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Estamos ante un volumen en el que, de principio a fin, se advierte la destreza de quien sabe emplear con elegancia un notable acervo de recursos verbales e imaginativos y se distingue por la capacidad muy precisa para desarrollar, con parejas solicitudes de lenguaje y mirada, una pluralidad de temas que van desde un refinado y sutil remedo de las crónicas galantes del medioevo, pasando por episodios en torno a los días del poder soviético bajo la égida de Stalin y los entresijos de la Segunda Guerra Mundial, hasta algunas de las coordenadas más imperiosas para las rutinas de nuestro tiempo en zonas ubicuas de la realidad. Un texto que descubre zonas de introspección donde las fronteras del bien y el mal, lo oculto y lo visible, lo remoto y lo contiguo, muestran vigorosa actualidad.
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Seitenzahl: 200
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.
El ario dios Gato de Schrödinger
Sergio Cevedo
© Sergio Cevedo, 2022
© Sobre la presente edición:
Editorial Letras Cubanas, 2022
ISBN: 9789591025449
Tomado del libro impreso en 202 - Edición y corrección: Georgina Pérez Palmés / Dirección artística: Suney Noriega Ruiz / Diseño de Cubierta: Eduardo Fariñas / Ilustración de cubierta: Aluan Argüelles. S/T. Fotografía (intervenida). Impresión lightjet, 2001 / Emplane: Aymara Riverán Cuervo
E-Book -Edición-corrección, diagramación pdf interactivo y conversión a ePub y Mobi: Damaris Rodríguez Cárdenas / Diseño interior: Javier Toledo Prendes
Instituto Cubano del Libro / Editorial Letras Cubanas
Obispo 302, esquina a Aguiar, Habana Vieja.
La Habana, Cuba.
E-mail: [email protected]
www.letrascubanas.cult.cu
SERGIO CEVEDO (La Habana, 1956). Especialista del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Miembro de la UNEAC. Ha recibido diversos lauros literarios, entre los que vale destacar el Premio David de cuento 1987, el de narrativa de El Caimán Barbudo 1988, mención en cuento del Concurso Cecilia Valdés de la Asociación Caribeña de Cuba 1996, Premio Internacional de Cuento Fernando González, Colombia, 1996, menciones en el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar de los años 2005 y 2014, mención en el Premio Alejo Carpentier de cuento 2006 y Premio Alejo Carpentier de cuento 2015 con La gran ola de Kanagawa. Ha publicado La noche de un día difícil (Premio David, Ediciones Unión, 1989) y Anglóstica (Premio Fernando González, Ediciones IPC, Colombia, 1997). Sus relatos han aparecido tanto en antologías como en revistas nacionales y extranjeras.
Estamos ante un volumen en el que, de principio a fin, se advierte la destreza de quien sabe emplear con elegancia un notable acervo de recursos verbales e imaginativos y se distingue por la capacidad muy precisa para desarrollar, con parejas solicitudes de lenguaje y mirada, una pluralidad de temas que van desde un refinado y sutil remedo de las crónicas galantes del medioevo, pasando por episodios en torno a los días del poder soviético bajo la égida de Stalin y los entresijos de la Segunda Guerra Mundial, hasta algunas de las coordenadas más imperiosas para las rutinas de nuestro tiempo en zonas ubicuas de la realidad. Un texto que descubre zonas de introspección donde las fronteras del bien y el mal, lo oculto y lo visible, lo remoto y lo contiguo, muestran vigorosa actualidad.
EUGENIO MARRÓN
Yo me sentía cañón cañón con mi Blackberry 901
Deluxe el 901
casi siempre sin saldo pero cañón cañón
más o menos igual que cuando me río
(siempre me estoy riendo)
más o menos igual que
cuando me pajeo
(me meto ahí dentro del baño pues
si no quien soporta a Gilda Villegas)
o más o menos cuando descubro alguna App nueva o juego al Mortal Combat o al FIFA Soccer Championship o
simplemente cuando envío o recibo SMS de los socitos de antes
los del tecnológico
o de mis socios de la calle
en fin, de todo el mundo
y no hay nada más cool a no ser Internet
wow
bajar vídeos
música de Internet
aunque nunca lo logro
nunca lo puedo conseguir
porque siempre hay muy baja conectividad y lo mismo la wifi
del Parque del Curita que en Obispo o el Yara
pero además sale carísimo
igualito que las llamadas
por eso hago como todo el mundo: me tiras y te tiro para atrás
en cuanto llegue a alguna casa donde tengan un fijo y me lo alquilen o me dejen usarlo
Dicen por la TV que ahora están más baratas
hablo de las llamadas por el celular
pero por Dios que no se nota, el mundo entero dice que si hay
rebajas no se nota
de todas formas está bien y yo cañón cañón
pero el cañón va y se dispara
y el cañón bum revienta
se me jode mi celular
mi Blackberry Deluxe 901
ningún bloqueo ni nada de eso
se puso negra la pantalla y hasta aquí llegué
***
Yo andaba un poco en el estrés y claro, lo llevé a arreglar
el socito lo examinó
primero por delante y luego por detrás
le dio unos golpecitos con la puntica de los dedos y lo apretó un poquito por los cuatro costados, después le metió caña con el destornillador y lo abrió en dos mitades
Yo también curioseé:
los circuitos
los LED
mientras él conectaba mi Blackberry con una especie de aparato que también parecía un teléfono
uno de aquellos, Motorola, viejísimos, una miseria de pantalla donde unos números cambiaban y él seguía luchando con sus cablecitos
toca aquí toca allá
y me acordé de la película donde a un muerto le meten tremendo corrientazo y el muerto entonces resucita y acaba con la quinta y con los mangos
se llama Frankenstein y está buenísima
yo la cogí por el paquete pero me han dicho que la han puesto también por el Canal Educativo
el caso es que pasaron más de veinte minutos y se veía que el chama aquel no daba pie con bola
a lo mejor el tipo tenía un Óscar, solo estaba fingiendo para clavarte más a fondo y romperte el bolsillo
en eso andaba más o menos cuando le oí decir que el bicho no tenía arreglo
y esto sí le salió del alma: una tecnología un poco rara, él nunca había visto ese modelo y acto seguido ¿quieres arriesgarte?
¿arriesgarme? ¿y a qué?
a que lo cacharree entero. Si consigo ponerlo en talla, todos felices y contentos y si no, por supuesto, tenía un par de opciones: o me pagas la pincha del desarme y la revisión o me lo dejas para piezas, ¿vale?
yo me reí
(siempre me estoy riendo)
y la gente me toma a veces por un zombi y no saben que yo me mando y me zumbo, hijo que soy de Gilda Villegas
nananina nones nigeria, le solté mientras recogía el cadáver de mi Deluxe
abierto y todo como estaba
le apliqué tarjeta amarilla y solo le dejé una bala en lugar de la monja que el muy apretador quiso cobrarme
***
Era como un videojuego: haber pasado al Nivel 2
no solo el chama aquel del timbiriche, el primero al que fui porque estaba más cerca, casi dentro del barrio, sino también los otros dos
metiendo con la cara
(enseguida te dabas cuenta)
se saben malamente el a b c y hasta se traban en la a
no era fácil, hermano, no era fácil
estar así, sin celular
tendría que volver al fuego
(aunque del fuego nunca se sale)
y volver a lucharlo
quilito a quilito
suave, despacito
te vas acercando
poquito a poquito
como en el feat de Daddy Yankee con Luis Fonsi
(ojalá yo tuviera la mitad de la
magua de cualquiera de ellos)
y bueno, papi, lo que seguía, el Nivel 3: rendirle a un loco de esos
a un expediente X de esos que tú y cualquiera acaballaban cuando estaban en la primaria
y hasta en la secundaria
(ahora se dice nerd y bullying)
y por lo general tienen computadoras en sus casas e Internet en sus pinchas
rendirles para que te hiciesen el favor de conseguirte en Revolico las mejores ofertas de celulares
verlo bien, el listado
verlo requetebién, cuestión de no precipitarse e irte con la de trapo y si se hacía necesario, calzar un poco la jugada con tu pulóver de Naruto teniendo sexo con Sakura, y Tsunade partiendo el play tras una puerta japonesa
un pulóver mortal
buena marca
que te costó un millón de balas y tenía solo dos puestas
o lanzarte a tirar los Nike
el sacrificio de los Nike
de los sábados en Los Sauces
El Diablo Tún tún
El Presi o el Duville
(a grandes males grandes remedios)
porque lo cierto es que no ibas a transarte con un 2G o un 3G de aquellos tipo Parque Jurásico, con pocas prestaciones, casi casi analógicos
(qué horror)
y menos aún uno de uso que de querer uno de uso, con haberle sonado los Nike por la cara a cualquiera de aquellos metepiés en donde fuiste a caer para que te arreglaran el Blackberry hubieras conseguido alguno porque esos tipos siempre andan con tres o cuatro bajo la manga para el que quiera algo barato
el bobón que les crea que son nuevos
y el más bobón porque te los tiren en su nailito o su cajita
de todas formas, por si acaso, la jugada no se descarta en caso de que tenga que transarme con un Plan X, Y o Z
***
Nivel 4: mi prima Karla Paula
Karla Paula cercana pero a la vez a noventa millas
nueve mil quinientos cincuenta suele decir Gilda Villegas
(yo quisiera saber de dónde sacó un número que ni
partido en dos mitades da buena suerte en La bolita)
Karla Paula tan solo a una parada de la 69 o la 170 desde mi gao hasta su casa pero a varios millones de años luz
de Buena Vista a Miramar
¿a quién carajo se le ocurriría ponerle Buena Vista a un barrio en que no hay nada bueno que ver? Miramar sí está bien: «mira al mar», lo cual es exacto
pero además luce muy fino y elegante
y Karla Paula también es fina y elegante
y además un manguito
un tremendo mangón
pero no te confundas, ningún mango bajito
sino de lo último del árbol en su residenciaza frente al mar
una piscina de agua dulce
y equipazos bestiales
ropas de marca
y un perol:
un BMW climatizado y hasta calefacción por si te cuadra darte una vueltecita por el Polo Norte
o por el Sur
nuestro norte es el sur
(deben tener trocado el GPS)
desde luego
que Karla Paula se codea con lo más pijo de la sociedad, nada de gente michi michi como tú o como yo
lo mismo con los hijos que con los padres de los hijos: cónsules y ministros y generales y doctores y si no, dale, tumba
pero la leche por donde se corta, como dice Gilda Villegas: mi prima Karla Paula tiene y mantiene siete celulares
el Nextel para el lunes
el Nexus para el martes
el Manos libres para el miércoles o, pensándolo bien, mejor para los sábados al salir de la disco en los asientos reclinables y claro, muchas manos libres porque anda siempre al retortero con dos o tres jevitos en sus Audi
Hyundai
Toyota
u Honda
nada de Ladas
o Moscovich puras laticas de sardinas y eso lo dijo hace mil años cuando estábamos en la primaria y el viaje entre Buena Vista y Miramar todavía no pasaba por ningún agujero de gusano o hueco negro de la galaxia
(me encantan los documentales del paralítico
feacio de la computadora y hasta del chino
careguante que se quita la edad)
y lo que sí jamás jamás
o sea el jamás de los jamases
lo que nunca la ibas a
ver era enredada con uno de esos Picapiedras que manejan un almendrón
Pero el caso es que tuve suerte
mucha, tremenda suerte
pues a mi prima, te darás cuenta, no la coges así como así
tienes que contactarla y hablar con ella por lo menos veinte minutos desde un celular
(supongo que es su forma de saber
que el tipo no es ningún pasmeta)
y esperar que te dé una cita
(y, ahora que lo pienso, seguro nada
hubiese conseguido desde mi
extinto Blackberry Deluxe
naturalmente antes de extinguirse)
decía, bueno,
tuve suerte:
Karla Paula en persona vino a abrirme la puerta
quiero decir, no la criada
la asistenta social
y entonces le solté el problema
de flay
sin esperar
sin darle tiempo a acomodarse y que tomara la batuta o a mi empezara a darme pena
y me dijo que sí, claro que me resolvería
pues claro que me ayudaría, primito Ariel un poco incómodo, como ahora mismo un poco incómodo ya que tendría que buscar, ponerse a registrar toda la casa desde el garaje hasta el penjáus, revisar cada mueble, bucear en todas las gavetas, ponerlo todo patas arriba a ver dónde es que estaban los celulares viejos porque no esperarás, mi querido Arielito, que te regale ninguno de los que yo uso ¿eh?
Con su mejor sonrisa me despidió, vuelve otra vez y claro, que la disculpara, tenía mil cosas que hacer y no podía atenderme en ese instante
yo me sentí, bueno no sé, sentí que el cielo se me abría
quiero decir, primero se me abría y después dispersos chubascos y tormentas eléctricas en la región occidental
yo sentía también algo de culpa por culpa de esas cosas que se te meten entre las neuronas contra las gentes como Karla Paula, que se creen superiores y son un poco despreciativas porque viven mejor que uno, mejor mejor que todo el mundo, por el nivel 58, 59, qué sé yo, subidas a Internet, encaramadas en La nube y en la purísima Realidad virtual
Culpa también por portarme así
no visitarla más a menudo, tan solo cuando algo me hacía falta
(en palabras de Gilda Villegas: acordarse
de Santa Bárbara nada más cuando truena)
y ahora no sé cómo decirlo: ese momeo del corazón y esas culpas que viva Changó solo duraron un par de semanas
porque lo que es a Karla Paula
y pese a todos mis intentos
jamás logré volver a verla
***
No me sentía nada cañón pero tampoco estaba tan bruja
Dios aprieta pero no ahoga, como dice a cada momento el puro que me pela
es un viejo con alma de joven, también lo dice a cada momento
y de verdad que sabe hacer todos los pelados
los de antes
los de ahora
hasta
los más difíciles con los peines en chanfle de la maquinita y te pone tus iniciales o te dibuja una estrellita
o la hoz y el martillo
o un signo de euros,
lo que tú le
pidas
¿mi pelado?, normal fue lo que le pedí y empieza el zumbidito de la maquinita que a veces me da un sueño del cará
Dios aprieta pero no ahoga, debe estar en La Biblia
yo nunca me leí La Biblia pero me sé los cuentos de memoria y he visto también las películas:
los soldados romanos y Poncio Pilatos
Cristo cargando con su cruz y cayéndose y levantándose, la corona de espinas y la gente tirándole cosas: tremendo acto de repudio
y las treinta monedas que, la verdad, no me vendrían nada mal para mi próximo Blackberry
además mucho polvo y mucha miseria ¿y esa era la famosa Tierra Prometida?
pues bueno, papi, yo te la regalo
creo que no habría aguantado ni un minuto en medio de toda esa gente envuelta en trapos,
sin electricidad
televisor
ni siquiera un teléfono fijo
y entonces me encontré dentro de otra película y parecía todo tan real
High Definition,
Dolby Digital:
Cristo llamando por su
móvil o como estaba siempre en la fuácata y todo el tiempo tan pasmao
(los carpinteros de hoy cobran carísimo)
pues en lugar de una llamada un simple SMS:
I ♥ the Imperio Romano
era lo que yo, al menos, le habría texteado al Poncy, bueno, a Mr. Pilatos a ver si se bajaba con otra descarga porque, mi ambia, la verdad, andar clavado en una cruz me parece una cosa de Antes de Nuestra Era y además un poquito incómodo
y eso, no sé por qué, me hizo pensar en la Tía Felicia
quiero decir, cuando salí de aquel mareo por culpa del ruidito de la maquinita
Tía Felicia nunca se casó
de joven, una vez, quiso meterse a monja
cuando habían mujeres que querían meterse a monjas
o sea hace mil años
yo no estaba nacido y andaba lejos de nacer pero de eso se habló a montones
con misterio o respeto por las gentes de la familia de mi padre
con desparpajo y burlas por la de mi madre
en realidad no sé muy bien y hace millones de años que no oigo hablar de la Tía Felicia
tan solo sé que vive en Coral Gables, Miami, Fla.
y eso la convertía en una maga
lord Voldemort travesti o el mismísimo Harry Potter
una tía en El Monstruo, adicta a Dios
ángel flotando por La Yuma:
I ♥ NY
I ♥ la Mafia de Miami
I ♥ hasta a los Señores del Imperio
y así aunque sospechara que no iba a hacerle mucha gracia pues decidí correr el riesgo y preguntarle a Gilda Villegas si conocía la dirección de la Tía Felicia, quiero decir la dirección de las gentes de aquellas épocas cuando no te quedaba más remedio que escribir con un lápiz o un bolígrafo y échate, papi, todo el play:
sobre un pedazo de papel que luego había que doblar para meterlo dentro de otro pedazo de papel en forma de envoltorio y después comprar otros papelitos, unos cuadritos chirriquiticos y pegarlos, no donde quiera sino en una esquina, pero casi nunca pegaban y tenías que coger una especie de pasta así, medio mocosa, que estaba dentro de un pomito y embarrar el cuadrito y embarrarte las manos y embarrar todo alrededor
qué cagazón
qué asco
***
Tuve que suavizar algunos días, calmarme, concentrarme, esperar mi momento y luego con mucho cuidado y como el que no quiere la cosa, aprovechar para bajarle a Gilda Villegas mi pregunta:
¿Sabes la dirección de la Tía Felicia?
cambió la cara y contestó que no la sabía y enseguida el imperio contraataca: ¿en qué tú estás, en qué tú andas? y casi se me va el dichoso «mima»
Gilda Villegas es mi pura pero Gilda Villegas es Gilda Villegas y si le dices «mami» o «mima» o todavía peor «madre» o «mamá»
(y no hablemos de «pura»)
se te vuelve Godzilla y Hulk, los dos al mismo tiempo, se pone toda contra el tráfico, arma tremendo traqueteo
y ni siquiera mi hermanito que tiene solo nueve años
(debía mejor decir «mi mediohermanito»
aunque lo quiera como entero)
se atreve
con eso de «mima».
Tía Felicia, por su parte, era la única hermana del pureto, mi puro que un buen día desapareció pedaleando su bicicleta
voló como Matías Pérez solía decir Gilda Villegas cuando estaba de buen humor o mejor, cuando yo era muy chama
ahora no estaba nunca de buen humor y ya yo no era ningún chama
A tu tía Felicia dijo Gilda Villegas como si fuera a hipar o a sollozar, le tiramos huevos cuando se supo que se iba del país
y le habían roto todas las ventanas de su apartamentico de la calle 13
mira tú, Calle 13, unas gentes que hasta hacía poco me gustaban y bueno, cierto también que la calle 13 o más exacto, la Avenida 13, es una especie de última frontera entre mi barrio, Buena Vista, y el Miramar de Karla Paula
(la primera sería la Ave.19)
Y le caímos a hachazos a la puerta, siguió diciendo Gilda Villegas y entonces sí que sollozaba
Pintamos las paredes con chapapote carteles que decían:
gusana tortillera
santona
agente de la CIA
escoria
contrarrevolucionaria
yo era una niña
yo era casi una niña y no entendía nada de nada
solo tenía quince años y había que ir al Acto de Repudio
(¿así que eso era «un acto de repudio»? y yo que lo
decía como los socitos: por puro cuero y quemadera)
tenía,
claro, que asistir porque si no la vida te la hacían cuadritos y te la hacían un yogur y luego adiós a las carreras en la universidad
a esas alturas, ya no sollozaba sino lloraba sin tapujos, un poco así como parando y empezando de nuevo
Y total no aprobé ni el primer año, ni siquiera el primer semestre
soy bruta, más que bruta, más bruta que esta plancha o la mismísima tabla de planchar
pero eso en realidad qué me importaba pues yo también soy bruto, brutísimo en Química y en Español
ahora lo que en verdad me ponía de cabeza era ver a Gilda Villegas en aquel PlayStation
nunca la vi llorar y la creía a prueba de balas
y eso sí que me daba ganas de partirme
no de la risa sino del llanto
cosa que no soporto porque ustedes ya saben: siempre me estoy riendo
Eso es historia antigua, le solté para que parara o mejor, para parar yo y me acordaba, desde luego, de los romanos, Cristo y Poncio Pilatos en medio del polvo y los trapos que vestían las gentes de la Tierra Prometida ni siquiera made in China, Taipei o Sudcorea que ahora nos caen a palos hasta en la pelota
No se podía seguir así, no se podía seguir así, así que la paré
o por su cuenta se paró
(pues quién paraba a Gilda Villegas)
y era que mi hermanito
mi medio hermanito de solo nueve años pero que yo quería como entero, empujaba la puerta y entraba de la calle con sonrisa de oreja a oreja: acabo de ganar La Emulación
salí el más destacado de mi aula y mira, mira, mira, Ariel
(primero vino a mí y después a Gilda Villegas)
mientras
mostraba un tarequito y lo hacía con orgullo
cañón cañón cañón
un sellito de esos, que por detrás un alfiler, con la imagen de Mella, de Maceo, de Martí y un «hasta la victoria siempre» en letricas chirriquiticas pero brillantes como el oro
***
Eso de las letricas me hizo acordarme del final de la película de Indiana Jones en quepor fin encuentran el Santo Grial y la jeva del malo se equivoca y luego Indiana Jones se dice para sí que la copa de un carpintero no podía ser de oro (ja ja ja) y entonces coge la de palo, la más fea de todas y con el agua de una fuente que más bien parecía un bebedero de palomas, resucita a su puro
lo otro, pasar al nivel 9, al nivel 10 o al que viniera
Se llamaba Felicia y el primer apellido, pues claro, el mismo que yo
y por ahí fácil buscarla en
MySpace
pero me hacía falta un celular
precisamente un celular
una tablet con internet
una PC: tremendo cír-
culo vicioso
Pero allá, por su parte:
la Tía Felicia ¿tendría computadora o celular?
¿tendría los dos o no tendría ninguno?
¿tendría conexión directa con los ángeles
sin problemas de ancho de banda
de canales de fibra óptica
de cables que desaparecen
de satélites medio fofos
de dispersos chubascos y tormentas
eléctricas en la región X, Y, Z?
Bien, vayamos por partes
(como una vez dijo una socia)
y se calló y volvió a decir: Jack el Destripador y todo el mundo se partió aunque yo me quedé botao pues todavía era muy chama
así que bueno, El Destripador:
los viejos nunca tienen celulares y les dan urticaria las computadoras
y tampoco los ves en
MySpace
a no ser esos viejos babosos y del Más Allá, buscando chicas, chicos, lo que sea en Romeo&Julieta, Dateworld, Liguelindo, etc.
luego, en cuanto a los Ángeles
(¿la ciudad, la boyband o los del cielo y las iglesias?)
enseguida se me ocurrió un Plan B o un Plan C: irme a la sala de navegación donde trabaja el socio de un socito que si le dejas caer algo, en lugar de ponerte
en una PC manca
(de esas que solo tienen intranet)
te sienta al habla con Bill Gates en su propia computadora con Google y con Mozilla, Skipe, Twitter, Facebook y hasta Romeo&Julieta y Liguelindo pero el plan no pasó de plan o por lo menos no esa vez pues sucedió una cosa de Reality Show
Dios aprieta pero no ahoga, como dice el puro barbero, el purestán con alma joven que siempre me pela
El caso es que Dios mismo me lo puso delante como quien dice entre las manos:
un Samsung nuevecito brillando bajo el sol en un banco del parque
o tal vez no brillando porque cómo podía brillar a la sombra de un árbol de ese tamaño
más que una ceiba, no sé bien, un árbol como aquellos del planeta Pandora de la película Avatar
El Samsung, desde luego, estaba al lado de una gente
una mujer, una embarazada que vigilaba un cochecito y dentro, claro, otro bebé
le gustaban, seguro, los bebés
los reales y los virtuales y los presentes y los futuros
los que podían estar en algún cochecito o los que se las arreglaban entre las tripas todavía
El Samsung era un Galaxy o sea en la misma gama de mi ex Deluxe 901
(se le veía en su misma cara)
lo único que no sé, no acababa de convencerme, venía a ser su color
un rosado rabioso de esos como el que Karla Paula se ponía en los labios y las uñas
pero a mí, plin
un Samsung Galaxy con el último Android
un Smart Infinite de los exclusivos y de la pinta más costosa, qué importaba que fuese malva o lila y en todo caso luego lo podías cambiar o venderlo y comprarte otro
esa mismita era la talla