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Este libro cuenta el nacimiento de "la Juve", su identidad, su lucha. Los primeros veinticinco años de historia del Club Atlético Juventud Urdinarrain. Un viaje en el tiempo que nos ubica en esa ciudad a fines de la década del cincuenta. Seguramente permitirá a muchos entender mejor por qué le costó tanto tiempo a este Club alcanzar algunos objetivos, como asimismo, por qué finalmente los obtuvo.
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Seitenzahl: 99
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Saint Paul, José Luis El cielo se hizo Liebrero / José Luis Saint Paul. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-2215-3
1. Deportes. I. Título. CDD 796.334098221
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723Impreso en Argentina – Printed in Argentina
Dedico este libro en primer lugar a mi familia. En especial a mis padres y abuelos, que inculcaron en mí esta identidad por el barrio y el club. A la memoria de Alicia Silba, excompañera y madre de dos de mis hijos, que partió tempranamente, y trabajó conmigo codo a codo muchos años en la institución, como dirigente, compartiendo el sentimiento y la pasión por Juventud. A Macarena, Lautaro y Lorenzo, mis hijos, fanáticos liebreros desde la cuna, que van a todos lados conmigo apoyando estos colores. A mi compañera de vida actual, Andrea Espósito, por el apoyo en este cometido; y para la pequeña Abril, que, pese a no gustarle demasiado los partidos, nos acompaña siempre.
Lo dedico también, a todos aquellos, que, desde que éramos niños, nos abrieron, a mi hermano y a mí, y a los amigos del barrio, y de la escuela infantil 9 de Julio, las puertas de la humilde institución de los liebreros, y nos brindaron su afecto, contención y comprensión.
Finalmente, lo quiero dedicar, a mi padrino, el tío Juancito Saint Paul, uno de los iniciadores, que hoy también nos guía desde lo alto, como a todos los compañeros dirigentes y colaboradores, con quienes compartí y comparto momentos únicos e inolvidables en el club.
Los argentinos transpiramos fútbol. Nada estoy descubriendo con aquella frase y acaso peco de caer en lo trillado. Pero resulta que muchas veces la repetición sistemática de las cosas hace que inconscientemente olvidemos su verdadero valor.
El cielo se hizo liebrero nos invita a recordar y quizás en parte a explicar nuestra pasión futbolera. Es que nuestro fútbol tiene poco que ver con aquel deporte de origen inglés, del que podemos decir que solo tomamos sus reglas, pero condimentamos de manera tal que sabe totalmente diferente.
Entraremos en una historia que debía ser contada, no solo porque sus protagonistas merecían la distinción; sino porque todos, instituciones incluidas, tenemos derecho a conocer nuestro real origen.
La historia nos permite viajar en el tiempo, nos ubica a mediados del siglo pasado, mostrándonos a Urdinarrain con su gente, sus calles, sus barrios, sus diferencias sociales y sobre todo nos muestra el entusiasmo, el esfuerzo, algunos sinsabores y la continua lucha de un grupo de entusiastas apasionados que armaron, alrededor de una pelota, una de las instituciones más importantes del departamento.
Y volviendo a la frase inicial, cómo no apasionarse con la práctica de un deporte detrás del cual existen infinidades de historias. Cómo no transpirar fútbol. Si aquí la camiseta se transpira mucho antes de que el partido comience. Aquí la camiseta entra a la cancha ya transpirada, porque el partido no empieza con el pitido arbitral, sino horas, días, meses atrás, con la nivelación a mano del terreno, con la construcción de los vestuarios o de la cantina, con el marcado de las líneas, incluso con las arduas gestiones de habilitación y papeleo. Y son esos mismos obreros, esos mismos artistas, que luego, por noventa minutos se convierten en jugadores, técnicos e hinchas.
Entonces empezamos a entender por qué nuestra pasión llega a límites impensados en otras tierras. Resulta difícil que quien no conoce las innumerables dificultades que debieron sortearse para jugar un simple partido de fútbol pueda comprender un paro cardíaco previo a la ejecución de un tiro penal. Nosotros, en cambio, lo entendemos, claro que lo entendemos. No nos resulta extraño. Extraño es no emocionarse con el canto de una hinchada, extraño es no gritar un gol al clásico rival hasta quedar mudos, extraño es no sufrir por una derrota. Porque en realidad lo que en el fondo nos emociona, lo que nos hace gritar eufóricos, lo que hace que las derrotas duelan en el alma, es todo el camino recorrido.
No digo que quienes tuvieron siempre la mesa tendida no puedan disfrutar el banquete, claro que ellos también pueden alegrarse o amargarse con un resultado; pero me resisto a creer que la felicidad argentina en el 86 sea comparable con la alegría alemana del 90, o que la amargura de ellos en México pueda asimilarse a nuestra tristeza en Brasil.
Es que para nosotros, insisto, el fútbol no es solo fútbol. En el fútbol va toda nuestra historia, nuestras luchas, nuestros encuentros y desencuentros; en la cancha nos jugamos todo lo que somos y lo que fuimos, rememoramos viejos amores, así como refrescamos antiguos rencores. Y eso ocurre tanto en la final del mundo disputada por futbolistas profesionales como en cualquier potrero de la Argentina.
Sean bienvenidos a una historia que al leerla advertirán que ya conocen, aun cuando no conozcan ni a Juventud, ni a su gente. Bienvenidos a una historia de amor por una camiseta que existió y se transpiró mucho antes de que se disputara aquel primer partido en el torneo comercial a fines de la década de los cincuenta.
Leonardo Chesini
En 2013, se cumplían presuntamente, conforme constaban en los estatutos de la institución, los cincuenta años del club de mis amores, Juventud Urdinarrain.
Tomando en cuenta que decía que el 17 de abril de 1963 se fundó está institución con el nombre de Club Atlético Juventud Urdinarrain.
Por ello decidimos por entonces, en la Comisión Directiva, y el grupo de colaboradores, llevar adelante una serie de festejos y concretar algunas obras, para celebrarlo.
La Municipalidad de Urdinarrain, por Ordenanza n.º 920 del 9 de octubre de 2013, declaró patrimonio histórico de la ciudad el arco de ingreso a la antigua sede del club.
Pero los datos no eran precisos y coincidentes, muchos desconocían y desconocen el contenido y alcance de su nacimiento, y si bien festejamos, y fue algo que nos unió maravillosamente, hubo tiempo para darnos cuenta de que merecíamos reconstruir esa etapa.
No existe en la institución ninguna documentación anterior a la década de los ochenta. Todo se perdió producto de los hechos acontecidos y el cambio de sede.
Por ello comencé desde entonces a investigar en registros públicos, en actas, a ver fotos, archivos de diarios, recortes, y a medida que pasaban los meses y los años, no dejaba de sorprenderme.
Los habitantes de Urdinarrain, y la mayor parte de los hinchas libreros, suelen recordar claramente la historia del club, solo a partir de 1986.
Ese año obtiene el primer campeonato Juventud Urdinarrain, y el ascenso, e inmediatamente adquiere un predio de más de dos hectáreas en pleno centro de la ciudad, lo levanta, y construye un estadio nuevo, lo inaugura, y asciende para siempre a la primera A.
A partir de la categoría 1986, moldea unas divisiones menores ejemplares, que le hacen alcanzar su primera estrella en la máxima división A en 2011.
Juega desde entonces torneos provinciales, y federales, representando a la Liga de Gualeguaychú.
Obtuvo también el bicampeonato en 2015, el de los cien años de la Liga Departamental Gualeguaychú. El segundo de ellos definiéndolo en casa de su clásico rival donde pudo darle la vuelta olímpica.
Fue campeón nuevamente en 2017 y 2018, consagrándose otra vez ante su eterno rival, pero esta vez en su propio estadio, en el Juan Jorge Stauber.
También ganó el Torneo Nacional Federal C 2018, con lo que hubiese significado el ascenso al Federal B (que fue eliminado de competición durante ese mismo año).
Todos saben y conocen hoy, para muchos en forma inesperada o sorpresivamente, que el Club Atlético Juventud Urdinarrain es el más ganador de la última década, con cinco títulos locales en la divisional máxima de la liga (en los últimos diez años), y el único club del departamento que obtuvo el título, estrella, o ascenso del Torneo Federal C.
Como también, todos saben y conocen que alcanzó un alto reconocimiento institucional, al lograr construir en los últimos treinta años un nuevo estadio de fútbol con tribuna central de cemento, y otras de maderas, vestuarios y accesos diferenciados de locales y visitantes, baños para todo público; una cancha de papi fútbol, una cantina, un salón comedor para el fútbol infantojuvenil con parrilla, cocina, baños y todo su equipamiento, salón con cancha de bochas, un bufé comedor; complejo de piletas con sanitarios y duchas, quinchos, cancha de vóley playa, plaza de juegos para chicos, cancha de fútbol cinco con césped sintético, un playón deportivo, oficina de recepción, secretaría y salón de reuniones, entre otros. Y cuenta con un colectivo, que acaba de renovar, para el traslado de sus jugadores a los partidos, y una combi, para movilizarse a los entrenamientos.
Pero yo me pregunté, y necesitaba responderme: ¿qué pasó antes de 1986? ¿Por qué no hay nada de su pasado en la institución y poco en la ciudad? ¿Realmente Juventud Urdinarrain nació en 1963? ¿Cómo se fundó? ¿En qué circunstancias? ¿Se llamaba así? ¿Cuál es su real fecha de fundación? ¿Su camiseta y sus colores eran los mismos que ahora? ¿Quiénes fueron sus primeros jugadores y dirigentes? ¿Cuáles son los motivos que lo llevaron a cambiar la ubicación de la cancha? ¿Por qué Juventud se convirtió en lo que es? ¿Qué hizo o hace que Juventud Urdinarrain tenga este presente?
Fue este un lindo desafío, recopilando datos, viendo fotos, leyendo archivos, charlando con vecinos y protagonistas directos, muchos con miradas y sentimientos encontrados, que se ven reflejados en estas páginas. Algunos de ellos, a la fecha, ya no están entre nosotros, y espero que su mención, aunque más no sea al pasar, resulte un sencillo homenaje.
Mis disculpas a los que se sienten parte de la historia, y no son nombrados. Quizás no se desprendan de la información a la que tuve acceso. Entiendan que por Juventud Urdinarrain, según mis datos, entre fundadores, dirigentes, socios y jugadores, pasaron centenares de protagonistas.
A todos los que me aportaron datos y antecedentes, a los que fueron parte de las charlas y entrevistas, a todos, sin distinciones, muchísimas gracias. Espero estar a la altura de poder transmitir sus pensamientos y sentimientos en general.
Ellos me ayudaron a trasladarme en el tiempo al siglo XX, a lo que sucedía política y socialmente a mediados de este, a entrometerme en el comienzo del fútbol en Urdinarrain, y recorrer luego un poco la ciudad, ubicarme y entender la historia. El cómo, porqué y de qué puede nacer, con casi nada, una institución deportiva, un club de fútbol, ir luego hacia la desaparición, y resurgir de sus propias cenizas, para transformarse a futuro en un ejemplo provincial que hoy todos conocen.
Amigos, los invito a recorrer estas páginas para conocer la lucha de los liebreros. El nacimiento de la juve; y la cruz institucional que cargaron los antiguos dirigentes, para que disfruten y defiendan aún más orgullos lo que han conseguido.
Vamos juntos de la mano, a intentar comprender la historia del nacimiento del Club Atlético Juventud Urdinarrain, sus primeros veinticinco años de historia.
Patrimonio Histórico de la Ciudad de Urdinarrain – Ordenanza N° 920
Antes de introducirme en el nacimiento del club, daré un pantallazo de lo que acontecía en el país y la ciudad por entonces.
La llegada del general Juan Domingo Perón a la presidencia de la nación argentina a mediados de la década de los cuarenta, producida en plena posguerra mundial, dejaría por siempre sus huellas en la sociedad argentina, sobre todo en la clase obrera, que se mantendría desde entonces, y para siempre, organizada y movilizada.