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El canto de un desconocido es una antología poética que explora las profundidades del alma humana a través de versos cargados de nostalgia y reflexión. En sus poemas, González nos lleva por los paisajes del amor perdido, la soledad acompañada y los recuerdos imborrables. Cada poema es un canto a las emociones que nos conectan y nos definen, ofreciendo una mirada íntima al dolor, la esperanza y el anhelo. Esta obra es un refugio para aquellos que buscan consuelo en las palabras y comprensión en el arte poético.
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Seitenzahl: 49
Veröffentlichungsjahr: 2024
DANILO DE JESÚS GONZÁLEZ
González, Danilo de Jesús El canto de un desconocido / Danilo de Jesús González. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-5649-3
1. Poesía. I. Título. CDD A861
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
A manera de prólogo
Quise escribir
Se nos fue la magia
Amor de una noche
Sombras
Lágrima traidora
Envidia
Volaré
Soledad
Sueños
Ladrona de sueños
Inalcanzable
Chica del tiempo
Tienes la palabra
Desde la ventana
Mirada ausente
Tristeza
Macheteros
De puntilla
El tren
Vendedor de sueños
Lejana
Como ladrón en la noche
Canta
Soledad
Escrito en agua
A Iraí
Fuera
Silencio
La Noche
Discreto
Decreto
Se fue
Confinados
Soñándola
Año Nuevo
Rosas
No llegó
El molino
Corazón perdido
Varado
Llega la noche
Corazón, Corazón
Destierro
Pintarte
Grabada en la pared
De hechiceros y adivinos
Hojarasca
Como cubeta rota
La lluvia de afuera
Campanario silente
Escápate
Guamacho floreado
Tapabocas
Espera
Copa traidora
Un adiós para Andrés Eloy
Fantasma
Como ola
Reino Miseria
Te fuiste en cantos
Mirada esquiva
Vacío
Huérfanas
Ah malaya
¿Dónde?
Sombra de amor
La niña
Amores
Nos perdemos
Pesadilla
No lo sé
Pétalos
La lluvia
Yo llego
Buscándote
El gran perdedor
Alocada
Simplemente
La barca
No me mires
Valor
A todo color
Pena
La última lágrima
Testigo de amores
Sábanas blancas
Atardecer
Cita entre la hojarasca
Nuestro sitio
Melodía
Amanecer
La noche
Lo llaman beso
Se acaba la noche
Adiós
Dedicado a mis hijos
o como lo dijera el poeta:
“Cuando se tiene un hijo,
se tienen todos los hijos de la tierra.
Cuando se tiene un hijo,
se tiene el mundo adentro
y el corazón afuera”.
Andrés Eloy
Quiero ante todo o antes que nada, excusarme por si alguna vez se les ocurre fijarse en que verdaderamente esto no es un prólogo, si no un simple acercamiento o más bien diría, atrevimiento de aprendiz que empuña la espada para exaltar con timidez altisonante: EL CANTO DE UN DESCONOCIDO.
Al comenzar a leer estos versos, imaginé por un momento sueños vividos, pasajes de mi vida que transcurrieron finalizando mi adolescencia. Sueños cargados de melancolía que brotaban con facilidad, sueños reprimidos que me carcomían y la única forma de sacarlos era escribiendo. Lo digo, porque con toda seguridad estos poemas develan un modo de sentir, una forma de pensar, una inquietud interna que flamea y aniquila.
Hay un tiempo establecido que demarca un éxtasis entre uno y otro poema, lo presenciamos en “Sombras” o “Corazón Perdido” en los cuales se refleja todo ese arrobamiento del alma que se siente fuera del cuerpo.
Este canto desesperado deja una sensación de desolación, añoranza de otros tiempos donde cabalgan plañideros caminantes lejanos que invaden sendas y fronteras. Entra al alma un canto abrasador que invade todo. Muestra el autor un punto con una circunferencia cuyo radio no se encuentra en ninguna parte. Son vivencias enclavadas en ese punto lejano… EL ALMA.
Pablo Barreto
El corazón me ha gritado
que escriba la esquela, lo diga, que sufro,
tan solo un morir cada anochecer,
que lo exclame entre líneas,
necesitamos que vuelvas.
Y cuando ya vencido me dispongo
convertir lágrimas en letras,
renuente se niega mi mano
orgullosa y grita si ya no recuerdo
lo clamado en su ida,
habiendo inclusive negado
el amor vivido,
mi corazón le implora que lo olvide
nos urge regrese,
más, mi mano obstinada se niega
y yo la conozco, no escribirá.
Cada día pasado sin rasguearle mi llanto
se aleja el regreso.
Y aquí estamos los tres,
ya ni nos hablamos,
mi pecho entornado,
que grita que vuelva,
mi mano firme negada a escribir
y yo entre estos extremos
que por minutos cedo
y otros vanidoso me digo...
que sea ella, quien escriba.
Se nos fue la magia
se nos fue,
rezagada en un recodo del vivir
prefirió la huida,
a vivir de tradiciones.
Se nos fue la magia
se nos fue,
tan igual como llegó
sorpresiva e inesperada,
convirtiéndonos en extraños
a pesar de la cercanía.
Se nos fue la magia
se nos fue,
y parece que con ella nuestra vida,
giramos y giramos
sin movernos en el común vacío que nos llena.
Se nos fue la magia
se nos fue,
y torpemente destruimos lo que queda,
convencidos ya
sin duda alguna,
que no fue sola,
y cubierta en la sombra que le dimos
fugó certera
acompañada del amor que nos tuvimos.
Caracas, agosto 2000
Susurré a su oído
mieles y ensalce
una esquela de amor
garabateada allí mismo
en una servilleta,
una rosa escarlata
sacada de un florero,
una suave canción
que dice que le quiero,
el brillo de sus ojos
fulguran en la tenue luz,
sin control mi mano
recorre su piel,
besos de una noche,
amor marinado
en el ir y venir de copas,
te quiero, me quieres
mañana,
será otra cosa.
Sombras que envolvían sombras
las que ensombrecían
mi sombría vida.
Sombras que no podía palpar
para disiparlas de mi camino,
sombras que ocupaban aquel vacío
que llenaba mi corazón.
Conseguí un lucero que disolvió sombras,
y que alumbró todo mi camino.