Educar en la tolerancia - Coni La Grotteria - E-Book

Educar en la tolerancia E-Book

Coni La Grotteria

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  • Herausgeber: Plataforma
  • Kategorie: Bildung
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2023
Beschreibung

¿Cuántas veces hemos escuchado un comentario racista en nuestro entorno? ¿Cuántas veces hemos repetido una frase hecha llena de prejuicios? ¿Cuántos casos de acoso, burlas y desigualdad conocemos en la escuela? Son situaciones que nos parecen lejanas e inofensivas pero que sin embargo dejan una huella significativa en la sociedad y forman parte de nuestro día a día. Como familias, como educadores y como personas que habitamos este mundo, nos preocupamos por la infancia. Sin embargo, no basta. Como adultos responsables, urge construir y poder ofrecer a nuestros niños y niñas un mundo más justo, donde el respeto mutuo sea el principio de todo. Este libro es una guía para entender la importancia de que la educación en valores es una prioridad, que la verdadera innovación educativa y el éxito personal empieza revisando actitudes y comportamientos, donde se reconozca al otro de igual a igual. Igual en trato, en dignidad y en respeto. Se trata de cambiar la mirada, de reconocer al otro sabiendo que las diferencias coexisten y se respetan. Educar para la paz defiende la existencia de una humanidad mejor, rompiendo los muros que perpetuamos y que nos separan, para construir puentes en los que la diversidad sea una oportunidad de crecer como personas.

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Educar en la tolerancia

Cómo vivir comprometidos con la igualdad y la diversidad

Coni La Grotteria

Primera edición en esta colección: enero de 2023

© Coni La Grotteria, 2023

© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2023

Plataforma Editorial

c/ Muntaner, 269, entlo. 1ª – 08021 Barcelona

Tel.: (+34) 93 494 79 99

www.plataformaeditorial.com

[email protected]

ISBN: 978-84-19271-82-2

Diseño de cubierta y fotocomposición: Grafime Digital S. L.

Reservados todos los derechos. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. Si necesita fotocopiar o reproducir algún fragmento de esta obra, diríjase al editor o a CEDRO (www.cedro.org).

Índice

Nota de la autoraLos niños aprenden lo que viven1. Introducción del tema2. Ser un modelo positivo. ¿Eres capaz de conectar?De qué hablamos cuando hablamos de respeto mutuoLa escucha. ¿Por qué no nos enseñan a escuchar?La importancia de dar gracias3. Valores y normas básicas para convivirResiliencia: ¿en las adversidades podemos salir fortalecidos?4. Validar emocionesUna escala de valores5. Un lenguaje apropiadoModelos lingüísticos respetuosos6. Yo no soy racista, pero…Desterrando prejuicios culturales7. Contra el acoso escolar¿Cómo podemos combatir el acoso escolar?8. Educación inclusiva para todos los niños y niñas que quieran pertenecer a la escuelaAtención a la diversidad9. Coeducar, una labor compleja pero posibleMachismo y sexismo, seguro que te suena…Eliminar el sexismo10. El juego, los juguetes y el material literario igualitarioJuguetes inclusivos y educativos¿Cómo elegir cuentos que educan en la igualdad?Somos una cultura, no un disfraz11. Escuelas de paz¿Cómo construir proyectos en tu comunidad?12. Alza la voz. Derechos de la infancia13. Decálogo para educar por y para la paz14. Educar para la paz en la adolescencia, por Mercedes Ríos RequeniPautas para promover la paz en la familia con adolescentesPautas para promover la paz en el colegio con adolescentes15. Educar para la paz en familia, por Ana Lorenzo AlanzabesEmpecemos por el principio…Educación y paz desde el punto de vista de María MontessoriLa familia, mi modelo a imitar16. Educar para la paz desde la diversidad, por Susana de la Poza17. Educar para la paz también es un aprendizaje fundamental para la vida, por Lourdes Jiménez García18. Glosario: algunos conceptos más…AgradecimientosBibliografía

Nota de la autora

«Si me caí es porque estaba caminando. Y caminar vale la pena, aunque te caigas».

EDUARDO GALEANO

Este libro nace de la necesidad de compilar todas aquellas enseñanzas y aprendizajes que me ha dado la vida hasta el día de hoy junto a la llama ferviente por mi vocación de servicio.

Es, tal vez, una guía con pautas sencillas, al mismo tiempo que una invitación a reflexionar a través de la mirada de una mujer migrante y maestra.

Quizá este libro no se hubiera escrito si mi familia no hubiera tenido que dejar nuestro hogar, en aquel barrio a las afueras de Buenos Aires que tanto nos costó construir. Ya por los años noventa mi padre viajaba a Europa durante meses para trabajar y así hacer frente a los gastos de nuestra educación, salud y comida, pero también persiguiendo el sueño de cimentar aquella humilde casa… Algo que nunca se concluyó.

Entonces nos tropieza el año 2002, en plena crisis económica en mi país natal. Recuerdo cómo un cúmulo de situaciones lo cambiarían todo. Yo estudiaba Filosofía en la Universidad de Buenos Aires, apasionada como siempre, buscaba respuestas en los libros.

Ante el estallido social con masivas protestas, en muchos casos violentas, nos encontramos sumergidos frente a un corralito bancario. Aquella situación de inseguridad y violencia generó que se aceleraran los planes de mi familia y, después de más de un año sin ver a mi padre, con una maleta cada una y cinco kilos de fotografías –nuestros más preciados recuerdos– mi madre, mi hermana y yo viajamos a Italia. Sin saber el idioma y con la incertidumbre de nuevos retos que estaban llenos miedo y algo de esperanza.

Quizá haga falta otro libro para contar el proceso de cómo uno a trompicones elige qué llevarse para empezar una nueva vida en otro país, explicar qué es el desarraigo y cómo te impacta y marca para siempre. Aun así, a pesar de las adversidades, a pesar del desapego, a pesar del racismo institucional y social, a pesar de la pobreza, y a pesar de verte en una habitación que compartimos los cuatro, encuentras fuerzas y empiezas de nuevo. Cada día.

Lo decisivo fue estar juntos. Qué importante es tener una red, como lo es la familia, pero también contar con la gran suerte de encontrar personas que te quieren ayudar. Siempre hay alguien que te echará una mano.

Mi historia es una más y está llena de privilegios, de los cuales estoy agradecida. No es una historia trágica, aunque tiene momentos tristes, pero otros inmensamente felices. Como la vida misma.

Hoy tengo la suerte de que me han brindado un espacio para escribir, y lo hago de la mejor manera posible, con las herramientas que dispongo para mantener el compromiso de educar para la paz. Ojalá que este libro, Educar en la tolerancia, motive eso: el planteamiento de disponibilidad y trato de igual a igual con las personas.

Escribo este libro porque la llama de mi vocación al servicio de los demás, de la responsabilidad que tengo como adulta y madre, es una prioridad en mi vida.

Quizá no escribiría este texto sin todo el camino que han hecho otros movimientos educativos, en mí, como los maestros y maestras de mi formación académica y los referentes de Scout de Argentina, donde la premisa de dejar un mundo mejor del que encontramos se me grabó a fuego. Es parte de ese aprendizaje y servicio que debemos inculcar a todas aquellas personas que nos rodean con un ejemplo de respeto sobre todas las cosas.

Este libro es una oportunidad en la que plasmar los aprendizajes adquiridos en cada trabajo, escuela, aventura y emprendimiento, sobre todo cuando en el camino no fueron todo facilidades. Estudiar, volver a migrar como adulta a España, trabajar a jornada completa, desde camarera a directora de escuela, y criar una hija lejos de tu familia no ha sido justamente un tránsito agradable. No obstante, en este libro reconozco la oportunidad y el privilegio de elegir, de viajar, de amar y apostar por una vida mejor; considero que es una suerte que no debemos desperdiciar.

Es un libro que no solo habla de educación, sino que habla de inmigración, de perseverancia, de fortalezas y la aceptación de debilidades. Una invitación a revisarse y crear lazos con otras personas para llevar adelante un proyecto de vida digno dejando una huella de valor en los demás.

Gracias por leerme,

CONI LA GROTTERIA

Los niños aprenden lo que viven

Si los niños viven con reproches, aprenden a criticar.

Si los niños viven con hostilidad, aprenden a ser agresivos.

Si los niños viven con miedo, aprenden a ser aprensivos.

Si los niños viven con lástima, aprenden a autocompadecerse.

Si los niños viven con ridículo, aprenden a ser tímidos.

Si los niños viven con celos, aprenden a sentir envidia.

Si los niños viven con vergüenza, aprenden a sentirse culpables.

Si los niños viven con ánimo, aprenden a confiar en sí mismos.

Si los niños viven con tolerancia, aprenden a ser pacientes.

Si los niños viven con elogios, aprenden a apreciar a los demás.

Si los niños viven con aceptación, aprenden a amar.

Si los niños viven con aprobación, aprenden a valorarse.

Si los niños viven con reconocimiento, aprenden que es bueno tener una meta.

Si los niños viven con solidaridad, aprenden a ser generosos.

Si los niños viven con honestidad, aprenden qué es la sinceridad.

Si los niños viven con ecuanimidad, aprenden qué es la justicia.

Si los niños viven con ecuanimidad, aprenden qué es la justicia.

Si los niños viven con amabilidad y consideración, aprenden a respetar a los demás.

Si los niños viven con amabilidad y consideración, aprenden a respetar a los demás.

Si los niños viven con seguridad, aprenden a tener fe en sí mismos y en los demás.

Si los niños viven con afecto, aprenden que el mundo es un lugar maravilloso donde vivir.

DOROTHY LAW NOLTE

Poema, 1954

1.Introducción del tema

En un mundo en el que las guerras y las desigualdades se incrementan a diario, es importante que la sociedad se disponga a comprometerse por una educación en valores. Los niños y niñas aprenden de lo que viven y experimentan; esta es una premisa que requiere consideración y respeto. Desde edades tempranas observan todo lo que sucede a su alrededor y forman nuevas conductas imitando gestos y acciones de los adultos, por ello la familia es fundamental en ese marco de referencia, es el sostén y refugio para la infancia.

Para un niño o una niña, es más sencillo integrar un comportamiento que puedan calcar que asimilar un mensaje lleno de palabras contradictorias. Por ejemplo, podemos enumerar los beneficios de la lectura, incluso comprar cuentos maravillosos, pero les será más sencillo aficionarse a ella si nos ven leer de manera espontánea o los acompañamos en el proceso, si nos sentamos y gozamos de la lectura en compañía.

Como sociedad, debemos asumir el compromiso y la responsabilidad educadora que promueva una cultura de paz. Cuando pensamos en la infancia, es necesario plantearse el desarrollo de valores democráticos para afianzar la existencia de una cultura basada en tres de los pilares de cualquier sociedad civil: la integración, la igualdad y la justicia social.

Educar para la paz es hacer un pacto de confianza y respeto mutuo con la sociedad, una meta compartida que nos lleva a reflexionar sobre los procesos de enseñanza y su impacto en nuestra vida. Es el trabajo de las familias, así como el de las escuelas, replantearse modelos más equitativos, sólidos y amables, y derribar muros y prejuicios arcaicos para que desde edades tempranas puedan acceder al mundo con libertad y valentía.

Como explica María Montessori en su libro La mente absorbente, la etapa más importante de la vida de un individuo no es la que corresponde a los estudios universitarios, sino al primer periodo que se extiende desde el nacimiento hasta los seis años. Es durante este periodo de desarrollo tan sensible cuando se asientan las bases de la persona, se forma su inteligencia y el conjunto de facultades psíquicas. Es decir, todos los aprendizajes sociales, la construcción moral y los sentimientos que conforman la personalidad se cimentan durante la infancia.

Una oportunidad única para revisar los cuidados recibidos de nuestros progenitores, y plantearnos nuevas maneras de educar. Educar la mirada de respeto hacia la infancia cambiará el mundo.

Educar para la paz es enriquecer nuestro entorno inmediato y lejano a través de la educación en valores, para construir sociedades basadas en la democracia y la justicia.

Somos los adultos los grandes transmisores de valores, el faro que necesita la infancia para desenvolverse en un mundo lleno de retos y desafíos. Todas las familias buscamos que nuestros hijos e hijas sean felices. No obstante, además del bienestar y la seguridad que intentamos brindarles, nuestra gran tarea es educarlos en el respeto, la equidad, la libertad y la justicia, valores que queremos que se impregnen en sus comportamientos y pensamientos. Por ellos, debemos educar para la paz y hacerlo de manera continua y persistente.

2.Ser un modelo positivo. ¿Eres capaz de conectar?

«Si uno desea ver en serio a los demás, no le queda más remedio que observarse en profundidad, de frente, a sí mismo».

HARUKI MURAKAMI

Ser un modelo respetuoso debería ser uno de los objetivos vitales de todas las personas, sobre todo, para aquellas que tienen el privilegio de acompañar la infancia.

«Acompañar» es un verbo que me emociona y que debería estar ligado a la educación desde el nacimiento. La educación necesita romper esa verticalidad, esa mirada superior que construye muros a través de una actitud magistral que no conecta ni vincula con su entorno más inmediato.

Los niños y niñas necesitan modelos durante su desarrollo, dado que aprenden y absorben maneras de hacer y relacionarse de aquellas personas significativas que conforman su entorno más próximo. Son esponjas dispuestas a interiorizar formas de actuar, de pensar y de comunicar, serán el reflejo y resultado de cómo interactúan con su entorno. Como máxima responsabilidad, es el adulto quien debe empezar por revisarse, por deconstruirse.

Una persona acompañada desde el respeto llega a ser un ciudadano íntegro y feliz.

Debemos dar valor y ser conscientes de lo que transmitimos en lo demás. Prestar atención en situaciones en las que somos modelo de imitación, en aquellas conexiones cerebrales donde se activan las conocidas neuronas espejo, que ayudan a comprender las emociones propias y de los demás y a desarrollar la empatía.

Queda claro que la impronta que dejamos es determinante.

Tan básico como el respeto y el trato en nuestra casa, o cómo hablamos de las personas en su ausencia si se tiende a la crítica y al cotilleo, si vamos por la calle y tiramos los desechos en cualquier sitio o en las papeleras, o cómo le hablamos al camarero o a las personas que están al servicio público; si somos amables en general, si damos el asiento en un servicio público, o qué opinión y qué trato damos a los docentes de nuestros hijos e hijas. Actitudes que son el reflejo de nuestros valores.

En el campo del aprendizaje social, el psicólogo Albert Bandura define como clave el hecho de que las personas aprendemos imitando conductas de nuestro entorno y de aquellos modelos sociales que nos rodean cuando crecemos, un concepto que acuñó como «modelado». Esta imitación forma parte de la necesidad de pertenencia que tenemos como seres humanos, de sentirnos integrados y aceptados por un grupo social.

Sentirnos protegidos, arropados y acogidos en un grupo nos brinda una seguridad que ayuda en la construcción de nuestro carácter. El primer grupo de pertenencia suele ser nuestra familia, pues son nuestras raíces; recibimos apoyo, cuidado, compresión y cariño, así como todos los valores y normas de convivencia que conforman nuestra identidad.

Desde la primera infancia necesitan saber que pertenecen, que son tenidos en cuenta; esa interacción con otras personas es significativa para su autoestima, para la confianza en sí mismo y cómo se cimientan los lazos afectivos.

Es natural ver a los niños y niñas de un año y medio copiar a sus hermanos mayores cuando estos comienzan a saltar, chillar o llorar, ya que es más fácil imitar a alguien con quien tenemos vínculo, cercanía y cariño.

Es debido a esto que se recalca la responsabilidad de ejercer una crianza consciente desde el primer año de vida, ya que será fundamental para el sistema nervioso del niño o niña, su bienestar y calidad de vida y su manera de relacionarse en consecuencia con el mundo. La construcción de relaciones de calidad genera seguridad y conexión. La infancia nos está observando siempre. Por ello hay que considerar y trabajar la empatía, de esta manera conectamos con el otro de manera significativa y establecemos vínculos.

Como explicábamos, es una característica que nos hace seres sociales por naturaleza y revela la necesidad de pertenencia a un grupo.

En un estudio realizado en once centros educativos de Valencia, sobre unos ochocientos estudiantes de ocho a quince años, los autores Gutiérrez, Escartí y Pascual (2011) resaltaban la importancia de fomentar en los niños, niñas y adolescentes comportamientos de empatía, de colaboración y ayuda a los demás, así como fomentar en los estudiantes la capacidad para identificar los sentimientos y emociones de las personas que los rodean. En su modelo destacan cómo un itinerario de vida psicológicamente saludable, junto a condiciones que brinden apoyo, cuidado y seguridad, son fundamentales para el desarrollo psicológico y emocional positivo del individuo. Una prueba más de la responsabilidad adulta de ser ese modelo a seguir, ese faro que guía la infancia y la acompaña desde el respeto y la revisión de sus propias actitudes.

La capacidad de comprender emociones en el otro permite una interacción sana, sobre todo cuando proyectamos esos sentimientos en diferentes ámbitos. Acaso, ¿no suele apetecer más estar con una persona que irradia alegría, buen rollo o entusiasmo que con una que ennegrece el ambiente? ¿O recibir a nuestra familia con un abrazo, con júbilo, con frases como «Te estaba esperando. Eres importante para mí»?

Todo lo contrario de aquellas situaciones que seguramente reconoces como «los ánimos están caldeados», llegar a menudo a casa quejándose de los conflictos del trabajo, de un compañero irresponsable, con malhumor porque aún queda mucho trabajo por hacer, irritable, y por cómo pesan las largas horas fuera del hogar y la carga mental, lo cual la convivencia. Esto no significa que no podamos compartir en casa un mal día, porque el hogar debe ser un espacio seguro de contención. Pero si la situación se repite casi a diario, es oportuno revisar nuestras actitudes para controlar aquellas emociones que escapan a nuestro control y generar un buen ambiente en casa. ¿No creéis que una buena actitud pueda mejorar o crear un ambiente más agradable?

Dentro de las escuelas es el docente el que marca el estado de ánimo de la clase, con la emoción que proyecta, y serán entonces las neuronas espejo las que definirán el ambiente de trabajo. No es lo mismo un docente que entre a clase riñendo y exigiendo silencio, que otro que se tome el tiempo de dar los buenos días y el espacio para la comunicación antes de empezar a trabajar.

La diversidad como un valor

El proceso de transformación comienza cuando decidimos reflexionar y respetar la diversidad que nos rodea. Una diversidad más amplia, más integradora que el mero hecho de relacionarla únicamente a lo cultural, u orientarla desde un punto de vista más social o antropológico. Todos somos únicos. Esto se debe concebir en cualquier temática y aplicarlo en diferentes ámbitos, teniendo en cuenta el factor diferenciador que dependerá de cómo se distingan los integrantes de un conjunto entre sí. Según Devalle y Vega (1999), «el término diversidad remite descriptivamente a la multiplicidad de la realidad o a la pluralidad de las realidades». Es decir, debemos reconocer la propia diversidad y despojarla de cualquier juicio de valor, pues la convivencia de múltiples diversidades es intrínseca a la persona. Por ello, debemos respetar el contexto familiar, educativo y social de cada uno, ya que influirá en el desarrollo de nuestra individualidad.

Con un sentido conceptual muy sencillo, intentaremos reflexionar sobre algunos factores que se asocian a afianzar desigualdades y representan el gran reto de una cultura de paz y una educación de calidad.

Según Guédez (2005), «la diversidad es la expresión plural de las diferencias; diferencias no traducidas en negación, discriminación o exclusión, sino en reconocimiento de una misma comunidad colectiva que incluye a otros distintos. Aceptar al otro, con un vínculo recíproco, de complementariedad, corresponsabilidad e integración».

Aceptar al otro como igual en respeto, trato y dignidad.

Las diversidades que podemos distinguir son:

Diversidad cultural

Referente a la relación entre diferentes culturas, tradiciones o religiones. Hemos de abogar por la tolerancia entre todas ellas sin que una prevalezca sobre la otra. Es una manera de fomentar el respeto y permite la interacción de conocimientos y valores. Asimismo, constituye un valor patrimonial para la sociedad.

Un claro ejemplo es la diversidad cultural a través de la música. En general, a cada país o región se le atribuye un género musical o ritmo particular que identifica a esa comunidad. En ocasiones en sus letras cuentan historias o tradiciones que representan o describen sus rasgos e identidad cultural.

Diversidad lingüística

Hace referencia a los diferentes idiomas o sistemas de comunicación del mundo. Se calcula que se hablan cerca de siete mil idiomas, a los que hemos de sumar tres mil lenguas de signos. Más allá de la importancia de la comunicación, el lenguaje es la expresión de historias y conocimientos que se transmiten de generación en generación, lo que consituye parte de la memoria viva e histórica de la misma humanidad. La diversidad lingüística ayuda a construir puentes entre las personas, facilitando un entendimiento y compresión mutua, una nueva oportunidad de comprender y respetar las diversas culturas. Asimismo, el conocimiento de otras lenguas puede ser una herramienta de integración, de empleo o de acceso a servicios y conocimiento de derechos, acceso que suele verse impedido cuando se desconoce el idioma del país de acogida.

Diversidad sexual

Referente a la orientación sexual de una persona y la diversidad de género. Es decir, que representa a las diferentes formas de asumir y vivir la afectividad, el deseo, la sexualidad y el género. Se destaca la necesidad de reconocer que todos los cuerpos tienen derecho a existir y a manifestarse. Todos somos diversos y eso nos hace únicos.

Más allá de nuestras capacidades y pensamientos, es necesario perder el miedo a lo diferente, a lo distinto, a lo que a primera vista no entendemos para dar paso a la conexión.

A veces, con las personas nos pasa lo mismo, prejuzgamos y criticamos aun teniendo toda la información, no conseguimos dar oportunidades a esos colectivos de personas más marginadas. Generalizamos y englobamos nuestros pensamientos arraigados, los cuales pasan a ser invisibles; pasamos por alto las batallas que luchan en silencio cada una de las personas.

Un claro ejemplo fue la movilización humanitaria de Europa por la guerra de Ucrania. Más allá de las medidas políticas, quiero detenerme en la conmoción e implicación social que nos invita a reflexionar si sucede lo mismo con las personas que arriesgan su vida, por ejemplo al intentar cruzar el mar Mediterráneo.

No se trata de asumir un único rol salvador, sino de revisar aquellas actitudes que nos separan de los demás, que nos hacen inmunes al dolor ajeno.

Se trata de amar lo que uno hace, de ponerle amor a lo cotidiano, porque el que ama va más allá. Viktor Frankl, en su libro El hombre en busca de sentido, nos recordaba que «el amor es el único camino para arribar a lo más profundo de la personalidad de un hombre. Nadie es conocedor de la esencia de otro hombre si no lo ama» (1979, p. 134).

Ser un modelo respetuoso es escapar de una posición neutral y poco activa, tener el coraje de analizar esa zona de confort donde destacan nuestros privilegios. Para poder acompañar de manera consciente debemos cambiar el foco de atención y comenzar por uno mismo. Tenemos la oportunidad de empezar a revisar actitudes cotidianas y modificar así nuestra vida.

Hay que ser valiente para decidir cambiar esas actitudes y maneras de hacer en las que uno se siente tan cómodo y aceptado por un solo grupo social. La vida necesita valientes, y no hablamos de grandes héroes o heroínas, sino de la necesidad de arriesgarse por mejorar nuestro alrededor y llevar el respeto por bandera, tratando a las personas con dignidad. La dignidad es respeto a uno mismo y a los demás, tanto en intimidad, opiniones, creencias, valía, pensamientos y sentimientos. Todos somos iguales.

Es decir, para ser un modelo positivo, debemos educar en la diversidad, ya que esta expresa la manera de educar desde una convivencia democrática en la que estén presentes la solidaridad, la tolerancia y la cooperación dentro y fuera del aula, donde los ciudadanos sean capaces de convivir y cooperar con el que es diferente (UNESCO, 2009).

De qué hablamos cuando hablamos de respeto mutuo

«El respeto mutuo implica la discreción y la reserva hasta en la ternura, y el cuidado de salvaguardar la mayor parte posible de libertad de aquellos con quienes se convive».

HENRY F. AMIEL

«Esto es así porque lo digo yo y punto». Esta frase no permite el diálogo y anula al receptor. Debemos romper con este tipo de actitud disciplinaria asociada a la obediencia a una autoridad.

Si bien el adulto es el guía y promotor de valores como el respeto, la honradez, el perdón, la solidaridad o la gratitud, entre otros, debemos encontrar un equilibrio, puesto que educar no es imponer. Educando en el respeto mutuo, somos capaces de de relacionarnos con los demás teniéndoles en consideración. Es decir, somos capaces de transmitir los criterios, pensamientos y opiniones que nos permitan hacer cosas de manera razonada y entender cuándo no es así.