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- Herausgeber: SAGA Egmont
- Kategorie: Für Kinder und Jugendliche
- Serie: El destino de los elfos
- Sprache: Spanisch
- Veröffentlichungsjahr: 2019
Un enemigo poderoso ha llegado a la tierra de los elfos. Quiere esclavizar a todo el que allí vive. Si los elfos van a sobrevivir, necesitarán coraje y esperanza.Zarzo quiere ayudar en la lucha contra el enemigo de los elfos. Pero Margaria no cree que sea lo suficientemente mayor. Zarzo es difícil de disuadir. Junto a Rakzul, el niño trol, se escabulle hacia el campo enemigo. Tienen un plan. ¿Pero serán capaces de permanecer escondidos de los Puños de Acero y de los monstruos del rey?Este es el segundo de cuatro libros de la serie El destino de los elfos. Lee todos los libros de la serie:Los guerreros de aceroEl corazón de piedraLas tumbas olvidadasLa flauta encantada-
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Seitenzahl: 31
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El destino de los elfos 2: El corazón de piedra
Original title:Elverfolkets skæbne 2: Det forstenede hjerte Copyright © 2013, 2019 Peter Gotthardt and SAGA Egmont, Copenhagen All rights reserved ISBN: 9788726254426
1. E-book edition, 2019 Format: EPUB 2.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
El destino de los elfos 2
El corazón de piedra
Esta es la historia de una de las peores eras en la larga historia de los elfos. Tuvo lugar cuando un enemigo poderoso llegó a la tierra de los elfos con su ejército. Su objetivo era esclavizarlos. Los elfos estaban llenos de dolor y furia. El enemigo arrasó su hermosa tierra y su libertad se puso en juego. Sin dudarlo, resistieron y lucharon. Sabían que estaban luchando por el destino de los elfos.
Un águila se elevó de su nido en las colinas. Con sus majestuosas alas desplegadas, planeó sobre el valle verde que yacía escondido entre las inmensas montañas.
El valle casi siempre estaba desierto. Sólo se veían por allí un trol o un par de cabras de montaña, pero rara vez. Sin embargo, ahora ya no estaba desierto. Un gran grupo de caballos pastaba. Tiendas y chozas habían sido levantadas. Columnas de humo de un montón de fogatas se elevaban hacia el cielo. Y había elfos por todos lados.
Un pequeño grupo estaba reunido en un espacio abierto entre las tiendas. Margaria estaba en el centro.
—Fue una fortuna que llegáramos al valle del Águila —dijo—. Es más fácil que nos podamos defender contra el enemigo aquí, aunque ellos sean más.
—Y hay espacio suficiente tanto para nosotros como para nuestros caballos —dijo Clavelia quien se había encargado de Margaria de chiquita. Ahora, ayudaba a atender a los heridos.
—¿Pero qué hay de los trols? —preguntó Zarzo, el hermano menor de Margaria. El día anterior, había divisado un trol en las inmediaciones del campamento.
—A ellos nos les molesta que estemos aquí, mientras no los incomodemos —respondió Margaria.
En ese momento, un caballero se abrió camino entre la multitud. Su escudo estaba abollado y chorreaba sangre de uno de sus brazos.
—Vengo directo desde el cañón del Águila, reina Margaria —dijo.
—Margaria, por favor, sin reina —dijo Margaria—. Sólo estoy gobernando hasta que mi madre, la reina Veronia, regrese. Ella es la reina de los elfos. Pero estás herido. ¿Ha habido luchas en el cañón hoy?
—Sí, así es. Los Puños de Acero atacaron nuevamente —explicó el caballero—. Pero no pudieron pasar del cañón hacia el valle. Es tan angosto que sólo pueden avanzar de a dos o tres. Su rey los obliga a atacar de vez en cuando, pero es inútil. Los otros guardias y yo repelimos cada ataque.
—Son caballeros valientes —dijo Margaria—. Todos estamos agradecidos por sus esfuerzos.
El caballero se llenó de orgullo.
—Déjame revisar tu herida —dijo Clavelia.
—No es necesario, es sólo un rasguño —respondió.
—Eres libre de ser un héroe en el cañón —dijo Clavelia—, pero en nuestro campamento, ese brazo necesita vendas, ahora mismo.
El caballero obedeció y entró en la tienda donde se atendía a los heridos.
—Espero que su herida no se infecte —suspiró Clavelia—. Ya no tenemos el ungüento que uso para ese tratamiento.
—¿Cuál es ese ungüento? —preguntó Margaria.
