Educar en tiempos sintéticos - Melina Masnatta - E-Book

Educar en tiempos sintéticos E-Book

Melina Masnatta

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¿Hay algo más humano que educar? ¿Educamos para trascender? ¿Trascendemos educando? Cada vez que hablamos de educación sentimos que nos hablan, que tenemos que poder decir algo, contar alguna anécdota, vaticinar algún pronóstico, atribuirle algún mal. Desde hace más de quince años, cuando la tecnología irrumpía de manera más masiva en las aulas y los espacios de formación laboral, comenzó a surgir una nueva Torre de Babel: quienes diseñan las tecnologías, quienes enseñan con ellas, quienes aprenden, quienes evalúan y quienes acompañan no tienen un lenguaje común.  Hoy la inteligencia artificial (IA) tensiona la capacidad de traducir y darles un norte a la enseñanza y el aprendizaje. De hecho, los gurúes en tecnología marcan el inicio de la era donde lo sintético excederá a sus creadores tanto que, a fines de esta década, la IA funcionará a nivel medio en la creatividad, la resolución de problemas, la generación de patrones novedosos, la percepción sensorial y el razonamiento emocional. Sin embargo, si algo no cambió con la tecnología es que los privilegios siguen estando a la orden del día: la falta de alfabetización y la desescolarización aumentan y más de la mitad de las niñeces de nuestra región no entiende lo que lee.   Melina Masnatta traza en este libro crucial un recorrido por la tríada que compone el sistema educativo para proponer, consultar a personas expertas e innovadoras e invitar a una transformación consciente. El resultado es un texto vivo, dinámico, actual, revelador y necesario que se pregunta: ¿quién despertará tu deseo de aprender o tu pasión por enseñar?

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Educar en tiempos sintéticos

Educar en tiempos sintéticosPasión por enseñar Deseo de aprender

Melina Masnatta

Índice de contenido
Portadilla
Legales
INTRODUCCIÓN
Parte I: EL SISTEMA ¿HAY EDUCACIÓN SIN SISTEMA EDUCATIVO?
A. ¿Quién da más? ¿Cuántas fallas tiene el sistema educativo?
¿Cuándo empieza a fallar el sistema?
¿Rompemos el contrato?
¿Qué es el éxito en educación? ¿Existe?
Y ahora, ¿quién podrá salvarnos?
¿Todos somos opinators?
B. ¿De qué hablamos cuando hablamos de sistema educativo?
¿Qué es el sistema educativo?
¿La cigüeña trajo al sistema o vino de París?
¿Sirve la estandarización?
¿Por qué es tan importante empezar por el principio?
¿Cuál es el propósito del sistema educativo?
¿Se reinicia el sistema?
¿Hay vida sin sistema?
C. ¿Tiene futuro el sistema?
¿Cerramos la puerta para que nadie se vaya?
¿“CORTAR Y PEGAR” PARA REDUCIR LAS DIFERENCIAS ENTRE SISTEMAS?
¿Cómo nos preparamos para “el mañana”?
¿A emprender y liderar también se enseña en el sistema educativo?
¿Responsabilidades compartidas en el aprendizaje?
Parte II: LOS PROTAGONISTAS ¿CUÁL ES LA SANTÍSIMA TRINIDAD DE LA EDUCACIÓN?
A. ¿Quién enseña?
¿La docencia es una profesión en vías de extinción?
¿De la erudición al “hagan lo que puedan”? ¿De ser la estrella a estrellarte?
¿Qué elige quien enseña?
¿Qué hacen los mejores educadores?
¿Pantallas y el deseo por innovar?
¿Diversidad en el plantel docente?
¿Enseñar es insalubre?
¿Cuánta autonomía tiene quien enseña?
¿Transgredir para innovar?
B. ¿Quién aprende?
¿Para qué tengo que aprender? ¿Me sirve para la vida? ¿Entra en el examen?
¿Quién no repitió como un loro? ¿Memorización y otras habilidades para desaprender?
¿Cómo es el universo del aprendizaje?
¿Qué nos hace mejores estudiantes?
¿Qué quiero ser cuando sea grande?
C. ¿Las familias, ONGs, empresas e IAs son protagonistas del sistema?
¿Las IA aprenden, enseñan y van a la escuela?
Parte III: EL DIÁLOGO ¿CÓMO ES EL ENTRECRUZAMIENTO SINTÉTICO ENTRE EL SISTEMA Y LOS PROTAGONISTAS?
“¿Es posible dominar algo que no se hizo nunca?”
¿Expectativa vs. realidad en la formación?
¿Qué se entiende hoy por saber?
¿Quién define los saberes? ¿El mercado? ¿Los gobiernos?
¿El saber en formato TikTok?
¿Más allá de las palabras con IA?
¿Conversamos en modo prompt?
¿El saber es humano? ¿Cuál va a ser el diferencial?
¿Hay trabajos seguros?
¿Será el engagement la nueva estrella?
¿Se aprende y enseña mejor con tecnología?
¿Necesitamos más tecnología o usar mejor la que tenemos?
¿Es más importante aprender rápido o bien?
¿La frustración se entrena?
¿Nuevas patologías, viejos desafíos?
¿Nace una nueva alianza docente y IA?
¿Transformar el sentido educativo con tecnología es nuevo?
¿Cambian las consignas educativas con tecnología?
¿La revancha de la imaginación?
¿La mediación será siempre necesaria?
¿La IA será tutora, mentora, familiar, compañera, colega, coach, simulador, estudiante, herramienta o docente?
¿Problemas o retos educativos con IA?
¿Gamificar la educación?
¿Qué hay de nuevo en traer tecnología al aula?
¿Se corre la frontera educativa?
¿Conclusiones?
Agradecimientos

Masnatta, Melina

Educar en tiempos sintéticos / Melina Masnatta. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Galerna, 2024.Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga ISBN 978-950-556-977-9

1. Educación. I. Título.

CDD 370.13

© 2024, Melina Masnatta

©2024, RCP S.A.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna, ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopias, sin permiso previo del editor y/o autor.

Diseño de interior: Cerúleo

Diseño de tapa: Ariel Hache Merpert (@hachemerpert) utilizando y modificando imágenes generadas con IA.

Foto de contratapa: Catalina Bartolomé (@retratos.profesionales)

Digitalización: Proyecto451

Por su propia naturaleza, un comienzo implica el inicio de algo nuevo que no puede ser previsto a partir de nada que haya ocurrido antes: Ese carácter de improviso súbito es inherente a todo comienzo.

Hannah Arendt, Entre el pasado y el futuro: ocho ejercicios de reflexión política (Península, Barcelona, 1996).

INTRODUCCIÓN

Cada vez que hablamos de educación sentimos que nos hablan, que tenemos que poder decir algo, contar alguna anécdota, vaticinar algún pronóstico, atribuirle algún mal. Desde hace más de quince años, cuando la tecnología irrumpía de manera más masiva en las aulas y espacios de formación laboral, comencé a detectar una nueva Torre de Babel: quienes diseñan las tecnologías, quienes enseñan con ellas, quienes aprenden, quienes evalúan y quienes acompañan no tienen un lenguaje común.

Hoy la inteligencia artificial (IA) nos acerca un ritmo acelerado y una ubicuidad(1) que tensiona esa capacidad de traducir y darle un norte a la enseñanza y el aprendizaje. Si calibramos la mirada y hacemos un zoom out, nos encontramos frente a una revolución de los significados: ¿qué es humano?, ¿qué es inteligencia?, ¿qué nos hace diferentes?, ¿la divergencia?, ¿el cuerpo?, ¿la capacidad de inventiva?

Mientras termino de escribir este libro, nuevos dispositivos sin pantallas surgen para promover la lectura con IA, las tecnologías wearables (o vestibles) prometen acompañarnos para que tengamos una experiencia inmersiva en entornos virtuales y las nuevas aplicaciones de IA se especializan en ser multimodales; es decir, en registrar y crear no sólo textos, sino también imágenes y videos. Y vaticinan que los modelos de lenguaje,(2) como ChatGPT, Bard o Gemini, van a ser los nuevos sistemas operativos.

Quienes referenciamos como gurúes en tecnología nos marcan el inicio de la era donde lo sintético –aquello creado de manera artificial, que se relaciona con la creación de sistemas, datos, contenidos o capacidades que imitan aspectos de la inteligencia humana utilizando enfoques artificiales o algorítmicos– excederá a las personas que lo crearon. El recorrido que tiene que hacer una IA para desempeñarse de un modo “similar” al humano se está acortando: a fines de esta década, la IA funcionará a nivel medio en aspectos como la creatividad, la resolución de problemas, la generación de patrones novedosos, la percepción sensorial y el razonamiento emocional. ¿Es tiempo de considerar a la IA como un nuevo protagonista? ¿Va a tener derechos y deberes? ¿Va a aprender y enseñar? ¿O ya lo está haciendo?

Por otro lado, los enfoques hiperagresivos para hacer crecer los negocios, la superproductividad y la hipereficiencia basadas en esta tecnología están cambiando las reglas de lo que conocemos como mundo. Y nadie quiere detenerse ni perder tiempo. Pero convendría hacer un alto y pensar: ¿estamos yendo a donde queremos ir? Estamos en una época en la que ocurren fenómenos tales como una Gran Renuncia, donde el burnout(3) y el poco engagement(4) tensionan el propósito del mundo laboral, donde cada día se publica una nueva profesión que será amenazada por la IA y donde empresas ya cuentan con CEOs que son avatares creados con IA. Definitivamente, el sentido del trabajo –o de las ocupaciones– está en reconfiguración. E, inevitablemente, el de la educación también.

Mientras escribo este libro, también, hay activas cerca de 60 guerras, los ataques terroristas vuelven a ocupar las pantallas y, en contraposición, las respuestas son la abulia, el desinterés –a veces fruto de la infointoxicación–, la falta de participación ciudadana, la desconfianza en los modelos y en los ideales democráticos. A su vez, otros fenómenos como las deepfakes(5) con IA retoman el binario de verdad vs. posverdad. ¿Cada quién vive su realidad?

¿Vivir en un mundo sintético tiene beneficios?

Una vez más, quizás debamos dejar de lado los binarismos. Por un lado, las redes sociales nos acercan nuevas patologías y nuevas categorías de ansiedad y adicción. Y, por el otro, IA for good(6) brinda nuevos desarrollos que permiten la detección temprana de cáncer o la optimización de desarrollos como Open AI y Be my Eyes, que acompaña a personas con necesidades educativas específicas. La tecnología opera como un espejo aumentado: nos muestra amplificado lo que está mal y lo que está bien.

Si algo no cambió con la tecnología o, al menos, no cambió todavía, es que los privilegios siguen estando a la orden del día: si estás leyendo este libro, es porque podés leer y acceder a un dispositivo –incluso en formato papel–. Pero eso no es así para la mayoría de las personas en este tiempo: la falta de alfabetización y la desescolarización también están de moda e impactan en las minorías, como los 130 millones de niñas que no cuentan con ninguno de estos accesos o como más de la mitad de las niñeces de nuestra región que no entienden lo que lee.(7) Y a esto se suma que el idioma inglés es el lenguaje de la tecnología, por eso en este libro vas a encontrar muchas palabras en ese idioma y, cada vez que aparezcan, voy a tratar de hacer la mejor adecuación posible. Aunque también esto implica el dominio de una nueva jerga.

A modo de forzar una síntesis, somos protagonistas de tiempos en los que vivimos en dos escenarios posibles y antagónicos entre sí: uno de vida artificial, digital, sintética, donde la IA generativa, esa que hace y produce, es una protagonista importante; y otro en el que la crisis climática nos presenta la posibilidad de un apagón mundial y nos acerca datos como que ChatGPT utiliza alrededor de medio litro de agua cada 5 prompts –o indicaciones– que recibe.(8)

Y en el medio –una vez más– la educación.

El territorio educativo es ese que se debate entre la potencialidad de futuro y las limitaciones del presente, donde muchas veces los accesos a la tecnología resultan imposibles y se terminan utilizando licencias gratuitas. Y, en relación con los datos que entregamos en las versiones gratuitas, ¿quiénes deberían velar por ellos? ¿Es posible hacerlo? De todas formas, la tecnología no es nueva en las aulas y, si aún no tenemos estas respuestas, es porque nos falta volver a revisar las experiencias.

En algunos casos, surgen propuestas novedosas; y este libro fue en busca de quienes las están protagonizando, seguramente con sesgos por valorar la valentía de buscar respuestas, pero seguramente muchos menos de los que una IA puede llegar a tener.

El sistema educativo, ese que tiene su propia cultura y jerga –así como el tecnológico–, a veces permite la innovación como respuesta a los cambios y necesidades de época. Pero innovar implica salir de la norma y del estándar; implica transformar, por ejemplo, las evaluaciones, eso con lo que el sistema rinde cuentas. ¿Cómo podremos saber el desempeño educativo? ¿Estamos dispuestos a abandonar las pruebas estandarizadas? ¿De qué hablarán las noticias para comparar gestiones de gobierno en temas de educación? ¿Cómo elegiremos dónde ir a estudiar?

Según una encuesta realizada a más de 23.000 personas de 29 países diferentes,(9) existe un reconocimiento global de la importancia de la formación de docentes en el uso de la inteligencia artificial. ¿Qué y cómo se debería enseñar? ¿Quiénes van a hacerlo?

El sistema educativo suele componerse por una tríada: alguien que enseña, alguien que aprende y el saber. En este proceso hay una mediación que implica que la información pueda devenir en conocimiento. Para esto, hay acuerdos más o menos efectivos: este tipo de sistema resulta ser un gran ordenador y estructurador del propósito y responsabilidad (en general, se enseña eso que se conoce y de lo que se comprende el efecto), del tiempo (el saber se desagrega y propone en dosis iterativas e incrementales en un periodo), de la infraestructura y el espacio (físico y virtual), del saber (qué se acuerda como tal) y su formato (texto, audiovisual, etc.). ¿Qué pasa cuando cambia alguno de estos factores? La IA nos trae esta pregunta y, como no hay certezas, traigo también algunas preguntas de sus protagonistas:

> ¿Se puede enseñar algo que no se aprendió? ¿Es posible dominar eso que no se hizo nunca? ¿Todo lo que se enseña se puede automatizar? Esto es lo que se preguntan quienes enseñan.

> ¿Para qué enseñan algo que va a ser reemplazado por IA? ¿Qué de todo esto nos sirve para la vida? ¿Para qué tengo que ir a la escuela, si ya pude crear un negocio digital y ganar plata? ¿Ya hay una Naciones Unidas de la IA, que nos cuide en los derechos de ciudadanía y cómo puede ser parte alguien joven? Estas son preguntas que hacen quienes estudian.

> ¿Se aprende mejor con tecnología? ¿Qué hacemos con las adicciones que traen estos algoritmos, como, por ejemplo, las apuestas online? ¿Qué hacemos con el bullying(10) que usa imágenes intervenidas con IA? ¿Quién será responsable de proteger y prevenir estas patologías que reviven viejos problemas de maneras nuevas? Se preguntan las familias.

> Si nos monitorean las IA y tienen nuestros registros desde que ingresamos al aula, ¿las entrevistas de trabajo no existirán más? ¿Podemos hacer una historia clínica del desempeño escolar o un pasaporte del aprendizaje? Si no tenemos la mirada humana que tanto nos juzga, ¿las IA podrán resolver mejor los desafíos socioemocionales en el trabajo? ¿Necesitamos más tecnología o usar mejor la que tenemos? Se preguntan quienes emplean.

> Y yo, cuando las escucho, me y te pregunto: ¿puede haber sistema educativo sin sus protagonistas? ¿Qué pasa con estos protagonistas si no hay sistema educativo? ¿Seguiremos subutilizando y sobrevalorando a la tecnología? ¿Y a la educación? ¿Hay algo más humano que educar? ¿Educamos para trascender? ¿Trascendemos educando? Y lo más importante… ¿Quién definirá estas respuestas? ¿Quién definirá y despertará tu deseo por aprender o tu pasión por enseñar?

Algunas aclaraciones [!]: todas estas preguntas son reales, no artificiales, como así también las que están en el libro, que surgieron en los lugares donde la educación está sucediendo, en diálogos concretos, con personas de carne y hueso. Te invito a recorrer las tres partes de este libro (El sistema, Los protagonistas, El diálogo), cada una de las cuales funciona de manera independiente postulando una pregunta clave; aunque algunos temas se solapen y quizá te parezca que abordan temas parecidos, la mirada tiene un punto de vista diferente, como si se tratara de un caleidoscopio; podés, entonces, leerlas de principio a fin o mirar en el índice y elegir la que más te interpela en cada momento. Por eso, además, las notas a pie de página se repiten, para que puedas entender el contenido de manera independiente, sin tener que ir a ninguna otra parte del libro para comprender algún término. Y todas estas preguntas buscan, a su vez, generar más preguntas sobre eso de lo que estamos hablando y, hoy más que nunca, nos definirá: la Educación.

1- Refiere a una presencia continua y constante.

2- Sistemas que generan y comprenden lenguaje natural humano.

3- Agotamiento extremo por estrés laboral continuo.

4- Suele referir a la conexión y participación activas.

5- Manipulación de medios digitales, como videos o imágenes, que utiliza inteligencia artificial para crear contenido falso y realista.

6- Refiere a objetivos de impacto social, ambiental, etc.

7- The Progress on the Sustainable Development Goals: The Gender Snapshot 2022, ONU Mujeres, 2022. Disponible online en: https://unstats.un.org/sdgs/gender-snapshot/2022/

8- Reuben, Das. Thirsty AI: Microsoft majorly disrupted US city’s water supply to develop ChatGPT, Bard, causing a crisis. Firstpost, 11 de septiembre de 2023. Disponible online en: https://www.firstpost.com/tech/news-analysis/thirsty-ai-microsoft-majorly-disrupted-us-citys-water-supply-to-develop-chatgpt-bard-causing-a-crisis-13109242.html#:~:text=Generative%20AI%20like%20ChatGPT%2C%20Bard,5%20prompts%20that%20it%20gets

9- Monitor global de Educación. Opinión pública sobre la educación. Ipsos, septiembre de 2023. Disponible online en: https://www.ipsos.com/sites/default/files/ct/news/documents/2023-09/Ipsos%20Monitor%20Global%20de%20Educaci%C3%B3n_0.pdf

10- Acoso repetitivo y hostil.

PARTE I: EL SISTEMA

¿HAY EDUCACIÓN SIN SISTEMA EDUCATIVO?

Como suelen decir quienes se especializan en Educación, para algunas personas, el sistema educativo es el techo; para otras, el piso. De cualquier modo, cumple el rol de ser el estructurador de ese plan de futuro, ordenador del propósito, eso en lo que invertimos para forjar nuestra vida desde el aspiracional. El sistema educativo es un aparato que funcionó durante mucho tiempo y en muchos lugares aún lo hace, incluso con adaptaciones silenciosas, con un currículo oculto,(11) que va más allá del explicitado.

En esta primera parte, vamos a dialogar sobre el sistema educativo, así que les propongo transitar un camino no lineal. Empezaremos con los mecanismos que visibilizan esta creación para, luego, pasar a pensar de qué hablamos cuando decimos “sistema educativo” y, por último, plantear una mirada hacia el futuro: cuáles son las proyecciones frente a esta realidad que ya está aquí. No hay recetas, por eso acerco algunas experiencias y voces de protagonistas para dialogar con ellos.

11- Suele llamarse currículo oculto a normas y valores no explícitos en la enseñanza formal.

A. ¿QUIÉN DA MÁS? ¿CUÁNTAS FALLAS TIENE EL SISTEMA EDUCATIVO?

¿CUÁNDO EMPIEZA A FALLAR EL SISTEMA?

No news, good news es un aforismo de la lengua inglesa que, en lo que a sistema educativo se refiere, parece cuadrar muy bien. Porque mientras todo funciona, no nos enteramos ni siquiera de que existe un sistema detrás. Ahora, cuando algo empieza a fallar, empezamos a comprender que hay un sistema, que tiene procesos, entradas y salidas y que existe un algoritmo, entre muchos otros elementos. La falla puede comenzar como algo pequeño y, luego, escalar hasta llegar, incluso, a la tapa de los diarios, a la mesa familiar del almuerzo del domingo o a las charlas de café.

Pero, además, esas fallas empiezan a ser las depositarias de todos los males. ¿El colectivero pasó un semáforo en rojo? “¡Qué querés! ¡Con la educación que tenemos!”. ¿Alguien se nos cuela en la fila del supermercado? “Si nadie le enseñó jamás valores como el respeto y la solidaridad, ¿cómo va a respetar su lugar?”. ¿En el aula de una escuela se generó una situación de violencia? “Con la miseria que se les paga a los docentes, ¿encima vamos a pedirles que resuelvan esto?”. ¿Bullying en TikTok? “La culpa es de las escuelas que no ponen el foco en las habilidades socioemocionales”. ¿Las elecciones no tuvieron el resultado que nos habría gustado? “Es el país que nos merecemos, lleno de ignorantes que nunca estudiaron nada”.

Cuando el sistema educativo falla, se nota. Estas fallas, que pueden variar según el país, la región, el contexto o el momento, suelen tener diferentes capas. La primera tiene que ver con alguno de sus elementos más visibles, como la desactualización curricular, la poca inversión en formación docente o los problemas de infraestructura edilicia; son fallas que van desde lo material hasta lo funcional, que tienen que ver con la obsolescencia y que no preparan a quienes estudian para hacer frente a un escenario de cambio constante o para afrontar y aprovechar los procesos tecnológicos. Por otro lado, tenemos otro grupo de fallas, que son las de los elementos tradicionales que se viven en la cotidianidad, como pueden ser las evaluaciones. Y nos quejamos de que los exámenes son estandarizados y sólo valoran la memorización o de que no se enseñan habilidades que sirvan para ese futuro que se viene y que potencien, por ejemplo, la creatividad que va a permitir que podamos adaptarnos a situaciones nuevas y complejas. Y, por último, están las fallas que tienen ver con lo coyuntural, con el momento histórico y el contexto, como pueden ser la desmotivación y la deserción escolar, que si bien antes de la pandemia ya existía, en la pospandemia se agudizó y ciertas regiones, como Latinoamérica, se vieron fuertemente afectadas.(12)

Es en ese momento, entonces, que empezamos a pensar que quizás hace falta una adaptación de los estilos de aprendizaje(13) que incluya todas las diversidades. Y aparecen conceptos como el de neurodivergencias o comenzamos a hablar de enfoques diferentes que prioricen a las habilidades socioemocionales y debatimos sobre las desigualdades educativas: ¿quiénes pueden acceder a Internet?, ¿cuántas personas no tienen una computadora siquiera?, ¿se puede tener una educación de calidad sin estas herramientas?

Con estos nuevos factores, las fallas se reorganizan y las podemos ver en dos niveles. Aquel que conocemos por la falta: de recursos, de formación docente, de adecuación al contexto. Y el otro, que es una capa un poco más contemporánea, que tiene que ver con las nuevas concepciones y formas de entender de qué manera las personas aprendemos y qué necesitamos: por ejemplo, cuál es el impacto socio-vincular de ese sistema y cómo esto genera ciertas inequidades que, aunque poco visibles, están hoy en la agenda y también se ponen de moda cada vez que se viraliza un video en el que alguien popular, como el arquero de la selección argentina, el Dibu Martínez, explica cómo estas estrategias lo ayudaron para su perfomance.

Las fallas dan cuenta de problemas que requieren soluciones sistémicas, acuerdos multilaterales y de largo plazo. Estos puntos parecen contraintuitivos en los tiempos que corren, pero, justamente, en los tiempos que corren y nos corren, nada mejor que pensar en las fallas para intentar repararlas y conseguir la preparación adecuada para ese futuro vertiginoso e inmediato.

¿Podemos hacer un re-start? ¿Es posible desarmar el hardware y actualizar el software? ¿O será más fácil crear un nuevo sistema educativo? ¿Será que la vida en la escuela, en el secundario, en el terciario, en la universidad, en los cursos de formación laboral, en cualquier cosa que aprendamos a lo largo de nuestra vida, es eso que pasa, mientras nos acostumbramos a sortear las fallas y empezamos a verlas como parte intrínseca del sistema?

¿ROMPEMOS EL CONTRATO?

¿Qué contrato? Cuando entramos en el universo del sistema educativo, ¿firmamos un acuerdo? ¿Nos comprometemos a aprender? ¿Podemos exigir que nos enseñen? ¿Qué pasa si el contrato no se cumple? ¿Es revocable? ¿Quién puede hacerlo? ¿A quién se le reclama? ¿Dónde está el libro de quejas?

El contrato didáctico es un concepto pedagógico que da cuenta de una suerte de acuerdo implícito o explícito entre la persona que educa y quienes aprenden. Allí se ponen en juego expectativas, responsabilidades, dinámicas, procesos y contenidos: qué es eso que se va a aprender, qué es lo que se espera de la otra persona, cómo se van a enseñar los contenidos, cómo se espera que se aprendan, cuál es la evaluación, qué expectativas hay, qué normas de comportamiento hay que respetar en el vínculo que se desarrolla entre quien enseña y quien aprende.

Entonces, al existir este contrato que da cuenta de la dinámica del sistema educativo, puede existir también algún quiebre o incumplimiento en alguna de las instancias: ya sea por la falta de inversión, por las problemáticas sociales o por cualquier otro factor que pueda aparecer y hacer que la armonía y el equilibrio desaparezcan.

Hay una frase que se utiliza mucho en el mundo emprendedor de base tecnológica, que es la de enamorarnos de los problemas y no de las soluciones. Porque suele decirse que un problema es eso que irrumpe en el curso normal de las cosas y que, como consecuencia, descubrimos cuál era el curso normal y cómo podría mejorar. Y acá dice presente otro contrato entre quien enseña y quien aprende, que puede ser implícito o explícito. En este contrato, a veces, hay puntos transparentes que están materializados en el currículo o currículum,(14) en los planes de estudio(15) o en la propuesta pedagógica,(16) como pueden ser la organización en materias o asignaturas o las evaluaciones propiamente dichas. Y otros que son algo más opacos, no están tan claros y se adaptan a las necesidades cambiantes que tiene la sociedad de dar una respuesta al mercado laboral y, en consecuencia, se relaciona con el desarrollo social y económico: valoramos ciertos conocimientos, ciertas habilidades, creemos que determinados saberes van a servir en el futuro y, por eso, el contrato se reorganiza alrededor de este tipo de necesidades o proyecciones.

De todos modos, muchas veces, fingimos que “lo que no se ve, no existe”; es decir que no lo vemos o cedemos. Porque, aun con fallas o con un contrato medio roto o destartalado, el sistema brinda contención no sólo para quienes estudian sino también para sus familias; se vuelve un centro nodal de gestión y de llegada a la última milla. Aunque a veces den ganas de volver a empezar de cero. Pero…

¿Podemos rediseñar el contrato didáctico? ¿Qué le pediríamos a uno nuevo? ¿Hay acuerdos sobre qué habilidades y/o saberes tiene que promover el currículum educativo? ¿Qué es lo fijo? ¿Qué es lo móvil? ¿Qué tipo de perfil de persona egresada nos imaginamos? ¿Para qué atravesar el sistema educativo?

Hace varios años que algunos países(17) incorporaron en el contrato la formación en STEAM,(18) en educación ambiental, multicultural y global, financiera, emprendedurismo y bienestar. Se trata de una formación con foco en las necesidades del mercado laboral y en una proyección de la sociedad. ¿Cómo lo hicieron? Los modelos que implementaron los países pueden variar, pero lo que no se modifica es que en todos los casos existen acuerdos multisectoriales, contratos que se comprometen a cumplir y sostener a largo plazo. Son nuevos contratos didácticos, basados en las reglas preexistentes. ¿Eso es posible en latitudes en las que los mecanismos de consenso son más complejos? ¿Cómo hacen, por ejemplo, quienes estudian en la Base Esperanza, en la Antártida, para trasladarse hasta su escuela, cuando las ráfagas de viento pueden alcanzar los 160 kilómetros por hora? ¿Qué hace falta y cómo se articula para llevarlo adelante? Natalia Jasin es licenciada en Ciencias de la Educación; durante veinte años se aventuró a trabajar en la manera de incorporar la tecnología en los espacios de educación en todos los niveles y hoy lo lleva adelante desde su empresa Bounty #Edtech. Jasin explica que para lograr que el esfuerzo de las escuelas que están en lugares tan apartados no quede a mitad de camino, se requiere de un trabajo mancomunado entre sectores y personas. La palabra que convoca a empresas, equipo de conducción, docentes, ONGs, consultoras y Estado es “liderazgo” para poner en diálogo lo que cada persona puede ofrecer para mejorar la educación. Por eso, se trata de generar un abecedario que contemple compromiso y gestión para llevarlo adelante atendiendo cada necesidad y cada objetivo de las entidades participantes. Al mismo tiempo, menciona que hace falta capacidad empírica para escalar las propuestas y hacerlas memorables; capacidad empática, para escuchar sin prejuicios; y, por último y más importante, la generosidad intrínseca de cada persona que es parte y todo, para que el proyecto cobre vida y transforme la realidad de las personas.

Pareciera, entonces, que el contrato pedagógico es un elemento aún ponderado y único para aspirar a las transformaciones sociales y económicas. Quizás sólo se trate de readecuarlo, enfocarlo en las nuevas necesidades, barajar y dar de nuevo. Pero en la misma mesa de juego.

¿QUÉ ES EL ÉXITO EN EDUCACIÓN? ¿EXISTE?

¿Cuál es el propósito del sistema educativo? ¿Y sus objetivos fundamentales? ¿Qué se necesita para que puedan cumplirse? ¿De qué depende el éxito? ¿De la inversión económica o de la gestión de recursos? ¿Existen otros factores para que el sistema educativo sea exitoso?

Mucho de lo que entendemos como el sistema educativo tradicional se origina en el siglo XVIII como respuesta a un tipo de reordenamiento del mundo, como fue la Revolución Industrial. En ese entonces, se buscó eficientizar la economía y, en consonancia, un modelo de sociedad que pudiera responder a esa economía. Así, la educación promovía una forma de pensar y proporcionaba determinadas habilidades. Se intentaba entender qué tipo de desarrollo intelectual, personal y social se esperaba y cuál sería la preparación necesaria para el mundo laboral, la participación ciudadana y el desarrollo cultural. Al mismo tiempo, se planteaban interrogantes acerca de qué se entendía por equidad, autonomía, responsabilidad, acceso, inclusión, valores y ética.