muy bueno. Durante muchos años se creyó, o nos quisieron hacer creer, que la escuela y la sexualidad eran como el bife de chorizo en un restaurante de pastas: o no había o era mejor que no hubiera, porque igual no iba a ser muy buena. Y cuando por fin parece que nos pusimos de acuerdo en que las escuelas son el mejor lugar para abordar la educación sexual integral, se escuchan voces que pretenden reducirla a una lámina explicativa con un pene, una vagina y una X roja en el medio para que nunca se encuentren.

Por el contrario, la educación sexual integral (ESI) es mucho más que la consabida clase de Biología para impedir embarazos no planificados. Prevenir abusos, cuidar el propio cuerpo, respetar la diversidad, valorar la afectividad, garantizar la equidad de género y ejercer los derechos sexuales y reproductivos son todos ejes de la ESI. Esto inquieta a muchas personas, que suelen acusarnos de las peores cosas a quienes la defendemos. Como si, en un gesto de arrojo, quisiéramos invadir el restaurante de pastas con bifes de chorizo.

Es verdad que tenemos una muy buena Ley de ESI desde 2006 (cuyo texto completo pueden encontrar en el anexo “¿Qué leyes respaldan el trabajo integral en educación sexual?”), y también es verdad que, a la luz de su implementación en estos últimos años, esa ley se podría mejorar. Pero imaginemos por un momento que no existiera. O que este libro llegara a manos de alguna persona de un país que no tuviera ley de ESI. La diversidad existe en la sociedad humana desde siempre y en múltiples aspectos, y también, claro, en cuanto a la orientación sexual y la identidad de género. Los abusos perpetrados sobre niñas y niños, también. Al igual que las infecciones de transmisión sexual y los embarazos no planificados en la adolescencia. Por no mencionar los roles de género. Y entonces, ¿qué otra institución, si no la escuela, podría ser el lugar ideal para abordar estos temas? ¿Acaso uno de los principales objetivos de la escuela no es aportar a la formación ciudadana? Trabajar la educación sexual desde el respeto, el cuidado y la valoración de la diversidad puede brindar a niñas, niños, adolescentes y adultos conocimientos y herramientas fundamentales para enfrentar estas realidades.

Las niñas, niños y adolescentes no necesitan la ESI para sentirse atraídos por personas de su mismo género, o para percibir que no se identifican con el sexo que les fue asignado al nacer. Tampoco es necesaria para mantener relaciones sexuales, ni para que las adolescentes queden embarazadas, situación que muchas veces trunca su carrera escolar. Todo esto ocurría antes de la existencia legal de la ESI, y no se modificará mientras se siga discutiendo y demorando su implementación real en todas las escuelas del país, públicas y privadas, laicas y confesionales. Mientras no logremos que las creencias personales queden limitadas al ámbito privado, y el respeto, el cuidado y la valoración de la diversidad guíen nuestra relación con los otros, seguiremos viendo casos de bullying homofóbico, agresiones y hasta crímenes de odio. No existe la posibilidad de no educar sexualmente: educamos con lo que hacemos, con lo que decimos y también con lo que callamos.

Y si de callar hablamos, qué mejor que la ESI para que los chicos dejen de callar aquello que los angustia, que los lastima, que los ultraja. La ESI comienza en el nivel inicial justamente para que las niñas y los niños aprendan a conocer y cuidar su propio cuerpo, a respetar el cuerpo y el deseo de otros, para que se sientan habilitados/autorizados a poder contarlo cuando viven situaciones inadecuadas con otras personas. El 70% de los abusos en la infancia sucede en el ámbito intrafamiliar. ¡Qué bueno que la escuela pueda darles herramientas a los más chiquitos para que puedan identificar y hablar sin miedo cuando ocurre algo que no está bien!

La diversidad en las familias existe, con o sin ESI. Como adultos, seguramente recordamos haber conocido en nuestras infancias a niños que eran criados por familias diversas de abuelos y abuelas, madres y tías, madres y padres separados, padres y sus parejas. O quizás esa diversidad se dio en nuestra propia familia de origen. Trabajar en la escuela la valoración de la diversidad, hablar de “familias” y no de “mamás” y “papás” prepara a toda la comunidad educativa, los chicos incluidos, para la posibilidad de que se incorpore al aula una compañera o un compañero hija o hijo de una pareja homoparental.

Las personas trans existen desde tiempos inmemoriales. Hay mucha bibliografía escrita al respecto. Lo que fue cambiando a lo largo de la historia es el modo en que nos relacionamos como sociedad con quienes se autoperciben con un género diferente al que les fue asignado al nacer. Los que se oponen a que cada uno pueda vivir con su género autopercibido suelen menoscabar a las personas trans con burlas acerca de lo “fácil” que es sentirse mujer habiendo nacido varón y argumentan, en tono de mofa, que si alguien se autopercibe perro habría que empezar a llamarlo Doggy y alimentarlo con comida para cachorros. Lamentablemente, la vida real de las personas trans no tiene nada de divertida. Su expectativa de vida en la Argentina es de 45 años, mientras supera los 76 años para la población general. En un estudio en población trans realizado desde Fundación Huésped en 2014, encontramos varios relatos de situaciones de discriminación en el ámbito familiar que provocaron la expulsión del hogar o la migración a otras ciudades a muy temprana edad. Las dificultades con la familia casi siempre comienzan en el momento en que las personas trans deciden vivir conforme a su identidad de género. “La mayoría de nosotras fuimos expulsadas de nuestros hogares y las que no, nos fuimos a la edad de 11 o 12 años porque no aceptaban que nos vistiéramos de mujer”, dice uno de los testimonios. Principalmente entre las mujeres trans, se mencionan situaciones de estigmatización y discriminación en el ámbito educativo. Las burlas, el maltrato, el desaliento y las trabas administrativas provenían, en sus relatos, tanto de los compañeros como del personal docente y directivo. “Una maestra me pegó un sopapo porque quería que yo fuera a jugar a la pelota”, menciona otra de las chicas entrevistadas. Asimismo, son varios los testimonios que relatan situaciones de abuso sexual y agresión física en los baños y la inacción flagrante del personal docente para frenar esa situación. Estas experiencias tienen como consecuencia la deserción del sistema escolar, mayormente cuando las personas trans comienzan su proceso de construcción de identidad: “No terminé la primaria porque se me notaba demasiado”. “Si eras mariquita [los compañeros] te robaban los útiles, te rompían el guardapolvo, te pegaban en el recreo… Te hacían pis encima… Y en los baños… los compañeros te obligaban a tener relaciones con ellos y una lo hacía por miedo”. Los testimonios se repiten casi sin variaciones. Y debido a esa temprana exclusión del hogar familiar y de la escuela, muchas personas quedan en situación de calle, sin formación ni contención. En el estudio también comprobamos que el 89% de las personas trans entrevistadas no contaba con cobertura de salud y el 55% no tenía empleo formal. Al abandono del hogar y el lugar de residencia a causa de la discriminación familiar y social le sigue, en la mayoría de los casos, la necesidad de hacer del trabajo sexual en condiciones de extrema fragilidad la única fuente de supervivencia en el nuevo lugar de destino, lo que suele traer aparejada la violencia transfóbica. Todo esto genera, además, que la población trans sea la más vulnerable al VIH. En la Argentina, 34 de cada 100 mujeres trans viven con VIH. De nuevo, si no es la escuela el lugar donde aprender a valorar esta diversidad, ¿cómo podremos hacer realidad la plena inclusión de las personas trans en la sociedad?

Las y los adolescentes mantienen relaciones sexuales desde… siempre. O desde hace mucho tiempo, al menos. Quienes se oponen a la ESI plantean que la ley fomenta el inicio temprano de las relaciones sexuales. Pero, como dijimos, las y los adolescentes no necesitan la ESI para satisfacer su curiosidad ni tener sus primeras incursiones en el campo sexual. En cambio, necesitan la ESI para que las relaciones sexuales que mantienen sean consentidas, cuidadas, seguras. Para poder decir que no es no. Para saber que el momento de iniciar sus relaciones sexuales es cuando se sienten listas o listos para hacerlo, más allá de lo que hagan o dejen de hacer sus amigas y amigos. Para conocer su derecho a acceder a métodos anticonceptivos gratuitos, aun sin la autorización de sus padres o tutores. Quienes se oponen a la ESI por sus creencias religiosas suelen criticar la efectividad de los métodos anticonceptivos bajo un supuesto respaldo científico. Así, los preservativos no sirven porque son de porcelana, las pastillas anticonceptivas son cancerígenas y el DIU es abortivo. Una vez más, si no es la escuela el lugar adecuado donde trabajar estos temas con base en la evidencia científica, ¿cómo podremos disminuir la cantidad de embarazos no intencionales en la adolescencia?

Para confrontar la ESI, se acusa a esta ley y a quienes promovemos su implementación de pervertir a las niñas y los niños; de fomentar la masturbación, la homosexualidad y el travestismo; y de habilitar la pedofilia. La ESI solo promueve el respeto por el propio cuerpo y el cuerpo del otro, la valoración de la diversidad y la garantía de la equidad de género. En la era de las fake news, somos bombardeados con supuestos materiales de la ESI que irían más allá de lo previsto en los lineamientos curriculares y que nada tienen que ver con el espíritu de la ley. No, no se hace pasar al frente a chicos de jardín de infantes para que, tocándose, aprendan a conocer el cuerpo del otro. Pero sí se les enseña que todos tenemos cuerpos diferentes que deben ser valorados y respetados, que nuestro cuerpo nos pertenece y no puede ser forzado para dar placer a otros. La ESI promueve, como ya hemos dicho, el cuidado del propio cuerpo y el poder alertar ante abusos.

“No te metas con mis hijos”, reclaman con gesto airado los opositores a la ESI, como si la escuela no estuviera justamente para eso, para meterse con los hijos, para acompañarlos en la educación, para contribuir a su formación como personas que viven en sociedad. A lo largo de este libro indagaremos cómo la escuela –entendida como un actor que viene a sumar a la información que se transmite en los hogares– puede aportar su conocimiento y experticia para enriquecer la pluralidad y diversidad que nos atraviesan, siempre desde una base científica. Si existen desacuerdos entre las creencias personales y los contenidos de la ESI, ¿qué mejor que la escuela para propiciar el debate? Si hay desinformación intencionada, la escuela es el ámbito ideal para contener y acompañar. Si imperan las dudas y la confusión, la escuela es con seguridad el espacio más adecuado para construir el saber entre todos.

Estamos viviendo un proceso. Por primera vez, la sociedad argentina se organiza para hacer un abordaje educativo planificable de la sexualidad, y ese tránsito implica aprender y construir en conjunto. Hacerlo nos transformará en personas más comprensivas, respetuosas y participativas; no solo nos permitirá hablar mejor y más claro sobre la sexualidad, sino que aportará beneficios a nuestra experiencia como ciudadanos. Y este es uno de los principales objetivos de este libro.

Muchas veces se confunde el rol que las y los estudiantes desempeñan en la implementación de la ESI con los límites necesarios para los chicos y el rol de los adultos (en las familias y en las escuelas). Aquí queremos ser muy claros: los límites son indispensables para el crecimiento y son una responsabilidad que tenemos los adultos para preservar el bienestar de nuestros hijos y alumnos. Pero reprimir o condicionar el acceso de niños y adolescentes a información basada en la evidencia o aprendizajes que contribuyen a vivir mejor con otros solo para que los adultos estemos cómodos no es poner un límite. Es vulnerar los derechos de quienes decimos querer proteger.

Otro de los conceptos fundamentales de este libro, que nos guio durante su escritura, es que un abordaje integral de la ESI en la escuela exige el trabajo en equipo de toda la comunidad educativa. La conversación, el poder hacerse preguntas para responderlas en conjunto, la búsqueda de las mejores herramientas, el diálogo con los equipos no docentes (porteros, preceptores, personal de limpieza, encargados de cocina, etc.), las familias y –por supuesto– los estudiantes son imprescindibles para avanzar en la implementación de la ESI en las escuelas. La educación sexual no es una temática que pueda abordarse en una única asignatura, porque de poco servirá el aprendizaje de los alumnos si cuando salen de esa clase el contexto escolar no incorpora las prácticas allí trabajadas. Así escribimos este libro, a ocho manos. Cada uno de los coautores aportó su conocimiento y experiencia y entre todos discutimos la manera más apta de abordarlo y encontrar los mejores recursos para cumplir el objetivo propuesto.

A lo largo del libro profundizamos en distintos aspectos vinculados a la ESI que nos parecen importantes para entenderla, para contextualizarla, para comprender de dónde vienen los ataques cuando se la rechaza. Sabemos que no es un recorrido exhaustivo, que hay temáticas vinculadas a esta construcción de ciudadanía que no contemplamos en este libro introductorio a la Ley de ESI y su implementación. Hablamos a partir de nuestra experiencia de trabajo en Fundación Huésped, que desde 1989 busca construir una sociedad que no discrimine al otro por cuestiones relacionadas con su sexualidad. En un principio se ocupaba de quienes vivían con VIH; poco después incorporó a quienes se “sospechaba” vivían con VIH por su orientación sexual, su identidad de género o su trabajo. Finalmente, entendimos que necesitamos una sociedad que no discrimine a nadie por cómo elige vivir su sexualidad. Bueno, que no discrimine a nadie. Y punto.

Nuestro recorrido teórico es diverso en cuanto a disciplinas y referencias. No hemos incluido bibliografía ni citas a pie de página para facilitar la lectura, pero queremos señalar que sin esos aportes nos hubiera resultado imposible escribir este libro y ser quienes somos. Nuestro recorrido práctico se sostiene en el inmenso trabajo pedagógico de innumerables expertos que han explorado la ESI desde la teoría y la práctica, y esto incluye a las niñas, niños y adolescentes que compartieron con nosotros sus ideas, sus opiniones y sus experiencias en talleres, consejerías y encuentros. A ellas y ellos, vaya nuestro agradecimiento.

En cuanto al lenguaje inclusivo, creemos que la forma en que nombramos el mundo construye realidades y por eso celebramos que se visibilicen las limitaciones de la lengua española en el uso del genérico masculino para nombrar a todas las personas de todos los géneros, lo que efectivamente representa una realidad de injusticia y desigualdad. Entendemos que estamos en un momento de transición en el que aún no se ha institucionalizado un modo que termine de resolver esta cuestión. Nos interesa dar cuenta de las particularidades de este proceso y por ese motivo a lo largo del libro usamos el lenguaje de formas diversas. Entonces, van a encontrar que por momentos utilizamos la “e”, en otros distinguimos por géneros y también usamos el genérico masculino, de acuerdo con lo que nos resultó más clarificador y lo que pudimos lograr hasta este momento de reflexión y deconstrucción de nosotros, les autores.

Esperamos que este texto, construido a partir de la experiencia de muchos años de trabajo con la comunidad educativa, ayude a entender mejor de qué hablamos cuando hablamos de ESI. Que brinde herramientas para trabajar en las escuelas pero, fundamentalmente, que provea argumentos para defender la ESI en cualquier ámbito. De esta manera, podremos contribuir a que nuestros niños, niñas y adolescentes se eduquen en un ambiente amigable y diverso, en un ámbito que valore esa diversidad. Esta es nuestra esperanzada colaboración para alcanzar una sociedad donde ponerse en el lugar del otro sea un ejercicio cotidiano, con o sin leyes que lo regulen.

1. ¿Por qué es importante la educación sexual integral en las escuelas?

La “seño”, en un grado solo de nenas, explica qué es la menstruación. Las chicas prestan atención, preguntan, se interesan. Estamos en 1984 y en muchas escuelas primarias se exhibe, en los últimos grados, la “película educativa sobre la menstruación”.[1] Unos años después, una empresa de toallitas femeninas recorre algunas escuelas para explicar a las nenas cómo y cuándo se usan sus productos. Los varones, mientras tanto, se van a jugar al fútbol. No tienen por qué quedarse a entender algo que solo les pasa a ellas.